martes, 1 de octubre de 2019

Filosofía

El Problema del Punto de Partida*

J. Zeleny

EL PROBLEMA DEL PUNTO DE PARTIDA se tiene que estudiar según dos aspectos suyos: (1) con qué hay que empezar en el estudio de un objeto dado; y (2) con qué hay que empezar en la exposición de un sistema científico.1

        (1) Como es natural, puesto que es un materialista, para el cual lo ideal no es sino lo material traspuesto y traducido en la mente2, Marx parte, en el estudio de un objeto, de la realidad objetiva, de la observación empírica. Se trata de elaborar las percepciones empíricas hasta llevarlas a conceptos.3

        A diferencia de la concepción de Locke, subyacente a los análisis de Smith y de Ricardo, la concepción marxista del punto de partida empírico se caracteriza por los siguientes momentos:

        (a) Marx contrapone a la interpretación individualista-sensista y contemplativa de la experiencia la concepción histórico-colectivista y práctica.4

        (b) La exigencia de ausencia de presupuestos, derivada de las ideas ahistóricas de una «tabula rasa», se sustituye por la exigencia de estudiar todos los presupuestos y conseguir una autoconsciencia crítica de los presupuestos que son en cada época histórica y socialmente inseparables de toda aproximación científica a la realidad objetiva.5

        (c) En todas las fases de la asimilación empírica del material actúa ya el punto de vista teórico-filosófico de Marx, y esta actitud filosófica general (la idea de la estructura ontopraxeológica de la realidad y del carácter de las categorías lógicas) se elabora y explicita paulatinamente; las representaciones político-económicas se conciben conscientemente en la forma teórica de hipótesis. La función de estas orientaciones teóricas «anticipadas» está, empero, limitada por su concepción materialista-dialéctica;6 se utilizan con consciencia de su inconclusión, de su carácter dialéctico procesual; nunca se trata de subsumir simplemente los casos singulares bajo una concepción general conclusa.

        (2) El problema del punto de partida en la exposición sistemática genético-estructural del modo de producción capitalista ha ocupado intensamente a Marx. Lo ha trabajado detalladamente en la discusión metodológica de la «introducción» incompleta de 1857,7 así como en la crítica de la arquitectura de los sistemas de Smith y Ricardo en las Teorías sobre la plusvalía.8

        (a) Marx pone ante todo en relación el problema del punto de partida con el estadio de desarrollo de la ciencia de que se trate. Los intentos de trabajar científicamente la economía arrancan a principios del siglo XVII del todo vivo que se presenta a los avanzados de la nueva ciencia (población, nación, estado, etc.). Pero estas totalidades vivas no pueden aparecer en los trabajos de los economistas del siglo XVII más que como «representación caótica del todo» El análisis llega a la elaboración de alguna de las determinaciones generales más simples, como división del trabajo, dinero, valor, etc. «En cuanto que esos momentos singulares fueron más o menos fijados y abstraídos empezaron los sistemas económicos, que comienzan por lo simple, como la división del trabajo, la necesidad, el valor de cambio, y suben hasta el estado, el intercambio entre las naciones y el mercado mundial. Este último es evidentemente el método científicamente correcto.»9

        (b) Pero dentro de los límites de ese «método científicamente correcto» son posibles varias concepciones diferentes. La crítica por Marx de la estructura de los sistemas de Ricardo y Smith ofrece importantes distinciones entre los sistemas de economía política que ascienden desde las determinaciones simples hasta el todo vivo. Es una distinción entre dos orientaciones teóricas:

        1.a Ricardo parte de la determinación simple, concebida como esencia fija;

        2.a Marx parte de la determinación simple concebida como célula, unidad «simple» (elemental, germinal) de los contrarios. Eso se relaciona con la diferencia entre la explicación de un todo complejo mediante la llamada abstracción formal sin mediación genético-estructural10 y la explicación del todo complejo por su reproducción mental mediante el método del análisis genético-estructural.

