sábado, 1 de julio de 2017

Política

Nota:

Los textos de nuestro compañero Eduardo Ibarra aludidos en el artículo que sigue, han sido publicados en diferentes fechas en las páginas de esta revista electrónica.

01.07.2º17.

Comité de Redacción.


¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!

De Cómo los Liquidadores Abjuran del Marxismo-Leninismo y Falsifican la Creación Heroica de Mariátegui

(Quinta Parte)


Eduardo Ibarra




Los métodos criollos de los liquidadores

En la lucha contra los liquidadores, ha quedado demostrado no solo la total falta de base de sus posiciones relativas al marxismo-leninismo, a la identidad ideológica de Mariátegui y el PSP, al camino de la revolución y al partido del proletariado, sino también sus métodos criollos, métodos utilizados en sus relaciones internas y externas, así como en el ámbito de la polémica y en relación a la literatura de los maestros del proletariado.

Veamos, primero, tales métodos en lo que a la literatura de los maestros del proletariado se refiere.

        El leninismo expresa el contenido fundamental y las tendencias fundamentales del imperialismo y el contenido fundamental y las tendencias fundamentales de la revolución proletaria y de la dictadura del proletariado, y, por esto, su definición como el marxismo de nuestra época, es correcta (véanse, por lo menos, el capitulo ¿Qué hay detrás del maoísmo delirante? de nuestro libro El pez fuera del agua, los capítulos II y IV  de nuestro folleto El desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su denominación y nuestro artículo La creación heroica de Mariátegui y el liquidacionismo de derecha). 

        Sin embargo, dejando por fuera la cuestión del desarrollo del marxismo, García reniega el leninismo, y, así, ha abjurado del marxismo-leninismo con el burdo pretexto de que el problema de la denominación de la doctrina es una cuestión formal: “un guion más o un ismo menos” (El partido de Mariátegui).

Por eso no debe extrañar a nadie que terminara calificando de “carroña” el término marxismo-leninismo (véase el artículo Las cinco caídas de Yo el Supremo). 

Como es de conocimiento general, los fundadores Marx y Engels y el continuador Lenin sostuvieron, con toda razón, que el nombre de Partido Comunista es el nombre científicamente exacto del partido del proletariado.

        No obstante, con argumentos sofísticos e incluso tergiversando afirmaciones de Mariátegui, García silencia dicha verdad para postular el nombre de socialista para el partido (véase nuestro artículo El nombre del partido).

        Al acordar, a propuesta suya, el marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP, Mariátegui no solo puso de manifiesto la filiación doctrinal de su partido, sino también la suya propia. Este hecho agota absolutamente la cuestión.

Empero, esgrimiendo el mismo método estadístico con el que Kautsky renegó la dictadura del proletariado, García ha renegado la filiación marxista-leninista de Mariátegui y el PSP: “Este término [el término marxismo-leninismo] sólo se encuentra dos veces en la obra de JCM, y ambas indicando el método marxista, no la doctrina. Y menos como nueva época” (El movimiento comunista)

Mariátegui postuló un partido de clase bajo la forma orgánica de partido de masas (“partido de masas y de ideas”).

Pero, silenciando que lo determinante del carácter de clase del partido es la ideología, García tergiversa la frase mariateguiana y pretende que ella expresa la idea de un partido doctrinariamente heterogéneo.

Estos, y muchos otros, son los métodos criollos con los que García tergiversa a los maestros del proletariado en su pretensión de fundamentar su revisionismo liquidacionista.

Veamos ahora tales métodos en el ámbito de la polémica.

Desde el principio de la polémica  con nosotros, en lugar de afrontar las cuestiones en litigio, García se deslizó al campo del egotismo burgués, del ninguneo, del sofisma, de la falacia, de la maniobra, del truco, de la diatriba, de la calumnia, de la manipulación de citas de los maestros.

