Vallejo para no
iniciados XII. Criticando al crítico
Julio Carmona
CONTINUANDO CON MI INQUIETUD de conocer
la mayor cantidad de opiniones vertidas en torno a la vida y la obra de César
Vallejo, asumí la lectura de uno de los libros de crítica literaria de Xavier Abril1.
Y observé que en él se identifica con los parámetros epistemológicos de la estilística.
Pongo un ejemplo. En el «Epílogo» de dicho libro dice estar en contra de la
constante crítica que se da en Perú, de tener en consideración lo biográfico
«con prescindencia —dice— de los modelos positivos del siglo XX, representados
por la figura ejemplar de Leo Spitzer» (p. 163). Y bien se sabe que este autor
se ubica en la línea de la estilística preconizada por Karl Vossler, corriente
crítica que tuvo auge en las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX, y
que fuera desplazada, en los setenta, por el estructuralismo, etc. Y, al
comienzo del libro, asume su convicción de objetividad o estricta sujeción a la
estructura formal. Y así lo dice:
«El estudio
del poema se sitúa en la línea ceñida al significado estilístico-idiomático y
al contenido ideológico, con prescindencia de cualesquiera otras
consideraciones que no concuerden con los valores en juego, de las partes al
todo y viceversa. Solo cuenta, pues, la estructura formal, la expresión
poética: la meta de su creador» (op. cit.: 37. Resaltado mío).
Sin embargo, es preciso indicar que, no
obstante esa declaratoria de sujeción estilística, hay momentos en que se
desentiende de ella en, por ejemplo, la técnica para analizar los versos, pues
los enumera a todos, cuando la estilística estableció hacerlo de cinco en
cinco. Un modelo de crítica estilística es el libro de Amado Alonso, dedicado a
la poesía de Pablo Neruda2, y ahí se puede ver lo aquí precisado. Y,
asimismo, debo agregar que XA no cumplió con su pregonada objetividad o
estricta sujeción a «la estructura formal, la expresión poética: la meta de su
creador» con «prescindencia de cualesquiera otras consideraciones que no
concuerden con los valores en juego», porque, más adelante, dirá lo siguiente:
«Vallejo
escribe este verso [abrazado a mis brazos, de Poemas humanos]
bajo el agobio de la mayor soledad, coincidente con la etapa en la que
frecuentaba el Café Le Lion, casi todos los días, acompañado de sí mismo y abrazado
a sus brazos. Esta es la misma época en que escribió, significativamente,
de esta manera: subes a acompañarme a estar solo [a]. No hay duda alguna
de que está implicada la presunta “compañera” de entonces [b]. En la etapa
postrera, de su vida, es explicable, conociéndose su carácter, de que (sic3)
Vallejo haya preferido estar consigo mismo, en forma absoluta [c], dada la
trágica circunstancia a la que estaba abocado y que su conciencia interna sin
duda registraba lúcidamente» (op. cit.: 114. Subrayados del autor).
Voy a comentar cada opinión que va
seguida de una letra entre corchetes:
a) Se sabe, con toda certeza, que la época aludida ahí por
XA es en la que CV escribió Poemas
humanos. Pero, de ahí a que se relacione esa escritura, con una supuesta
situación en la que CV estaba «bajo el agobio de la mayor soledad», es estar
incursionando en el nivel de la subjetividad. Más aun si se sabe que en esa
época (1937-1938), XA ya no estaba en Europa (1926-1936)4 y, por
tanto, no pudo ser observador directo de tal agobio, que muchos de sus
biógrafos —incluida Georgette— destacan como la de menos apremios económicos.
b) Y si esa opinión de XA es así de subjetiva, ella no puede
sostenerse en la expresión apodíctica de «No hay duda», y mucho menos que esa
taxativa veracidad sirva para denigrar a la esposa de CV, y lo que es peor, con
la bajeza sibilina de no mencionar su nombre para decir «que está implicada la
presunta “compañera” de entonces», puesto que en los años en que CV escribe los
textos del libro Poemas humanos, no
había una «presunta “compañera”», sino que la única compañera (sin comillas) era la esposa Georgette Phillipart
de Vallejo.
c) Y es mucho más censurable —y más que subjetivo: ofensivo—
que diga de esa «compañera» que «conociéndose su carácter (…) Vallejo haya
preferido estar consigo mismo, en forma absoluta», pues sería ilógico que XA se
esté refiriendo al carácter de CV, y, de ser así, resultaría totalmente ociosa
la referencia a esa «compañera». Esta es, pues, una suposición doblemente
desasida de toda ponderación crítica.
