lunes, 2 de abril de 2018

Política

Nota:

Por la proximidad del Centenario de la revista Nuestra Época –de esta revista, no del Socialismo Peruano, es decir, no del Socialismo Marxista-Leninista Peruano–, republicamos el texto que sigue a fin de esclarecer en la coyuntura actual la diferencia entre el Centenario de la revista que, según apuntó Mariátegui, constituyó el “punto de arranque” de su socialismo en el sentido general del término y el socialismo marxista al que se asimiló en su estancia europea, es decir, entre el centenario del socialismo reformista y el Centenario del Socialismo Peruano, marxista-leninista, que se cumple en marzo de 2021, pues en este mes de 1921 Mariátegui escribió su primer texto netamente marxista, rompiendo así con su inicial y pasajero socialismo a lo Araquistain, socialismo ligado al Partido Socialista Español, liderado por Pablo Iglesias, del cual el Mariátegui marxista-leninista dijo lo que sigue: “… Iglesias consiguió establecer y acreditar una agencia de la Segunda Internacional, con el busto de Karl Marx en la fachada. En torno del busto de Marx, sino de la doctrina, agrupó a los obreros de Madrid…” (Figuras y aspectos de la vida mundial, t. I, p. 274). La historia acredita que, como sostuvo acertadamente Jorge Falcón, Iglesias no pasó del busto de Marx a su doctrina. Esto fue expresado por el propio Mariátegui en los siguientes términos “… [Iglesias] redujo las reivindicaciones socialistas casi exclusivamente al mejoramiento de los salarios y a la disminución de las horas de trabajo. Este método le permitió crear una organización obrera; pero le impidió insuflar en esta organización un espíritu revolucionario.” (ibídem, p. 275).

El socialismo a lo Araquistain, cuya fuerte influencia sobre la revista Nuestra Época (así como sobre el diario La Razón) es un hecho anotado con ejemplar honestidad por el propio Mariátegui, fue precisamente el socialismo “reformista, colaboracionista, evolucionista” (Mariátegui).

Todo activista del Socialismo Peruano, del Marxismo-Leninismo Peruano, todo continuador consecuente y honrado de la Creación Heroica de Mariátegui, tiene necesariamente que deslindar con el oportunista designio de diluir el socialismo marxista en el nebuloso socialismo en general, de identificar la revista Nuestra Época con el Socialismo Peruano, de disolver el Centenario del Socialismo Peruano en el centenario del socialismo reformista, designio que los liquidadores pretenden consumar utilizando la revista Nuestra Época y al propio Mariátegui como señuelos.

El texto de Eduardo Ibarra es el primer capítulo del libro La Creación Heroica de Mariátegui y el Socialismo Peruano. Planteamiento de la Cuestión, y, aunque  data del 19 de enero de 2008, conserva completa actualidad.

01.04.2018.

Comité de Redacción



Notas Sobre la Creación Heroica de Mariátegui


Eduardo Ibarra


I

En su famoso editorial Aniversario y balance, José Carlos Mariátegui escribió estas palabras de permanente actualidad:

No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, el socialismo indo-americano. He aquí una misión digna de una nueva generación.(1)

Esta afirmación data de setiembre de 1928 y, a más de su valor general, tiene un valor particular para el Perú. Pero ya en 1923 (sin haberse determinado el mes, pero en todo caso antes de setiembre de dicho año), en una discusión con César Falcón, el maestro se había referido a las «características peculiares del medio peruano»(2), al objeto, sin duda, de plantear la necesidad de tener tales características como blanco del método marxista. Después, en julio de 1925, llamó a aplicar «un método científico al examen de los problemas peruanos»(3), con lo cual, como es obvio, se refirió al marxismo, tal como luego quedó probado:

Hace año y medio propuse la organización de una especie de seminario de estudios económicos y sociológicos que se proponga, en primer término, la aplicación del método marxista al conocimiento y definición de los problemas del Perú. Hoy renuevo mi proposición.(4).

Así, pues, desde muy temprano, Mariátegui tuvo clara la necesidad de aplicar creadoramente el marxismo a las condiciones particulares del Perú.

En la hoja de vida política Del autor, el maestro dejó señalado lo siguiente:

… [mi trato] con los tópicos nacionales no es, como algunos creen, posterior a su regreso a Europa. Es evidente que en Europa se ocupó particularmente en estudios de política, economía, sociología, filosofía, etc. De su viaje data su asimilación al marxismo. Pero no hay que olvidar que a los 14 ó 15 años empezó a trabajar en el periodismo y que, por consiguiente, a partir de esa edad tuvo contacto con los acontecimientos y cosas del Perú, aunque carecía, para enjuiciarlos, de puntos de vista sistemáticos.(5).

