martes, 23 de junio de 2020

14 de Junio


Publicamos a continuación dos artículos de José Carlos Mariátegui sobre el problema sanitario. Nos mueve a esto la situación que estamos atravesando, y la celebración del nacimiento de José Carlos Mariátegui el 14 de junio.

Conviene considerar el concepto de capital humano que utiliza José Carlos Mariátegui, y de otro, insistir en la propuesta, de que el problema sanitario tiene un carácter económico-social, sin dejar de ser parte de los estudios e intervención de los especialistas.

Distingue J.C. Mariátegui en el análisis la importancia del ser humano, criticando la sobrestimación que del oro se tiene en la sociedad capitalista. En su apreciación señala que el hombre ha creado el dinero, y que en consecuencia, la verdadera riqueza está en el ser humano.

Así, la expresión “capital humano” significa para José Carlos Mariátegui ser humano, con todas sus capacidades y necesidades. Por esto plantea que “Uno de los aspectos sustantivos del problema del capital humano es el aspecto médico-social.”

Valora J.C. Mariátegui, asimismo, el significado que tiene el sistema sanitario para el socialismo en su primera expresión: La Unión Soviética.


COMITÉ DE REDACCIÓN.
20.06.2020


El Progreso Nacional y el Capital Humano*

José Carlos Mariátegui

I

LOS QUE, ARBITRARIA Y SIMPLÍSTICAMENTE, reducen el progreso peruano a un problema de capital áureo, razonan y discurren como si no existiese, con derecho a prioridad en el debate, un problema de capital humano. Ignoran u olvidan que, en historia, el hombre es anterior al dinero. Su concep­ción pretende ser norteamericana y positi­vista. Pero, precisamente, de nada acusa una ignorancia más total que del caso yanqui.

        El gigantesco desarrollo material de los Estados Unidos, no prueba la potencia del oro sino la potencia del hombre. La riqueza de los Estados Unidos no está en sus bancos ni en sus bolsas; está en su población. La historia nos enseña que las raíces y los impulsos espirituales y físicos del fenómeno norteamericano se encuentran íntegramente en su material biológico. Nos enseña, ade­más, que, en este material el número ha sido menos importante que la calidad. La leva­dura de los Estados Unidos han sido sus puritanos, sus judíos, sus místicos. Los emigrados, los exiliados, los perseguidos de Europa. Del misticismo ideológico de estos hombres desciende el misticismo de la acción que se reconoce en los grandes capitanes de la industria y de las finanzas norteamericanas. El fenómeno norteamericano aparece, en su origen, no sólo cuantitativo sino, también cualitativo.

        Pero este es otro tema. No me interesa, por el momento, para otra cosa que para denunciar el punto de partida falso, irreal, del materialismo, al mismo tiempo grosero y utopista, de quienes parecen imaginarse que el dinero ha inventado a la civilización, incapaces de comprender que es la civilización la que ha inventado al dinero. Y que la crisis y la decadencia contemporáneas empezaron justamente, cuando la civilización comenzó a depender casi absolutamente del dinero y a subordinar al dinero su espíritu y su movimiento.

        El error y el pecado de los profetas del progreso peruano y de sus programas han residido siempre en su resistencia o ineptitud para entender la primacía del factor biológico, del factor humano sobre todos los otros factores, si no artificiales, secundarios. Este es, por lo demás, un defecto común a todos los nacionalismos cuando no traducen o representan sino un interés oligárquico y conservador. Estos nacionalismos, de tipo o trama fascista, conciben la Nación como una realidad abstracta que suponen superior y distinta a la realidad concreta y viviente de sus ciudadanos. Y, por consiguiente, están siempre dispuestos a sacrificar al mito el hombre.

        En el Perú hemos tenido un nacionalismo mucho menos intelectual, mucho más rudimentario e instintivo que los nacionalismos occidentales que así definen la Nación. Pero su praxis, si no su teoría, ha sido naturalmente la misma. La política peruana —burguesa en la costa, feudal en la sierra— se ha caracterizado por su desconocimiento del valor del capital humano. Su rectificación, en este plano como en todos los demás, se inicia con la asimilación de una nueva ideología. La nueva generación siente y sabe que el progreso del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruano, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana, que en sus cuatro quintas partes es indígena y campesina. 

