Las Contradicciones en el Pensamiento y su Origen*
P. V. Kopnin
LA DIALÉCTICA MATERIALISTA resuelve
científicamente el problema relativo al carácter de las contradicciones en el
pensamiento, su origen y las vías de su superación.
¿Cómo
ha de ser el pensamiento, contradictorio o no contradictorio? A esta pregunta,
planteada en forma abstracta, unos responden que el pensamiento debe ser
contradictorio en todos los casos y sentidos, y otros afirman que no debe
serlo. A la tesis abstracta: “la ciencia procura siempre salvar las
contradicciones”, se opone a veces otra no menos abstracta: ”todas las
contradicciones en la ciencia son un bien: todo aquel que trata de librarse de
las contradicciones en el pensamiento es un lógico-metafísico”. Es
característico, además, que quienes consideran que el pensamiento ha de ser
contradictorio alegan contradicciones imprescindibles en el proceso de
aprehensión del objeto por el pensamiento; en cambio, los que abogan por el
pensamiento no contradictorio, operan con contradicciones que son realmente
inadmisibles en el pensamiento científico.
El
propio planteamiento de la cuestión demuestra la existencia de contradicciones
inadmisibles en el pensamiento: ¿no está en oposición la ley de la dialéctica
sobre la unidad y la lucha de los contrarios con la ley de no contradicción de
la lógica formal? Si se admiten como válidas todas las contradicciones en el
pensamiento, semejante problema no habría podido plantearse.
La
ley de la lógica formal de no contradicción establece el carácter de las
contradicciones inadmisibles en el pensamiento. El contenido de esta ley viene
determinado por el objeto de la lógica formal. Al estudiar este objeto, la
lógica formal ha formulado determinadas leyes, entre las cuales la de no contradicción ocupa un importante
lugar.
Esta
ley se formula de diversas maneras, mas su contenido puede exponerse del
siguiente modo: si hemos reconocido como verdadero un juicio A de un sistema de
juicios que constituyen un razonamiento, no puede ser verdadero en este mismo
sistema un juicio que contradiga al juicio A; es decir, en un determinado
sistema de juicios, que forman un razonamiento determinado, no puede ser al
mismo tiempo verdadero el juicio A y el juicio que le contradice (no A).
Esta
ley no se refiere al contenido concreto de los juicios, no resuelve la cuestión
de cuál de los juicios opuestos es el verdadero. El razonamiento como forma de
deducción de un juicio de otros puede existir y funcionar normalmente solo en
el caso de que no se reconozcan simultáneamente verdaderos juicios opuestos
entre sí y que integran dicho razonamiento. Además, esta ley tiene siempre en
cuenta un determinado razonamiento y un determinado juicio en ese razonamiento.
Tan solo en un determinado sistema de juicios, que forman el razonamiento, no
debemos admitir juicios que se contradigan mutuamente.
Las
contradicciones que prohíbe la ley de la lógica formal se llaman lógicas.
Emplearemos los términos “contradicciones lógicas” y “no contradicciones
lógicas” en esta última acepción únicamente, es decir, en el sentido de las
contradicciones en el pensamiento inadmisibles según la ley de la lógica
formal. Algunos emplean este término en un sentido más amplio y califican de
contradicciones lógicas todas las contradicciones del pensamiento. Las
diferencias en la terminología originan numerosas discusiones. Si por
contradicciones lógicas entendemos tan solo aquellas que se originan como
resultado de la infracción de la ley de la lógica formal, hemos de reconocer
que en el pensamiento no debe haber contradicciones lógicas. Esto lo había
indicado ya Lenin cuando decía que “ni en el análisis económico ni en el
análisis político debe haber «contradicción lógica», siempre, claro está, que
se razone con corrección lógica”1.
Las
contradicciones lógicas son subjetivas, ya que su contenido no refleja
correctamente las contradicciones objetivas que existen en la dinámica del
propio objeto. Son subjetivas porque no conducen el pensamiento a la
consecución de un contenido objetivamente verdadero, que expresa la dialéctica
del desarrollo de los fenómenos tal como existe al margen de nuestra
conciencia.
