Hoy Más Que Nunca Resulta Evidente La Falacia de la
Pretendida Superioridad Moral de Occidente
Santiago Ibarra(*)
El dieciocho de febrero del año en curso con justa
razón Lula denunció que el gobierno de Israel comete genocidio y comparó sus
acciones en Gaza con el genocidio provocado por Hitler contra el pueblo judío durante
la segunda guerra mundial (1939-1945). Netanyahu respondió diciendo que Lula trivializa
el holocausto y que debería estar avergonzado porque según él ha ofendido la
memoria de los seis millones de judíos asesinados por el régimen nazi. Con esta
mentira colosal (de hecho, cuando Lula compara el genocidio israelí con el
genocidio nazi, está condenando ambos genocidios), Netanyahu intenta tapar el
sol con un dedo: el genocidio que él y su gobierno cometen contra Palestina, su
desprecio por el derecho internacional y la miseria moral que lo envuelve a él,
a su gobierno, a sus amos estadounidenses y a sus socios europeos. En el
presente artículo abordaremos brevemente cada uno de los temas descritos que
asumimos son ocultados por Netanyahu con sus declaraciones.
El uso del holocausto como tapadera de los crímenes
de guerra cometidos por el Estado israelí
No es la primera vez que Netanyahu y otros altos
funcionarios del Estado de Israel recurren al genocidio provocado por Hitler
contra el pueblo judío para justificar su propio genocidio contra el pueblo
palestino, luego de que le robaran a éste sus tierras.
Concluida la segunda guerra mundial, después de que
los judíos fueron liberados, el psiquiatra judío Víctor Frankl, que había
estado cuatro años recluido en los campos de concentración, escribió que una de
las reacciones psicológicas de los judíos liberados era buscar hacer daño a
otras personas. V. Frankl afirmaba(1):
… la influencia de la brutalidad que había imperado
en la vida del campo fue más perniciosa en las personalidades más primitivas, a
quienes les resultaba más difícil sustraerse a esas experiencias. Ahora, al
verse libres, creían que podían tomarse su derecho de usar la libertad sin
sujetarse a ninguna norma, de forma abusiva y sin escrúpulos. Lo único que para
ellos había cambiado era que habían pasado de ser oprimidos a ser opresores. Se
convertían en instigadores de la violencia y la injusticia, ya no eran
víctimas. Justificaban su conducta con sus terribles sufrimientos, y extendían
su proceder a las situaciones más insignificantes. En una ocasión me dirigía con
un amigo al campo de concentración cuando, sin darnos cuenta, llegamos a un
sembrado de espigas verdes. Intuitivamente traté de evitarlas, pero mi amigo me
agarró del brazo y me arrastró hacia el sembrado. Intenté balbucir algo
referente a no tronchar las espigas jóvenes. Mi amigo se enfadó, me miró airado
y gritó:
-¡No me digas! ¿No nos han pisado bastante a nosotros?
Mi mujer y mi hijo han muerto en la cámara de gas, por no mencionar a tantos
más. ¿Y tú te preocupas de no tronchar unas espigas de avena?
Se necesitaba tiempo y paciencia para que estos hombres
aceptasen la lisa y llana verdad de que nadie tiene derecho a hacer el mal,
aunque se haya sufrido una atroz injusticia.
Se ve con claridad la diferencia entre los dos
personajes judíos: mientras la personalidad primitiva de Netanyahu invoca el
holocausto como tapadera de sus propios crímenes de guerra, el psiquiatra
Víctor Frankl -que sufrió en carne propia el infierno de los campos de
concentración-, afirmaba que “nadie tiene derecho a hacer el mal, aunque se
haya sufrido una atroz injusticia”.
La continuación del genocidio israelí después del
Fallo de la Corte Internacional de Justicia: el mundo vive de hecho un estado
de excepción permanente
Después del fallo judicial de la Corte Internacional
de Justicia, en el que ésta le pide inopinadamente a un Estado genocida que
haga el esfuerzo de no ser genocida mientras continúa con sus acciones
militares en la Franja de Gaza, Israel ha continuado (como era de esperar) con
el genocidio contra el pueblo palestino. Israel lo había anticipado: “Ni La
Haya podrá detenernos”. Y lo está cumpliendo. Llegarán hasta el final porque
tienen las armas y, aunque el 80% de los países que conforman la ONU hayan
votado por un cese el fuego definitivo, Israel tiene a las potencias económicas
de occidente de su lado, que es lo que realmente les interesa.
