viernes, 31 de agosto de 2012

Polémica



Carlos Marx vs. Martha Hildebrandt


Julio Carmona


Releyendo un texto de Marx, al que mucho se recurre por ser una magistral síntesis de sus ideas en varios tópicos, especialmente el económico –por cierto–, rescaté la siguiente cita, más que nada por su perfección formal, casi casi prosa poética: “La pólvora continúa siendo pólvora, indistintamente de que se la emplee para herir a un hombre o para restañar sus heridas”. Y me sirve ahora para cotejarla con otra lectura del libro de la lingüista Martha Hildebrandt, 1000 palabras y frases peruanas . Ahí la autora –con esa pedantería proverbial que la personaliza– dice de la palabra ‘restañar’ que “no puede referirse –ni siquiera en sentido figurado– a una herida: se restaña la sangre de una herida, no la herida misma”.(p. 285. Cursiva mía.).

Pero la soberbia congénita que –decíamos– personaliza a la doctora Hildebrandt, hace que desbarre en más de una oportunidad al tratar del sentido figurado de algunos de los artículo que recopila, pues lo característico de éste es la desnaturalización del concepto o la idea en su acepción primigenia, recta, específica, ceñida a lo etimológico. Y, en el caso referido, si el DRAE y la etimología señalan –como lo precisa la lingüista– que ‘restañar’ es “detener una hemorragia o el derrame de otro líquido”, pues –dice– “viene del latín restagnare ‘inundar’ o ‘estancar’, referido al agua que se desborda y forma lagunas o estanques”, entonces, precisamente, el sentido figurado (por ejemplo, la metonimia) estaría asumiendo al continente (herida) por el contenido (sangre) ; por lo tanto, sí se puede usar en sentido figurado la frase “restañar sus heridas”, contrariando lo dicho por la lingüista, amén de que ella misma se contradice, pues es suya la tesis de que es el “mal uso” (si este fuera el caso, y no lo es) el que se impone en materia lingüística. En tal sentido, si el uso de ‘restañar’ no es sólo del habla vulgar sino del “habla culta del Perú y de otros países de América” (como ella lo afirma al iniciar su comentario del artículo aludido),ese supuesto mal usoes el que se impone; ergo, éste le da carta de ciudadanía.
Pero en el libro citado hay otras muestras de la limitada sagacidad que manifiesta la autora respecto del uso figurado. Veamos. Al tratar el artículo “bobo”, ella misma dice que viene del latín balbus ‘tartamudo’ (p. 46), y precisa que “en el habla popular peruana se ha extendido modernamente un uso sustantivo de bobo que designa el ‘reloj de pulsera’ y el ‘corazón’ .” Pero, de inmediato acota lo siguiente: “La relación entre el tic tac del reloj y los latidos del corazón es entendible; no así la que pudiera existir entre tonto y reloj o corazón, documentada en gran parte de Sudamérica”. Y sobre el particular se debe decir que, si ella misma proporciona la etimología, en su acepción de “tartamudo”, esta connotación es perfectamente transferible a los casos aludidos (es decir, que tonto, reloj y corazón, sí, se condicen con bobo), en sentido figurado, considerando que ese sonido tartamudeante, repetitivo, atosigante, bien puede relacionarse con una acción tonta o boba. Llama, pues, la atención que la lingüista se sorprenda con ese nexo de sonoridades, negándole pertinencia (dice que ‘no es entendible’) a pesar de que sí la admite en otro caso (aunque también le parece sorprendente). Veamos:

“Chanfainita. Este diminutivo de chanfaina (que en el Perú puede significar ‘desorden’) designa entre nosotros un guiso preparado a base de bofe de vacuno . Chanfaina viene del catalán sanfaina, equivalente de nuestra chanfainita. Y sanfaina viene, a su vez, del latín simphŏnĭa, es decir: ‘sinfonía’. Chanfainase documenta en castellano desde el siglo XVII ya con el sentido de ‘guisado de bofes’.” Pero agrega la peculiar lingüista: “Sorprendente ejemplo de íntima relación entre un modesto guiso y la más excelsa expresión de la música culta.” (p. 74). Con lo que ella misma desautoriza su anterior observación de bobo atribuido a tonto y corazón. Y en el caso específico de chanfaina, cabe preguntarse: ¿Por qué se sorprende la célebre lingüista de esa hibridación de “lo culto” con lo popular?, si bien se sabe que ese comercio es fluido. Pero, al parecer–para la lingüista Hildebrandt– lo es por el atrevimiento del pueblo de degenerar al habla culta. El refinado oído de la lingüista no admite mezclar ciertos sonidos –también refinados– con otros más pedestres o “de a pie”; en el caso de la chanfainita: el sonido bastante estridente de la fritanga y la armonía sinfónica.

