domingo, 1 de noviembre de 2020

Economía

 

Reformismo Pequeño Burgués y Ley Antimonopolios 

César Risso 

EL MES DE JULIO del año en curso, en el mensaje presidencial, Martín Vizcarra, planteó que la ley antimonopolio dada por su gobierno, era una de los aportes que permitía eliminar estas prácticas que constituyen la llamada posición de dominio. 

        En el análisis que hiciéramos en aquella oportunidad planteamos lo siguiente:

 

“Con respecto a la llamada Ley Antimonopolio, se nos dice:

 

‘Por esta razón, mi gobierno aprobó la Ley Antimonopolio que es el marco legal para el control previo de operaciones de concentración empresarial, poniendo a nuestro país a la par de la mayoría de economías desarrolladas. Con este mecanismo, que exige que toda fusión empresarial con impacto en los mercados cuente con autorización previa del INDECOPI, el Estado fortalece el sistema de defensa de la competencia, con el fin de prevenir posibles abusos de monopolios u oligopolios que perjudiquen al consumidor.’

 

Las leyes antimonopolio en el mundo no han eliminado el monopolio, ni afectan significativamente a las empresas monopolistas. Solo hacen posible que el dominio monopolista de la economía mundial cambie ligeramente de forma. La época del imperialismo, de la dominación de los monopolios, está en plena vigencia, y ninguna legislación podrá borrarla. Solo el socialismo proletario podrá superar esta fase de dominación.

 

        La competencia es el aspecto formal, así como las variadas formas en la que los monopolios dominan nuestra economía y, con ella, a toda la organización burguesa de la sociedad. Pero el contenido no ha cambiado, ni cambiará mientras el capitalismo siga siendo la forma de la organización social de la producción.”1

 

Los grupos económicos de poder, con esta u otras leyes, seguirán existiendo. La competencia entre ellos puede favorecer o perjudicar eventual y temporalmente a los consumidores. Estos grupos controlan la economía de nuestro país, a través de la diversificación empresarial, en la que, haciéndose presentes en el sector productivo, de servicios, financiero, etc., controlan inevitablemente a cualquier empresario, puesto que éste estará ligado y sometido a sus intereses. 

        La libre competencia o concurrencia, o el libre mercado, dejó de existir cediendo el paso al monopolio. Este libre mercado aparece en la superficie, pero en el fondo es el dominio de los monopolios, y la competencia es la competencia entre los grupos económicos de poder. De modo que la ley antimonopolio, lo que hace es regular tibiamente esta competencia. 

        Históricamente la libre concurrencia condujo al monopolio. Por medio de esta se produjo la concentración y centralización de los capitales, hasta llegar al punto de convertirse en la época de dominio de los monopolios. De aquel periodo a la actualidad la competencia entre monopolios ha provocado dos guerras mundiales, por el reparto del mundo en la primera, y por un nuevo reparto del mundo en la segunda. Se repartieron las fuentes de materia prima y los mercados para colocar sus productos. Con estas experiencias, las guerras por sí mismas, más allá de los resultados en términos de conquista, como por ejemplo la apropiación, gestión y control del petróleo de Irak, por parte de los Estados Unidos, se convirtieron en un enorme negocio para la industria militar de los países industrializados. 

        Las crisis mundiales son también consecuencia del capitalismo en la época de dominio de los monopolios.

        Pues bien, ante esta realidad, Martín Vizcarra nos dice que con una ley dada en nuestro país va a evitar las funestas consecuencias del dominio de los monopolios. Esta afirmación de Martín Vizcarra es expresiva de su ignorancia de la época y de las leyes económicas correspondientes en la que nos encontramos, o del engaño para la justificación del actual estado de cosas. 

        En el mismo sentido, en el congreso se trata de evitar situaciones como la del elevado precio de los medicamentos debido al control de las farmacias por parte del grupo de Rodríguez Pastor. Aquí se obvia que los medicamentos que vienen del exterior son fabricados por empresas monopólicas, o que aquellos que se fabrican por laboratorios nacionales se hacen con materia prima importada de empresas monopólicas. Esto es, de algún lado en la cadena de producción y comercialización, se manifiesta el control de los monopolios. 

