viernes, 1 de mayo de 2015

Economía

Contradicciones de la Política Económica Burguesa

César Risso

Los intentos de la burguesía de evitar las consecuencias de la crisis económica, como la reducción de las utilidades, la llevan a mostrar una serie de contradicciones.

        Las últimas medidas propuestas por el Ministerio de Economía y Finanzas, equivalen (según el ministro Alonso Segura) a inyectar al sector privado 5 mil millones de soles.

        Este importe es el resultado de varias medidas, como la exoneración de descuentos a las gratificaciones de Julio y Diciembre, el mayor acceso a la CTS (medidas que favorecen a los trabajadores formales), que no son una novedad sino la extensión de medidas implementadas el año pasado; a las cuales se suma la reducción del precio de los combustibles, del pollo, del azúcar y de los lácteos.

        Es como si el Estado le dijera a los trabajadores: tengan este dinero para que sigan pagando sus deudas a la burguesía, y para que le sigan comprando bienes y servicios, y de paso para que continúen con la ilusión de que todo va bien en la economía, así que pueden continuar endeudándose para comprar sus departamentos, o sus autos, o electrodomésticos, etc. Es decir, el destino de los 5 mil millones de soles es el bolsillo de los burgueses. En un caso el mecanismo es la ampliación de la capacidad de consumo de los trabajadores formales, y en otro caso, a través de la disminución del costo de ciertos productos, directamente a incrementar los ingresos de los capitalistas.

        Estas medidas generarán la confianza en los negocios para seguir invirtiendo, lo cual se conseguirá con mayor endeudamiento, tanto de las empresas para seguir ampliando sus negocios, como por parte de los trabajadores, que dependiendo de sus ingresos tendrán acceso a nuevos créditos.

        Evidentemente estas medidas tratan de dilatar el normal funcionamiento de la economía, pero lo que van a lograr es agravar más las condiciones en las que la crisis se presente. Cuando el Estado no pueda seguir sosteniendo la ganancia de la burguesía, se reducirá de golpe la inversión, y con ello los trabajadores en la imposibilidad de pagar sus deudas, afectarán la cadena de pago, impactando a todo el sistema financiero. Los créditos hipotecarios impagos, provocarán la aplicación de las hipotecas, con lo cual se perderán las casas y departamentos, adquiridos a crédito, que irán a parar a manos de los bancos. Al verse afectados los bancos, el dinero será escaso y en consecuencia la tasa de interés aumentará, con lo cual las inversiones disminuirán aún más.

        Frente a la propuesta de incremento de las remuneraciones, que obviamente tendría un carácter permanente, se proponen estas medidas temporales. Esto tiene dos sentidos. Primero, un efecto inmediato sobre los ingresos de los capitalistas, y con ello evitar la caída de las inversiones; y de otro lado, no dejar que los trabajadores se formen la idea que ellos tienen el control de la economía del país.

        Los representantes privados de la burguesía han manifestado que no se oponen al incremento de remuneraciones de los trabajadores, sino a que este incremento no tenga el sustento del aumento de la productividad laboral. En otras palabras, estarían dispuestos a aumentar las remuneraciones si es que los trabajadores muestran individualmente su capacidad de incrementar las utilidades de la burguesía. Este aumento de productividad del trabajador pasa necesariamente por el hecho de que el trabajador tome la decisión de desarrollar un esfuerzo mucho mayor en el mismo número de horas. Aunque sabido es que los aumentos de remuneraciones se dan como consecuencia de la discusión entre los representantes del Estado burgués, los representantes privados de la burguesía (empresarios) y los representantes de los trabajadores.

        Entre otras cosas, estas medidas disfrazan la negativa del Estado burgués a cumplir con el compromiso de aumentar las remuneraciones.

        ¿Por qué la burguesía puede oponerse al aumento de la remuneración mínima legal (RML)? ¿Qué es lo que técnicamente sustenta la actual RML? ¿Calculan lo que debe recibir un obrero para reponer sus fuerzas para continuar laborando al día siguiente? ¿Por qué la burguesía se atribuye el derecho a decidir cuánto debe ganar un trabajador y cómo debe vivir?

        A la burguesía no le interesa si los trabajadores viven en cuevas; lo que le importa es pagar lo menos posible a los trabajadores, para hacer máximas sus ganancias. Por ello, aunque disfrazados de generosa consideración, arguyen en sus análisis y comentarios una serie de pretextos para no aumentar las remuneraciones.
        Mientras con las actuales propuestas inyectan al gasto y la inversión privados 5 mil millones de soles, por otro lado proponen el proyecto de ley 4008, así como el Decreto Supremo 013, que promueven el despido masivo.

        Así, se aseguran de que en la eventualidad de que la crisis económica sea inevitable (de hecho lo es), tienen la garantía legal de que podrán preservar gran parte de sus inversiones, pues los primeros sacrificados serán los trabajadores.



