miércoles, 2 de enero de 2019

Lógica dialéctica

Análisis y Síntesis. La Teoría Como Forma de la Unidad del Análisis y la Síntesis

P. V. Kopnin

EL PENSAMIENTO NO ESTÁ CONSTITUIDO por juicios, conceptos y razonamientos sueltos, aislados, sino por sus sistemas. La formación de conceptos, juicios y razonamientos no es un objetivo en sí, sino tan solo un medio para que la mente reproduzca el objeto en toda su plenitud y objetividad. En el proceso real del pensamiento nos enfrentamos siempre con un sistema de conocimientos. Incluso la célula elemental del pensamiento, el juicio, es un sistema formado, por lo menos, del sujeto, del predicado y la cópula. Se entiende que el concepto y el raciocinio también constituyen un sistema determinado. Sin embargo, la sistematización del saber científico, realizada en juicios, conceptos y razonamientos, sigue desarrollándose en formas de pensamiento cuya esencia, cuya función básica en el proceso de su movimiento constituye.

        La lógica formal no se ha ocupado, ni puede ocuparse, de estudiar las formas de sistematización del saber, ya que no es incumbencia suya hacerlo. Este problema corresponde a la gnoseología. Como la lógica formal se limitaba a investigar los juicios, los conceptos y los raciocinios, se tenía la impresión de que el pensamiento se circunscribía a estas formas. Las formas complejas, como la hipótesis, por ejemplo, se presentaban como variantes del razonamiento. La lógica formal no podía proceder de otro modo, ya que el razonamiento es un foco en el cual convergen los juicios y los conceptos.

        T. Pávlov indica que en el estudio de las formas del pensar, la dialéctica no puede limitarse tan solo al concepto, al juicio y al razonamiento. Refiriéndose a las formas del pensamiento científico, escribe: Son formas del pensamiento científico el concepto, el juicio (y el razonamiento), un sistema científico especial y un método científico especial (incluyendo la hipótesis, el experimento científico y la estadística) y, finalmente, un sistema o una teoría filosófica sobre el mundo y un método filosófico lo más general posible (incluyendo la práctica social como criterio).”1

        En el caso dado, nos interesan las dos siguientes ideas de T. Pávlov: 1) el círculo de las formas discursivas es mucho más amplio de lo que se cree habitualmente; 2) el juicio, el concepto y el razonamiento se complementan con formas que son sistemas científicos, por consiguiente, el estudio de estas formas presupone que se conozca a fondo en ellas el proceso de sistematización de los conocimientos científicos.

        Se sobrentiende que la sistematización del conocimiento no es la simple adición de conceptos, juicios y razonamientos sueltos, la incorporación mecánica de unos a otros, sino una síntesis en su forma más alta. Por ello, la esencia de la sistematización del conocimiento científico y de sus formas se entiende si se vincula a la interpretación de la índole de la síntesis y a su relación con el análisis.

        Durante mucho tiempo el concepto de análisis y de síntesis no rebasaba el marco del razonamiento inductivo y deductivo, que habían surgido, al principio, en geometría como elementos de su método de demostración. Según Euclides, en el análisis de algo que se quiere investigar, este algo se considera indiscutible a fin de llegar a verdades realmente indiscutibles. En la síntesis, por el contrario, se parte de verdades realmente indiscutibles y se llega a lo que no era evidente.2

        El análisis y la síntesis, en este caso, aparecen como dos procedimientos opuestos de demostración deductiva; en el método analítico se deducen de lo desconocido, de lo no demostrado, tesis cuya veracidad quedó establecida anteriormente. En la síntesis por el contrario, las tesis que se quieren demostrar, se infieren de verdades indiscutibles. Además, de hecho, no se trata aquí de encontrar nuevas tesis verídicas, sino modos de demostrar tesis acabadas, obtenidas anteriormente; el propio movimiento de lo desconocido a lo conocido, y viceversa, es comprendido de un modo muy limitado, por cuanto no se trata de formar nuevas verdades científicas, sino tan solo de los modos de establecer su evidencia.