Peor aún, en el mismo lugar donde se desbordó en insultos, tuvo el cinismo de manipular una cita de Mariátegui donde éste señala que las diversas tendencias no deben emplear “sus armas ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el orden social, sus instituciones, sus injusticas y sus crímenes”.

Obviamente, este cinismo revela una doble  moral, la cual, desde luego, fue oportunamente desenmascarada. 

Por lo demás, todo manipulador, García calificó de “decadente” nuestra defensa del marxismo-leninismo y del nombre científicamente exacto del partido,  de crítica entre comillas a nuestra crítica a sus posiciones oportunistas (y por lo tanto de crítica correcta sus insultos y, en general, sus métodos criollos), de espíritu unitario estos métodos antimarxistas y nuestras críticas de no unitivas.

Pero es claro que lo que buscó entonces García con sus métodos criollos (y que después ha buscado todas las veces), fue desenfocar las cuestiones en debate, es decir, dejar fuera de la visión del lector el contenido de nuestras críticas a sus posiciones.

Este es el objetivo inalterable del uso que hace de semejantes métodos.

Por eso, mientras nuestras críticas continúan en pie, todo lo que logró nuestro liquidador fue poner en evidencia su impotencia argumentativa, mal envuelta en papel celofán.

La impotencia de García llegó luego a la ridiculez cuando, profundizada nuestra crítica a sus posiciones, esgrimió la falacia de que las mismas tienen como motivación el odio a su persona.

Con esta falacia, lo que quiso decir y decía de hecho, es que nuestra defensa del marxismo-leninismo y por consiguiente nuestra crítica a su “marxismo” a secas no son correctas, pues tienen tal motivación.

Así también, que nuestra defensa del nombre científicamente exacto del partido y nuestra crítica a su silenciamiento, tienen tal motivación.

Etcétera, etcétera. 

Ya en otro lugar he demostrado que no guardo ningún sentimiento de odio por ningún liquidador, y, precisamente por esto, señalé hace un tiempo, que deberían desembarazarse de sus posiciones revisionistas si no quieren cargar por siempre con la vergüenza de haber abjurado del marxismo-leninismo y falsificado cuestiones fundamentales de la Creación Heroica de Mariátegui.

Nuestra motivación es algo transparente: el deber –a la vez político y moral– de defender, entre otras cuestiones, el marxismo-leninismo, la Creación Heroica de Mariátegui, la táctica revolucionaria, el partido de clase.      

De hecho, pues, la falacia de García apenas es el viejo truco de poner en ojo ajeno la viga que se tiene en el propio.

En conclusión, con sus métodos criollos y su traslado de la polémica al plano de lo personal (exactamente como hizo Haya en su polémica con Mariátegui), García mismo se encargó de probar que sigue el estilo polémico de Haya, y no el de Mariátegui.

Y, así, con sus métodos criollos y su burda falacia, dio la pauta a sus copartidarios para afrontar la polémica con nosotros.

En cuanto a las relaciones externas del grupo liquidacionista, basta reseñar aquí los siguientes hechos.

El mal llamado “Comité 80”, en cuyo espacio concurrían diversas tendencias, fue un intento por convertir el frente unido en partido, exactamente como lo intentó Haya en los tiempos del Apra naciente. Digo “exactamente”, porque, como se sabe, el partido que entonces pretendió Haya fue precisamente un partido-amalgama (partido-frente, partido-alianza), que es lo que hoy propone García.

Naturalmente, la emboscada liquidacionista terminó en fracaso.

Luego, también en el más puro estilo hayista, los liquidadores recurrieron al bluff promoviendo un evento con el pomposo título de “Conferencia Política Consultiva del Pueblo Peruano”.

Pero, el “pueblo peruano” resultó siendo apenas veinte liquidadores.

Naturalmente, este nuevo engaño también terminó en fracaso.

