domingo, 1 de enero de 2017

Internacionales

Fidel


Porque él nació del pueblo y en medio del pueblo permanece,
y por eso su grandeza es la del pueblo cubano.
(Jorge Amado)

Santiago Ibarra

UN GIGANTE –el Comandante en jefe Fidel Castro- ha dejado de existir, físicamente, porque sus ideas, su praxis política y su legado ético nos acompañará a las nuevas generaciones y a las que vendrán en la lucha por el nuevo mundo en el que la “igualdad” y la “libertad plenas” así como el “ser tratado y tratar a los demás como seres humanos” –como sostuvo Fidel en su discurso del 1° de mayo del 2000-, sean una realidad en la vida cotidiana de miles de millones de seres humanos. Porque Fidel fue un hombre digno, íntegro, y luchó sin descanso contra el imperialismo, el capitalismo y toda forma de opresión hasta el último de sus días, y se fue en esa lucha invicto y victorioso, Fidel es y será una ineludible y permanente fuente de inspiración y de enseñanzas para los revolucionarios del mundo.

Como ha dicho Fidel, el socialismo, incluso con sus imperfecciones, ha mostrado ser inmensamente superior que el capitalismo, porque, precisamente, el socialismo constituye la lucha por la concreción de la igualdad real, la libertad plena y la fraternidad entre los seres humanos, elementos que el capitalismo no garantiza y, por el contrario, niega cada vez más. Lucha, el socialismo, pues, por la eliminación paulatina de las desigualdades sociales, la realización de la libertad individual de las grandes mayorías posibilitando para ellas el acceso a la educación, a la ciencia, a la creación literaria y artística, y, lo que no es menos importante, posibilitándole su acceso a la toma de decisiones sobre los asuntos comunes. Lucha, además, contra la cultura del individualismo y del consumismo, del chovinismo, la xenofobia y el racismo.

Su hermano Raúl Castro señaló en su discurso de despedida del 3 de diciembre del 2016, retomando sus propias palabras pronunciadas en su discurso del 26 de julio de 1994, que la permanente enseñanza de Fidel es que sí se puede, que sí se pudo y que sí se podrá si no cejamos jamás en el empeño de conquistar nuevas y más grandes victorias, incluso en las condiciones más hostiles, adversas, difíciles, severas y duras:

“…el más preclaro hijo de Cuba en este siglo, aquel que nos demostró que sí se podía intentar la conquista del Cuartel Moncada; que sí se podía convertir aquel revés en victoria”, que logramos cinco años, cinco meses y cinco días, aquel glorioso Primero de Enero de 1959, esto último añadido a las palabras textuales que dije en aquella ocasión.

Nos demostró “que sí se podía llegar a las costas de Cuba en el yate Granma; que sí se podía resistir al enemigo, al hambre, a la lluvia y el frío, y organizar un ejército revolucionario en la Sierra Maestra tras la debacle de Alegría de Pío; que sí se podían abrir nuevos frentes guerrilleros en la provincia de Oriente, con las columnas de Almeida y la nuestra; que sí se podía derrotar con 300 fusiles la gran ofensiva de más de 10 000 soldados”, que al ser derrotados el Che escribió en su Diario de Campaña, que con esa victoria se le había partido la columna vertebral al ejército de la tiranía; “que sí se podía repetir la epopeya de Maceo y Gómez, extendiendo con las columnas del Che y Camilo la lucha desde el oriente hasta el occidente de la isla; que sí se podía derrocar, con el respaldo de todo el pueblo, la tiranía batistiana apoyada por el imperialismo norteamericano.

“Aquel que nos enseñó que sí se podía derrotar en 72 horas” y aún menos, “la invasión mercenaria de Playa Girón y proseguir al mismo tiempo la campaña para erradicar el analfabetismo en un año”, como se logró en 1961.

Que sí se podía proclamar el carácter socialista de la Revolución a 90 millas del imperio, y cuando sus naves de guerra avanzaban hacia Cuba, tras las tropas de la brigada mercenaria; que sí se podía mantener con firmeza los principios irrenunciables de nuestra soberanía sin temer al chantaje nuclear de Estados Unidos en los días de la Crisis de los misiles en octubre de 1962.

“Que sí se podía enviar ayuda solidaria a otros pueblos hermanos en lucha contra la opresión colonial, la agresión externa y el racismo.