        Más tarde, la lógica abandonó esta idea puramente geométrica del análisis y la síntesis, ampliándose considerablemente su noción de esas operaciones. El análisis y la síntesis empezaron a oponerse como dos tipos distintos de la dinámica del pensar: el inductivo y el deductivo, es decir, las categorías del análisis y la síntesis adquirieron un significado lógico general más amplio como facetas de un método de pensamiento científico. Hobbes, por ejemplo, consideraba que “… todo método que empleamos para estudiar las causas de las cosas sirve bien para unir, bien para desunir, o es en parte copulativo y en parte disyuntivo. Habitualmente, el método disyuntivo se llama analítico y el copulativo, sintético”.3 Tanto un método como el otro están vinculados al raciocinio y equivalen al paso de lo conocido a lo desconocido (descubrimiento de la acción por medio de causas conocidas). Todo razonamiento ya une, y combina, ya divide, y descompone. Newton ha expresado con mayor nitidez el vínculo del análisis con la inducción y de la síntesis con la deducción, haciendo anteceder el análisis a la síntesis. El método analítico consiste en hacer experimentos, observaciones y en deducir de ellos conclusiones generales; gracias a este método se pasa de lo complejo a lo simple, de las acciones a las causas, de las causas particulares a otras más generales. El método de la síntesis, escribe Newton, “consiste en explicar, con ayuda de los principios, los fenómenos que estos principios originan y en demostrar las explicaciones”.4

        Así, pues, por medio del análisis se encuentran las verdades nuevas y por medio de la síntesis se argumentan, se demuestran.

        Aunque esta comprensión del análisis y de la síntesis constituye un avance, comparada con la puramente geométrica, también resulta limitada, por cuanto, primero, el análisis y la síntesis se acomodan en los marcos de diversas formas de raciocinio y, segundo, se presentan como procesos independientes: uno, como medio de obtención de la verdad, y el otro de su demostración, es decir, no se enuncia un concepto verdadero sobre el proceso sintético y los medios, las vías de su realización. La filosofía de Kant supuso cierto avance en la solución de este último problema.

        El planteamiento hecho por Kant del problema de la síntesis contiene ideas fértiles; entre ellas hemos de señalar la tesis de que todo conocimiento solo es posible como síntesis. Esta última, además, presume obligatoriamente la unión de los conceptos y las representaciones palmarias. “Sin sensibilidad, no nos serían dados los objetos, y sin el entendimiento, ninguno sería pensado… Estas dos facultades o capacidades no pueden trocar sus funciones. El entendimiento no puede percibir y los sentidos no pueden pensar cosa alguna. Solamente cuando se unen, resulta el conocimiento.”5

        La síntesis se produce siempre sobre una base (categorías, ideas); su misión es pensar lo múltiple único, pero no encajando las representaciones en un solo concepto, sino creando nuevos juicios, combinando los datos de las representaciones prácticas a base de las categorías: “Entiendo por Síntesis, en su más alta significación, la operación de reunir las representaciones unas con otras y resumir toda su diversidad en un solo conocimiento”6 La condición suprema, máxima de toda síntesis, de todas las categorías a base de las cuales se realiza, es la unidad de la autoconciencia como posibilidad de referir todas las representaciones a una sola: «yo pienso». “El enlace no existe, pues, en los objetos, y no puede tampoco derivarse de éstos por percepción alguna, y recibirse después en el entendimiento, sino que es únicamente una operación de éste, que a su vez es la facultad de enlazar a priori y de reunir la diversidad de las representaciones dadas a la unidad de la apercepción. Este principio es el más elevado de todo el conocimiento humano.”7 Según Kant en el objeto no hay nada que no esté en nosotros mismos: la síntesis, el enlace, es la única representación… “que no puede sernos dada por los objetos”.8

        Aquí es donde se manifiestan con particular evidencia todos los vicios del concepto kantiano de la síntesis, que se basa en el idealismo subjetivo y en el apriorismo. Kant niega la existencia de la causa objetiva de la síntesis. Por ello el conocimiento obtenido como resultado de la síntesis no tendrá el valor de una verdad objetiva, no será un conocimiento de las cosas entre sí. Es igualmente errónea l división hecha por Kant de la síntesis en pura y empírica, que también se deduce de su apriorismo. Kant no pudo superar la oposición metafísica, el divorcio, de la síntesis y el análisis. La síntesis se efectúa por sí misma, al margen del análisis. La síntesis posee su lógica llamada trascendental, y el análisis la suya: general o formal, precediendo la síntesis al análisis: “… no podemos representarnos nada enlazado con un objeto sin haberlo hecho antes nosotros mismos…”9 Por ello el análisis, de hecho, no participa en el avance del saber científico, en la formación de nuevos conceptos.

