sábado, 1 de junio de 2019

Economía


Economía y Política en la Actual Crisis Burguesa

César Risso

LA ACTUAL SITUACIÓN de conflicto entre diversos sectores de representantes políticos de la burguesía, no es como se nos pretende presentar, esto es, como un conflicto entre sectores democráticos y dictatoriales.

        Es un conflicto que revela la situación de crisis generalizada de la burguesía en el Perú. Todo el sistema burgués, desde la base económica, hasta la superestructura jurídico-política, así como su reflejo en la conciencia, está en una profunda crisis.

        Sin embargo, los representantes intelectuales de la burguesía nos presentan al Perú como una suerte de “paraíso”; aunque este “paraíso” lo es para las aspiraciones burguesas de llenarse los bolsillos de dinero.

        “A diferencia de otros vecinos de la región agobiados por problemas económicos complejísimos, el Perú es quizás el país donde las aspiraciones de progreso y desarrollo son absolutamente alcanzables. Las finanzas públicas están aún relativamente bien manejadas, la inflación permanece bajo control, las reservas internacionales son cuantiosas, la apertura comercial y los TLC dan acceso preferencial a los mercados más grandes del mundo, el nivel de la deuda pública es bajo, la calificación crediticia sobresale en la región, el acceso privado y público al financiamiento internacional es óptimo, y abundan proyectos privados rentables y públicos para satisfacer demanda existente en vivienda, en transporte, en telecomunicaciones, en energía, en comercio, en salud y en educación. Sectores enteros como minería y agroindustria representan riquezas insospechadas. Se tiene la garantía de un Banco Central independiente de clase mundial. Y lo más importante, ostenta la proverbial laboriosidad de la población.” (https://www.ipe.org.pe/portal/confrontar-o-gobernar/)

El peligro que ve en esta situación la clase burguesa, es decir, los explotadores directos, los capitalistas, es que de seguir así las cosas, la protesta popular puede desbordarse de los reclamos concretos y parciales en los que se encuentra embarcada, a la lucha general contra el sistema capitalista. Así pues, las luchas como en el caso del peaje de Puente Piedra, o aquel sector que plantea que se vayan todos los congresistas, o quienes plantean que se legisle para eliminar la inmunidad parlamentaria, o la lucha de los agricultores desarrollada a través del paro agrario, o las luchas contra la contaminación en diversas regiones de nuestro país, etc., si se vieran no como la percepción individual, o de pequeños grupos, que son los directamente afectados, sino, si se percibieran todas estas luchas como el resultado de la dominación burguesa, entonces se pasaría de la lucha parcial a la lucha general.

        Pero, incluso en este caso, el sistema capitalista aun seguiría dominando a nuestra sociedad. Para que la lucha general tenga sentido, tiene que hacerse bajo la bandera del socialismo. Si el resultado fuera como el de la experiencia europea, experiencia que es la aspiración que tiene un grueso de la población, pues asumen que el problema de fondo está dado por los individuos sometidos a la corrupción, entonces caeríamos en una lucha por conservar la misma dominación capitalista pero bajo una forma ligeramente distinta.

        Como sabemos, la variante de la explotación burguesa llevada a cabo en Europa bajo la denominación de Estado del bienestar, no es otra cosa que una forma de explotación, un tanto menos cruel, desde el punto de vista económico, pero igualmente basada en la explotación burguesa, esto es, en trabajo no remunerado, que como el capitalismo en cualquiera de sus formas, está sometida a las mismas leyes, y en consecuencia sufre las crisis económicas propias de este sistema.

        De la corrupción en las instituciones burguesas a todo nivel no hay duda, pero los agentes de la burguesía están desarrollando una titánica labor para que el asunto quede ahí. Los intelectuales burgueses y la prensa en su conjunto, tratan de atajar la conciencia de las clases trabajadoras para que su percepción de la actual situación sea solo un problema de falta de ética individual, que se ha extendido un poco o mucho, pero que esa es la causa.

        El reconocimiento de los explotadores directos de su participación en la corrupción, nos hace ver el problema hasta la médula. Aunque, la prensa se encargó, hasta donde pudo, de ocultar a los gestores de esta práctica burguesa.

        “Este viernes, se conoció que la constructora Graña y Montero (GyM) ha iniciado el proceso de colaboración eficaz con el Ministerio Público en el marco de las investigaciones relacionadas al caso Lava Jato.
Según IDL-Reporteros, la empresa peruana estaría brindando información relevante sobre el Club de la Construcción, la Carretera Interoceánica y el tren eléctrico.” (https://larepublica.pe/politica/1479747-lava-jato-grana-montero-inicia-proceso-colaboracion-eficaz-ministerio-publico)

Los explotadores directos, cuya presencia en estos actos estaba implícita, podían ocultarse amparados en sus medios de comunicación, mientras actuasen como un solo grupo, como una clase sin “fisuras”. Sin embargo, ya está claro que frente a las pérdidas que están afrontando, un sector ha decidido reducir el costo y sacrificar a algunos de sus integrantes.

        Este conflicto interno en el seno de los explotadores directos es el que ha permitido ver las pugnas entre sus representantes políticos. Desde hace algún tiempo era evidente que la clase burguesa había despedido a los fujimoristas como sus representantes políticos. Estos buscan por todos los medios recuperar su posición demostrando su fuerza, aunque sus propios actos de corrupción y más aún su mediocridad, los delatan en sus aspiraciones.

        La burguesía, estando a punto de entregar a la justicia a varios de sus miembros, puede deshacerse de la carga que en los últimos años ha significado sostener al fujimorismo, haciendo uso de la llamada cuestión de confianza propuesta por el Poder Ejecutivo. De un solo golpe sacaría este cadáver político, y renovaría el Congreso con nuevos representantes, para legislar a favor de la clase burguesa. Con nuevos aires, la burguesía continuaría haciendo lo que ha hecho siempre, explotar a las clases trabajadoras.

        Una vez eliminada la corrupción, tarea casi imposible en este sistema, veríamos que esta agudiza la crisis, pero que no es la causa de la crisis; entonces la burguesía, a través de los medios de comunicación, haría propaganda acerca de que la situación de las clases trabajadoras se debe a la falta de inversión, o a la informalidad, y que esta última se debe a la rigidez del mercado laboral (los llamados sobre costos laborales), etc.

        En todos los casos en que sufrimos la explotación capitalista y sus consecuencias, sobre todo en los periodos de crisis económica, la propaganda burguesa apura a sus representantes para distraer a los trabajadores haciéndoles creer que no es el sistema capitalista el culpable.

        Así, los negocios de la burguesía continúan, en esta forma de sociedad en la que la ganancia y el dinero lo son todo. Por ello el narcotráfico próspera, al igual que la delincuencia común. Todos quieren hacerse de grandes cantidades de dinero, la forma es lo de menos, vía explotación legal de los trabajadores, vía la corrupción, o simplemente de manera cruda y desnuda como un asalto directo, que es lo que hace la burguesía con los trabajadores al extraerles trabajo no remunerado.

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