“Que sí se podía derrotar a los racistas sudafricanos, salvando la integridad territorial de Angola, forzando la independencia de Namibia y asestando un rudo golpe al régimen del apartheid.

“Que sí se podía convertir a Cuba en una potencia médica, reducir la mortalidad infantil a las tasas más bajas del Tercer Mundo, primero, y del otro mundo rico después; porque en este continente por lo menos, tenemos menos mortalidad infantil de menores de un año de edad que Canadá y los propios Estados Unidos (Aplausos), y, a su vez, elevar considerablemente la esperanza de vida de nuestra población.

“Que sí se podía transformar a Cuba en un gran polo científico, avanzar en los modernos y decisivos campos de la ingeniería genética y la biotecnología; insertarnos en el coto cerrado del comercio internacional de fármacos; desarrollar el turismo, pese al bloqueo norteamericano; construir pedraplenes en el mar para hacer de Cuba un archipiélago cada vez más atractivo, obteniendo de nuestras bellezas naturales un ingreso creciente de divisas.

“Que sí se puede resistir, sobrevivir y desarrollarnos sin renunciar a los principios ni a las conquistas del socialismo en el mundo unipolar y de omnipotencia de las transnacionales que surgió después del derrumbe del campo socialista de Europa y de la desintegración de la Unión Soviética.

“La permanente enseñanza de Fidel es que sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación y no renuncia a sus justos y nobles principios.”

Esas palabras que expresé hace más de dos décadas sobre quien, tras el desastre del primer combate en Alegría de Pío, del que pasado mañana se cumplirán 60 años, nunca perdió la fe en la victoria, y 13 días después, ya en las montañas de la Sierra Maestra, un 18 de diciembre del año mencionado, al reunir siete fusiles y un puñado de combatientes, exclamó: “¡Ahora sí ganamos la guerra!

Ese es el Fidel invicto que nos convoca con su ejemplo y con la demostración de que ¡Sí se pudo, sí se puede y sí se podrá! (Aplausos y exclamaciones de: “¡Sí se puede!)  O sea, repito que demostró que sí se pudo, sí se puede y sí se podrá superar cualquier obstáculo, amenaza o turbulencia en nuestro firme empeño de construir el socialismo en Cuba, o lo que es lo mismo,  ¡Garantizar la independencia y la soberanía de la patria!” (1)

El socialismo ha sido en el siglo XX el fruto de las heroicas luchas de los pueblos, el fruto de su indeclinable voluntad de vencer a los grandes y verdaderos enemigos de la humanidad: el imperialismo y el capitalismo. Porque este enemigo tiene un gigantesco poder económico, político e ideológico, el socialismo en el siglo XXI no puede sino ser nuevamente el fruto de las heroicas luchas de los pueblos, de esa misma voluntad de vencer, convirtiendo con su trabajo, esfuerzo y sacrificio, la derrota en victoria, sustituyendo así la lógica individualista y alienante del capital por la lógica de la solidaridad y la fraternidad del socialismo.

Esa voluntad de vencer es también la que deben desplegar los comunistas en esos momentos políticos que son las crisis políticas, porque, como señalaba Lenin, las “situaciones revolucionarias” son momentos excepcionales. El capitalismo puede estar en crisis, pero no caerá solo; las crisis pueden pasar de largo o dar lugar a situaciones políticas altamente reaccionarias y degradantes. Es en esos momentos que los comunistas deben desplegar esa “voluntad de vencer”. Audacia, audacia y más audacia, exigía Lenin. Con tal fin, es necesario prepararse con antelación.

