lunes, 1 de julio de 2019

Sobre Marx

Karl Marx: Temas Pendientes(*)
Aportes de Marx a la insurgencia global del siglo XXI
(Primera Parte)

Jorge Beinstein

El regreso de Marx

MARX APARECE HOY, liberado de las sacralizaciones que lo momificaron en el siglo XX, como un pensador herético, como una presencia indigerible para el sistema, muchas veces sepultada pero siempre renaciendo cada vez más radicalizada, acercándose así a su identidad original, inspirando rebeldías e insurgencias contra el capitalismo. Parafraseando a John Willliam Cooke me atrevería a afirmar que Marx es el hecho maldito del planeta burgués resistiendo exitosamente a todas las tentativas académicas, burocráticas o políticas por domesticar sus ideas, su trayectoria militante, para convertirlas en un conjunto de modelos o recetas, infalibles para unos superadas para otros.

Como lo señaló Rubel, Marx fue ignorado en vida e idolatrado después de su muerte, pero también deformado, manipulado por una amplia variedad de marxistas, postmarxistas y antimarxistas.

Su obra fue descuartizada por especialistas y “escuelas” que llevaron hacia sus reductos piezas sueltas del saqueo para convertirlas en fundamentos de sus “verdaderos-Marx”, destruyendo de ese modo un legado que no es otra cosa que un conjunto coherente de resultados científicos, búsquedas y caminos atravesados por una opción ética militante de compromiso con las causa de los explotados y oprimidos. Producto del saqueo apareció un “joven Marx”, que se pretendía diferenciar del “Marx maduro” o del “Marx tardío”, un Marx rusófobo y un Marx rusófilo, un Marx autoritario y otro libertario, un Marx jacobino y un Marx critico del jacobinismo, en fin un Marx “marxista” fundador de una ideología pero también un Marx “no-marxista”, pensador crítico hostil a todos los esquemas ideológicos.

Wallerstein, por ejemplo, no duda en señalar la contradicción entre un Marx atrapado por la ideología del progreso y que como Kant o Hegel consideraba que el mundo avanza inexorablemente hacia situaciones globales cada vez mejores opuesto al Marx en rebeldía contra esa trampa ideológica, propia del positivismo liberal-burgués decimonónico(1).

Es posible localizar la obra de Marx al interior de dos ciclos de ideas revolucionarias que se encadenan, se interpenetran de tal manera que terminan por conformar una suerte de súper ciclo, en primer lugar el “ciclo francés” para el que podríamos establecer dos fechas históricas: 1789 con el inicio de la revolución francesa y 1871 con la experiencia trágica de la Comuna de París, aunque no resulta difícil alargar este ciclo hacia atrás adentrándonos en el siglo XVIII, incluyendo a las ideas de la Ilustración y a personajes como Rousseau en primer lugar (como no recordar el encuentro en 1778 entre el viejo y admirado Rousseau que recorría las últimas semanas de su vida y el joven y aún desconocido Robespierre(2), pero también a Montesquieu, Diderot, Voltaire, etc. Y luego antecedentes decisivos fuera de Francia como la independencia de Estados Unidos y en Europa central y occidental un proceso generalizado de ascenso burgués y de despertar complejo, a veces contradictorio de masas populares rurales y urbanas.

Además es posible extender restos de ese ciclo más allá de 1871 penetrando en la próxima etapa con su simbología, sus disputas, sus identidades. Elizaveta Drabkina relata en sus memorias como en marzo de 1903 miles de obreros se rebelaban en la ciudad de Rostov, en plena Rusia europea, enarbolando banderas rojas y entonando La Marsellesa y que en noviembre de 1918, un año después de haber tomado el poder, los bolcheviques erigían en Moscú una estatua de Robespierre(3).

También lo hacían en San Petersburgo al borde del bautizado malecón Robespierre(4). Y por supuesto abundaban en esa época los paralelismos entre Lenin y Robespierre y entre jacobinismo y bolchevismo o más adelante la caracterización de Trotsky y sus seguidores del ascenso de Stalin como resultado de una “reacción termidoriana”.

A comienzos del siglo XX, antes de la Revolución de Octubre, dominaba en los círculos progresistas y socialistas europeos el convencimiento de la proximidad en Rusia de una suerte de “revolución francesa” acabando con la monarquía e instaurando las instituciones de la república burguesa, pero la historia real marchaba más rápido que esas ideas y ante su asombro emergió el comunismo ruso marcando al siglo.