        La célula elemental, la forma elemental de la economía capitalista es para Marx la mercancía, la forma-valor del producto. A través de todas las alteraciones del plan de su obra11 Marx mantiene la solución a la que había llegado en sus primeros años de estudios económicos, a saber, que el secreto de la producción capitalista de mercancías se cifra en la captación de la mercancía como forma económica específica.

        Con esto surge la cuestión de qué es lo que califica a una forma económica determinada para desempeñar la función de «célula originaria», de tal modo que su análisis sea el punto de partida de todo el análisis genético-estructural del capitalismo. Engels ha escrito lo siguiente en su exposición divulgadora del método aplicado en las obras económicas de Marx: «En este método partimos de la relación primera y más simple que encontramos históricamente, fácticamente…»12 Pero hay muchas relaciones así, simples e histórica y fácticamente dadas. Lo que decide cuál de ellas ha de desempeñar la función de «célula originaria» y de punto de partida del análisis genético-estructural no es la sencillez ni la prioridad de la aparición histórica por sí misma, ni tampoco el hecho de tratarse del fenómeno más corriente y masivo de la sociedad capitalista. Lo que para Marx califica a la mercancía como célula originaria es el hecho de que la forma de la mercancía es un fenómeno económico a partir del cual una línea continua histórico-genética conduce hasta el capital y el capitalismo, así como el hecho de que la forma mercantil es en el mecanismo del capitalismo desarrollado la forma económica elemental cuya captación es presupuesto de la comprensión de las formas económicas más complicadas del capitalismo (en Marx, como dice Lenin,13 descubre en las mercancías todas las contradicciones o los gérmenes de todas las contradicciones de la sociedad capitalista).14

        (c) Marx relaciona el problema («la elección») del punto de partida de un sistema científico no sólo con el estadio de desarrollo de la ciencia de que se trate, sino también con el estadio de desarrollo de la realidad investigada. Era necesario un elevado estadio de desarrollo de la economía capitalista para que el valor de cambio y el valor aparecieran como simple punto de partida de todo el sistema de las relaciones capitalistas.15

        La concepción marxiana del problema del punto de partida de un sistema científico enlaza con Hegel y se encuentra al mismo tiempo en agudo contraste crítico con Hegel.

        La crítica hegeliana de las anteriores concepciones del problema del punto de partida de un sistema científico tiene elementos verdaderos en el sentido de que un todo en desarrollo no se puede entender mediante simple trasposición del viejo método axiomático de la matemática a los demás objetos.16 Este procedimiento presuponía una esencia fija, mientras que la nueva idea básica de Hegel consiste, como ya hemos dicho, en concebir la esencia como autodesarrollo. Hegel ha preparado la tesis marxiana sobre el punto de partida de la ciencia con su idea de la estructura circular del sistema científico y de la vinculación indisoluble de lo inmediato (lo no mediato) y lo mediato en la realidad y en el conocimiento.17 Pero, al mismo tiempo, la solución hegeliana del problema del punto de partida del sistema científico está predeterminada y deformada por el principio idealista-objetivo de la identidad de pensamiento y ser. Al considerar como realidad más propia el desarrollo de las divinizadas categorías lógicas, mera encarnación derivada de la cual sería la realidad material de la naturaleza y de la sociedad, Hegel pone al comienzo de su sistema en la Lógica el concepto del «Ser», del «ser puro», del «ser sin ulterior determinación».18 La simple liberación de todas las determinaciones hace de este «ser puro» al mismo tiempo la «Nada». La ciencia empieza, pues, propiamente con la unidad de «Ser» y «Nada», con lo que está dado al mismo tiempo el principio del movimiento inmanente necesario, que conduce a categorías más concretas y a la construcción de todo el sistema científico.19

