viernes, 2 de marzo de 2018

Internacionales

¿Qué se Juega en la Venezuela Bolivariana y Cuba?

Roque Ramírez Cueva

        LAS SIGUIENTES IDEAS SE PROPUSIERON sueltas en las redes, mas leyéndolas observamos que hay un eslabón temático común: el caso Venezuela, donde desde sectores empresariales e industriales y políticos de la derecha norteamericana y latinoamericana se sataniza a su presidente, por ello se valen del cuco comunista en la imagen de Cuba, con modelo socialista. Luego, por información falsa que mentes perturbadas destilan, el mandatario de Venezuela, legítimamente elegido, puede parecer impresentable, no necesariamente serlo.

A modo de paréntesis, que un trabajador sea de maneras toscas no debe llamar la atención porque el trabajo es un ejercicio físico duro, y generalmente todo trabajador es rígido en las maneras del desenvolvimiento social; pero, más que toscos son francos, espontáneos, y sensibles en su percepción a problemas que afectan e impiden el desarrollo socio económico de su país, a sus gentes, y siempre son corteses en medio de una voz sonora, atronadora; la gente “fina”, “delicada” los señala de escandalosos.

        Volviendo al tema, la derecha más conservadora y de perfil fascista está empecinada en satanizarlo y desprestigiarlo a todo vale, no por él, porque como personas los trabajadores no les importan a los ricos. Mas, tras Nicolás Maduro se construye un Proyecto Bolivariano que se ha propuesto hacer de Venezuela una sociedad más justa. Y es el desarrollo inicial del socialismo en ese país, lo que hace saltar a los gringos y a todas las derechas nacionales y americanas. Por eso, a tal derecha fascista venezolana e internacional (USA principalmente) no les molesta Maduro en sí ni cualquier otro líder que asuma la presidencia de ese país, para ellos sólo es un pretexto, su objetivo es arremeter contra el proyecto que fundó y dejó construyendo Hugo Chávez.

¿Cómo lo hacen? Manipulando el tema del "dictador" en su medios para que los derechistas pobres se intranquilicen con Maduro, y desde luego con los simpatizantes y militantes de la izquierda local; también, para que los izquierdistas formales, los izquierdistas manuales que no leen, y por tanto tienen dificultades de análisis, también veten a Maduro y se peleen con otros de las izquierdas locales en el continente. En suma, como de costumbre desde las épocas de la oligarquía, el patrón manipulando títeres en el seno popular para tumbarse proyectos e intentos de proyectos de autonomía o de sociedades de justicia y equidad (Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador) opuestos al modelo del capitalismo neoliberal hambreador y criminal (lo ratificó Juan Pablo II, y no un “trasnochado” marxista) que hoy lo imponen por el mundo.

        Ese es su objetivo, y quien no quiere verlo es porque sus intereses son derechistas –incluso siendo pobres-, y si eres de izquierda se debe a que tu propósito del momento es electoral (lo cual es válido), pero tampoco puedes hacer comparsa de los ataques del enemigo sin hacer distinciones. Así, ya se lanzan contra Venezuela aunque fracasan; ya lo vienen haciendo en Ecuador, momentáneamente arremetieron en Argentina y Brasil, luego irán por Evo. En Centro América, particularmente El Salvador y Guatemala que son sociedades más débiles en asuntos de derechos y ciudadanía, provocan y producen golpes de estado que impiden la instalación de un proyecto autónomo, hace un par de años metieron sus garras en Honduras. Producto de su rapacidad criminal y ególatra las derechas han perdido el favor del pueblo nicaragüense, quien aprendiendo la lección ha cerrado filas en  torno a su proyecto socialista, por lo pronto no pueden con la Patria de Sandino, a pesar de su diatriba vil, indiscriminada.

Entonces si alguien duda para qué y por qué manipulan con el cuco de las dictaduras de izquierda, Maduro, Ortega, Correa, Evo, los Castro, los Kirchner, Partido del Trabajo brasileño, todos “dictadores” usando como instrumento artero a la prensa manipuladora. La difamación, el desprestigio es su bala, su disparo, no importe si dichos estadistas le hayan dado o le den un nivel de vida decente y digno con acceso a mejor educación y salud a los pueblos, a los trabajadores. Lo hacen decíamos, para controlar y ganar más adeptos en el lado de las grandes mayorías que son pobres y pequeño burguesas de derecha (no por convicción, sí por desconocimiento de los ardides de la política), pero sobre todo para sembrar inquina y ganar traidores en dicho seno popular y de la izquierda.

        De esa manera, apuntan a debilitar, a tumbarse e impedir los proyectos de cambio en América Latina, pues esos modelos de desarrollo distintos al neoliberal atentan contra las chequeras y cajas fuertes de los capitalistas que quieren para sí las ingentes riquezas que provienen del petróleo, y en Venezuela abundan las reservas del mineral. Insistimos, el quid de la cuestión son los proyectos y su modelo económico que sirve y debe servir a los gobernados, y no sólo al uno por ciento de ricos, en ese modelo neoliberal. Valga la insistencia, quieren hacer fracasar y eliminar esos proyectos, ¿Por qué? Porque en Venezuela –otra vez lo machacamos- hay inmensa riqueza petrolera, y otros. Riquezas que los grandes empresarios venezolanos y extranjeros no quieren compartir con los trabajadores ni con otros sectores populares.

Durante más de medio siglo se lanzaron con todo contra la entrañable Cuba y su gran líder Fidel, no pudieron con invasiones ni derribo de aviones, menos con la más criminal de las acciones, el bloqueo económico. No olvidemos la lucha de la Revolución en Cuba, día a día indesmayable; paso a paso hasta torcerle el brazo al agresor, preparándose de constante ante sus arremetidas. La existencia del modelo socialista en Cuba ha dependido de luchar en todos los frentes, principalmente en el militar y cultural. Recordemos que el proyecto socialista en Cuba fue desde un inicio, Fidel Castro lo anunció en enormes manifestaciones, “La Revolución construirá en la isla, Cuba, un mejor nivel de vida, desarrollará su agricultura, elevará la calidad de la educación e impulsara la ciencia en provecho de toda Cuba”, y lo cumplió; hoy el Banco Mundial y la Unesco reconocen que tiene el mejor sistema educativo, en la ciencia médica se hallan más adelantados que las potencias capitalistas.

PASEMOS A OTRO ASUNTO, digo, ahora veamos otro aspecto de su perfil. La derecha y su pensamiento conservador y fascista, está avanzando en América Latina, y un pensamiento fascista en una persona es tener a varios avezados criminales juntos en un solo ser humano, si vale llamarle humano a una persona que actúa en base al instinto de la fiera acorralada. No se trata de una clase capitalista (obviamente de derecha) que quiere conservar y pugnar por sus intereses políticos, económicos, sino que esta es una derecha empresarial inculta, temerosa de los adelantos de las sociedades en asuntos de mejoras laborales y sociales.

