miércoles, 2 de enero de 2019

Política

De la Lucha Contra la Destitución de Dos Fiscales a las Conquistas Generales

César Risso

LA RESOLUCIÓN QUE DESTITUYE A LOS FISCALES Rafael Vela y José Domingo Pérez, quienes han venido actuando con pulcritud y firmeza en el caso “Lava Jato”, dispuesta por el fiscal de la nación Pedro Chávarry, ha soliviantado a la población.

        Los métodos aplicados para silenciar o retirar del cargo al fiscal José Domingo Pérez, han pasado por la acusación de cobros indebidos, apología del terrorismo, problemas de salud mental, plagio en su tesis, etc. Al no encontrar nada firme en estas acusaciones, al parecer la mafia a la que defiende el fiscal de la nación, le habría dado la orden de destituirlo simple y llanamente.

        Probablemente el fiscal Pedro Chávarry hubiese dado un paso al costado de buena gana, para evitar exponerse públicamente como defensor de los intereses de Keiko Fujimori y del partido Fuerza Popular, además de otros personajes de oscura trayectoria. Pero se ha visto obligado a continuar en el cargo para cumplir el papel que desde su posición le conviene al grupo al que defiende. Al aceptar tal tarea, ha puesto en evidencia sus vínculos; pero además, se ha colocado entre la espada y la pared, porque de no cumplir las órdenes de la mafia, se vería expuesto a una serie de acusaciones que tendrían asidero real, pues estos conocen a la perfección su conducta.

        Es absurdo pensar que este sombrío personaje actúa por decisión propia. Es evidente que su accionar responde a un grupo, que, para su mala suerte, está en franco declive, descabezado y vejado por su propio accionar; que lo ha venido protegiendo en el congreso, pero que carece de la fuerza que a inicios de este gobierno esgrimía para seguir sosteniéndolo en el cargo de fiscal de la nación. Todo indica que la caída del fiscal sería la caída del grupo y de los personajes a los que ha venido defendiendo.

        Pedro Chávarry tiene cuatro denuncias constitucionales en el Congreso. Estas no están en agenda en la subcomisión de acusaciones constitucionales encabezada por el fujimorista César Segura. Así, la protección a Keiko Fujimori, Fuerza Popular, y Alan García, se compensa con la protección al fiscal de la nación.

        “Se trata de la denuncia 239 presentada el 21 de agosto por el congresista Gino Costa (no agrupado) por la presunta infracción constitucional a los artículos 3, 39, 44 y 158 de la Carta Magna. En ésta incluye los audios con el ahora detenido ex juez supremo César Hinostroza.”

        “También está la denuncia 248 de la legisladora Gloria Montenegro (Alianza para el Progreso) contra el fiscal Chávarry por la presunta infracción al artículo 158 de la Constitución y la presunta comisión del delito de organización criminal. Se presentó el 4 de setiembre.”

        “Esta denuncia contiene el informe de la fiscal Sandra Castro que señala que Pedro Chávarry sería miembro de la organización criminal Los Cuellos Blancos del Puerto.”

        “La tercera denuncia es la 262 impulsada por el procurador Amado Enco por los presuntos delitos de tráfico de influencias, patrocinio ilegal y organización criminal. Ingreso a la subcomisión el 1 de octubre pasado.” (https://elcomercio.pe/politica/denuncias-pedro-chavarry-pendientes-congreso-noticia-573691)

La justicia burguesa no funciona para castigar a los defensores de los intereses de la burguesía. Esta debería, por ejemplo, detectar, sancionar y expectorar rápidamente a quienes en representación de la sociedad en el Estado, ejercen funciones públicas.

        A quienes no se imaginan otra forma de justicia, les proponemos este breve análisis de José Carlos Mariátegui:

“‘Ushanam Jampi’, en cambio, tiene una vigorosa contextura de relato. Y a este mérito une “Ushanam Jampi” el de ser un precioso documento del comunismo indígena. Este relato nos entera de la forma como funciona en los pueblecitos indígenas, a donde no arriba casi la ley de la República, la justicia popular. Nos encontramos aquí ante una institución sobreviviente del régimen autóctono. Ante una institución que declara categóricamente a favor de la tesis de que la organización inkaica fue una organización comunista.”

