miércoles, 1 de enero de 2020

Materialismo


Materialismo Eco-Dialéctico*

Alonso Castillo Flores

LA TIERRA PREOCUPA cada día más: deshielo, lluvia ácida, especies extintas, incendios forestales. Hemos dañado a la tierra, y el daño parece irreversible. Pero ese “hemos” debe ser sobre todo señalado en acto de contrición por las grandes tras-nacionales y líderes políticos mansos a su todopoderoso imperio. Evasión de la ley, obsolescencia programada, ahorro de costes, impedimento del desarrollo de energías renovables, falsos estudios de impacto ambiental y más.

        Se ha señalado hace mucho -de la mano de John Bellamy Foster y de Manuel Sacristán- que el marxismo se ha anticipado a la destrucción de la naturaleza por parte del gran capital. Los magnates industriales ya en el siglo XIX destruían las dos fuentes primordiales de toda riqueza: el trabajo y la tierra. Marx observó la ruptura metabólica que perpetra el capitalismo, es decir, el divorcio entre lo social y lo natural. Marx y Engels discutieron también sobre el desperdicio del estiércol humano y la contaminación fluvial en Inglaterra. Cabe mencionar que Foster reivindicó la figura más atacada del Diamat: Nikolai Bujarin, celebrando su teoría del equilibrio que intenta armonizar la relación sociedad-naturaleza.

        Había un tiempo en que condenar al Materialismo Dialéctico como anticuado, desactualizado y lejano del propio Marx, estaba muy de moda: “humanistas”, hermenéuticos, psicoanalistas, posmodernos y de-coloniales juntos contra el “positivismo” de Engels, Lenin y el Diamat. La filosofía inspirada en Marx se hizo historicista, culturalista: lo político y lo humano era lo que contaba, el estudio de la ciencia dura y la naturaleza estaba de más: El campo quedaba en bandeja de plata libre para los verdaderos positivistas, mentes “apolíticas” oleadas con la santa lógica formal: los herederos del Ernst Mach y el Círculo de Viena. Hoy olvidar el cosmos y las ciencias naturales resulta, para toda postura humana, tremendamente pernicioso. Condenadas como culpables de la hecatombe ambiental por quienes las ignoran, las ciencias fìsico-biológicas nos ayudan a comprender y proteger el planeta: ¿No es gracias al darwinismo que bien podemos descubrir el lazo sanguíneo, fraterno, entre nosotros y las demás especies animales?

        El estudio de la ecología parte como rama independiente o interdisciplinaria desprendida de la biología para hacerse del estudio de los ecosistemas, y el término fue propuesto por Ernst Heackel, darwinista alemán; discutido y valorado por Engels y Lenin. Ciencia a la orden de día no inmune a la reflexión ético-filosófica ni ajena a la aplicación práctico-política. Los cuatro grandes principios, o leyes, de la disciplina ambiental encierran en sí conceptos, ideas, ya discutidas por los creadores de la filosofía marxista de la naturaleza.

        El primero nos dice “Todo está relacionado con todo lo demás”. La naturaleza es vasta y compleja y en ella concursan ciclos metabólicos en los que nada está aislado, y trae al recuerdo el llamado efecto mariposa: un pequeño aleteo puede perturbar un estado climático dado. Engels describió a la dialéctica como “la ciencia de la concatenación universal”, en cuyo campo cabe el principio de acción recíproca: dos entes (o “contrarios”) interactúan bilateralmente sin quedar ninguno aislado.

        El segundo reza: “Todo va a dar a algún lado”. Los ciclos naturales son diferenciados, todo cuanto ocurre en la biósfera y en la Tierra en general deja su huella porque la energía se auto-reproduce para desarrollarse. En dialéctica, estamos hablando de la “ley del progreso”, según la cual el desarrollo se da “en espiral”, los ciclos de la evolución universal se dan en un nuevo nivel y el regreso a lo antiguo es aparente, como diría Lenin. Ningún “eterno retorno”.

        El tercer principio estipula que “La naturaleza es más sabia”, esto es, que el funcionamiento de la Tierra se ha perfeccionado con el tiempo. No se puede “diseñar” un mecanismo “más efectivo” que la propia Pacha Mama. Engels hizo suyo el principio de que la libertad es el conocimiento de la necesidad: Ningún dominio sobre la tierra, sino la comprensión de las leyes naturales para su uso en beneficio de quienes la habitan, sin por ello, llevarla al perjuicio y la destrucción. El cosmos es legal (sujeto a leyes) y nosotros hemos de comprenderlas.

        El cuarto y último: “Nada es gratis”, cualquier actividad nuestra implica el extracto de la energía que, de no ser devuelta al medio ambiente, queda este en déficit, dañando las especies y demás entes que forman parte de él. Se trata del clásico principio materialista de la conservación de la materia y la energía: nada sale de la nada, el antiguo postulado de Lucrecio.

        Ya decía Lenin, que las ciencias iban a engendrar al materialismo dialéctico: la ecología lo ha hecho. Para resumir haremos un esquema, de esos que tanto gustan los enemigos del “Diamat”.

CIENCIA ECOLÓGICA -------------------------MATERIALISMO DIALÉCTICO
1.“Todo está relacionado con lo demás”------- Concatenación universal (acción recíproca)
2.“Todo va a dar a algún lado”------------------ Ley del progreso (desarrollo en espiral)
3.“La naturaleza es la más sabia” ------------- Libertad y necesidad (legalidad de la naturaleza)
4.“Nada es gratis” ----------------------------- Conservación de la energía (Nada sale de la nada)

Lo que hoy es cierto mañana ya no lo es, y lo que no lo es puede llegar a serlo, la dialéctica de la naturaleza cometió, en sus defensores, sus propias exageraciones metafísicas y deterministas; ella engendró su respuesta polar: el marxismo humanista, concentrado en el materialismo histórico, centrado en el hombre, la praxis, la cultura, la sociedad. Hoy no se puede luchar por lo segundo sin defender lo primero: No se puede liberar al ser humano sin salvaguardar el medio ambiente, no se pueden defender los derechos fundamentales sin luchar por la agricultura, los valles y los bosques. La praxis no es solo la transformación del medio natural del hombre, es también, la transformación de las condiciones sociales que atrofian ese medio. Y no se puede defender algo sin estudiarlo, como no se puede querer nada que no se conozca. ¿No más ciencia natural? Como no. ¿Naturalistas? Sí, somos naturalistas, dialéctico-materialistas ¡hoy más que nunca! Natura ha cobrado venganza, sí, y los naturalistas también. Es el aparente retorno a lo viejo, la nueva síntesis, la “negación de la negación”.
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