El Partido
de Mariátegui Hoy: Constitución, Nombre, Reconstitución
de Eduardo Ibarra
César Risso
EN LA
OBRA QUE COMENTAMOS, de reciente aparición, dice Eduardo Ibarra: “El presente
libro comprende un esbozo del proceso de constitución del PSP, una defensa de
las razones de José Carlos Mariátegui para acordar el nombre de Socialista para
su partido y, finalmente, una
exposición sobre el contenido y la actualidad de la Reconstitución.”
El libro abarca los temas señalados en
forma de polémica, sobre todo con el oportunismo de derecha, y en ocasiones con
el de izquierda, con la finalidad de esclarecer la verdad histórica del
proyecto de José Carlos Mariátegui de forjar un partido de masas y de ideas. Bajo
esta forma, el autor procede a analizar el accionar y desarrollo teórico de
Mariátegui, y a restituir la verdad histórica, enfrentando los burdos intentos
del oportunismo de derecha, de deformar esta verdad con el afán de tratar de
dar sustento histórico y teórico a su proyecto de un partido-amalgama,
doctrinariamente heterogéneo, de clases.
Con
respecto al nombre del Partido del proletariado, Eduardo Ibarra recoge la
experiencia histórica internacional del proletariado para señalar que, el
nombre científico exacto de la vanguardia organizada de la clase obrera es
Partido Comunista. Esto es así porque este nombre designa correctamente su
contenido: liquidación de la sociedad de clases y construcción de la sociedad
sin clases, es decir, la sociedad comunista. Pero señala a la vez, basado en
esta misma experiencia, y en la actuación de Mariátegui, que el nombre que el
partido del proletariado puede asumir en ocasiones difiere de su nombre
científico. Esto corresponde a cuestiones político contingentes.
Es
este un aspecto en el que Eduardo Ibarra polemiza con García, pues este último reclama
para todas las realidades y todos los momentos, que en la medida en que la
tarea del proletariado es la lucha por el socialismo y su realización, entonces
el nombre debe ser partido socialista.
El
autor se remite a los hechos y a las fuentes para demostrar el error y la
tergiversación de García, quien intenta sustentar el nombre de socialista del
partido en la obra de José Carlos Mariátegui con argumentos extraños a la
propuesta del maestro.
En
la actualidad, debido al rol de los llamados partidos socialistas y comunistas,
de traición al proletariado, de restauradores del capitalismo, de las gruesas
desviaciones que condujeron a la derrota al movimiento obrero a nivel
planetario, el autor propone cambiar de nombre a la vanguardia organizada del
proletariado. El nombre científico correcto sigue siendo Partido Comunista,
pero por las condiciones descritas, es necesario cambiar de nombre, aunque
obviamente, con el mismo contenido, correspondiente a la misión histórica del
proletariado.
Eduardo
Ibarra demuestra que Mariátegui no negó el nombre científicamente exacto del
partido proletario.
Conviene
transcribir la siguiente cita para evitar confusión alguna en el lector: “Por lo tanto, si,
según señaló [Mariátegui], entre los términos socialismo y comunismo no existe más conflicto que el originado por
el cisma entre reformistas y revolucionarios, entonces se entiende que, al
titular Socialista a su partido, estaba expresando su condición de Comunista.”
Es decir, que el nombre de partido
socialista fue usufructuado por los reformistas, y este hecho es el que se
destaca en la contraposición con el comunismo, que es de los revolucionarios.
Vale decir, que el contenido del socialismo, como primera fase del comunismo,
no se vio afectado, y que por lo tanto con el contenido científico correcto y
en determinadas condiciones político contingentes, se puede muy bien denominar
a la vanguardia organizada de la clase obrera Partido Socialista, como lo
propuso José Carlos Mariátegui.
Con
citas y fechas, analizando e interpretando los hechos, Eduardo Ibarra va
demostrando sus aseveraciones respecto de las tergiversaciones del grupo
revisionista, por demás groseras como podrá comprobar el lector. Eduardo Ibarra
no arriesga una expresión especulativa, sin sustento. Se basa en los hechos y
en las afirmaciones del Amauta.
Otro
aspecto que desarrolla Eduardo Ibarra en el libro que comentamos, es el del
proyecto de organizar un partido de masas y de ideas. En su libro El partido de masas y de ideas de José
Carlos Mariátegui, dice el autor: “Precisamente, partido de clase significa
partido adherido a la verdad universal del marxismo-leninismo; y partido de
masas significa: 1) militancia masiva de obreros y campesinos; y, 2) dirección
efectiva sobre las clases trabajadoras organizadas.” (pág. 55)
Si
bien es cierto, en la práctica de los maestros del proletariado, el concepto de
partido de masas y de ideas estaba implícito, José Carlos Mariátegui hizo
teóricamente explícito dicho planteamiento. La expresión teórica no adquirió
cuerpo de esta realidad sino después. José Carlos Mariátegui lo expresa
abiertamente como la intención de organizar un partido de ideas y de masas.
Cosa que no ocurrió por la necesidad de enfrentar al APRA, y que condujo a la
creación de un partido de cuadros.
Engels
consideraba que la revolución, en toda la extensión de la palabra, es decir, como
toma del poder y como construcción de la sociedad sin clases, debe ser obra no
de una élite de iluminados, sino de las masas. Por lo tanto, el partido del
proletariado como vanguardia organizada de la clase obrera, y de las demás
clases explotadas, esto es, adhiriendo al marxismo-leninismo, asume
conscientemente su papel histórico.
Esto
es lo mismo que Mariátegui planteó, al considerar que los comunistas saben bien
que una revolución es una obra multitudinaria, y que es un proceso histórico.
Como afirma Eduardo Ibarra: “Así, pues,
el proyecto mariateguiano de un partido de masas y de ideas, corresponde
completamente a la teoría marxista y a la experiencia histórica del
proletariado.”
Estos
son dos de los aspectos acerca de los cuales el autor llama nuestra atención
como partes del proceso de Reconstitución del Partido de Mariátegui.
El
intento de García de ser original en los temas tratados en el presente libro, o
de parecerlo, a ultranza, lo ha llevado por el camino del oportunismo y del
revisionismo. Su deseo de separarse intelectualmente de los demás “mortales”,
lo ha conducido a creer que el vuelo de su pensamiento puede muy bien
distanciarse de la realidad, acogiendo en su especulación interpretaciones que
son originales, pero falsas. La negación de la verdad histórica tomando solo
parcialmente algunos hechos, o simplemente adulterándolos, y con ello tratando
de ser el mejor intérprete de José Carlos Mariátegui, es probablemente lo que
describe el trabajo de Ramón García. Lo mismo puede decirse de su discípulo
Aragón. El exacerbado ego de García lo ha llevado al subjetivismo.
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