Mención especial merecen ciertos aspectos del liderazgo de Fidel. Su liderazgo no ha sido solamente político, sino al mismo tiempo, y quizá principalmente, ético. Hace falta revisar el comportamiento que mantuvo de un modo principista en la lucha contra la dictadura batistiana y el imperialismo estadounidense desde antes de la toma del poder, desde el Asalto al Cuartel Moncada en 1953, el reinicio de la lucha guerrillera en 1956 con solo doce guerrilleros sobrevivientes y siete fusiles, hasta la toma del poder el 1ero de enero de 1959, y desde este año en la gestión del poder socialista hasta la fecha en que falleció. Fidel aplicó una consecuente política de no asesinar jamás al enemigo desarmado y de darle un tratamiento humano cuando ha sido capturado. El gobierno cubano, con Fidel a la cabeza, no ejecutó jamás asesinatos políticos, ni hizo desaparecer a personas, ni organizó nunca escuadrones de la muerte, cosas que sí, en cambio, hemos tenido en el Perú y Latinoamérica, bajo gobiernos abiertamente dictatoriales y bajo gobiernos supuestamente democráticos. Por el contrario, Fidel impulsó la educación, la alimentación suficiente y la salud en Cuba, llevando a este digno país a constituirse en una verdadera potencia en estos fundamentales temas, llevando incluso médicos y educadores a muchos países del mundo, avergonzando a los ojos de los progresistas y socialistas del mundo a gobiernos de países que con una riqueza económica muy superior no han sido capaces de dar solución a esos problemas en sus propios países.

Este aspecto del liderazgo de Fidel crece todavía más si tomamos en cuenta que Cuba ha sido una revolución aislada del mundo desde 1990 más o menos, y desde un principio permanentemente atacada y boicoteada, militarmente, propagandísticamente y económicamente, mediante centenares de intentos de asesinato a Fidel, falacias propagadas por los grandes medios de comunicación y el criminal bloqueo impuesto por los Estados Unidos, que ha significado para Cuba pérdidas que se cuentan en miles de millones de dólares. Cuba ha debido hacer frente a los ataques de la más grande potencia económica y militar  imperialista de la historia de la humanidad, los Estados Unidos, situada a solo 90 millas de su territorio, y la respuesta de Fidel y de Cuba ha sido en gran medida -no únicamente, porque legítimamente se ha debido armar para disuadir y hacer frente a eventuales ataques e invasiones militares del enemigo-, una verdadera revolución en la educación, la salud y la calidad de vida de los cubanos.

Este es en mi criterio uno de los aspectos que explican la enorme autoridad política y moral que el Comandante Fidel logró en Cuba, y señala el camino que deben seguir los revolucionarios en el mundo para alcanzar el necesario liderazgo político y moral sobre el conjunto del país y la sociedad, porque, como dicen unos versos de José Martí, “solo el amor/alumbra lo que perdura/solo el amor/convierte en milagro el barro/solo el amor/engendra la maravilla/solo el amor/consigue encender lo muerto”.

Deseo mencionar una característica más del liderazgo moral, ético, de Fidel. “Revolución… es modestia”, afirmó en su discurso en el que expone el “concepto de revolución”. Y esa actitud la conservó Fidel desde que tomaran el poder en Cuba hasta el final de sus días, sin envanecerse jamás, sin sentirse nunca una nueva cima ni un modelo del desarrollo político de los pueblos y sin sentirse jamás una nueva cima en el desarrollo del marxismo. Fidel no quiso ser embalsamado y solicitó además que no se le construya ningún monumento, busto o estatua y que ninguna calle, parque, universidad, instituto o cualquier otra entidad lleve su nombre. Fidel era un acérrimo enemigo del culto a la personalidad. Señalaba Fidel en una entrevista con Oliver Stone, unas palabras de José Martí: “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”. Podemos rendirle homenaje a Fidel fuera de Cuba con un monumento o un mural, conscientes sin embargo de que ninguno de ellos por sí solos podrá rendir un tributo cabal al conductor de la Revolución cubana. Fidel está presente en cada cubano y en cada revolucionario en el mundo, y el mejor modo de rendirle homenaje es siendo consecuentes con el ideal luchando por hacerlo realidad.

“El luchador incansable”, “el quijote de todos los tiempos” –como le ha llamado Jennifer Bello, joven presidenta de la Federación de Universitarios de Cuba y miembro del Consejo de Estado de Cuba-, afirmó:

“Las ideas no necesitan ni de las armas, en la medida en que sean capaces de conquistar a las grandes masas…”.

Es esa una idea, una tesis fundamental, estratégica, que los comunistas del mundo debemos hacer nuestra. La “batalla de las ideas” debe continuar, mejorar, profundizarse y extenderse. Fidel logró unificar política e ideológicamente al pueblo cubano, y esa es la meta que buscamos conquistar: unificar al pueblo peruano en la lucha contra el imperialismo y el capitalismo.
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Notas:


(1)http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/12/04/raul-castro-la-permanente-ensenanza-de-fidel-es-que-si-se-puede/#.WGQ7VFXhDIU





Debemos Entender a Siria Como una Lucha Popular, a Pesar de sus Complicaciones*

El levantamiento popular en Siria se acerca a su sexto año, pero el debate en las redes, asociaciones, partidos políticos, e individuales que conforman la izquierda continúan.