        La interrelación dialéctica del análisis y la síntesis en el proceso del conocimiento fue descubierta por Hegel, quien considera el conocimiento analítico y sintético como factores en la obtención de conocimientos verídicos.

        Hegel muestra, ante todo, la pobreza y el carácter abstracto de la definición dada al análisis  como del paso de lo conocido a lo desconocido y a la síntesis como del paso de lo desconocido a lo conocido. Cabe decir, observa Hegel, que “el conocer empieza, en general, con la falta de conocimiento, pues lo que ya se conoce, no se aprende a conocerlo”.10 Es igualmente correcta la afirmación contraria: “el conocimiento procede de lo conocido a lo desconocido” El conocimiento empieza por el proceso analítico que consiste “… en descomponer el objeto concreto dado, en aislar sus diferencias y comunicarle la forma de una universalidad abstracta”.11

        El análisis empieza por un cierto objeto concreto o singular (o tarea), que no se descompone fácilmente en el intelecto en sus partes integrantes, sino que se reduce a algo universal. Por ello la esencia del análisis consiste en establecer una identidad formal entre el objeto y la universalidad abstracta. El empirismo, que se caracteriza por erigir en absoluto el proceso analítico, conduce a una representación deformada de las cosas. “El objeto sometido a análisis –escribe Hegel– es considerado como una cebolla de la que se va quitando capa tras otra.”12 Al formular algunas definiciones abstractas, del objeto, éste, en toda su diversidad, no debe reducirse a definiciones tomadas por aislado o adicionadas.

        El conocimiento sintético en oposición al analítico “… procede hacia la comprensión de lo que existe, es decir, procede a captar la multiplicidad de las de las determinaciones en su unidad”.13 La síntesis, además, no se limita a unir los resultados del análisis, reproduciendo aquello que existía con anterioridad a él. En este caso el proceso analítico y el sintético, posterior a él, serían superfluos. Partiendo de lo universal en la síntesis se llega al conocimiento de lo singular como necesario universal. Los factores de este proceso sintético son: 1) la definición; 2) la división; 3) el teorema. La definición proporciona lo universal que es preciso separar; esto último se consigue en la división; en el teorema culmina el proceso sintético; lo particular se convierte en singular y se produce la unidad del concepto y la realidad.14

        Refiriéndose a la unidad del proceso analítico y sintético, Hegel señala que su elección no depende de la voluntad del sujeto pensante de atenerse a un método o a otro: “… de la forma de los propios objetos que deseamos conocer depende cuál de los dos métodos, que se infieren del concepto del conocimiento definitivo, tendremos que aplicar”.15

        La idea marxista del análisis y la síntesis está íntimamente vinculada a la de Hegel, aunque se diferencia por principio de ella, ya que no solo está exenta de apriorismo, sino también de todo el idealismo de la metafísica.

        La base objetiva del proceso analítico y sintético del conocimiento es la existencia de las múltiples formas de movimiento de la materia en medio de su unidad sustancial, interna y necesaria. Debido a que el propio mundo es la vez único y múltiple, hay en él identidad y diferencia; lo único existe en lo múltiple (lo idéntico en lo diferente) y lo múltiple en lo único (lo diferente en lo idéntico). El conocimiento debe aprehender la naturaleza del mundo objetivo, reflejar lo múltiple en lo único y lo único en lo múltiple; de aquí la necesidad de descomponer y unir en su unidad. “… el pensamiento consiste tanto en la separación de objetos de consciencia en sus elementos cuanto en la unificación de elementos correspondientes en una unidad. No hay síntesis sin análisis”.16

        La misión del análisis, lo mismo que de la síntesis, es reproducir el objeto en el intelecto, de acuerdo con la naturaleza y las leyes del propio mundo objetivo. Si el pensamiento se aparta de las leyes objetivas y efectúa el análisis y la síntesis en concordancia con leyes ajenas a la naturaleza del propio objeto (si extrae elementos que no existen en el objeto o bien aglutina aquello que está separado en el mundo material) se apartará de la verdad objetiva hacia la región de las construcciones intelectivas, creando formas arbitrarias. Como dice Engels: “… el pensamiento, sino quiere incurrir en arbitrariedades, no puede reunir en una unidad sino aquellos elementos de la consciencia en los cuales –o en cuyos prototipos reales– existía ya previamente dicha realidad. Si reúno los cepillos de los zapatos bajo la unidad ‘mamíferos’, no por ello conseguiré que tengan glándulas mamarias”. 17 Para el marxismo la causa de la actividad sintética del pensamiento no radica en la unidad trascendental de la apercepción en el intelecto, sino en la unidad material del mundo.

