miércoles, 1 de octubre de 2014

Economía

El Capitalismo Senil y el Nuevo Caos Mundial* 

(Primera Parte)

Samir Amin


¿Puede la etapa de la historia que atravesamos actualmente analizarse como la de una fase B de un largo ciclo Kondratief, inexorablemente seguida de una fase A de expansión renova­da? Por supuesto, habiéndose agotado la fase A precedente, basada en los equilibrios sociales de los tres modos de acu­mulación posteriores a la Segunda Guerra Mundial y en los equilibrios internacionales que los acompañaron, el sistema presenta todos los aspectos de una crisis estructural, es decir, de una fase B de ciclo largo. Esto de ningún modo permite llegar a la conclusión de que tras esta transición habrá de darse necesariamente una nueva fase de expansión. Para hacerlo, habría que aceptar la hipótesis según la cual el capitalismo es "eterno" e ignorar los signos graves de envejecimiento evidente que está manifestando.

Ahora bien, ese envejecimiento implica que el sistema se instale en un caos permanente que conducirá, o bien -en el mejor de los casos- a que se lo supere mediante el comienzo de una larga transición hacia el socialismo, o bien -en la peor de las hipótesis- a la catástrofe y al suicidio de la humanidad. Por lo demás, la tesis de la "subdeterminación" en la historia, que es la que yo defiendo, fundada en la autonomía de las lógicas que gobiernan las diferentes instancias de la vida social, impide presagiar que las leyes de la acumulación del capital definidas por las nuevas condiciones propias del sistema contemporáneo (y particularmente, las que gobiernan la acu mulación a escala mundial en esta época de imperialismo colectivo) terminarán por imponerse a las sociedades políticas de los centros y de las periferias, que se contentarán con ajus tarse a sus exigencias.

El caos se traducirá así en la multiplicación de conflictos cuyas geometrías, de dimensiones variables, definen escena ríos diferentes y tan numerosos como pueda uno imaginarse libremente. Todos los "proyectos" ya iniciados o avanzados en su ejecución encuentran un lugar en este marco general. En esta perspectiva, el "proyecto europeo" podría, o bien desaparecer progresivamente, si las tendencias actuales se prolongan, o bien, renacer y hasta adquirir nuevas dimen siones políticas y sociales (pero entonces habrá que identificar en qué condiciones). El proyecto de "socialismo de mercado" al modo chino podría tanto afirmarse con mayor rigor e ins­cribirse así en la larga transición al socialismo, como, por el contrario, desmoronarse y aniquilarse (y también en este caso será necesario precisar las condiciones propias de cada uno de esos escenarios posibles). La hegemonía de los Estados Unidos podría mantenerse y definir un "siglo XXI norteame­ricano" como imaginan algunos (y con frecuencia lo desean) o, por el contrario, derrumbarse.

En su dimensión social, el caos se traduce necesariamente en la decadencia de la democracia, que puede adoptar formas múltiples según los lugares y los momentos, en virtud del ascenso de ideologías culturalistas de sustitución que encie­rran a los pueblos en el estancamiento y la impotencia ante los desafíos reales que deben afrontar y mediante el "desprecio del derecho". También puede ocurrir que los pueblos, a pesar de todo, reaccionen positivamente a esas formas de regresión social, política y cultural, y permitan así que se cristalicen elementos de alternativas que se inscriban, a su vez, en la larga transición que conduzca "más allá" del capitalismo.

El capitalismo senil

1. La crisis estructural en la cual se ha encerrado el capi­talismo contemporáneo probablemente no corresponda a una "transición" que será superada por una nueva fase de expansión capitalista mundializada. Lo que vemos perfilarse, muy por el contrario, son signos indicadores de la "senilidad" del capitalismo y, por lo tanto, de la necesidad objetiva que tiene la humanidad en su conjunto de emprender el camino del socialismo. Y digo emprender este camino, el de una "larga transición", y no "construir" el socialismo en uno u otro lugar.

Primer rasgo de senilidad: el alcance en el largo plazo de la revolución científica y técnica en curso.

Si esta revolución -y, en particular, la informática con la automatización que promueve- se expresa por el hecho de que puede obtenerse una mayor producción material con menos trabajo (poco trabajo, pero en proporciones cada vez mayores de trabajo altamente calificado) y, a la vez, con menos capital (menos inversiones fijas), hay que llegar a la conclusión de que el modo de producción capitalista ha agotado su rol histó­rico, pues el capitalismo se funda en la dominación que ejerce el capital sobre el trabajo, dominación que ahora va perdiendo consistencia en su punto de impacto. En otras palabras, las relaciones sociales capitalistas ya no permiten perseguir una acumulación continua, que era la que definía su función histó­rica. Esas relaciones han llegado a ser un obstáculo para la búsqueda del enriquecimiento de las sociedades humanas. De modo que hoy se ha convertido en una necesidad objetiva establecer otras relaciones basadas en la abolición de la pro­piedad privada del capital. No para "corregir" el esquema de la distribución del ingreso (en favor del trabajo), que el capita­lismo tiende por sí mismo a hacer cada vez más desigual, sino más que eso, a fin de permitir que se retome un creci­miento de la riqueza material que, actualmente, sobre la base de las relaciones sociales capitalistas, se ha hecho imposible. Dicho de otro modo, en toda su historia, el socialismo nunca estuvo tan a la orden del día de las exigencias objetivas del progreso de la civilización como lo está en la actualidad.

Segundo rasgo de senilidad: el imperialismo colectivo de la tríada que opera sobre el conjunto del sistema mundial ya no permite la prosecución del desarrollo capitalista "depen­diente" de las periferias.