Sin embargo, hay otras opiniones de la misma lingüista que explican esa deficiencia interpretativa; por ejemplo, en el artículo referido a la frase “De color de hormiga” (p. 117), dice: “Esta locución adjetiva se usa en el Perú y en otros países de América para expresar que una situación ha empeorado o se ha hecho crítica; de color de hormiga se emplea con verbos como ponerse o estar.” Hasta aquí la explicación denotativa; pero luego viene la interpretación (en el plano connotativo) de la Dra. Hildebrandt, que es donde desbarra. Dice: “La alusión al color negro del insecto mencionado es clara como símbolo de peligro o gravedad, pues se basa en la inmemorial asociación del color negro con la desgracia y en los seculares usos negativos de ese adjetivo.” Y, en principio, en la frase misma no hay ninguna alusión al color negro, porque no todas las hormigas son de ese color. Es como si al emplearse la siguiente frase: “Del color de África”, también se dijera que se está aludiendo al color negro, cuando bien se sabe que no todos los africanos lo son. En todo caso, la alusión a la hormiga podría referirse a su pequeñez que es poco distinguible a simple vista, y no a su color.

Y la explicación de sus falencias hermenéuticas–sí aludida– está en su precaria capacidad interpretativa, al extremo que –cuando se da por vencida– opta por la evasión o –para usar una frase cara a don Antonio Machado– por “saltársela a la torera”. Veamos un ejemplo:“Como la mona. Esta locución adverbial peruana y rioplatense significa ‘muy mal’, generalmente en respuesta a preguntas sobre la condición de personas o asuntos. Verbos como estar, resultar, salir o andar, antecedidos por el interrogativo ¿cómo?, son usuales: –¿Cómo va el negocio? –Como la mona.–¿Cómo estás de tu alergia? –Como la mona.” Y concluye la ilustre lingüista: “Queda en el aire qué relación puede tener la hembra del mono con graves situaciones de problemas.”(p. 96). Y una posible interpretación es la que se desprende de la forma como hace quedar su interpretación la señora Hildebrandt: “en el aire”, es decir, quedarse colgado del aire, en situación difícil en la copa de un árbol para el caso de la mona, es lo que se podría atribuir a la frase para encontrarle la pertinencia que la afamada lingüista no es capaz de intuir.

Sobre estas disquisiciones lingüísticas, para terminar, lo hacemos como al comenzar, citando a Marx que –en carta dirigida a Engels– dice: “¿Qué diría el viejo Hegel si en el otro mundo se enterase de que general (Allgemeine) no significa entre los pueblos germanos y escandinavos otra cosa que la tierra comunal y que lo particular (Sundre, Besondre) no es sino la propiedad privada (Sondereigen) segregada de esta tierra comunal? ¡Maldición! Resulta que las categorías lógicas, a pesar de todo, se desprenden directamente de ‘nuestras relaciones’.” (Correspondencia, Barcelona: Ediciones Grijalbo, 1976, p. 80).Y, finalmente, el mismo Marx diría de la señora Hildebrandt lo mismo que dijo de Proudhon: “En el trabajo-mercancía, que es de una realidad que espanta, no ve más que una elipsis gramatical. Luego toda la sociedad actual, fundada sobre el trabajo-mercancía, se halla en adelante basada en una licencia poética, en una expresión figurada. La sociedad desea ‘eliminar todos los inconvenientes’ que le atormentan; ¡pues bien!, que elimine los términos malsonantes, que cambie de lenguaje, y para esto no tiene más que dirigirse a la Academia para pedirle una nueva edición de su diccionario.” (Miseria de la filosofía, México, Editora Nacional, 1961, pp. 288-289).







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