El
juicio A y el opuesto a él (no A) surgen debido a las contradicciones de la
propia realidad objetiva. El hecho de que existan simultáneamente en nuestro
pensamiento, en la fase dada de su desarrollo, el juicio A y el no A, no es una
anomalía. Los juicios que forman una contradicción lógica reflejan diversos
aspectos del objeto, diversas etapas de su desarrollo. La ley de la lógica formal
de la no contradicción en el pensamiento no niega la existencia de juicios
contradictorios, de teorías en la ciencia que reflejan los aspectos opuestos
del proceso de la vida real. Esta ley se refiere únicamente a los
razonamientos. En un razonamiento no pueden reconocerse como verdaderos juicios
que se contradicen entre sí. Es la condición imprescindible para que los
razonamientos existan como forma.
Las
definiciones de un objeto son a veces contradictorias. Podemos exponer diversos
juicios acerca del objeto: el objeto K posee el carácter a (“la luz tiene naturaleza corpuscular”); el objeto K posee el
carácter b, que está en contradicción
con el a (“la luz tiene naturaleza
ondulatoria”); el objeto K posee simultáneamente los caracteres a y b
(“la luz es, al mismo tiempo, onda y corpúsculo”). Todos estos juicios son
verdaderos; los dos primeros establecen, por separado, dos propiedades de la
luz, y el tercero, más profundo, refleja el hecho de que la luz es
simultáneamente onda y partícula.
La
ley de la lógica formal sobre la no contradicción se interpreta a veces en el
sentido de que se debe de reconocer como verdadero uno de los dos juicios: “la
luz tiene naturaleza corpuscular”, “la luz tiene naturaleza de onda”, negando
la veracidad del juicio: “la luz es, al mismo tiempo, partícula y onda”. Pero
en la realidad esta ley de la lógica formal, correctamente comprendida, no nos
prohíbe formular un juicio cuyo predicado se refiera a la unidad de las
propiedades contradictorias del objeto. Esta ley, lo mismo que las demás leyes
de la lógica formal, nada tiene que ver con el contenido del predicado de los
juicios. Cumple un importante cometido en la estructuración del propio
razonamiento como forma lógica. Si en un razonamiento concreto partimos del
juicio A (“la luz posee, al mismo tiempo, propiedades de partícula y onda”), no
podremos reconocer como verdadero en este razonamiento la negación del juicio
A, es decir, no A (“la luz no posee, al mismo tiempo, propiedades de partícula
y onda”). Los juicios A y no A son incompatibles en un mismo razonamiento. La
ley de la no contradicción tiene una base objetiva, pero ésta no consiste en
que no hay contradicciones en el mundo de las cosas y en su reflejo en la
conciencia de los hombres. Por el contrario, las contradicciones constituyen la
esencia de las cosas. La determinación cualitativa y la relativa estabilidad de
los objetos y fenómenos del mundo material constituyen la base objetiva de esta
ley. Debido a ello, cada juicio del razonamiento está severamente determinado y
aparece con uno de sus contenidos. La coincidencia en el razonamiento de
juicios que se contradicen lógicamente altera el carácter determinado del
pensamiento, le impide reflejar con certeza el objeto y, en este sentido, la
contradicción lógica es subjetiva.
La
ley lógico-formal de la no contradicción comprendida correctamente y empleada
en su esfera no es metafísica, lo mismo que no son metafísicas las leyes de la
mecánica, la física, la química, la biología, etc. Pero en la historia de la
filosofía ha servido frecuentemente de base para la concepción metafísica del
mundo, por cuanto se la consideraba como ley universal del método filosófico.
La ley de la no contradicción se relacionaba con la negación de las
contradicciones en el mundo objetivo y en el pensamiento. La dialéctica es tan
compatible con las leyes de la lógica formal, correctamente formuladas y
aplicadas en su esfera, como lo es con las leyes de otras ciencias particulares
(física, química, biología, etc.).