Después, los liquidadores realizaron un seminario con el concurso de algunas tendencias que, así, se mostraron en principio conciliadores, pero que, andando las sesiones, se dieron cuenta de la nueva emboscada y se retiraron denunciando el propósito liquidacionista.

Este fue un nuevo fracaso de los liquidadores.

Finalmente, con bombos y platillos promovieron un evento con el fin de fusionarse con el PCP-Unidad, representante del revisionismo tradicional en el Perú. Es decir la sardina pretendió tragarse al tiburón. Y un emocionado liquidador (emocionado tanto como despistado), dijo en una de las sesiones algo como lo que sigue: “Este evento demuestra que el socialismo no ha muerto”.

Es decir, en boca de los liquidadores, el revisionismo (el suyo propio y el del PCP-Unidad) se convirtió en socialismo.

No obstante, el objetivo del evento no se cumplió. Este fue un fracaso más de los liquidadores.

Pero, lo que sobre todo hay que tener en cuenta, es la predisposición de los liquidadores de fusionarse con el partido de Jorge del Prado, lo cual, desde luego, no tiene por qué extrañar a ningún marxista-leninista, pues dicha fusión habría sido la fusión de una forma de revisionismo con otra forma de revisionismo, y, como ya señalamos en otro lugar, revisionismo más revisionismo igual revisionismo.

En la segunda vuelta de las últimas elecciones generales, el grupo liquidacionista intentó sorprender a organizaciones, tendencias y activistas de la izquierda, agitando una consigna-señuelo: “una sola organización, un solo programa, una sola dirección colectiva” (véase nuestro artículo Las ambiciones desmesuras del grupo liquidacionista).

Naturalmente, este último intento por sorprender a las diversas tendencias, fracasó igualmente.

Así, pues, el plan liquidacionista de fundar un partido-amalgama el 22 de junio de 2018 sobre la base de la dilución-integración del PCP-Unidad, PCP-PR, PCP-SL, PSP, PST y otras organizaciones y tendencias activas en la escena nacional, es la crónica de un fracaso anunciado.

Por eso, ese día todo lo que hay que hacer es ponerle su mortaja al plan liquidacionista.

En cuanto a las relaciones internas, basta señalar aquí dos cosas: 1) En el grupo liquidacionista no existe el centralismo democrático; lo que hay es una mixtura de despotismo-servilismo; 2) el plan de un partido con dos niveles orgánicos, uno secreto (la dirección) y otro público (sector dirigido), es el más oscuro intento de negación del centralismo democrático: imposición al nivel público el despotismo de un pequeño grupo de encapuchados.

Por último, unas palabras sobre el espíritu de partido.

Mariátegui fue un ejemplo imperecedero de espíritu de partido: incluso en minoría en el CC, no renunció ni pidió licencia al Partido (véase nuestro artículo El proyectado viaje a Buenos Aires de José Carlos Mariátegui).

El espíritu de partido es el espíritu de clase, contrario por principio al espíritu de círculo, al individualismo cursi, al anarquismo señorial.

Pero ocurre que, como es de conocimiento general, en 1975 García renunció a su cargo en el CC y pidió licencia al Partido, comprometiéndose a reincorporarse en un plazo determinado. No obstante, como también es de conocimiento general, no hizo honor a su palabra, y, así, su licencia apareció como la cubierta de su deserción del Partido.

De esta forma siguió el camino de Luciano Castillo, el “socialista” de los años 1920.

Los métodos proletarios de Mariátegui en las relaciones internas y externas, en el ámbito de la polémica y en relación a la literatura de los maestros, así como su ejemplar espíritu de partido, son parte inalienable de su Creación Heroica.

        Por eso, es un hecho que, en punto a las cuestiones señaladas, García se ha extrañado de la Creación Heroica de Mariátegui. Y con él su pequeña grey.

Por eso, es deber ineludible de los continuadores de Mariátegui combatir semejantes expresiones del espíritu burgués y establecer el estilo proletario en las relaciones internas y externas y en la polémica, así como, al mismo tiempo, desarrollar el espíritu de partido. 