Pero ya en su carta del 10 de enero de 1928 a su amigo Samuel Glusberg, había precisado:

A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista.(6).

Es claro, por lo tanto, que Mariátegui inició su trabajo de investigación de la realidad peruana conforme al método marxista en el año 1923. Pero, entonces, ¿cuál es la primera expresión de este trabajo?

Según nos parece, esa primera expresión es la conferencia La crisis mundial y el proletariado peruano, pronunciada el 15 de junio de 1923 en la Universidad Popular González Prada(7).

Entre otras cuestiones, en esa conferencia Mariátegui planteó las siguientes: 1) el proletariado necesita, ahora como nunca, saber lo que pasa en el mundo; 2) por tanto es necesario difundir en el proletariado el conocimiento de la crisis mundial, presentar al pueblo la realidad contemporánea, explicar al pueblo que está viviendo una de las horas más trascendentales y grandes de la historia, contagiar al pueblo de la fecunda inquietud que agita actualmente a los demás pueblos civilizados del mundo; 3) en este propósito es necesaria una prensa docente que siga con atención, con inteligencia y con filiación ideológica el desarrollo de esta gran crisis; 4) en este mismo propósito hacen falta maestros universitarios, del tipo de José Ingenieros, capaces de apasionarse por las ideas de renovación que actualmente transforman el mundo; 5) hacen falta asimismo grupos socialistas y sindicalistas, dueños de instrumentos propios de cultura popular, y en aptitud, por tanto, de interesar al pueblo por el estudio de la crisis; 6) el internacionalismo no es sólo un ideal; es una realidad histórica. El progreso hace que los intereses, las ideas, las costumbres, los regímenes de los pueblos se unifiquen y se confundan. El Perú, como los demás pueblos americanos, no está, por tanto, fuera de la crisis; está dentro de ella. La crisis mundial ha repercutido ya en estos pueblos. Y, por supuesto, seguirá repercutiendo; 7) aquí se conoce un poco la literatura clásica del socialismo y del sindicalismo; no se conoce la nueva literatura revolucionaria. La cultura revolucionaria es aquí una cultura clásica, además de ser… una cultura muy incipiente, muy inorgánica, muy desordenada, muy incompleta… toda esa literatura socialista y sindicalista está en revisión. Y esta revisión no es una revisión impuesta por el capricho de los teóricos, sino por la fuerza de los hechos. Esa literatura, por consiguiente, no puede ser usada hoy sin beneficio de inventario; 8) el campo proletario no está ya dividido en socialistas y sindicalistas; sino en reformistas y revolucionarios… Una parte del socialismo se ha afirmado en su orientación social-democrática, colaboracionista; la otra parte ha seguido una orientación anti-colaboracionista, revolucionaria. Y esta parte del socialismo es la que, para diferenciarse netamente de la primera, ha adoptado el nombre de comunismo; 9) aquí, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse no en sindicalistas y socialistas -clasificación anacrónica- sino en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas; 10) yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad vive un período revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas las tesis social-democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis evolucionistas.

La conferencia que comentamos es, pues, un diagnóstico de las características peculiares del medio peruano en lo tocante a la situación ideológica y política de las clases trabajadoras en la primera mitad de la década de 1920 y, al mismo tiempo, un verdadero programa de acción, cuya realización el maestro no concebía como una labor individual, sino como la obra de un movimiento. En consecuencia, puede decirse que ese diagnóstico y este programa son ya la aplicación del método marxista a la investigación de la realidad peruana.

Esta labor de investigación se expresó en el período inmediatamente posterior en los artículos Lo nacional y lo exótico (noviembre de 1924), Hacia el estudio de los problemas peruanos y Un programa de estudios económicos y sociales (10 y 17 de julio de 1925, respectivamente), El problema primario del Perú (diciembre 1924), El hecho económico en la historia peruana (agosto de 1925), El rostro y el alma del Tawantisuyu (setiembre de 1925), El progreso nacional y el capital humano (apartado I) (octubre 1925), Nacionalismo y vanguardismo (27 de noviembre y 4 de diciembre de 1925), Economía nacional (enero de 1926), Principios de política agraria nacional (julio de 1927), y La tradición nacional (diciembre de 1927), algunos de los cuales, como es de conocimiento general, fueron en parte incorporados a 7 Ensayos, la obra magna de Mariátegui.

