sábado, 1 de julio de 2017

Historia

Latifundio Tradicional: Fugas de Peones Esclavizados en Piura

(Primera Parte)


Roque Ramírez Cueva


LAS IDEAS, PROPOSICIONES Y TESTIMONIOS vertidos en esta parte introductoria, antes del siguiente subtítulo,  tienen como propósito escenificar en el presente relato de historia regional, el contexto en el cual sobrevivieron las personas esclavizadas en la etapa colonial y en tiempos tempranos de la llamada república o de pre industrialización en el Perú. Con la intención de indagar factores y/o las causas por las cuales, estos  trabajadores –particularmente peones de latifundio- esclavizados toma la decisión de dar respuestas a la agresión proveniente de las fuerzas dominantes esclavizadoras; que es lo mismo decir, de una feroz expoliación impuesta por el latifundismo tradicional y caducante.

Un par de estas respuestas, de interés al presente estudio, fue la planeación de fuga y consecuente establecimiento del asentamiento humano clandestino. En lo referente a la primera, decimos planeación y no sólo fuga. Es obvio entender que ejecutar una fuga por fugarse sin tomar previsiones no daba resultado, y traía como consecuencia sino más tortura la muerte, la experiencia de cientos de años les advirtió de ello. Mas, planear la fuga –en su acepción aproximada a planificación- significaba proponerse no volver a caer, al menos fácilmente, en las garras de los latifundistas crueles, quienes tenían muy bien organizado todo un sistema de  vigilancia y aparato represivo. Sin duda, los castigos y torturas a esclavos por fugarse eran brutales, el investigador Jaramillo García lo explica así: (1)

“En ello se jugaban la vida; los esclavos negros estaban conscientes que después de veinte días de ausencia, les esperaba la horca en caso de ser capturados. Si regresaban o se les capturaba a los diez días, se les condenaba a penas draconianas e inhumanas, llegando inclusive en algunos casos, al extremo de amputarles un pie.”

Los especialistas en historia han encontrado rasgos, restos y otras fuentes que certifican y muestran la existencia de fugas y la construcción o constitución de asentamientos humanos atípicos en los cuales se obligaban a refugiarse los peones esclavizados. Algunos de estos campamentos fueron temporales, y otros tuvieron mayor pervivencia. No hubo asentamientos de larga pervivencia, y los que se erigieron fueron muy pocos. En el Perú no hubo urgencia de levantar más por las siguientes razones: los esclavos podían acceder a dejar esta condición privativa y llegar a ser libres, “Recién a partir del siglo XVII se hizo significativa la presencia de los libertos, llamados horros”(2); otra razón, fue el hecho que el régimen latifundista y esclavista no se extendió a todo el territorio peruano, sino se estableció casi sólo en la costa, como lo fundamenta Quiroz Chueca.(3)

Esos asentamientos humanos, atípicos por no ser constituidos según la norma hispana de fundación de ciudades y/o pueblos coloniales y no poder erigirse en base a una infraestructura sólida que requiere cubrir necesidades sanitarias, servicios, ornato y de orden urbano, son llamados Palenques en el Perú y parte de América, en Brasil se les dice Quilombos. En Piura hubo uno en el área regional de la actual Provincia de Morropón. Más adelante le reservamos un capítulo de estudio. ¿Por qué se impulsó la conformación de los palenques? ¿Qué obligó a formar estos asentamientos?

La respuesta inmediata nos llevaría a señalar que aquello respondía al interés de ejecutar fugas organizadas. Si se concebía la planeación de una fuga exitosa, obviamente les demandaba sumar organización, porque tal meta exigía comprometer mayores recursos materiales y, sobre todo, humanos. Sin embargo, no es tan simple la respuesta. La principal réplica es debido al sistema de latifundio, respecto de la tenencia de la tierra,  que producía la tierra con técnicas artesanales y obsoletas, además de usar mano de obra esclavizada. El historiador Alejandro Reyes Flores, especialista en historia colonial, precisa:(4)

“Las causas fueron las habituales por las que se sublevaban los esclavos en el Perú colonial y en el resto de América: malos tratamientos objetivados en apaleamiento, baja en la dieta alimenticia, que para los esclavos era como su jornal”

