viernes, 1 de mayo de 2020

Reseña de Libros

Reseña del libro El Partido de Mariátegui Hoy: Constitución, Nombre, Reconstitución de Eduardo Ibarra

Jan Lust

EL LIBRO de Eduardo Ibarra editado por Creación Heroica es un libro de ensayos escritos en el periodo 2007-2016 sobre el proceso de la constitución del PSP y es “una defensa de las razones de José Carlos Mariátegui (JCM) para acordar el nombre de Socialista para su partido”. Estos dos objetivos son ampliamente tratados en este interesante e importante obra. Las partes sobre el contenido y la actualidad de la reconstitución del partido de Mariátegui, otro objetivo del libro, no forman herramientas concretas sino abstractas para la necesaria reconstitución. No basta mencionar la necesidad del pensamiento de Mao, la necesidad de la actualización del programa de la PSP, y la necesidad de que el partido es la vanguardia política y teórica, y que se debe hacer más actualizaciones.

        La obra de Ibarra no es un trabajo para todos. Eso es un problema. El libro contiene muchas polémicas con diversas personas que forman parte de la gran familia del movimiento comunista, por ejemplo, con Ramón García y Miguel Aragón. Uno debe haber leído algo sobre la constitución del partido de JCM y tiene que estar familiarizado con algunos debates.

        No obstante la mencionada limitación del libro, Ibarra explica claramente que JCM “acordó el marxismo-leninismo como la base de la unidad de PSP.” Para esta “adhesión” tenía tres razones: “1) el marxismo-leninismo determina el carácter de clase del partido, es decir, su condición de partido doctrinariamente homogéneo, y, por lo tanto, es la base de su unidad programática, su unidad táctica, su unidad orgánica; 2) es la base del enraizamiento del Partido en la clase y las masas trabajadoras en general; 3) es el arma estratégica del proletariado: sin ella el Partido no podría orientarse en cada período histórico hasta la realización del comunismo.” Con esta afirmación Ibarra toma una posición revolucionaria en relación al debate sobre el partido de JCM.

Respecto al mencionado debate sobre el nombre del partido, Ibarra tiene toda la razón cuando nos dice que “no es un debate inútil sobre palabras”, sino es una discusión fundamental sobre la esencia del partido, sobre su doctrina. En el nombre del partido y en sus órganos de prensa, por ejemplo, se expresa el carácter revolucionario o revisionista del partido. Además, se debe tomar en cuenta el periodo político, económico social, nacional e internacional en el cual se constituye el partido. Leemos lo que narra Ibarra al respecto: “Lenin recordó en cierta ocasión: «En el prólogo a la edición de sus artículos de la década de 1870 sobre diversos temas, predominantemente de carácter “internacional” (Internationales aus dem Volksstaat), prólogo fechado el 3 de enero de 1894, es decir, escrito año y medio antes de morir Engels, éste escribía que en todos los artículos se emplea la palabra “comunista” y no la de “socialdemócrata”, pues por aquél entonces socialdemócratas se llamaban los proudhonistas en Francia y los lassalleanos en Alemania.» (4) Y citó este aserto de Engels: «Para Marx y para mí era, por tanto, sencillamente imposible emplear, para denominar nuestro punto de vista especial, una expresión tan elástica. En la actualidad, la cosa se presenta de otro modo, y esta palabra (“socialdemócrata”) puede, tal vez, pasar (mag pacieren), aunque sigue siendo inadecuada (unpassend) para un partido cuyo programa económico no es un simple programa socialista en general, sino un programa directamente comunista, y cuya meta política final es la superación total del Estado y, por consiguiente, también de la democracia.”

El PSP que fundó JCM fue un partido comunista y el nombre fundacional del partido no fue un error, “es decir, la decisión de Mariátegui no fue una táctica errónea sino una táctica correcta. Pero considerar que el nombre de Partido Socialista, acordado en setiembre de 1928, se desprende del problema de nuestra época y, por lo tanto, del hecho de que el socialismo sucede al capitalismo, son lucubraciones de García, y con ellas nada tiene que ver Mariátegui”.

En el contexto del debate sobre el nombre del partido comunista reconstituido, Ibarra nos dice que “el término socialismo, desacreditado hoy en todo del mundo como nombre del partido proletario, podrá recuperar su vieja grandeza cuando las necesidades de demarcación política hayan desaparecido. Pero esto será posible solo en el comunismo, es decir, cuando, entre otras cosas, la lucha contra el oportunismo haya concluido”. También argumenta que “los excesos de la represión contra los contrarrevolucionarios en los tiempos de Stalin, el muro de Berlín, la escisión del movimiento comunista internacional, la intervención rusa en Checoeslovaquia, la controversia albano-china, la guerra chino-vietnamita, la barbarie camboyana, la caída del revisionismo (que en la conciencia ordinaria de las masas pasó como caída del comunismo), la derrota de varias luchas armadas en Asia y América Latina y, en el plano nacional, la actuación oportunista de algunos partidos comunistas y la acción desorbitada del PCP-SL, han creado una opinión pública adversa al comunismo. Ciertamente la camisa del comunismo está sucia.”

        Considero que ambas afirmaciones del autor solo nos dan una parte de la respuesta a la pregunta sobre por qué la camisa es sucia o por qué el nombre socialismo está desacreditado. El nombre socialismo o comunismo está desacreditado y la camisa está sucia por los errores en y del movimiento revolucionario y que han sido usados oportunamente por los ideólogos del sistema de opresión y explotación, o sea, por el capitalismo. También, desde la década de noventas el sistema capitalista ha logrado enraizar su ideología en todas las clases y estratos sociales. La tercera razón por la debilidad de las fuerzas comunistas en las clases populares (o la falta de presencia en la clase trabajadora y campesina) o el hecho de que el socialismo y comunismo están desacreditados, es porque la izquierda revolucionaria o comunista no tiene un programa máximo y mínimo que han sido convertidos en prácticas políticas concretas. Por último, la cuarta razón, no saben en qué país viven. Entonces, no tienen la capacidad de reclutar nuevos militantes y no pueden elaborar estrategias e implementar tácticas que permitan reconquistar las bases políticas y sociales que ahora están en las manos de la derecha, particularmente en las manos de la derecha reaccionaria.

        Tomando en cuenta nuestros puntos de vista sobre la fuerza de la derecha, causado por la debilidad de las fuerzas del cambio revolucionario, de las organizaciones del lado del corazón, nos parece un sueño la siguiente afirmación de Ibarra: “En un mundo donde la información está globalizada más que ayer, la domesticada actuación del oportunismo socialista está en la conciencia de las clases trabajadoras de todos los países del mundo.” Pensamos que la realidad actual del movimiento revolucionario en el Perú es muy dura. Es decir, considero que estamos a nivel primitiva de acumulación política, ideológica y organizativa.

        Y es justamente por esta situación política de la izquierda comunista que el libro de Ibarra es un trabajo importante para el desarrollo de los procesos revolucionarios que se necesitan implementar para derrumbar el sistema capitalista. La obra ayuda a abrir y profundizar los necesarios debates en el movimiento comunista en el Perú. Nuestras críticas van en esta línea, es decir, en la búsqueda de respuestas y estrategias que ayudan a concretar la reconstitución del partido de JCM y a la vez contribuyen a elevar la conciencia de clase de nuestros pueblos.

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