En fin, es una clase descontenta, aun por el amparo de las leyes internacionales contra las injusticias de poderes fácticos, es un sector social que se niega a compartir la riqueza, por eso entra en pánico y se siente menoscabado cuando se le opone un modelo económico social que distribuye horizontalmente la riqueza del estado para ofrecer mejores servicios y dignos a todos los sectores de la población; sin que tampoco se afecte al capitalista, después de todo siguen siendo modelos nacionales no neoliberales ligados al sistema capitalista, y si fuera un modelo socialista –un ejemplo es China- el inversionista privado obtendría ganancias al momento de operativizar su dinero.

Esos capitalistas neoliberales conocen bien las reglas básicas de su sistema, obtener ganancias en cualquier proyecto de inversión, en Bolivia se los han puntualizado: veamos una ejemplificación simple, si la construcción de una obra cuesta 10 millones, y como capitalista ganas 2 o 3 millones, ya has cumplido con tus metas de inversión. Pero no, con ellos no va esta lógica, los capitalistas latinoamericanos inmersos en el neoliberalismo tienen un plus en sí, aparte de parecer empresarios son achorados, una especie formal de salteadores; así, no se contentan con ganar lo legítimo, lo justo que demanda una transacción de inversión; ellos quieren ganar según su ocurrencia, y de pronto la obra no cuesta lo presupuestado sino 5 millones más, luego ya salen ganando 8 millones … “pero espera, operamos con un estado que es permisivo (vía coimas) con el empresariado, entonces debemos ganar unos 5 millones más”. Y la obra termina costando 20 millones, y ellos ya no ganaron lo justo, 3, sino 13 millones.

        Por tanto, se obnubilan ante la perspectiva -por decirlo de manera simple- de compartir parte de la riqueza que le deja todo negocio capitalista, ni siquiera se inclinan a compartir mediante el pago legal de impuestos; y tal voracidad insaciable de más riqueza y riqueza personal, los ciega, los inclina por asumir ideas fascistas instintivas, y el instinto lo sabemos es el vínculo que ata a los humanos con los rasgos de la bestia que anida en todo hombre; porque, como dijimos en un párrafo anterior, estos derechistas se sienten una fiera acorralada que está perdiendo los privilegios de su reino ilegítimo, el cual lo defenderán con dientes y garras.

AHORA, A LEER COMO TERGIVERSAN Y MANIPULAN LA NOTICIA, con el fin de cumplir el objetivo de desprestigiar al oponente. Para ello tenemos que leer contrastando. Al redactar una noticia con propósitos desinformadores (como el veto al presidente Maduro para impedirle viajar a la VIII Cumbre de las Américas a  realizarse en Lima-Perú, el mes de Abril de 2018), en la nota empiezan diciendo que el presidente Maduro inició la polémica, y no es así. La negativa de Maduro es respuesta al retiro de invitación para que no participe en dicha Cumbre, y a declaraciones de la ministra de RR.EE. del Perú, mencionando que no es bienvenido por ser un dictador y adelantar elecciones; entonces el mandatario contesta que de todas formas llega a Perú, porque el protocolo indica que el dueño del local de fiestas no decide sobre los invitados, sino el organizador de la ceremonia.

        Luego, el redactor truquero desvía el evento noticioso del momento, y hace referencia a que perdió una elección hace casi un lustro atrás, pero no dice que las siguientes las ganó; y de pronto otro sesgo a la noticia, en el siguiente párrafo habla que 13 países lo rechazan (el Grupo de Lima), pero no dice que hay otros 22 países que si lo aceptan unos, y otros lo toleran. Y, en ese mismo formato de manipulación, zas, en otro párrafo la participación a la Cumbre no interesa, sino repetir el bla bla bla de la crisis alimenticia, la "represión indiscriminada"; claro sin aclarar que el desabastecimiento lo provocan grandes empresarios y comerciantes inescrupulosos que acaparan productos para venderlos a precios de mercado negro.

Tampoco les interesa salirse del tema y hablar de aproximadamente los dos millones de casas que está entregando el Gobierno Bolivariano, inmensa obra realizada con las divisas que deja el petróleo, las cuales, antes, iban a parar a los bolsillos de los empresarios y estancieros, ni una pizca para el pueblo trabajador en forma de obras o servicios; menos les interesa informar de un eficiente servicio de salud para el pueblo. Al final de la nota se barniza la (des)información volviendo a lo de la Cumbre sin ton ni son, pero el objetivo lo ha conseguido el redactor de Yahoo Noticias, o cualquier otro redactor de algún medio de prensa que responda a los intereses de las Derechas Achoradas y Fascistas: manipular la noticia sabiendo que hay miles de lectores no avisados y otros miles que son analfabetos funcionales y no reflexionan sus lecturas.

Por ello, es necesario en sumo, recordar la propuesta de los militantes que impulsaron el proyecto argentino liderado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández: combatir a la derecha y a los capitalistas en el frente cultural y educativo, y persistir en esta lucha como un asunto de urgencia y prioridad. Lo digo por la exigencia que demandarán algunos lectores no involucrados, porque sé bien que los conductores de los proyectos anti neoliberales lo tienen entendido de sobra, después de lo sucedido con proyectos que se truncaron, como el de la Unidad Popular con Salvador Allende en Chile, o el duro revés que sufrió el proyecto Sandinista en Nicaragua, el cual se recuperó por la ceguera y voracidad de una derecha capitalista y corrupta que no le interesó su futuro, sino la codicia del dinero. Chile y Argentina sufren reveses no por acción del enemigo, ¡qué ironía! Sino porque en Chile un sector de izquierda instó a la población a no ir a votar; y en Argentina otro sector de izquierda voto en blanco.

Lo educativo y cultural es tan necesario por diversas razones, ya vemos las intervenciones desleales de la izquierda en Argentina y Chile que prefirieron el retorno de una derecha fascista y achorada, a pugnar –si es que creían se debían arañar- o poner el hombro para mejorar el proyecto autónomo anti neoliberal. El apoyo e impulso de los mencionados proyectos depende de unas mayorías populares que cuenten con un aceptable nivel de escolaridad que no sean fáciles de manipular tanto por las fuerzas de la derecha como por las de una izquierda ansiosa de satisfacer sus intereses personales.

La revolución cubana en su larga resistencia contra el imperio de los “yunaites”, aparte de enfrentar el criminal bloqueo económico, no descuidó las trincheras en defensa y creación de una nueva cultura de masas. Para ello resultó vital el sistema educativo que hizo egresar estudiantes críticos, imposibles de ser objeto de manipulación por parte de la potencia norteamericana.  El resultado o producto de tal prioridad en el frente cultural llevará a distinguir a los sectores populares y pequeñoburgueses entre el grano de trigo y la cáscara, entre la falacia y la verdad de los intereses de unos y de otros. En particular es necesario que la clase trabajadora sepa distinguir y entender sus intereses, es asunto de urgencia y persistencia. Repito lo digo por retórica a esta nota, allá en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina y otros, estoy seguro lo tienen claro.

