Un Teórico Que No
Quiere Serlo
(Tercera Parte)
Julio Carmona
ADEMÁS, ES
PERINENTE DESTACAR QUE en el estudio teórico-crítico que MV dedica a Gustave
Flaubert dice: “Flaubert descubrió, hacia comienzos de 1854, la interacción de
la teoría y la práctica de la literatura, es decir, que toda obra de creación
contiene implícitamente, lo perciba o no su autor, una concepción general de la
escritura y la estructura textuales y de las relaciones entre ficción y
realidad. A los dos años y medio de estar trabajando en Madame Bovary escribió
a Louise: « Chaque ouvre à faire a sa poétique en soi, qu’il faut trouver »
(el énfasis es suyo.)” (B-1975: 82.) Una traducción aproximada —o literal— de
la cita de Flaubert sería la siguiente: “Cada obra a hacer tiene su poética en
sí, que es necesario encontrar.” Y siendo Flaubert el otro pater familiae de
MV es también preocupante el que, contradictoriamente, sea reticente a que se
llame teoría a sus propuestas (que él reduce a hipótesis), cuando en la cita
relacionada con Flaubert está relevando “la interacción de la teoría y la
práctica de la literatura” y, por lo tanto, si se trata de un trabajo de
crítica literaria igualmente la interacción con la teoría es un imperativo. La
explicación a esa reticencia puede achacarse a la situación generada por las
observaciones de carácter teórico hechas por ÁR a sus propuestas de la misma
índole, sintiendo MV que, en dicho terreno, perdía piso. Y es, en tal medida,
que buscó mediatizarlas.
Pese a sus
aprehensiones contra la teorización, y en la medida que el texto García
Márquez: Historia de un deicidio (que, a partir de ahora, citaremos así:
HD, más la página) es relevado por todos, como condensador de los postulados
teóricos de MV, lo tomaremos como punto de partida para analizar dichos
postulados. Es cierto que, en la década de los sesenta —antes de esta
‘condensación teórica’—, enunció algunas ideas de orden teórico en artículos
periodísticos (Contra viento y marea 1), pero no menos cierto es que no
sólo no conformaron un cuerpo orgánico sino que muchas de ellas después serían
desechadas, imponiéndose las del trabajo aludido, que abarcan toda la década
del 70 y que ha mantenido hasta ahora invariablemente. En dicho texto MV platea
el siguiente apotegma:
... una ficción es, por su misma
naturaleza -reflejo y negación de la realidad- algo cualitativamente tan
complejo como el modelo debido al cual nace y contra el cual insurge. Su
composición tanto material como formal, consta de elementos de origen muy
diverso, que al reunirse en una estructura verbal pierden su carácter
imaginario y adoptan otro, que depende de la función que cumplen como partes
integrantes de esa ficción precisa. (HD: 137.)
Vemos, pues —con
las propias palabras de MV—, que el problema no era tan simple. Ahí no sólo se
refiere al descubrimiento de los puntos de partida de la ficción, de los cuales
ésta es ‘reflejo’, el problema es que de esta “verificación” (realista,
relativamente cierto: y que es una propuesta teórica, sin atenuantes) MV pasa a
otra conclusión tajante: que la obra no sólo es ‘reflejo de la realidad’ sino,
asimismo, ‘negación de la realidad’, puesto que —una vez compuesta, dice— la
ficción narrativa pasa a convertirse en ‘un mundo aparte’, a ser un ‘ente con
vida propia’, es decir, a adquirir una ‘autonomía absoluta’, y aquí está
entrando en el otro dominio teórico: es decir, pasa a plantear la propuesta
teórica del formalismo (también sin atenuantes.) Y, entonces, se ve que su
‘hipótesis’ no era tan hipótesis. En realidad, lo que está haciendo MV es la
sustentación “vergonzante” de la teoría del reflejo del realismo “por
debajo de cuerda” para “renegar de él públicamente” y admitir abiertamente la
teoría contraria: la autonomía del formalismo.1
Lo problemático del
caso es, entonces, que MV sí está incursionando en la “dimensión científica” de
la literatura, o sea, de la ciencia literaria, que es la que se encarga del
estudio de ésta, ya sea desde el punto de vista sólo teórico (que no es el
caso) o de los puntos de vista crítico-teóricos (que sí es el caso.) Y lo
censurable es que, al abordar esa dimensión científica de estudio literario, MV
no opte por plantearse y plantear perspectivas científicas, sino emotivas o
irracionales. Y esa es, al parecer, la crítica que le hace ÁR.2 Es
por eso que, aunque MV declare —como hemos visto— que no se propone hacer “una
definición ‘científica’ del novelista”, el producto final de su trabajo sí da
por resultado esa pretensión, puesto que si se realiza el estudio crítico de
un novelista, debe partirse de una visión teórica del novelista,
aunque sea una visión personal. Pero siempre será una visión que responde a otra
visión del mundo más general —es decir: ligada a la de otros que coinciden con
él: y el mismo MV reconoce asumir la base teórica de otros autores— y es, por
lo tanto, una visión social. Y las visiones del mundo personales son también
sociales, responden a concepciones del mundo definitivamente sociales, y no
sólo personales, porque el hombre piensa en la sociedad.3 Máxime si,
en la obra criticada por ÁR, dice MV: “El origen de la vocación del novelista
no es necesariamente un trauma particular; puede serlo un trauma general,
sentido más profunda o más ciegamente por él, hasta el extremo de llegar a esa
reacción excesiva: la negación de la realidad, el deseo de sustituirla.” (HD:
112.) Y en tal medida MV, aunque no lo crea o no lo quiera, está haciendo “una
definición ‘científica’ del novelista”. Está planteando una concepción teórica,
totalmente legítima, pero perfectamente censurable, opinable, controvertible.
Notas:
(1) La idea de
‘actitud vergonzante’ la tomamos de Federico Engels planteada en su Ludwig
Feurbach y el fin de la filosofía clásica alemana; ahí dice: “Si los
neokantianos pretenden resucitar en Alemania la concepción de Kant y los
agnósticos quieren hacer lo mismo con la concepción de Hume en Inglaterra
(donde no había llegado nunca a morir del todo), estos intentos, hoy, cuando
aquellas doctrinas han sido refutadas en la teoría y en la práctica desde hace
tiempo, representan científicamente un retroceso, y prácticamente no son más
que una manera vergonzante de aceptar el materialismo por debajo de cuerda y
renegar de él públicamente.” (Marx y Engels, E-1969: 641.)
(2)
Lamentablemente, no he tenido acceso a los artículos de ÁR. Deduzco lo dicho,
de la confutación que hace MV en sus artículos citados. (Esto lo escribí a
comienzos del año 2004-. Y a comienzos de 2005 —estando prácticamente terminado
el trabajo— me fueron proporcionados los artículos de Ángel Rama, C-1973, por
mi amigo, el profesor Adolfo Venegas Jara —a quien reitero aquí mi
agradecimiento—; mas debo también expresar mi desazón, porque algunas de las
‘mentiras’ y ‘metidas de pata’ que creí estar descubriendo en la obra de MV, ya
habían sido detectadas por el insigne crítico uruguayo.)
(3) “Las teorías de
un hombre sobre el lugar y la función de la poesía no son independientes de su
visión de la vida en general.” (Eliot, E-1968: 131.)
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