Ese mundo de hacendados y gamonales o latifundistas duró en el Perú desde el S. XVI al S. XX; incluso hasta el primer lustro de la década de 1960 a 1969 persistía. Quienes tuvimos ocho a quince años de edad por estas fechas, fuimos testigos del estertor y liquidación de este sistema de explotación de la tierra y de los trabajadores. A la edad de ocho años en la ciudad, se jugaba sin restricciones cuando no se tenía que estudiar, mientras tanto observábamos a otros niños de las zonas   rurales, ayudar a trabajar las chacras de sus padres. Esos niños tenían la misma edad o nos llevaban un par de años, y tenían tareas, obligaciones hoscas.

Luego, leyendo periódicos, o por los maestros, nos enteramos que aquellos niños no ayudaban a sus padres sino trabajaban para el dueño de la hacienda Yapatera, lo mismo laboraban otros para el gamonal de la hacienda Pabur, y otros propietarios latifundistas. Los jóvenes crecidos en las haciendas, con acceso a estudios secundarios o superiores después de la confiscación de tierras ejecutada mediante el decreto ley Nº 17716 de Reforma Agraria (5), dado en 1969 por el presidente Juan Velasco Alvarado, militar de tendencia nacionalista; decíamos, esos jóvenes de Yapatera -ya accedidos a la escuela- nos testimonian que el trabajo de aquellos niños no era juego sino una labor cumpliendo tareas difíciles para su edad (6). En todo caso se ha comprobado que eran labores muy recias, rudas. Alejandro Reyes, especialista en historia colonial registra niños esclavizados en las haciendas de Cañete, realizando tareas propias de adultos recios:

“Es importante señalar que algunos niños de 9 a 12 años se encuentran empadronados en alguna actividad artesanal como platero, herrero e incluso labrador. ¿Es esta característica general en los pueblos costeños? Porque nos resulta algo inusual ubicar niños con una ocupación tan difícil y donde se necesita invertir mucha vitalidad como el de herrero y sin embargo, hay niños desempeñando esta labor” (7)

El anterior testimonio acerca de los hijos de trabajadores cumpliendo tareas rudas en la segunda mitad del siglo XX, para el hacendado de la antigua hacienda Yapatera, que había recurrido a la mano de obra esclavizada, nos lleva a preguntarnos por los otros niños hijos de padres esclavos –cientos de años atrás- y que fueron forzados a trabajar, ¿en qué serían ocupados? ¿Cargarían en sus espaldas o en carretas el bagazo de la caña exprimida, tan igual como la vida de sus padres? El bagazo era usado como combustible para encender los hornos de las fábricas de azúcar y las mismas requerían de abundante bagazo, por lo que inferimos el trabajo de acarrearlo demandaba mucho tiempo y brazos.(8)

Los niños trabajaban más de ocho horas y terminaban con el cuerpo entumecido y fuerte dolor de espalda, más el hambre torturando sus estómagos. ¿Ya adolescentes, fueron llevados a cortar caña? El trabajo en la zafra era más rudo que cargar bagazo. Se conoce que los esclavos adultos trabajaban entre 14 a 18 horas diarias, y la jornada empezaba entre 4 a 5 de la mañana, según decisiones del latifundista. Este horario rígido, con apenas diferencia de cuatro a cinco horas, fue impuesto a los niños y adolescentes esclavizados, quienes laboraban diez horas promedio.(9)

¿Niños esclavizados? Sí, como sus padres, como sus abuelos, como todo su clan secuestrado de África. Su persona al igual que la de sus progenitores le pertenecía al patrón, al hacendado, quien no los consideraba como humanos sino como alguna herramienta, un objeto más, alguno de sus aperos. López Albújar  para escribir su novela Matalaché obtuvo un inventario de hacienda o estancia, en el cual podemos leer que entre las herramientas y aperos se incluye a las personas esclavizadas, sean niños, mujeres (10). Alejandro Reyes, igual registra peones esclavizados en compraventa de una hacienda de Cañete, regentada por la Orden religiosa de La Buena Muerte.