Pero lo decisivo de todo esto es que la
interpretación del verso subes a
acompañarme a estar solo, no puede tener como resultado que el poeta (no
Vallejo) «haya preferido estar consigo mismo, en forma absoluta,» sino que sí
acepta la compañía de otra soledad; es decir, que él siente unimismarse con su
soledad la compañía del oyente imaginario. Y, además, así como no debe creerse
(como lo hace XA, de manera totalmente desfasada) que el hablante poético es
identificable con el autor, tampoco hay que apresurarse en confundir al oyente
imaginario, al destinatario poético, con alguien que no corresponde (a ojos
vista)5; porque el oyente imaginario —en el caso del poema, «De
disturbio en disturbio», a cuyo verso alude XA— no es, de ninguna manera,
Georgette. Es un interlocutor masculino, es un compañero trabajador o un
miliciano a quien —en versos intermedios del poema— le dice:
«olvídame,
sosténme todavía, compañero de cantidad pequeña,
azotado de
fechas con espinas,
olvídame y
sosténme por el pecho,
jumento que
te paras en dos para abrazarme;
duda de tu
excremento unos segundos,
observa cómo
el aire empieza a ser el cielo levantándose,
hombrecillo,
hombrezuelo,
hombre con taco,
quiéreme, acompáñame...».
Y esta identidad se percibe desde los
primeros versos, en los que hace un paralelo entre su condición de intelectual
revolucionario que lucha escribiendo, y la del miliciano revolucionario que va
de disturbio en disturbio. Empieza así el poema:
«De
disturbio en disturbio
subes a
acompañarme a estar solo;
yo lo
comprendo andando de puntillas,
con un pan
en la mano, un camino en el pie
y haciendo,
negro hasta sacar espuma,
mi perfil su
papel espeluznante.»
Y es obvio que los «disturbios», en la
comprensión total del poema, corresponden a la lucha social y no conyugal. Por
otro lado, la expresión «negro hasta sacar espuma» alude, en este caso, a la
acción del escritor (que trabaja como un
negro) para lograr la belleza de la
espuma a la que se refiere en «Intensidad y altura»6; pero es un
trabajo en soledad, al que se integra la presencia imaginaria del miliciano que
sube a ‘acompañarlo a estar solo’, para decir junto con él todo lo que quiere
decir en el poema para que no sea solo espuma, y para que el mismo poeta no
sienta su perfil espeluznante, sino su imagen de frente, sin temor ya, porque con
él ya tiene compañía (y no, como dice XA, que la rechaza).
O
sea que, finalmente, la recusación que, en otro momento, XA hace de lo
biográfico, en el «Epílogo» del libro, cuando dice que en él «No se incurre en
especular alrededor de las vicisitudes del hombre como tampoco de subordinar,
equívocamente, los propósitos estéticos creadores del poeta, a aquellas, en la
relación de causa efecto. Incidir en semejante imbricamiento conduciría al
desconcierto, creando una atmósfera falsa y turbia. El calendario tiene una
vigencia relativa durante la existencia del protagonista» (op. cit.: 163); toda
esta catilinaria contra la crítica impresionista o subjetivista —repito— en esa
incisión crítica al poema de CV, caducó, y XA hizo lo que declaró que no iba a
hacer.
En
otro momento, XA escribe lo siguiente: «El acierto estilístico de Vallejo
demuestra la desalienación del artista y la del lenguaje» (op. cit.: 45). Si se
dice —como lo hace XA— «acierto estilístico de Vallejo» se crea un
‘desconcierto’7, en tanto los aciertos del poeta no son
«estilísticos», son aciertos poéticos,
de los que la estilística se supone que daba cuenta. La estilística es una de
las corrientes críticas. No es una actitud ni un valor propio del poeta. Si no,
también se podría hablar de «acierto estructuralista», «acierto
deconstruccionista», «acierto semiologista», etc. Y, por lo mismo, aquello de
que ese «acierto estilístico (…) demuestra la desalienación del artista y la
del lenguaje», realmente, resulta también ser bastante subjetivo, porque hacer
referencia a una «desalienación del artista» no corresponde determinarlo al
crítico literario sino, en todo caso, al alienista psiquiátrico.
