Roque Ramírez
Cueva.
EL
INDAGADOR INCANSABLE a quien en esta ocasión presentamos su última publicación,
desde los tempranos años en que inicia su labor académica asume la dura y cabal
tarea de dar respuesta a la inquietud que se tenía por el raciocinio, la
reflexión epistémica, a veces de modo osado se mencionaba un pensamiento pre
hispánico. Así lo entendió gran parte de indagadores y simpatizantes de nuestro
“glorioso” e incógnito pasado pensante. Al joven profesor universitario de
materialismo y dialéctica, no le fue indiferente esa interrogante sin resolver,
con dudas y sin respuestas certeras.
Se
conoce de su pasión inagotable por buscar fuentes que sustenten sus
proposiciones, de sostener largas conversas con investigadores como Paco
Carrillo Espejo, con la lectura casi total de las crónicas de autores indios,
mestizos e hispanos, con el contraste de los filósofos universales paradigmas
necesarios a la investigación; las lecturas de C. D. Valcárcel, de Guardia
Mayorga, de J.C. Mariátegui y otros, aportaron a su basamento. De esas
proposiciones surgen sus primeros textos donde muestra a un pensador narrado
por el cronista indio Waman Puma (Mazzi, 1994); luego pondría a discusión el
tema del mito y la racionalidad en el Manuscrito de Huarochirí (Mazzi, 1995),
hasta ese momento a nadie se le había ocurrido sentar por escrito que entre los
mitos del manuscrito Dioses y Hombres de
Huarochirí -traducción de J. M. Arguedas- se hallaban más que atisbos de
pensamiento racional, por ejemplo unidades reflexivas en el diálogo entre
zorros, hipótesis que presenta en diversos congresos de filosofía
latinoamericana y/o pensamiento andino, donde, ya avanzadas sus indagaciones, pone
a debate la propuesta de un pensamiento autóctono y de autores que lo generaron
en el mismo tiempo de los incas.
Y,
por supuesto, sus temas no pasaron desapercibidos a pesar de la recia oposición
que había contra cualquiera que manifestara opciones distintas al sacro
pensamiento occidental nacido de raíces griegas. David Sobrevilla (filósofo de
élite académica) lo menciona en su revisión de La filosofía contemporánea en el Perú (1996), lo hace señalando la
solvencia de sus propuestas.
A
lo largo de varios lustros, en un trabajo incesante ha ido cuajando, macerando,
fabricando las cerca de cuatrocientas páginas de su libro cuyo título lo
explica en síntesis, INKAS Y FILÓSOFOS.
Posturas, teorías, estudio de fuentes y reinterpretación. Lima. Ediciones
Autor-editor, impreso en Gráfica Rinconada EIRL, 2016. Sin duda con esta
publicación se da un acertado homenaje y contribución al conocimiento de los
cronistas Garcilaso Inka y Waman Puma y demás preservadores del pensamiento
autóctono.
Ampliando
el resumen del título del libro, decimos que es una investigación que resulta
vital al proceso del filosofar peruano desde las orillas genuinas no
occidentales –ampliaremos más adelante- y un desafío a los historiadores al
obligarse a replantear ciertos aspectos temáticos de nuestra historiografía,
por lo que los hallazgos de este trabajo significan a interrogantes también
respondidas, hasta ahora, con dudas y evidencias poco convincentes; además de
receptar a debate la fuente documental que Mazzi les proporciona. Sin temor
afirmamos que es un libro desafiante sobre todo al orden académico establecido
-ya se dijo- en tanto, primero, desbroza y muestra a la vez el camino y las
huellas existentes de un filosofar distinto a la tradición griega (paradigma
del pensamiento occidental predominante); segundo, confirma la existencia de un
pensamiento racional y reflexivo que se generó en el mismo Tawantisuyo.
El
libro con cerca de 400 páginas, caracteres de 10 puntos, es longo y no alongado, a 12 puntos superaría
las 500 páginas; consta de cuatro partes: posturas, teorías, estudio de fuentes
y reinterpretación, señaladas en el subtítulo de la portada; y contiene pusaq
-ocho- capítulos, un epílogo, y una detallada relación de fuentes consultadas.
Y como bien dice Gustavo Flores Quelopana (1), en su crítica al libro, si éste
no dijera cosas de sumo interés sería factible de ser abandonada su lectura en
los primeros capítulos, lo cual no sucede con los que ya lo hemos leído.
Desde
la introducción, Mazzi Huaycucho nos da a entender que este volumen denso en
páginas resulta sólo un resumen para fundamentar la existencia de filosofía en
el Tawantisuyu “enfocado desde la perspectiva de alteridad como posible
filosofía intercultural”. Más no sólo se trata de la fundamentación de esta filosofía
autóctona sino de otros aportes. Veamos, se afirma en el libro que las
evidencias de cultores y de fragmentos del pensar en tiempo de los incas han
quedado registrados en los khipu, no en cualquiera, en una clase de khipu que
el autor denomina narrativos. ¿No que los khipu eran sólo registros contables
de censos y de logística diversa?