En
el artículo El problema de la lógica a la
luz de la teoría marxista del conocimiento, Elena Eilstein escribe: La
teoría marxista del conocimiento ha de «justificarse» ante el hecho de la validez universal de los
principios de la lógica formal e interpretar este hecho de acuerdo con sus
tesis fundamentales.”2
A
nuestro juicio es todo lo contrario. No es la teoría marxista del conocimiento
la que debe justificarse ante la lógica formal; es la lógica formal la que ha
encontrado su justificación, su explicación en la teoría del conocimiento
marxista. La dialéctica materialista ha puesto de manifiesto la dinámica del
conocimiento humano en su camino hacia la verdad objetiva, ha determinado de
qué elementos se compone el conocimiento objetivamente verídico del mundo.
El
pensamiento ha de reflejar el objeto tal como es en la realidad. Esta tesis de
la teoría del conocimiento marxista incluye, como algo que se sobrentiende, la
exigencia de la no contradicción lógica del pensamiento. La contradicción
lógica es inadmisible porque excluye la posibilidad de un conocimiento
objetivamente verídico. Pero no debe creerse que de esta ley, es decir, de la
no contradicción lógica, nace la exigencia de la teoría del conocimiento
marxista sobre el carácter objetivo y concreto del conocimiento. Los principios
de la dialéctica no se pueden supeditar a los principios de la lógica formal,
ya que los primeros poseen más contenido y son más profundos: incluyen en
calidad de aspecto aquello que los principios de la lógica formal exigen del
conocimiento.
En
su artículo Sobre las contradicciones en
el pensamiento3, E. V. Ilienkov comete un error lógico-formal:
en vez de esclarecer el contenido y la esencia de la lógica-formal de la no
contradicción, la examina en su acepción metafísica tan solo, la considera como
un método de conocimiento y le opone el método dialéctico. Al criticar la
metafísica, deduce que la ley lógica-formal de la no contradicción carece de consistencia.
La
sucesión lógica formal del pensamiento no debe considerarse de ningún modo como
un defecto. Es evidente, sin embargo, que con su ayuda no pueden resolverse las
contradicciones efectivas que se presentan cuando el pensamiento trata de aprehender
el objeto. Como la lógica formal se abstrae del desarrollo, no puede determinar
la dinámica del pensamiento durante el proceso de aprehensión de la esencia del
objeto. No es no su esfera ni su objeto. Sin embargo, todo pensamiento ha de
ser lógicamente consecuente y lógicamente no contradictorio. El error de James
Mill en la solución dada por él al problema del valor no se debe a su afán de
una continuidad lógica formal en el pensamiento. En caso contrario podría
suponerse que si hubiese infringido las leyes de la lógica formal habría
resuelto el problema del valor. Claro está que en el proceso de construcción de
una teoría hemos de ser lógicamente consecuentes, pero la no contradicción
lógica no resuelve el problema de la correspondencia entre la teoría y el
objeto, y ésta es la cuestión fundamental de toda teoría. C. Marx en sus Teorías de la plusvalía critica a James
Mill por aspirar en su teoría tan solo a la sucesión lógico-formal, sin
resolver el problema de cómo expresar las contradicciones reales del objeto
real en conceptos, a fin de que la teoría esté en consonancia con el objeto y
la historia de su desarrollo.4
Hemos
dicho ya que las leyes de la lógica formal no pueden convertirse en método
filosófico de conocimiento, en método de construcción de una teoría científica
sobre el objeto, ya que no plantean ni resuelven el problema fundamental: cómo
se desarrolla nuestro pensamiento, como va aprehendiendo la esencia de los
fenómenos, sus contradicciones reales. Pero ¿significa esto acaso que las leyes
arriba mencionadas carecen de todo valor metodológico? La ley de la lógica
formal sobre la no contradicción, por ser verídica, tiene importancia
metodológica para la construcción de cualquier teoría científica. Es sabido que
la no contradicción lógica es el criterio obligado de toda teoría científica. La no contradicción
lógica, naturalmente, es una propiedad imprescindible, pero no suficiente, ni
mucho menos, de la teoría científica. La teoría puede ser no contradictoria
lógicamente, pero tampoco verdadera. Sin embargo, una teoría científica que se
contradiga lógicamente no puede ser verdadera, ya que está basada en el
menosprecio de la ley lógica de la no contradicción. El error no radica en el
propio criterio de la no contradicción, sino en considerarlo absoluto,
convertirlo en el único criterio posible de conocimiento.