El Capitalismo Senil y el Nuevo Caos Mundial

(Octava Parte)

Samir Amin


EVOLUCIÓN HACIA LA IZQUIERDA del proyecto en curso y forta­lecimiento de la potencia de las fuerzas sociales populares, lo cual haría avanzar al país en la larga transición hacia el socia­lismo.

     Además, estos escenarios diferentes se articularán a su ma­nera con los que se impongan en la India, el otro socio gigante asiático del sistema mundial. Aquí también es posible imaginarlo todo o casi todo: la fragmentación del país (posibilidad que los Estados Unidos intentaron favorecer en un pasado no muy remoto), su postración en el estancamiento, la afirma­ción de su autonomía y un nuevo comienzo. Las relaciones India-China (hostilidad declarada, tolerancia, apoyo mutuo) irán encontrando su lugar, al igual que las estrategias del impe­rialismo dominante, que se esforzarán naturalmente y por todos los medios para echar leña al fuego en esas relaciones.

     En cuanto a Europa, ya dije que hasta hoy los intereses dominantes de la región (sus grandes empresas) inscriben sus estrategias, como las de los Estados Unidos y las del Japón, en el marco de la mundialización desenfrenada. Por ello, esas empresas no son agentes activos capaces de cuestionar la hege­monía norteamericana a escala mundial ni de desarrollar otra visión de las relaciones Norte/Sur. Es también por ello que las nuevas relaciones Oeste/Este que se dan en Europa se inclu­yen espontáneamente en una perspectiva de "latinoamericanización" del Este y no de su integración en un pie de igual­dad. Las izquierdas europeas, tanto del Este como del Oeste ¿serán capaces de definir juntas otra estrategia que esté a la altura de las exigencias de un pacto social progresista pan-europeo? Las opciones liberales y los procesos de latinoamericanización de la Europa del Este acentúan el desequilibrio existente en el interior de la Unión a favor de Alemania. “La Europa alemana", ¿será aceptable a la larga para Gran Breta­ña, para Francia o para Rusia? Mientras tanto, la adhesión a ese proyecto perpetúa la hegemonía norteamericana global porque Alemania, como el Japón, juegan aquí la carta de las potencias regionales alineadas detrás de los Estados Unidos sobre las cuestiones de alcance mundial.

     Pero, por razones que corresponden a la historia y a lo que ésta le ha legado a Europa en cuanto a tradiciones huma­nistas y socialistas -que ya evoqué antes al proponer una com­paración entre la Revolución Francesa y la revolución norteamericana-, no descarto la posibilidad de que comience a perfilarse y termine por imponerse otro proyecto europeo, el de una Europa "social". Pero, en ese caso, será necesario reflexionar sobre lo que tal cosa pueda significar. Más allá de los términos "mágicos" cuyo sentido resulta impreciso (¿"neo-keynesianismo"?), ¿se intentará construir una Europa social “fortaleza"? ¿O una Europa social abierta? Y también, ¿cómo se manejarán las relaciones con los Estados Unidos, con el Japón y con las periferias?


El derecho burlado, la democracia amenazada

Un momento como el que vivimos, es decir, un momento de crisis estructural de la acumulación capitalista, de revolu­ción tecnológica de una amplitud decisiva, de redespliegue del imperialismo, es forzosamente un momento de gran de­sasosiego para los pueblos oprimidos y las clases trabajadoras explotadas. Pues la coyuntura que esos fenómenos conforman en conjunto permite que el capital dominante imponga la lógica exclusiva de sus propios intereses, sin tener que transigir con aquellos que son sus víctimas.

     El momento es en efecto el del desbaratamiento de las antiguas formas de organización de la producción y del tra­bajo. Por eso mismo, las formas de organización de las luchas sociales y políticas heredadas de la etapa anterior de la historia, que ya pertenece al pasado, pierden la eficacia que tuvieron y, por consiguiente, su legitimidad. Ahora bien, la cristalización de nuevas formas de organización del trabajo nunca es instantánea; exige que transcurran décadas antes de encontrar su punto de equilibrio y de estabilización relativa. Mientras tanto, en el campo de las víctimas del sistema, el desasosiego y la fragmentación ocupan la escena.

     La coyuntura se caracteriza pues por una intensificación de la violencia. En primer lugar, la de las fuerzas dominantes del capital, que tratan de imponer sus soluciones tanto en los ámbitos nacionales como en el nivel mundial. De ahí la mili­tarización de la mundialización. Violencia de unos contra vio­lencia de los otros, que a su vez adquiere las formas más diver­sas. Algunas de éstas pueden calificarse de positivas cuando se inscriben en la perspectiva de construcción de frentes de fuerzas populares y despiertan una conciencia política nueva que está a la altura de los desafíos. Otras no lo son, cuando encierran a las víctimas del sistema en callejones sin salida que los privan de la posibilidad de identificar correctamente la naturaleza de los desafíos. Por supuesto, las estrategias de las fuerzas dominantes se afanan por sembrar confusión mien­tras pueden hacerlo para evitar lo que para ellas sería lo peor: la politización positiva de los movimientos sociales populares.


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