Para recapitular muy brevemente lo que viene
ocurriendo en las últimas semanas en esta guerra genocida de Israel contra
Palestina, mencionemos que las fuerzas armadas sionistas han asesinado hasta el
momento a más de treinta mil palestinos en la Franja de Gaza y más de setenta
mil han sido heridos. Veinte hospitales de un total de treintaiséis han sido
destruidos y dieciséis han sido severamente dañados. (En estos últimos los
médicos operan sin anestesia y hacen uso de sus celulares para alumbrar a los
pacientes que intervienen quirúrgicamente)(2). Las fuerzas armadas de Israel han
destruido la infraestructura de agua potable, luz eléctrica, escuelas,
universidades, instituciones de salud internacionales. Asimismo, han
bombardeado campos de refugiados, asesinado a funcionarios de la ONU y a más de
130 periodistas. Actualmente, el ejército israelí viene perpetrando masacres en
Rafah y la ofensiva militar en este espacio, donde se concentran 1.4 millones
de palestinos, puede provocar el mayor desastre humanitario de la historia, según
han advertido varias personalidades políticas y de derechos humanos.
En Israel los ánimos están exaltados: algunos han
pedido el uso de bombas nucleares contra la Franja de Gaza y dar así “solución
definitiva” al problema ocasionado por los propios israelíes desde que invadieran
el territorio palestino y martirizaran a su población. Hace unas pocas semanas
atrás un grupo de ministros y diputados de Israel pedían en una celebración que
los palestinos sean expulsados de la Franja de Gaza y que este territorio sea
recolonizado por israelíes, como han venido haciéndolo de modo masivo en
Cisjordania. Estos actos califican como incitación al genocidio y ponen en
evidencia una vez más la política genocida, colonialista y de ocupación que
Israel practica con la población palestina.
En Israel muchos otros, entre ellos periodistas,
afirman que nadie es inocente en la Franja de Gaza, ni siquiera los niños, y no
hay porqué sentir lástima por ellos. De hecho, una encuesta de principios de
noviembre de 2023 mostraba que el 85% de los israelíes veía innecesario
considerar el sufrimiento de la población civil gazatí y cerca del 50% consideraba
innecesario tomar en cuenta el derecho internacional. Este envilecimiento,
desprecio y odio contra el pueblo palestino es una consecuencia directa de la
ideología fundamentalista sionista. Como consecuencia también de esta
ideología, un grupo de militares mujeres israelíes se tomó recientemente una
selfie que ha circulado ampliamente en las redes sociales con edificios
destruidos detrás, haciendo de este modo gala de su sadismo y frivolidad. Ojalá
el pueblo mayoritario israelí sea capaz de reaccionar frente a la
irracionalidad que practica su gobierno. (Hablamos del pueblo mayoritario,
porque hay una minoría de ese pueblo que ha mantenido una actitud digna, crítica
e incluso hostil contra la política colonialista del Estado israelí).
En su estrategia de liquidar física y políticamente
al pueblo palestino, el Estado de Israel ha previsto liquidar también a la
UNRWA. No solo los ha acusado de tener a doce de sus funcionarios (de un total
de treinta mil) implicados en el atentado del siete de octubre de 2023, sino
que, además, los acusa de esconder túneles de Hamás debajo de su sede central
en Gaza. No es solo que Israel impide la llegada de ayuda humanitaria a Gaza,
sino que ahora, dieciocho países financiadores, como son Estados Unidos, Reino
Unido, Alemania, Canadá, Australia, Italia, Japón, Finlandia, Islandia, Austria,
Nueva Zelanda, Países Bajos, Rumania, Suecia, Suiza, Estonia, Letonia y
Lituania, le quitan a la UNRWA un dinero que sirve para ayudar a los gazatíes
que normalmente viven bajo una situación de apartheid y de alta vulnerabilidad,
situación existencial que ahora ha empeorado extremadamente. Esto último ha
sido declarado con justicia como otra forma de genocidio, ya que llevará
a la hambruna y a la muerte por inanición a centenares de miles de palestinos.
Recientemente Estados Unidos ha vuelto a vetar un
alto el fuego en el Consejo de Seguridad de la ONU. Es la tercera vez que lo
hace. Al mismo tiempo, Estados Unidos le pide a Israel de manera hipócrita que
tengan cuidado con el asesinato de civiles. De hecho, con este nuevo veto,
Estados Unidos directamente prolonga el genocidio en la Franja de Gaza.
Recientemente Netanyahu ha presentado un plan de
corto, mediano y largo plazo. Aunque todavía no conocemos el plan, Netanyahu ha
anunciado que concluida la guerra genocida en Rafah pasarán al control militar
total de Gaza y al control total también de su sistema educativo. Como ocurre
siempre, los opresores pretenden borrar la memoria colectiva de los pueblos
oprimidos, pero este plan, podemos decirlo, está condenado al fracaso.