La
lógica formal no puede resolver, claro está, el problema de la correspondencia
entre la teoría y el objeto; dispone únicamente de medios y leyes que sirven
para determinar la no contradicción lógica de las teorías. Pero, además de la
lógica formal, existe la dialéctica, que el método que permite conseguir
conocimientos verídicos acerca del mundo. Determina los criterios que hacen
posible resolver el problema fundamental de toda teoría científica: su
correspondencia con el mundo objetivo. El valor metodológico de la ley de no
contradicción radica en que el sujeto, al descubrir en su pensamiento una
contradicción lógica, procura averiguar su origen y eliminarla. Esta
eliminación, además, puede efectuarse por distintos medios: bien mediante la
precisión del pensamiento, bien sustituyendo el razonamiento lógicamente
contradictorio por otro carente de este defecto.
El
descubrimiento de las contradicciones lógicas conduce a la búsqueda de
soluciones nuevas, más perfectas; por ello, la eliminación de las contradicciones
lógicas contribuye al avance del pensamiento. Las contradicciones lógicas
surgen constantemente y se eliminan en el proceso del pensar. Es erróneo
suponer que si los hombres estudian la lógica formal, el pensamiento se verá
completamente exento de las contradicciones lógicas. Los hechos demuestran que
ni siquiera los lógicos especialistas evitan en su pensamiento las
contradicciones lógicas. Sus raíces, al parecer, anidan en una esfera más
profunda que el simple desconocimiento de las leyes de la lógica formal. El
propio desarrollo de la teoría científica conduce a la contradicción lógica.
Pero sea cual fuere la causa de su aparición, debe ser eliminada. Siempre que
surge una contradicción lógica, el progreso del conocimiento exige su
eliminación. El saber científico nunca tendrá por misión el conseguir y
perpetuar conocimientos lógicamente contradictorios.
La
contradicción lógica no es la única forma de la contradicción en el
pensamiento. En el intelecto hay contradicciones que tienen un origen más
profundo, implícito en la propia naturaleza del pensar. Como el pensamiento
refleja el mundo objetivo, las propiedades y las leyes de sus fenómenos, las contradicciones
de este mundo también se expresan en él, con la particularidad de que las
contradicciones no solo constituyen el contenido, sino también la forma del
propio pensamiento. De aquí se desprende la necesidad de analizar las formas
del pensamiento a fin de revelar su dialéctica.
El
estudio de las contradicciones del pensamiento, que son el reflejo de las
contradicciones objetivas, constituye el contenido básico de la lógica
dialéctica. Cuando decimos que en el razonamiento, como forma lógica, no ha de
haber contradicciones lógicas, nos referimos a una sola forma de contradicción:
la que se produce cuando se infringe la correspondiente ley de la lógica
formal. Otras clases de contradicción, tal como entre lo singular, lo general y
lo particular constituyen, por el contrario, la base y la esencia de las formas
del pensamiento lógico y sin ellas resulta imposible toda forma de pensamiento.
¿Cómo puede el pensamiento reflejar en sus formas las contradicciones de los
fenómenos del mundo objetivo, si estas mismas formas no contienen en sí dichas
contradicciones? El pensamiento ha de
evitar las contradicciones
subjetivas, la contradicción lógica,
a fin de reflejar verídicamente las contradicciones objetivas. La ciencia no
debe procurar la eliminación de todas las contradicciones, sino tan solo
aquellas que frenan el avance del pensamiento hacia la verdad objetiva. En el
contenido del pensamiento se ha de reflejar el mundo objetivo con todas sus
auténticas contradicciones dialécticas. La contradicción interna de las formas
del pensamiento constituye su condición primordial de existencia. No puede
considerarse únicamente como correcta la opinión de que las formas del
pensamiento se rigen por las leyes de la lógica formal. Sin el análisis de las contradicciones
internas de las formas del pensamiento, de su dialéctica, es imposible
comprender las condiciones de su aparición y existencia. Tan solo la dialéctica
es capaz de explicar “la flexibilidad universal, completa de los conceptos, que
llega a la unidad de los contrarios”; sin comprender esta dialéctica de los
conceptos no puede ponerse de manifiesto la esencia del pensamiento, que aspira
a reflejar la diversidad del proceso material, su unidad y su multiplicidad. El
marxismo reconoce la lógica formal y su principio de la no contradicción. Sin
embargo, el principio fundamental del marxismo es el carácter universal de las
contradicciones y la necesidad de reflejar en el pensamiento las
contradicciones objetivas. El reconocimiento del carácter objetivo de las
contradicciones no implica, ni mucho menos, la admisión de contradicciones
lógicas en el pensamiento, ya que éstas no son el reflejo de las
contradicciones objetivas de la realidad.