Ciertamente entre la labor de difusión en el pueblo peruano del conocimiento marxista de la situación mundial y la investigación de la realidad nacional conforme al método de Marx, existe una evidente relación orgánica, explicada por el propio Mariátegui:

Tenemos el deber de no ignorar la realidad nacional; pero tenemos también el derecho de no ignorar la realidad mundial. El Perú es un fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria». «Los viejos pueblos orientales a pesar de las raíces milenarias de sus instituciones, no se clausuran, no se aíslan. No se sienten independientes de la historia europea (…) Así se comportan antiguas naciones poseedoras de formas políticas, sociales y religiosas propias y fisonómicas. ¿Cómo podrá, por consiguiente el Perú, que no ha cumplido aún su proceso de formación nacional, aislarse de las ideas y las emociones europeas? Un pueblo con voluntad de renovación y de crecimiento no puede clausurarse. Las relaciones internacionales de la inteligencia tienen que ser, por fuerza, librecambistas. Ninguna idea que fructifica, ninguna idea que se aclimata, es una idea exótica. La propagación de una idea no es culpa de sus asertores; es culpa o es mérito de la historia. No es romántico pretender adaptar el Perú a una realidad nueva. Más romántico es querer negar esa realidad acusándola de concomitancias con la realidad extranjera.(8)

En la obra de Mariátegui, la literatura sobre tópicos internacionales escrita antes del 15 de junio de 1923, es, por consiguiente, inseparable de su teoría de la realidad nacional, pues ambos planos de su creación teórica tienen la misma finalidad de dotar al proletariado y al entero pueblo peruano de la necesaria conciencia de clase, premisa de su emancipación política y económica.

En consecuencia, en un marco más general, la Creación Heroica de Mariátegui comienza con el primer artículo que expresa su conciencia marxista. Pero, entonces, ¿cuál es este artículo? Evidentemente, el tratamiento de esta cuestión no es tarea fácil.

Por cuanto Mariátegui señaló que de su estancia en Europa data su asimilación al marxismo, es lógico suponer que los artículos reunidos en el tomo 15 de sus Obras completas, bajo el título Cartas de Italia, pueden dar respuesta al interrogante.

¿Cuál, pues, de los 53 artículos que componen el mencionado tomo desde su décima primera edición, 1991, expresa la adhesión de Mariátegui al marxismo? ¿Cuál de esos artículos es el inicio de su labor de difusión en nuestro pueblo del conocimiento marxista de la situación mundial, labor que continuó con otros artículos que forman el mismo tomo 15 y, naturalmente, con aquellos otros que forman La escena contemporánea y los tomos 3 (específicamente La emoción de nuestro tiempo), 8, 12, 16, 17 y 18 de sus Obras completas, para mencionar únicamente los textos básicos sobre el tema?

II

Como es de conocimiento común, Mariátegui experimentó el desarrollo de la lucha de clases en Italia y, en general, en la Europa posterior a la guerra de 1914-1918 y, en particular, estudió, con especial atención, el proceso tanto del socialismo italiano como del socialismo europeo en ese mismo período. Precisamente la asimilación de estos dos hechos contribuyó poderosamente a su asimilación al marxismo, cosa que ocurrió en algún momento de la segunda mitad de 1920. Es claro que es misión imposible datar este hecho con exactitud matemática, pero en enero de 1921 Mariátegui participó como periodista en el Congreso de Livorno del Partido Socialista Italiano y adhirió a la minoría que fundaría el Partido Comunista. Lo que importa, sin embargo, en las presentes notas, es identificar el escrito que expresa la adhesión de Mariátegui al marxismo.

A nuestro modo de ver, el artículo El cisma del socialismo, escrito en marzo 1921 y publicado en El Tiempo el 12 de junio del mismo año, expresa la asunción del marxismo por Mariátegui. Y no por su tema, sino por el punto de vista adoptado para el tratamiento del mismo, aunque no sea menos cierto que el tema facilitó la expresión del punto de vista marxista.