II 

Uno de los aspectos sustantivos del problema del capital humano es el aspecto médico-social. En el haber de nuestra escasa bibliografía, tenernos que anotar, sobre este tema, un libro interesante. Se titula Estudios sobre Geografía Médica y Patología del Perú. Sus autores son dos médicos inteligentes y trabajadores, ambos funcionarios de sanidad, los doctores Sebastián Lorente y Raúl Flores Córdova. Este libro, en más de seiscientas páginas, densas de datos y de cifras, estudia documentadamente la realidad médico-social del Perú.

        Los autores se muestran, por supuesto, optimistas en su esfuerzo y en su esperanza. Pero el método positivo no consiente, en la investigación, engañosas ilusiones. La ver­dad de nuestra situación sanitaria emerge del libro precisa y categórica. Los índices de la mortalidad y de la morbilidad son en el Perú excesivos. El capital humano se man­tiene casi estacionario. En la costa, el palu­dismo y la tuberculosis; en la sierra, el ti­fus y la viruela; en la selva, todos los mor­bos del trópico y el pantano minan la po­blación exigua de la república. No se tiene una cifra exacta de la población. Pero la ci­fra, comúnmente aceptada, de cinco millo­nes, basta para constatar la debilidad y la lentitud de nuestro crecimiento demográfi­co. La mortalidad infantil es uno de sus más terribles y trágicos frenos. En Lima y en el Callao mueren antes de llegar a un año de edad la cuarta parte de los niños. En los pueblecitos rurales de la costa el índice de la mortalidad infantil es mayor aún. Tengo a la vista la estadística demográfica del distri­to de Pativilca del primer semestre del año en curso que acusa una mortalidad superior a la natalidad.

        En el prefacio de su libro, los doctores Urente y Flores Córdova escriben que "el panorama médico-social nos presenta en to­da su magnitud y en toda su gravedad nues­tro problema sanitario". Su estudio no exagera, en ningún caso, la realidad; tal vez, en alguno, la atenúa. Lo que ensombrece el espíritu cuando se lee este volumen, —que ojalá arribara a las manos de todos los que tan fácilmente se equivocan respecto a la jerarquía o la gradación de los problemas nacionales—, no es el juicio, moderado siempre, de los autores, sino, el dato desnudo, la observación objetiva, la constatación anastigmática. 

III 

No me toca ocuparme del mérito teóri­co, del valor científico de estos Estudios so­bre Geografía Médica y Patología del Perú. Su estimación pertenece, exclusivamente, a los profesionales, a los competentes. Pero, sin invadir campos de crítica ajenos, quiero señalar su utilidad y su importancia como documento actual y autorizado de la "reali­dad profunda" del Perú. Me parece evidente, por otra parte, que los doctores Lorente y Flores Córdova, han hecho un trabajo de sistemación Y de computación singularmen­te meritorios en un medio como el nuestro donde los hombres de estudio difícilmente intentan especulaciones de esta magnitud.

        El libro de los doctores Lorente y Flo­res Córdova no está destinado únicamente al ámbito profesional. Interesa a todos los estudiosos. Su lectura es un viaje por un Perú menos pintoresco, pero más real del que otros libros nos describen o nos disfrazan. 

IV 

Los doctores Lorente y Flores Córdova no se contentan en su libro con acopiar, con­frontar y clasificar datos preciosos. Solici­tan, formal y premiosamente, una mayor atención para el tema del capital humano. "El problema que requiere en el Perú, más urgentemente, una solución orgánica y eficaz —escriben— es el problema sanitario, no sólo porque cada día prevalece y se arraiga más en la conciencia de la época el concepto de que la defensa de la salud pública es un deber primordial de todo Estado moderno, sino, sobre todo, porque ningún otro concepto corresponde con mayor exactitud a apremiantes y evidentes exigencias de la realidad peruana".