En
el pensamiento hay, claro está, ciertas contradicciones que es preciso
eliminar, debidas, en parte, a las inexactitudes terminológicas. Pero sería
erróneo considerar que todas las contradicciones se deben a una anomalía del
proceso intelectivo. Las contradicciones están implícitas en la naturaleza del
pensar y eliminarlas significa suprimir el propio pensamiento, privarlo de la
capacidad de reflejar el mundo objetivo.
Las
contradicciones no solo constituyen la condición precisa para la existencia del
pensamiento y sus formas, sino también de su desarrollo. El pensamiento se
desarrolla al resolver las contradicciones entre los hechos de la vida real y
su reflejo en el intelecto, a base de las contradicciones dentro del
pensamiento entre diversas hipótesis, teoría y conceptos, de las
contradicciones dentro de los conceptos y los juicios, así como entre sus
diversos elementos. Diversas teorías y diversos conceptos reflejan diversas
contradicciones, distintos aspectos y procesos de los fenómenos de la realidad,
o bien etapas en la dinámica del saber científico hacia un conocimiento más
profundo y completo. Al margen de esta lucha de conceptos y teorías
contradictorias no puede haber ningún avance del pensamiento.
Los
conceptos se desarrollan solucionando las contradicciones entre los hechos descubiertos
y los conceptos existentes. En cualquier esfera del conocimiento científico las
contradicciones entre los hechos, los procesos descubiertos y los conceptos
establecidos abocan siempre a la precisión de los conceptos viejos, bien a su
sustitución. En las matemáticas, como indica certeramente P. Alexándrov, el
proceso de formación de nuevas teorías “es un proceso de constante superación
de las contradicciones entre el hecho singular y la teoría matemática que lo
generaliza, entre el carácter concreto del experimento dado y el sistema
matemático que se abstrae de él y en el cual este experimento se pierde, para
convertirse en la posibilidad de prever una experiencia nueva, mucho más
perfecta y seguida de una teoría también nueva y más poderosa”5.
Des
mismo modo se produce el desarrollo de
los conceptos en la física. Cuando los físicos se enfrentaron con una nueva
esfera –los fenómenos en el interior del átomo–, trataron de explicar lo
desconocido a través de lo conocido y utilizar conceptos válidos en dominios ya
explorados, es decir, emplean los conceptos de la física clásica para estudiar
los procesos internos del átomo. Pero los conceptos de la física clásica tenían
carácter mecanicista. Uno de los conceptos fundamentales de la mecánica de
Newton era el del objeto aislado, bien en reposo, bien en movimiento,
divorciado mentalmente de todo el resto del universo, que seguía siendo
individual y estable pese a toda clase de variaciones posibles. Pues bien,
cuando los físicos trataron de explicar con ayuda de estos conceptos los
fenómenos que circundan el núcleo del átomo o bien, según expresión de
Langevin, descendieron al primer nivel de sótano y se encontraron con
electrones en los que se inicia el fenómeno de la emisión y absorción de las
emisiones lumínicas, comprendieron la imposibilidad de explicar estos fenómenos
con ayuda de los viejos conceptos. Y entonces nacieron los conceptos nuevos.
