sábado, 2 de abril de 2016

Economía




El Aumento del Salario Mínimo y la Irritación Burguesa

César Risso

EL AUMENTO DEL SALARIO MÍNIMO ha sido una de las variables que adquirió importancia inusitada en las propuestas de los candidatos presidenciales. Lo cual pone en evidencia que la desesperación por llegar a ocupar la presidencia de la república no tiene límites, así como tampoco las ofertas electorales, pues es sabido que el aumento de las remuneraciones disminuye las ganancias de la burguesía.

        La argucia de Ollanta Humala ha consistido en agenciarse las simpatías del electorado, claro está que para las elecciones del 2021, apropiándose de esta propuesta electoral. Esta medida es más un tema de cálculo político antes que un hecho de justicia. Aunque, es evidente que hablar de justicia bajo el dominio del capitalismo no tiene mucho sentido, pues este sistema se basa en la explotación de los trabajadores.

        El aumento de 100 soles al salario mínimo no es más que la mantención en la pobreza de gran parte de la población. Decimos gran parte de la población porque la tasa de incumplimiento de la RMV es de 50%. Esto es, de todos aquellos que deberían ganar la Remuneración Mínima Vital solo la reciben el 50%.1

        Otro aspecto de esta medida es que la Canasta Básica Familiar es de 303 soles por persona, lo que arroja un monto por familia (cuatro personas por hogar según el INEI) de 1212 soles. Como se puede apreciar, con el aumento de 100 soles, no se cubre la Canasta Básica Familiar. A esto hay que agregarle que si se actualiza el valor de la Canasta Básica Familiar esta se alejará más de la RMV.

        Si tomamos en cuenta la inflación acumulada, el aumento de la RMV sería aproximadamente de 100 nuevos soles. Esto quiere decir que el nivel de explotación de los trabajadores sigue igual, ya que únicamente se mantiene su paupérrima capacidad de consumo.

        Pasemos a evaluar los argumentos de los intelectuales a sueldo de la burguesía acerca del aumento del salario mínimo.

“La verdad es que no hay espacio para políticos superhéroes que quieran enfrentarse a las fuerzas del mercado”, señala Carlos E. Paredes, director de Intelfin.2

        Retengamos por unos instantes lo de fuerzas del mercado.

“Señor presidente, ¿quién le ha contado el cuento de que subir la remuneración mínima legal sería una medida reactivadora en el actual contexto político y económico? En mi última columna (“Kriptonita para los economistas Supermán”), explicamos que la subida de los salarios tiene que ser sufragada por las empresas y que si a estas les suben los costos entonces tendrán que incrementar sus precios, con lo que perderán competitividad y, probablemente, terminarán vendiendo menos. Incrementar los costos no es reactivador, señor presidente. ¿Por qué querría usted terminar su periodo gubernamental restándoles competitividad a las empresas y promoviendo la informalidad? ¿Qué más viene? ¿Cambios tarifarios para combatir la inflación?”3

Dejemos de lado el carácter reactivador o no de la economía que puede provocar el aumento del salario mínimo. Nos interesa lo que en su condición de seres humanos merecen obtener de riqueza (valores de uso), aunque por ahora bajo la forma de ingreso monetario.

        Nos dice, entre otras cosas, Carlos Paredes (profesor de la Universidad del Pacífico), que este aumento tiene que ser sufragado por las empresas. Esto no es cierto, dado que las utilidades se originan por la fuerza de trabajo, siendo trabajo no remunerado. De modo que no son las empresas las que tienen que sufragar el aumento en cuestión, sino que de alguna manera es la recuperación de una pequeña parte de lo que la fuerza de trabajo crea.

        Otro razonamiento en el intento de rechazar la necesidad y oportunidad del aumento del salario mínimo, es que aumentan los costos y esto provoca el aumento de los precios. Esta es otra falsedad.