Autor: Joseph Daher

ALGO ALARMANTE es que algunas secciones del discurso izquierdista sobre la revolución Siria a menudo emulan la retórica ofrecida por la burguesía dominante, los medios e incluso los grupos de extrema derecha.

        Por ejemplo, escribiendo para The Guardian en Septiembre 2013, el filósofo esloveno Slavoj Zizek caracterizó el levantamiento sirio como una “pseudo-lucha”. Como él escribió: “no hay apuestas políticas claras, no hay signos de una amplia coalición democrático-emancipadora, sólo una red compleja de alianzas étnicas y religiosas sobredeterminadas por la influencia de las superpotencias.”

        En una entrevista con RT un año antes, el periodista Tariq Ali de forma similar declaró que lo que estábamos presenciando en Siria es “una nueva forma de re-colonización por Occidente, como ya hemos visto en Irak y Libia”. Bajo el punto de vista de Ali,

Muchas de las personas que en un principio se levantaron contra el régimen del Assad en Siria han sigo marginadas, quedando el pueblo sirio con opciones limitadas, las cuales, además, son rechazadas: ni un régimen impuesto por Occidente y compuesto por sirios que trabajan para agencias occidentales de inteligencia, ni el régimen del Assad.

Otros como en periodista veterano Seymour Hersh, describió el levantamiento en términos demasiado simplistas como una casi-conspiración para “desestabilizar Siria” la cual estaba planificada desde los tiempos de la presidencia de George W. Bush y continuó durante el mandato del presidente Obama.

        Figuras políticas como el ex-diputado británico, George Galloway, han apoyado movimientos antibélicos como la Coalición Stop the War, pero también han defendido al régimen criminal de Bashar el Assad en muchas ocasiones. En 2013, por ejemplo, Galloway declaró que Assad es “bastante hombre” por “él se opone a Israel, Gran Bretaña, América y Qatar”.

        Éstas son sólo algunas muestras de las muchas figuras del ala izquierda que analizan el proceso revolucionario Sirio usando un enfoque “top-down”. Caracterizan el levantamiento popular Sirio en términos maniqueos como una oposición entre dos campos: los estados Occidentales, las monarquías del Golfo, y Turquía (los “agresores”) en un lado, e Irán, Rusia, y Hezbollah (la “resistencia”) en el otro. Haciendo esto, ignoran las dinámicas políticas y socio-económicas a nivel de base. Además, se centra de forma desproporcionada en los peligros del ISIS mientras que ignoran el rol que ha jugado el régimen del Assad en su ascenso. Estas discrepancias deben ser abordadas dentro de los círculos y movimientos de izquierdas.

Autoritarismo y resistencia popular

Citando la expansión del ISIS y otras fuerzas extremistas, algunos sectores de la izquierda afirman que Siria ya no vive una revolución, sino que, más bien, está en los puños de una guerra de proporciones conspiratorias. Por esto, ellos argumentan, que tenemos que “escoger un campo”, para poder encontrar una solución concreta al conflicto. De hecho, esto significa que tenemos que lanzar nuestro apoyo detrás de Assad y sus fuerzas aliadas rusas e iraníes. Tareq Alí afirmó, por ejemplo, en una manifestación en el 2015, que “si quieres luchar contra el ISIS, tendrías que ir y luchar al lado de Rusia y al lado de Assad”.

        Tristemente, un discurso sin base como este devino especialmente prominente después de los ataques de París, en noviembre del 2015, cuando los afiliados del ISIS mataron aproximadamente a 140 parisinos en un acto terrorista. Después del ataque, muchos en Occidente empezaron a abogar por una “guerra global contra el ISIS”. Los de la izquierda y la derecha defendieron la necesidad de colaborar con el régimen del Assad, o al menos buscar una solución en la cual la dinastía Assad quedara con el control del país.

        Aquéllos, como yo mismo, que se oponen a esta perspectiva llevan el peso de ser idealistas. Nuestros críticos nos dicen que tenemos que tomar un enfoque “más realista” hacia Siria, para poder salvar vidas.