El imperialismo de las etapas históricas anteriores de la expansión capitalista mundial se basaba en un rol "activo" de los centros, que "exportaban" capitales hacia las periferias para modelar en ellas un desarrollo asimétrico, que puede calificarse con justicia de dependiente o desigual. Por cierto, esas "exportaciones" permitían, a su vez, extraer un superávit proveniente del exceso de trabajo explotado en las periferias, de modo que ese "reflujo de ganancias" podía ser superior al flujo de las exportaciones de capitales.

El imperialismo colectivo de la tríada, y particularmente el del "centro de los centros" (los Estados Unidos), ya no funciona de esta manera. Los Estados Unidos absorben una fracción notable del superávit generado en el conjunto mun­dial y la tríada ya no es una exportadora significativa de capi­tales hacia las periferias. El superávit que ella bombea desde las periferias, por diversos motivos (la deuda de los países en vías de desarrollo y los países del Este) ya no es la contrapar­tida de nuevas inversiones productivas que serían financia­das por la tríada. El carácter parasitario de ese modo de fun­cionamiento del conjunto del sistema imperialista es, por sí mismo, un signo de senilidad que pone en el primer plano de la escena la creciente contradicción centros/periferias (llama­da "Norte/Sur").

Los hacedores de los discursos ideológico-mediáticos del momento celebran este "repliegue" de los centros sobre sí mis­mos, que "abandonan" las periferias a "su triste suerte", como la prueba de que ya no habría "imperialismo", porque el Norte puede prescindir del Sur. Declaraciones no sólo desmentidas cotidianamente en los hechos (¿por qué existen entonces la OMC, el FMI y las intervenciones de la OTAN?), sino además negadoras de la esencia de la ideología burguesa original, que sabía afirmar su vocación universal. Esta vocación abandonada en favor del nuevo discurso del culturalismo llamado "posmodernista", ¿no es en realidad el símbolo de la senilidad del sistema que ya no tiene nada que proponerle al 80 % de la población del planeta?

2. Tomados en conjunto, estos dos elementos de senilidad se expresan mediante la sustitución de la "destrucción crea­dora" por un modo de "destrucción no creadora". Aquí hago mío el análisis propuesto por J. Beinstein:1 hay "destrucción creadora" (término de Schumpeter) cuando en el punto de su partida hay una aceleración de la demanda; mientras que, si en el momento de partida tenemos una desaceleración de la demanda, la destrucción que produce toda innovación tecno­lógica deja de ser creadora. También se puede analizar esta transformación cualitativa del capitalismo en los términos pro­puestos por Ankie Hoogvelt:2 el paso de un capitalismo en expansión (expanding capitalism) a un capitalismo en contrac­ción (shrinking capitalism).

El sistema mundial no ha entrado en una nueva fase "no imperialista", que entonces podría calificarse como "postim­perialista". Por el contrario, su naturaleza es la de un sistema imperialista exacerbado al extremo (extracción sin contra­partida). El análisis que propone Toni Negri3 de un "Imperio" (sin imperialismo), en realidad, de un imperio limitado a la tríada y que ignora al resto del mundo, se inscribe desafortu­nadamente en la tradición del occidentalismo y, a la vez, en el discurso de las corrientes de esta época. Espero vivamente que Negri corrija esta desviación. La diferencia entre el nuevo imperialismo y el anterior radica en otra parte, en el hecho de que el imperialismo del pasado se declinaba en plural (los "imperialismos" en conflicto), en tanto que el nuevo es colec­tivo (una tríada, por más que se sitúe bajo el ala de la hege­monía de los Estados Unidos). Por ello, los "conflictos" entre los socios de la tríada sólo operan con una resonancia menor, ya que el tono mayor está dado por el conflicto tríada/resto del mundo. El eclipse del proyecto europeo detrás de la hege­monía norteamericana se sitúa en este contexto.

La conclusión política más grave que extraigo de este análisis es que la prosecución de las estrategias aplicadas por el capital transnacional dominante de la tríada exigirá una intensificación de la intervención militar de los Estados Uni­dos y de la OTAN, que a su vez reproduce la hegemonía de Washington y refuerza el alineamiento de Europa y del Ja­pón con los Estados Unidos. Partiendo de este análisis, tam­bién llego a la conclusión de que es poco probable que se dé una nueva etapa de expansión capitalista que opere en el mar­co del imperialismo colectivo renovado, aun cuando "en teo­ría" -en los papeles- siempre es posible imaginarlo y construir un escenario conforme a sus exigencias. La geometría de los conflictos posibles que yo propondré luego tendrá en cuenta esta conclusión.

La senilidad del capitalismo no se expresa exclusivamente en las esferas de su reproducción económica y social. También se manifiesta en los ámbitos de la práctica política y del discurso ideológico. La decadencia de la democracia, la extin­ción de la cultura ciudadana (aunque sólo sea burguesa) en beneficio de una cultura del espectáculo, para retomar la ex­presión fuerte de Guy Debord,[4] que analicé anteriormente, son también signos y efectos de este envejecimiento.

*El presente trabajo es el capítulo 6 del libro Más Allá de Capitalismo Senil. Por un Siglo XXI no Norteamericano, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2005, pp.155-201. En próximas ediciones publicaremos las partes restantes. (Nota del Comité Editorial).

Notas
[1] Jorge Beinstein, La Larga Crisis de la Economía Global, Buenos Aires, Corregidor, 1999.
[2] Ankie Hoogvelt, Globalization and Post Colonial World, Palgrave, 1997.
[3] Antonio Negri Michael Hardt, Imperio, Barcelona-Buenos Aires- México, Paidós, 2002.