En el artículo Las fuerzas socialistas italianas, escrito en abril de 1920, Mariátegui, refiriéndose a las dos facciones de esas fuerzas, la minimalista y la maximalista (para decirlo en términos que durante un tiempo utilizó el maestro para distinguir reformismo de revolucionarismo), escribió lo siguiente:

una parte del Partido Socialista no cree en la posibilidad de la revolución inmediata. Más aún. No cree en la capacidad del proletariado actual para asumir el poder. Y juzga que hay que ocuparse de crearle esta capacidad. Y que hay que utilizar la fuerza parlamentaria del socialismo. Los ciento cincuenta y seis votos socialistas pueden servir para muchas reformas urgentes. Para todas aquellas reformas a las cuales no negarían su voto otros grupos de la izquierda parlamentaria. En tanto, otra parte del Partido Socialista, la parte extremista, cree en la posibilidad de la revolución. Juzga necesario que la acción del Partido se reduzca a organizarla, a precipitarla. Estima que el Partido debe reservar su labor constructiva para cuando el poder esté íntegramente en manos del proletariado. Que no proceder así es retardar la revolución y colaborar con la burguesía.(9).

Es importante poner atención en el citado razonamiento de Mariátegui, pues la distinción que hace de las tendencias en el socialismo italiano en función de la posición de cada una de ellas ante el poder político de la burguesía, le permite diferenciar el reformismo del revolucionarismo. Este razonamiento, sin embargo, es genéricamente clasista, y no definidamente marxista(10).

Esto explica que, en el artículo La Sociedad de las Naciones, escrito en mayo del mismo año, es decir, aproximadamente un mes después del citado anteriormente, escribiera:

El proletariado socialista lucha por una “internacional” de clase, por una internacional netamente proletaria. Llámese segunda o tercera internacional, llámese de Ginebra o de Moscú, la internacional obrera es fundamentalmente una sola.(11).

En cambio, en el artículo El cisma del socialismo, Mariátegui ha tomado ya una posición netamente marxista:

no existe sino un partido efectivamente maximalista: el partido de Bombacci, de Bordiga, de Graziadei. El partido que se ha separado del socialismo oficial en el Congreso de Livorno a causa de que la mayoría del socialismo oficial quería suscribir el programa de Moscú con varias reservas escritas y demasiadas reservas mentales (…) La fracción derechista diferenciándose de las demás fracciones derechistas europeas, no estaba con la Segunda Internacional. Verbalmente, lo mismo que la fracción centrista, estaba con la Internacional de Moscú. Pero realmente la adhesión de ambas al maximalismo, no era sino retórica, tal vez, más que de que resintiesen con la Tercera Internacional, de que no se sentían con la Segunda. (…)  La división ha sido, por esto, inevitable y necesaria. (…) El Partido Comunista, entre tanto, ha recogido el programa maximalista adoptado por la mayoría socialista hace dos años en el Congreso de Boloña y abandonado ayer en el Congreso de Livorno. Obediente a ese programa, el Partido Comunista trabaja exclusivamente por la revolución y para la revolución. Esta preparación para la revolución no es como se comprende, una preparación material. Es una preparación principalmente espiritual.(12).

El artículo El cisma del socialismo expresa, pues, el paso de Mariátegui del socialismo no marxista al socialismo marxista, es decir, el inicio de su teorización marxista, el principio de su análisis de la realidad conforme al método marxista, el punto de arranque de su Creación Heroica.

III

Evidentemente, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana es la obra cumbre de Mariátegui, aunque en puridad de verdad lo es a la par con el libro «perdido» Ideología y política, que, según escribiera el propio Mariátegui, era

la exposición de sus puntos de vista sobre la Revolución Socialista en el Perú y la crítica del desenvolvimiento político y social del país y, bajo este aspecto, la continuación de la obra cuyos primeros jalones son los “7 Ensayos”(13).

Del «libro perdido» tenemos, en cierto grado, un sucedáneo en el tomo 13 de sus Obras completas, el cual, con 7 ensayos, forma el binomio básico-fundamental para la interpretación-transformación de la realidad peruana.

Como es de conocimiento común, el Partido Socialista del Perú fue fundado el 7 de octubre de 1928 y los 7 ensayos vieron la luz en noviembre del mismo año. Esto quiere decir que en octubre-noviembre del presente se cumple el 80 aniversario de ambos  acontecimientos, y no, por supuesto, el aniversario del Socialismo Peruano.

La razón es simple: definir el punto de arranque del Socialismo Peruano (es decir del Marxismo-Leninismo Peruano) responde a la pregunta de cuál fue su primera manifestación, y no a la consideración de cuáles son sus expresiones más altas. Esta es una verdad elemental y, por esto, puede ser comprendida perfectamente por cualquier persona que proceda con un poco de inteligencia y otro poco de honestidad intelectual.