        Lo que estas personas no pueden apreciar, de todas formas, es que no es suficiente con destruir el ISIS. La fuerza militar bruta solo asegura que otros grupos militares tomarán su lugar, como lo demuestra al-Qaida en Irak. Las soluciones reales a la crisis de Siria deben abordar las condiciones socioeconómicas y políticas que han permitido el crecimiento del ISIS y otras organizaciones extremistas.

        Tenemos que entender que la expansión del ISIS es un elemento fundamental de contra-revolución en el Medio Oriente, que ha emergido como resultado de los regímenes autoritarios que aplastan los movimientos populares vinculados a la Primavera Árabe del 2011. Las intervenciones de los estados regionales e internacionales han contribuido asimismo al desarrollo del ISIS. Por último, las políticas neo-liberales que han empobrecido las clases populares, junto con la represión de las fuerzas democráticas y sindicales, han sido claves en ayudar al crecimiento del ISIS y de las fuerzas fundamentalistas islámicas.

        La izquierda debe entender que sólo con liberar a la región de las condiciones que permitieron al ISIS y a otros grupos fundamentales desarrollarse, se puede resolver la crisis. Al mismo tiempo, el empoderamiento de aquellos que en el terreno están luchando por derrocar un régimen autoritario y se enfrentan a grupos reaccionarios, es parte integrante de este enfoque.

Dinámicas Complejas

Los revolucionarios en Siria que están luchando por la libertad no son diferentes de los revolucionarios en Túnez, Bahréin, Libia, Egipto, y otros lugares, que se oponen tanto a régimen autoritarios que los masacran como a los fundamentalistas que rechazan nociones significativas de libertad.

        Esta resistencia popular ha sido el aspecto más desatendido del levantamiento Sirio. Desde el que empezó la revolución, Siria ha sido testigo de niveles notables de autoorganización más que cualquier otro país de la región que se enfrenta a circunstancias similares.

        Es cierto que la militarización del levantamiento ha influido en su propia autoorganización. De hecho, la evolución de la guerra ha ahogado el espacio para las demostraciones masivas y el compromiso cívico, los cuales fueron comunes durante los primeros años del levantamiento. Sin embargo, todavía existen vestigios de la revolución original, no obstante, en forma de movimientos democráticos y progresistas, los cuales se han opuesto sistemáticamente a todos los elementos contrarrevolucionarios, incluyendo el régimen del Assad y las fuerzas extremistas. Lejos de estar muertas, estas fuerzas populares se dieron a conocer a ellas mismas y a sus aspiraciones democráticas en febrero del 2016. Tras el cese parcial de los ataques aéreos rusos y del régimen, cientos de manifestaciones civiles tuvieron lugar en las áreas liberadas de Siria. Los cantos y las banderas de las fuerzas extremistas estuvieron notablemente ausentes en estas protestas.

        Entre las iniciativas cívicas en Siria, existen en algunas regiones los concejos locales ciudadanos, elegidos o establecidos por consenso, que prestan servicios a la población local.  No es una coincidencia que las regiones libres de Alepo y Douma, ambas administradas por concejos locales, estén entre los objetivos más masacrados del régimen y de los bombardeos rusos. Que estas zonas representen alternativas democráticas, a parte del régimen y de los movimientos fundamentalistas, es algo que Assad y sus aliados temen.

        Los concejos locales no son las únicas organizaciones cívicas que han sido establecidas durante el conflicto. La Defensa Civil Siria, comúnmente conocidos como los Cascos Blancos, trabajan para salvar las víctimas de los ataques aéreos y prestar servicios públicos a casi 7 millones de personas. Otras organizaciones populares también han emprendido una serie de actividades y campañas en torno a la educación, la salud, los derechos humanos, el empoderamiento de la mujer, por nombrar algunos. Estos incluyen Women Now For Development, Keshk, The Day After Tomorrow, The Fraternity Center, y Raqqa Is Being Slaughtered Silently, entre otros.

        También ha habido una oleada de periódicos y radios libres y democráticos en todo el país, especialmente en las áreas liberadas. Ejemplos de estos incluyen Arta FM, Syrian Media Action Revolution Team (SMART), ANA Press, Enab Baladi, y Souriatna.