        “En un régimen de tipo individualista, la administración de justicia se burocratiza. Es función de un magistrado. El liberalismo, por ejemplo, la atomiza, la individualiza en el juez profesional. Crea una casta, una burocracia de jueces de diversas jerarquías. Por el contrario, en un régimen de tipo comunista, la administración de justicia es función de la sociedad entera. Es, como en el comunismo indio, función de los yayas, de los ancianos.”

De modo que “en un régimen de tipo comunista, la administración de justicia es función de la sociedad entera”, mientras que en un régimen capitalista, es función de "[…] una casta, una burocracia de jueces de diversas jerarquías.”

        El carácter de la lucha por la destitución de Pedro Chávarry, y la reposición de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, es parcial en su contenido específico, pero al afectar a la institucionalidad burguesa vigente, resulta ser un caso que representa a todo el sistema jurídico, a todas las fallas jurídicas, o aciertos, según se mire desde el lado del proletariado o del de la burguesía.

        Este conflicto se presenta en el marco de la agresión de Martín Vizcarra contra los trabajadores (competitividad entre otros), y la ampliación de la exoneración de impuestos a las empresas transnacionales.

        La lucha contra la corrupción por parte del presidente Martín Vizcarra es una necesidad para que sus propuestas antilaborales tengan acogida. El respaldo ganado en esta lucha le permite afrontar con mayor probabilidad de éxito su política de mayor explotación de las clases trabajadoras.

        Esta lucha, como en general las luchas económicas o reivindicativas, es una forma de aglutinar o embarcar en la lucha a la mayoría de la población trabajadora.

        Cada lucha, y por lo pronto, en esta en particular, hay que afrontarla como la vía para la victoria final del socialismo.

“Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo.” [JCM. Ideología y política. Principios programáticos del partido socialista]

La idea es que en estos momentos, la lucha por la reposición de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, debe aparecer como lo que es, el cuestionamiento del accionar del fiscal Pedro Chávarry como representante de la justicia burguesa, capitalista, y antilaboral, y por lo tanto, hacer extensiva esta lucha parcial hacia la lucha contra todo el sistema capitalista.

        Cuando las luchas parciales se quedan en el caso concreto, encapsuladas en determinados personajes o situaciones, se embotan hasta hacerlas superfluas. La consigna “que se vayan todos”, que se agitó durante meses contra los congresistas, aparece como un caso emblemático de la táctica burguesa. Conducidos por el ejecutivo hacia la lucha contra todos los congresistas, se ha esgrimido el argumento de que el problema radica en las personas que han llegado al congreso. Se trata pues, en la propaganda burguesa, de que los sujetos son los únicos responsables, liberando al sistema capitalista (la clase burguesa en su conjunto) de toda “responsabilidad”, negando que sea la “sed de ganancias” (ley económica fundamental del capitalismo), y la forma en la que se ha organizado la sociedad para la producción, las verdaderas causas de todos los males que enfrentamos.

        El individuo en el poder, o con una cuota de poder político es, entre otras cosas, la representación de un poder existente, que no solo consiste en lo que las leyes orgánicas le atribuyen como prerrogativas, sino que es parte de un engranaje mayor, de una red de poder, que se sustenta en los intereses de la clase social a la que representa, y a la que, por más que tal o cual individuo que se encuentre con un cargo en el aparato del Estado tenga ideas avanzadas, se verá obligado a proteger debido a que la legislación y las ideas que la nutren expresan los ideales e intereses de la clase dominante.

        La corrupción, el latrocinio, las medidas represivas contra el pueblo trabajador, las medidas antilaborales, el favorecimiento de las empresas transnacionales, etc., y las cualidades personales y profesionales de quienes desde el Estado cumplen la función de defender el sistema capitalista, son creación de este mismo sistema; es como si los intereses que se defienden desde el poder esculpiesen en carne viva a estos repudiables personajes, que por medio de un elevado sueldo, o de la corrupción, o de cualquiera otra modalidad, moldease su conciencia para hacerlos actuar como ratas de laboratorio, respondiendo a estímulos materiales representados por el dinero.

