El Poeta Enrique Lihn. Los Efectos de la Represión en el Lenguaje
y Chile 73.
Roque Ramírez Cueva
Enrique Lihn, poeta nacido en Santiago
de Chile (1929-1988), hace ya varias décadas estuvo en Lima invitado, dije en
ese momento, por los organizadores de un deslucido Sicla que buscó reemplazar a
los coliseos romanos. Sin embargo, la presencia seductora e invaluable de poetas y narradores que eran
parte del proceso de la literatura latinoamericana nos obligó a merodear dicho
evento. Y aprovechando de una grabadora ajena (que con generosidad nos
facilitaron los editores de Sirka) sin rubor alguno optamos por buscar a
aquellos hombres para conversar desde su lucidez sobre las palabras y sus
alarifes, también acerca de los momentos oscuros que se vivían en el
continente. Lihn, acostumbrado a tertulias con novatos, accedió a desenvolver
sus ideas de la poesía coloquial y popular, del indigenismo, de la literatura
contestataria, de cambios generacionales
y sus tradiciones. Esta entrevista fue publicada en El Nuevo Diario (Lima). En
este mes que se recuerda su nacimiento, opacado por el centenario del antipoeta
don Nicanor Parra y la infausta memoria del derrocamiento de Salvador Allende y
los patriotas inmolados en el estadio nacional, nos permitirnos hacerle lugar
para recordar su memoria y compromisos. A quienes no leyeron dicha conversa sin
copa alguna, en el más seco vaso de lo que fuese que se le hubiera podido
invitar al poeta, les alcanzamos la misma. Así, el interviú fue un toma y daca
de preguntas quedas y respuestas con brío, puntuales. Esta entrevista la hice
en compañía de Gabriela, joven periodista que como ráfaga fresca pasó entre mis
amistades, ella preguntó a su vez para el medio de prensa de Sirka.
Ramírez: Vallejo es una sombra vigente y común a todo escritor latinoamericano,
¿Qué otra figura es inevitable?
Lihn: ¡Figura inevitable! …Borges, Neruda, Huidobro, la Gabriela Mistral
–que debiera serlo-, Octavio Paz, Rulfo, etc.
Ramírez: Hablando de Neruda, ¿se puede
mencionar alguna generación post nerudiana, en Chile?
Lihn: Creo que ha habido varias generaciones. La gente que se llama
“Generación del 38”, ya es post nerudiana completamente, y, hasta cierto punto,
antinerudiana.
Ramírez: Es decir que lo post nerudiano, ¿no se manifestó en su acepción de
continuidad paternalista?
Lihn: Sí, eso digo. De la “Generación del 38”, por ejemplo Nicanor Parra –un
poeta importantísimo para nosotros y Latinoamérica- no tiene, en absoluto, nada
que ver con Neruda, salvo en el sentido que se contrapone a su poesía y con
bastante humor. Después, estamos nosotros “La Generación 50”. Y, creo que, no tengo nada de Neruda, tampoco cualquier otro de mi
generación.
Ramírez: ¿Qué sucede con la literatura y poesía, después del odio fascista, en
las tierras del Mapocho?
Lihn: Quienes hemos pernoctado en el país adecuamos nuestra escritura a las
circunstancias, elaborando una literatura contestataria. Por lo menos, en mi
caso he escrito cosas que tienen que ver con la situación chilena, el abuso de
poder, la dictadura, la injusticia social. Todas son cosas teñidas, rosas, en
esta poesía; pero, eso sí, no se puede decir que sea una literatura política,
puntualmente hablando. Quiero decir que implica, también, un sondeo de
personajes y situaciones que se prestan a lecturas diferentes; aunque tengan
que ver con situaciones reales, sobre todo con el efecto de la represión en el
lenguaje. Esta literatura está escrita, además, en un lenguaje que se relaciona
con esos efectos.
Ramírez: Al igual que en Uruguay, ¿es posible que en Chile abunden los
liristas, como efecto de la indiscriminada represión?
Lihn: ¿Así sucedió en Uruguay? … Bueno, no tengo tan claras las cosas en ese
sentido. Los que han sido, de alguna manera, asimilados por la dictadura se
repliegan a campos “neutrales”: en el cultivo de una poesía “espiritualista”
que está desligada y desocupada de las circunstancias, tal como realmente se
las vive en Chile. Pero, la poesía mayormente, en Chile, es contestataria. Y,
si hay un factor lírico, funciona en esa perspectiva, en esa dimensión.
Ramírez: El poeta chileno Raúl Zurita, ha señalado la agonía del coloquialismo,
¿Qué opinas acerca de ello?
Lihn: Que es una opinión entre otras, ¿No? … Habría que saber a quién tiene
entre ceja y ceja. Si se trata de dar por muerta una poesía como la de Parra
–para no hablar de mí-, creo que es una calificación apresurada, errónea…
Ramírez: Raúl Zurita lo manifiesta en el sentido de desprendimiento, de las
promociones de estos años ochenta, respecto del coloquialismo.