        La urgencia de eliminar el proyecto Bolivariano por parte de la potencia capitalista es primordial porque un estado socialista más en Latinoamérica con recurso económico interactuando dialécticamente con Nicaragua y Cuba de gran recurso super estructural (educación y ciencia), serán el soporte y conducción de más proyectos. Hecho que debilita a USA y la UE, en el plano internacional. Pues el avance y la estrategia de ajedrez ejecutada por Rusia –que no dejó de tener rastros socialistas- y la potencia socialista, República Popular China (quien acuse de capitalista demuestra ignorancia ideológica), decía su avance es militar y económico. Así USA y la UE se intimidan y quieren impedir crecimiento de países socialistas en América.





Macri. Orígenes e Instalación de una Dictadura Mafiosa

(Tercera parte)

Jorge Beinstein


Capítulo 5
Después del golpe blando

Este texto fue difundido en la web desde abril de 2016 con el título de “Argentina después del golpe blando. La marcha apresurada del capitalismo mafioso”: https://beinstein.lahaine.org/argentina-despues-del-golpe-blando-la-marcha-apresurada-del-capitalismo-mafioso/

EN ARGENTINA EMPIEZA A CONFORMARSE un régimen autoritario con apariencia constitucional, convergencia mafiosa de camarillas empresarias, judiciales y mediáticas monitoreada por el aparato de inteligencia de los Estados Unidos, pero lo que demuestran los primeros meses del proceso es que la tentativa tropieza con numerosas dificultades que amenazan convertirla en una gigantesca crisis de gobernabilidad. El contexto de su desarrollo es una recesión económica que se va profundizando en marcha hacia la depresión, es decir un funcionamiento económico de baja intensidad, con altas tasas de desocupación, salarios reales muy reducidos y baratos en dólares.

No se trata del retorno del viejo neoliberalismo de los años 1990 ni mucho menos de una imitación del régimen oligárquico de fines del siglo XIX, sino de la tentativa de instauración de un sistema mafioso parasitando sobre una población desarticulada albergando grandes espacios de marginalidad y superexplotación laboral, realizando saqueos de recursos naturales. En esa dirección se van imponiendo los instrumentos esenciales de futuro régimen dictatorial: control completo de los medios de comunicación, reconversión integral del sistema de seguridad como apéndice del de los Estados Unidos(26), implantación de mecanismos de destrucción económica y social a gran escala, despliegues mediático-judiciales tendientes a extirpar a las oposiciones que no se subordinen al nuevo régimen.

Sometimiento colonial y decadencia periférica

Los tiempos han cambiado, la “doctrina de la seguridad nacional” vigente en la época de Videla y Pinochet coincidía con la visión militar-profesional del Imperio, se trataba del control milimétrico de la sociedad colonizada, administrada como un cuartel que coincidió históricamente con la última etapa del predominio en los Estados Unidos del “complejo militar-industrial” tradicional, alianza entre la gran industria armamentista y los altos mandos militares subordinando a las élites políticas. Resultado del keynesianismo militar que marcó a la superpotencia desde la Segunda Guerra Mundial y que entró en declinación en los años 1980(27)

Más adelante el “Consenso de Washington” reinó durante la era de Carlos Menem en Argentina, Collor de Mello y Cardoso en Brasil señalando el auge de la financierización de la economía y de la política en los Estados Unidos y el conjunto de potencias dominantes sin por ello dejar de lado a la componente militar que comenzó a transformarse.

Esos dos momentos trágicos expresaron la afirmación del sometimiento colonial de Argentina, el primero con formato militar-dictatorial y el segundo con rostro civil-constitucional, que se correspondieron con diferentes configuraciones imperialistas: en el primer caso con un imperialismo norteamericano industrial ascendente, disputando la Guerra Fría y en el segundo con la presencia de la única superpotencia global que venía de ganar esa guerra y que se aprestaba a ejercer la hegemonía planetaria. Aunque al mismo tiempo se financierizaba, el parasitismo empezaba a corroer el sistema degradando sus pilares productivos, instalando la cultura del consumismo desenfrenado. Esa prosperidad malsana contagió a élites periféricas; en los Estados Unidos la fiesta se convirtió en ola militarista desde 2001 y la mega burbuja financiera estalló en 2008; en Argentina el show derivó en recesión la que a su vez culminó con un gran desastre económico, social e institucional en 2001.

El actual sometimiento de Argentina a los Estados Unidos no se corresponde con el auge del Imperio sino con su decadencia, su degradación económica y social, su retroceso geopolítico internacional que busca ser compensado mediante el control total de su patio trasero latinoamericano asegurando la súper explotación de recursos naturales decisivos pero también para introducir a la región como pieza propia de su juego global.

Es un imperio comandado por una lumpenburguesía financiera, sobreviviendo con bajas tasas de crecimiento productivo, parasitando sobre el resto del mundo, que no busca instaurar una jerarquía mundial estable reproduciéndose en el largo plazo sino depredar recursos naturales, degradar o eliminar estados, destruir defensas sociales periféricas extendiendo ofensivas desestructurantes, desintegradoras de identidades nacionales y culturales. Su instrumento de intervención militar es ahora una constelación de organizaciones guiadas por la doctrina de la Guerra de Cuarta Generación(28) empleando de manera intensiva mercenarios, operaciones clandestinas de su estructura profesional, redes mafiosas, manipulaciones mediáticas y otras actividades destinadas a destruir y caotizar espacios periféricos con el fin de saquearlos.    

En correspondencia con ese fenómeno las burguesías latinoamericanas fueron mutando hasta llegar a la situación actual donde grupos industriales, financieros o de agrobusiness combinan sus inversiones tradicionales con otras más rentables pero también más volátiles: aventuras especulativas, negocios ilegales de todo tipo (desde el narco hasta operaciones inmobiliarias opacas pasando por fraudes comerciales y fiscales y otros emprendimientos turbios), transnacionalizándose, convergiendo con “inversiones” saqueadoras provenientes del exterior. En el caso argentino podríamos encontrar antecedentes en el reinado de la “patria financiera” durante la última dictadura militar el que a su vez tiene que ser visto como resultado del fin de la era industrialista.
  
En síntesis, la configuración lumpenimperialista impone dinámicas decadentes en la periferia, en América Latina ha llegado la hora del lumpencapitalismo, las élites argentinas venían avanzando en esa dirección, la llegada de Macri a la presidencia expresa un enorme salto cualitativo, el país en su conjunto acaba de ingresar de manera recargada y brusca en ese proceso.

Recesión, depresión y economía de baja intensidad

Recientemente el FMI pronosticó para Argentina un crecimiento económico real negativo en 2016 del orden del -1 %, cuando observamos las caídas que ya se han producido en indicadores decisivos desde diciembre de 2015 es posible bajar aún más esa cifra hacia el -3 % o más bajo aún.

Se ha producido en muy poco tiempo una fuerte reducción de los salarios reales, causada entre otros factores por la megadevaluación, los aumentos del precio de los combustibles y de las tarifas de electricidad, gas y transportes, la eliminación o reducción de retenciones y sus impactos inflacionarios a lo que se agrega la suba de las tasas de interés y los despidos masivos en la administración publica (que empiezan a ser seguidos por el sector privado) con lo que tenemos un panorama recesivo provocado por el gobierno cuyo objetivo principal es reducir los salarios reales y su valor en dólares.