        El análisis y la síntesis tienen carácter creador, su resultado es el avance de nuestro saber. Mas la creación en el conocimiento no significa apartarse del mundo objetivo y de sus leyes, sino su aprehensión en toda su plenitud y objetividad. La actividad analítica y sintética del pensamiento humano es libre e ilimitada en el reflejo objetivo de los fenómenos de la realidad. No debe uno imaginarse que el proceso cognoscitivo transcurre del siguiente modo: primero se hace el análisis (sin la síntesis), y luego, a base del análisis, la síntesis. El vínculo entre el análisis y la síntesis es orgánico, intrínseco. Al hacer el análisis, sintetizamos, y la síntesis incluye el análisis como uno de sus elementos. El conocimiento no puede dar ni un paso adelante partiendo tan solo del análisis o de la síntesis. El análisis más elemental es imposible sin la síntesis, sin la unificación de los elementos analizados en algo único y la síntesis, como es lógico, incluye en calidad de elemento indispensable, la separación en un todo de sus elementos aislados.

        La actividad del análisis y la síntesis constituye un elemento indispensable de todo proceso de pensamiento; sin embargo, el vínculo dialéctico, la unidad del análisis y la síntesis se manifiesta con mayor claridad, plenitud y madurez en el proceso de formación y desarrollo de la teoría científica.18

        Se llama teoría una vasta esfera de conocimientos que describe y explica el conjunto de los fenómenos, que da a conocer las bases reales de todas les tesis enunciadas y que circunscribe leyes descubiertas en dicha esfera a un principio unificador único. Esta definición no agota todo el contenido del concepto de “teoría”, pero destaca lo principal, lo fundamental en él. Cuando se habla de teoría, se sobreentiende, ante todo, una esfera de conocimientos bastante amplia acerca de un objeto o de un conjunto de fenómenos. Mas el conocimiento no se divide en teorías de un modo mecánico, no se corta simplemente en trozos; tampoco se califica de teoría cualquier conjunto de tesis, por amplia que sea.

        Primero, se incluyen en una teoría los conocimientos que se refieren a un objeto (estrictamente determinada, vinculada orgánicamente por el conjunto de los fenómenos). Algunas tesis, que describen y explican los fenómenos de la Luna, no constituyen una teoría científica si se unen a datos científicos que se refieren al funcionamiento del corazón de las ranas. La aglutinación de los conocimientos en una teoría se efectúa, ante todo, por el propio objeto, por sus leyes. Esto determina el carácter objetivo de los nexos entre los diversos juicios, conceptos y raciocinios en la teoría.

        Pero no todo conjunto de proposiciones acerca de un objeto constituye una teoría. El conocimiento, para convertirse en teoría, ha de alcanzar en su desarrollo un determinado grado de madurez. Cuando el conocimiento incluye tan solo la selección y la descripción de los hechos reales que se refieren a un objeto determinado, no adquiere aún la forma de una teoría científica. La descripción no es más que un modo de enfocar la teoría, de preparar su creación, pero no es la teoría propiamente dicha. Aristóteles había indicado ya que el conocimiento equivale, ante todo, a descubrir las causas de los fenómenos. La teoría ha de englobar, además de la descripción de un determinado conjunto de hechos, su explicación, el descubrimiento de las leyes a que están supeditados. Por explicación no solo se entiende, claro está, el descubrimiento de la causa (la causalidad no es más que una partícula del vínculo universal), sino también de los nexos que, en general, están sujetos a leyes. Integran la teoría diversas tesis que expresan los vínculos regidos por leyes. Estas tesis, estas tesis, además, están aglutinadas por un solo principio general, que refleja la ley fundamental del objeto (o del conjunto de fenómenos). Si no existe el principio unificador, ningún gran conjunto de tesis científicas que reflejan las leyes lógicas puede constituir una teoría científica. Este principio es el que cumple la función sintetizadora fundamental en la teoría, el que aglutina las tesis integrantes (tanto las que describen como las que explican) en un todo único.

        Finalmente, es obligatorio para la teoría la argumentación (la demostración) de las tesis que la componen. Si no hay demostración, tampoco hay teoría.

