domingo, 1 de noviembre de 2015

ECONOMÍA

El Cáncer Imperialista de los Acuerdos Comerciales

César Risso

David Alfaro Siqueiros, La cura del cáncer

LA NECESIDAD DE REPONER la capacidad física e intelectual de los trabajadores (además de la reproducción de los trabajadores mismos a través de su descendencia) para recomenzar la jornada de trabajo día a día es el valor de la fuerza de trabajo. Así, los alimentos, para reponer la energía y los medicamentos para reponer la salud, entre otras mercancías, constituyen el valor de la fuerza de trabajo.

Sin embargo, la burguesía imperialista en su afán de apropiarse de una mayor proporción de la plusvalía generada por los trabajadores, promueve acuerdos comerciales como el TPP (acuerdo de asociación transpacífico), recientemente firmado, en el cual a través de la protección por medio de patentes, prohíbe la libre fabricación de medicamentos, para que se ejerza el monopolio de su producción y colocar en el mercado estos medicamentos a precios sumamente elevados.

Desde el punto de vista de la producción capitalista, es un problema la baja productividad del trabajo. Pero, a pesar de esto, le restan importancia a la salud de los trabajadores. Aunque en la medida en que los trabajadores asalariados no estén en condiciones económicas de adquirir los medicamentes protegidos por patentes, serán los gobiernos de los países en desarrollo, es decir, de los países semicoloniales, como el Perú, los que se vean en la obligación de adquirir estos medicamentos. Esto se debe no a la actitud filantrópica de los gobernantes, sino a la imperiosa necesidad de mantener una fuerza de trabajo en condiciones de ser explotada por la burguesía nativa. De lo contrario, la burguesía no tendrá a quien estrujar hasta la médula para poder obtener plusvalía.

Las formas en las que la burguesía ha venido barajando argumentos teóricos han pasado desde la expresión capital natural hasta la de servicios ambientales. Todo este “esfuerzo” realizado tiene la finalidad de convencer a los mismos trabajadores de que todo es privatizable: desde lo material hasta lo espiritual, como en el caso de la propiedad intelectual. La sed de ganancias no tiene límites. Pero el ser humano, desde el punto de vista físico sí los tiene. Por ello el capitalista, que en un inicio de su paraíso terrenal, explotaba a la fuerza de trabajo por largas jornadas, y tenía en consecuencia el límite en un día de 24 horas, en el cual se consideraba que el mínimo de descanso era de 6 horas, no podía hacerlo trabajar más de 18 horas al día (Referencia tomada de El Capital de Carlos Marx).

Luego, el burgués optó por reducir el valor de la fuerza de trabajo, logrando que el trabajador necesitase menos horas de trabajo para crear un valor equivalente a su valor, con lo cual consiguió ampliar el número de horas que creaba el valor que se apropiaba el capitalista bajo la forma de ganancia.

Ahora, las formas que adquiere la extracción de plusvalía, por parte de los imperialistas, pasan por aparentar encarecer el valor de la fuerza de trabajo, a través de los elevados precios de los medicamentos, efectivizando esta plusvalía a través de la participación de los Estados, quienes pagarán los elevados precios de los medicamentos; con lo cual obligarán a que los gobiernos burgueses de las semicolonias aumenten los impuestos, ya sea directamente, o a través de una mayor explotación de los trabajadores para así tener una mayor base imponible, y poder pagar los elevados precios de los medicamentos protegidos por las patentes.

Esta modalidad, que beneficia a la burguesía imperialista, es la agudización de la explotación imperialista sobre los países semicoloniales.

La burguesía imperialista explota a las semicolonias a través de sus elevados precios, apropiándose por este mecanismo de parte de la plusvalía que por “nuestra soberanía” debería quedar en manos de nuestros explotadores burgueses (nacionales); y nuestros burgueses tratan de salvar parte de la plusvalía creada por los trabajadores asalariados peruanos, reduciendo el valor de la fuerza de trabajo a través de las micro y pequeñas empresas, que producen bienes salario a precios más bajos; manteniendo a las comunidades campesinas, que también producen en parte bienes salarios a bajo precio, y además manteniendo a los campesinos comuneros como reserva de mano de obra asalariada. Aunque como sabemos, por boca del presidente Ollanta Humala, estos comuneros de las comunidades campesinas de la sierra y los de las comunidades nativas de la selva, serán incorporados al mecanismo de mercado tarde o temprano.

