lunes, 1 de diciembre de 2025

Política

Nota: 

Si en el artículo “El falso marxismo-leninismo de Jaime Lastra” quedó claro que la ideología que realmente aplica Lastra es el liberalismo burgués, con la publicación del artículo que sigue a continuación (cuya primera parte fue publicada en la edición del mes pasado de este blog) queda claro que el mencionado personaje está en las antípodas de la reconstitución del partido de Mariátegui. 

01.12.2025.

Comité de Redacción. 

 

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual! 

 

La Tramposa Reconstitución

de Jaime Lastra 

(Segunda y Última Parte) 

Eduardo Ibarra 

MÁS ADELANTE, Lastra dice: 


La militancia de vanguardia desde la década del 80’, ha venido trabajando la reformulación correcta de la BUP. Y esta tarea no se ejecuta sin lucha de ideas con desviaciones de derecha y de izquierda. 

Aquí, como vemos, una vez más Lastra habla de “la reformulación correcta de la BUP”, y con aquello de “militancia de vanguardia” se refiere, obviamente, a su grupo, el mismo que, según continúa diciendo, no podía reformular la BUP sin desarrollar una “lucha de ideas con desviaciones de derecha y de izquierda”. Por eso, preguntamos: ¿y dónde está esa “lucha de ideas” que, según Lastra, viene de los años ochenta, o sea que lleva ya cuarenta años de existencia, aproximadamente? En este largo tiempo, veamos la “lucha de ideas” desarrollada por nuestro personaje. 

En el artículo que comentamos, Lastra dice que “la desviación ultraizquierdista” “reformuló” la base de unidad ideológica del Partido aprobada por la VI Conferencia, pasando del “marxismo-leninismo, pensamiento Mao Tsetung” al “marxismo-leninismo-maoísmo”, así como su base teórica pasando del “Pensamiento de Mariátegui” al “Pensamiento Gonzalo”;(2) en cuanto a la “Línea General”, Lastra señala algunos aspectos que significaron la “reformulación” de la misma por parte del PCP-SL: “partido militarizado”, “unidad concéntrica de los tres instrumentos”, “la violencia revolucionaria es lo esencial del marxismo”, negación de “la evolución de la semifeudalidad y del capitalismo burocrático”, distorsión de “la práctica del frente único proletario”. Como puede ver el lector, una vez más Lastra se queda en lo descriptivo y, por lo tanto, no desentraña el significado de cada una de las cuestiones que reseña. Pero, además, hay que señalar que parte de lo que dice es una repetición de otros autores, entre ellos nosotros (ver nuestro libro El pez fuera del agua). Es así, pues, como Lastra parasita de la producción ajena. 

       Enseguida, nuestro liquidador se refiere al grupo de Ramón García en los términos siguientes: “las tendencias de oportunismo de derecha (sic) procedieron a desconocer la BUP queriendo reducirla a la sola mención (sic) de ‘marxismo’”. Pero ocurre que no fueron varias tendencias del oportunismo de derecha que redujeron la formulación de la doctrina a la sola palabra marxismo, sino únicamente el grupo de García; además, no es que este grupo quiso cometer esta reducción, sino que la cometió. Pero más grave todavía que estas inexactitudes, es que, inhibiéndose de calificar como corresponde al grupo de García, Lastra encubre la condición liquidacionista del mismo. 

Más adelante dice nuestro personaje: “… consideramos que una formulación a la doctrina (sic) sería: adherir a la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao”, haciendo así a un lado su denominación políticamente exacta: marxismo-leninismo (ver nuestro artículo “El falso marxismo-leninismo de Jaime Lastra”). Es decir, como en relación a muchas otras cosas, nuestro liquidador está perdido en la estratósfera en relación a la verdad universal. 