        Los rasgos arriba enumerados caracterizan toda teoría, ya que constituyen lo necesario y suficiente para que el conocimiento se presente en forma de teoría. Sin embargo, las propias teorías suelen ser distintas.

        Se diferencian, ante todo, por el objeto que reflejan. La teoría matemática tiene sus peculiaridades que la distinguen de la teoría física, biológica, histórica, etc. Las peculiaridades específicas en la estructura, el desarrollo y la demostración de la teoría de una ciencia, inferidas del carácter de su objeto, se estudian por esa misma ciencia. La gnoseología proporciona los principios generales necesarios para el estudio de las peculiaridades de la estructura y el desarrollo de las teorías científicas.

        Las teorías se diferencian también por la amplitud de los fenómenos que abarcan y explican. Debido a ello pueden ser más o menos generales, cosa que tiene importancia para determinar el lugar de cada teoría en el sistema científico. La amplitud de la teoría depende, a su vez, del carácter de su principio unificador. Si este papel de principio lo cumple una ley fundamental de un elevado grado de generalidad, la teoría, construida sobre su base, tiene un carácter sumamente amplio. Además es fundamental para una teoría el modo de argumentación, de demostración que emplea. Hay teorías cuyas tesis se demuestran experimentalmente y otras cuyas tesis fundamentales se argumentan por medio de la deducción.

        Y, finalmente, el carácter de una teoría se determina por el grado de argumentación de su principio determinante. En unas teorías, hace las veces de este principio una tesis cuya veracidad ya está establecida; en otras, está argumentado hasta un grado mayor o menor de probabilidad. Estas últimas, como es natural, tienen menos importancia que la primera.

        Las diferencias entre las teorías señaladas más arriba, pueden servir de base para su clasificación. Sin embargo, la dialéctica considera que lo principal en el estudio de las teorías no es la descripción de las mismas y el establecimiento de las diferencias entre ellas, sino el descubrimiento del proceso de su formación y desarrollo, de los modos que emplea para sintetizar el conocimiento. ¿Cómo y de qué modo se aglutinan en una teoría única las diversas tesis científicas que caracterizan diversas facetas del objeto? ¿En qué momento el conocimiento se transforma en teoría? La respuesta a esta pregunta exige que se esclarezca la esencia y el papel de una forma del pensamiento: la idea.
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(1) Teodor Pávlov, La teoría del reflejo, Ediciones de Literatura Extranjera, Moscú, 1949, pág. 389.
(2) Esta noción del análisis y la síntesis figura en el libro XIII de Elementos del Euclides. (N. del A.)
(3) T. Hobbes, Obras escogidas, Gosizdat, Moscú-Leningrado, 1926, pág. 48.
(4) Isaac Newton, Principios matemáticos de filosofía natural (páginas selectas), Leningrado, 1929, pág. 58.
(5) Kant, Crítica de la razón pura, Lozada, Buenos Aires, pág. 198.
(6) Ibídem, pág. 218.
(7) Ibídem, pág. 253.
(8) Ibídem, pág. 238.
(9) Ibídem, pág. 237.
(10) Hegel, Obras, Ciencia de la lógica, Hachette, Buenos Aires, pág. 512.
(11) Ibídem, t. 1, pág. 332.
(12) Hegel, Obras, t. 1, Gosizdat, Moscú-Leningrado, 1939, pág. 333.
(13) Ibídem, t. VI, Hachette, Buenos Aires, pág. 521.
(14) “En la definición y la división, lo sintético es una vinculación tomada del exterior; lo que se ha hallado preexistente es llevado hasta la forma del concepto, pero, como hallado preexistente, todo el contenido es solo mostrado; el teorema, en cambio, tiene que ser demostrado.” (Hegel, t. VI, Hachette, Buenos Aires, pág. 536.)
(16) F. Engels, Anti-Dühring, Editorial Grijalbo, S. A., México, D. F., pág. 29.
(17) Ibídem, pág. 56.
(18) El término “teoría” no siempre tiene la misma significación. A veces se da el nombre de teoría a cualquier conocimiento. Se emplea este término al hablar de las relaciones recíprocas entre la teoría y la práctica. En nuestro caso entendemos por teoría no una forma específica cualquiera del conocimiento humano, sino el conocimiento en general, es decir, teoría viene a ser el sinónimo de conocimiento. En el capítulo presente empleamos este término en un sentido más restringido, como forma de pensamiento, que posee sus propias peculiaridades y que ocupa un determinado lugar en la dinámica del saber. (N. del A.)

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