sábado, 1 de octubre de 2016

Internacionales

Apropiaciones de Tierras en el Siglo XXI.*
Acumulación por Desposesión Agraria.

La desposesión económica: los acuerdos de libre comercio neoliberales
Fred Magdoff

COMO PARTE DE LAS PRESIONES DEL CAPITAL para abrir las naciones del Sur a una explotación más sencilla, se impuso unas condiciones onerosas a los granjeros de los países que, bien firmaron voluntariamente acuerdos de libre comercio (como México y el NAFTA, el acuerdo norteamericano de libre comercio), o bien se vieron forzados a aceptar las «medidas de ajuste estructural» del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (como Jamaica y Haití).

Esos acuerdos redujeron los aranceles a la importación de alimentos. El resultado fue que millones de productores de maíz mexicanos de pequeña escala, la casi completa totalidad de los productores agrícolas jamaicanos y la mayoría de los arroceros jamaicanos no pudieron competir con los precios inferiores de los alimentos importados y abandonaron la agricultura. El documental de 2001 Life and Debt [Vida y deuda] describe la destrucción casi total de la agricultura jamaicana.13

En 1994, Bill Clinton obligó a Haití a aceptar el programa de ajustes estructurales del FMI y el Banco Mundial a cambio de permitir el regreso de Jean-Bertrand Aristide a la presidencia. En 2010, Clinton, en ese momento representante especial de Naciones Unidas en Haití para la ayuda a la recuperación del terremoto, se confesó arrepentido. Ante el comité de Relaciones Exteriores del Senado, dijo: «tal vez haya sido bueno para algunos granjeros de Arkansas, pero no ha funcionado. Fue un error… Tendré que vivir el resto de mis días con las consecuencias de la pérdida de la capacidad de producir una cosecha de arroz en Haití que sea capaz de alimentar a su gente, a causa de lo que yo hice. Nadie más lo hizo».14

El New York Times publicó recientemente un reportaje sobre los problemas que experimentan Jamaica, Haití y otros países caribeños debido a los elevados costes de importar tantos alimentos. «De 1991 a 2001, las importaciones totales de alimentos y bebidas de Jamaica se multiplicaron por dos veces y media, hasta los 503 millones de dólares, para después volverse a doblar. Gran parte de ese crecimiento inicial coincidió con la existencia de excedentes mundiales y el cambio de los gustos […] Muchos de los 200.000 agricultores del país redujeron la producción en las décadas de 1990 y 2000 porque les resultaba difícil competir».15 El reportaje describe algunas de las medidas que Jamaica y Haití están tomando para recuperar la producción agrícola. Aun así, no menciona en absoluto cuál fue la causa de la catástrofe.

Las apropiaciones de tierras del siglo XXI: la acumulación por desposesión rural

Una suma de tendencias ha contribuido a la oleada de apropiaciones de tierras de este siglo XXI. Entre ellas:

1. Los nuevos acuerdos internacionales de libre comercio, favorables al capital globalizado (OMC, NAFTA, etc.).

2. La apertura del Sur global a la inversión directa extranjera.16

3. El desarrollo de la financiarización global y la especulación con base en los países ricos.

4. El aumento de los precios de los alimentos derivado de la disminución de la producción en las regiones afectadas por sequías e inundaciones, que perjudica especialmente a los países que han de importar grandes cantidades de alimentos; la crisis alimentaria mundial de 2008 y sus secuelas fueron un buen susto para los países importadores de alimentos.

5. En deseo en los Estados Unidos y en Europa de biocombustibles «ecológicos» como sustituto de los combustibles líquidos convencionales, que estimula el mercado del maíz (para fabricar etanol), de la soja y del aceite de palma (para producir biodiesel).

6. El agotamiento de las reservas de agua subterránea en los acuíferos de importantes regiones agrícolas, debido a que se extrae más agua de la que las lluvias pueden reponer.