        Esto es cierto, pero incompleto. El problema sanitario no puede ser considerado aisladamente. Se enlaza y se confunde con otros hondos problemas peruanos del dominio del sociólogo y del político. Los males, los morbos, de la sierra y de la costa, se alimentan principalmente de miseria y de ignorancia. El problema, a poco que se le penetre, se transforma en un problema económico, social y político. Pero a los distinguidos higienistas, autores de la "Geografía Médica del Perú", no les tocaba este análisis. Su diagnóstico del mal tenía que ser solamente médico.**




NOTA:
(*) Publicado en Mundial, Lima. 9 de octubre de 1923




Aspectos Economico-Sociales
del Problema Sanitario
*

LAS DELIBERACIONES de la Conferencia Sanitaria Pan-americana, confieren la más viva actualidad al tema de la sanidad pública. El problema sanitario, por sus relacio­nes con sus más fundamentales problemas de toda nación, ha dejado de constituir un tópico reservado exclusivamente a los hi­gienistas. No hay hombre de Estado ni programa político, en nuestra época, que no reconozca al factor demográfico toda la im­portancia que evidentemente tiene. La política tiene hoy un sentido mucho más vital, un contenido mucho más biológico que en otros tiempos. Su antigua concepción acusaba la preocupación obstinada del héroe de la élite; su concepción moderna se caracteriza, en cambio, por la preocupación de la masa. A pesar de todos los signos reaccionarios, es evidente que el Estado contemporáneo, aun en los casos en que acaparan su representación personalidades absorbentes y centralizadoras, —como sucede, por ejemplo, en el Estado fascista—, tiene forzosamente que actuar una política de masas. Este hecho explica mejor que cualquier otro el rango alcanzado por la higiene pública en la labor de los gobiernos y el pensamiento de los estadistas.

        Políticamente, el socialismo ha incluido de manera decisiva en la nueva valoración del capital humano. El progreso científico en este campo, no ha hecho sino corroborar y ratificar el progreso político, demostrando la estrecha solidaridad que, pese a la gravitación conservadora y democrática de las academias, existe a tal punto que se puede decir que el descubrimiento de la masa no habría sido posible sin la afirmación ideológica socialista. A partir del momento en que la masa, por su propio impulso, ha entrado en la historia, todas las actitudes clásicas de la inteligencia han caído en descrédito. Y el primer valor de la ciencia ha comenzado a ser su valor social.

        Este movimiento encuentra su más precisa expresión en la política de los dos estados que más antitéticamente representan la realidad actual: sovietismo y fascismo. El esfuerzo más enérgico y significativo de los Soviets es, incontestablemente, el que persigue el mejoramiento material e intelectual del trabajador. Las más originales y revolucionarias instituciones de la asistencia social, corresponden hoy a Rusia, por razones sustancialmente políticas. La transformación de los palacios de invierno de la aristocracia en casas de reposo para los obreros surmenados, ofrece, desde este punto de vista, el ejemplo más típico, aunque no sea, naturalmente el hecho que mejor expresa la orientación médico-social del nuevo Estado, cuya acción está dirigida, ante todo, a la protección de la maternidad y de la infancia. El niño, según el gran economista francés Charles Guide, es el máximo usufructuario de la revolución. El fascismo, por su parte, no obstante su espontánea inclinación a un sentido romántico de la política, se ve obligado a admitir también que la mayor riqueza de Italia, es su capital humano. Mussolini, guiado por su agudo realismo, supera tal vez a todos los estadistas de la Europa capitalista en la apreciación del factor demográfico. Su discurso del 26 de mayo anuncia una total revisión de la política italiana en lo que concierne a demografía y natalidad. Prevalecía en Italia hasta hace poco el concepto de que Italia tenía una natalidad excesiva. Mussolini sostiene lo contrario. A la idea de que los italianos son muchos opone la idea de que, más bien, son pocos. "Hablemos claro, —ha dicho propugnando un impuesto a los matrimonios infecundos y otras medidas— ¿qué cosa son cuarenta millones de italianos frente a noventa millones de germanos y a doscientos millones de eslavos?" Todas las ambiciones imperialistas del fascismo reclaman una estimación especial del capital humano y de sus posibilidades de crecimiento. El soñado imperio no es posible sin una ancha base demográfica. Y el número no basta. La superioridad biológica de una nación tiene que medirse cuantitativa y cualita­tivamente.