“Por la documentación de la compra venta de 1724, se prueba que Casablanca tenía además de las 300 fanegadas de tierras, un molino, herramientas, varias en mal estado, ganado caballar y vacuno (no en grandes cantidades), olivares, lomas de pastos y apenas 15 esclavos, la mayoría de ellos "viejos".” (11)

Tal concepción de la clase terrateniente de considerar a los peones agrícolas como máquinas, objetos, como herramientas, nos indica que la vida de ellos, su cuerpo, aun su tiempo, no les pertenecía a estos trabajadores. Dependían de la voluntad y decisiones del terrateniente negrero (12). De esa manera, si obtenían una pizca de tiempo que pudieran aprovechar, únicamente los domingos por la tarde, no lo usaban para descansar. Después de todo, salvo los trabajadores domésticos que trabajaban un tanto menos duro, los esclavizados supieron muy claro que sólo la muerte los liberaba de ese sometimiento inhumano. En cambio, mientras sobrevivían, en ese breve espacio dominical, les interesaba recuperar o experimentar chispas de su condición humana, de su dignidad, de su naturaleza de hombres plena de sentimientos y emociones.

La danza y música de estos trabajadores esclavizados que nos han llegado  hasta hoy, las cuales danzamos y tarareamos, tiene origen en aquellos brevísimos momentos en el que se dedicaban a rescatar tal condición humana casi anulada. Diversos datos evidencian que los domingos por la tarde se entregaban con frenesí y obsesión a danzar al ritmo de sus tambores, solo como ellos conocían la danza, natural, espontánea y, lo esencial, conservando en esta semiclandestinidad su espiritualidad religiosa, su comunión con los orishas y espíritus protectores que les legó el mundo africano. Luis Roca, en su libro sobre la historia de Zaña, lo resume bien: “Los esclavos negros llegaron con sus costumbres y hábitos. Trajeron su canto, danza, su cosmovisión, dioses, ritos y su propio idioma. […] Los esclavos negros conservaron  su visión mágico-religiosa.” (13)

Este contexto, aparte de las referencias a la hacienda Yapatera, Pabur y otras haciendas de la provincia de Morropón, es la visualización general del fenómeno socio económico de esclavización de peones agrícolas en el plano nacional. En el caso de Piura, Espinoza Claudio, uno de los historiadores especializados en la región, propone que para estos ámbitos el contexto social, económico y político es muy diferente al resto del país y de América: “Los esclavos/as y libertos/as empiezan a vivir un nuevo tiempo social y político cuya existencia es totalmente diferente a la de América caribeña y el África”. (14)

Y eso diferente tal vez se exprese en la circunstancia evidenciable que los trabajadores esclavizados de la región fueron quienes más pronto se adaptaron al orden dominante y, en un buen porcentaje, aceptaron su lugar en el estrato social establecido, por tanto se amoldaron por conveniencia a los usos y costumbres de la sociedad piurana colonial de la época (15), consecuencia de ello es que las manifestaciones culturales heredadas son ralamente distintas de las de los mestizos y criollos. Hay una distinción, sí, mas no nítida, difusa diríamos. Si miramos a otros, no son mayoritariamente peculiares como los de Chincha en la Costa Sur, o, más cerca, ni como los de Zaña en Lambayeque, con los cuales limitan territorios.
Espinoza Claudio, en su investigación deja claramente sentado que esa otra diferencia está signada por el hecho que la intromisión forzada de trabajadores esclavizados no sólo fue masificándose con los siglos sino que este avance fue acompañado a su vez de un desarrollo proporcionalmente inverso (16): si al inicio hubo una mayor presencia de gente secuestrada desde el África, introducida en las haciendas de la región, con menor presencia de gente negra mestiza en las ciudades; con el paso del tiempo, la gente esclavizada fue menor y fue creciendo el número de esclavizados que dejaron de serlo, conocidos en la historia como libertos, tanto varones como mujeres. Esto debido a que los latifundistas y patrones de la región fueron más flexibles para conceder la manumisión.
       