La avalancha de cambios ha desatado en algunos círculos el debate en torno del supuesto “modelo de desarrollo” que la derecha estaría intentando imponer. Decretos, endeudamientos, subas de precios y despidos se han sucedido de manera vertiginosa, buscarle coherencia estratégica-desarrollista a ese conjunto es una tarea ardua que a cada paso choca con contradicciones que obligan a desechar hipótesis sin que se pueda llegar a una conclusión mínimamente rigurosa. En primer lugar la contradicción entre medidas que destruyen el mercado interno para favorecer a una supuesta ola exportadora evidentemente inviable ante el repliegue de la economía global, otra es la suba de las tasas de interés que comprime al consumo y a las inversiones a la espera de la llegada de fondos provenientes de un sistema financiero internacional en crisis que casi lo único que puede brindar es el armado de bicicletas especulativas.

Esta instalación derechista-mafiosa en el gobierno desconcierta a quienes buscan conceptos conocidos para calificar al fenómeno, tarea inútil ya que no se trata del regreso al neoliberalismo de los años 1990 ni muchos menos al viejo régimen oligárquico del siglo XIX y comienzos del siglo XX. No nos encontramos ante una dominación burguesa clásica con sus taras coloniales, eso pertenece al pasado. No tiene sentido buscar la coherencia estratégica de una avalancha de saqueadores donde predominan las visiones de corto plazo. En coincidencia con la hegemonía lumpenburguesa del capitalismo occidental la élite de pigmeos periféricos, los vasallos argentinos en el poder han instaurado una república de bandidos.

Esto nos debería llevar a la reflexión acerca del significado del fin de la era kirchnerista visualizado por algunos como un traspié resultado de una derrota electoral por escaso margen y por otros como el producto de una manipulación mediática prolongada combinada con operaciones de la mafia judicial, de grupos económicos concentrados y del aparato de inteligencia de los Estados Unidos. Esta última evaluación está más cerca de la realidad sin embargo es insuficiente, el “golpe blando” existió (lo que pulveriza la presunta legitimidad democrática del gobierno actual) pero falta explicar porque fue exitoso.

Si nos limitamos a ciertos aspectos económicos del tema podemos observar que el motor externo empezó a enfriarse desde 2012 luego de la breve recuperación de la recesión global de 2009, la situación se agravó desde mediados de 2014 cuando los precios de las commodities cayeron en picada, la economía pasó a una etapa de crecimientos anémicos sostenidos por el mercado interno. Los grandes exportadores aumentaron sus presiones destinadas a obtener en la economía nacional beneficios que les permitieran compensar las menores ganancias externas convergiendo con intereses financieros y agrupando al conjunto de la derecha mediática, judicial y política, se trató de una jauría que se fue envalentonando a medida que su enemigo perdía espacio económico y se acentuaba la crisis global.

Los equilibrios del gobierno fueron cada vez más inestables, las compuertas neokeynesianas que bloqueaban la marea comenzaron a sufrir fisuras para finalmente desmoronarse, la candidatura presidencial de Daniel Scioli fue una opción defensiva y débil que no pudo evitar el derrumbe. Entonces se desató (fue desatada) la recesión y diversas señales nacionales e internacionales nos indican que lo hizo para quedarse, nos encontramos ante el comienzo de una depresión económica resultado de la reproducción de un sistema que ha ingresado en una fase de contracción desordenada.

Una referencia importante es la de la salida de la recesión producida desde 2003, en ese período convergieron dos factores principales: el alza de los precios internacionales de las commodities y la reanimación del mercado interno.

El “motor externo” fue impulsado por el auge de mercados emergentes como los de China o Brasil entre otros lo que permitió una mejora sustancial de las cuentas externas de Argentina. Los precios de las commodities experimentaron subas notables en esos años impulsadas no solo por la expansión de la demanda internacional sino también por el crecimiento de la especulación financiera, las operaciones globales con productos financieros derivados basadas en commodities llegaban en Diciembre de 2003 a 1,4 billones de dólares, en Diciembre de 2005 alcanzaban los 5,4 billones, en Junio de 2007 llegaban a 8,2 billones y en Junio de 2008 a 13,1 billones de dólares.

Por su parte el “motor interno” funcionó empujado por el ascenso del empleo, de los salarios reales y de los ingresos de las capas medias, en consecuencia se expandió la demanda interna y el tejido industrial, la economía argentina se recuperó creciendo a tasas excepcionales. Como es sabido el salario real promedio experimenta en Argentina una tendencia descendente de largo plazo (desde mediados de los años 1970), sufrió una caída descomunal durante la crisis de los años 2001-2002, luego se recuperó llegando a los niveles de los años 1990 pero sin alcanzar nunca los de los años 1970, ni siquiera los de mediados de los años 1980(30). Podríamos resumir lo sucedido señalando que la reanimación del mercado interno se apoyó en un fuerte crecimiento del empleo y en una recuperación salarial limitada.

Si el crecimiento anémico de los últimos años del gobierno anterior incentivó la voluntad de rapiña de los grupos económicos concentrados es altamente probable que la recesión actual la acentúe mucho más, al achicarse la economía como resultado de los ajustes y las transferencias de ingresos esos grupos intentarán al menos sostener su volumen real de ganancias apropiándose de una porción creciente del ingreso nacional, aunque empujados por su propia dinámica y por el ejercicio de la totalidad del poder es casi seguro que buscarán absorber un volumen real mayor. Además las medidas que buscan re equilibrar los desequilibrios provocados por las propias medidas económicas de gobierno causan mayor inestabilidad y empobrecimiento del grueso de la población. Es el caso de la tentativa de desacelerar la suba de la cotización del dólar subiendo las tasas de interés con lo que a veces se consigue frenar por poco tiempo esa tendencia pero a costa del agravamiento de la recesión o cuando se pretende achicar el déficit fiscal reduciendo el gasto público (despidiendo empleados, clausurando programas, etc.) lo que agrava la recesión y en consecuencia reduce los ingresos fiscales y aumenta el déficit. En suma, nos encontramos ante un círculo vicioso de concentración de ingresos achicamiento del Estado y hundimiento de la actividad económica.

La caída de los salarios reales no alienta más inversión interna o externa desalentada por el desinfle de los mercados nacional y global (no hay alternativa exportadora). Mientras tanto el gobierno aparenta aferrarse ante lo que sería la tabla de salvación de la economía: el endeudamiento externo que teóricamente le permitiría realizar inversiones reactivadoras, pero el clima enrarecido del sistema financiero internacional comprime el espacio de los potenciales acreedores cada vez más duros ante una economía nacional deprimida. En realidad esa ansiedad por endeudarse no responde a una pasión desarrollista sino a la presión de los grupos de negocios que han acumulado superbeneficios en estos últimos meses (exportadores, bancos, etc.) y que necesitan convertirlos en dólares, es la evasión de capitales y no la inversión productiva la que reclama endeudamiento externo.