Cambios y Grietas en la Economía Mundial y la Rivalidad Entre las Grandes Potencias: Lo Que Está Pasando y Qué Consecuencias Podría Traer

(Cuarta Parte)


Raymond Lotta



El Resurgimiento del  Imperialismo Ruso

He aquí la cuarta entrega sobre los importantes cambios que se están operando en la economía mundial imperialista, y algunas implicaciones geopolíticas mayores.

El análisis empieza repasando las recientes tendencias e importantes sucesos en la economía mundial, seguido de un examen del ascenso de China en el sistema mundial y su mayor capacidad de proyección de poder en el mundo, y de la Unión Europea y su surgimiento como bloque imperialista altamente integrado, coordinado y con mayor agresividad.

Estados Unidos sigue siendo la potencia imperialista dominante en el mundo en los frentes económico y militar. Es el guardián del orden capitalista mundial que beneficia, al menos por el momento, a todas las grandes potencias. Pero se está debilitando su posición mundial. A su vez, crece el potencial de que varias potencias, o alianzas de potencias, representen desafíos internacionales más formidables al imperialismo estadounidense, en los frentes económico y estratégico.

El ascenso de China es quizá el movimiento tectónico más importante en el terreno económico mundial, pero el resurgimiento del imperialismo ruso es quizá el cambio más dramático e inesperado.
Hace una década, la economía rusa estaba casi postrada. Hoy, la clase dominante rusa maneja un creciente poder económico en el mundo e impulsa una agenda estratégica que entra en conflictos más agudos con el imperialismo estadounidense.

I. El Fin de la Guerra Fría, Transición Económica y Crisis: 1991-1998

Por unos 35 años, la Unión Soviética fue una sociedad auténticamente socialista. La revolución soviética de 1917 dio origen a una economía que no estaba basada en la explotación. Tomó medidas radicales e inspiradoras para arrancar de raíz la opresión de la mujer y obtener la igualdad entre nacionalidades. Pero la Unión Soviética dejó de ser socialista a mediados de los años 50.

Una nueva clase burguesa subió al poder y transformó la sociedad en una forma específica de capitalismo-imperialismo. En ella, una burguesía estatal explotaba a la fuerza de trabajo asalariado, y la competencia entre los bloques de capitales se daba en el marco de la propiedad estatal. Cuando se derrumbó la Unión Soviética en 1991, también se vino abajo el capitalismo de estado.

La guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética tocó fin con el ocaso y la desintegración de la Unión Soviética. Constituyó un cambio decisivo en la situación mundial. Generó nuevas oportunidades estratégicas y económicas para el imperialismo estadounidense: para hacer inversiones, solucionar conflictos en varias partes del mundo (como la lucha en Sudáfrica) a su favor y extender su alianza militar principal, la OTAN, hacia Europa oriental.
En Rusia, un nuevo régimen, liderado por Boris Yeltsin y con el apoyo de Estados Unidos, procuró reestructurar la economía de manera similar a los organismos y las prácticas de los países capitalistas occidentales. Abrió sus puertas de par en par a los inversionistas occidentales. Una nueva Rusia estaba surgiendo en el marco del dominio mundial estadounidense.

A). Reformas económicas en los años 90

El régimen de Yeltsin, ante presiones y ayuda de asesores occidentales y el Fondo Monetario Internacional dominado por Estados Unidos, llevó a cabo diversas reformas para remozar la economía y estimular el crecimiento. Eliminó la reglamentación de los precios, tales como los subsidios especiales y los controles del gobierno sobre los precios. Apoyó el establecimiento de mercados financieros y de valores. Presidió un enorme programa de privatización, que vendió las empresas estatales a precio de remate a inversionistas particulares y grupos de inversión. Recortó los gastos sociales.

El FMI facilitó créditos y préstamos a condición de que el gobierno impusiera y llevara a cabo esta “terapia de choque”.
La privatización tuvo los efectos más arrolladores de las reformas. En la ex Unión Soviética, se realizaron las actividades financieras, comerciales e industriales sobre todo por medio de empresas estatales. En 1997, el sector privado generaba más del 70% de la producción económica de Rusia.

Nacieron muchas nuevas empresas particulares, pero el control cayó en manos de una nueva capa poderosa pero pequeña de acaudalados inversionistas y empresarios. Sacó enormes ganancias y acumuló enormes riquezas de la compra, venta y consolidación de los derechos a la propiedad de las antiguas empresas del estado.

La veloz reestructuración de la economía rusa no dio pie a su crecimiento y recuperación. Los préstamos e inversiones directas del extranjero no entraron al grado que anticipaban los gobernantes. Dispararon la corrupción y las ganancias especulativas cortoplacistas. Se agravaron las riñas intestinas en la clase capitalista. Cayeron bruscamente las inversiones industriales. Rusia entró en crisis.

Las cifras son sorprendentes: de 1991 a 1997, la producción económica de Rusia cayó en más de 40% (o sea, más de lo que pasó en Estados Unidos durante la depresión de los años 30). La tasa de desempleo promediaba de 13 a 15%.

En la población general, cundieron los efectos duros de la “terapia de choque”. Aumentaron de manera importante las disparidades salariales. El deterioro de los servicios públicos básicos y la dislocación generalizada generaron un fuerte aumento del crimen, enfermedades mentales y la tasa de suicidio. La esperanza de vida cayó de 70 a 65 años, que no tiene precedente en las sociedades industriales modernas en tiempos de paz.

B). Factores internacionales y la crisis de 1998

He aquí la dinámica que operaba: la economía ineficiente y caótica de Rusia no podía “enchufarse” de manera competitiva y rentable a la economía mundial; a su vez, la inestabilidad de la economía capitalista mundial pesaba en Rusia.