Para demostrar la falsedad de este argumento, remitimos al lector al trabajo de Carlos Marx Salario, Precio y Ganancia, del cual transcribimos lo siguiente:

“La conferencia que nos ha dado el ciudadano Weston podría haberse comprimido hasta caber en una cáscara de nuez.

Toda su argumentación se redujo a lo siguiente: si la clase obrera obliga a la clase capitalista a pagarle, en forma de salario en dinero, cinco chelines en vez de cuatro, el capitalista le devolverá en forma de mercancías el valor de cuatro chelines en vez del valor de cinco. La clase obrera tendrá que pagar ahora cinco chelines por lo que antes de la subida de salarios le costaba cuatro. ¿Y por qué ocurre esto? ¿Por qué el capitalista sólo entrega el valor de cuatro chelines por cinco chelines? Porque la suma de los salarios es fija. Pero, ¿por qué se cifra precisamente en cuatro chelines de valor en mercancías? ¿Por qué no se cifra en tres o en dos, o en otra suma cualquiera? Si el límite de la suma de los salarios está fijado por una ley económica, independiente tanto de la voluntad del capitalista como de la del obrero, lo primero que hubiera debido hacer el ciudadano Weston, era exponer y demostrar esta ley. Hubiera debido demostrar, además, que la suma de salarios que se abona realmente en cada momento dado coincide siempre exactamente con la suma necesaria de los salarios, sin desviarse jamás de ella. En cambio, si el límite dado de la suma de salarios depende de la simple voluntad del capitalista o de los límites de su codicia, trátase de un límite arbitrario, que no encierra nada de necesario, que puede variar por voluntad del capitalista y que puede también, por tanto, hacerse variar contra su voluntad.”4

Solo añadiremos que Carlos Paredes se contradice al afirmar que los empresarios se verán obligados a aumentar los precios debido al aumento de los costos. Encontramos aquí una contradicción, puesto que el autor afirma primero que nadie se puede enfrentar a las fuerzas del mercado, que por lo tanto este es impersonal, y ahora resulta que los empresarios aumentan los precios a voluntad. Salvo que se considere a la voluntad de los empresarios como sinónimo de mercado.

        Veamos otro argumento de los representantes de la burguesía acerca del aumento del salario mínimo.

“La mayoría de trabajadores en el país son informales y reciben un sueldo por debajo del mínimo vital. Lo que sucede es que la barrera para formalizarse es cada vez mayor y con este aumento, lo dejamos que permanezcan como informales. Sin seguro social, médico, entre otros beneficios.”5

Conmueve verdaderamente la preocupación de este representante de la burguesía por la situación de informalidad de gran número de trabajadores, que no reciben ni siquiera el salario mínimo, y que carecen de derechos laborales.

        Hemos señalado en varias oportunidades que la actual informalidad y el emprendedurismo es una política de la burguesía por deshacerse de los trabajadores y en consecuencia eliminar los llamados “sobrecostos laborales”, con el beneficio de obtener productos baratos por medio de esta modalidad que incorpora a los trabajadores familiares no remunerados. De modo que la declaración de las trabas a la formalidad, que el aumento del salario mínimo provocaría, no es más que hipocresía burguesa.

        El presidente de la Coordinadora de Empresarios del emporio comercial de Gamarra, Diógenes Alva, dice:

“(El incremento de la RMV) por supuesto que va tener un impacto, debido a que el nivel de ventas no da ni para pagar los alquileres, ni a los proveedores, mucho menos para un aumento. Qué hacemos (los empresarios) con un incremento (de sueldo) si no estamos en buenas condiciones”

En realidad muchos de los negocios que se desenvuelven en Gamarra están pasando por dificultades que han ido sorteando a través de la informalidad, y del uso de sus familiares (trabajadores familiares no remunerados). Pero la crisis que se viene incubando desde el año 2009, como repercusión de la crisis económica mundial, los ha puesto en una situación límite, a lo que se suma la firma de los acuerdos comerciales, que les impide hacer frente a la importación textil china.