Luego, escribe lo siguiente: “… ratificarnos en el Pensamiento de Mariátegui”. Pero ya hemos visto en varios artículos cómo entiende el aludido su pretendida asunción del pensamiento de Mariátegui (ver “El trasfondo de un artículo…”, donde fundadamente demostramos que lo que en realidad hace Lastra es tergiversar a Mariátegui y asumir y propagandizar posiciones abiertamente antimariateguianas). Esto quiere decir que aquello de “ratificarnos” pertenece a la retórica con la cual nuestro liquidador intenta encubrir su tergiversación del pensamiento de Mariátegui y la desvergonzada publicidad que hace de posiciones contrarias al pensamiento de Mariátegui. 

Hay que subrayar una vez más que, también en el texto que comentamos, Lastra se queda en la mera descripción. Por ejemplo, no desentraña en absoluto el fondo del paso del “marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung” al “marxismo-leninismo-maoísmo”, el fondo de cada una de estas formulaciones y, finalmente, el fondo de la reducción de la denominación de la doctrina al solo término marxismo. Por eso, su artículo es notoriamente superficial y, por lo tanto, no sirve en absoluto para esclarecer a nadie, precisamente cuando es necesario esclarecer las cosas de cara a los activistas y contribuir así a su toma de posición favorable a la Reconstitución. 

La Reconstitución implica, entre otras cosas, una crítica masiva de todas las concepciones ideológicas, políticas y orgánicas no proletarias, tanto en el seno de la organización partidaria como en el seno de las organizaciones de masas. Esta es una política del Partido que viene de los años setenta. Pero sucede que, contraviniendo esta política completamente correcta (el Partido no puede afirmar su cualidad de vanguardia ni, por lo tanto, su hegemonía en el seno de las masas ni estas pueden ser organizadas en un sentido revolucionario sino mediante el necesario deslinde), Lastra impulsa la paz sin principios con las concepciones no revolucionarias y, de esta forma, impulsa la amalgama ideológica y la componenda política, tanto en su actividad partidista como en su actividad frentista (ver “El trasfondo de un artículo…).(3) 

Y ni qué decir tiene que nuestro liquidador no aborda en absoluto el aspecto orgánico de la Reconstitución (limitándose  sobre el tema a mencionar la estructura, el sistema y el trabajo orgánico como cuestiones consideradas por la VI Conferencia), aspecto que, bien visto, es, en esencia, la materialización organizativa de la doctrina marxista-leninista, del pensamiento de Mariátegui y de la línea política general de la revolución peruana. Siendo, pues, la dimensión orgánica de la Reconstitución lo que acabamos de precisar, el lector puede perfectamente entender que cualquier organización partidaria que eventualmente pudiera implementar Lastra, no sería, más allá de su conocida retórica, sino la materialización de su liberalismo burgués, de su negación de aspectos fundamentales de la Creación Heroica de Mariátegui, de su liquidacionismo de derecha. Es así como regurgita sobre la reconstitución del partido de Mariátegui. 

Nos inhibimos de analizar algunas otras tonterías del artículo de Lastra, pues el lector atento debe haberse dado cuenta de las mismas sin ningún esfuerzo: por ejemplo, aquello del “partido monolítico” es una negación de la dialéctica, pues en realidad el partido del proletariado, como cualquier otra cosa en el universo, es una unidad de contrarios, incluso si se considera la adhesión a la doctrina como algo separado del resto de aspectos del Partido, como hace Lastra. Es decir, una vez más, jugando a ser Dios, nuestro liquidador confía en que los lectores crean en lo que dice solo porque él lo dice. 

Y bien, la práctica de la famosa reconstitución de Lastra  revela que su marxismo-leninismo es falso y que lo que aplica es el  liberalismo burgués, así como, al mismo tiempo, que se basa en la más grosera oposición a importantes cuestiones del pensamiento de Mariátegui y de la línea política general de la revolución peruana. En esto reside, más allá de su fraseología revolucionaria, la “reformulación” de la base de unidad partidaria de Lastra. 

