La Huelga de los
Maestros
Santiago Ibarra
Entre
2002 y 2014, el Perú creció a una tasa anual promedio del 6,15%. En esos años
el crecimiento económico funcionó como un narcótico en las clases medias y en sectores
importantes de las clases populares. El crecimiento económico logró reducir la
tasa de pobreza y de extrema pobreza, de un modo muy parcial y relativo, es
cierto, pero no se puede negar que tuvo importantes efectos ideológicos, pues hacía
creer que al final del difícil camino los problemas de todos se irían a
resolver.
En esos años de crecimiento económico los
salarios de los trabajadores mejoraron un poco, pero alcanzado su piso máximo
solo lograron igualar el que existía en 1993, continuando por debajo del que
existía en años anteriores. A la vez, mejoraron algunos otros indicadores, como
la formalización del trabajo, que ganó 6 ó 7 puntos porcentuales.
Desde el 2015 se ha producido en cambio una
importante reducción de la tasa del crecimiento económico y eso trae consigo
una reducción del empleo y de los ingresos de los hogares. El malestar aflora
en uno y otro sector laboral. Es en este contexto en el que se inscribe la
huelga de los maestros, uno de los sectores laborales peor tratados por el
estado. En adelante no se repetirán las altas tasas de crecimiento económico
exhibidas en años anteriores por la reducción del precio de las materias primas
en el mercado mundial y, consiguientemente, tendremos a más sectores laborales
encaminándose en la lucha por el mejoramiento de sus condiciones materiales de
vida.
En particular, la huelga de los maestros no
se ha impulsado solo por un aumento salarial, sino además por una mayor
inversión pública en la educación capaz de mejorar sustancialmente la calidad
de la enseñanza impartida en el país. Una vez aumentados los salarios, la
huelga no concluyó sino parcialmente, porque un sector importante del
magisterio decidió continuarla en defensa de la estabilidad laboral de los
maestros. Los maestros no se oponen a la evaluación per se, como afirman el
gobierno y los medios de comunicación, sino al despido masivo que eventualmente
traerían consigo esas evaluaciones. Y la defensa de la estabilidad laboral no es
asunto que competa solamente a los maestros, pues la mayor parte de los trabajadores
asalariados nos desempeñamos bajo contratos eventuales. Es una necesidad del
movimiento laboral llevar la lucha por el trabajo y la estabilidad laboral.
Finalmente, queremos señalar que aunque en
la derecha pero también en importantes sectores de la izquierda se encuentra
muy extendida la convicción de que el sindicato debe cumplir solo un rol social
dejando al partido el rol político, consideramos que en la hora actual se hace
más necesario que nunca que el sindicato (en unidad con la izquierda política)
luche por asumir un rol político, esto es, luche por una confrontación directa
contra el modelo neoliberal y por la conformación de un nuevo modelo de
desarrollo en el que el estado cumpla un rol central en la generación y
distribución de riquezas económicas.
Bajo el actual modelo el estado no será
capaz de satisfacer las demandas de los sectores laborales, porque su política
fiscal reduce extraordinaria y descaradamente la carga impositiva a la gran
empresa extranjera y nativa. Los sectores laborales deben extender
consiguientemente la lucha económica sectorial a una lucha económica y política
nacional por el control del excedente económico generado en el país.
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