        Sobre la base de la teoría materialista de la refiguración reelabora Marx las ideas dialécticas hegelianas del ascenso desde lo simple, pobre en determinaciones, la idea, pues, de la ciencia como un circulo, y de la conexión de lo inmediato y lo mediato. Al mismo tiempo que hace eso Marx reelabora también esencialmente la teoría pre-marxista de la refiguración de la realidad en el conocimiento. En la reproducción intelectual de una realidad complicada rica en determinaciones, Marx no parte del análisis de conceptos abstractos, sino del análisis de otra realidad simple, de la concreción elemental como célula originaria,20 cuya determinación, desde el punto de vista del todo desarrollado complejo, es abstracta. Y cuando luego el todo concreto aparece como consecuencia del ascenso de lo abstracto hasta lo concreto, Marx está radicalmente exento de la noción idealista de que la realidad concreta sea consecuencia del automovimiento de cierto pensamiento objetivado, del automovimiento que sube de lo abstracto a lo concreto, pues «… el método de subir de lo abstracto a lo concreto es sólo la forma que tiene el pensamiento de apropiarse lo concreto y reproducirlo como intelectualmente concreto. Pero no es en modo alguno el proceso de producción de lo concreto mismo».21

        El estudio de la diferencia entre la concepción materialista y dialéctica marxiana y la idealista y dialéctica hegeliana sobre el problema del punto de partida del sistema científico conduce, pues, a las cuestiones de sus concepciones diferenciadas y contrapuestas del desarrollo dialéctico y de la relación entre el procedimiento de la exposición teórica y la historia real.
______________
(*) Tomado de J. Zeleny, La estructura lógica de “El Capital” de Marx, Parte I, sobre el análisis genético-estructural materialista-dialéctico, capítulo 4. Editorial Grijalbo, 1974.
(1) Marx dice a este respecto: «Cierto que el modo de exposición se tiene que diferenciar formalmente del modo de investigación. La investigación tiene que asimilarse el material en detalle, analizar sus diferentes formas de desarrollo y rastrear su vínculo interior. Sólo una vez realizado ese trabajo es posible representar adecuadamente el movimiento real. Si se consigue eso y se refleja idealmente la vida de la materia, puede parecer que uno se encuentra frente a una construcción a priori» (Das Kapital, Band I, pág. 27). Cfr. Briefe über das Kapital [Cartas sobre el capital], pág. 235: «Efectivamente empecé El Capital… precisamente a la inversa (por la parte tercera, histórica) de como se presenta al público…»
(2) Cfr. K. Marx, Das Kapital, Band I, pág. 27.
(3) «… Elaboración de intuición y representación en conceptos» (K. Marx, Grundrisse, pág. 23).
(4) E. V. Il’jenkov escribe largamente sobre este punto en Dialektika abstraknogo i konkretnogo v “Kapitale” Marksa, Moscú 1960, págs. 15-18.
(5) Cfr. K. Marx, Grundrisse, pág. 22.
(6) Cfr. la opinión de Marx sobre la cuestión de la abstracción en Die deutsche Ideologie [La ideología alemana]: «La filosofía sustantiva pierde su existencia con la exposición de la realidad. En su lugar puede darse como máximo un resumen de los resultados más generales que se pueden abstraer de la contemplación del desarrollo histórico del hombre. Estas abstracciones no tienen ningún valor por sí mismas, separadas de la historia real. Sólo pueden ser útiles para facilitar la ordenación del material histórico e indicar la sucesión de sus capas singulares. Pero no dan en modo alguno, como la filosofía, una receta o esquema con el cual aderezar las épocas históricas» (MEW, vol. 3, Berlín 1958, pág. 27).
(7) K. Marx, Grundrisse, págs. 21 ss.
(8) K. Marx, Theorien über den Mehrwert, Teil 2., págs. 155-160.
(9) K. Marx, Zur Kritik der politischen Ökanomie, Eileintung, pág. 632; cfr. ibid., págs. 42-43: «Pero para los fisiócratas, igual que para sus contrincantes, la cuestión discutida no es tanto cuál es el trabajo que produce la plusvalía. Por eso tratan el problema en su forma complicada antes de tenerlo resuelto en su forma elemental, del mismo modo que el proceso histórico de todas las ciencias no llega a su punto de partida real sino a través de una gran cantidad de desviaciones y rodeos. A diferencia de otros arquitectos, la ciencia no sólo traza castillos en el aire, sino que hasta construye algunos pisos habitables del edificio antes de ponerle los fundamentos» (cursiva mía, J. Z.).