Un sector de los esclavos de las haciendas se moviliza por los encargos que les confían los propietarios rurales. Este tipo de movilidad espacial será también utilizado para ganar una mejor posición en las negociaciones que debían conducirlos a la libertad. En Piura son las mujeres las que obtienen en mayor número la libertad comparado con los varones esclavos; aquí existe una ley que señala que los hijos/as nacidas de una negra liberta nacen y pasan a la condición de individuos libres.”  (17)

Bien, en el anterior párrafo decimos, ‘en buen porcentaje aceptaron su lugar en el estrato social establecido’. Esta afirmación nos infiere, por cierto, que hubo otro porcentaje considerable de trabajadores esclavizados no conformes con el espacio asignado a ellos en las relaciones sociales de producción, en las cuales ocupaban el último piso del sótano por configurar una imagen de la cual no se dude, en cuanto a marginalidad social alcanzada se refiere, en la etapa colonial. Esto produjo consecuencias –ya dijimos- tales como la planeación de fugas y el asentamiento atípico no perdurable de un pueblo conformado por cimarrones en nuestra región.

Recordemos que ya se advirtió antes, los anteriores efectos forman parte de las respuestas dadas por los trabajadores ante la cruenta explotación ejercida por los latifundistas. Por tanto, a pesar de ser accesible y flexible el proceso de manumisión, hubo respuestas no pacíficas ante la agresión de dichos señores del latifundio. Por ejemplo, Roca Torres, citando a Granda, transcribe que “…la ruina de esta explotación también permite un incremento en las fugas de los esclavos…” (18). El mismo historiador Roca agrega, más adelante: “Una de las características de la costa norte, después de 1821, era que un sector de negros como protesta…se rebela y se dedica al cimarronaje y al bandolerismo…” (19)

En capitulo dos veremos detalles de las fugas en el contexto de la esclavitud en la región Piura, concretamente en el ámbito de las antiguas haciendas situadas en lo que hoy se conoce como la Provincia de Morropón.

Notas Bibliográficas:
(1)       Jaramillo García, Enrique. Los esclavos negros en el Perú y América colonial y republicana: su contribución a la economía y la cultura. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Versión Digital.
(2)       Quiroz Chueca, Francisco. Un palenque llamado Lima. Alma Mater UNMSM Editorial. Versión electrónica 1609-9036 http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/Alma_Mater/1997_n13-14/palenque.htm
(3)       Quiroz Chueca, Francisco, Ibid. Contenido II Esclavitud.
(4)       Reyes Flores, Alejandro. Esclavitud en el valle de cañete siglo XVIII haciendas Casablanca y la Quebrada. SISBID, R. Digital  UNMSM.
http://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/Publicaciones/inv_sociales/N03_1999/esclavitud.htm
(5)       Revista CEPES Nº 108. La Reforma Agraria… : Testimonio de Félix Eustaquio, Villa Hermosa, Huaraz. «La mejor herencia que ha dejado la reforma agraria es que los trabajadores (…) pudieron formar a hijos profesionales. Eso no hubiera sido posible sin este proceso,” http://www.cepes.org.pe/revista/r-agra108/LRA108-15-22.pdf
(6)       Testimonio de Jóvenes, ex integrante de Grupo Juventud en Marcha de Yapatera: Octavio Céspedes C. (Taba). Y de Sra. Pascuala Arévalo,  habitante de la Hacienda Yapatera.
(7)       Reyes Flores, Alejandro. Esclavitud en el valle de cañete,etc. Ibid. http://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/Publicaciones/inv_sociales/N03_1999/esclavitud.htm
(8)       Leante, César. Capitán de Cimarrones. (Novela histórica) Barcelona, editorial Argos Vergara. 1982. p. 9
(9)       Leante, César. Capitán de Cimarrones. Ibid. P. 10
(10)   G. Escajadillo, Tomás. La narrativa de López Albújar, Conup, Lima, 1972
(11)   Reyes Flores, Alejandro. Esclavitud en el valle de cañete,etc. Ibid.
(12)   “En esa línea, las leyes otorgaron a los propietarios el poder de decisión sobre algunos aspectos de la vida de sus esclavos como disponer de su cuerpo y la fuerza laboral, dónde y con quiénes debía vivir, qué comer, el libre tránsito, entre otros aspectos…un control absoluto y del otro lado un esclavo obediente, dependiente y despojado del derecho a manejar su propia vida” Maribel Arrelucea B. y Jesús A. Cosamalón A. La presencia afrodescendiente en el perú siglos xvi-xx.
(13)   Roca Torres, Luis. La Otra Historia (Memoria colectiva y canto del pueblo de Zaña). Lima. Instituto de Apoyo Agrario, Editores. 1985.
(14)   Espinoza Claudio, César. La sociedad de negros esclavos y libertos en la región de Piura Anotaciones sobre manumisión y politización social, 1780-1812. Investigaciones sociales Vol.18 N°33, pp.167-185 [2014]UNMSM-IIHS. LIMA. Versión digital.
(15)   “En efecto, los niños desde una temprana edad comienzan a hablar la lengua de sus amos, el castellano; también practican y conocen la cultura cotidiana de sus amos, de obediencia, respeto, de sumisión, de la existencia de leyes y reglamentos que regulan la coexistencia familiar” (Espinosa Claudio, Ibid. P. 6. V. digital).
(16)   Espinoza Claudio, César. La sociedad de negros esclavos y libertos, etc. Ibid. P. 5. Versión digital.
(17)   Espinoza Claudio, César. La sociedad de negros esclavos y libertos, etc. Ibid. P. 9. Versión digital
(18)   Roca Torres, Luis. La Otra Historia. Ibid, p. 114.
(19)   Roca Torres, Luis. La Otra Historia. Ibid, p. 142.