Conclusión: los dos motores de la salida de la recesión en la década pasada ha dejado de funcionar, las políticas que buscaban compensar el ciclo recesivo global han sido eliminadas por las clases dominantes; antes les habían sido útiles para restablecer la gobernabilidad y acumular beneficios ahora las han destruido porque frenaban su voracidad.

Es posible elaborar un modelo excesivamente abstracto de estabilización del proceso depresivo argentino bajo la forma de “economía de baja intensidad” o de “penuria”, es decir una estructura económica dual con un sector popular contraído y una élite parasitando sobre el primero (superexplotación de los trabajadores y otros saqueos a las clases medias y bajas). Ello permitiría mantener relativamente bajos niveles de importaciones que asegurarían (no siempre) saldos positivos de la balanza comercial(31) destinados a pagar deudas externas. Estas últimas, además de llenar las arcas de las redes financieras, podrían ser utilizadas para bloquear peligros de implosión y de revuelta social operando como una suerte de droga dosificada destinada a preservar la reproducción del sistema.

Ese modelo económico siniestro necesitaría de manera ineludible del apoyo de un aceitado mecanismo de represión y degradación de las clases inferiores, se trataría de la instalación de un régimen neofascista acorde con la doctrina de la Guerra de Cuarta Generación (restringiéndonos a la realidad latinoamericana no está de más observar lo que ocurre en México o en países de América Central). Requeriría además de mucha estabilidad al interior de la articulación mafiosa, de la atenuación de las disputas internas ante un botín de volumen variable sujeto a numerosos factores de inestabilidad locales e internacionales.  Se trata de un escenario de muy difícil (pero no imposible) realización empalmando con tendencias depresivas globales acompañadas por el aumento de la volatilidad en mercados decisivos, la proliferación de guerras, los deterioros institucionales de los estados centrales, los derrumbes y crisis graves de estados periféricos y otros síntomas claros que describen a un planeta que se encamina hacia horizontes de alta turbulencia. 

El fantasma del 2001

El gobierno macrista se comporta como suelen hacerlo los llamados “sistemas caóticos” que a diferencia de los “inestables” (en desorden permanente) y de los “estables” (que tienden hacia el orden de manera irresistible), oscilan entre un polo ordenador, es decir un “atractor” neofascista y fuerzas que lo desordenan, que lo conducen hacia la crisis de gobernabilidad.

La marcha hacia la dictadura mafiosa está apuntalada por tres estrategias convergentes: la corrupción de dirigentes, la represión de las protestas sociales y políticas y el bombardeo mediático. Son operaciones de eficacia incierta circulando en medio del hundimiento económico y de la pugna de intereses entre grupos dominantes, se apoyan además en una base social reaccionaria cuyo núcleo duro impulsado por la euforia neofascista está incrustado en las clases medias y altas.

La corrupción de dirigentes políticos y sindicales puede serle útil a corto plazo para imponer decisiones impopulares o frenar protestas pero desgasta a los corruptos, erosiona sus posiciones de poder reduciendo a no muy largo plazo su capacidad operativa, las hace cada vez más vulnerables ante el descontento popular. Es lo que se percibe en los primeros meses del gobierno macrista respecto de la compra de sindicalistas, diputados,  senadores y gobernadores.

La represión avanza, funciona un Ministerio de Seguridad subordinado al aparato de inteligencia de los Estados Unidos, han regresado las “policías bravas”, ha sido  dictado un “Protocolo” de represión de protestas populares, aparecen las primeras expresiones, aparentemente desprolijas, de represión ilegal. Pero no es seguro que esa estrategia de amedrentamiento tenga éxito, es posible que su efecto termine siendo el opuesto del que busca el gobierno, existe en Argentina una enraizada cultura de confrontación contra la brutalidad estatal que puede resultar un catalizador del desborde opositor.

El bombardeo mediático fue un instrumento decisivo de la llegada de Macri a la presidencia, tuvo una elevada eficacia atacando al gobierno y ampliando un vacío político que podía ser ocupado por opositores de derecha que se limitaban a denunciar al oficialismo contraponiendo promesas vagas de felicidad futura. Ahora esos medios tienen que cargar con la compleja tarea de defender a un régimen claramente antipopular. En este nuevo escenario su eficacia es decreciente y el intento por compensar ese declive aumentando la presión mediática (de por si abrumadora) produce efectos de saturación y descrédito de dichas intoxicaciones hasta generar rechazos cada vez más fuertes.

Finalmente la base social neofascista puede se fanatizada al extremo por los medios de comunicación pero es casi imposible impedir que su área de influencia sobre todo en las clases medias se vaya reduciendo a medida que se prolonga la depresión económica, lo que terminará por deteriorar a ese sector reaccionario.

En síntesis, el sistema dispone de instrumentos y apoyos sociales crecientemente vulnerables, su fuerza depende en última instancia del grado debilidad de su adversario, el espacio popular. Si este se pone en marcha fortaleciéndose en la pelea, el instrumental autoritario podría sufrir fisuras, desgarramientos cada vez más importantes, su inevitable centralismo operativo acosado por una marea ascendente de ataques, resistencias y repudios iría perdiendo vitalidad acentuándose sus contradicciones internas, el contexto global turbulento debería contribuir a dicho proceso.

Tarde o temprano la resistencia popular puede llegar a convertirse en ofensiva general contra el sistema, la acumulación de despliegues combativos de los de abajo produciendo repliegues en las élites dominantes terminaría por generar un salto cualitativo de grandes dimensiones. No sería la primera vez que ocurre ese fenómeno en Argentina aunque su aspecto y contenido puede llegar a incluir muchas novedades.

Obviamente el deterioro del gobierno macrista puede llevar a una remodelación del equipo presidencial (una suerte de “gobierno-de-unidad-nacional”) o a un cambio institucional de gobierno destinado a estabilizar la situación, aunque los mismos aún introduciendo medidas “sociales” más o menos audaces se enfrentarían a una crisis sistémica apabullante, mucho más grave que la de 2001 en un contexto global depresivo, una coyuntura de ese tipo difícilmente podría ser superada con aspirinas rosadas o de otro color.

Apenas llegó a la presidencia Macri lanzó a gran velocidad una andanada de decretos arbitrarios, desplegó de inmediato una ofensiva para asegurar el control derechista de los medios de comunicación, compró (o extorsionó) a dirigentes políticos y sindicales, redujo el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones, lanzó una ola de despidos de empleados públicos, concretó enormes transferencias de ingresos hacia las élites dominantes, en suma: desplegó una blizkrieg destinada eludir las resistencias posibles antes de que estas se organicen. De todos modos no estaba en condiciones de imponer el gigantesco saqueo realizado mediante un sistema de negociaciones, el nivel de destrucción logrado en tan poco tiempo probablemente lo haya convencido de su éxito incitándolo a seguir avanzando.

