Ramón García Ante la
Reunión de Barranco
(Segunda parte)
Eduardo Ibarra
Prosigamos.
Como hemos señalado en el artículo «El Manifiesto
Comunista y el partido de clase» (publicado en partes en el blog CREACIÓN
HEROICA), García expone sus ideas mediante un método que deriva en un esquema
que presenta una coherencia interna puramente formal, esquema cerrado que
tergiversa algunos hechos y excluye aquellos que contravienen su tendenciosa
intención previa. Este método es antimarxista. Ya más arriba hemos visto que
García tergiversa los motivos del frustrado viaje de Mariátegui a Buenos Aires
y que sostiene que el mismo era para enfrentar «la desviación de derecha de Martínez,
etcétera». Pero ocurre que, a la altura de abril de 1930, Martínez no había
dado muestras de desviarse hacia el derechismo sino hacia el izquierdismo. En
el artículo «Presentación a “El movimiento obrero en 1919”», Mariátegui escribió:
Los juicios del autor sobre el confusionismo y desorientación de que fatalmente se resentía la acción obrera, en esa jornada y sus preliminares, me parecen demasiado sumarios. Martínez de la Torre no tiene a veces en cuenta el tono incipiente, balbuceante, instintivo de la acción clasista de 1919. Después de su victoriosa lucha por la jornada de ocho horas, es esa la primera gran agitación del proletariado de Lima y el Callao, de carácter clasista. La dirección del movimiento, no puede presentar la línea severamente sindical, revolucionaria, que Martínez de la Torre echa de menos en ella. Por su juventud, Martínez de la Torre no aporta un testimonio personal de la lucha del 19. Juzga los hechos a la distancia, sin relacionarlos suficientemente con el ambiente histórico dentro del cual se produjeron. Prefiero hallarlo intransigente, exigente, impetuoso, a hallarlo criollamente oportunista y equívoco. Pero a condición de no omitir este reclamo a la objetividad, en mi comentario, obligado a establecer que el mérito de este trabajo no está en su parte crítica presurosamente esbozada.1
Como es claro, en esta cita Mariátegui critica a Martínez por su criterio izquierdista en el enjuiciamiento de la jornada obrera de 1919. En su artículo «Polémica y acción», publicado en el número 16 de Amauta, Martínez escribió: «… toda polémica de interpretación es vana, intelectual, burguesa», y García pretende que esta afirmación expresa derechismo, cuando la verdad es que más bien expresa izquierdismo, pues absolutiza la acción en clara negación de la necesidad de la teoría, del debate, del esclarecimiento, del deslinde. Estos hechos prueban pues que García tergiversa los hechos históricos a efecto de presentar al Martínez de 1930 como derechista y, así, poder decir que, una vez instalado en Buenos Aires, Mariátegui se aprestaba a luchar contra el derechismo de Martínez y el izquierdismo de Ravinez. La verdad histórica, sin embargo, es que el derechismo de Martínez solo se configuró después del fallecimiento de Mariátegui.
Pero hay más. García recuerda que a partir del número 17
de Amauta Martínez comenzó a publicar
en partes su trabajo «El movimiento obrero de 1919», donde, refiriéndose al «desdichado
Partido Socialista del Perú», señala que «sólo sirve de obstáculo a la labor de
los obreros organizados». De esta forma pretende descalificar las citadas
afirmaciones, pero ocurre que las mismas se refieren al partido socialista de
1919 (no al de 1928), cuya actuación Mariátegui juzga en términos coincidentes
con los de Martínez:
La tentativa del partido socialista fracasa porque a la manifestación del 1º de Mayo de 1919 sigue la gran huelga general del mismo mes. (Véase “El Movimiento Obrero en 1919” por Ricardo Martínez de la Torre) en la que los dirigentes de ese grupo evitan toda acción, abandonando a las masas y tomando, más bien, una actitud contraria a su acción revolucionaria. Ausente Luis Ulloa del país y muerto Carlos del Barzo, el comité del partido se disuelve sin dejar huella alguna de su actividad en la conciencia obrera.2
Así, la descalificación de García de las frases de Martínez constituye una sibilina descalificación del juicio de Mariátegui. Pero el trasfondo de esta doble descalificación muestra, una vez más, el intento de García de «desagraviar» y «reivindicar» el socialismo reformista, domesticado, y prueba, también una vez más, que en su ensayo-artículo mantiene una posición contraria a la Reunión de Barranco, a sus históricos acuerdos y, por lo tanto, a la Creación Heroica de Mariátegui y al Socialismo Peruano.