Todas estas tendencias, junto a la inseguridad de la propiedad de la tierra de los campesinos y la corrupción generalizada en muchos países, han dado lugar a rápidos y grandes movimientos de capital extranjero para controlar enormes zonas de tierras —sobre todo en África, el Sudeste Asiático y Latinoamérica—, bien mediante la compra directa o mediante arrendamientos a largo plazo, con la expulsión de los agricultores de la tierra. Además, en algunos países, como Colombia y Brasil, el capital nacional se ha invertido intensamente en la compra de tierras y el desarrollo de empresas agrícolas de gran escala.

Lo que ha sucedido en la última década, sobre todo tras la crisis alimentaria mundial de 2008, es claramente distinto en muchos aspectos de otros procesos anteriores de desposesión. Está avanzando más rápidamente y en muchos países a la vez, sobre todo en el Sur. Ahora hay fondos soberanos como los de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y China, que carecen de tierras suficientes y de fuentes fiables de agua como para producir bastante comida para alimentar a sus poblaciones y no quieren depender del funcionamiento del «mercado libre» para abastecerse de importaciones alimentarias. Los elevados precios de 2008 dejaron muy claro que, en el futuro, bien podría haber problemas para obtener la comida necesaria en los mercados mundiales. Además, los inversores de capital, sobre todo europeos y estadounidenses, creen que se pueden obtener ganancias invirtiendo en la producción de alimentos o biocombustibles, o participando en otros tipos de empresas agrícolas para el mercado mundial. Otro tema de menor importancia es el hecho de que algunos individuos ricos y ciertas organizaciones conservacionistas del Norte han comprado grandes extensiones de tierras en el Sur para «preservarlas», pero, en el proceso, las poblaciones locales han perdido, o han visto muy reducidos, sus derechos de uso sobre las tierras.

Una empresa de investigación e inversión con sede en Gran Bretaña que elabora informes por encargo de los clientes, Hardman & Co., ha explicado por qué la tierra y los productos agrícolas son inversiones interesantes:

Se lo llama la nueva apropiación de tierras, la fiebre del oro agrícola. Es una historia bien conocida, un mini tsunami de dinero caliente que busca un tipo de activos que de repente se ha puesto de moda […] [L]o que hace que los gestores de fondos de alto riesgo [o hedge funds] o fondos de inversión privada [o private equity funds] se lancen a invertir en agricultura es […] el reciente descubrimiento de una jugada con la que aún se puede obtener valor. Sin embargo, creemos que esta tendencia tiene un impulso mucho más sólido; no es solo una historia más de inversiones; el redescubrimiento de los activos agrícolas pone de manifiesto los problemas muy reales que afectan a la humanidad con respecto a la seguridad alimentaria en una época de rápido aumento de la población, riqueza creciente, urbanización y cambio climático […] Los terrenos agrícolas en sí mismos no están resultando una clase de inversión muy sólida, pero creemos que cada vez más la atención de los inversores se centrará en los conocimientos esenciales en términos de ciencia, equipos y formas de gestión capaces de hacer que los activos de suelo produzcan aquello de lo que la humanidad no puede prescindir: los alimentos.17

En todo el campo prolifera la especulación financiada por la riqueza globalmente móvil de la era de la financiarización. Michael Burry, influyente gestor de fondos de alto riesgo [hedge funds] y personaje retratado en la obra de Michael Lewis The Big Short: Inside the Doomsday Machine [traducida al español como La gran apuesta], afirma que «el suelo productivo agrícola con agua en el mismo enclave será muy valioso en el futuro. Y he puesto en ello una buena cantidad de dinero». Este tipo de inversiones especulativas no va destinado necesariamente a obtener una producción inmediata. Más bien, diversas corporaciones y fondos de inversión están tomando posiciones en los sectores del agua, el suelo, los minerales y los recursos de hidrocarburos.18 De hecho, dado que el cultivo de alimentos requiere una gran cantidad de agua, la «apropiación de tierras» en el Sur global tiene tanto que ver con el agua como con la propia tierra.19