(10) Cfr. cap. 9.
(11) Cfr. F. Behrens, Zur Methode der politischen Ökonomie, Berlín 1952, particularmente cap. 3, «Der Aufbauplan des Kapitals von Marx», en el que critica entre otras cosas el artículo de H. Grossman «Die Änderung des Aufbauplans des Marxschen Kapitals und ihre Ursachen», en Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung, año 14, 1929, n° 2.
(12) F. Engels, «Karl Marx, Zur Kritik der politischen Ökonomie», MEW vol. 13, pág. 475; «Randglossen zu A. Wagners Lehrbuch der politischen Ökonomie», ibid., págs. 368-369.
(13) W. I. Lenin, Philosophische Hefte, pág. 340.
(14) Marx ha escrito lo siguiente acerca de la cuestión de por qué el punto de partida del análisis materialista-dialéctico, genético-estructural del capitalismo es el «valor» y no, por ejemplo, el «trabajo»: «Para desarrollar el concepto del capital es necesario partir no del trabajo, sino del valor, y precisamente del valor de cambio ya desarrollado en el movimiento de la circulación. Tan imposible es pasar directamente del trabajo al capital como pasar directamente de las distintas razas humanas al banquero, o de la naturaleza a la máquina de vapor» (Grundrisse, pág. 170). La célula originaria del modo de producción capitalista es, pues, el fenómeno que permite exponer y «definir» el concepto del capital con la ayuda de un sistema científico construido por medio del análisis genético-estructural materialista-dialéctico («desarrollar el concepto del capital»). Sobre el uso marxiano de los conceptos «concepto» y «desarrollar» cfr. caps. 5 y 6.
(15) Cfr. K. Marx, Grundrisse, pág. 907: «Un análisis de la forma específica de la división del trabajo, de las condiciones de la producción en que se basa, de las relaciones económicas de los miembros de la sociedad, relaciones en las que se resuelven esas condiciones, mostraría que hay que presuponer todo el sistema de la producción burguesa para que aparezca en la superficie el valor de cambio como simple punto de partida, y así mismo para que el proceso del intercambio, tal como se despliega en la circulación simple, se muestre como el metabolismo social simple que abarca, a pesar de su simplicidad, toda la producción y todo el consumo».
(16) Cfr. G. W. F. Hegel, Phänomenologie deis Geistes, págs. 27 ss.
(17) G. W. F. Hegel, Wissenschaft der Logik, Teil 1, pág. 56: «Lo esencial para la ciencia no es tanto que el comienzo sea una pura inmediatez como que el todo de la ciencia sea un circuito en sí mismo, en el cual lo primero devenga también lo último, y lo último también lo primero… Con ese proceso el comienzo pierde la unilateralidad contenida en esa determinación de ser inmediatez y abstracción; el comienzo deviene así mediado, y la línea del movimiento científico se convierte así en un círculo. Al mismo tiempo resulta que lo que constituye el comienzo, puesto que es en él lo no desarrollado aún, lo sin contenido, no es verdaderamente conocido al comienzo, y que sólo la ciencia, y precisamente en todo su desarrollo, es el conocimiento pleno, con contenido y verdaderamente fundado, del comienzo.»
(18) G. W. F. Hegel, Wissenschaft der Logik, Teil 1, pág. 66
(19) Ibid., págs. 58-59: «El comienzo contiene, pues, ambas cosas, Ser y Nada; es la unidad de Ser y Nada; o es No-ser que al mismo tiempo es Ser, y ser que al mismo tiempo es No-ser… Así, pues, el análisis del comienzo daría el concepto de la unidad de Ser y No-ser, o, en forma refleja, la unidad del ser-diferente y el no-ser-diferente, o de la identidad y la no-identidad. Este concepto podría, pues, ser considerado como la primera, más pura, más abstracta definición de lo absoluto, como efectivamente lo sería si se tratara de la forma de definiciones y del nombre de lo absoluto.
(20) K. Marx, «Randglossen zu A. Wagners, Lehrbuch der politischen Ökonomie», pág. 369.
(21) K. Marx, Grundrisse, pág. 22.

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