        Es imperativo que los izquierdistas aprecien estas realidades, y que separan las aspiraciones de los sirios sitiados de aquellas de los actores internacionales e imperialistas. Acercarse a Siria desde una perspectiva de “abajo hacia arriba” en lugar que desde “arriba hacia abajo” puede ayudar con esto.

Imperialismo manos a la obra

Es importante recordar que, incluso si existe un conflicto de intereses entre los poderes internacionales y regionales que están interviniendo en Siria, a ninguno de estos actores le importa el levantamiento o los revolucionarios. Más bien, han intentado socavar el movimiento popular contra Assad y han trabajado de forma exitosa para reforzar las tensiones étnicas y sectarias en el país. Estas fuerzas intervencionistas han, por ejemplo, ayudado a estabilizar el régimen de Assad para que pudiera oponerse a la autonomía Kurda (en el caso de Turquía) y para derrotar grupos extremistas como el ISIS (en el caso de los Estados Unidos).

        Los poderes intervencionistas están unidos en su oposición a la lucha popular. Buscan imponer el statu quo a expensas de los intereses de las clases trabajadoras y populares. Esta es precisamente la razón por la que la visión de la revolución siria solo a través de la lente de la competición imperialista y las dinámicas geopolíticas no es suficiente. Esta lente, inherentemente, obscurece las frustraciones políticas y socioeconómicas soportadas por la población siria, las cuales provocaron el levantamiento.

El enemigo en casa

Algunas secciones de la izquierda y los movimientos anti-guerra, especialmente en Reino Unido y los Estados Unidos, se han negado a actuar en solidaridad con el levantamiento popular bajo el pretexto que “el principal enemigo está en casa”. En otras palabras, es más importante derrotar a los imperialistas y a la burguesía en las propias sociedades, incluso si eso significa implícitamente apoyar al régimen de Assad o el estado ruso.

        Entre estas secciones de la izquierda, el pensador comunista Karl Liebknecht es muy citado. Liebknecht es conocido por su declaración de 1915 que dice “el enemigo está en casa”, una afirmación hecha condenando la agresión imperialista contra Rusia dirigida por su natal Austria-Alemania. Citando Liebknecht, muchos han descontextualizado sus puntos de vista. Desde su perspectiva, luchar contra el enemigo en casa no significaba olvidarse de los regímenes que oprimían su propio pueblo o no mostrar solidaridad con los oprimidos. De hecho, Liebknecht creía que teníamos que enfrentarnos a la presión de nuestra clase dirigente por la guerra “cooperando con el proletariado de otros países cuya lucha es contra sus propios imperialistas”.

        Entre muchos izquierdistas occidentales, no ha habido ni cooperación con el pueblo sirio, ni colaboración con movimientos anti-guerra de ideas afines. También han fallado en oponerse a las políticas de sus propios estados burgueses al aplastar la revolución en Siria.

        La izquierda debe hacerlo mejor. La solidaridad con el proletariado internacional significa apoyar a los revolucionarios sirios contra las varias fuerzas internacionales e imperialistas regionales, así como al régimen de Assad, las cuales están tratando de poner fin a la revolución popular por la libertad y la dignidad. Ninguna organización izquierdista o movimiento anti-guerra puede hoy ignorar la necesidad de apoyar las personas en la lucha, mediante la oposición a todas las intervenciones extranjeras (internacionales y regionales), especialmente desde nuestros propios gobiernos.

Re-orientando a la izquierda

El rol de los progresistas y los izquierdistas hoy no es, al contrario de lo que sugieren figuras como Ali y Higgins, elegir entre dos fuerzas imperialistas o “sub-imperialistas” que compiten por ganancia políticas y la explotación de los recursos y las personas. Es,  en su lugar, el apoyo a la lucha popular, la cual muy obviamente existe en Siria. Hacer lo contrario no solo socava la lucha, sino que también ignora el hecho que las fuerzas progresistas siempre tienen que apoyar los intereses de las clases trabajadoras y populares. Escoger entre un tipo de imperialismo y autoritarismo sobre otro es más que nada garantizar la estabilidad del sistema capitalista, y la explotación y la opresión de las personas.