Sin embargo, hay quienes fechan el inicio de la Creación Heroica de Mariátegui en octubre-noviembre de 1928. Esto, por cierto, es un error de bulto y, en un caso, un argumento sofístico.(14)

Por Creación Heroica de Mariátegui hay que entender toda la Producción Marxista-Leninista del maestro, que, como es obvio, tiene como Contenido Medular los resultados de la aplicación del método marxista-leninista a la realidad peruana. Por lo tanto, así como el marxismo surgió como concepción integral del mundo entre noviembre de 1845 y abril de 1846 con la escritura de La ideología alemana, y no con su publicación en 1932, el Socialismo Peruano tiene su punto de arranque en marzo de 1921 con la escritura del artículo El cisma del socialismo, y no con su publicación el 12 de junio del mismo año.

Es decir, así como el paso de Marx y Engels del idealismo y la democracia revolucionaria al materialismo dialéctico y al comunismo científico fue un proceso que duró aproximadamente cuatro años (desde la tesis de doctorado de Marx, 1841, hasta la escritura de La ideología alemana), el paso de Mariátegui del «estetismo literario» al socialismo marxista fue igualmente un proceso que cubrió aproximadamente seis años (de 1914 a 1920).
        
        En el marco del socialismo en el sentido general del término, Mariátegui pasó del socialismo a lo Araquistain («criticismo socializante») al socialismo marxista («método fundamentalmente dialéctico»).

En conclusión, el aniversario del Partido Socialista del Perú se celebra el día de su fundación y el aniversario de 7 ensayos en la fecha de su primera edición. Esta es una verdad absolutamente evidente, así como también es una verdad absolutamente evidente que el punto de arranque de la Creación Heroica de Mariátegui es el artículo El cisma del socialismo de marzo de 1920.

Notas
[1]  Ideología y política, p. 249.
[2]  Anuario Mariateguiano, Nº 1, p. 3.
[3]  Peruanicemos al Perú, p. 55.
[4] Martínez de la Torre, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t. II, Lima, 1974, p. 272.
[5]  Ideología y política, p. 16.
[6]  Correspondencia, t. II, p. 331. Como es obvio, Mariátegui no puede ser reconocido como marxista por los temas nacionales sobre los que escribió antes de su asimilación al marxismo-leninismo, sino por la aplicación vívida que hizo de esta doctrina en la interpretación de los problemas peruanos. «Ser “nacionalista” por el género de los estudios, no exige serlo también por la actitud política…» (Mariátegui, Ideología y política, p.221).
[7] Historia de la crisis mundial, pp. 15-25. Ciertamente Mariátegui había publicado el 23 de abril de 1922, en el diario El Tiempo, el artículo Un libro notable: “Il Perú” del Conde Perrone, pero este artículo es literatura sobre literatura y, no obstante tener en esta calidad un indudable valor, no constituye una reflexión directa sobre algún aspecto de la realidad peruana y, seguramente por esto, Mariátegui, ya entonces marxista-leninista, no lo consideró como el inicio de su «trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista.» No obstante, puede decirse que el mencionado artículo aparece como antecedente de dicho trabajo.
[8] Peruanicemos al Perú, pp. 38-40.
[9]  Cartas de Italia, p. 73.
[10] Jorge Falcón sostiene: «El artículo, autorizado y édito, que yo ubico primero de Mariátegui en específico tema socialista con trato de militante inclinación hacia el marxismo, es el titulado Las fuerzas socialistas italianas, escrito en Abril de 1920» (Mariátegui: arquitecto sindical, Empresa Editora Amauta, Lima, 1980, p. 133). Esta afirmación no le serviría a nadie para controvertir nuestra tesis según la cual el artículo El cisma del socialismo es el primer escrito marxista de Mariátegui, pues, como se ha podido ver, Falcón habla de la «… militante inclinación hacia el marxismo…», y no de una definida militancia marxista de Mariátegui.
[11]  Cartas de Italia, p. 80.
[12] Ibídem, pp. 127, 128 y 129.
[13] Ideología y política, p.
[14] Después, los liquidadores (que son los que cometieron el error de bulto), recularon y, ahora, sostienen la idea de que el inicio de la Creación Heroica de Mariátegui es el 22 de junio de 1918, fecha de aparición de la revista Nuestra Época. Este bandazo demuestra que a la negación de la verdad histórica de dicha Creación, le han agregado ahora la negación de su verdad ideológica, con lo cual pretenden diluir su contenido marxista en el mapa del nebuloso socialismo en general. Por otro lado, el oportunismo de derecha, para congraciarse con los liquidadores mientras estos sostenían su primera versión sobre el punto de arranque de la Creación Heroica de Mariátegui, levantó la temeraria idea de que la fundación del PSP en octubre de 1928 y la publicación de los 7 ensayos en noviembre del mismo año, por ser sus expresiones más altas, constituyen la partida de nacimiento de dicha Creación. Este sofístico argumento equivale a considerar que el nacimiento de una persona se produce no cuando viene al mundo, sino cuando, digamos, alcanza titularse en alguna profesión. Pero ocurre que la cuestión que examinamos, es, concretamente, la cuestión de la primera manifestación literaria del marxismo-leninismo de Mariátegui, que es lo único que puede permitir establecer con plena verdad el momento del nacimiento de la Creación Heroica del maestro. Después de que los liquidadores abandonaron, a la chita callando, su primera versión, el oportunismo de derecha se quedó solo con su temeraria idea, tan temeraria como la segunda versión de los liquidadores.