        En el Perú, se constata una comprensión cada vez más amplia del problema sanitario. Venciendo las resistencias defensi­vas del conservantismo y la rutina de nuestras "clases ilustradas", los higienistas avanzan visiblemente en la faena de formar "conciencia sanitaria", como suele decirse. Conceptos e instituciones modernas de asistencia social, comienzan a adquirir entre nosotros carta de ciudadanía. Pero, lógicamente, la propaganda y el estudio de los higienistas se sitúa en un plano específico y técnico. Y, lo mismo que el problema de la instrucción, el problema de la sanidad necesita ser examinado en sus relaciones con el medio económico-social. De otro modo, es imposible llegar a su esclarecimiento integral.

        En esta labor, que escapa a la órbita particular de los técnicos de la Higiene Pública, nos toca participar a todos los que nos ocupamos, con objetivos de interpretación profunda e íntima, de los problemas nacionales.

        Cabe, por ejemplo, señalar la influencia que tienen en la cuestión de la salubridad rural la supervivencia del viejo régimen y espíritu latifundistas. El hacendado colonial de antiguo tipo, ha heredado de sus abuelos un criterio feudal, casi esclavista, en abierto conflicto con la valoración moderna del capital humano. La mentalidad del "negrero" no se sintió condenada por la abolición de la esclavitud, dado que se le ofreció la oportunidad y los medios de subsistir al autorizarse el comercio de coolíes. Por el bienestar del bracero aborigen, proveniente en gran parte de la sierra, esto es de regiones donde impera aún la servidumbre, el latifundista no manifiesta hoy un interés mayor que antaño por el bienestar del negro o del chino. Las rancherías infectas, el bajo tenor de vida del bracero y su familia, el rigor de un trabajo sobre el cual no se ejerce todavía ningún contralor, así lo demuestran. Los documentos oficiales revelan que a pesar de la reiteradas y celosas instancias de la Dirección de Salubridad, son muy pocas las haciendas en las cuales se obedece las disposiciones de ley contra el paludismo. Y es que la sanidad tiene que triunfar no sólo de la natural tendencia de las empresas a obtener los mayores rendi­mientos con los menores gastos, sino también del espíritu del señor feudal reacio a considerar al bracero humilde como a un hombre con derecho a un racional e higié­nico tenor de vida.

        Si los más apremiantes problemas de la salubridad de la costa, son el de la bubó­nica y el del paludismo, resulta excepcionalmente grave esta resistencia del latifundio a cooperar con las autoridades sanitarias en la protección eficaz de la salud de los trabajadores. Poco se avanza con extirpar la peste de las ciudades, mientras subsisten sus focos rurales. Parece averiguado que las apariciones violentas de la bubónica en los centros urbanos de la costa se deben, generalmente, a enfermos provenientes del campo.

        La eficacia de la acción médico-social en la sierra, no se presenta menos vinculada a la modificación de las condiciones económico-sociales ahí subsistentes. Sabemos bien que la miseria y la ignorancia del indio, dependen, ante todo, de su servidumbre. Y que el higienista, como el educador, no pueden, por ende, cumplir plenamente su misión, en tanto que les toque chocar con este factor de depresión y embrutecimiento.**


NOTA:
(*) Publicado en Mundial, Lima, 4 de noviembre de 1927.

1 comentario:

  1. José Carlos Mariátegui, no tengo la menor duda fue un intelectual muy agudo, en sus análisis políticos del problema de la salubridad como problema social, ligado a causas económicas y políticas, que la clase dominante de ese tiempo y los higienistas de esa época, eran incapaces de resolver y de plantear soluciones integrales a este problema social que afectaba causando la muerte de gran parte de la población de las zonas andinas, amazonicas y de las áreas urbanas de la costa del país. Principalmente, a los negros y chinos en la costa y a la población indígena de la época. Si bien hoy las cosas han cambiado en el área de la salud, en lo esencial sé sigue enfrentando en forma superficial y parcial, este problema de la salud. Muchos profesionales de la salud buscan soluciones parciales, sin enfrentar las causas sociales, económicas y políticas, que originan esa situación de abandono y retraso de las soluciones que permitan resolver estos problemas para benefició del pueblo y de todos los sectores sociales afectados por el pésimo servicio de salud que reciben.

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