Lihn: Si se entiende por coloquialismo a la poesía banal de un señor con un
lenguaje aparentemente similar al usado cuando se habla, que cuenta
trivialidades, entonces, estoy de acuerdo con esa ruptura. Porque resulta que,
lo que se entiende por poesía coloquial, es más complejo que esa manera de
hablar acerca de las cosas. En cambio, sí, por esta poesía, se entiende a la
que tiene presente la relación entre el poeta y el lector –de emisor y
receptor-, en que se habla de algo no como un método de magia, de un lenguaje
que podría ser utilizado por los demás sin ser el oral, conversacional,
entonces hay una equivocación. En fin, yo diría lo contrario, el coloquialismo
es una técnica dominante en la poesía joven. Salvo, quizá, un sector que ha
experimentado con el lenguaje de acuerdo a parámetros vanguardistas.
Gabriela: Dígame, ¿Entonces, qué les inquieta a los jóvenes poetas allá en su
Chile querido?
Lihn: La mayoría de jóvenes están preocupados de decir algo a alguien no
desde el punto de vista de un iluminado, de un vate, de un conductor, de un
guía del pueblo, o, una figura como la que proponía crear Neruda –en su obra Canto General- de un vidente a la
manera latinoamericana. Sino, más bien, como un ciudadano común y corriente que
se dirige a otros, acerca de problemas que les compete a ambos: emisor y
receptor. Todo sin banalidad, quiero decir, habría que descomponer –dentro de
la poesía coloquial- ese calificativo para ubicarla.
Ramírez: ¿Hacia dónde va, la poesía joven en Chile?
Lihn: No se puede simplificar. Hay distintas gentes, ya lo dije. Gente que
se alimenta en términos de Vanguardia. Gente muy independiente como Diego
Maqueira, un poeta de 33 años, a mi juicio muy importante, que hace una poesía
que podría llamarse coloquial, un poco espectacular, dirigida al espectador
para desarmarlo, sorprenderlo, fregarlo.
Ramírez: ¿Y la poesía joven en otros países?
Lihn: Su conocimiento es un tanto relativo. De la poesía cubana un poco,
porque viví allí cerca de un año. De la joven poesía peruana, conozco la de un
grupo que se llamaba Sagrada Familia.
Ramírez: ¿Qué opina del indigenismo en el Perú?
Lihn: ¿Hablas del indigenismo de hace 40, 30 años? … Bueno, Arguedas es el
resultado más brillante del indigenismo. Pero no es un indigenista de los
primeros tiempos (años 20). Arguedas habla desde los indígenas, que es muy
distinto a hablar sobre los indígenas. Ese es su mérito. Así como Juan Rulfo es
la resultante de la Revolución de 1910, e igual no habla sobre su pueblo sino
que lo hace desde el pueblo mexicano. De esa manera, el indigenismo
arqueológico primigenio derivó en algo fundamental, plenamente justificado en
la medida que podía producir un acercamiento real al indígena, a tal punto que
surgió un autor que era en parte indígena, o por lo menos, formado por los
indígenas y que hablaba su lengua.
Ramírez: ¿Cuáles son aquellos asuntos poéticos que destacan este siglo, en
Latinoamérica?
Lihn: Nuestra poesía como la de Neruda, de Vallejo, ha hecho historia en la
literatura hispanoamericana, y tiene que ver con la de sus contemporáneos en
España -que era una poesía gozosa, eufórica, vitalista y dramática- en la cual
el poeta, de alguna forma, era un iluminado que hacía contacto con el
inconsciente. Allí, es como una figura imprecisa. En todo caso, es una poesía
anti intelectual, impura -según Neruda- que se relaciona con la realidad, vista
como un polo de atracción de esta misma poesía. En suma, donde el poeta era una
figura privilegiada, diría yo, y, al mismo tiempo inmerso en la vida, siempre
vital.
Ramírez: En pregunta anterior, hecha por
Gabriela, dijiste que “el escritor debe oponerse a todas las maneras represivas
que existen de vivir y ser”, ¿Cuál es, en ese caso, la función de la poesía?
Lihn: La función de la poesía
es ser lo que es: poesía. ¿Cuál es la función de esta pierna? … Caminar, ¿la
función de este cuerpo? …Sirve para vivirlo ¿no? Ahora, si preguntas por la
función social de la poesía, está mal hecha la pregunta.
Ramírez: Averiguo sobre tu concepto de
la función de la poesía.
Lihn: ¿La función de la poesía?
…Bueno, es desplegar todas las posibilidades contenidas en la propuesta llamada
poesía, que es una zona del lenguaje y de la experiencia que se debe enriquecer
hasta sus últimas consecuencias, y eso, ya es una función. En cambio, si se
desea entender la función de la poesía como utilidad para otras cosas, otros
fines, puede hablarse también pero no para lo inmediato. La poesía no sirve
para transformar, dar discursos, movilizar ejércitos; no sirve para hacer
–exactamente- el amor, aunque es un preludio para llegar a hacerlo. Es decir,
la poesía es una cosa específica … uno gusta de ella, y hay exigencias que
surgen de este campo –que hacen se amplíe constantemente- pero no son
utilizables de inmediato.
Ramírez: Para terminar, ¿tiene Chile, una tradición de oralidad?
Lihn: Sí hay una poesía popular. Ésta, al final, se
escribe. Hay autores también de esta poética, pero existe a un nivel primario.
En el seno del pueblo siempre hay como un letrado, quien a lo mejor no sabe
leer pero sabe improvisar, que tiene una memoria colectiva sedimentada, que
transmite cosas referidas a la vida, a la religión, con las peculiaridades de
protesta que tienen los poetas populares, contra la realidad.
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