        Gamarra es consecuencia, en muchos casos, del despido de trabajadores, de la falta de empleo, de los mecanismos de la burguesía para abaratar costos, etc. Ha sido en consecuencia una alternativa a la precariedad laboral, pero que los ha venido sumiendo en una situación de sobre explotación por parte de las grandes y medianas empresas. La prueba está en el hecho de reconocer que no pueden pagar el salario mínimo, y que hasta la fecha han sobrevivido a través del uso de los trabajadores familiares no remunerados. Estos “empresarios” son en realidad asalariados colectivos, que acaban de sobrepasar el límite humano de explotación por parte de los capitalistas.

        Concluimos el análisis del aumento del salario mínimo con la resolución propuesta por Carlos Marx en las sesiones del Consejo General de la I Internacional:

1. Una subida general de los tipos de salarios acarrearía una baja de la cuota general de ganancia, pero no afectaría, en términos generales, a los precios de las mercancías.

2. La tendencia general de la producción capitalista no es a elevar el promedio standard del salario, sino a reducirlo.

3. Las tradeuniones trabajan bien como centros de resistencia contra las usurpaciones del capital. Fracasan, en algunos casos, por usar poco inteligentemente su fuerza. Pero, en general, fracasan por limitarse a una guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente, en vez de esforzarse, al mismo tiempo, por cambiarlo, en vez de emplear sus fuerzas organizadas como palanca para la emancipación final de la clase obrera; es decir, para la abolición definitiva del sistema del trabajo asalariado.”6

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Notas:
(1) “Explotación Burguesa y Lucha del Proletariado” en http://creacionheroica1928.blogspot.pe/2014/04/economia_30.html
(3) Ibid.


Cuando la Reducción de la Pobreza se debe al Crecimiento Económico. El Caso de la Agroindustria

Santiago Ibarra

         


Introducción

LAS ESTADÍSTICAS OFICIALES AFIRMAN QUE ENTRE los años 2000 y 2015 la pobreza se ha reducido en el Perú del 50% al 22% de la población total. Actualmente, menos de siete millones de peruanos serían pobres. En un artículo anterior hemos mostrado sin embargo que estas cifras  no captan la realidad social del país. El número de personas en condición de pobreza y extrema pobreza es mayor, porque la línea de pobreza considerada oficialmente es insuficiente para cubrir necesidades alimentarias y no alimentarias. El propio Banco Mundial considera elevar la línea de extrema pobreza de 1.25 dólares a 1.90 dólares por día, con lo cual se estima que solamente el número de personas en condición de extrema pobreza, aumentaría en 148 millones de personas en el mundo.

Con todo, parece evidente que hay un porcentaje de la población que ha visto aumentar sus ingresos en los últimos quince años, lo que le ha permitido al Estado afirmar que se ha dado la famosa reducción de la pobreza. Pero, en primer lugar, esto no debe sorprender, pues, en el capitalismo, aunque la tendencia a largo plazo es a la polarización social y a la pauperización, existen períodos cortos  en los que bajo ciertas circunstancias puede darse hasta cierto punto una reducción de la polarización y la pauperización. En el Perú hemos vivido uno de esos momentos en los últimos quince años.

En segundo lugar, debe considerarse que esta reducción de la pobreza no tiene la dimensión que el Estado le quiere dar: es mucho más pequeña, mucho más enana de lo que la propaganda oficial afirma, porque no toma en cuenta indicadores como el de las Necesidades Básicas Insatisfechas ni los bajos montos monetarios considerados como “líneas de pobreza”. Sobre todo, porque no toma en cuenta el concepto de “vida digna”. En pocas palabras, sostenemos -por las razones ya expuestas en nuestro anterior artículo- que el número de personas que no alcanza a reunir el monto de dinero necesario para cubrir sus necesidades materiales y no materiales, es bastante mayor al oficialmente reconocido.