        Esta lucha parcial, es en la conciencia de la mayoría de la clase trabajadora, la lucha final en la conquista de las conciencias para la derrota final del régimen burgués y la explotación del trabajador asalariado.

“La muchedumbre, más aún que el filósofo escéptico, más aún que el filósofo relativista, no puede prescindir de un mito, no puede prescindir de una fe. No le es posible distinguir sutilmente su verdad de la verdad pretérita o futura. Para ella no existe sino la verdad. Verdad absoluta, única, eterna. Y, conforme a esta verdad, su lucha es, realmente, una lucha final.”

        “El impulso vital del hombre responde a todas las interrogaciones de la vida antes que la investigación filosófica. El hombre iletrado no se preocupa de la relatividad de su mito. No le sería dable siquiera comprenderla. Pero generalmente encuentra, mejor que el literato y el filósofo, su propio camino. Puesto que debe actuar, actúa. Puesto que debe creer, cree. Puesto que debe combatir, combate. Nada sabe de la relativa insignificancia de su esfuerzo en el tiempo y en el espacio. Su instinto lo desvía de la duda estéril. No ambiciona más que lo que puede y debe ambicionar todo hombre: cumplir bien su jornada.” [JCM. El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy. La lucha final]

Esta lucha parcial por la destitución del fiscal de la nación y la reposición de dos fiscales, aunque a simple vista tiene un carácter parcial, tiene necesariamente que adquirir la forma de lucha política por el poder, es decir, convertirse en lucha general. No por el poder en el sentido de ocupar cargos públicos, sino por el poder en el sentido de ejercer la voluntad del proletariado, que a través de la lucha logre organizarse en clase dominante.

        “En el transcurso de su desarrollo, la clase obrera sustituirá la antigua sociedad civil por una asociación que excluya a las clases y su antagonismo; y no existirá ya un poder político propiamente dicho, pues el poder político es precisamente la expresión oficial del antagonismo de clase dentro de la sociedad civil.”

        “Mientras tanto, el antagonismo entre el proletariado y la burguesía es la lucha de una clase contra otra clase, lucha que, llevada a su más alta expresión, implica una revolución total. Por cierto, puede causar extrañeza que una sociedad basada en la oposición de las clases llegue, como último desenlace, a la contradicción brutal, a un choque cuerpo a cuerpo?”

        “No digáis que el movimiento social excluye el movimiento político. No hay jamás movimiento político que, al mismo tiempo, no sea social.”

        “Sólo en un orden de cosas en el que ya no existan clases y antagonismo de clases, las evoluciones sociales dejaran de ser revoluciones políticas. Hasta que ese momento llegue, en vísperas de toda reorganización general de la sociedad, la última palabra de la ciencia social será siempre:

“‘Luchar o morir; la lucha sangrienta o la nada. Es el dilema inexorable’. Jorge Sand” [https://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/005.htm#v]

En el sistema capitalista, la ley de su desenvolvimiento es la obtención de plusvalía. Esta se expresa en términos monetarios, esto es, en representación del oro. La modalidad a través de la cual se obtiene la plusvalía es por la explotación de los trabajadores, por la apropiación de trabajo no remunerado. Una vez extraída la plusvalía, en el seno de la clase burguesa, se desarrolla una serie de métodos para arrebatársela entre los propios burgueses. Uno de estos métodos consiste en la corrupción.

        De modo que esta modalidad se ha ido generalizando hasta convertirse en una de las principales y más populares formas de conseguir porciones de la plusvalía extraída a los trabajadores.

        Por lo tanto, la corrupción es consustancial al sistema capitalista, pues promueve la redistribución de plusvalía entre los diversos sectores de la misma.