La VI Conferencia Nacional del Partido acordó la siguiente base de unidad: “marxismo-leninismo, pensamiento Mao Tsetung, legado de Mariátegui y línea política de la V Conferencia”. Al parecer, es esta base de unidad la que Lastra pretende “reformular”. Pero, esto quiere decir que nuestro liquidador no se ha percatado de que desde hace muchos años aquella base de unidad ha quedado atrás (es decir que ya fue “reformulada”, para utilizar el término de su gusto), y que, en el actual marco de las diversas bases de unidad existentes en nuestro medio, el marxismo-leninismo (es decir la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao), el Camino de Mariátegui (es decir el pensamiento de Mariátegui y su desarrollo) y la línea política general de la revolución peruana establecida por Mariátegui (actualizada y desarrollada), es la sostenida por quienes realmente luchan por la reconstitución del Partido. De hecho, con su falso marxismo-leninismo (su liberalismo burgués); su flagrante oposición al pensamiento de Mariátegui (su negación del concepto mariateguiano de un Perú Integral, su negación de nuestra revolución socialista con dos etapas, su trabajo partidista y frentista de base liberal-burguesa, su intentona de negar el partido de clase con aquello de fundar un organismo doctrinariamente heterogéneo, su negación del concepto mariateguiano de dualidad histórica, etcétera); su negación de importantes aspectos de la línea política general de la revolución peruana (su táctica oportunista, su frentismo reformista y electorero, etcétera), lo que hace Lastra es intentar –en los hechos, no en su retórica, claro está– “reformular” la base de unidad de los marxista-leninistas que luchan por la reconstitución del partido de Mariátegui. 

En conclusión: los artículos “El falso marxismo-leninismo…” y el presente, demuestran que, en relación a dos cuestiones fundamentales: la verdad universal y la Reconstitución, Lastra muestra no solo su insolvencia teórica, sino asimismo su oportunismo. La fraseología de la que hace gala no le sirve en absoluto para encubrir esta realidad a los ojos de quienes tienen capacidad de análisis. 

Como hemos podido ver, el artículo de Lastra analizado aquí no es ni puede ser una contribución a la reconstitución del partido de Mariátegui, sino un caso más de la demagogia con la cual intenta embarcar a algunos incautos en su plan de fundar un partido doctrinariamente heterogéneo, un partido-amalgama, que es adonde precisamente lo conducen todos sus pasos. 

   Terminemos: es una cuestión de sentido común que el liquidacionismo de Lastra –como cualquier liquidacionismo– no reconstituye ni puede reconstituir el partido de clase de Mariátegui. Pero, por lo visto, en su grupo el sentido común es el menos común de los sentidos. 

Notas

[2] Antes de este paso, se produjo otro del que Lastra no ha dicho nada, pero que es pertinente comentarlo: del “legado de Mariátegui” a “pensamiento de Mariátegui”. Esta reformulación demuestra que no todo cambio en la formulación de la BUP es una cosa mala. En efecto, en la VI Conferencia Saturnino Paredes y sus acólitos impusieron el término legado, término que congelaba el desarrollo del pensamiento mariateguiano. Solo en el III Pleno del CC (1973) se adoptó el término “pensamiento de Mariátegui”, que conlleva la posibilidad y la necesidad de desarrollar dicho pensamiento, si es que no se cae en la necedad, sostenida por Miguel Aragón, de que con la muerte del fundador del marxismo-leninismo peruano se extinguió también su pensamiento, y que, por lo tanto, no es susceptible de desarrollo. Es evidente que Aragón confunde el pensamiento como fenómeno psíquico con el pensamiento como fenómeno social.

[3] En cuanto a esa política oportunista de Lastra en el ámbito de la organización de las masas, desarrollaremos la correspondiente crítica tomando como centro el folleto “Lecciones del proceso electoral. Tareas de la izquierda peruana”, publicado bajo la firma del “Comité Creación Heroica”, pero escrito por Lastra (aunque tal vez en comandita con otro liquidador).

11.10.2025.



¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!