20.12.2016.


¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!

Acerca de un Caso de Escamoteo e Impotencia

(Cuarta Parte)


Eduardo Ibarra


ARAGÓN DICE: “Ambos autores, García e Ibarra, nos presentan a un Mariátegui apresurado y prácticamente “desesperado” por constituir el partido en el transcurso del año 1928. Por eso, entre otras cosas, ambos coinciden en el reconocimiento y defensa de la supuesta legitimidad de la espuria  Reunión en la Herradura del 16 de setiembre  de 1928, reunión en la cual Mariátegui no estuvo presente, y no estuvo presente porque esa reunión se realizó  sin su conocimiento y a espaldas  de Mariátegui”. “El solo hecho, de convocar la reunión en un peñón conocido como El Salto del Fraile, lugar inaccesible para una persona que se desplazaba en silla de ruedas, nos levanta sospechas que ese fue el pretexto para justificar ante algunos de los incautos asistentes,  la imposibilidad de la presencia de Mariátegui. Las nuevas investigaciones, desarrolladas en los últimos años, apuntan a que esa reunión fue promovida por Bernardo Regman obedeciendo a sugestiones ajenas al socialismo peruano, para apresurar la formación de la organización partidaria. Sobre esta situación todavía hay mucho por comentar e indudablemente no es “un tópico superado” como muy ligeramente  afirmó, oculto en el anonimato,  un perezoso y servil segundón, incapaz de atreverse a pensar por cuenta propia. Esta situación histórica, como muchas otras, todavía  continúa en investigación”.

Para confutar estas afirmaciones del comentarista, comenzaré por transcribir algunos párrafos de mi artículo La reunión de Barranco y el liquidacionismo histórico (28.02.2015), con el cual respondí otro de Aragón: Acerca del aniversario 86 de la reunión de Barranco (publicado en la red entre el 22 y el 29 de enero de 2016).
   
Empeñado en negar la validez de esta reunión y sus acuerdos, Aragón escribió: “Portocarrero trajo consigo una Propuesta del Secretariado de la ISR, en la cual se proponía  ‘constituir el Partico Comunista en el Perú’”. “Algunos pocos  militantes del Comité de Lima, del Comité de Paris y del Comité del Cusco, acicateados por esa entrometida e impertinente  comunicación, comenzaron a presionar con impaciencia en el Comité de Lima, para constituir de inmediato el partido, posición apresurada que no era compartida por Mariátegui”.Incluso  en su desesperación, algunos de esos ‘impacientes’, sorprendiendo  con engaños a otros militantes,   convocaron y realizaron a espaldas de Mariátegui una  Reunión en la Herradura el día domingo 16 de setiembre de 1928…”. En La Herradura… acordaron ‘constituir la célula inicial del Partido… cuyo nombre sería el de Partido Socialista del Perú’ (negritas en el original; elipsis mías).

“Posición apresurada que no era compartida por Mariátegui”, dice Aragón. Pero ocurre que, tal como he recordado arriba, el maestro señaló que el proceso de constitución del PSP fue “indirectamente acelerado por lo que podemos llamar la desviación ‘aprista’”. Precisamente las reuniones de La Herradura y Barranco, la aprobación del programa del partido (cuestión que veremos más adelante) y el intento de fundar públicamente el PSP, constituyen los casos más relevantes de aceleramiento en el proceso de Constitución. Así, pues, si Aragón fuese consecuente con su lógica, tendría que acusar al maestro de haber sido víctima del “temperamento criollo” y, por lo tanto, calificarlo de “impaciente”.

Portocarrero trajo consigo una Propuesta del Secretariado de la ISR en la cual se proponía  ‘constituir el Partico Comunista en el Perú’”, afirma Aragón, y, unas líneas después, recuerda que la Reunión de la Herradura acordó “constituir la célula inicial del Partido… cuyo nombre sería el de Partido Socialista del Perú”.