Los medios a través de los cuales la burguesía imperialista promueve sus intereses se dan por la especulación que los lleva a sostener una u otra alternativa como argumento, en los cuales esgrimen puntos de vista absurdos, pero que terminan imponiéndose en los organismos multilaterales.

“El surgimiento de la biotecnología le confirmó a la industria química y farmacéutica lo que las empresas agroindustriales ya veían en la década del 70: los seres vivos del planeta son fuente interminable de riqueza y bienestar. Hasta el momento, gran parte de esa riqueza era creada como un don del que hacían uso los pueblos del mundo, sin que necesariamente intermediaran mecanismos de mercado. Desde el punto de vista de la industria, era necesario corregir esta situación, y una de sus primeras herramientas fue la propiedad intelectual.”

“Cuando en 1986 se inició la ronda de negociaciones en torno al Acuerdo General Sobre Aranceles y Comercio (GATT) denominada "Ronda de Uruguay" (la que finalmente llevó a la formación de la OMC), pocos habrían predicho que algunas de las exigencias más duras hechas por el gobierno de Estados Unidos serían en torno a la propiedad intelectual. La postura de Estados Unidos causó asombro en el momento, ya que su consigna era ‘sin excepciones’. Es decir, exigían propiedad intelectual ya no sólo para las invenciones industriales y las obras intelectuales, sino que exigían derechos monopólicos de propiedad especialmente pero no exclusivamente a través de patentes sobre seres vivos y sobre el conocimiento. En otras palabras, exigían un marco legal que les permitiese apropiarse de semillas, plantas, animales, microorganismos, genes, y de la información técnica y científica. En otras palabras, apropiarse del conocimiento y de la vida en el planeta, a fin de hacernos pagar cada vez que hiciésemos uso de ellos para vivir o producir.” (http://servindi.org/pdf/Serv_61_AguaII.pdf).

        La situación de los medicamentos es un tema sensible, por lo cual provoca reacciones en los propios representantes de la burguesía imperialista. A raíz de la firma del Acuerdo de Promoción Comercial entre Perú y los Estados Unidos, doce representantes de la Cámara Baja de este último enviaron una carta a la oficina de comercio de los Estados Unidos. En la misiva señalaban entre otras cosas lo siguiente:

“Las estipulaciones de los TLC también parecen amenazar el equilibrio importante que debe existir entre la innovación y el acceso al regular la propiedad intelectual a costa de la salud pública. Es resultado final es que amenazan con restringir el acceso a medicinas que pueden salvar vidas y crean condiciones en las que los países pobres tendrían que esperar aun más que los Estados Unidos para contar con medicamentos genéricos asequibles.”

“Le escribimos para instarla a reconsiderar de manera inmediata dichas estipulaciones en los recientes TLC negociados con Colombia, Perú y Panamá, y en los inminentes acuerdos con Tailandia, Malasia y otros.” (Propiedad Intelectual y Comercio en el Perú. Impacto y Agenda Pendiente. Santiago Roca. ESAN).

A la vuelta de casi una década, los Estados Unidos y los gobiernos genuflexos, han unimismado sus visiones al respecto, facilitando las negociaciones para beneficio del imperialismo. Por ello, aunque todavía no se ha publicado oficialmente el acuerdo TPP ya firmado, se sabe de la gravedad del problema del manejo de los medicamentos. En esta última negociación al parecer se ha puesto el acento en los medicamentos biológicos (vacunas, proteínas, etc), aunque son muchos los temas que se han discutido y acordado.

Una de las particularidades de las negociaciones de estos acuerdos comerciales consiste en que se manejan de forma reservada. El secreto de las negociaciones se debe, según dicen fuentes oficiales, a la necesidad de evitar afectar negativamente las negociaciones. Por ello resulta curioso enterarnos de la formación de una comisión técnica especializada por parte del ministerio de salud para evaluar el impacto de los acuerdos en el acceso a los medicamentos biológicos. Es decir, se negoció sin conocer los posibles impactos en este campo. Lo que quiere decir que la posición peruana se sometió a los intereses del imperialismo norteamericano.

Así pues, en estas últimas negociaciones, nuestros representantes han actuado como siempre, es decir, como representantes de los intereses de la burguesía imperialista.

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