Resistencia, lucha y emancipación: categorías claves para enseñar Historia de Cuba. Concluyen postgrados en La Habana y Camagüey.


Eddie Quiñones Días de Villegas


EL PASADO 29 DE MAYO CONCLUYÓ en la capital habanera la primera edición del postgrado “Resistencia, lucha y emancipación: categorías claves para enseñar Historia de Cuba”, convocado por el Centro de Estudios Educacionales de la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”, dirigido a los profesores de Historia de los preuniversitarios de la capital. En una versión intensiva, durante los días 30 de mayo – 3 de junio, se efectuó una segunda versión del curso en Camagüey, esta vez dirigido a la comunidad universitaria agramotina.

El postgrado parte de los resultados historiográficos y de enseñanza acumulados en más de una década de trabajo de base, desarrollados por el proyecto de colaboración de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) en La Habana, con la Dirección Provincial de Educación, con el objetivo de apoyar la capacitación de los profesores de Historia.  Estos esfuerzos, con la cooperación de la universidad pedagógica y de su Centro de Estudios entraron en una nueva fase de sistematización propuesta y consolidación, lo que se expresó en la propuesta docente puesta en ejecución y en los materiales de apoyo que la integran.



En la presentación del Postgrado el Dr.C. Felipe de J. Pérez Cruz, profesor titular del citado Centro de Estudios Educacionales, quien ha conducido el proyecto precisa los propósitos y el contenido de la oferta:

“Frente al debate sobre el estado y los resultados de la Enseñanza de la Historia, no pensamos que la dificultad principal este en los errores históricos y los enfoques desactualizados que aparecen en algunos de los libros de texto, o en las debilidades que le asistan a los programas en curso. No acreditamos la especie injusta referente a que nuestros profesores –incluidos los noveles, los que están en formación o reorientación-, sean profesionales incapaces”.

Pensamos –continúa el profesor Pérez Cruz- que el problema principal en el orden disciplinar se conforma en al menos cinco direcciones, estrechamente interconectadas: Una primera, es la falta de crítica marxista, de incorporación de nuevas categorías, conocimientos y enfoque en temas ya estudiados y validados por la historiografía nacional. Aquí se abre en su particularidad de esencialidad, el legado conceptual del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, cuando alienta a cambiar todo lo que debe ser cambiado.

Impacta de manera particular el débil tratamiento por la historiografía nacional de sujetos históricos, temas y períodos, como es el caso del aporte indígena, el papel de las mujeres, los negros, mulatos y sectores populares, las Iglesias y la religiosidad, el insuficiente tratamiento  de los procesos de la república neocolonial, la ausencia de sistematización del período de la Revolución en el poder, los desenfoques de dogma en temas decisivos como el de la construcción de unidad política y el frecuente desconocimiento de la relación  Cuba- Caribe-América Latina-mundo. Hace falta para entender nuestro presente y futuro recolocar el conflicto contra el imperio estadounidense en esa relación nación-región-mundo. No hay otra manera de asumir el destino y la responsabilidad histórica de las y los patriotas cubanos.