Concedo,
sí, que el crítico literario pueda hablar de «desalienación del lenguaje» en el
sentido de que el poeta está logrando que el lenguaje deje de ser ajeno, que lo
esté convirtiendo en propio; pero esto no debe quedar en simple enunciación,
sino que debe ser demostrado. Y eso no lo hace nuestro crítico en cuestión.
_____________________
(1) (1980). Exégesis trílcica. Lima: Labor.
(2) (1966). Poesía y Estilo de Pablo Neruda. Buenos Aires: Sudamericana.
(3) Aquí incurre en dequeísmo, pues
—siguiendo el orden lógico de la frase: ‘es explicable (…) que
Vallejo haya preferido’.
(4) Todos los biógrafos de XA coinciden
en precisar esta permanencia europea entre esos años. Y un dato más a la mano
es lo que escribe Javier Ágreda en: «“La poesía soñada” de Xavier Abril», Lima:
La República, 06 de octubre de 2006.
(5) Sobre el particular —por ejemplo—
dice Marco Martos que hay que intentar «ver qué persona poética se está
expresando y precisando en todos los casos que la persona poética no se
corresponde necesariamente con el propio autor» (en: 1993. Encuentro con Vallejo. Lima: Universidad Nacional Mayor de San
Marcos: 152).
(6) «Quiero escribir pero me sale
espuma», es decir, ‘me sale un verso bello como la espuma, pero que está vacío:
bello por fuera, hueco por dentro como el bambú’, y CV no aspira a producir una
belleza vacua, él ‘quiere decir muchísimo’.
(7) Uso esta expresión, pues el mismo
XA dice que se debe evitar ese «desconcierto» al ejercer la crítica literaria:
«Incidir en semejante imbricamiento conduciría al desconcierto, creando una atmósfera falsa y turbia» (op. cit.:
163).
Vallejo fundador del arte y cultura proletarios.
-II-
Roque Ramírez Cueva.
DIJIMOS
QUE CASTELNUOVO Y VALLEJO viajaron a Rusia a conocer la realización de un
estado socialista, primera experiencia en el mundo, lo hicieron por solidaridad
y, ¿por qué no?, por satisfacción de que no era vana utopía la conquista de una
sociedad más justa, tal como lo planteaba el pensamiento con el cual
simpatizaban. No fue una visita de cortesía ni tampoco de intenciones
placenteras, obviamente fue un viaje reclamado por el compromiso social que
tenían con actores sociales populares y progresistas de sus países, y con la real
perspectiva de entender in situ el pensamiento socialista.
Castelnuovo, antes del viaje estuvo
vinculado a las ideas anarquistas en el movimiento social argentino, por eso no
viaja con una invitación directa de organizaciones socialistas sino por
mediación de un médico amigo, y a pesar de la declaración en su libro de viaje
afirmando que él no ha viajado para convertirse en un militante bolchevique, a
su regreso mostraría un evidente cambio en sus ideas de intelectual anarco por
el tránsito a un preciso pensamiento orgánico, total, el marxismo. Así, lo testimonia:
”Dejé
de ser un pensador aristócrata y señorial y me puse, intelectualmente, otra vez
mi blusa obrera. Adquirí un sentido de conjunto que antes no poseía y llegué a
percibir la revolución social, no como un hecho catastrófico, ni como una
conjuración de genios o de generales, sino como un fenómeno histórico que
realizará el proletariado cuando llegue a su madurez, la preparación
revolucionaria de las masas. (…) El cambio que experimenté se lo debo
exclusivamente a Rusia. (1)
Castelnuovo
se involucra con los intelectuales de izquierda, pero como él mismo lo dijo no
se volverá bolchevique (serlo significaba ser proletario); en otras palabras,
su obra no se caracterizará por definirse dentro de un perfil proletario, pero
sin duda asume las ideas marxistas que influyen en su obra
última de cuando lidera el Grupo Boedo.