La irrupción devastadora de las élites dominantes podría ser asimilada a la de un ejército penetrando en un vasto territorio. Al comienzo la ofensiva es exitosa, el efecto sorpresa, la explotación de debilidades locales, la contundencia del operativo, etc. permiten avances rápidos aparentemente irreversibles, pero poco a poco las víctimas empiezan a reaccionar acosando al invasor y el espacio simplificado por mapas e informes de especialistas se va convirtiendo en un sistema complejo, crecientemente incontrolable. La velocidad inicial de la sucesión de victorias que en un principio aparentaba ser la clave del éxito, empieza a ser percibido por el invasor como la principal causa de sus dificultades, la rapidez operativa genera fenómenos de inadaptación, de sobre-extensión estratégica que aumentan su vulnerabilidad llevándolo finalmente a la derrota, aplastado por una avalancha humana incontenible (recordemos lo que le pasó a Napoleón cuando invadió Rusia).

Macri podría terminar descubriendo que la realidad social argentina es mucho más compleja que lo que su visión de mafioso detectaba, que la cultura popular existe y se reproduce (maltrecha, golpeada pero existe), que los salarios no son como él dijo una vez “un costo más” que puede y debe ser comprimido al máximo como cualquier otro insumo sino el pago a seres humanos que piensan y se defienden, y finalmente que para un bandido no hay nada peor que otro bandido (los socios de hoy pueden ser los caníbales de mañana).


Capítulo 6
Ilusiones progresistas devoradas por la crisis

Este texto fue difundido en la web desde marzo de 2016 con el título “Ilusiones progresistas devoradas por la crisis. América Latina a la hora del lumpencapitalismo”, https://beinstein.lahaine.org/ilusiones-progresistas-devoradas-por-la-crisis/

La coyuntura global está marcada por una crisis deflacionaria motorizada por las grandes potencias. La caída de los precios de las commodities, cuyo aspecto más llamativo fue desde mediados del 2014 la de las cotizaciones del petróleo, descubre el desinfle de la demanda internacional mientras tanto se estanca la ola financiera, muleta estratégica del sistema durante las últimas cuatro décadas. La crisis de la financierización de la economía mundial va ingresando de manera zigzagueante en un zona de depresión, las principales economías capitalistas tradicionales crecen poco o nada(32) y China se desacelera rápidamente. Frente a ello Occidente despliega su último recurso: el aparato de intervención militar integrando componentes armadas profesionales y mercenarias, mediáticas y mafiosas articuladas como “Guerra de Cuarta Generación” destinada a destruir sociedades periféricas para convertirlas en zonas de saqueos. Es la radicalización de un fenómeno de larga duración de decadencia sistémica donde el parasitismo financiero y militar se fue convirtiendo en el centro hegemónico de Occidente.

No presenciamos la recomposición política-económica-militar del sistema como lo fue la reconversión (militarizada) keynesiana de los años 1940 y 1950 sino su degradación general. La mutación parasitaria del capitalismo lo convierte en un sistema de destrucción de fuerzas productivas, del medio ambiente, y de estructuras institucionales donde las viejas burguesías se van transformando en círculos de bandidos, novedoso encumbramiento planetario de lumpenburguesías centrales y periféricas.

La declinación del progresismo

Inmersa en este mundo se despliega la coyuntura latinoamericana donde convergen dos hechos notables: la declinación de las experiencias progresistas y la prolongada degradación del neoliberalismo que las precedió y las acompaño desde países que no entraron en esa corriente de la que ahora ese neoliberalismo degradado aparece como el sucesor.

Los progresismos latinoamericanos se instalaron sobre la base de los desgastes y en ciertos casos de las crisis de los regímenes neoliberales y cuando llegaron al gobierno los buenos precios internacionales de las materias primas sumados a políticas de expansión de los mercado internos les permitieron recomponer la gobernabilidad.

El ascenso progresista se apoyó en dos impotencias; la de la derechas que no podían asegurar la gobernabilidad, colapsadas en algunos casos (Bolivia en 2005, Argentina en 2001-2002, Ecuador en 2006, Venezuela en 1998) o sumamente deterioradas en otros (Brasil, Uruguay, Paraguay) y la impotencia de las bases populares que derrocaron gobiernos, desgastaron regímenes pero que incluso en los procesos más radicalizados no pudieron imponer revoluciones, transformaciones que fueran más allá de la reproducción de las estructuras de dominación existentes.

En los casos de Bolivia y Venezuela los discursos revolucionarios acompañaron prácticas reformistas plagadas de contradicciones, se anunciaban grandes transformaciones pero las iniciativas se embrollaban en infinitas idas y venidas, amagos, desaceleraciones “realistas” y otras astucias que expresaban el temor profundo a saltar las vallas del capitalismo. Ello no solo posibilitó la recomposición de las derechas sino también la proliferación a nivel estatal de podredumbres de todo tipo, grandes corrupciones y pequeñas corruptelas.

Venezuela aparece como el caso más evidente de mezcla de discursos revolucionarios, desorden operativo, transformaciones a medio camino y autobloqueos ideológicos conservadores. No se consiguió encaminar la transición revolucionaria proclamada (más bien todo lo contrario) aunque si se logró caotizar el funcionamiento de un capitalismo estigmatizado pero de pié. Obviamente los Estados Unidos promueven y aprovechan esa situación para avanzar en su estrategia de reconquista del país. El resultado es una recesión cada vez más grave, una inflación descontrolada, importaciones fraudulentas masivas que agravan la escasez de productos y la evasión de divisas que marcan a una economía en crisis aguda(33).

En Brasil el zigzagueo entre un neoliberalismo “social” y un keynesianismo light casi irreconocible fue reduciendo el espacio de poder de un progresismo que desbordaba fanfarronería “realista” (incluida su astuta aceptación de la hegemonía de los grupos económicos dominantes). La dependencia de las exportaciones de commodities y el sometimiento a un sistema financiero local transnacionalizado terminaron por bloquear la expansión económica, finalmente la combinación de la caída de los precios internacionales de las materias primas y la exacerbación del pillaje financiero precipitaron una recesión que fue generando una crisis política sobre la que empezaron a cabalgar los promotores de un “golpe blando” ejecutado por la derecha local y monitoreado por los Estados Unidos.

En Argentina el “golpe blando” se produjo protegido por una máscara electoral forjada por una manipulación mediática desmesurada. El progresismo kirchnerista en su última etapa había conseguido evitar la recesión aunque con un crecimiento económico anémico sostenido por un fomento del mercado interno respetuoso del poder económico. También fue respetada la mafia judicial que junto a la mafia mediática lo acosaron hasta desplazarlo políticamente en medio de una ola de histeria reaccionaria de las clases altas y del grueso de las clases medias.

En Bolivia Evo Morales sufrió su primera derrota política significativa en el referéndum sobre reelección presidencial. Su llegada al gobierno había marcado el ascenso de las bases sociales sumergidas por el viejo sistema racista colonial. Pero la mezcla híbrida de proclamas anti imperialistas postcapitalistas e indigenistas con la persistencia del modelo minero-extractivista de deterioro ambiental y del burocratismo estatal generador de corrupción y autoritarismo terminaron por diluir el discurso del “socialismo comunitario”. Quedó así abierto el espacio para la recomposición de las élites económicas y la movilización revanchista de las clases altas y su séquito de clases medias penetrando en un vasto abanico social desconcertado.