Hay que resolver la débil cultura histórica que predomina en nuestra propuesta de enseñanza como resultado de males una y otra vez criticados, pero no resueltos: La falta de amplitud y regocijo por el conocimiento particular, el relato histórico, la anécdota y la biografía de las personalidades y sus mentalidades, se continúa con un hacer discursivo que trasciende la escuela en el que el énfasis está en la efemérides, en lo conmemorativo.

Cuando de enseñanza de la Historia se trata reparamos muy poco, en la separación pronunciada que se ha dado en las últimas tres décadas entre la investigación histórica que se produce en nuestras instituciones académicas y las demandas e intereses concretos del sistema de la educación. Por último es menos importante la sesión de identidad científica de la disciplina Enseñanza de la Historia frente a la Historiografía y la Filosofía Política”. Se impone rescatar la autoridad de la Enseñanza de la Historia en el proceso pedagógico escolar y extraescolar.

En criterio del profesor Pérez Cruz no basta con explicar los problemas, se precisa proponer soluciones y caminos de perfeccionamiento. Y en tal dirección propone en el curso la concepción teórico metodológica que denomina Direccionalidad pedagógica de la historiografía y la investigación histórica, que acompaña de una estrategia que privilegia la re conceptualización epistemológica e historiográfica de enfoques y contenidos en la investigación histórica, los sistema de conocimientos, las orientaciones metodológicas, los materiales de estudio y textos de la Enseñanza de la Historia de Cuba. La propuesta sustenta el eje de la resistencia, lucha y emancipación como categorías claves para enseñar Historia de Cuba.

Cuando precisamos el eje de la resistencia, lucha y emancipación como categorías claves para enseñar Historia de Cuba –aclara Pérez Cruz-, no estamos proponiendo un nuevo esquema reduccionista, sino un camino para pensar entre todos y todas las totalidades, para abordar las historias locales y regionales, las historias sociales, económicas y culturales, las historias de vida, la macro y la microhistoria.

Un hecho significativo resulta en la coincidencia de opiniones entre los profesores cursantes del postgrado. En la Habana el profesor del Ramsés Piedra Castellín, del preuniversitario José de la Luz y Caballero afirma que:

(…) al socializar los temas con los colegas de mi colectivo, todos profesores con años de experiencia, nos percatamos de que carecíamos de profundidad en el conocimiento de los hechos, y nos faltaba claridad conceptual. A partir de lo aprendido en el postgrado tenemos herramientas para recontar la Historia. Hemos accedido a las más recientes investigaciones, presentadas desde una nueva re conceptualización, en critica propositiva a los enfoques positivistas que perviven, a la colonialidad que aún no nos sacudimos.

Para el MSc. Carlos Amengor Ministral, profesor del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Camagüey:

(…)la propuesta que se nos presenta constituye una valiosa herramienta para el trabajo docente y político-ideológico de la academia en la época actual, una convocatoria a profundizar en la investigación y producción histórica para aportar a la docencia”.

Junto con el profesor Pérez Cruz fueron docentes del curso el destacado antropólogo Dr.C. Antonio Martínez Fuentes, Profesor Titular e Investigador de Mérito de la Escuela Nacional de Salud Pública, y el Especialista Ernesto Limia Díaz, historiador que ya acredita una importante contribución a la historiografía nacional.

La mejor evaluación del curso en criterio de sus organizadores está en sus perspectivas de continuidad. Este primer encuentro se concentró en temas de la Historia Antigua y Colonial y el propósito es avanzar en el abordaje de la historia nacional hasta nuestras décadas más recientes de Revolución Socialista. En el Centro de Estudios Educacionales de la Universidad de Ciencias Pedagógicas se elabora en estos momentos una segunda propuesta que extenderá la mirada hasta el inicio de la república en 1902. En La Habana la Dirección Provincial de Educación prepara una nueva convocatoria del postgrado para el próximo curso. En Camagüey, coordinados por la Escuela Provincial del PCC “Cándido González Morales”, los profesores de las universidades participantes, de la Dirección de Patrimonio y de la Dirección de Educación acordaron auto convocarse en fecha próxima para intercambiar sobre las experiencias en la introducción en la docencia de los enfoques y temas estudiados.

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