El poeta y narrador Raúl Gonzales Tuñón,
en cambio si se decide por el cambio del ser, de gran tono estético
(martinfierrista) a sumarle un ánimo de compromiso social inconfundible, tanto
sus narraciones como sus poemas de esta nueva estación que transita desprenden
la aceptación de imágenes y tropos que lo configuran como un escritor
diferente, efecto de los sucesos de Octubre de 1917 protagonizados por los
bolches soviéticos. Aspira a esto último a partir de sus lecturas de la teoría
marxista. Mas no sólo es diferente por comprometerse con las opciones sociales,
él tiene fe (Mariátegui dixit), cree en la revolución, y por ello se promete
ser un poeta vinculado a la revolución. Mónica Bueno, hablando del escritor y
del sujeto literario creado por Gonzales Tuñón en sus obras, lo expresa con certeza,
de esta manera:(2)
“Pero
la mirada de este sujeto se deja llevar por un lugar posible que se marca
ideológicamente como probable sólo luego del salto revolucionario. Sin embargo,
la función de esa presencia fuerte del yo poético en estos dos libros queda
justificada por su rol de vate, (en este caso, si Tuñón retoma una marca social
del poeta que lo define como profeta, anticipador del futuro) que le permite
conocer y anticipar esa utopía, y dar coherencia a ese sujeto que muestra su
proceso de cambio de la fascinación por la bohemia al ejercicio de su
responsabilidad social. Las metáforas de la revolución y la utopía las fragua
en el registro coherente de su semántica textual ya que no abandona las
imágenes del espacio urbano”
Lo
acontecido con Raúl Gonzales Tuñón, es parte de un proceso, sin duda, donde el
medio de cambio es la dialéctica a través de las noticias y textos que
testimonian la experiencia de los revolucionarios rusos y su naciente sociedad;
sobre todo después de lecturas de las teorías de los fundadores del marxismo,
Marx y Engels, y luego Lenin, tenemos que entenderlo así para no confundir su
paso a la estación opuesta como asunto de mera adhesión emocional repentina.
La mayoría de críticos los ubica en la
corriente vanguardista, pero esta escuela literaria aporta al proceso mundial
literario al innovar el lenguaje poético –tal vez olvidaron que el modernismo
inició tal innovación- según la visión del canon que apuesta por privilegiar la
forma al margen del fondo. El poeta Julio Carmona, en su rol de lector, lo
aclara, “El vanguardismo, con su pretensión declarada de hacer avanzar al arte
más allá de lo que había ocurrido desde el renacimiento (y los movimientos que
lo sucedieron), circunscribió ese impulso a los límites puramente formales, y
no trascendió a buscar el vínculo con la revolución social, a pesar de la
postura política asumida por el superrealismo” (3). Y desde luego,
Castelnuovo y Gonzales Tuñón avanzan más allá de la vanguardia, su opción es
realista y clasista.
En el caso de Vallejo, los críticos del
canon citado no difieren nada a pesar que lo sucedido con Vallejo fue diferente,
lo muestran como un introductor de la vanguardia en el Perú. No obstante que nuestro
poeta después de visitar Rusia, no tiene dudas de su decisión personal acerca
de sus proyectos de vida respecto de su ideología y militancia política, luego
de regresar de su primer viaje pasa a integrar la célula del Partido Comunista
Peruano que se organiza en Francia.
Y a partir de esa toma de decisión
Vallejo actuaría con lealtad a nociones
marxistas, por ende a la ideología del proletariado (4); que las manifestará en su condición
de ser social y de creador (en lo último, desde su literatura forjada en
Europa). Este desenvolvimiento inusual lo configura como el fundador de la literatura proletaria en el
Perú. Ya José Carlos Mariátegui nos
alertó de ello al percibir en sus primeros libros (Heraldos negros y
Trilce) un sentimiento socialista, citado por J. Carmona. (5)
Cómo entendemos estas aseveraciones, en
otro ensayo Mariátegui afirma que la tendencia realista y proletaria tienen un
punto de partida común, la novela El
cemento de Fedor Gladkov, y es bajo esta nueva tendencia narrativa que
Vallejo busca inscribir su novela El
Tungsteno.(6) Xavier Abril
señala que esta narración es una obra que nos expone a modo de puente, sin
fricciones, los dos momentos cruciales en la vida de César Vallejo: Uno, su
experiencia rural apreciada desde la ideología campesina, y obvias manifestaciones
de un humanismo positivista (aún no lee a Marx ni conoce la obra de Lenin), presente
en sus primeros libros atrás mencionados. Dos, su experiencia urbana y
cosmopolita nutrida –lo venimos diciendo- por una ideología obrera, pero de
características proletarias al asumir como suya la ciencia de esta clase social,
asuntos en que coinciden Víctor Mazzi Trujillo, (7) Julio Carmona (8), al
enfatizar en las perspectivas del discurso (sin mengua de la forma) en España,
aparta de mí, este cáliz y en su obra póstuma Poemas Humanos.