Ahora las derechas latinoamericanas van ocupando las posiciones perdidas y consolidan las preservadas, pero ya no son aquellas viejas camarillas neoliberales optimistas de los años 1990, han ido mutando a través de un complejo proceso económico, social y cultural que las ha convertido en componentes de lumpenburguesías nihilistas embarcadas en la ola global del capitalismo parasitario.

Grupos industriales o de agrobusiness fueron combinando sus inversiones tradicionales con otras más rentables pero también más volátiles: aventuras especulativas, negocios ilegales de todo tipo (desde el narco hasta operaciones inmobiliarias opacas pasando por fraudes comerciales y fiscales y otros emprendimientos turbios) convergiendo con “inversiones” saqueadoras provenientes del exterior como la megaminería o las rapiñas financieras.

Dicha mutación tiene lejanos antecedentes locales y globales, variantes nacionales y dinámicas específicas, pero todas tienden hacia una configuración basada en el predominio de élites económicas sesgadas por la “cultura financiera-depredadora” (cortoplacismo, desarraigo territorial, eliminación de fronteras entre legalidad e ilegalidad, manipulación de redes de negocios con una visión más próxima al videojuego que a la gestión productiva y otras características propias del globalismo mafioso) que disponen del control mediático como instrumento esencial de dominación rodeándose de satélites políticos, judiciales, sindicales, policiales-militares, etc.

¿Restauraciones conservadoras o instauraciones de neofascismos coloniales?

Por lo general el progresismo califica a sus derrotas o amenazas de derrotas como victorias o peligros de regreso del pasado neoliberal, también suele utilizarse el término “restauración conservadora”, pero ocurre que esos fenómenos son sumamente innovadores, tienen muy poco de “conservadores”. Cuando evaluamos a personajes como Aecio Neves, Mauricio Macri o Henrique Capriles no encontramos a jefes autoritarios de élites oligárquicas estables sino a personajes completamente inescrupulosos, sumamente ignorantes de las tradiciones burguesas de sus países (incluso en ciertos casos con miradas despreciativas hacia las mismas), aparecen como una suerte de mafiosos entre primitivos y posmodernos encabezando políticamente a grupos de negocios cuya norma principal es la de no respetar ninguna norma (en la medida de lo posible).

Otro aspecto importante de la coyuntura es el de la irrupción de movilizaciones ultrareaccionarias de gran dimensión donde las clases medias ocupan un lugar central. Los gobiernos progresistas suponían que la bonanza económica facilitaría la captura política de esos sectores sociales pero ocurrió lo contrario: las capas medias se derechizaban mientras ascendían económicamente, miraban con desprecio a los de abajo y asumían como propios los delirios neofascistas de los de arriba. El fenómeno sincroniza con tendencias neofascistas ascendentes en Occidente, desde Ucrania hasta los Estados Unidos pasando por Alemania, Francia, Hungría, etc., expresión cultural del neoliberalismo decadente, pesimista, de un capitalismo nihilista ingresando en su etapa de reproducción ampliada negativa donde el apartheid aparece como la tabla de salvación.
  
Pero este neofascismo latinoamericano incluye también la reaparición de viejas raíces racistas y segregacionistas que habían quedado tapadas por las crisis de gobernabilidad de los gobiernos neoliberales, la irrupción de protestas populares y las primaveras progresistas. Sobrevivieron a la tempestad y en varios casos resurgieron incluso antes del comienzo de la declinación del progresismo como en Argentina con el egoísmo social de la época de Menem o el gorilismo racista anterior, en Bolivia con el desprecio al indio y en casi todos los casos recuperando restos del anticomunismo de la época de la Guerra Fría. Supervivencias del pasado, latencias siniestras ahora mezcladas con las nuevas modas.

Una observación importante es que el fenómeno asume características de tipo “contrarrevolucionario”, apuntando hacia una política de tierra arrasada, de extirpación del enemigo progresista, es lo que se ve actualmente en Argentina o lo que promete la derecha en Venezuela, la blandura del contrincante, sus miedos y vacilaciones excitan la ferocidad reaccionaria. Esa no existencia real de amenaza o de proceso revolucionario en marcha, de avalancha popular contra estructuras decisivas del sistema desmoronándose o quebradas, envalentona (otorga sensación de impunidad) a las elites y su base social.

La marea contrarrevolucionaria es uno de los resultados posibles de la descomposición del sistema imponiendo de manera exitosa en algunos casos proyectos de recomposición elitista, en el caso latinoamericano expresa descomposición capitalista sin recomposición a la vista.

Si el progresismo fue la superación fracasada del fracaso neoliberal, este neofascismo subdesarrollado exacerba ambos fracasos inaugurando una era de duración incierta de contracción económica y desintegración social. Basta ver lo ocurrido en Argentina con la llegada de Macri a la presidencia: en unas pocas semanas el país pasó de un crecimiento débil a una recesión que se va agravando rápidamente producto de un gigantesco pillaje, no es difícil imaginar lo que puede ocurrir en Venezuela si la derecha conquista el poder político.

La caída de los precios de las commodities y su creciente volatilidad, que la prolongación de la crisis global seguramente agravará, han sido causas importantes del fracaso progresista y aparecen como bloqueos irreversibles de los proyectos de reconversión elitista-exportadora medianamente estables. Las victorias derechistas tienden a instaurar economías funcionando a baja intensidad, con mercados internos contraídos e inestables, eso significa que la supervivencia de esos sistemas de poder dependerá de factores que las mafias gobernantes pretenderán controlar. En primer término el descontento de la mayor parte de la población aplicando dosis variables de represión, legal e ilegal, embrutecimiento mediático, corrupción de dirigentes y degradación moral de las clases bajas. Se trata de instrumentos que la propia crisis y la combatividad popular pueden inutilizar, en ese caso el fantasma de la revuelta social puede convertirse en amenaza real.

La estrategia imperial

Los Estados Unidos desarrollan una estrategia de reconquista de América Latina aplicándola de manera sistemática y flexible. El golpe blando en Honduras fue el puntapié inicial al que le siguió el golpe en Paraguay y un conjunto de acciones desestabilizadoras, algunas muy agresivas, de variado éxito, que fueron avanzando al ritmo de las urgencias imperiales y del desgaste de los gobiernos progresistas. En varios casos las agresiones más o menos abiertas o intensas se combinaron con buenos modales que intentaban vencer sin violencias militar o económica, o sumando dosis menores de las mismas con operaciones domesticadoras. Donde no funcionaba eficazmente la agresión empezó a ser practicado el ablande moral, se implementaron paquetes persuasivos de configuración variable combinando penetración, cooptación, presión, premios y otras formas retorcidas de ataque psicológico-político.