        Siendo así, la justicia en este sistema, solo puede prosperar como consecuencia de la presencia de algunas personalidades que creen que su sola voluntad puede corregir lo que es una ley que se impone con férrea necesidad. Un sistema que se basa en la explotación de la mayoría de la población, que asume la propiedad privada de los medios de producción, base de la explotación capitalista, que genera desempleo, pobreza, y crisis económicas cíclicas, que se nutre de la contaminación del medio ambiente, destruyendo las fuentes de vida de las poblaciones de escasos recursos, que somete a estas poblaciones a enfermedades como cáncer y otras más por la contaminación, no puede argumentar que unos cuantos individuos son capaces de hacer justicia, porque la justicia en este sistema es justicia burguesa, y en consecuencia, todo lo que somete a los trabajadores y defiende a los capitalistas, nacionales e imperialistas, es el sustento jurídico que está vigente.

        La firmeza en la aplicación de la legislación burguesa genera simpatía, la misma que puede ser extendida a todo el régimen de Martín Vizcarra. Por ello, el ejecutivo plantea una defensa cerrada de la misma, o, en este caso, de quienes la representan objetivamente (recuérdese que a José Domingo Pérez se le ha considerado uno de los personajes del año). Lo que se busca es que cualquiera que se enfrente a las medidas que en otro campo dé el gobierno, en el laboral concretamente, pierda su base y su sustento, dado que la percepción generalizada de la población se aferra a la sed de justicia que de alguna manera se expresa en el poder ejecutivo.

        Se trata pues, de hacer de la lucha específica por la destitución del fiscal Pedro Chávarry y la reposición de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, la lucha contra todas las instituciones burguesas, y así transformar la lucha parcial en lucha general por superar el capitalismo.




¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!


Defensa de Mariátegui
(Primera Parte)

Eduardo Ibarra

LA FALSIFICACIÓN QUE LA tendencia liquidacionista comete de la filiación ideológica de Mariátegui y de cuestiones fundamentales de su Creación Heroica, así como del carácter de clase, marxista-leninista, del Partido Socialista del Perú, ha presentado en los últimos tiempos nuevas expresiones que es menester confutar.

En efecto, en el artículo Algo más sobre Mariátegui marxista convicto y confeso (7 de junio del presente), Miguel Aragón escribió:

La célula comunista que se constituyó en Genova (sic), Italia, con participación de Mariátegui, César Falcón, y otros dos socialistas peruanos, incurrió en desviación dogmática influida por el ambiente europeo en el cual se formaron. Incluso, cuando Mariátegui regresó al Perú, en los primeros meses de su estadía en Lima, actuó dogmáticamente. El texto de la primera conferencia en la UPGP titulado “El proletariado peruano y la crisis mundial” estuvo influido por esa desviación dogmática, y además sectaria. (Negritas en el original).

Así que, según nuestro articulista, Mariátegui regresó de Europa intoxicado de dogmatismo y sectarismo, y que la prueba de ello es la primera conferencia que pronunciara en la Universidad Popular.

Veamos, pues, si tiene razón, o si, como otras veces, todo lo que hace es intentar devaluar la imagen histórica de Mariátegui.

Empezaré por recordar, grosso modo, la situación ideológica de la clase obrera y, en general, del movimiento popular en 1923, cuando Mariátegui inició su labor de propaganda en la Universidad Popular.

En el tomo dos de su libro La creación heroica de José Carlos Mariátegui, Guillermo Rouillón transcribió algunas de las conclusiones a que, a propósito de las Universidades Populares, llegó el Congreso estudiantil de 1920 realizado en Cuzco. He aquí dos de tales conclusiones:

4.- La Universidad Popular tendrá intervención oficial en todos los conflictos obreros, inspirándose en los postulados de justicia social,

5.- La enseñanza de la Universidad Popular comprenderá dos ciclos: uno de cultura general de orientación nacionalista y eminentemente educativa, y otro de especialización técnica, dirigida hacia las necesidades de cada región. (p. 182).