Pues bien, si “algunos pocos militantes”, “acicateados por esa entrometida e impertinente  comunicación” del Secretariado de la ISR, hubiesen convocado y realizado la Reunión de La Herradura “a espaldas de Mariátegui”, como cree Aragón, entonces, como es lógico, dicha Reunión hubiese acordado la propuesta de dicho Secretariado de fundar el partido con el nombre de Partido Comunista, y no con el de Partido Socialista (7).

Sin embargo, como es de conocimiento general, la Reunión de la Herradura acordó el punto de vista de Mariátegui y, así, rechazó la propuesta del Secretariado de la ISR.

Esta constatación basta para probar que la Reunión de la Herradura no se realizó “a espaldas de Mariátegui”, y, por otro lado, para probar la absoluta falta de lógica de la conjetura de Aragón.

Pero también para confirmar el testimonio de Martínez: “José Carlos Mariátegui no pudo asistir, pero sus puntos de vista los presentó Martínez de la Torre” (8).

Lo primero que salta a la vista es que, mientras en el artículo Acerca del aniversario 86…, Aragón sostiene que Portocarrero trajo una “Propuesta del Secretariado de la ISR, en la cual se proponía  ‘constituir el Partido Comunista en el Perú’”, apresurando así la Reunión de La Herradura “a espaldas de Mariátegui”, ahora, en el artículo Dos folletos y dos conmemoraciones, sostiene que “esa reunión fue promovida por Bernardo Regman obedeciendo a sugestiones ajenas al socialismo peruano”.

¿En qué quedamos? ¿Fue Portocarrero o Regman quien trajo “sugestiones ajenas al socialismo peruano”?

Puesto que, en su comentario sobre mi folleto, Aragón dice que “Las nuevas investigaciones, desarrolladas en los últimos años”, lo han llevado a esta nueva conclusión, llamo la atención sobre el hecho de que su ya citado artículo Acerca del aniversario 86…, cae dentro del marco de “los últimos años” (véase arriba la fecha de su escritura). Por tanto, todo se vuelve un embrollo: ¿quién, pues, trajo “sugestiones ajenas al socialismo peruano”, produjo impaciencia en los activistas, apresuró la constitución de la organización partidaria y determinó la realización de “la espuria  Reunión en la Herradura del 16 de setiembre  de 1928”? ¿Portocarrero o Regman?

Precisamente la sugestión, ajena al Socialismo Peruano, de constituir el partido con el nombre de Comunista y no con el de Socialista, no fue asumida por la Reunión de La Herradura, que aprobó la propuesta de Mariátegui de constituir el partido con el nombre de Socialista, ¡precisamente con los votos de Portocarrero y Regman!, lo cual, por lo demás, fue ratificado por la Reunión de Barranco, ¡también con los votos de los dos mencionados fundadores!    

En consecuencia, todo lo que queda de la fabulación del comentarista es que la Reunión de La Herradura se realizó en un peñón para justificar, según cree el aludido, la ausencia de Mariátegui. Pero ¿para qué hubiera sido necesaria la ausencia de Mariátegui? En la óptica de Aragón, para aprobar la sugestión ajena de titular Comunista al partido. Pero ya se ha visto que la reunión aprobó titularlo Socialista. Por tanto, no era necesaria la ausencia de Mariátegui, cuya propuesta era precisamente titular al partido como fue titulado. Por tanto, la reunión se realizó en un peñón no para justificar la ausencia de Mariátegui, sino sencillamente porque Mariátegui no podía asistir a ella por razones de salud. Pero Aragón no se ha dado cuenta de esto, o, todo confusionista, ha embrollado las cosas deliberadamente.     

Por lo demás, es menester subrayar, muy especialmente, que Aragón se limita a hacer simples afirmaciones sin aportar ni una sola prueba y que, en su exposición, atropella toda lógica. Este es su estilo de “investigación”.