La reducción de la pobreza como efecto del crecimiento económico

Ahora bien, según algunos economistas, el 75% de la reducción de la pobreza se ha debido al crecimiento económico, y solo el 25% a las políticas sociales. Pues bien, ¿de qué modo el crecimiento económico podría contribuir en la reducción de la pobreza? Uno de esos modos tiene que ver con la generación de empleo en los diferentes sectores de la economía donde hay crecimiento. En el Perú, ha habido crecimiento en los sectores de la minería, la agroindustria, comercio y construcción.

Entre paréntesis hay que considerar que la participación laboral de hombres y mujeres, adultos y jóvenes ha aumentado de modo significativo en las últimas décadas. Es decir, ha aumentado la oferta de fuerza de trabajo: un mayor número de personas participa del mercado de trabajo, llevando dinero a sus hogares. Ahora bien, una gran parte de estas personas se inserta en el sector informal de la economía (donde el salario promedio era de 466 soles mensuales en el 2013, en tanto que la Remuneración Mínima Vital era de 750 nuevos soles), en el que la  productividad es bastante menor a la del sector formal de la economía, y los salarios de los trabajadores bastante menores también. Pero aunque parezca increíble ya un ingreso mínimo como ese puede ayudar a las familias a salir de la línea de pobreza o por lo menos a acercarse más a ella.
 
De otro lado, cuando un sector económico se expande, aumenta la demanda de mano de obra, y, así, se incrementan los ingresos de las familias de los trabajadores. Esto es lo que ha venido ocurriendo. Sin embargo,  como veremos, las ganancias del capital en períodos de crecimiento económico son muy superiores a lo que consiguen las familias de los trabajadores que, para ver incrementados sus ingresos, deben incorporar al mercado laboral una mayor cantidad de fuerza de trabajo, ampliar la jornada laboral en el sector productivo, descuidar el crecimiento y la educación de los hijos, e intensificar el gasto de energías en el mismo lapso de tiempo, recibiendo incluso salarios muy bajos.

Es decir, los salarios de los trabajadores pueden seguir siendo paupérrimos, miserables, estar muy por debajo de una canasta básica familiar, desarrollarse en condiciones extremas y altamente alienantes, y aun así, tener un efecto positivo en la “reducción de la pobreza”. De esto no habla la propaganda oficial de reducción de la pobreza.

El caso de la agroindustria

-          Impresionante proceso de acumulación de capital

Uno de los sectores de la economía peruana que más ha crecido en los últimos 15 años es el de la agroindustria de exportación. En el año 2000 exportó un valor de 650 millones de dólares, y el 2015 un valor de 5.285 millones de dólares (1). Para el año 2016 el Ministerio de Economía proyecta que el valor de las exportaciones de productos agroindustriales superará los 6.000 millones de dólares (2). Es decir, en dieciséis años el valor de las exportaciones de productos agroindustriales se ha incrementado prácticamente en casi 1.000%.

De otro lado, un informe de Apoyo Consultores hace ver que los que más ganaron en estos años de auge agroindustrial fueron los empresarios agroexportadores, quienes vieron crecer sus ingresos en más de 2.500 millones de dólares, en un período de 12 años.

-          Salarios paupérrimos y condiciones laborales como base de la acumulación de capital

Este impresionante proceso de acumulación de capital no tiene desde luego réplica en el monto salarial que perciben los trabajadores de este sector. El salario de los trabajadores del sector agroexportador es de 30 soles diarios, a la vez que están excluidos de derechos laborales.