Como se ve, hasta 1923 el movimiento estudiantil limitaba su labor de extensión universitaria a cursos «de cultura general» y de «especialización técnica», así como a promover los gaseosos «postulados de justicia social»

        En el mismo lugar, Rouillón recoge una parte de la versión de Haya de la Torre sobre uno de sus diálogos con Mariátegui:

No olvide que es necesario ser objetivo en sus clases, no tome partido, porque la Universidad Popular es apolítica, y porque la mayor parte de los obreros son libertarios.

Aquí no hay comunismo; si es verdad que la cátedra es libre, pero es no es tribuna de propaganda alguna. (p. 189).

Estas afirmaciones confirman el deficitario estado ideológico del movimiento estudiantil de entonces.

En cuanto a la clase obrera –pero sin que el movimiento estudiantil quedara exento del comentario–, Rouillón señala:

[Mariátegui] traía la idea de incorporar a los trabajadores y a los estudiantes al socialismo, preconizando en el fondo de su prédica, una democracia social, antiimperialista y de liberación nacional que el momento histórico requería. Pero para ello era necesario acabar con la influencia anarcosindicalista, anarquista y, fundamentalmente, con la orientación pequeño burguesa que predominaba por aquellos tiempos. (Ibídem, p. 198).

Es decir, en la clase obrera era un hecho la influencia de tendencias no marxistas y del oportunismo pequeño burgués.(1)

Por su parte, Mariátegui señaló sobre la misma circunstancia:
… los obreros no confían mucho en la perseverancia de los estudiantes; y para no suscitar ningún recelo, las universidades populares se abstienen de todo trabajo de orientación ideológica del proletariado. De otro lado, la mayoría de los estudiantes de las U.P. carece de esta orientación; en lo tocante a la cuestión social va a aprender, más bien que a enseñar, al lado del proletariado. (Ideología y política, p. 100).
Es pues en este cuadro obrero-estudiantil que el maestro inició su exposición de los grandes aspectos de la crisis mundial.

De otro lado, Mariátegui precisó el objetivo que había traído de Europa:

Mariátegui regresa en este tiempo de Europa con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase. (Ibídem, p. 100).

Así pues, de un lado tenemos una clase obrera y un estudiantado ideológicamente retrasados con respecto al marxismo, y, de otro, un Mariátegui que se había asimilado al marxismo y que, ya de regreso en el Perú, tenía como propósito central la constitución del partido del proletariado peruano.

        Como es de conocimiento común, el maestro hizo caso omiso del «consejo» de Haya de no tomar partido porque «la Universidad Popular es apolítica» y «no es tribuna de propaganda alguna».

Esta actitud de Mariátegui fue, desde todo punto, muy pertinente, pues hizo posible la utilización de la tribuna de la Universidad Popular para avanzar su proyecto de constituir un partido de clase.

Pero este proyecto solo era un plano de la acción mariateguiana en la Universidad Popular; otro plano de la misma era el frente unido sindical del proletariado.

Naturalmente, el propósito de constituir este tipo de frente dependía de una acción doctrinaria que, por cierto, estaba encarnada en Mariátegui; y, por cuanto la concreción del partido de clase era una cuestión más compleja que la concreción del frente unido sindical del proletariado, el maestro escribió:

Antes que agrupar a los trabajadores en sectas o partidos agruparlos en una sola federación. (Historia de la crisis mundial, p. 33).

Y, así, su acción en la Universidad Popular significó el comienzo de «un franco orientamiento doctrinario», marxista-leninista, tanto en el terreno político como en el sindical.(2)

Este orientamiento se expresó en el hecho de que, en la conferencia pronunciada el 15 de junio de 1923, Mariátegui dejó establecida la pauta del ciclo de sus conferencias:

Vosotros sabéis, compañeros, que las fuerzas proletarias europeas se hallan divididas en dos grandes bandos: reformistas y revolucionarios. Hay una Internacional Obrera reformista, colaboracionista, evolucionista y otra Internacional Obrera maximalista, anticolaboracionista, revolucionaria. (Historia de la crisis mundial, p. 19).