        Es por esta razón por la que, cuando lo activistas se manifiestan en frente de las embajadas rusas alrededor del mundo para exigir el fin del bombardeo ruso sobre el pueblo sirio, no deberíamos problematizarlo o referirnos a sus acciones como “alimentar el sentimiento anti-ruso”.  Como argumentó Alex Kokcharov, el principal analista ruso en el centro de investigación IHS Country Risk, “la prioridad de Rusia es prestarle apoyo militar al gobierno del Assad, muy probablemente, transformando la guerra civil siria desde un conflicto multipartidario hacia un binario entre el gobierno sirio y los grupos yihadistas como el Estado Islámico.” Esto significa, que la gran mayoría de los ataques aéreos de Rusia no se dirigen en absoluto al ISIS.

En solidaridad

Como izquierdistas, nuestro apoyo tiene que ir con la gente revolucionaria en la lucha por la libertad y la emancipación. Solo a través de su propia acción colectiva pueden los sirios alcanzar sus metas. Este concepto, el cual yace en el corazón de las políticas revolucionarias, se enfrenta a un escepticismo profundo por parte de algunos sectores de la izquierda. Sin embargo, esto no debería impedirnos que construyamos nuestra solidaridad sobre esta base.

        Como dijo Liebknecht: “Aliaos a la lucha de la clase internacional contra las conspiraciones de la diplomacia secreta, contra el imperialismo, contra la guerra, por la paz dentro del espíritu socialista.” No podemos excluir ninguno de estos elementos de nuestra lucha con tal de construir una plataforma progresista de izquierdas sobre el conflicto sirio.
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Traducción: Jessica Buendia
Publicado originalmente en inglés: http://www.muftah.org/we-must-understand-syria-as-a-popular-struggle-despite-its-complications/#.WFml4vnhDIX

Publicado originalmente en castellano en: https://revolucionsiriasg.wordpress.com/2016/12/20/debemos-entender-a-siria-como-una-lucha-popular-a-pesar-de-sus-complicaciones/


De Trump al Planeta Tierra: Váyase al Carajo
Planes Para Poner Fin a la Investigación Climática de la NASA*

Raymond Lotta

DONALD TRUMP HA DECLARADO que el cambio climático, un hecho científico bien establecido, es una “patraña”. Ha prometido reimpulsar las minas de carbón, una de las fuentes de energía más destructivas para el planeta. Se ha comprometido a derogar las regulaciones ambientales nacionales y retirar a Estados Unidos de los pocos y lamentablemente inadecuados acuerdos internacionales que limitan las emisiones de dióxido de carbono.

        En pocas palabras, Donald Trump pretende eliminar todas y cada una de las restricciones sobre la capacidad del capital estadounidense de saquear el planeta en busca de ganancias y mayor imperio. Pero eso es sólo una parte de sus intenciones ominosas.

        En las últimas pocas semanas, Trump también ha mencionado su intención de despojar a la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y Espacio) de $2 mil millones erogados para la investigación del clima. La NASA es un organismo del gobierno federal que supervisa la exploración espacial civil y realiza investigaciones sobre la atmósfera de la Tierra. Trump lo ha hecho mediante sus llamados “asesores de la política sobre la ciencia”, unos bufones peligrosos y mentirosos que niegan la realidad del calentamiento global (aunque al parecer uno de ellos le da la bienvenida).

        Los asesores de “ciencia” de Trump hacen la absurda afirmación de que la investigación sobre el clima no es más que “monitorear el medio ambiente de forma políticamente correcta”, y por lo tanto la NASA debería dedicarse al espacio exterior. De hecho, su propuesta de despojar de fondos a la investigación sobre el clima es un intento específico de impedir y bloquear el conocimiento sobre el calentamiento global inducido por los seres humanos que tendría graves implicaciones para la humanidad y el planeta, y para la ciencia misma.

I. Si se adoptara el plan para parar la investigación de las ciencias de la tierra de la NASA, eso tendría efectos desastrosos sobre los esfuerzos de monitorear y combatir el calentamiento global.

» La NASA ha ayudado a construir, lanzar y operar 15 satélites de la ciencia de la tierra que monitorean en una escala global la precipitación, el aumento de las temperaturas de la superficie, las emisiones de gases del efecto invernadero (las que atrapan el carbono), el deshielo de los glaciares y las capas de hielo, la humedad del suelo y el crecimiento de la vegetación, y mucho más. Estos satélites que observan la Tierra son los más avanzados del mundo. Proporcionan información detallada, como lo hace una radiografía en un hospital.