Ello
nos lleva a entender que la tipificación de los khipu es diferente a la común
conocida. Entonces, ¿de qué nos habla Mazzi? ¿Qué son los khipu? ¿artefactos
capaces de contener registro de textos narrativos, de discursos temáticos, de
ideas base para entender el mundo conocido de la época, y no sólo un mero
registro cuantitativo? La lectura de esta obra nos hará notar que la
decodificación de los khipu permite conocer en su soporte de cuerdas un
registro de canciones, descripciones diversas, hechos históricos e historias de
vida de los Inkas.
Luego,
la decodificación implica descifrar (valga el redunde) códigos que nos harán
entender cierta información. Y si podemos decodificar información, sin duda que
estaríamos haciendo algo similar a leer. ¿Leyendo? En verdad se estaría
interpretando lo codificado, entonces es obvio que el autor está afirmando que
los Khipus son un sistema comunicativo y registral diferente de la escritura
alfabética conocida, mas sin duda alguna cumple dicho rol. Flores Quelopana la
denomina “escritura tridimensional”. Este es el primer gran aporte de la obra Inkas y Filósofos. La sustentación de
la existencia de un sistema de comunicación que permitió preservar información
diversa obtenida de modo objetivo y subjetivo, en un medio y soporte no
convencionales a la tinta y el papel sino compuesto de cuerdas y colores; este
sistema estuvo bien complementado por las quellqa y tokapu.
¿Qué
lleva a Mazzi Huaycucho a toparse con este peculiar y diferente sistema
comunicativo y registral? Simple, la necesidad de sustentar la existencia de la
filosofía en el Tawantisuyo. Uno, era
necesario ubicar las fuentes donde encontrar los textos que evidencien el ejercicio
del filosofar en tiempo del Inka, el testimonio de los cronistas no bastaba, se
requería sustentar lo que aquellos decían. Dos, los académicos de gabinete y
los rigores de la Academia de la filosofía exigen no sólo una activación y la
adecuación de un idioma propicio, también plantean el requisito de un sistema
de escritura sólido que permita preservar las nociones reflexivas y su
correspondiente divulgación, sin divulgar no es posible conocerlas, no se daría
la confrontación de las dichas nociones epistémicas, gnoseológicas etc. El
autor supo del runa simi pero no de lo que se debía conocer como su escritura,
por ello ante una propuesta del ejercicio de filosofar con código diferente a
lo establecido por los griegos, en un idioma no autorizado, con muestras reales
de avanzada tecnología desconocida en occidente como la hidráulica, la de
construcción, las del agro, etc.; se motivó con acierto a buscar un sistema
comunicativo distinto que resultó ser el de los Khipu con soporte de cuerdas y
signos de colores y nudos.
El
otro aporte, el medular, ya se adelantó, es la fundamentación de la evidente
existencia de una filosofía en el tawantisuyo, cuya “legitimidad del yachay de
los hamut’aq resultó negada desde una premisa de superioridad de la cultura occidental”,
según dice el autor en la introducción, refiriéndose al veto impuesto por las
instituciones del estado colonial. Negación que se mantuvo en la República y
mantenía hasta el pasado siglo XX, aduciendo que el único canon válido es la
perspectiva heredada desde los griegos.
Justo,
Mazzi Huaycucho aporta con lograr esa legitimación de la acción reflexiva de
los hamut’aq al margen del canon filosófico occidental,
mediante una investigación y una aceptación acerca de la proposición medular
rigurosa y profunda que, para resolverlas, le ha implicado al autor formularse
diversidad de interrogantes y variedad de contra proposiciones, las mismas que
se hacen y harán sus lectores, tanto el especialista en filosofía como el
lector lego e inquieto por lo mismo. Nuestra respuesta no es fácil de aceptar,
pero el autor se plantea todo ese tipo de interrogantes necesarias para la
fundamentación de sus hipótesis, no obvia una sola posibilidad de indagación
hermenéutica. Y, sobre todo, tampoco deja a dichos lectores respuestas
pendientes, de allí la labor acuciosa de su ensayo. Y aquello que debe
continuarse y ajustarse para ser trabajado, no lo obvia, lo deja bien marcado.