A África, objetivo de muchas de estas apropiaciones de tierras, se la llama a veces «la última frontera agrícola», debido a las enormes extensiones de tierras «no utilizadas» o infrautilizadas y a la baja producción de su agricultura campesina. El propio continente es mayor de lo que muchos alcanzan a ver —su superficie es mayor que la superficie sumada de los Estados Unidos, China, la India, Japón, la Europa continental (tanto occidental como oriental) y el Reino Unido—, y ofrece una extensión enorme en la que puede desarrollarse el nuevo imperialismo basado en la apropiación de tierras. Además, solo el 10% de las tierras se considera que poseen propietarios legales. Solo en Kenia, Sudáfrica, Namibia y Zimbabue existen extensiones significativas de tierras de propiedad privada: antiguas —y en muchos casos, actuales— propiedades de colonos blancos y de sus descendientes. La mayor parte del suelo africano se considera de propiedad estatal y, cuando se reconocen los derechos consuetudinarios sobre la tierra, suele ser tan solo para las viviendas y sus inmediatos aledaños.

Es difícil obtener cifras exactas de la cantidad de tierras del Sur global controlada por capitales privados internacionales y nacionales, así como por fondos soberanos extranjeros. A veces, los proyectos que se anuncian acaban no prosperando y, con frecuencia, en realidad se utiliza mucho menos suelo del máximo acordado. En mayo de 2012, se calculaba que entre 32 y 82 millones de hectáreas de terrenos agrícolas en todo el mundo habían pasado a control extranjero, y la cantidad no para de crecer.20 Los cálculos más exhaustivos de apropiaciones de tierras son los que ofrece Land Matrix, que posee información nacional sobre los terrenos obtenidos por fuentes extranjeras y que afectan a las comunidades locales, a los cultivos que se escoge producir y a los países «apropiadores».21 Según sus datos, los países que han experimentado las mayores apropiaciones totales de tierras están casi todos ellos en África y el Sudeste de Asia (véase la tabla 1). Entre los diez principales países inversores, además los sospechosos habituales, encontramos Malasia y Sudán del Sur, ambos también objetivo de las apropiaciones de tierras.22 Por ejemplo, el proyecto malasio de Sime Darby de crear plantaciones de aceite de palma en Liberia incorpora capital del Reino Unido, Finlandia y Holanda.


Hay tantos ejemplos de apropiaciones de tierras en el siglo XXI que es difícil escoger solo algunos para su discusión. Centrémonos por un momento en Sierra Leona e Indonesia, ambos entre los diez primeros países objeto de apropiaciones de terrenos.

Sierra Leona ha dejado claro que es un país abierto a los negocios, incluidas las apropiaciones de tierras. La página web de la Agencia de Promoción de la Exportación y la Inversión del gobierno de Sierra Leona (SLIEPA, por sus siglas en inglés) resulta reveladora.23 En la página de inicio se alternan mensajes como: «Potentes planes de desinversión e inversión privada» y «Abundante tierra cultivable». Land Matrix consigna 17 acuerdos sobre 1,1 millones de hectáreas para todo tipo de cultivos, desde caucho hasta aceite de palma, caña de azúcar, arroz, mandioca o eucaliptus. La mayor extensión de tierras (más de 600.000 hectáreas) la controla capital privado británico.

En cuanto a Indonesia, el corresponsal de The Guardian John Vidal ha escrito unos cuantos artículos sobre la destrucción de grandes extensiones de bosque tropical y lo que eso ha implicado para las personas y la fauna que allí habitaban. La siguiente descripción da una idea de la catástrofe humana y ecológica que está teniendo lugar:

Los conflictos por la tierra entre agricultores y propietarios de plantaciones, compañías mineras y constructores se han desatado por toda Indonesia cuando se ha alentado a empresas nacionales y multinacionales a adjudicarse y deforestar terrenos tradicionales que eran propiedad de pueblos indígenas que los administraban según sus costumbres. En 2011 se tuvo constancia de más de 600 conflictos, que produjeron 22 muertes y centenares de heridos. La verdadera cifra probablemente sea mucho mayor aún, según varios observatorios.

La comisión nacional indonesia de derechos humanos informó de más de 5.000 violaciones de derechos humanos el año pasado, vinculadas mayormente a la deforestación que llevan a cabo las corporaciones. «Están aumentando las muertes de agricultores provocadas por el incremento de los conflictos agrícolas en toda Indonesia», ha dicho Henry Saragih, fundador del Sindicato de Agricultores de Indonesia, que cuenta con 700.000 afiliados.