 

Carlos Moreno Pretende Tapar el Sol con un Dedo 

(Primera Parte) 

Eduardo Ibarra 

EN UNA NOTA colgada en un envío del índice del blog CREACIÓN HEROICA y hablando de sí mismo en tercera persona, Carlos Moreno continúa mostrando la misma falta de argumentos y la misma falta de moral revolucionaria que mostró cuando escribió “Breve comentario a un artículo de Eduardo Ibarra”.

Como se recordará, en dicho comentario Moreno recurrió a las más desvergonzadas mentiras, mostrando así su incapacidad de sostener un debate de ideas (ver el artículo de César Risso “Falsificaciones e infundios en defensa del liquidacionismo de derecha”, publicado en marzo del presente en el blog CREACIÓN HEROICA, y las dos primeras partes de nuestro artículo “El trasfondo de un artículo de Carlos Moreno”, publicados a partir de marzo en el mismo lugar).

Cuatro meses después –y ya desenmascarado– en una expresión más de vergonzoso servilismo con respecto a Lastra, Moreno continuaba en lo mismo en su aludida nota. Veamos, pues, sus artes antimarxistas.


… la serie de acusaciones que lanza Eduardo Ibarra contra el c. Jaime Lastra y contra los que integran el Comité Político Creación Heroica.


Esta frase pretende que las denominadas “acusaciones” son falsas. Pero ocurre que tales “acusaciones” son menciones de hechos cometidos por Lastra, todos ellos documentados, evidenciados, con referencia incluso de las respectivas fuentes en los casos en que fue necesario. Así que, una vez más, lo que hace Moreno es pretender descalificar nuestra crítica a tales hechos con una frase no seguida de demostración, con una frase engañosa. Por otro lado, los términos con los que se refiere al Comité al que pertenece, produce la impresión de que cree que el mismo es intocable. Pero ocurre que ningún partido ni ningún grupo con una membresía incapaz de luchar contra el oportunismo en sus propias filas, puede estar exenta de la crítica.

Recordando su artículo “Breve comentario…”, Moreno dice:

… principalmente se le pide a Ibarra que no sea subjetivo y que no invente situaciones que no se ajustan a la verdad.


Con esta afirmación, Moreno muestra que continúa jugando a ser Dios, pues es evidente que espera que la frase que comentamos sea considerada como cierta por el lector solo porque él la dice. Para desgracia de este Dios de carne y hueso, cada crítica a Lastra se ajusta, como ya dijimos con otras palabras, a la verdad pura y simple.(1)

Todo lo expuesto hasta aquí da cuenta de que Moreno no aprende, que es reacio a aprender, que no es capaz de aprender, es decir, que es un falsario tozudo.

Encubriendo el liquidacionismo de su grupo –o más bien intentando hacerlo–, Moreno dice más adelante:


[Eduardo Ibarra] se llena de citas de Lenin y de Mariategui (sic) para "demostrar" el supuesto liquidacionismo del grupo político con quién pretende debatir.

Le recordaremos al autor de esta cita lo que a propósito escribimos en “El trasfondo de un artículo de Carlos Moreno”:


… tempranamente en este artículo (así como con anterioridad, en setiembre del año pasado, en el “Pronunciamiento” del CRJCM), dejamos en negro sobre blanco que el liquidacionismo de Lastra deriva de su concreta intención de fusionar en “un núcleo de dirección” a marxista-leninistas y liquidadores.