En el verano de 1997, una gran crisis financiera sacudió al este de Asia. Los inversionistas se retiraron de los mercados de divisas, acciones y bienes raíces. Aumentaron las presiones sobre Rusia. Ésta tuvo por pagar préstamos de bancos y gobiernos de otros países, pero había pocos indicios de crecimiento económico.
Rusia no pudo hacer los pagos de sus préstamos. Se erosionaba rápidamente la confianza de los inversionistas. El 13 de agosto de 1998, colapsaron los mercados de divisas, bonos y valores. La moneda rusa, el rublo, se devaluó en un 60% en unos cuantos meses. Quebraron cinco de los diez bancos principales. Cayeron los salarios reales dos tercios. Yeltsin perdió casi toda credibilidad.1

Cabe dar un paso atrás para ver la situación en perspectiva histórica.

El colapso del bloque imperialista liderado por la Unión Soviético en 1990-1991 abrió paso a una nueva ola de globalización bajo el dominio estadounidense. Los mercados y las regiones del mundo, tal como el antiguo bloque soviético, se abrieron más a los capitales imperialistas. Se estaba desarrollando una economía manufacturera mundial integrada basada en la mano de obra barata, y China se transformaba en la “maquiladora” para el capitalismo internacional.

El capitalismo monopolista ruso se incorporó en esta economía mundial más globalizada pero con dos desventajas. Primero, se incorporó desde una posición de debilidad interna. La economía rusa estaba plagada de algunas ineficiencias industriales que quedaban de los años 70-80, y la privatización y la desregulación de los precios de los años de Yeltsin tuvieron, al comienzo, efectos desestabilizadores.
Segundo, el contexto internacional externo les era desfavorable al capital ruso. Por la turbulencia de los mercados financieros internacionales, era difícil estabilizar el rublo y atraer inversiones de otros países. En el mercado mundial, había bajos precios del petróleo, el gas natural y otras materias primas, que son mercancías que abundan en Rusia. Todo eso restringió la capacidad rusa de aumentar sus ingresos por concepto de exportación.

En los años 90, el imperialismo estadounidense bajo el presidente Clinton tomó medidas agresivas para limitar el margen de maniobra del imperialismo ruso. Específicamente, Clinton presionó para que la OTAN, la alianza militar liderada por Estados Unidos en Europa occidental, se expandiera hacia los países del antiguo bloque soviético en Europa oriental y el Báltico y que los incorporara a sus filas.

II. La Presidencia de Putin: Un Nuevo Proyecto Imperial en un Ambiente Mundial Cargado y Diferente

La crisis financiera de 1998 fue una especie de punto de viraje. La economía rusa tocó fondo. La lucha interna de la clase dominante rusa se intensificaba, sobre cuestiones de control y administración económicos, y de política y postura internacional. En ese marco, empezó a configurarse “una nueva postura de contienda, capitalista pero con la restauración de la primacía de la dirección estratégica del estado y una ideología en general ‘euroasiática’ [menos orientada hacia el Occidente]”.2

A). Una reestructuración

Vladímir Putin planteó y luchó por esta nueva orientación.

En lo político y económico:

·         Reconstruir el poder del estado ruso.

·         Romper el poder de quienes las fuerzas de Putin llamaban las “nuevas oligarcas”, o sea, el nuevo sector de inversionistas acaudalados; arrebatarles el control de sus propiedades, en particular las compañías de gas y petróleo; y restablecer un fuerte control estatal sobre los sectores energético, bancario y de comunicaciones (para amortiguar a la oposición).

·         Dar prioridad a las industrias de materias primas, como el gas natural y el petróleo, y metales y minerales, y aprovecharse económica y estratégicamente de la creciente demanda mundial de materias primas industriales. Rusia tiene las mayores reservas mundiales de gas natural y es el segundo productor mundial de petróleo.

·         Reactivar la industria militar paraestatal y aumentar su participación en el mercado mundial de armamento, y expandir y reestructurar la financiación de las fuerzas armadas nacionales.

En lo geopolítico:

·         Reestablecer la influencia rusa en la región que los gobernantes rusos llaman el “exterior cercano”. Se trata de países como Georgia y Ucrania, y otros del Cáucaso y Asia central, que fueron parte de la antigua Unión Soviética, pero se independizaron tras su colapso.

·         Contrarrestar el imperialismo estadounidense “mirando hacia el Oriente” (a China) para una alianza geopolítica, y “mirando hacia el Occidente” para amarrar relaciones geopolíticas con la Unión Europea, el bloque económico-política dirigido por las potencias imperialistas oesteeuropeas.

En lo ideológico, Putin quería avivar un ambiente y movimiento político de chovinismo nacional para crear una base social para el imperialismo ruso resurgente.

B). El entorno internacional

Una combinación de factores internacionales favorables posibilitó que Putin ejecutara ese programa: el mayor precio de energéticos; el crecimiento rápido de la economía china; y la ampliación de la Unión Europea, la consolidación del euro (su moneda) y su papel creciente en transacciones internacionales, como el petróleo (ver la parte 3 de esta serie, “La Unión Europea como potencial rival al dominio de Estados Unidos” en Revolución #138, 3 de agosto, 2008, en revcom.us).

Al mismo tiempo, otro factor internacional le presentó a la clase dominante rusa una nueva necesidad.

El régimen de Bush se había aprovechado de los ataques del 11-S para lanzar una guerra por un imperio estadounidense mayor, bajo el pretexto de una “guerra contra el terror”. El objetivo de esa “guerra ilimitada” ha sido asegurar la dominación estadounidense del mundo por muchas décadas más. Su primera acción fue derrocar al régimen del Talibán de Afganistán.