«La presencia de plantaciones de aceite de palma ha producido una nueva pobreza y está provocando una crisis de carencia de tierras y hambre. Las violaciones de los derechos humanos no se detienen en las proximidades de los recursos naturales del país, y la intimidación, la expulsión forzosa y la tortura son comunes», ha dicho Saragih. «Hay miles de casos que no han salido a la luz. Muchos de ellos se ocultan, sobre todo por parte de las autoridades locales», afirma.

Las comunidades se quejan de que no se las avisa, ni se las consulta ni se las compensa cuando se realizan las concesiones, y no se les deja otra opción que perder la independencia y trabajar por salarios mínimos para las compañías.24
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Notas
(*)Tomado de  Monthly Review, Julio 2016. http://media.wix.com/ugd/58e728_66d371fd5803459ab89409f41958346f.pdf
13. Para información sobre Life and Debt, véase http://lifeanddebt.org. 14. Jonathan M. Katz, «With Cheap Food Imports, Haiti Can’t Feed Itself», Huffington Post, 20 de marzo de 2010, http://huffingtonpost.com.
15. Damien Cave, «As Cost of Importing Food Soars, Jamaica Turns to the Earth», New York Times, 3 de agosto de 2013, http://nytimes.com. 16. Las políticas comerciales promovidas por los países capitalistas más ricos y avanzados tenían distintos objetivos. Sin embargo, uno de los más importantes era permitir la entrada y la salida de capital de los países con las mínimas restricciones (o ninguna en absoluto). Esto incluía el hecho de que las personas extranjeras pudieran invertir en las naciones y repatriar los beneficios a voluntad. Aunque las regulaciones de la Organización Mundial del Comercio tuvieron aquí su papel, también lo tuvieron los ajustes estructurales impuestos por el FMI, así como la ONG del Norte, que habían asimilado un enfoque ideológico parecido. Además, muchos gobiernos y economistas académicos de los países del Sur se habían formado en los bastiones de la ideología del «libre comercio»: Estados Unidos y Reino Unido. Así pues, para atraer capital extranjero —la forma en que supuestamente se desarrollan los países— se cambiaron las leyes nacionales para hacer posible ese tipo de inversiones. Por ejemplo, las compañías multinacionales han adquirido aproximadamente 2,5 millones de hectáreas de suelo en Tanzania con las leyes aprobadas a finales de la década de 1990 bajo la supervisión del FMI y el Banco Mundial. Las leyes aprobadas siguiendo la estrategia de Liberalizar, Mercantilizar, Privatizar allanaron el camino para que grandes extensiones de suelo agrícola pasaran a manos extranjeras.
17. Citado en Mark Campanale, «Private Investment in Agriculture», en Allan, Keulertz, Sojamo y Warner (eds.), Handbook of Land and Water Grabs in Africa.
18. Evans-Pritchard, «The Backlash Begins Against the World Landgrab».
19. Maria Cristina Rullia, Antonio Savioria y Paolo D’Odorico, «Global Land and Water Grabbing», Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 110, nº 3, 2013, pp. 892-897.
20. Rullia, Savioria y D’Odorico «Global Land and Water Grabbing».
21. Land Matrix se describe a sí misma como «una iniciativa de supervisión de la tierra, global e independiente, que promueve la transparencia y el rendimiento de cuentas en decisiones relacionadas con la tierra y la inversión», véase http://landmatrix.org.
22. La inclusión de Sudán del Sur entre los países «inversores» se debe a la connivencia de un pequeño grupo de influyentes individuos que forman la Cooperativa Mukaya Payam. Esta coopera con unos inversores estadounidenses llamados Nile Trading & Development, subsidiaria de la firma Kinyeti Development LLC, con sede en los Estados Unidos, que, a su vez, se describe como «un holding y partenariado para el desarrollo global de negocios fundado por profesionales con décadas de experiencia en los negocios, las finanzas y la diplomacia internacionales». Véase «About Kinyeti», http://kinyeti.com.

24. John Vidal, «Indonesia Is Seeing a New Corporate Colonialism», Observer, 25 de mayo de 2013, http://theguardian.com.

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