Es
decir, establece nociones que, mediante la criba de la confrontación de ideas
con el procedimiento de comparabilidad,
le llevan a afirmar acerca de semejanza de familias reflexivas las cuales
“refieren la constitución de una unidad de pensamiento” manifestado a través de
unidades de reflexión, ambas conexas y dialécticas. Pensamiento autóctono que
tuvo cultores destacados como Sinchi Ruqa, el Inka Pachakuti y posterior al
tawantisuyo Juan Yunpa, cuyas disquisiciones adquirían solidez a partir de la tradición sapiencial, cuyos “logros
alcanzados permiten establecer la presencia de un tipo de pensamiento reflexivo
autóctono” en el Tawantisuyo, el mismo que se encontró, también con otro
recurso procedimental, el de la traducibilidad.
Y ahí, en todo lo anterior dicho, reside el interés de esta obra cuyo aporte
es, hoy, esencial al espectro filosófico
peruano.
RAMOS,
Augusto:
J.D.
Choquehuanca,
El Cantor
de Bolívar
Los Caciques Chuquihuanca y sus testamentos
A.F.A. editores importadores S.A.
Edición actualizada. (Lima 2012) pp. 266.
YONHY LESCANO ANCIETA, representante de Puno ante el
congreso de la república, Carlos Ramos Núñez, hijo del autor de la obra que nos
convoca; estimada concurrencia:
La presentación del libro en el
ámbito del Congreso de la República es pertinente porque es el recinto en donde
se escuchara la voz combativa de eminentes parlamentarios puneños en defensa de
los indígenas contra la prepotencia de los gamonales, entre ellos, Santiago
Giraldo de Putina y José Antonio Encinas de Yanaque en la penísula de Chucuito.
También me siento sumamente complacido que Augusto Ramos se haya fijado en mí
para ser uno de los presentadores de su libro; junto con el notable sociólogo e
historiador Nelson Manrique. Quizá, ello
se daba por mi cariño a Puno y por conocer algo de los movimiento campesinos que
han ocurrido en esa tierra de hombres indómitos.
La región sur andina, representada
por Puno, tiene una presencia continua en la historia del Perú. Ramos describe la ocupación de Puno por Tupac
Catari en el siglo XVIII. Este episodio
histórico trae a colación otro y de fecha reciente: El Frente de Defensa de los
Recursos Naturales de la Zona Sur (FDRNZS), integrado por campesinos aimaras,
inició una huelga victoriosa el 23 de mayo del año pasado y capturó la ciudad
de Puno para preservar a sus dioses tutelares de la profanación y a sus aguas
de la contaminación por la
empresa canadiense Bear Creek Mining Company sucursal del Perú, conocida como
Minera Santa Ana.
Ramos ha titulado a su libro: J.D. Choquehuanca, El cantor de Bolívar; puesto que una de las metáforas
más difundidas de discurso alguno, pertenece a José Domingo Choquehuanca:
…Vuestra gloria crecerá como crece la
sombra cuando el sol declina. …
El discurso de saludo al libertador
Simón Bolívar fue pronunciado en el pueblo de Pucará, Puno, el 02 de agosto de
1825 a su paso hacia Bolivia. El tiempo
transcurre; pero la frescura del discurso permanece. Por lo tanto, es una pieza oratoria clásica.
Dicho discurso ha sido calificado como:
El más esplendido homenaje
intelectual que en vida se tributó al libertador, según Ricardo
Altuve Carrillo; quien fuera embajador de Venezuela y uno de los grandes
estudiosos de J.D. Choquehuanca, El
discurso de Choquehuanca figura en casi todas las biografías de Simón Bolívar.
Es imperdonable para el infatuado
intelectual limeño que haya sido un Choquehuanca y en el pueblo de Pucará, en
Puno, quién tenga esa gloria. Por eso desde Lima a J.D. Choquehuanca lo
llamaban y lo llaman: curita oscuro y abogado de aldea. Tal
sandez podría interpretarse como un infundio o ignorancia supina.
Pero, ustedes saben quien escribió
tamaño despropósito? Nada menos que Alan
García Pérez. Y como tal figura en la
página 42 de su libro de reciente publicación: Pido la palabra. Por la Libertad, la Plenitud y el Éxito.
Y, ¿con qué motivo o en qué contexto
calificó a J.D. Choquehuanca de curita oscuro y abogado de aldea?
Fue para demostrar que hasta una persona insignificante puede llegar a ser un
gran orador.
Pues, bien, contra tal despropósito
se ha interpuesto Augusto Ramos Zambrano con su recia estampa de los hombres de
la altiplanicie del Collao y su asombrosa fecundidad intelectual a sus 82 años
de edad. Esta vez con J.D.
Choquehuanca, El Cantor de Bolívar. Los Caciques Chuquiwanca y sus testamentos. Es uno de los tantos aportes que nos ofrece
en su obra.
Para los intelectuales limeños
ignaros y desdeñosos les resultará inadmisible que en Puno hayan surgido
hombres como J.S. Choquehuanca e, incluso, ahora, un notable historiador como
Augusto Ramos Zambrano. Cuya filiación está en el campo de las reivindicaciones
sociales.