Como parte de los preparativos para la guerra de Afganistán, Washington empezó a establecer bases militares en varios países de Asia central. Ahora el imperialismo estadounidense estaba justo en la frontera rusa, con una mayor capacidad militar de ejercer su influencia mucho más allá de Afganistán, e intensificaba la contienda por el control de la producción y transporte del petróleo y gas natural en Asia central.

III. El Resurgimiento Energético y Militar

De 1999 a 2007, la economía rusa creció en un 7% al año, más que cualquiera de los otros países industrializados importantes del G-8. La bolsa de valores rusa tiene una de las tasas de crecimiento más rápidas del mundo.3 Hoy, Rusia tiene las terceras reservas mundiales de divisas, después de China y Japón. Tiene reservas de divisas en dólares, euros y otras monedas importantes por concepto de la exportación y de varios flujos de capital, y sus decisiones de vender dólares o guardarlos pueden influir en el poder internacional del dólar de una manera significativa.4

      La reactivación de la economía rusa se debe a dos factores relacionados.

    Primero, el precio del mercado mundial para el petróleo, el gas natural y otras materias primas subió durante la primera década del nuevo milenio, y las ganancias rusas de exportación se dispararon como consecuencia.

     Segundo, el crecimiento de las exportaciones ha estimulado la economía rusa más allá de los sectores de materias primas; ha reactivado una parte de la capacidad industrial ociosa de antes de 1991. Las ganancias de las exportaciones también han posibilitado la importación de equipo y tecnología avanzados para actualizar, en parte, esa capacidad industrial anticuada.

      Un especialista progresista en asuntos rusos parece tener razón al decir que un elemento básico del proyecto imperial de Rusia es “usar los recursos del país como palanca para desempeñar un mayor papel en los asuntos mundiales y forjar mayores oportunidades para la internacionalización de los capitales rusos”.5

A). Los energéticos como sector estratégico

Mientras la economía rusa repuntaba, Putin supervisaba la consolidación de los sectores de gas natural y petróleo. Estableció el control estatal de las nuevas fuentes de energéticos más prometedoras del lejano oriente del país y estrictas condiciones de operación para las compañías energéticas de otros países.

      Gazprom, la compañía de gas natural, es el eje del estratégico sector energético de Rusia. Contribuye el 8% del producto interno bruto del país. El gobierno tiene la mayoría de las acciones. Dmitry Medvedev, quien a principios de 2008 le siguió a Putin como presidente de Rusia, antes era el presidente de Gazprom.

        Gazprom es la mayor compañía productora de gas natural del mundo. Es la tercera compañía del mundo, después de Exxon-Mobil y GE. Controla de un cuarto a un tercio de las reservas mundiales de gas natural y tiene la mayor red de gasoductos del mundo.6

         Mediante Gazprom, Rusia controla las rutas de suministro y exportación de gas natural del mar Caspio y Asia central a Europa. Tiene una serie de acuerdos con los gobiernos de Kazajstán, Turkmenistán y Uzbekistán.

      Gazprom también ha estado aumentando su presencia directa en el mercado europeo, mediante la compra de compañías oesteeuropeas o de acciones en esas compañías, la construcción de infraestructura y lo que se llaman “permutas de valores”, en que el capital oesteeuropeo compra valores en los campos petrolíferos y de gas natural rusos, mientras Rusia compra valores de centros de transporte y de producción oesteeuropeos.

         Europa occidental depende de Rusia para casi el 25% del gas natural que consume. Para 2010, el Gasoducto Noreuropeo que va debajo del mar Báltico será un lazo adicional entre Rusia y Alemania. Rusia, a su vez, necesita el mercado europeo, pues Europa compra el 75% de las exportaciones rusas de petróleo crudo.7

        Rusia bajo Putin quiere ampliar su influencia en Europa amarrando tratos energéticos de largo plazo y debilitando la alianza entre la OTAN y la UE. La cooperación industrial-tecnológica entre Rusia y EADS, la compañía aeroespacial oesteeuropea, va en aumento y Rusia quiere adquirir más acciones.

     Por otra parte, unas fuerzas de la Unión Europea se preocupan que la creciente dependencia en los energéticos rusos pueda limitar su libertad de acción, y la UE ha estado buscando diversificar sus fuentes energéticas al mismo tiempo que sus lazos económicos con Rusia se han profundizado.

       Rusia ha utilizado los energéticos como arma política. Por un rato en enero de 2006, dejó de suministrarle gas natural a Ucrania. Ucrania fue una república de la antigua Unión Soviética, pero es ahora un estado independiente que busca ingresar a la OTAN.

B). Las dimensiones militares

El gobierno de Putin, con las arcas forradas de ganancias de las exportaciones, aumentó el presupuesto militar. Rusia ahora tiene el tercer presupuesto militar del mundo (cuando se lo mide en términos de su poder adquisitivo relativo).8

       De 2003 a 2007, Rusia fue el segundo vendedor mundial de armamento, siguiendo de cerca a Estados Unidos.9 Depende mucho de la exportación de armas para mantener su base industrial y tecnológica. La producción de armamento es un sector en que el gobierno de Rusia ha desarrollado y desplegado una tecnología de punta.

        La venta y la transferencia de armas es también una manera en que Rusia extiende su influencia geopolítica por Asia central, el Medio Oriente y Latinoamérica. (Venezuela es un cliente importante). La entrega de sistemas avanzados de armas al gobierno de Irán le ha permitido a Rusia extender su presencia en el Medio Oriente e influir en la libertad de acción de Estados Unidos hacia Irán sin confrontar directamente al imperialismo estadounidense.

C). La realidad

La reactivación de la economía rusa no ha llevado a una sociedad más justa.