Cuando Mariátegui habla de la tendencia
proletaria en la nueva literatura que se produce en el país de los soviets,
confronta a la crítica conservadora con nuevas apreciaciones estéticas a partir
de los fundamentos de I. Ehrenburg y, prioritariamente, del análisis de la obra
de Gladkov: “Los bolcheviques oponían un realismo activo y práctico al
misticismo espirituoso…, una voluntad realizadora y operante a su hesitación
nihilista y anárquica, una acción concreta y enérgica a su abstractismo
divagador, un método científico y experimental
a su metafísica sentimental.” (9)
Esta exégesis de JCM, Xavier Abril la ha
diferido para el caso de entender El
Tungsteno, en reseña que publicó, atrás dicha.
Es necesario hacer notar que El Tungsteno no es un aprendizaje
narrativo y menos resultado de una escritura emotiva, tal como sugieren los
críticos cazadores del error en las creaciones orientadas hacia ideales
proletarios. Cuando Vallejo se decide a escribirla ya integraba la célula del
Partido Comunista en Francia, y desde ya deslindaba con cualquier ideología que
se oponía al manifiesto marxista asumido. Los personajes construidos, tanto en
su condición de clase social y de lenguaje, van a sufrir una transición
transformadora.
De campesinos indígenas, quechua
hablantes con dificultades en la expresión del idioma que los domina, el
español, se convierten en obreros de mina que logran superar el impase
idiomático en tanto adquieren una concientización dada por líderes que los
organizan para defenderse de la brutal e inhumana explotación de la empresa
minera, aprendiendo el nuevo discurso adquieren fluidez idiomática y, sobre todo,
una visión diferente y solidaria con sus intereses.
De esa manera, los nuevos protagonistas,
pasarán a entender la sociedad en que nacieron y trabajan, mayoritariamente
agraria y de capitalismo incipiente. Vallejo, sin descuidar las formalidades
narrativas asume en su narración diversos puntos de vista, acorde a la
condición social de los personajes tanto protagonistas como antagonistas. Presentar
la temática de la confrontación entre trabajadores y patrones del campo y la
industria busca conmocionar a partir de la empatía de lectores diversos.
Por eso, sabiendo que Tungsteno es
novela proletaria fundadora, él se dispuso a asumir el papel que asumieron los
prosistas clásicos de la literatura griega (fundadores primigenios), como la
didáctica de Hesíodo en Trabajos y sus
días. Y este papel se lo propone,
aspirando a que sus lectores no serán solo lectores avisados sino también
trabajadores que leen con dificultad, en ese entonces apenas había acceso al
nivel primario en las zonas rurales, los latifundistas promovían el
analfabetismo. Y siglos después, sólo han cambiado los mecanismos “blandos” de
explotación.
César Vallejo, gran lector, primero de
la heredad y necesaria tradición romántica; y luego, del panorama innovador de
las vanguardias, y, claro de las vitales y dialécticas literaturas rusa y
soviética; decíamos, de ninguna manera podía desconocer las nuevas técnicas
narrativas. En sus cuentos muestra que las domina. Por eso, no cabe la acusación
de una novela improvisada: Mariátegui publica un episodio de
esta prosa en la revista Amauta Nº 8 de abril de 1927 con el nombre de
“sabidurías”, y que luego esas anécdotas se incorporan a El
Tungsteno (10).