Amigos de Mariátegui

Antonio Rengifo Balarezo

ÚNICAMENTE LOS SECTARIOS no tienen amigos; sino, solamente, “Camaradas”. La amistad, para los sectarios, no existe.  En cambio para Mariátegui la amistad trascendía género, religión y clase social.  Se podría aventurar que fue “amigero” por la cantidad de amigos y amigas que tuvo y por ser un gran conversador. Buena para de sus conocimientos los adquirió, por cuenta propia, conversando en diálogo con las personas y con los libros.

        ¿Qué actitudes orlaban su personalidad para irradiar simpatía?  Me limitaré solo a dos: sinceridad y valentía.  Que se hallan formuladas, en términos mariateguianos, en la Advertencia a sus 7 Ensayos:

Mi pensamiento y mi vida constituyen una sola cosa, un único proceso.  Y si algún mérito espero y reclamo que me sea reconocido es el de –también un principio de Nietzsche- meter toda mi sangre en mis ideas.

Al asumir el marxismo no fue óbice para que Mariátegui fuese amigo de un culto aristócrata limeño, como don Pedro López Aliaga fue su amigo.  Lo atestigua una foto y una sentida nota periodística a la muerte de don Pedro:

Mi temperamento excesivo, mi ideología revolucionaria, no asustaban a don Pedro. Discutíamos, polemizábamos, sin conseguir casi nunca que nuestras ideas y nuestros gustos se acordasen. Pero, por la pasión y la sinceridad que poníamos en nuestro diálogo, nos sentíamos muy cerca el uno del otro hasta cuando nuestras tesis parecían más irreductiblemente adversarias y opuestas. No he conocido, en la burguesía peruana, a ningún hombre de tolerancia tan inteligente. Ahora que don Pedro López Aliaga ha muerto, sé que he perdido a uno de mis mejores amigos.  (Publicado en Mundial, Lima, 3 de abril de 1925).


Patio de la casa de don Pedro López Aliaga en la calle Belén
Don Pedro es el que está vestido con chaqué
Lima, 5 de noviembre de 1923

Al enterarse que Mariátegui estaba enfermo, Don Pedro López Aliaga le remite una carta en la cual le ofrece su colaboración y se disculpa por no poder ir personalmente a verlo por encontrarse, también, como Mariátegui, enfermo y recientemente operado. (Lima, 05 de mayo de 1924)

        Para Mariátegui, cuyo lema, acuñado por el mismo:  la unanimidad es siempre estéril; no era una barrera infranqueable relacionarse con personas de ideología conservadora.  Prueba de ello es la manera como conceptúa al intelectual argentino Leopoldo Lugones:

Estoy políticamente en el polo opuesto de Lugones... Soy revolucionario. Pero creo que entre hombres de pensamiento neto y posición definida es fácil entenderse y apreciarse, aun combatiéndose Sobre todo combatiéndose. Con el sector político con el que no me entenderé nunca es el otro: el del reformismo mediocre, el del socialismo domesticado, el de la democracia farisea. (Carta de Mariátegui a Samuel Glusberg Lima, 30 de abril de 1927).

Así como he expuesto un rasgo de la personalidad de Mariátegui quisiera tocar otro que contravino las costumbres de la época; me refiero a la amistad con los obreros. Relación que data, especialmente, el año 1919, poco antes de su destierro encubierto decretado por el presidente Leguía.  En ese mismo año el gobierno clausuró el diario La Razón donde laboraba Mariátegui y su íntimo amigo César Falcón.  Se quedaron sin trabajo por apoyar el movimiento obrero y la reforma universitaria.  Ambos ofrecían charlas a los obreros en sus casas y en una de ellas, la del obrero gráfico Ferrer conocieron a sus hijas; los dos convivieron con sus hijas, convivencia interrumpida por el destierro de ambos, a Europa.