Aquí, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse no en sindicalistas y socialistas –clasificación anacrónica– sino en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas. Pero para que esta clasificación se produzca con nitidez, con coherencia, es indispensable que el proletariado conozca y comprenda en sus grandes lineamientos, la gran crisis contemporánea. De otra manera, el confusionismo es inevitable. (Ibídem, pp. 21-2)

Aquí, como es obvio, Mariátegui hablaba desde el plano de su propósito de constituir el partido del proletariado peruano.

        En la misma oportunidad, sostuvo

… faltan… [en nuestro medio] maestros universitarios, del tipo de José Ingenieros [que no era marxista], capaces de apasionarse por las ideas de renovación que actualmente transforman el mundo y de liberarse de la influencia y de los prejuicios de una cultura y de una educación conservadoras y burguesas… (ibídem, p. 15; elipsis mía)

Y si el proletariado, en general, tiene necesidad de enterarse de los grandes aspectos de la crisis mundial, esta necesidad es aún mayor en aquella parte del proletariado, socialista, laborista, sindicalista, o libertaria que constituye su vanguardia. (…) Yo dedico, sobre todo, mis disertaciones, a esta vanguardia del proletariado peruano. (Ibídem. pp. 17-8; elipsis mía).

… Los ideólogos de la Revolución Social, Marx y Bakounine, Engels y Kropotkine… (ibídem, p. 24).

Aquí, por cierto, Mariátegui hablaba desde el plano del frente unido del proletariado.

Sin embargo, Aragón considera que la conferencia La crisis mundial y el proletariado peruano, está saturada de dogmatismo y sectarismo.

De este modo pretende escamotear el hecho de que dicha conferencia significó el exitoso posicionamiento inicial del marxismo en el movimiento obrero-estudiantil y la continuación de la interpretación marxista de los acontecimientos mundiales en nuestro medio.(3) Precisamente Mariátegui señaló a propósito de ello:

… superando el modesto plano de su labor inicial, presentar al pueblo la realidad contemporánea, explicar al pueblo que está viviendo una de las horas más trascendentales y grandes de la historia, contagiar al pueblo de la fecunda inquietud que agita actualmente a los demás pueblos civilizados del mundo. (Historia de la crisis mundial, p. 15).

Pues bien, el contenido principal («la propuesta central», dice nuestro articulista) de la conferencia La crisis mundial y el proletariado peruano, se expresa netamente en: 1) la puntualización de que hacía falta seguir «con filiación ideológica el desarrollo de» la crisis mundial; 2) la aserción de que «En esta gran crisis contemporánea el proletariado no es un espectador; es un actor»; 3) la afirmación de que «El proletariado necesita, ahora como nunca, saber lo que pasa en el mundo»; 4) la aseveración de que «si el proletariado, en general, tiene necesidad de enterarse de los grandes aspectos de la crisis mundial, esta necesidad es aún mayor en aquella parte del proletariado, socialista, laborista, sindicalista, o libertaria que constituye su vanguardia»; 5) la observación de que la «literatura socialista y sindicalista anterior a la guerra, está en revisión» y que, por tanto, superada la divergencia entre el socialismo y el sindicalismo, después de la guerra de 1914-1918 «la situación ha cambiado. El campo proletario… no está ya dividido en socialistas y sindicalistas»; 6) la constatación de que «las fuerzas proletarias europeas se hallan divididas en dos grandes bandos: reformistas y revolucionarios. Hay una Internacional Obrera reformista, colaboracionista, evolucionista y otra Internacional Obrera maximalista, anticolaboracionista, revolucionaria»; 7) la declaración de que «Aquí, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse no en sindicalistas y socialistas –clasificación anacrónica– sino en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas»; 8) el aserto de que  «para que esta clasificación se produzca con nitidez, con coherencia, es indispensable que el proletariado conozca y comprenda en sus grandes lineamientos, la gran crisis contemporánea»; 9) la conclusión de que «De otra manera, el confusionismo es inevitable»; 10) la confesión según la cual él, Mariátegui, participaba «de la opinión de los que creen que la humanidad vive un período revolucionario», y estaba «convencido del próximo ocaso de todas las tesis socialdemocráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis evolucionistas»;11) la aserción de que sus conferencias estaban dedicadas, «sobre todo», a los socialistas, laboristas, sindicalistas y libertarios que, entonces, constituía la «vanguardia» de la clase obrera.