Augusto Ramos ha sido rector de la
Universidad Nacional del altiplano, abogado de profesión y apasionado
historiador. Digo apasionado, en el
sentido mariateguiano, de ponerle sangre
a las ideas. De arranque, con
pruebas documentales –como buen abogado- pulveriza la añosa leyenda de la
oligarquía limeña: “curita oscuro y abogado de aldea”. Puesto que J.D.
Choquehuanca no fue curita ni oscuro; tampoco Pucará fue una aldea. (Ver
pp. 61/63).
La fuente que dinamizó a Ramos en
sus pesquisas fueron: Amor a su pueblo, tenacidad para vencer obstáculos y
tener conciencia que estaba realizando Historia; porque es la Historia la que
le da sentido a la vida y cohesión al pueblo.
Ramos investigó la estirpe de los
Choquehuanca de Azángaro que se remota en su origen al Inca Huayna Capac. Y
podemos apreciar en el transcurso de las generaciones de los Choquehuanca, que
la sociedad se mueve por el conflicto, por las contradicciones sociales y por
el papel que representa la personalidad en la historia.
Como sabemos, el control social en
el virreinato fue posible por los Caciques,
los Corregidores y los Curas. “El Cacique histórico” como
llamó Ramos al opulento cacique Diego Chuquiwanka de Azángaro fue él que combatió con más ahínco la
subversión de Tupac Amaru. Por su
fidelidad al Rey, perdió a dos de sus hijos Blas y José. Y no pudo impedir que Tupac Amaru tomara
Azángaro y repartiera sus tierras entre los indígenas insurrectos.
El otro Choquehuanca relevante fue
José Domingo, El Cantor de Bolívar cuya biografía está documentada en el libro
ya mencionado. El último de los Choquehuanca notables ha
merecido especial esmero por parte de Ramos.
Ha registrado con estupendas pinceladas el cuadro biográfico de Francisco Choquehuanca Ayulo, abogado y
militante de las reivindicaciones indígenas.
Francisco nació el 24 de junio de
1877 y falleció en Lampa el 10 de abril de 1957. Fue excomulgado por el obispo Valentín
Ampuero, la fachada de su casa dinamitada, agredido, destituido, etc. Escribió
en diversas publicaciones, entre ellas, en Amauta
la célebre revista de Mariátegui. Sugiero que el capítulo del libro correspondiente a
Francisco Choquehuanca debería publicarse en edición de bolsillo para que tenga
amplia difusión. (Ver pp. 153/184)
Ramos escribe sobre los movimiento
sociales en Puno y desde Puno como ya lo observara el brillante historiador
Alberto Flores Galindo en 1990 al prologar el libro Tormenta altiplánica. Augusto Ramos Zambrano es descendiente de una
antigua e ilustre familia de Pucará; razón por la cual, la memoria familiar
converge con la memoria histórica.
El gran esfuerzo para hallar y
transcribir los testamentos de la estirpe de los Choquehuanca, muestra la
habilidad de Augusto en la pesquisa de valiosos documentos; y, a la vez, su
generosidad para ponerlos a disposición de los investigadores de su querida
región.
Finalmente, confieso ante ustedes
que tengo un prejuicio y es el siguiente:
Cuando un extranjero nos hace
conocer nuestra historia me parece un aporte necesario. Pero, siento una gran
satisfacción cuando una investigación sobre mi país es de autoría de un
compatriota; como en este caso, de Augusto Ramos. Sin embargo, mi satisfacción es aún mayor
cuando este autor es puneño.
Muy
agradecido por la atención prestada.
Antonio
Rengifo Balarezo
rengifoantonio@gmail.com
Lima, 17 de
agosto del 2012.
NOTA.- El comentario a J.D. CHOQUEHUANCA: el cantor de Bolívar. Los Caciques Choquehuanca y sus testamentos, fue preparado para la
presentación del libro programada para el 17 de agosto del 2012 en la sala Grau
del Congreso de la República, cuya organización estuvo a cargo del parlamentario
puneño Yonhy Lescano Ancieta. Dicha presentación se frustró por el fatal
accidente que le ocurrió al Dr. Augusto Ramos Zambrano el día miércoles 15.
Una de las maneras de rendirle
homenaje a su memoria y de estimular la investigación histórica sería la
publicación de Fuentes documentales para la historia de Puno; es decir el
valioso archivo personal de Augusto Ramos Zambrano.
Su hijo, Carlos Augusto Ramos Núñez,
jurista e historiador, es autor de la monumental obra: Historia del Derecho Civil Peruano en siete tomos. E-mail:
cramos@pucp.edu.pe
(A.R.B.)
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