jueves, 1 de diciembre de 2016

Internacionales

Donald Trump no Va a "Hacer que Regresen los Trabajos de los Estadounidenses"... Pero en Nombre de los Trabajos de los Estadounidenses Engendrará Nuevos Horrores*

Raymond Lotta

UNA RECONOCIDA AFIRMACIÓN de Donald Trump es que China, México, India y otros países les roban “los trabajos a los estadounidenses”. Que esos países les roban los trabajos a ustedes, y que él los va a hacer que regresen. Pura mentirosa y chovinista propaganda sobre la manera en que funciona concretamente el capitalismo-imperialismo, al servicio de un asqueroso programa imperialista. He aquí la realidad.

1. En una economía capitalista, los trabajadores no “poseen” sus trabajos. Lo que poseen es su capacidad de trabajar, su energía y destrezas... su fuerza de trabajo. Pero las personas no consiguen empleo simplemente porque quieren trabajar y tienen esa capacidad. Para sobrevivir y mantener a su familia, tienen que venderle su fuerza de trabajo a un capitalista. Además, los capitalistas sólo contratan a los trabajadores cuando, y únicamente cuando, pueden utilizar y explotar de manera rentable esa fuerza de trabajo. Cuando los capitalistas no pueden hacerlo, las personas sufren desempleo y hambre.

Tal situación existe en vista de que la clase capitalista posee y controla los principales medios de producción de la sociedad: las máquinas, materias primas, fábricas, bodegas, telecomunicaciones, etc. Además, una vez vendida la fuerza de trabajo de una persona, ésta cumple un trabajo de acuerdo con los dictados de los capitalistas que poseen esos medios de producción. La persona no es parte del proceso de determinar, “Bueno, vamos a crear un sistema de transporte más seguro y ambientalmente sustentable”. No, está bajo el control de los capitalistas.

No existen tales “trabajos de los estadounidenses”. Una empresa como General Motors contrata a trabajadores, despide a trabajadores, construye nuevas fábricas, cierra fábricas, renueva la maquinaria de las fábricas y traslada fábricas, de una parte de Estados Unidos a otra y a diferentes partes del mundo. Lo que impulsa este proceso es el afán de ganancias y aún más ganancias, y la competencia para reducir costos y obtener participaciones del mercado. Los trabajos no llevan etiquetas con el nombre del trabajador. Bajo el capitalismo, una persona no posee un trabajo y no tiene ningún derecho a un trabajo, mucho menos un trabajo con sentido que sirva al mejoramiento de la humanidad.

2. He aquí un hecho: en los últimos 30 años en Estados Unidos han venido desapareciendo los trabajos con paga digna para la gente en la industria manufacturera y otras industrias que no tiene tanta capacitación. Hoy hay 5 millones menos trabajos manufactureros en Estados Unidos que en 1995, lo que no se debe a que cierto trabajador chino o inmigrante indocumentado decidiera “robarle” un trabajo a un trabajador estadounidense o a que Estados Unidos tuviera “negociadores comerciales ineptos”. No. Se debe a los imperativos de la producción para generar ganancias.

  • Debido a la intensa competencia en el mercado mundial, las empresas estadounidenses han trasladado fábricas a otras partes del mundo; además, han subcontratado la producción a fabricantes de bajo costo que operan en países como China y México. De esa forma, Wal-Mart consigue la mayor parte de lo que vende. Esa producción de ultramar es sumamente rentable para el capital de Estados Unidos: los salarios son más bajos; someten a los trabajadores a horas agotadoras y una disciplina penitenciaria (en China, las trabajadoras jóvenes con frecuencia viven en los complejos fabriles); y es más laxa la reglamentación, como las normas ambientales (China tiene las ciudades grandes e importantes ríos más contaminados del mundo). Para repetir, lo anterior es sumamente rentable. Por cada iPhone hecho en China y que se vende a cientos de dólares en Estados Unidos, sólo unos $6 permanecen en China; el resto va a Apple y sus afiliadas.

  • La globalización de la producción y las finanzas es una parte integral de la estructura y funcionamiento del capitalismo-imperialismo contemporáneo y es un eslabón central de la fuerza económica de Estados Unidos. Los acuerdos comerciales como el TLCAN con México y Canadá están a su servicio. Donald Trump ni tiene por objeto ni podría, aunque quisiera, deshacer la globalización sin poner en peligro la rentabilidad del sistema.