        ¿Dónde está, pues, el «dogmatismo» de Mariátegui? ¿Dónde su «sectarismo»?

Como lo sabe todo el que haya leído su artículo, Aragón no ha sido capaz de señalar dónde está cada una de tales desviaciones; es decir, exactamente como en otras oportunidades, ahora tampoco aporta ninguna prueba, que es lo que un sentido elemental de la responsabilidad intelectual obliga a hacer.

Después de descalificar la primera conferencia de Mariátegui en la Universidad Popular, Aragón, a efecto de darle verosimilitud a su descalificación, pretende que el maestro se rectificó de su «dogmatismo y su «sectarismo. Dice nuestro articulista:
Recién en la tercera conferencia, expuesta a fines de junio de 1923, Mariátegui inició una saludable rectificación, trabajo de rectificación que continuó durante varios meses del año 1923. (Negritas en el original).
Pero veamos cuál es la realidad de las cosas. En las notas de la aludida conferencia, Mariátegui escribió:

No omitiré la exposición del movimiento anarquista. No traeré ningún espíritu sectario. Creo oportuno ratificarme en estas declaraciones. (Historia de la crisis mundial, p.33).

Como se ve, Mariátegui dice: «Creo oportuno ratificarme en estas declaraciones», lo cual quiere decir que, con anterioridad, ya había ofrecido la exposición del movimiento anarquista y dado cuenta de su personal falta de sectarismo.

Por lo tanto, no hubo «rectificación», sino RATIFICACIÓN.

Prosigo. En el artículo El 1º de mayo y el frente único, el maestro anotó:

Mi actitud, desde mi incorporación en esta vanguardia, ha sido siempre la de un fautor convencido, la de un propagandista fervoroso del frente único. Recuerdo haberlo declarado en una de las conferencias iniciales de mi curso de historia de la crisis mundial. Respondiendo a los primeros gestos de resistencia y de aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios, más preocupados de la rigidez del dogma que de la eficacia y la fecundidad de la acción, dije entonces desde la tribuna de la Universidad Popular “somos todavía pocos para dividirnos. No hagamos cuestión de etiquetas ni de títulos”. (Ideología y política, pp. 107-08).

Como vemos, Mariátegui respondió «a los primeros gestos de resistencia y de aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios», es decir que, bien vistos los hechos, el sectarismo fue de estos libertarios, y no de Mariátegui. ¿Acaso no tenía Mariátegui el derecho de exponer la crisis mundial conforme a su filiación ideológica?

En Antecedentes y desarrollo de la acción clasista, el maestro  dio cuenta de la solidaridad que recibió del sector más avanzado de la Universidad Popular:

Los anarquistas se muestran hostiles a esta propaganda, sobre todo por la defensa de la revolución rusa a que en parte se contrae; pero Mariátegui obtiene la solidaridad de la U.P. y de sus adherentes más entusiastas de las organizaciones obreras. (Ideología y política, p. 101).

De esta solidaridad da cuenta asimismo el informe periodístico sobre la segunda conferencia de Mariátegui, pronunciada apenas siete días después de la primera.

Al terminar su disertación Mariátegui invitó al proletariado a afirmarse en sus ideales de fraternidad universal. Sus palabras fueron vivamente aplaudidas. Y la concurrencia cantó “La Internacional”. (El Tiempo, Nº 4166, p. 3; en Historia de la crisis mundial, p. 32).

También el informe periodístico sobre la tercera conferencia da cuenta de algo semejante:

Sus palabras finales fueron largamente aplaudidas. (La Crónica, Nº 4059, p. 12; ibídem, p. 40).