Los
científicos se separan con trabajo y dolor de los viejos conceptos; muchos
físicos renunciaron con dificultad a los conceptos mecanicistas sobre los
fenómenos físicos, a las habituales nociones del objeto aislado, pensando que
sin ese concepto que extraía el fenómeno de sus nexos universales, no podían
explicarse de ningún modo los fenómenos físicos. “El mecanicismo –escribía el
académico S. I Vavílov” – es educado en nosotros por la experiencia cotidiana,
por los objetos y los fenómenos más simples y se exige gran concentración y
lucha interna contra las costumbres arraigadas para examinar y meditar
tranquilamente los hechos que se nos ofrecen y reconocer que no hemos cometido
ningún error, que se trata de la naturaleza efectiva en toda su complejidad y
dinamismo dialéctico.”6
La
mecánica cuántica proporciona nuevos hechos sobre el desarrollo de los
conceptos de la nueva ciencia física. El descubrimiento de nuevas leyes, en
particular, de la doble naturaleza de la luz, exige una técnica experimental
nueva y nuevos conceptos capaces de expresar estas leyes. El electrón, según la
concepción clásica, no constituye un punto material; por ello no se le puede
enfocar con los conceptos del impulso y las coordenadas, elaboradas por la
física clásica al estudiar los objetos macroscópicos. La física moderna exige nuevos conceptos que reflejen la índole
específica de su objeto. Y en este sentido hemos de admitir la siguiente
afirmación del académico V. A. Fok: “Los conceptos físicos se desarrollarán sin
duda alguna, pero ya resulta evidente que en su desarrollo se irán apartando
cada vez más de las representaciones clásicas.”7 En el proceso de su
evolución, los conceptos se hacen cada vez más exactos y profundos, reflejan
con mayor plenitud el objeto con sus contradicciones. Así, los conceptos
físicos modernos ponen de manifiesto la naturaleza íntimamente contradictoria
de la materia.
Debido
a que los conceptos se desarrollan, a que caducan los viejos y surgen los nuevos,
en los conceptos humanos hay divergencias. Estas divergencias no pueden
considerarse como una confusión subjetiva, como una infracción de las leyes de
la lógica formal. Hay que diferenciar estrictamente las divergencias en los
conceptos, que son el reflejo de las contradicciones objetivas en la dinámica
de las cosas –contradicciones que se originan a medida que el concepto va
aprehendiendo la esencia del objeto– de las contradicciones lógicas que son el
resultado de las infracciones de las leyes de la lógica formal; éstas no
expresan la dialéctica de la dinámica del mundo objetivo y son introducidas por
el propio sujeto. La práctica es el criterio que permite diferenciar en el
pensamiento las contradicciones dialécticas, objetivas, de las subjetivas, que
no reflejan las contradicciones de los objetos. Tan solo apoyándose en la
actividad práctica establece el hombre el carácter de las contradicciones en el
pensamiento, elimina las que no conducen el pensamiento a la verdad objetiva,
reservando y desarrollando aquellas en que se expresa la dialéctica objetiva.
___________
(*) Tomado de P. V. Kopnin, Lógica dialéctica, cáp. IV, El pensamiento como objeto de la lógica
dialéctica, 6, Las contradicciones en
el pensamiento y su origen, págs. 175-183. Editorial Grijalbo, México,
1966.
(1) V. I. Lenin, Obras, t. 32, pág. 29.
(2) Myse filosoficzna, núm. 6, 1956, pág. 125.
(3) Problemas de filosofía, núm. 4, 1957.
(4) C. Marx, Teorías de la plusvalía, t. III, pág. 63, 1936.
(5) P. Aléxandrov, Sobre las nuevas tendencias del pensamiento
matemático en relación con las teorías de las cantidades infinitamente grandes.
Compilación de artículos sobre la filosofía de las matemáticas, Uchpedguiz,
1936, pág. 20.
(6) S. I. Vavílov, Lenin y los
problemas filosóficos de la Física moderna, Antología “La gran fuerza de las
ideas leninistas”, Gospolitizdat, 1950. Pág. 183.
(7)
V. A. Fok, Interpretación de la mecánica cuántica, Progresos de la
Física, t. LXII, op. 4, 1957.
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