Pero, silenciando esta verdad y desviando así el debate, Moreno insiste ahora en su maniobra diciendo que nos llenamos “de citas de Lenin y de Mariategui para ‘demostrar’ el supuesto liquidacionismo” de su grupo. Pero esta insistencia en la treta muestra su torpeza: la prueba irrefutable del liquidacionismo de Lastra es –lo repetiremos para ver si en esta oportunidad Moreno es capaz de entender– es el intento de amalgamar en un mismo organismo de tipo partidario a marxista-leninistas (el CRJCM) y liquidadores (el grupo de Ramón García y el grupo del propio Moreno). Las citas de Lenin nos sirven para que se comprenda cabalmente lo que es el liquidacionismo en cualquier caso, y las de Mariátegui para que se entienda perfectamente que el liquidacionismo está ligado a la abjuración del marxismo-leninismo, como abiertamente ocurre en el grupo de Ramón García y encubiertamente en el grupo de Lastra, a más de estar ligado al abandono de la política de clase, como, con algunos rasgos distintos, ocurre en ambos grupos. Es claro entonces que el Dios Moreno no entiende lo que lee o que, deliberadamente, falsifica nuestras afirmaciones. Es, pues, un Dios obtuso o, en su defecto, falsario. Además, es menester subrayar que, al intentar negar el liquidacionismo de su grupo diciendo que solamente es “supuesto”, está diciendo que es nada más que una suposición, una “situación inventada”, una “alucinación” nuestra, repitiendo así la repugnante maniobra de Lastra. De este modo llega al mismo grado de miseria moral de este último. Por lo demás, retorciendo la realidad, Moreno, como hemos visto, dice que nuestro artículo “El trasfondo…” no debate, sino que apenas “pretende debatir” con su grupo. Pero sobre esta cuestión hablaremos más adelante.

       Es pertinente recordar que nuestro personaje se encuentra en deuda con los lectores, pues en la segunda parte de “El trasfondo de un artículo…”, lo emplazamos a que señale puntualmente aquellas afirmaciones nuestras sobre su mentor Lastra que él mismo sugiere que no son falsedades sino afirmaciones probadas. Pero, no obstante haber pasado siete largos meses, no ha tenido el valor elemental de hacerlo. En cambio, con una deplorable obcecación, insiste en sus falacias y en sus sofismas, que es todo lo que ha mostrado como bagaje.

       Moreno dice:


Se sabe que este debate entre Eduardo Ibarra y Jaime Lastra no es de ahora; es de hace varios años, y en su momento el c. Jaime Lastra rebatió los argumentos de Ibarra y existen esas (sic) documentos. (…) se le pide a Ibarra que no sea subjetivo y que no invente situaciones que no se ajustan a la verdad.

Como se puede ver, la deliberada ceguera de Moreno no tiene remedio. Como quedó tempranamente señalado en “El trasfondo de un artículo…”, el debate con Lastra tiene su causa en el hecho de que tan pronto decidió levantar tienda propia, comenzó a sostener ideas liberal burguesas que, no obstante que fueron oportunamente criticadas, lo condujeron rápidamente a una desviación de derecha. No existió entonces ningún argumento válido de Lastra, es decir, no pudo rebatir ni uno solo de nuestros argumentos. Los documentos que dan cuenta de dicho debate los hemos publicado nosotros mismos en nuestro blog CREACIÓN HEROICA, y ellos dan cuenta de los mediocres procedimientos de Lastra para encubrir sus ideas liberales, sus métodos criollos, su sofistería, sus falacias y sus arbitrariedades con respecto al CRJCM. Aún más: señalamos que, si lo creía pertinente, el lector podía leer el artículo “Egotismo en el socialismo peruano”, de Lastra, publicado en nuestro blog en agosto de 2014, donde despliega todas sus artes antimarxistas (desde el título, como se puede ver). Pues bien, el mencionado artículo fue refutado, punto por punto, en nuestro artículo “El espíritu criollo de Jaime Lastra” y, así las cosas, su pobreza argumentativa no puede ser reconocida sino confrontando su artículo con el nuestro. Pero Moreno intenta “enturbiar el agua” diciendo que “Lastra rebatió los argumentos de Ibarra y existen esas documentos”, pero, por supuesto, sin mostrar ninguno de estos famosos “documentos”. En su mencionado artículo, como en ninguna de sus cartas al CRJCM y al suscrito, Lastra pudo rebatir ni una sola de nuestras críticas, sencillamente porque las mismas están sustentadas en los hechos y, como lo sabe todo marxista, la verdad se busca en los hechos, y no en la palabrería de Moreno ni en la fraseología de Lastra. Hay que exigirle pues al primero que no mienta como es costumbre del segundo, que no se haga el ciego, que haga un esfuerzo por pensar alguna vez con objetividad y que deje de jugar a ser Dios.