Según un estudio de Apoyo Consultores, entre el 2000 y el 2012 los salarios promedio del sector agroexportador pasaron de S/. 780 a S/.970, es decir, aumentaron en un 24,5%. Sin embargo, este es solo un incremento del salario nominal. Debe tenerse en cuenta que la inflación en el mismo período de tiempo aumentó en un 40,62%. Así, el salario real de los trabajadores disminuyó en un 11,5% (3). En otra publicación se dice: “En términos reales, el trabajador de una de estas empresas gana hoy 89,7 soles menos que hace 12 años, es decir, 690.3 en soles constantes” (4).

El grado de pauperismo que representa el salario que perciben los trabajadores de la agroindustria puede verse en el hecho de que no alcanza a cubrir sino el 50%-65% de una canasta básica familiar.

La fuerza de trabajo de la agroindustria es objeto de una mayor explotación en comparación a  la explotación de la que son objeto trabajadores del mismo rubro en otros países. Así, por ejemplo, el salario de un trabajador chileno de la agroindustria es tres veces mayor (alrededor de 100 soles diarios), y el salario de un trabajador estadounidense productor de espárragos es nueve veces superior (más de 300 soles diarios).

En ambos casos, en el de Chile y en el de Estados Unidos, el salario es superior no porque el empresariado de esos países sean “más humanos” o tengan un sentido “más nacional” de las cosas, sino simple y llanamente porque en esos países la oferta de fuerza de trabajo es más baja respecto a la demanda de mano de obra, lo que hace encarecer el precio de la fuerza de trabajo; por eso esos países reciben una gran cantidad de trabajadores inmigrantes, que ayuda al capital a reducir el costo salarial. En el Perú estamos todavía un poco lejos de un punto así, en el que la demanda de fuerza de trabajo sea superior a la oferta.

Asimismo, tenemos que en el conjunto de América los salarios de los trabajadores peruanos de la agroindustria, que son entre 200 y 250 mil, se encuentran en el quintil más bajo (5).

En cuanto a las condiciones laborales en que se desempeñan los trabajadores de la agroindustria, mencionemos solo dos cuestiones, dadas a conocer por los trabajadores de Camposol en junio de 2013, una de las empresas más grandes de este sector. En esta empresa se ejerce el peor despotismo empresarial, al limitarles y prohibirles el derecho a la sindicalización. En Camposol, además, los salarios no se les aumentaba en cinco años, los trabajadores deben efectuar extenuantes jornadas laborales, contratos de trabajo permanentemente temporales, trabajar hasta 18 horas diarias, y las metas de trabajo diarias son excesivas, demandando penosos sacrificios por parte de los trabajadores, produciéndoles lumbalgia, problemas en la vista y otras dolencias físicas (6).

-          Ha disminuido la pobreza, pero a la vez el capital ha visto aumentar sus ganancias en un grado mucho mayor   

Según una investigación de la Universidad de Piura, entre 2007 y 2010, la agroexportación aumentó en un 17% el ingreso de los hogares más pobres de la costa (7).

Y es que el sector agroexportador empleaba hacia el 2013 a 250 mil trabajadores (8). Estos trabajadores proceden básicamente del sector rural, de la sierra y la costa. El empleo directo formal generado por la agroindustria creció a un ritmo promedio anual de 6.6% entre 2004 y 2014, según el estudio de Apoyo Consultoría. De ese modo esas familias ven incrementados sus ingresos per cápita, lo que a la vez obviamente tiene un impacto sobre la reducción de la pobreza.

Así se afirma que el desarrollo de la agroindustria ha contribuido en la reducción de la pobreza en la región costera del Perú. Así, mientras que hace una década siete de cada 10 trabajadores de la agroindustria estaban sumidos en la pobreza, hacia el 2015 esa cantidad cayó a tres de cada 10 (9).

Como puede observarse, se puede disminuir la pobreza mediante el  crecimiento económico, esto es, a través de la generación de empleo en los diferentes sectores económicos, pero sin que esto signifique una mejor distribución de los ingresos y, por el contrario, puede implicar, como en el sector agroindustrial peruano, mayores desigualdades entre los capitalistas y los trabajadores. El capital agroindustrial acumuló mucho más, en una proporción mucho mayor a lo que pudieron recibir los trabajadores como ingresos salariales: los empresarios agroindustriales acumularon el monto de 2.500 millones de dólares, en un período de 12 años, como ya hemos dicho.

