sábado, 1 de febrero de 2020

Creación

Nota:

En la edición anterior de CH publicamos el poema Loa a la Clandestinidad como del poeta Luis Franco, siendo que el mencionado poema es de Bertolt Brecht, por lo que le pedimos disculpas al lector. Así que hemos corregido el error, al mismo tiempo que publicamos, ahora sí, un poema de Luis Franco.

01.02.2020.

Comité de Redacción.


Un Poema de Luis Franco*


Canción de los niños con hambre


        ¿Que aún se ignore que el hambre es
       peor que todos los inviernos?
        Se me saltan los ojos
        y los pulsos, ebrios.
        Mi rebelión aúlla oscura
        más que en la nieve lobo hambriento.
        Cantaré como los piratas
        pulsando con el viento
y el alma desterrada
el cordaje velero.

        Que ignoréis lo demás no importa:
        hay niños con hambre, sabedlo.
        Niños que lloran
con llanto de hombre, oh cielos.

        Para que ocurra,
        sabedlo,
        que el sanedrín de mercaderes
        que regentea el mundo entero,
        y los que guardan sus espaldas,
        esté contento, estén contentos…
        (por la hidrografía,
        ay, del llanto ajeno,
        navega la flota
        de los monederos)
el mundo, el mundo se contempla,
ved, de sí mismo prisionero,
de su propia dureza, digo,
igual que un río de sus hielos.

        Y tiene que haber y hayle.
        es cierto,
        río de hormigas, cordilleras
        de falsía y desprecio
        (palomas empollando
        huevos de víbora estoy viendo)
        y tan profunda erudición
        de desencanto y sufrimiento,
y tantos rincones del alma
con telarañas y murciélagos,
y Jobes vestidos de lepra
sin más báculo que el lamento,
y golpes de tos o de sangre
en que alienta todo el infierno
como en ola de tempestad
todo el oceáno.

¿Infierno? No,
que no hay infierno:
hay corazones congelados.
Eso es todo, sabedlo.

Gentes que hablan con palabras
más encendidas que los besos
justamente cuando se miran
con ojos de témpano.
Oh, todo eso,
en tanto discuten el mundo
diplomáticos y barberos,
y las ganancias de las rábulas
como rumores van creciendo,
y doquier hay niños con hambre,
o muertos de hambre ya, creedlo,
y hay que los ángeles del hombre
(los tiene el hombre aún, no miento)
Tapan sus ojos con sus alas
Para no ver, para no verlos.

Es hermoso
        tomar la palabra en la lucha de clases.
        Llamar a las masas bien alto a la lucha
        para que aplasten a los opresores y liberen a
                                                    [los oprimidos.
        Y es difícil y útil el trabajo diario,
                                  [imperceptible,
        el tenaz y secreto tejer
        la red del Partido
        ante el cañón de los patrones:
        hablar, pero
esconder al orador.
Vencer, pero
esconder al vencedor.
Morir, pero
esconder la muerte.

¿Quién no haría mucho por la fama, pero
                                                          [quién
lo hará por el silencio?
Pues la fama pregunta en vano
por los que realizaron la hazaña. 
¡Aparezcan
por un momento,
desconocidos de rostro cubierto, y reciban
nuestra gratitud!



*Poeta argentino (1898-1988). Publicó cerca de sesenta libros que incluyen el ensayo y la biografía (El otro Rosas, Sarmiento y Martí, etc.). Poemarios: La flauta de caña (1920), Libro del gay vivir (1923), Coplas del pueblo (1926), Los trabajos y los días (1928), Suma (1938), Pan (1947), etc. Con el poemario Constelación (1959) obtuvo el Premio Municipal. En 1984 recibió el Gran Premio de Honor de las SADE. (Nota de la Redacción)                                        

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