        La controversia en las últimas semanas acerca de la ley antimonopolio ha girado alrededor de si se implementa inmediatamente, o si se implementa el próximo año. De otro lado, algunos sectores han criticado que se haya excluido a la SBS del proceso de regulación:


“Asimismo, objetó que la norma recientemente aprobada mantenga a Indecopi como el organismo competente en un caso particular: cuando se trata de evaluar la operación de concentración de una empresa que recibe ahorros de las personas y que está en una situación que requiere de salvataje financiero. Antes, se determinó que dicho proceso estaría en manos de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) y ahora este recae en manos de la entidad fiscalizadora.”2

 

Será este un argumento técnico, o se trata de que los funcionarios de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) representan a un sector de las empresas monopólicas, y que INDECOPI representa a otro sector, trasladándose el centro de la competencia entre los grupos de poder a las atribuciones de los organismos estatales señalados.

 

        Del monopolio político de la burguesía no se dice nada. Este monopolio, o más precisamente dictadura de clase de la burguesía sobre las clases trabajadoras, pasa como democracia a secas. Es la democracia en el seno de la burguesía, que se expresa en el acuerdo y mutuo consentimiento en la explotación de las clases trabajadoras, y de la competencia entre los diversos grupos económicos de poder.

 

        En el seno del congreso la ley antimonopolio aparece como una suerte de control de precios. La lógica es, a más empresas en determinado rubro o actividad, más competencia y en consecuencia menores precios; por el contrario, a menos empresas, menos competencia y como resultado precios más altos.

 

        Para tener un efectivo control de precios, ya se trate de una situación de libre competencia o de monopolio, se requiere conocer la estructura de costos de cada empresa y sector, y en la medida que las rentabilidades varían, habría que conocer la situación de mercado de cada materia prima y de cada producto final. También se debería considerar la situación monetaria, como la cantidad de dinero puesta en circulación por la autoridad monetaria y, finalmente tener en cuenta la situación internacional, y medir el impacto en el tipo de cambio.

 

        Si todo esto es lo que hay que tener en cuenta, la única forma de tener un debido control de precios se daría en una economía planificada. Pero, la economía planificada en el capitalismo es contraproducente, aunque tiene cierta eficacia en regímenes dominados por la ideología pequeñoburguesa y nacionalista, pero al fin y al cabo capitalista, es decir, basada en la explotación del trabajo asalariado.

 

        El reformismo pequeño burgués, que en periodos preelectorales aparece como propaganda para los diversos partidos, reemplazando los regalos y dádivas en las visitas a los diversos poblados, por normas que más que efectivas tienen efecto propagandístico, carece de posibilidades para enfrentar los “males” del capitalismo, puesto que es incapaz de concebir la vida de otra forma que en la que el capitalismo la ha labrado en el Perú.

 

        Este reformismo, viene a ser en este periodo la propaganda más barata y efectiva, no solo para las agrupaciones políticas que adhieren a la ideología de la pequeña burguesía, sino que se hace extensivo a las propuestas de los partidos políticos abiertamente de derecha, con el evidente ánimo de agenciarse mayor apoyo popular para las próximas elecciones.

 

        Ni la ley antimonopolio, ni ninguna otra ley cambiarán el carácter de la época en que vivimos: la de la dominación de los monopolios. Esto solo se podrá lograr cuando el poder resida en las clases trabajadoras, puesto que entonces su voluntad colectiva, de masas, orientada a cambiar la explotación bajo la forma asalariada, supere toda forma de sometimiento del hombre por el hombre. Hasta entonces, toda reforma solo servirá de maquillaje para encubrir este sistema de explotación.

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(1) César Risso, Mensaje Presidencial: Entre lo Público y lo Privado en el Capitalismo Peruano, en

https://creacionheroica1928.blogspot.com/2020/08/economia.html

(2) https://elcomercio.pe/economia/peru/congreso-aprueba-ley-antimonopolio-que-competencias-tendra-ahora-el-indecopi-noticia/?ref=ecr

 

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