       En algunos sectores industriales, obligan a los obreros a trabajar muchas horas extras. Han recortado o eliminado pensiones de jubilación. Tras la reactivación económica, han subido los ingresos y los salarios, pero persiste mucha desigualdad social. En 2005, el promedio de ingresos del 10% más rico de la población era 15 veces mayor que el del 10% más pobre. Este año, Forbes informó que Rusia cuenta con 87 multimillonarios con un patrimonio total de medio billón (500 millón de millón) de dólares, o, el segundo del mundo en número de multimillonarios, después de Estados Unidos.10

    Uno de los secretos sucios de la recuperación de Rusia es que los trabajadores inmigrantes juegan un papel cada vez más importante en el funcionamiento de la economía. Según algunos cálculos, hay 14 millones de trabajadores extranjeros legales e indocumentados en Rusia, lo que equivale al 10% de la población.11 Los ataques racistas e incidentes anti-inmigrantes están en aumento.

       La falta de servicios médicos sigue siendo un problema social importante. Aún en 2005, uno de cada cinco hospitales en Rusia carecía de agua caliente y tratamiento de aguas residuales.12

       Prospera la economía informal, entrelazada con el crimen organizado. Rusia es un punto de tránsito importante para la industria internacional del sexo.

IV. La Rivalidad Entre Las Grandes Potencias en Asia Central: La Conexión China

Rusia es única entre las potencias imperialistas importantes porque no depende de la importación de energéticos. Pero como toda potencia imperialista, tiene una necesidad de expandirse en el mundo. En particular, controlar la producción de energéticos y los gaso y oleoductos centroasiáticos es un elemento fundamental para su expansión económica y su acumulación de poder estratégico.

Al mismo tiempo, el imperialismo estadounidense tiene sus propios planes y programa para expandir su influencia y control, y contrarrestar la influencia rusa, en Asia central y la región del mar Caspio.

A). Rivalidad en energéticos

La región del mar Caspio la componen ocho países nuevos que se formaron cuando se desintegró la Unión Soviética, entre ellos Azerbaiján, Georgia y Kazajstán, más Rusia e Irán. Tiene la potencial de ser un productor importante de gas natural y petróleo en la próxima década. Ha atraído considerables inversiones de las petroleras internacionales.

        Hasta ahora, el imperialismo ruso ha tenido un acceso privilegiado a los recursos energéticos de Asia central y un monopolio casi perfecto del transporte de gas natural de esa región. Pero últimamente se está intensificando la competencia sobre el control del movimiento del petróleo y gas natural de la cuenca del mar Caspio hacia los mercados en Europa y Asia.

       Compañías estadounidenses, oesteeuropeas y japonesas han colaborado para la construcción del oleoducto BTC que transporta petróleo de Azerbaiján a Turquía por Georgia sin tocar a Rusia. Estados Unidos ha financiado fuertemente y apoyado políticamente ese oleoducto para reducir la influencia rusa.13

       Rusia y Estados Unidos se compiten intensamente en esta región, por medio de maniobras diplomáticas, el establecimiento de bases militares, acuerdos sobre armamento, ejercicios militares y alianzas de seguridad. Recientemente, la competencia imperialista ha estallado en un conflicto militar abierto entre Rusia y Georgia, un aliado estrecho de Estados Unidos.

       Estados Unidos ha protagonizado la transformación de Georgia en una cabeza de puente para el imperialismo estadounidense y occidental en la región. Rusia, por su parte, ha apoyado a regiones separatistas, y considera la región del Cáucaso y del mar Caspio como una “zona de influencia especial”, cada vez más conforme la OTAN se extiende hacia el este.

B). Alianza emergente entre Rusia y China

Tras grandes cambios en la economía mundial y el crecimiento de rivalidades entre las grandes potencias, el imperialismo ruso se ha aliado más estrechamente con China y su economía capitalista más grande y dinámica.

        China es el segundo socio comercial de Rusia, después de Alemania. Su enorme peso financiero ha hecho posible un número creciente de empresas conjuntas de exploración entre empresas estatales petroleras rusas y chinas en el Lejano Oriente de Rusia. También es el principal cliente ruso para armamento desde hace 15 años.

       Tanto Rusia como China están maniobrando para posiciones en Asia central. Los dos han denunciado a Estados Unidos por entrometerse y tratar de forjar una red de avanzadas para el abastecimiento militar en la región. Tienen intereses mutuos de combatir a los movimientos islámicos fundamentalistas que se oponen a los gobiernos en funciones y propagan el separatismo.14

       En 2001, se unieron para formar la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), una alianza militar y de seguridad en Asia central. Sus otros principales estados integrantes son Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán. Irán e India tienen estatus de observadores en la OCS.

          La OCS ha cambiado la dinámica en Asia central. En 2005, Rusia y China apoyaron al presidente acuciado de Uzbekistán y a su represión de toda protesta. De ahí Uzbekistán corrió a las fuerzas estadounidenses del país. En 2005, la OCS condujo sus primeros ejercicios militares en China, y el año pasado condujo sus primeros ejercicios militares en Asia central.15

        La OCS representa un cambio importante en las relaciones internacionales.

V. Conclusión: Unos Temas y Cuestiones Para Considerar

Ante el resurgimiento del imperialismo ruso, se plantean varios temas y cuestiones:

·                       El imperialismo ruso se ha beneficiado del pico de largo plazo en el precio de energéticos. Pero su estructura económica tiene un sesgo hacia la exportación de energéticos (y su industria energética también requiere considerable renovación tecnológica). ¿Qué pasaría si se disminuyen o se desploman los precios de energéticos? Queda claro que los arreglos económicos actuales no servirían. Rusia ha acumulado reservas de divisas, y el rublo se ha fortalecido al ritmo del aumento del precio de energéticos. La crisis del rublo de 1998 devastó la economía rusa. ¿Qué tan seguras están las estructuras financieras de este imperialismo resurgente?