Asimismo, puede disminuirse la pobreza mediante la generación de empleos precarios, inestables, sin beneficios laborales, extenuantes.



El Estado: agente fundamental de la acumulación de capital

La Ley 27360, aprobada en octubre del 2000, en el último tramo del gobierno mafioso de Fujimori, busca favorecer al capital en el sector agroindustrial. Fue impulsada por el empresario José Chlimper Ackerman, quien entonces era Ministro de Agricultura. Debía regir por un plazo de 10 años, pero se ha ampliado hasta el 2021. Veamos algunos puntos de esta ley que favorecen al capital.

  • En el marco de esta ley, la sindicalización de los trabajadores de este sector solo alcanza al 1,3%, en tanto que el promedio de trabajadores sindicalizados de todos los sectores es del 4,7% (10). El caso de CAMPOSOL, una de las empresas agroexportadoras más importantes, es extremo: solo 70 trabajadores están sindicalizados, de un total de 10 mil trabajadores que laboran en esa empresa. Como se ha leído líneas arriba, justamente en esta empresa donde los trabajadores laboran hasta 18 horas diarias y la intensidad del trabajo es extenuante.

La magnitud del salario es una expresión de la relación de fuerzas entre capitalistas y proletarios. En general, puede decirse que a mayor organización, los trabajadores tienen más fuerza para negociar y hacer incrementar sus salarios. Cuando los trabajadores están organizados están en mejores condiciones de imponerle al capital sus condiciones, como aumento de salarios y mejoramiento de las condiciones laborales. Cuando los trabajadores están desorganizados, al capital le será más fácil imponer su prepotencia y autoritarismo, sus condiciones para amasar el mayor monto de ganancia, es decir, salarios paupérrimos y condiciones laborales miserables.
 
  • La ley recorta a los trabajadores beneficios que tienen los trabajadores en otros sectores; por ejemplo, al incluir el CTS y la gratificación por fiesta patria en el salario del trabajador, se reduce en términos reales el dinero que el capital debe pagar por este concepto.
  • A los trabajadores se les da solo 15 días de vacaciones, no 30 días, como ocurre en otros sectores.
  • Un punto muy importante de la Ley 27360 es que exonera a los empresarios del pago del 50% del impuesto a la renta.

Los intentos de modificación de esta ley en 2011 fueron calificados de “nefastos” por Carlos Losada, Vicepresidente de la Asociación de Exportadores (ADEX) y presidente de la Comisión Agraria de ADEX, quien argumentó que los costos de producción son muy altos en el Perú y que un aumento adicional de los mismos no ayudan a mejorar la competitividad del sector, ¡sin mencionar que los salarios en el Perú son al menos nueve veces más bajos que los que perciben los trabajadores estadounidenses productores de espárragos!

Conclusión

Es posible disminuir la pobreza mediante un impulso a la acumulación de capital y el pago de salarios muy bajos. En el sector agroindustrial este impulso implica la cancelación de salarios paupérrimos, que representa el 50%-65% de una canasta básica familiar, y la no cancelación de distintos derechos laborales. Ese salario es al menos nueve veces menor al que percibe un trabajador productor de espárragos en los Estados Unidos. Ambas cuestiones, salarios miserables y conculcación de derechos laborales, implican para el capital un gran ahorro en costos de producción, aumentando así su tasa de ganancia.

Hay que observar cómo con el incremento de la actividad agroindustrial, la generación de empleo, la superexplotación de la fuerza de trabajo, el pago de salarios míseros, la violación de derechos laborales, es posible: 1) disminuir la pobreza y 2) generar ganancias extraordinarias al capital.