Podríamos en principio afirmar que el pensamiento de Marx se desarrolló, por razones cronológicas, al interior del “ciclo francés”, sin embargo su elaboración tuvo como base la crítica radical de las ilusiones jacobinas, del republicanismo que pretendía liberar a la humanidad mediante el ejercicio pleno de la democracia política. Le oponía la revolución social capaz de erradicar los fundamentos materiales de la desigualdad, aboliendo el capitalismo, abriendo el horizonte del comunismo. Incluso como veremos más adelante esbozando pistas, adelantando reflexiones que atraviesan la euforia estatista-cientificista del siglo XX y la degradación neoliberal que le siguió para llegar hasta nosotros ofreciéndonos ideas, descubrimientos que nos ayudan en el siglo XXI a construir una visión del mundo emancipadora.

La Revolución Rusa establece un antes y un después, Octubre de 1917 señala la irrupción a escala global de ideas y símbolos donde la figura de Carlos Marx ocupa un lugar central. El “ciclo ruso” emerge como “marxismo-leninismo” y sus derivaciones maoistas, stalinistas, trotskistas, guevaristas, etc. Ya no se trata de una revolución rápidamente derrotada como la de Francia renaciendo una y otra vez en pensamientos, ilusiones de libertad y revueltas populares a lo largo del siglo XIX, sino de un poder soviético que se consolida, soporta victoriosamente la mayor masacre militar de la historia (27 millones de soviéticos muertos en la Segunda Guerra Mundial) difundiéndose a nivel planetario, desde la revolución china hasta la cubana, para derrumbarse 74 años después. Convirtiendo a Marx no solo en fundamento de insurgencias sino también de legitimación de la razón de estado de burocracias socialistas pero también de pensamientos críticos, rebeldes a toda sumisión y de su opuesto: lecturas dogmáticas, casi religiosas al servicio de las manipulaciones del Poder.

Marx rebelde indomable instigador de subversiones libertarias y Marx santificado, presentado como redactor de verdades absolutas administradas por aparatos autoritarios. Así fue como la socialdemocracia alemana en torno de 1900 remachó su aburguesamiento con el entronamiento de Marx, su elevación como científico infalible hasta las más altas cumbres de la sabiduría. Quedaba borrada o colocada en un rincón menos que secundario su vida militante, su compromiso ético práctico con las luchas proletarias que habían constituido el centro motor de su existencia y a cuyo servicio colocó sus elaboraciones teóricas.

Marx emerge en el siglo XIX europeo y atraviesa el siglo XX global, mi hipótesis es que también aparece dando pistas, esbozos de alternativas, reflexiones sumamente útiles, permitiéndonos no solo aprehender la realidad actual sino también ayudándonos a elaborar las prácticas, los instrumentos capaces de superar el desastre universal hacia el que nos conduce el sistema en su decadencia. El célebre abad De Bernis afirmaba en 1758 refiriéndose a la monarquía francesa: “Estamos entrando en el último período de la decadencia” (5) y pasaron casi tres décadas hasta que se produjo el derrumbe de un régimen podrido que solo ofrecía degradación, abriendo un nuevo capítulo en la historia universal. No es demasiado tiempo si lo asumimos en términos históricos y tanto en aquel caso como en el presente no se necesita demasiada lucidez para percibir la avalancha imparable de parasitismo e irracionalidad que hoy, a nivel mundial, acrecienta de manera irreversible la entropía del capitalismo.

Lo que sigue a continuación es un conjunto de temas desarrollados por Marx que a mi entender nos ayudan a comprender la naturaleza de la decadencia de la civilización burguesa, la visualización del sujeto histórico universal capaz de superarla y la forma concreta posible, revolucionaria, de dicha superación.


I.           Marx y la decadencia de la civilización burguesa

Declinación tendencial de la tasa de ganancia

Ha quedado plenamente confirmada la tesis de Marx acerca de la tendencia a la caída en el largo plazo de la tasa de ganancia atravesada por una sucesión de crisis cíclicas. No se trataría según Marx de numerosas crisis donde en cada caso una vez superada la turbulencia se reanuda la marcha del sistema como si nada hubiera ocurrido. Crisis de sobreproducción y subconsumo relativos pero también de sobreacumulación y desajustes estructurales que degradan al sistema, le producen heridas, enfermedades que se van incorporando al proceso de reproducción empujándolo hacia una crisis general que engendraría las condiciones de su derrumbe.

Ello abriría las puertas para su superación (abolición) históricamente necesaria pero no inexorable. Dicho de otra manera, Marx nunca consideró inevitable la transición del capitalismo hacia una suerte de civilización superior socialista en marcha hacia el comunismo, el ingreso a un camino de degradación, de barbarie prolongada aparece como uno de los escenarios posibles. La bien conocida alternativa “socialismo o barbarie” planteada por Rosa Luxemburgo agrega de manera dramática un epílogo esclarecedor a la obra de Marx.