Una característica adicional de ese estilo es la fabulación: si, según el comentarista, los “impacientes” fueron tales por haber realizado la reunión del 16 de setiembre (Reunión de La Herradura), ¿cómo así Mariátegui no fue también “impaciente” al participar, apenas veintiún días después, en la reunión del 7 de octubre (Reunión de Barranco)?

En realidad, lo que esclarece la cuestión de la Reunión de La Herradura es la ligazón de sus acuerdos con aquellos otros de la Reunión de Barranco, en relación a lo cual me permito citar otros párrafos de mi ya citado artículo La reunión de Barranco y el liquidacionismo histórico.

Aragón dice: “En esa reunión conspirativa [la Reunión de La Herradura],  ellos llegaron a cuatro acuerdos… puntos que en lo fundamental no fueron aprobados en la reunión del 7 de octubre en Barranco”.En La Herradura… acordaron “constituir la célula inicial del Partido...”. Mientras que, en Barranco el 7 de octubre… se aprobó “dejar constituido el grupo organizador del Partido  Socialista del Perú”. El 16 de setiembre en La Herradura acordaron ‘afiliar (sic) la célula inicial del partido a la III Internacional’. El 7 de octubre en Barranco, no se aprobó esa afiliación…”. “El 7 de octubre, no se constituyó ningún ‘comité ejecutivo’ del Partido, sino ‘el grupo organizador’ del Partido” (elipsis mías).

Sin explicar claramente su intención, Aragón recuerda que la Reunión de La Herradura acordó constituir “la célula inicial del Partido”, mientras la Reunión de Barranco constituyó “el grupo organizador del Partido”. Pero ocurre que, habiendo sido “la célula inicial” precisamente “la célula secreta de los siete”, la Reunión de Barranco, en la cual, como se sabe, participaron algunos militantes que no eran parte de esta célula (Luciano Castillo y Chávez León), no pudo sino aprobar la fundación del “grupo organizador del Partido” con la totalidad de los asistentes.

También sin explicar claramente su intención, Aragón indica que la Reunión de Barranco no acordó la afiliación a la Tercera Internacional. Pero esta observación resulta irrelevante para su posición, pues, como él mismo lo sabe, la Reunión del 4 de marzo de 1930 aprobó la moción de Mariátegui de afiliación del CC del PSP a la Internacional.

Aragón dice que “El 7 de octubre, no se constituyó ningún ‘comité ejecutivo’ del Partido”. De esta forma silencia el hecho –tremendamente expresivo– de que, en la moción presentada por Mariátegui y aprobada por la Reunión de Barranco, se señala que “Los suscritos declaran constituido un Comité”, el mismo que es mencionado también en los numerales 2, 3 y 6 de la misma moción.

Ello quiere decir que dicha Reunión tomó dos acuerdos en el terreno orgánico: uno, dejar constituido “el grupo organizador del Partido” con la totalidad de los asistentes; otro, dejar constituida una instancia de Dirección: el “Comité Ejecutivo del Partido”, al que precisamente se había referido la Reunión de La Herradura.

En fin, la acusación de que presento a un Mariátegui “apresurado y prácticamente ‘desesperado’” (para no perder la costumbre de intentar confundir al lector, Aragón entrecomilla también la palabra desesperado), es una calumnia más, pues ha quedado plenamente demostrado que fue el propio Mariátegui quien sostuvo que el proceso de constitución del PSP fue “indirectamente acelerado por lo que podemos llamar la desviación ‘aprista’”, y no por ninguna sugestión ajena al Socialismo Peruano.

Por tanto –como resulta obvio– la acusación del comentarista le cae a Mariátegui. ¡Mariátegui era, según su parecer, uno de los impacientes que apresuraron la fundación del partido del proletariado peruano en un período impropio para ello!      

16.03.2017.


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