·             La industria rusa aún no funciona al nivel del costo ni de la calidad del mercado mundial, y no recibe la inversión necesaria para producir a ese nivel, lo que es el punto débil de la formación de capital rusa que limita su alcance y competitividad internacional.

·               La relación entre Rusia y la Unión Europea (UE) es compleja y contradictoria. Si la UE llegara a vincularse más estrecha y estratégicamente con Rusia y así reuniera su fuerza económica muy superior con la capacidad militar superior rusa, eso podría cambiar de manera cualitativa la configuración entre las grandes potencias en el mundo. De hecho, parte del motivo estadounidense por penetrar más agresivamente en Asia central es limitar los vínculos entre Rusia y la UE en energéticos.

·                    ¿Si se tambaleara la economía rusa, cómo afectaría eso sus lazos con China? Si de repente se diera una sacudida inesperada y repentina en China, lo que podría incluir trastornos políticos o sociales, ¿cuál sería el impacto sobre la situación internacional general, p.e., los cálculos estratégicos de Rusia?

·          Por otro lado, si Rusa siguiera creciendo, empezando a modernizar su base industrial e impulsando su agenda global, ¿cómo reaccionaría o actuaría “de manera preventiva” el imperialismo estadounidense ante los retos que percibiría de Rusia y de un emergente bloque de China y Rusia?

   La economía y la política globales están en un gran estado de cambio. Se están dando movimientos dramáticos en el terreno sobre el cual se rivalizan las grandes potencias y sobre el cual se desarrollan las luchas sociales, de clase y revolucionarias.

Notas
[1] Un análisis de los años de Yeltsin y la crisis 1998 se halla en Gregory L. Freeze, comp., Russia: A History (Oxford: Oxford University Press, 2002), capítulos 14 y 15.
[2] Kees van der Pijl, Global Rivalries: From the Cold War to Iraq (Londres: Pluto, 2006), p. 356.
[3] Más sobre la economía rusa después de 1999 se halla en Vladimir Popov, “Resurgent Russian Economy?”, International Journal, primavera 2008; y Lucio Vinhas de Souza, A Different Country: Russia’s Economic Resurgence (Bruselas: Centre for European Policy Studies, 2008), www.ceps.eu.
[4] Un análisis detallado del fortalecimiento del rublo y cómo eso podría afectar el régimen internacional del dólar se halla en Juliet Johnson, “Forbidden Fruit: Russia’s Uneasy Relationship With the U.S. Dollar”, Review of International Political Economy, 15:3 (agosto 2008).
[5] Tony Wood, “The Putin Era,” New Left Review, marzo-abril 2007 (44), p. 68.
[6] La posición de Gazprom como tercera corporación del mundo en tamaño se basa en su capitalización en el mercado. Ver Souza, Russia’s Economic Resurgence, pp. 73-82.
[7] Agencia Internacional de Energía, World Energy Outlook 2004 (París: AIE, 2004), p. 284; Michael Richardson, “Russia Puts Energy Importers Over a Barrel”, YaleGlobal On Line, 10 julio 2007, www.yaleglobal.yale.edu.
[8] Military Expenditure: SIPRI Yearbook 2008: Armaments, Disarmament and International Security (Oxford: Oxford University Press, 2008), Apéndice 5A.
[9] The Economist, “The World's Biggest Arms Exporters”, 26 julio 2008, www.economist.com.
[10] Dmitri Trenin, “Getting Russia Right”, The Globalist, 8 mayo 2008, www.theglobalist.com; Luisa Kroll, “World’s Billionaires”. Forbes.com, 5 marzo 2008.
[11] Datos de la Dirección Federal de Migración de Rusia, citados en Vinhas de Souza, Russia’s Economic Resurgence, p. 92.
[12] Economist Intelligence Unit, Russia Country Profile 2006, p. 24.
[13] Más sobre la rivalidad entre Estados Unidos y Rusia en la región del mar Caspio se halla en Michael T. Klare, Rising Powers, Shrinking Planet (Nueva York: Metropolitan Books, 2008), capítulo 5.
[14] Más sobre las relaciones entre China y Rusia y las maniobras hacia una alianza se halla en Andrew Kuchins, “Russia and China: The Ambivalent Embrace”, Current History, octubre 2007; y Alexei D. Voskressenski, “The Rise of China and Russo-Chinese Relations in the New Global Politics of Eastern Asia” (2007), en línea.
[15] Un análisis de los ejercicios militares de la Organización de Cooperación de Shanghai de 2005 y 2007 se halla en Roger N. McDermott, The Rising Dragon: The SCO Peace Mission 2007, Occasional Paper, www.jamestown.org.