El Estado de Israel, que se constituyó
territorialmente despojando a los palestinos de su propio territorio, se niega
a aceptar la constitución formal de un Estado palestino. Como lo habíamos
anticipado también, no existe solución a la “cuestión palestina”, al menos en
el corto plazo, en las circunstancias actuales. Negarle a Palestina
constituirse como un Estado soberano es la forma de eternizar su dominio por
Israel y el bloque occidental.
Como se puede observar, el Estado de Israel,
Estados Unidos y un grupo de potencias económicas y militares de occidente deciden
cuál es el destino del pueblo palestino. Para ello hacen caso omiso de la
voluntad de la inmensa mayoría de países del mundo que en la Asamblea General
de la ONU votaron a favor de un alto el fuego definitivo en Gaza. De hecho, Israel,
Estados Unidos y sus aliados europeos están aislados de la inmensa mayoría de
países y recurren a la violencia abierta, al terror sin disimulo y a la
política de tierra arrasada para imponer sus condiciones. Las botas de estas
potencias pisotean el derecho internacional con total impunidad.
Consiguientemente, vivimos hoy más que nunca un estado
de excepción permanente impuesto por Estados Unidos, Israel y sus aliados.
No es desde luego la primera vez, pero hoy más que nunca es notorio que la
legalidad y los derechos fundamentales han sido echados al lodo, como en
los golpes militares, y se han impuesto los intereses económicos y geopolíticos
de las potencias imperialistas.
El discurso de la superioridad moral de occidente
sobre el resto del mundo es una falacia confirmada hoy más que nunca por los
hechos históricos
Estos acontecimientos muestran con toda claridad,
hoy más que nunca también, que el discurso de la superioridad moral de
occidente sobre el oriente y el resto del mundo es falso y solo sirve a los
intereses de las potencias imperialistas. Europa y Estados Unidos lograron
convencer a una gran parte de la humanidad de que ellos son superiores al resto
del mundo en términos no solo económicos, sino también políticos, culturales, morales
e incluso raciales. Por esta razón, de acuerdo a esta mentalidad colonial
introyectada por las propias potencias del centro del sistema mundial, todos
los pueblos del Tercer Mundo deberíamos someternos de buena gana (o por la
fuerza, si es necesario) a las políticas delineadas por estas potencias para el
conjunto del planeta. De esta forma, estas potencias reclamaron y reclaman de
nosotros sumisión.
Hoy más que nunca occidente exhibe su miseria
moral. Aplican la máxima: todos los medios son buenos para alcanzar el
fin. Toda consideración ética es dejada de lado con tal de conseguir su
objetivo: restablecer la hegemonía mundial de los Estados Unidos y anular o
neutralizar a los nuevos polos de poder económico y político que van emergiendo
en el mundo de hoy.
Occidente no tiene ninguna autoridad moral para darle
lecciones a nadie sobre cómo construir regímenes políticos democráticos ni sistemas
económicos prósperos. Hoy más que nunca los pueblos del mundo deben trabajar en
la construcción de su propio camino histórico al margen de las clases
dominantes de occidente y de las clases dominantes de sus propios países.
**************
Dicho esto, debemos aclarar que no somos
partícipes de ningún anti-occidentalismo. Somos conscientes de los grandes
aportes de occidente a la cultura universal en los más diferentes ámbitos, como
la filosofía, las ciencias sociales, el pensamiento político, el arte, la
literatura, las ciencias naturales y la tecnología. Usamos en este artículo el término
“occidente” como sinónimo de “gobiernos de occidente”. No es “occidente” el
enemigo de los pueblos, sino el capitalismo, el imperialismo y el colonialismo,
representados todos estos por los “gobiernos de occidente”. A la vez, estos gobiernos
están concentrados en lo que se conoce como la “Triada”. Los pueblos de
occidente tienen también grandes tareas que cumplir por su emancipación, al
lado de los pueblos del oriente y del sur. Y si es cierto que los pueblos de
occidente deben aprender de los pueblos del oriente y del sur, no es menos
cierto que éstos deben también aprender de los pueblos de occidente. Los
tiempos reclaman con urgencia la unidad de todos ellos, en base a los principios
del universalismo y en base también al respeto a sus diferencias.
Notas:
(1)
El hombre en busca de
sentido.
(2)
Ackerman, Seth, “La guerra
de Israel contra Gaza es un genocidio” en: Jacobin, 31.01.2024. Texto
disponible en: https://jacobinlat.com/2024/01/31/la-guerra-de-israel-contra-gaza-es-un-genocidio/
(*)
Santiago Ibarra es sociólogo egresado de la Universidad Mayor de San Andrés.
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