        Al regresó de Europa el 17 de marzo de 1923; Mariátegui se reinsertó en el movimiento obrero; puesto que traía la misión de fundar el partido de los trabajadores, el partido socialista del Perú.  Por iniciativa de Mariátegui, Haya de la Torre lo incorporó al plantel de profesores de la Universidad Popular González Prada.  Al dar inicio, el 15 de junio, al ciclo de 17 conferencias advirtió a los obreros sobre el carácter formal de la exposición:

llamémosla conversación más bien que conferencia. (…) Yo no tengo la pretensión de venir a esta tribuna libre, de una universidad libre a enseñar la historia de la crisis mundial, (…) yo la estudio con vosotros.

Está actitud de Mariátegui es reafirmada el año 1928 al finalizar su Advertencia a los 7 Ensayos:

Estoy lo más lejos posible de la técnica profesoral y del espíritu universitario.

A partir de de su ingreso a la Universidad Popular la relación con los obreros fue fluida.  Asistió en dos ocasiones a la fiesta de La Planta en Vitarte.  La primera, antes de ser postrado en una silla de ruedas y la otra, después, tal como lo ilustran las dos fotografías que acompañan el presente artículo.  Dicha fiesta fue instituida por el sindicato de obreros textiles de Vitarte a iniciativa de Haya de la Torre.


José Carlos Mariátegui en la fiesta de la Planta en Vitarte, sentado detrás del retrato de Víctor Raúl Haya de la Torre.
En cuclillas: Pedro Barrios, Alberto Benites, y Fernando Rojas (con bastón)
Sentados: Manuel Medina, Lorenzo Bartra, Enrique Reyes, Manuel Seoane, Óscar Herrera, José Carlos Mariátegui y Luis Bustamente.
Parados, en primera fila: Miguel Rodríguez (de saco blanco), No identificado, Enrique Cornejo Köster (cubriéndose con su Sarita), David Tejada, No identificado, Jacobo Hurwitz, No identificado, y Francisco Yarlequé.
Parados, detrás: Entre Cornejo Köster y David Tejada está Manuel Pedraza. (Haya de la Torre estaba en el destierro)
Al fondo, el estandarte del Sindicato Textil Vitarte y el de la Federación de Conductores y Motoristas.
30 de diciembre de 1923.
(La foto se publicó en la revista Variedades del 5 de enero de 1924. Asimismo el nrúmero. 4 de Claridad de 1924 da cuenta sobre el evento. (Imagen obtenida del Archivo José Carlos Mariátegui www.mariategui.org)

        Tampoco fue óbice para relacionarse con los obreros que en su corta existencia pasara los últimos seis años –los más fecundos- en silla de ruedas por su invalidez permanente.  Compensó su inmovilidad física con una comunicación fluida a través de reuniones en su casa, una nutrida correspondencia epistolar, artículos en órganos de prensa escrita y un teléfono, artefacto difícil de lograr en esa época.  Además, usó el automóvil de su amigo y camarada el médico Hugo Pesce.

José Carlos Mariátegui en la Fiesta de la Planta en Vitarte.
En el carro se encuentra José Carlos Mariátegui y a su derecha Blanca Arnaudt, Ángela Ramos y Carmen Saco.
12 de febrero de 1928

Al finalizar el ciclo de conferencias en la Universidad Popular González Prada, Mariátegui fue ampliamente conocido y apreciado entre los obreros.  Tal así es que un mes después los obreros del sindicato textil de la fábrica La Victoria acuerdan –en asamblea realizada el 19 de febrero de 1924-, lo siguiente:

que vengan los compañeros de la universidad popular al local del sindicato  -en especial- el compañero Mariátegui para darnos unas conferencias (…) en la segunda semana después del mes de marzo

En abril de 1924 los dirigentes de la Federación de Trabajadores Textiles le solicitan una colaboración para su periódico “El Obrero Textil” con motivo de la próxima celebración del Día internacional del proletariado.  Es así como el proletariado peruano obtiene una de las piezas más extraordinarias que se haya escrito:  El 1ro. de Mayo y el Frente único; que bien pudiera adjudicársele el calificativo de Evangelio de la clase obrera.