Pero Aragón tiene una mirada unilateral sobre estos hechos históricos. Dice él:
       
En las dos primeras conferencias en la UPGP (del 15 y 22 de junio de 1923), Mariátegui fue silbado, e incluso un sector del público asistente intentó agredirlo físicamente, rechazando la propuesta central de su primera conferencia. En la prensa clasista de ese tiempo incluso se publicaron críticas y ataques a las propuestas de Mariátegui.

Así, nuestro articulista, por un lado, prácticamente reputa los silbidos contra Mariátegui, el intento de «agredirlo físicamente», las «críticas y ataques a [sus] propuestas», el rechazo de su «propuesta central» (todo esto, como es claro, a raíz de que su conferencia tuvo como base su declarado marxismo y su expresión en la demarcación que hiciera entre el socialismo reformista de todo pelo y el socialismo marxista); y, por otro lado, silencia completamente las arriba anotadas expresiones de solidaridad de obreros y estudiantes con Mariátegui.

Ahora bien, Haya también silenció dichas expresiones de solidaridad:

No hay que olvidar que José Carlos Mariátegui, en su primera conferencia en la universidad Popular de junio de 1923, fue silbado por el grupo anarquista más recalcitrante cuando dejó entender su admiración por Marx. (Versión recogida por Rouillón en su libro La creación heroica de José Carlos Mariátegui, t. II, p. 191).

Así pues, si, con evidente oportunismo, Haya le «aconsejó» a Mariátegui que no tomara partido (es decir que no fuera «dogmático») ni hiciera propaganda comunista (es decir que no fuera «sectario»), ahora, tenemos un Aragón que, emulando el oportunismo hayista, pretende que Mariátegui fue dogmático por haber tomado francamente partido por el marxismo y sectario por haber sostenido decididamente que el proletariado peruano tenía que dividirse en revolucionarios y reformistas.

Pues bien, como se ha visto, Mariátegui no se adaptó al clima ideológico del auditorio; es decir, no rebajó su exposición al nivel del conciliacionismo y el confusionismo; o sea, actuó marxistamente, y no oportunistamente.

Notas
[1] En el tomo II de su mencionado libro, Rouillón recoge una afirmación de Haya de su libro Treinta años de aprismo: «Como anarquistas libertarios todos estos revolucionarios puritanos –con Prada mismo– fueron antimarxistas. En Lima se leía a Bakhunin, a Proudhon, a Kropotkin, a Malatesta, a Ferrer, y a tantos otros con gran cuidado y método. Ya existían grupos de discusión y cometario de teatro y música. De aquí la resistencia de las organizaciones obreras frente al comunismo inicial.» (p. 191).
[2] En Antecedentes y desarrollo de la acción clasista, Mariátegui escribió: «Como órgano de la juventud libre, pero más exactamente de las U.P. comienza a publicarse en abril de 1923 “Claridad”. Su orientación es clartista; corresponde, sobre todo, al espíritu de la agitación estudiantil. Deportado Haya de la Torre… en los días en que el Nº 4 “Claridad”, Mariátegui asume su dirección. El Nº 5 señala el principio de un franco orientamiento doctrinario en el que “Claridad” abandona el tono estudiantil.» Esta precisión de Mariátegui vale también para su acción en todos los ámbitos: Universidad Popular, etcétera. En conclusión, con el franco orientamiento doctrinario que significó la acción marxista de Mariátegui, el movimiento estudiantil, el movimiento obrero y el movimiento campesino, adquirieron un carácter distinto superando el reformismo de anarquistas, anarcosindicalistas, hayistas y socialistas domesticados. Huelga decir que este «franco orientamiento doctrinario» no hubiera sido posible sin la asimilación de Mariátegui al marxismo-leninismo.
[3] Continuación, pues, desde la publicación del artículo El cisma del socialismo (escrito en marzo de 1921), la producción literaria de Mariátegui significó el inicio de su interpretación marxista de algunos aspectos de la escena mundial (véase Cartas de Italia).

15.12.2018.

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