» Los laboratorios de investigación de todo el mundo utilizan el monitoreo y los modelos del clima de la NASA. Para los especialistas en la ciencia de la tierra esta información es indispensable.

» Con esta tecnología e información de los satélites, es posible monitorear inundaciones, sequías y huracanes; detectar patrones de humedad del suelo que afectan los sistemas de producción agrícola; los cambios oceánicos que afectan la navegación y el transporte marítimo; las condiciones ambientales que permiten que los trabajadores de la salud prevean la propagación de las enfermedades causadas por mosquitos.

II. La criminalidad imperialista es una navaja de dos filos.

» Por un lado, Estados Unidos es el mayor contribuidor cumulativo a los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, lo que está integralmente relacionado con el hecho de que en su historia el capitalismo-imperialismo estadounidense se ha desarrollado según caminos altamente destructivos para el medio ambiente de la Tierra. Los combustibles fósiles llegaron a ser, y siguen siendo, esenciales para el funcionamiento rentable del capital de Estados Unidos y para el domino global destructor de la vida de Estados Unidos (las fuerzas armadas genocidas de Estados Unidos están potenciadas por combustibles fósiles).

» Por otro lado, como resultado de la posición dominante de Estados Unidos, su imperio global en el mundo y la concentración desigual de la riqueza y de las fuerzas productivas avanzadas en Estados Unidos, una parte desproporcionada del personal científico, tecnología y capacidad técnica también está concentrada en Estados Unidos.

Además, una gran parte del mundo depende de las investigaciones que hace la NASA sobre lo que le pasa al planeta Tierra. Cualquier obstáculo importante a estas investigaciones tendría profundos efectos en todo el mundo, y trabaría el trabajo de los científicos de la tierra. Perjudicaría la red mundial de estaciones que miden la temperatura, la salinidad del agua (niveles de sal) y corrientes de aire. Perjudicaría la capacidad de los gobiernos, instituciones y organismos para formular políticas que responden y prevén cambios de temperatura, lluvia, fuertes condiciones climatológicas, etc.

Lo anterior en tiempos del rápido calentamiento global, eventos climáticos extremos, el aumento del nivel del mar, etc., que afectarán directa e indirectamente la vida de miles de millones de personas en el planeta. ¡Eso es criminal! El sistema del capitalismo-imperialismo, impulsado por la búsqueda competitiva de más y más ganancias, es la causa subyacente del calentamiento global. Y ahora este mismo sistema, en la extrema encarnación de Donald Trump, se erige cada vez más como una barrera que impide que la humanidad actúe con la necesaria velocidad y alcance para hacerle frente a una crisis climática que pone en peligro los ecosistemas y la vida misma.

Toda la investigación llevada a cabo por la NASA bajo Obama no impidió que éste presidiera la expansión vertiginosa de la producción de petróleo y gas natural, especialmente la fracturación hidráulica y todas sus consecuencias ambientales adversas. La diferencia ahora, si es que Trump se sale con la suya, es que la NASA oficialmente se cerrará los ojos ante el calentamiento global.

III. El ataque a la investigación sobre el calentamiento global: una arremetida a la ciencia y al pensamiento basado en la evidencia al servicio de un programa político e ideológico vilmente chovinista.

» El programa fascista que Trump pretende aglutinar y ejecutar amenaza y se burla de ciertas esferas de la ciencia. Su objetivo no sólo es suprimir las observaciones de la Tierra de la NASA desde el espacio y la capacidad de analizar y comprender el cambio climático, sino que también se burla de la ciencia y del método científico de conocer el mundo tal como está en concreto y cómo efectivamente está cambiando. Las fuerzas fascistas ponen en ridículo al calentamiento global como un pasatiempo indulgente, un “interés especial” de los mimados activistas ambientalistas y científicos. Los hechos no importan, el pensamiento empírico y racional no importa. Al contrario. Todo lo que declaren que es cierto, es cierto.

» Además, el programa fascista de “hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza” —¡nunca la tenía!— promueve un desprecio ultra-chovinista por todo lo que no sea el Estados Unidos blanco y territorial. La expansión de la industria del carbón y la exportación de carbón contribuye a la elevación del nivel del mar que podría inundar a los isleños del Pacífico... a quién le importa... al carajo todos y, de remate, al planeta.

Todo lo anterior recalca que: ¡En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista!
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(*) 26 de diciembre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

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