Europa y la
Puta de Babilonia: Aleccionadora Actualidad de una Historia Bíblica
Atilio Borón
La detención y, en los hechos, el secuestro sufrido por Evo Morales
durante 14 horas en Viena en su accidentado viaje de regreso desde Moscú
demuestra claramente que los gobiernos europeos, y las clases dominantes a
las cuales estos representan y en cuyos intereses actúan, son simples
sirvientes del imperio. Toda su hueca fraseología sobre democracia, derechos
humanos y libertades se derrumba como
un castillo de naipes ante la contundencia de la prohibición que le impedía
al presidente boliviano sobrevolar el espacio aéreo de algunos países
europeos. Por supuesto, nada de esto debiera sorprendernos porque si de algo
han dado prueba los sucesivos gobiernos de Europa desde finales de la Segunda
Guerra Mundial ha sido su irresistible vocación por arrodillarse ante el
nuevo amo imperial y satisfacer sus menores deseos, aún a costa de su
dignidad y su vergüenza.
No todos los gobiernos ni todo el tiempo,
es cierto, porque hubo algunas excepciones: De Gaulle en Francia, Olof Palme
en Suecia, entre los más notables, pero sí la gran mayoría de ellos. Obedecen ciegamente las órdenes de la Casa
Blanca para condenar a Cuba y participar en el criminal bloqueo a que han
sometido a la isla por más de cincuenta años; consintieron que Estados Unidos
y la OTAN, la mayor organización terrorista internacional, bombardease
impunemente el propio territorio europeo,
la ex Yugoslavia, sin contar siquiera con el paraguas legal de una
decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizando esa
operación; autorizaron y fueron también cómplices de los vuelos “secretos” de
la CIA, en los que trasladaban “detenidos fantasma” (o desaparecidos) de numerosas nacionalidades hacia las
cárceles clandestinas donde se podía torturar y asesinar con total impunidad
a esto supuestos sospechosos de terrorismo; gobernantes, por último,
cómplices de los innumerables crímenes de guerra perpetrados por Washington
en locaciones tan diversas como la ex Yugoslavia, Irak, Irán, Afganistán,
Libia y Siria, entre los más recientes. Gobiernos genuflexos, sin dignidad
alguna, que aceptan resignadamente que su amo y señor los espíe y que
monitoree las comunicaciones de sus órganos regionales como la Comisión
Europea mientras persiguen a Julian Assange y Edward Snowden por el “delito”
de haber hecho públicas las masivas violaciones de Estados Unidos a los
derechos individuales. En una palabra: la Casa Blanca actúa con esos
gobiernos europeos como un siniestro e inescrupuloso patrón lo hace con sus
indefensos subordinados. Y los gobiernos de Francia, España, Portugal e
Italia, a su vez, actúan como la puta de Babilonia, que según narra la Biblia
en el Apocalipsis (2. 17) “con ella
fornicaron los reyes de la tierra –léase los “capos” de Washington- y los
habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución.”
Por enésima vez esos gobiernos volvieron
a prostituirse violando las normas internacionales consuetudinarias que
otorgan inmunidad a los jefes de Estado y de Gobierno y a las aeronaves (o
cualquier otro vehículo) que los transporte. La Convención de Naciones Unidas
sobre Inmunidades de los Estados y sus bienes de 2004 recoge estas normas y las
amplía, pero desgraciadamente aún no está en vigencia. Sería por ello
importante que la Argentina y demás Estados de Unasur la ratifiquen cuanto
antes e impulsen su entrada en vigencia, dado que protege las inmunidades
soberanas, cada vez más amenazadas por la desenfrenada contraofensiva lanzada
por el imperialismo para regresar América Latina y el Caribe a la situación
existente antes de la Revolución Cubana. Aunque, ya se sabe, si hay algo que
el imperialismo jamás respeta, como lo prueba la historia y lo teoriza Noam
Chomsky, es la legalidad internacional, sea esta codificada o no.
Los presidentes de Argentina, Cuba,
Ecuador, Venezuela, el Secretario General de la Unasur, Alí Rodríguez y, ¡stupor
mundi !, el mismísimo Secretario General de la OEA José Miguel Insulza
manifestaron su repudio ante la actitud de los gobiernos europeos. El
presidente Correa sintetizó la opinión prevaleciente en toda la región cuando
tuiteó que “¡Todos somos Bolivia!” Sorprendió, en cambio, la lenta reacción
de otros países de la región, empezando por Brasil (la presidenta Dilma
Rousseff ¡demoró catorce horas en manifestar su solidaridad con Evo!) o el
Uruguay, cuyo gobierno tardó unas doce horas en hacer público su condena a lo
ocurrido. Previsiblemente, los gobiernos que son los “proxis” regionales del
imperio en Sudamérica como Colombia, Perú y Chile hasta el cierre de esta
nota no habían emitido opinión. En Chile, el periódico El Mercurio, consumado
especialista en las malas artes de la desinformación, tituló el secuestro a
que fuera sometido el presidente boliviano como una “impasse”. En el caso del
Perú, país que ejerce la Presidencia pro-témpore de la Unasur, sorprendió aún
más la pasividad de su gobierno que ante la gravedad de los hechos acaecidos
en Europa debió haber convocado de inmediato una reunión de urgencia para
adoptar una política común en defensa del presidente boliviano y, por
extensión, de toda América Latina. ”. En el caso
del Perú, país que ejerce la Presidencia pro-témpore de la Unasur, sorprendió
aún más la pasividad de su gobierno que ante la gravedad de los hechos
acaecidos en Europa debió haber convocado de inmediato una reunión de
urgencia para adoptar una política común en defensa del presidente boliviano
y, por extensión, de toda América Latina. No sólo no lo hizo sino que el
presidente Ollanta Humala desistió de participar en la cumbre de Cochabamba o
de enviar a un emisario en su nombre, con lo cual se debilita la gravitación
de la UNASUR, sobre todo si se tiene en cuenta que tampoco participarán en
ella la presidenta Dilma Rousseff y sus pares de Colombia y Chile.
La lección que se desprende de este
escandaloso incidente es que no tiene sentido alguno avanzar en un tratado de
libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, habida cuenta de la
complicidad de los gobiernos del Viejo Continente para quebrar las normas más
elementales del derecho internacional. ¿O es que vamos a creer que si violan
sin chistar reglas fundamentales ante la menor señal de Washington van a
respetar las otras, mucho menos importantes, que regulan el comercio
internacional? Habría que ser muy ingenuos para creer en algo así. La verdad:
ni en Estados Unidos ni en la Unión Europea existe la “seguridad jurídica”
que con tanta vehemencia reclaman de nuestros países. Por lo tanto,
reforcemos la unidad de Nuestra América porque si no nos integramos y nos
unimos, si no nos defendemos entre nosotros, la Roma americana y sus compinches europeos se cebarán en su
impunidad y mientras cantan loas al libre comercio harán lo que genialmente
anticipaba hace casi dos siglos Simón Bolívar cuando decía que “los Estados
Unidos parecen predestinados por la providencia a plagar de miserias a las
Américas en nombre de la libertad.”
Reproducido de http://www.atilioboron.com.ar/. (Nota de la Redacción)
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