El resultado de ese despliegue complejo es una situación paradojal: mientras los Estados Unidos retroceden a nivel global en términos económicos y geopolíticos, van reconquistando paso a paso su patrio trasero latinoamericano. La caída de Argentina ha sido para el Imperio una victoria de gran importancia trabajada durante mucho tiempo a lo que es necesario agregar tres maniobras decisivas de su juego regional: el sometimiento de Brasil, el fin del gobierno chavista en Venezuela y la rendición negociada de la insurgencia colombiana. Cada uno de estos objetivos tiene un significado especial:

-La victoria imperialista en Brasil cambiaría dramáticamente el escenario regional y produciría un impacto negativo de gran envergadura al bloque BRICS afectando a sus dos enemigos estratégicos globales: China y Rusia.
-La victoria en Venezuela no solo le otorgaría el control del 20 % de las reservas petrolíferas del planeta (la mayor reserva mundial) sino que tendría un efecto dominó sobre otros gobiernos de la región como los de Bolivia, Ecuador y Nicaragua y perjudicaría a Cuba, sobre la que los Estados Unidos están desplegando una suerte de abrazo de oso.
-Finalmente la extinción de la insurgencia colombiana además de despejar el principal obstáculo al saqueo de ese país le dejaría las manos libres a sus fuerzas armadas para eventuales intervenciones en Venezuela. Desde el punto de vista estratégico regional el fin de la guerrilla colombiana sacaría del escenario a una poderosa fuerza combatiente que podría llegar a operar como un mega-multiplicador de insurgencias en una región en crisis donde la generalización de gobiernos mafioso-derechistas agravará la descomposición de sus sociedades. Se trata tal vez de la mayor amenaza estratégica a la dominación imperial, de un enorme peligro revolucionario continental. Es precisamente esa dimensión latinoamericana del tema lo que ocultan los medios de comunicación dominantes.

Decadencia sistémica y perspectivas populares

Más allá de la curiosa paradoja de un imperio decadente reconquistando su retaguardia territorial, desde el punto de vista de la coyuntura global, de la decadencia sistémica del capitalismo, la generalización de gobiernos pro-norteamericanos en América Latina puede ser interpretada superficialmente como una gran victoria geopolítica de los Estados Unidos, aunque si profundizamos el análisis e introducimos por ejemplo el tema del agravamiento de la crisis impulsada por esos gobiernos, tenderíamos a interpretar al fenómeno como expresión específica regional de la decadencia del sistema global.

      El alejamiento del estorbo progresista puede llegar a generar problemas mayores a la dominación imperial, si bien las inclusiones sociales y los cambios económicos realizados por el progresismo fueron insuficientes, embrollados, estuvieron impregnados de limitaciones y si su autonomía en materia de política internacional tuvo una audacia restringida; lo cierto es que su recorrido ha dejado huellas, experiencias sociales, dignificaciones (suprimidas por la derecha) que serán muy difícil extirpar y que en consecuencia pueden llegar a convertirse en aportes significativos a futuros (y no tan lejanos) desbordes populares radicalizados.

La ilusión progresista de humanización del sistema, de realización de reformas “sensatas” dentro de los marcos institucionales existentes, puede pasar de la decepción inicial a una
reflexión social profunda, crítica de la institucionalidad mafiosa, de la opresión mediática y de los grupos de negocios parasitarios. Ello incluye a la farsa democrática que los legitima. En ese caso la molestia progresista podría convertirse tarde o temprano en huracán revolucionario no porque el progresismo como tal evolucione hacia la radicalidad anti-sistema sino porque emergería una cultura popular superadora, desarrollada en la pelea contra regímenes condenados a degradarse cada vez más.

En ese sentido podríamos entender uno de los significados de la revolución cubana, que luego se extendió como ola anticapitalista en América Latina, como superación crítica de los reformismos nacionalistas democratizantes fracasados (como el varguismo en Brasil, el nacionalismo revolucionario en Bolivia, el primer peronismo en Argentina o el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala). La memoria popular no puede ser extirpada, puede llegar a hundirse en una suerte de clandestinidad cultural, en una latencia subterránea digerida misteriosamente, pensada por los de abajo, subestimada por los de arriba, para reaparecer como presente, cuando las circunstancias lo requieran, renovada, implacable.

Notas:
(26) Horacio Verbitsky, “La transparencia del sigilo”, Página 12, Buenos Aires, 27 de marzo de 2016.
(27) Jorge Beinstein,”La ilusión del metacontrol imperial del caos. La mutación del sistema de intervención militar de los Estados Unidos y sus consecuencias para América Latina”, Seminario “Nuestra América y Estados Unidos: desafíos del Siglo XXI”. Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central del Ecuador, Quito, 30 y 31 de Enero de 2013. http://beinstein.lahaine.org/?p=516
(28) Jorge Beinstein, art. cit.
(29) Fuente: “Semiannual OTC derivatives statistics”, Bank for International Settlements (BIS).
(30) Eduardo M. Basualdo, “La distribución del ingreso en la Argentina y sus condicionantes estructurales”, Memoria Anual 2008, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Argentina. Juan Kornblihtt y Tamara Seiffer, “La persistente caída del salario real argentino (1975 a la actualidad)”, Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario, 2014,  http://www.bcr.com.ar/Secretara%20de%20Cultura/Revista%20Institucional/2014/Septiembre/Pol%C3%ADtica%20Social.pdf
(31) De todos modos si el hundimiento económico se suaviza (o se convierte en estancamiento o crecimiento anémico) el déficit comercial reaparece empujado por el torrente de importaciones, componente normal de la “estrategia” de libre mercado.
(32) Si consideramos el último lustro (2010-2014) el crecimiento promedio real de la economía de Japón ha sido del orden del 1,5 %, la de Estados Unidos 2,2 % y la de Alemania 2 % (Fuente: Banco Mundial).
(33) Un buen ejemplo es el de la “importación” de fármacos donde empresas multinacionales como Pfizer, Merck y P&G hacen fabulosos negocios ilegales ante un gobierno “socialista” que les suministra dólares a precios preferenciales. Con un juego de sobrefacturaciones, sobreprecios e importaciones inexistentes las empresas farmacéuticas habían importado en 2003 unas 222 mil toneladas de productos por los que pagaron 434 millones de dólares (unos 2 mil dólares por tonelada), en 2010 las importaciones bajaron a 56 mil toneladas y se pagaron 3410 millones de dólares (60 mil dólares la tonelada) y en 2014 las importaciones descendieron aún más a 28 mil toneladas y se pagaron 2400 millones de dólares (un poco menos de 87 mil dólares la tonelada). Como bien lo señala Manuel Sutherland de cuyo estudio
extraigo esa información: “lejos de plantearse la creación de una gran empresa estatal de producción de fármacos, el gobierno prefiere darles divisas preferenciales a importadores fraudulentos, o confiar en burócratas que realizan importaciones bajo la mayor opacidad”. Manuel Sutherland, “2016: La peor de las crisis económicas, causas, medidas y crónica de una ruina anunciada”, CIFO, Caracas 2016.

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