  • Se han perdido más trabajos en Estados Unidos debido a la tecnología, la automatización y las nuevas técnicas de producción que a la globalización. El mercado mundial altamente competitivo impulsa a los capitalistas a aumentar la producción y la eficiencia. Lo hacen recortando trabajos, reduciendo costos de diverso rubro, aumentando la disciplina sobre los trabajadores a fin de incrementar la producción, etc. La forma principal en que el capitalismo opera para aumentar la productividad es la de reemplazar el trabajo humano con máquinas, robots y nuevas técnicas. En Estados Unidos desde 1995, han desaparecido millones de trabajos fabriles, pero se ha duplicado la producción manufacturera sobre la base de una fuerza de trabajo drásticamente reducida.

He aquí el meollo del asunto. Donald Trump puede deshacerse de todos los acuerdos comerciales que quiera. Pero no es posible hacer que la inmensa mayoría de los trabajos que se han perdido desde 1980 regresen desde China, México ni ninguna otra parte. No es posible hacer que regresen dado que ya no existen. Decir que es posible hacer que esos trabajos regresen sería como si dijéramos: “Vamos a hacer que los trabajos agrícolas regresen a Estados Unidos” y volver a la época en que un tercio de la población estadounidense trabajaba en el campo. Esos trabajos se han ido, los han reemplazado los tractores y tecnología agrícola de diverso tipo.

3. Bajo el estandarte de un virulento chovinismo de “Estados Unidos número uno” y al servicio de una agenda imperialista más grande, el fascista Trump podría tomar ciertas medidas y adoptar ciertas políticas que podrían incrementar los trabajos en Estados Unidos... a un horrible costo para la humanidad y el planeta.

  • Trump podría acelerar la producción militar, y ya ha anunciado su intención de hacerlo (tal como lo hizo Hitler después de llegar al poder). Nuevos trabajos... como subproducto de ampliar masivamente y actualizar lo que ya es el mayor arsenal militar de muerte y destrucción en la historia de la humanidad, que ya lleva a cabo múltiples guerras y que ya tiene el potencial de destruir el planeta varias veces.

  • Como ya ha dicho que hará, Trump podría triturar las protecciones y normas ambientales que sí existen en Estados Unidos y retirarse de los acuerdos climáticos internacionales, y abrir las tierras públicas a más excavación de petróleo y gas natural y más fracturación hidráulica, el desmonte de bosques; y podría hacer adoptar subsidios para aumentar la producción de carbón. Sí, la aceleración de la destrucción de la naturaleza y del hábitat de los animales y el calentamiento del planeta podrían crear más trabajos. Y por si acaso usted no haya estado prestando atención: cuando Trump pide inversiones en la infraestructura, no pide que Estados Unidos se aleje del uso de combustibles fósiles.

  • Trump está dispuesto a librar guerras comerciales a fin de hacer valer los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos. Ha anunciado su intención de aplicar presión económica sobre China y México. Ha pedido que se apliquen aranceles a los productos que Estados Unidos importa de ésos y de otros países (un arancel es una especie de impuesto sobre la venta de los productos fabricados en otros países, mismo que los hace más caros). La reducción del volumen de productos provenientes de China, por ejemplo, podría beneficiar temporalmente a algunos fabricantes capitalistas en Estados Unidos. Es posible que el aumento de las ventas conduzca a la contratación de más trabajadores.

Pero es probable que esos países que Trump tiene en la mira, especialmente China, el mayor socio comercial de Estados Unidos, tomen represalias aplicando sus propios aranceles. Los capitalistas estadounidenses no tendrían posibilidades de vender tanto de lo que exportan al mercado increíblemente lucrativo y creciente de China (dado que los productos estadounidenses se encarecerían y perderían competitividad), lo que conduciría a despidos de trabajadores en Estados Unidos. La producción en otros países podriá desacelerarse y podrían estallar más guerras comerciales, lo que conduciría a una espiral descensional de actividad económica. Además, las crecientes tensiones comerciales podrían impulsar conflictos militares, lo que  ha sucedido en la historia del capitalismo.

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El presente sistema impulsa a los capitalistas estadounidenses a recorrer el mundo a fin de explotar la mano de obra, dominar mercados y saquear recursos en una competencia despiadada con otros capitalistas. Una enorme violencia militar respalda y refuerza el presente sistema imperialista-capitalista. Este sistema depredador crea miseria y sufrimiento para miles de millones de personas en todo el mundo y está destruyendo el planeta. Donald Trump es su encarnación extrema en tiempos extremos.


(*) 20 de noviembre de 2016, Periódico Revolución. revcom.us

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