        En mayo de 1924, al hacer crisis la enfermedad de Mariátegui que determinó la amputación de la pierna derecha, los obreros del sindicato textil La Victoria realizaron una colecta para socorrer al infortunado compañero.  Aún convaleciente, Mariátegui remite una nota de agradecimiento al sindicato textil La Victoria por el apoyo recibido y les sugiere que el dinero proporcionado se destine para algún compañero que lo necesite o se encuentre enfermo.  Esta nota es puesta en conocimiento de los obreros en sesión de Junta General suscitándose una animada discusión sobre el destino que se le daría al dinero.  Se llega a determinar que el dinero vuelva al compañero Mariátegui con el encargo de que compre libros para la biblioteca del sindicato y se nombra una comisión integrada por Alejandro Cuevas y Leonardo Luna para que le hagan entrega del dinero y un oficio.

        Al permanecer Mariátegui en silla de ruedas, los obreros frecuentan la casa de Mariátegui.  En esa época, era extraño que un escritor, como lo fue Mariátegui, invitara o llevara a su casa a trabajadores, obreros o campesinos y alternaran en pie de igualdad.

        Tal era la afluencia de amigos a la casa de José que Anna Chiappe, su esposa, estableció un horario estricto de recepción y permanencia para los obreros y para los artistas e intelectuales. Recuerda don Julio Portocarrero, quien fuera en esa época uno de los dirigentes obrero más destacado y allegado de Mariátegui, que los únicos intelectuales que algunas veces acompañaban a Mariátegui en su reunión con los obreros fueron Ricardo Martínez de la Torre y Antonio Navarro Madrid.

        Uno de los primeros obreros de la fábrica textil La Victoria que conoció a Mariátegui fue Jesús Rivera; a través de Rivera fueron llegando a la casa de Mariátegui sus compañeros que mostraban inquietud social.  Entre esos obreros figura Eliseo García, otrora secretario de actas del sindicato textil La Victoria.  Cuenta don Eliseo que por aquella época él estaba influido por la ideología anarquista; razón por la cual, no eran de su simpatía los intelectuales.  Tal era así, que cuando llego el día de conocer a Mariátegui se alistó con el overol más grasoso; y, ya en casa de Mariátegui, tomó asiento con brusquedad para hacer ostensible su condición de obrero y su diferencia de los intelectuales.  Pero la actitud comprensiva y de camaradería de Mariátegui le reveló la existencia de un nuevo tipo de intelectual: el intelectual revolucionario, el intelectual proletario.

        Esther del Solar, obrera textil de la fábrica de Vitarte y esposa de Julio Portocarrero, siempre tenía presente a Mariátegui porque cuando fue a visitarlo en 1924 a Chosica a la clínica del padre de Hugo Pesce, ella lo trataba de “señor Mariátegui” y él le respondió:

No me trates de señor.  Dime nada más que José Carlos o Mariátegui.  No me trates de señor.

La relación de amistad con obreros y obreras se estrechaba porque en casa de Mariátegui se preparaban los pliegos de reclamos. De los sindicatos.  Un ejemplo.  Al suscitarse un conflicto laboral en la fábrica textil La Victoria, acuden a la casa de Mariátegui el 2 de octubre de 1929 una comisión de obreros y obreras integrada por Teobaldo Rojas, Eliseo García Laso, María Basurco, Cristina Araujo, Margarita Araníbar, Angela Bustamante y Angela Reborg para plantearle una consulta. Lo que suscita una evaluación de la situación y la elaboración de una propuesta obrera de solución del conflicto.

        Pasado seis meses de aquella fecha, falleció Mariátegui el 16 de abril de 1930 cuando frisaba los 35 años de edad.  El cortejo fúnebre fue una manifestación multitudinaria de trabajadores enfervorizados por la fe en el socialismo encarnado en Mariátegui.

        Hace unos años, cuando visité a Anita Chiappe Vda. de Mariátegui, me dijo: José Carlos no me dejó dinero, sino amigos.

26/03/18

REFERENCIAS

PORTOCARRERO, Julio:
Sindicalismo peruano
Primera etapa 1911-1930
Editorial gráfica Labor
(Lima, agosto de 1987) pp. 286

RENGIFO, Antonio:
Mariátegui y el sindicato textil La Victoria
Cuadernos Médico Sociales. Revista trimestral
del Círculo de Investigaciones Médico sociales
Nos. 6 y 7 (doble) Lima 1979, pp. 30/34.-

ROUILLON, Guillermo:
La creación heroica de José Carlos Mariátegui
Tomo I:  La edad d piedra. (1894-1919)
Editorial Arica S.A. (Lima, 1975) pp. 341

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