Reseña
del libro El Partido de Mariátegui Hoy: Constitución, Nombre, Reconstitución
de Eduardo Ibarra
Jan Lust
EL LIBRO de Eduardo Ibarra editado por Creación
Heroica es un libro de ensayos escritos en el periodo 2007-2016 sobre el
proceso de la constitución del PSP y es “una defensa de las razones de José
Carlos Mariátegui (JCM) para acordar el nombre de Socialista para su partido”.
Estos dos objetivos son ampliamente tratados en este interesante e importante
obra. Las partes sobre el contenido y la actualidad de la reconstitución del
partido de Mariátegui, otro objetivo del libro, no forman herramientas
concretas sino abstractas para la necesaria reconstitución. No basta mencionar
la necesidad del pensamiento de Mao, la necesidad de la actualización del programa
de la PSP, y la necesidad de que el partido es la vanguardia política y
teórica, y que se debe hacer más actualizaciones.
La
obra de Ibarra no es un trabajo para todos. Eso es un problema. El libro
contiene muchas polémicas con diversas personas que forman parte de la gran
familia del movimiento comunista, por ejemplo, con Ramón García y Miguel
Aragón. Uno debe haber leído algo sobre la constitución del partido de JCM y
tiene que estar familiarizado con algunos debates.
No obstante la mencionada limitación del
libro, Ibarra explica claramente que JCM “acordó el marxismo-leninismo como la
base de la unidad de PSP.” Para esta “adhesión” tenía tres razones: “1) el marxismo-leninismo determina el carácter de clase del partido, es decir, su condición
de partido doctrinariamente homogéneo, y, por lo tanto, es la base de su unidad
programática, su unidad táctica, su unidad orgánica; 2) es la base del
enraizamiento del Partido en la clase y las masas trabajadoras en general; 3)
es el arma estratégica del proletariado: sin ella el Partido no podría
orientarse en cada período histórico hasta la realización del comunismo.” Con
esta afirmación Ibarra toma una posición revolucionaria en relación al debate
sobre el partido de JCM.
Respecto
al mencionado debate sobre el nombre del partido, Ibarra tiene toda la razón
cuando nos dice que “no es un debate inútil sobre palabras”, sino es una
discusión fundamental sobre la esencia del partido, sobre su doctrina. En el
nombre del partido y en sus órganos de prensa, por ejemplo, se expresa el
carácter revolucionario o revisionista del partido. Además, se debe tomar en
cuenta el periodo político, económico social, nacional e internacional en el
cual se constituye el partido. Leemos lo que narra Ibarra al respecto: “Lenin
recordó en cierta ocasión: «En el prólogo a la edición de sus artículos de la
década de 1870 sobre diversos temas, predominantemente de carácter
“internacional” (Internationales aus dem
Volksstaat), prólogo fechado el 3 de enero de 1894, es decir, escrito año y
medio antes de morir Engels, éste escribía que en todos los artículos se emplea
la palabra “comunista” y no la de
“socialdemócrata”, pues por aquél entonces socialdemócratas se llamaban los
proudhonistas en Francia y los lassalleanos en Alemania.» (4) Y citó este
aserto de Engels: «Para Marx y para mí era, por tanto, sencillamente imposible
emplear, para denominar nuestro punto de vista especial, una expresión tan
elástica. En la actualidad, la cosa se presenta de otro modo, y esta palabra
(“socialdemócrata”) puede, tal vez, pasar (mag
pacieren), aunque sigue siendo inadecuada (unpassend) para un partido cuyo programa económico no es un simple programa socialista en
general, sino un programa directamente comunista, y cuya meta política
final es la superación total del Estado y, por consiguiente, también de la
democracia.”
El PSP que fundó
JCM fue un partido comunista y el nombre fundacional del partido no fue un
error, “es decir, la decisión de Mariátegui no fue una táctica errónea sino una
táctica correcta. Pero considerar que el nombre de Partido Socialista, acordado
en setiembre de 1928, se desprende del problema de nuestra época y, por lo
tanto, del hecho de que el socialismo sucede al capitalismo, son lucubraciones
de García, y con ellas nada tiene que ver Mariátegui”.
En el contexto del
debate sobre el nombre del partido comunista reconstituido, Ibarra nos dice que
“el término socialismo, desacreditado hoy en todo del mundo como nombre del
partido proletario, podrá recuperar su vieja grandeza cuando las necesidades de
demarcación política hayan desaparecido. Pero esto será posible solo en el
comunismo, es decir, cuando, entre otras cosas, la lucha contra el oportunismo
haya concluido”. También argumenta que “los excesos de la represión contra los contrarrevolucionarios
en los tiempos de Stalin, el muro de Berlín, la escisión del movimiento
comunista internacional, la intervención rusa en Checoeslovaquia, la
controversia albano-china, la guerra chino-vietnamita, la barbarie camboyana,
la caída del revisionismo (que en la conciencia ordinaria de las masas pasó
como caída del comunismo), la derrota de varias luchas armadas en Asia y
América Latina y, en el plano nacional, la actuación oportunista de algunos
partidos comunistas y la acción desorbitada del PCP-SL, han creado una opinión
pública adversa al comunismo. Ciertamente la camisa del comunismo está sucia.”
Considero que ambas afirmaciones del
autor solo nos dan una parte de la respuesta a la pregunta sobre por qué la
camisa es sucia o por qué el nombre socialismo está desacreditado. El nombre
socialismo o comunismo está desacreditado y la camisa está sucia por los
errores en y del movimiento revolucionario y que han sido usados oportunamente
por los ideólogos del sistema de opresión y explotación, o sea, por el capitalismo.
También, desde la década de noventas el sistema capitalista ha logrado enraizar
su ideología en todas las clases y estratos sociales. La tercera razón por la
debilidad de las fuerzas comunistas en las clases populares (o la falta de
presencia en la clase trabajadora y campesina) o el hecho de que el socialismo
y comunismo están desacreditados, es porque la izquierda revolucionaria o
comunista no tiene un programa máximo y mínimo que han sido convertidos en
prácticas políticas concretas. Por último, la cuarta razón, no saben en qué
país viven. Entonces, no tienen la capacidad de reclutar nuevos militantes y no
pueden elaborar estrategias e implementar tácticas que permitan reconquistar
las bases políticas y sociales que ahora están en las manos de la derecha,
particularmente en las manos de la derecha reaccionaria.
Tomando en cuenta nuestros puntos de
vista sobre la fuerza de la derecha, causado por la debilidad de las fuerzas del
cambio revolucionario, de las organizaciones del lado del corazón, nos parece
un sueño la siguiente afirmación de Ibarra: “En un mundo donde la información
está globalizada más que ayer, la domesticada actuación del oportunismo
socialista está en la conciencia de las clases trabajadoras de todos los países
del mundo.” Pensamos que la realidad actual del movimiento revolucionario en el
Perú es muy dura. Es decir, considero que estamos a nivel primitiva de
acumulación política, ideológica y organizativa.
Y es justamente por esta situación
política de la izquierda comunista que el libro de Ibarra es un trabajo
importante para el desarrollo de los procesos revolucionarios que se necesitan
implementar para derrumbar el sistema capitalista. La obra ayuda a abrir y
profundizar los necesarios debates en el movimiento comunista en el Perú.
Nuestras críticas van en esta línea, es decir, en la búsqueda de respuestas y
estrategias que ayudan a concretar la reconstitución del partido de JCM y a la
vez contribuyen a elevar la conciencia de clase de nuestros pueblos.
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