Varios estudios rigurosos han demostrado de manera empírica la validez de la hipótesis de la caída tendencial de la tasa de ganancia, entre los más recientes destaco los de Michael Roberts(6) y sobre todo los de Esteban Maito(7) que presenta el siguiente gráfico con la declinación tendencial de la tasa de ganancia durante casi un siglo y medio, en un grupo representativo de países capitalistas centrales (Estados Unidos, Alemania, Holanda, Japón y Suecia).

Pero la sucesión de crisis capitalistas, desde las primeras en Europa a comienzos del siglo XIX hasta llegar a la crisis global actualmente en curso ha acumulado desorden y fuerzas destructivas sin que se haya producido la gran crisis general terminal del sistema, su desmoronamiento irresistible tal como lo anunciaba el optimismo anticapitalista por le menos desde 1917 cuando lo bolcheviques tomaron el poder en Rusia. El capitalismo ha podido sobrevivir a casi 200 años de turbulencias económicas, guerras y desafíos mortales produciendo desastres cada vez mayores, saqueando recursos naturales, incorporando mano de obra superexplotada (como el ingreso chino al mercado global desde finales del siglo XX) y ampliando el parasitismo que se ha convertido en el centro hegemónico de Occidente.


Crisis ecológica, parasitismo y tecnología

La devastación de recursos naturales amenazando la reproducción del sistema fue señalada por Marx y la irrupción de la temática ecologista puso de relieve sus observaciones sobre la existencia del metabolismo entre sociedad humana y naturaleza subordinando la reproducción sustentable de la humanidad a la de un espacio mayor, sobredeterminante que la incluye, de tal modo que el desarrollo social que consiga quebrar dicho metabolismo dañando al contexto ambiental hace inviable a la propia existencia humana.

El concepto marxiano de fractura del metabolismo humanidad-naturaleza, producto del desarrollo capitalista, ha sido reiteradamente presentado como demostración de que Marx no se limitaba a centrar su análisis en las contradicciones económicas del sistema sino que extendía el enfoque al espacio ecológico.

Desde las obras pioneras de Alfred Schmidt(8) (1962) o István Mészáros (1971)(9) siguiendo a su maestro Lukács, hasta autores más recientes como John Bellamy Foster(10) nos explican el proceso dialéctico donde la sociedad humana evoluciona produciendo cambios en su contexto ambiental a través de sus técnicas y que al hacerlo transforma las relaciones sociales. Explotación de la naturaleza que es al mismo tiempo explotación del hombre por el hombre, entonces la devastación capitalista del medio ambiente coincide necesariamente, históricamente, con la devastación también a gran escala de la humanidad. Lo que ha demostrado el siglo XX y mucho más el siglo XXI es que el capitalismo como realidad universal ha llevado al parasitismo y a la artificialización destructiva, desestructurante tanto de la vida humana como de su entorno ecológico, a niveles planetarios descomunales.

La masa financiera global, un buen indicador de parasitismo, representaba cuando estalló la crisis de 2008, unas quince veces el Producto Bruto Global, y según lo reportaba el Banco de Basilea solo los llamados “productos financieros derivados”, la columna vertebral de la burbuja especulativa, equivalían en ese momento a unas 12 veces el Producto Bruto Global. En la década siguiente la mega burbuja se fue desinflando tironeada por el enfriamiento durable de la economía real sin dejar de mantener una presencia abrumadora y agravando su canibalismo interno y el comportamiento saqueador sobre su base productiva, hacia finales de 2017 los “derivados” representaban unas 8 veces el Producto Bruto Global.

En el capítulo sobre el parasitismo es necesario incluir al consumo parasitario, socialmente innecesario, peor aún nocivo para la vida social. Polarizado en la cúpula capitalista, en las clases privilegiadas, deviene subcultura decadente que se extiende hacia abajo.

La tecnología es la componente decisiva de la interacción perversa entre humanidad capitalista y naturaleza desarrollando de manera simultánea la perversión al interior de la sociedad. Se trata de un doble círculo vicioso de destrucción ecológica y deshumanización donde el desarrollo tecnológico, cada vez más sofisticado, más apabullante, es incapaz de superar la trampa mortal que ha construido la dinámica del capitalismo. En realidad la tecnología, resultado social, histórico, concreto (y no tsunami autónomo descontrolado) refuerza la trampa.

En ese sentido Marx ha sido un pionero imprescindible al colocar a la técnica (devenida tecnología, fusión de ciencia y técnica) en el centro de su reflexión, sacándola del pedestal al que la colocó el progresismo modernizador y ubicándola en el espacio de las relaciones sociales.

