La Ridícula Vendetta de PPK: El Aumento del Salario
Mínimo
César Risso
EL AUMENTO DEL SALARIO MÍNIMO ha
generado una breve discusión acerca
de las consecuencias que tendrá esta medida en nuestra economía. Lo limitado de
la discusión probablemente se debe a que se da en el marco de la solución al problema de “inestabilidad política” que
estábamos viviendo.
Es
probable que este aumento sea algo así como una señal o venganza de PPK frente
a los empresarios que no quisieron defenderlo, y que, además, promovieron su
vacancia.
“Inestabilidad
política”, “incertidumbre económica”, etc., y otras denominaciones que se ha
venido dando al hecho concreto de haberse puesto en evidencia cómo trabaja la
burguesía para mantenerse en el poder, y cómo lleva a cabo sus negocios, cómo
compite para beneficiarse de los proyectos con el sector público, cómo incurre
permanentemente en actos delincuenciales, de acuerdo a su propia legislación;
son denominaciones que nos pretenden desviar del centro del problema: la
dominación de la burguesía, y el régimen del trabajo asalariado.
La
vacancia de PPK, si bien se inicia con la bancada fujimorista, es la
manifestación de que su presencia en la Presidencia de la república era
perniciosa para los empresarios, puesto que colocaba los reflectores sobre toda
la burguesía. En cambio, ahora, con la vacancia, se pretende haber desplazado
los reflectores desde la corrupción de toda la burguesía, hacia actos aislados
de corrupción de ciertos personajes.
Los
argumentos, en contra del aumento del salario mínimo, de los intelectuales burgueses van desde el reconocimiento de la
disminución del empleo, hasta el perjuicio que se provocará a las micro y
pequeñas empresas; y que conducirá al aumento de la informalidad,
etc.
En
primer lugar, según el exministro de trabajo Javier Barreda, este aumento “beneficiará
a unos 450 mil trabajadores en planilla que hoy ganan entre
800 y 900 soles”.
Es
decir, el aumento es sumamente limitado, y además beneficia a muy pocos
trabajadores. Si multiplicamos los ochenta soles de aumento por los 450 mil
trabajadores, se tiene una suma de 36 millones de soles. Si restamos este monto
de los cerca de mil millones de soles de los cuales se beneficiaría la
burguesía al emplear a los estudiantes de institutos técnico-superiores, les
quedaría un monto de más de 900 millones de soles; o, si se prefiere, podemos restar el aumento del salario mínimo de los más de 4 mil millones de soles que los jóvenes reportarán a los empresarios por el trabajo gratuito del que serán objeto.
Aunque
los resultados son limitados, habría que decirle a la burguesía: una con otra.
De todas formas, el saldo es largamente a favor de la burguesía.
El
argumento de que el aumento de la remuneración mínima reducirá el empleo es
ridículo. Si seguimos esta línea de argumentación, se podría afirmar que si el
sueldo mínimo es cero, entonces todos tendríamos trabajo.
La
burguesía busca aumentar sus beneficios al máximo, para lo cual tiene que
producir. Pero, muy a pesar de la burguesía, para producir requiere emplear trabajadores.
Y, aunque no se dé cuenta de esto, sin trabajadores que explotar, no podría extraer
plusvalía, que es lo que se apropia (“su” ganancia).
De
modo que si en un primer momento la reacción de la burguesía es despedir trabajadores,
paulatinamente se verá obligada a ir reponiéndolos.
El
otro argumento, el impacto negativo sobre las micro y pequeñas empresas, nos
lleva nuevamente a tratar, aunque sea brevemente, el problema de los llamados
emprendedores.
Los
emprendedores son los despedidos de las grandes empresas, que ahora trabajan
para estas mismas empresas, pero esta vez sin vacaciones, sin gratificaciones,
sin CTS, y además sometiendo a su familia bajo la modalidad de trabajo
familiar no remunerado.
Cuando la burguesía promovió el despido de gran cantidad de trabajadores con la complicidad del
Estado, los capacitó para que pongan sus negocios propios. Así, la burguesía
logró reducir considerablemente su planilla, y además consiguió mucho más: por
el valor de un trabajador, consiguió cuatro trabajadores, es decir, a la
familia completa, cuyo promedio de ingreso mensual individual es mucho menor al
salario mínimo.
Por
eso es que para la burguesía es fundamental que las micro y pequeñas empresas
sigan existiendo. Pero la verdad de las cosas es que éstas no deberían existir,
puesto que son insostenibles. Solo existen para beneficiar a las grandes y
medianas empresas.
Imaginemos
que las micro y pequeñas empresas no existen. Quién se encargaría de producir
bienes salarios baratos, que son los que consumen los obreros que ganan un
sueldo mísero. Es decir, los obreros no podrían simplemente vivir. No tendrían
las grandes y medianas empresas a quien contratar con el mísero sueldo mínimo
que están pagando.
Además,
quién se encargaría de prestar ciertos servicios y vender ciertos productos a
las medianas y grandes empresas.
De
otro lado, cuando argumentan pérdida de competitividad, ocultan cómo estamos en
el marco latinoamericano en cuanto a salarios. Con 850 soles de salario, que
equivale a 270 dólares, estamos entre los últimos a nivel latinoamericano en
cuanto a remuneraciones.
En
Argentina, el salario mínimo es de 530 dólares, en Uruguay es de 470 dólares,
en chile de 455 dólares, en Ecuador de 391 dólares, en Paraguay de 371 dólares,
en Brasil de 325 dólares, etc.
Por
cada trabajador, la burguesía se apropia de 1698,83 soles en promedio al mes.
Este promedio se reducirá en unos cuantos soles. Es decir, en realidad el
impacto será mínimo.
Por lo tanto, las consecuencias no son
las que ha esgrimido la burguesía en estos días. Probablemente el verdadero
motivo de la burguesía para alertar sobre las consecuencias negativas del
aumento del salario mínimo, se debe a la necesidad de introducir en la
conciencia de los trabajadores, y de la población en general, que el aumento
del salario no es una solución viable, pues afecta la economía de todos.
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