«Economía y Filosofía en el Capital de Marx: La Teoría Laboral del Valor»
II Parte:
Resumen de El Capital de Marx:
Los Tres Libros

(Décima Parte)

Diego Guerrero

XII. División del trabajo y manufactura. Más allá de la cooperación simple tenemos la “cooperación fundada en la división del trabajo”, típica de la manufactura, o “periodo manufacturero” del capitalismo (desde mediados del siglo XVI al último tercio del XVIII). La manufactura surge de dos maneras. La primera, reuniendo en un taller, bajo el mando de un capitalista, a trabajadores de “oficios artesanales diversos e independientes”, como, por ejemplo, en la manufactura de coches y carrozas. Un cambio esencial es el proceso de “unilateralización” del trabajo, por el que los antiguos artesanos pierden poco a poco su capacidad de realizar su antiguo trabajo en toda su amplitud, y se convierten en simples “obreros parciales” que forman parte de la nueva asociación. Se trata, por tanto, de la “combinación de oficios artesanales autónomos que pierden su autonomía”. La segunda forma sigue el camino inverso (por ejemplo, en la producción de agujas): muchos artesanos que producen lo mismo o algo similar son utilizados simultáneamente por un mismo capital en un mismo taller, aunque sigan trabajando en principio a la manera artesanal (haciendo la mercancía íntegra), hasta que poco a poco se origina su “disgregación” o división sistemática de su trabajo dentro de esa cooperación. En ambos casos, se trata de un “mecanismo de producción cuyos órganos son hombres” (no medios objetivos), y en ambos la base técnica sigue siendo artesanal, una base “estrecha” que depende de la “destreza” o “virtuosismo” individuales (por la “índole semiartística de su labor”).

Este mecanismo vivo de la manufactura —el obrero colectivo— aumenta la productividad respecto a la artesanía independiente: cierra los “poros” de la jornada laboral individual que antes necesitaba interrumpirse al pasar de una actividad a la siguiente; incrementa la intensidad del trabajo; y consigue aumentar, gracias a la creciente “perfección de las herramientas” de trabajo, la productividad laboral (por su mayor “diferenciación” y “especialización”, que las simplifica, mejora y multiplica, poniendo así la base material de las futuras máquinas).

La manufactura puede organizarse de dos formas: como manufactura “heterogénea”, basada en el “ensamblamiento” (caso de la industria relojera), o como manufactura “orgánica”, o secuencial (secuencia de procesos consecutivos, como en la fabricación de agujas de coser). En ambos casos, sigue siendo necesario transportar continuamente el artículo de unas manos a otras y de un proceso a otro —esto sólo se superará con la gran industria—, pero ahora la “interconexión” o “interdependencia directa” de la producción hace que cada obrero “ocupe directamente” al siguiente, por lo que el mecanismo de la manufactura “obliga a cada individuo a no emplear para su función más que el tiempo necesario”, base “técnica” del incremento de la intensidad de trabajo. Esto supone un nuevo cambio “cualitativo” (subdivisión creciente de las tareas) y a la vez “cuantitativo” (las proporciones exactas adecuadas para formar grupos de trabajo, tanto “individuales”, como grupos de “talleres” en una misma manufactura, y grupos o “combinaciones” de diversas manufacturas). De aquí surge el periodo manufacturero, ya basado en el “principio consciente” de la “reducción del tiempo de trabajo”.

Si el periodo artesanal nos legó cuatro grandes inventos —brújula, pólvora, imprenta y reloj automático; todos sucesores del molino hidráulico heredado del Imperio Romano—, la herencia del periodo manufacturero es su “maquinaria específica”: el obrero colectivo mismo, obligado ya, por la interconexión del mecanismo total, a “funcionar con la regularidad inherente a la pieza de una máquina”. En este periodo, el grado de adiestramiento necesario baja en muchos casos —los obreros “calificados” requieren menos tiempo de formación que los artesanos— o incluso desaparece —en los “obreros no calificados”—, y surge la “jerarquía” o “separación” entre ambos, con la consiguiente “escala de salarios”. En todos los casos, esta “desvalorización” de la fuerza de trabajo es un medio para la mayor valorización del capital.

Pero no debe confundirse la división “manufacturera” del trabajo (en el taller) con su división “social” (la que existe fuera del taller, ya sea en sectores, ramas o esferas de actividad, divisiones por razones fisiológicas, o debidas a la separación entre la ciudad y el campo, etc.). La diferencia no es sólo de grado sino esencial: mientras que la segunda hace, por ejemplo, que el ganadero, el curtidor o el zapatero se relacionen como productores de “mercancías” distintas (piel, cuero curtido, zapato), los obreros parciales de la manufactura no producen mercancía alguna, y sólo su producto colectivo se transforma en mercancía. Si en la segunda dominan la anarquía de la producción y la competencia, en la primera rigen el plan y la autoridad. Pero se trata de diferencias (Marx desarrolla algunas más) típicas del capitalismo, pues en formas sociales anteriores o posteriores puede ser al revés, estando la división social planificada, mientras la manufacturera puede estar muy limitada (gremios) o no existir. La división manufacturera es, pues, una creación típicamente capitalista.

El carácter capitalista de la manufacturera se expresa también en el aumento del “mínimo” de capital necesario para operar como capitalista individual, pues la división manufacturera exige, técnicamente, un número creciente de obreros y, por tanto, un volumen creciente de capital variable y constante para emplearlos a todos. Además, la unilateralidad del trabajo parcial del obrero ya no le permite vender su fuerza de trabajo fuera de la “concatenación” que existe en el taller del capitalista, del cual se ha convertido en mero “accesorio”. Esto transforma la cooperación basada en la división manufacturera del trabajo, de algo espontáneo y natural, en forma “consciente, planificada y sistemática” del modo capitalista de producción, que busca la “mutilación” del obrero individual y logra, por esa vía, el “medio para una explotación civilizada y refinada” del trabajo. Como el mecanismo colectivo es subjetivo, y no posee aún el “esqueleto objetivo” típico de la gran industria, el capital debe luchar contra la insubordinación e indisciplina de los obreros. Por otra parte, uno de sus resultados más importantes fue el “taller para la producción de los propios instrumentos de trabajo… aparatos mecánicos y máquinas”, de forma que, al desarrollarse, su propia base técnica artesanal “entró en contradicción con las necesidades de producción generadas por ella misma”, cayendo así, poco a poco, las barreras que existían para el desarrollo de la industria mecanizada.


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