        Vale decir, los indicadores de pobreza y de extrema pobreza son absolutamente insuficientes para medir el grado de bienestar de una sociedad, de una clase social, de un grupo social. Son indicadores muy relativos para medir la calidad de vida de la población. Podría incluso llegarse a cero por ciento de pobreza (una meta por lo demás inalcanzable en el corto y hasta en el mediano plazo), con los criterios usados internacionalmente, pero con el conjunto de la población desenvolviéndose en trabajos precarios, inestables, muy mal pagados, con sus derechos laborales conculcados, etc.

Finalmente, hay que observar la importancia que tiene el Estado en el proceso de acumulación de capital. EL ESTADO ES UNA PALANCA FUNDAMENTAL DE LA CLASE CAPITALISTA, EN EL CASO QUE HEMOS VISTO, DE LOS AGROIDUSTRIALES, PARA MAXIMIZAR SU TASA DE GANANCIA. Un Estado que no interviene en la economía para supuestamente facilitar el crecimiento económico es solo una fantasía que promueven los neoliberales para eliminar o evitar el contenido social que tiene o que le puede ser imprimido al Estado desde la movilización de las grandes mayorías. Es decir, el Estado es un agente central del “crecimiento económico”, que en este caso es igual a acumulación de capital, como hemos visto, mediante la aprobación de leyes ampliamente favorables al capital, y que solo de paso reduce la pobreza. En conjunto, la Ley 27360 es el regalo que reciben gratuitamente los empresarios agroindustriales, y el castigo que reciben los trabajadores de este sector.

Los trabajadores agroindustriales, por su lado, deben luchar por su organización sindical con carácter clasista, a cuyo fin deben contribuir intelectuales y organizaciones políticas. Solo organizados y unidos podrán valorizar su fuerza de trabajo y encarar las nuevas luchas por venir.      

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Un punto adicional de gran importancia relacionado con la actividad agroindustrial tiene que ver con el impacto que tiene ésta sobre el ambiente, por el uso que hace de grandes cantidades de agua. En Ica hay cada vez menos agua, por el uso excesivo el agua del subsuelo: cada año el agua baja medio metro, lo que genera conflictos con las zonas andinas y las zonas altas de Ica y Huancavelica, además de generar desertificación en el valle de Ica (11). En El capital Marx advertía que el capitalismo destruye a los trabajadores y al ambiente, a la naturaleza. Bajo el socialismo el desarrollo económico debe ser visto en sintonía con el equilibrio ambiental. Y en el corto plazo las luchas sociales incluyen o deben incluir la cancelación de este tipo de actividades.

Notas:

1. Gestión, 7 de febrero de 2016
2. Gestión, 15 de marzo de 2016.
3 La República, 12 de marzo de 2013.
4 “Gane más, gane menos, el slogan de los agroexportadores”, 28 de febrero de 2013, en: Otramirada.pe/gane-m%C3%A1s-pague-menos-el-slogan-de-los-agroexportadores.
5. Así lo señaló Javier Mujica, Secretario Ejecutivo de Equidad y asesor de Aurora Vivar Cfr. Revista Mariátegui (mariategui.blogspot.pe/2010/10/peru-agroexportacion-con-explotacion-de.html).
7. “La nueva clase media agraria”, 8 de octubre de 2015, en: elmontonero.pe/economía/la-nueva-clase-media-agraria
8. Según un informe de Apoyo Consultoría, la Asociación de Gremios de Productores Agrarios (AGAP) afirma que hacia el 2004 la agroindustria contaba con 433 mil trabajadores, y para el 2014 la cifra se había elevado a 822.000. Cfr. Gestión, 1° de setiembre de 2015.
9. Ibid.
10. La República, 12 de marzo de 2013.
11. Afirmaciones de Ignacio Cancino, investigador en Cambio climático del CEPES y de la Universidad de Stanford. Cfr. Revista Mariátegui, op. cit.

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