En una nota de nuestro libro La creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano. Planteamiento de la cuestión, escribimos lo siguiente sobre el texto que nos ocupa:
… García borró con el codo lo que había escrito con la mano en su ensayo «La reunión de Barranco y el Partido Socialista» (7 de octubre de 1987), a propósito de los fundadores y algunos otros militantes, así como sobre el propio Partido Socialista del Perú. Aquí, como es obvio, no es posible extendernos sobre este particular, pero sí señalar que, precisamente, algunos artículos de García, escritos poco después, en mayo de 1988, revelan lo que el mencionado ensayo tiene de mistificación, incoherencia, manipulación, inexactitud y anticipo de sus actuales posiciones con respecto a Mariátegui, al PSP y a la primera generación del socialismo peruano. En efecto, en los artículos «El lexicón octubrino», «El socialismo peruano», «El movimiento comunista», «El partido de Mariátegui» (todos publicados en la red), García niega el marxismo-leninismo (base de unidad del PSP); niega la filiación marxista-leninista de Mariátegui (filiación expresada en la base de unidad del Partido acordada por el maestro precisamente); niega las razones de Mariátegui para titular Socialista a su Partido («De acuerdo con las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un partido socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas»); niega el nombre científicamente exacto del partido proletario (mediante la manipulación de algunas citas de Mariátegui); niega el antagonismo existente entre el marxismo y el revisionismo (escamoteando así el hecho de que, dada su adopción del marxismo-leninismo, el PSP fue un partido de clase). Estos artículos desvelaron pues el trasfondo del ensayo de octubre de 1987 y evidenciaron que, ya desde entonces –aunque desde antes en realidad– García se muestra «criollamente oportunista y equívoco».
Precisamente en el presente capítulo ha quedado demostrado que García ha mistificado algunos hechos históricos a efecto de llevar agua a su molino; han quedado demostradas, asimismo, sus incoherencias: cita los Principios programáticos del Partido Socialista, pero no se refiere en absoluto a su contenido fundamental: el marxismo-leninismo, base de unidad del Partido, y, además, se refiere al libro Defensa del Marxismo, pero sin precisar que esta defensa es contra los ataques del revisionismo; ha quedado demostrada, igualmente, la manipulación que comete de algunos hechos históricos; finalmente, han quedado demostrados los anticipos de sus posiciones abiertamente contrarias a la línea de la Reunión de Barranco, posiciones sustentadas en sus mencionados artículos de mayo de 1988. Ahora señalemos un ejemplo de inexactitud: la carta colectiva no fue escrita el 10 de julio de 1928, como cree García, sino en abril del mismo año.3
Como es evidente, estas constataciones se desprenden sobre todo de lo que tiene de interpretación el ensayo-artículo de García, no del examen de lo que el mismo tiene de información historiográfica, al alcance de cualquier interesado.
Pues bien, este ensayo-artículo, donde, para decirlo ahora comprimidamente, García ha hecho uso de su método antimarxista, negado la línea de la Reunión de Barranco y, específicamente, anticipado su suplantación del marxismo-leninismo por un marxismo a secas y su suplantación del partido de clase por un partido-amalgama, es el mismo que la insolvencia teórica calificó de «magistral».
__________
(1)
Ideología y política, pp.182-183.
(2)
Ob. cit., p. 100; cursivas nuestras.
(3)
Ver capítulo anterior.
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