Y, por su parte la crítica antagonista o
no simpatizante del marxismo, sólo acepta que su “demérito” es ser una novela
de tesis, pero no cuestiona su composición, su estructura, el lenguaje, la
construcción de sus personajes, etc., por el contrario le dan méritos que han
caído por su propio peso, la elevación y universalidad del creador y su obra
los obliga a rendir pleitesía, por su signo anti imperialista y moderno, es el
caso de R. Gonzáles Vigil. (11) O
tener ideas radicales, según J. M. Oviedo (12)
El asunto literario propuesto, tiene un
propósito definido, en tanto es –ya se dijo- una innegable novela de tesis,
presentar “el nuevo espíritu comunista integral” que Vallejo proclama (13). Y esa propuesta es que,
potenciales lectores obreros y campesinos evolucionen a obtener una nueva
visión del mundo para conocerlo, y desde aquí conquistar y conocer otro mundo
que los incluya; a través de, por cierto, la cultura e ideales proletarios. Por
tanto, la pregunta inicial que nos planteamos, al iniciar el artículo, y que no
redactamos, ¿Qué papel le está destinado a César Vallejo en el proceso de la
literatura peruana? Tiene una respuesta, que tal cómo mencionamos en la parte
I, no es sólo nuestra sino colectiva.
Notas
Bibliográficas:
(1)
Elías
Castelnuovo, Yo vi...! en Rusia …, Buenos
Aires, Diario Actualidad, 1932; pág. 42. Citado por Sylvia Saitta “Elías
Castelnuovo, entre el espanto y la ternura” Universidad de Buenos Aires
– Conicet
(2)
Bueno, Mónica. Raúl González Tuñón: vanguardia y revolución. “La encrucijada del
sujeto poético.”
(3)
Carmona, Julio. “Vallejo y el vanguardismo”
en Blog Creación Heroica, sección Literatura, 8 de diciembre del 2013.
(4)
Julio Carmona afirma, al referirse a
Vallejo y Mariátegui: “uno de los aspectos más importantes de las pautas
legadas por ellos es su fidelidad a la ideología de la clase obrera, a la
ideología proletaria". Ver en “José
Carlos Mariátegui y César Vallejo: Los iniciadores de la cultura y literatura
proletarias en el Perú”. Blog Creación Heroica. Sección Literatura. 10 de Julio
del 2013
(5)
Carmona, Julio. La poesía clasista. Poesía y lucha de clases en el Perú
contemporáneo. Lima. Grupo editorial Arte Idea. Capítulo Tercero. 2011, p 143
(6)
Mariátegui, J. C.; citado por Xavier
Abril. “reseña de El Tungsteno”, en Revista Crisol. México 1931.
(7)
Q’ollana
Nº 2. Revista de Asociación de Docentes UNE. La cantuta, 1992.
(8)
Julio
Carmona escribe: “César Vallejo es, pues, el precursor y más cabal representante de la poesía proletaria,
no sólo en el nivel de la creación sino también en el de la teoría, tanto para
nuestro pueblo como para todos los pueblos oprimidos del mundo, quienes tienen
en su obra una guía para la acción de la poesía clasista…” Ibid. La
poesía clasista en el Perú. Capítulo Tercero. P 190
(9)
Mariátegui,
J.C. El artista y la época. Quinta
edición. Lima. Empresa Editora Amauta. 1973. Pp. 166-167.
(10)
Vallejo 2014. Actas del Congreso Internacional. Tomo I. Lima. Editorial Cátedra
Vallejo EIRL. José Luis Ayala “César
Vallejo: Sabiduría, novela trunca e inconclusa. Pp 361-373
(11)
R.
Gonzales Vigil, incluso la señala como una narración paradigmática por su
simbología anti imperialista, y ser parte de una modernización narrativa. Ver
prólogo del Tomo, César Vallejo/Novelas
y cuentos completos. 1998.
(12)
José
Miguel Oviedo, citado por Eduardo Huárag Álvarez, comenta, “…estaba concentrado
en tareas para él mas urgentes entonces: el periodismo y la literatura de
combate ideológico a favor de la revolución.” Ver (10) Vallejo 2014. Actas del
Congreso Internacional. Tomo 2. Lima. Editorial Cátedra Vallejo EIRL p, 36.
(13)
Vallejo
citado por Stephen Hart, en “La cultura y la política en la prosa periodística
de César Vallejo”. 1988.
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