Kostas Axelos señalaba a Marx como el “pensador de la técnica” que había revelado su doble naturaleza cuando en la etapa ascendente de la civilización burguesa impulsa la expansión de las fuerzas productivas entendida como progreso histórico, pero que inaugurado el camino civilizatorio descendente se convierte en lo opuesto a lo anterior operando como motor de la decadencia: “su marcha no se detiene ante la crisis que se revela como amenaza de ingreso en la nada, en el nihilismo” (11), en autodestrucción de la especie humana dado el carácter planetario del capitalismo.

Nos encontramos entonces ante el pronóstico sombrío formulado por Marx y Engels: “En el desarrollo de las fuerzas productivas, se llega a una fase en la que surgen fuerzas productivas y medios de intercambio que, bajo las relaciones existentes, sólo pueden ser fuentes de males, ya no son fuerzas de producción, sino más bien fuerzas de destrucción” (12).

Evidente en el siglo XXI con las biotecnologías a la vanguardia de la agricultura de transgénicos y herbicidas superpotentes destruyendo la tierra cultivable, con la minería a cielo abierto y la explotación de petróleo y gas de esquisto provocando desastres ambientales, con la polución urbana e industrial degradando la salud humana, con las tecnologías de la información y la comunicación desocializando sociedades, embruteciéndolas, etc., queda completamente desmentido el mito acerca de la naturaleza progresista, casi mágica, del desarrollo tecnológico, por encima de las disputas humanas, bajándolo a tierra, señalándolo como instrumento, como creación para nada neutral del sistema, de su hegemonía cultural, de los intereses de sus clases dominantes. En ese sentido es posible hablar hoy de “financierización de la tecnología”, subproducto de la financierización del capitalismo, es decir del predominio en los procesos de innovación tecnológica a gran escala de los criterios cortoplacistas y saqueadores de las tramas financieras hegemónicas a nivel planetario. Y también de “parasitismo tecnológico” resultado de necesidades absurdas, inyectadas en extendidas masas humanas, paradigmas de consumo por lo general exhibidos desde las élites superiores.

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(*) El presente texto corresponde a uno de los dos documentos que nos envió su autor para ser publicados en Creación Heroica antes de su deceso. Vamos a publicarlo en tres partes a partir de esta edición. El texto corresponde a la conferencia magistral del autor en el 6to Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales, “A 200 años de su natalicio: La obra perdurable de Marx”, efectuado del 6 al 8 de junio de 2018 en Zacatecas, México.

Notas:
(1) Immanuel Wallerstein, “Marx et l’histoire: la polarisation” páginas 169-170 en Étienne Balibar & Immanuel Wallerstein, “Race, nation, classe”, La Découverte, París, 1997.
(2) Ralph Korngold, “Robespierre”, páginas 25-26, Payot, París 1981.
(3) Elizaveta Dravkina, “Pan duro y negro”, páginas 5 y 69-70, Ediciones Progreso, Moscú s/f, https://www.marxists.org/espanol/drabkina/panduro/drabkina-pan-duro-y-negro.pdf
(4) Albert Manfred, “Maximilien Robespierre”, página 188, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2014, http://www.omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/robespierre.pdf
(5) Charles Aubertin, “La France au lendemain de Rosbach, d’après des documens inédits” Revue des Deux Mondes, 2e période, tome 101, 1872 (páginas. 331-358).
(6) Michael Roberts, "Revisiting a world rate of profit", paper for the 2015 Conference of the Association of Heterodox Economists, Southampton Solent University July 2015. https://thenextrecession.files.wordpress.com/2015/12/revisiting-a-world-rate-of-profit-june-2015.pdf
(7) Esteban E. Maito, “"The historical transience of capital. The downward trend in the rate of profit since XIX century", Universidad de Buenos Aires, 2014. https://thenextrecession.files.wordpress.com/2014/04/maito-esteban-the-historical-transience-of-capital-thedownward-tren-in-the-rate-of-profit-since-xix-century.pdf
(8) Alfred Schmidt, “El concepto de naturaleza en Marx”, Siglo XXI, 1976. La primera edición en alemán data de 1962.
(9) István Mészáros, “Discurso del Premio Deutscher 1971” citado por John Bellamy Foster, “Marx y la fractura en el metabolismo universal de la naturaleza”, http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web15/marx-y-la-fractura-en-el-metabolismo-universal-de-la-naturaleza
(10) John Bellamy Foster, op. cit.
(11) Kostas Axelos, Marx penseur de la technique. De la alienation d’homme à la conquete du monde”, página 14, Les éditions du minuit, París, 1961.
(12) Carlos Marx y Federico Engels, “La ideología alemana”, página 81, Coedición Pueblos Unidos, Montevideo- Grijalbo, Barcelona, 1974.

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