También dice Moreno:


… en noviembre del 2024 se organizo (sic) un foro sobre el PC y el proceso de su Reconstitución al cual acudieron cc. que en su actividad política práctica reconocen de la necesidad (sic) de que el movimiento popular y el movimiento revolucionario cuente con su vanguardia, el cual (sic) es una gran carencia y debilidad que se constata en las luchas del pueblo y de los trabajadores.

Esta afirmación demuestra que Moreno no tiene ni la menor idea de lo que es la reconstitución del partido de Mariátegui. Ciertamente es una debilidad del proletariado peruano no contar actualmente con una vanguardia efectiva: las organizaciones que reclaman para sí la condición de ser marxista-leninistas, no tienen un peso específico importante entre las masas trabajadoras. La situación es preocupante, y no basta subrayarla, sino que, además, es necesario construir la salida: la reconstitución del partido de Mariátegui. No la apócrifa –la que sostienen Moreno y Lastra–, pues cualquiera entenderá que aquello de que los asistentes a las variopintas reuniones promovidas por su grupo “reconocen de la necesidad de que el movimiento popular y el movimiento revolucionario cuente con su vanguardia”, es una generalidad que puede firmarla incluso el PCP-Unidad, representante en nuestro medio del revisionismo jruschoviano-brezhneviano. LA RECONSTITUCIÓN DE PARTIDO ES LA RECONSTITUCIÓN DEL PARTIDO DE MARIÁTEGUI O NO ES NADA. En consecuencia, de lo que se trata –de lo que siempre se ha tratado– es de defender, actualizar y desarrollar los Fundamentos del Partido establecidos por Mariátegui en lo Ideológico, Teórico, Político y Orgánico, como hemos argumentado en nuestro libro Algunas cuestiones sobre el partido proletario y la reconstitución del partido de Mariátegui. De esta tarea el grupo de Lastra ha estado siempre lejos; más aún, la desdeñó como tarea básica; y, precisamente, sus famosas reuniones donde se habla de la cuestión del partido, prueban que, en cuanto a la tarea básica de la Reconstitución, está en una situación de ayuno. Los documentos que conforman el llamado “Compendio del socialismo peruano”, comprende una exposición de Lastra sobre la base de unidad que, por su superficialidad, muestra su extravío, y que, por otro lado, da cuenta de su irresistible propensión a copiar ideas de aquí y de allá sin mencionar a sus autores, lo que desde cualquier punto es una completa falta de honestidad intelectual (ver nuestro artículo “La tramposa reconstitución de Jaime Lastra”, cuya primera parte apareció en la edición de noviembre de este blog).

 

Nota

[1] La publicación de estas críticas a Lastra es bastante anterior a las afirmaciones de Moreno, por lo cual no es posible evitar señalar que la insistencia en las mismas por parte de este liquidador, es un acto particularmente necio y que, por eso, sus afirmaciones no pasan de ser, en conjunto, un desesperado manotazo de ahogado para intentar inútilmente desaparecer de la realidad los hechos que dan cuenta del derrotero oportunista de Lastra.

12.11.2025.

Economía


Reconstitución

Nota: 

El presente artículo es una contribución a la concepción de la Reconstitución en su dimensión teórica. 

01.12.2025.

Comité de Redacción.

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!

La Línea Teórica del Partido 

Eduardo Ibarra 

ASÍ COMO el Partido tiene una línea ideológica, una línea política y una línea organizativa, tiene también una línea teórica. ¿Cuál fue esta línea en el período de la Constitución del Partido? 

Son hechos de conocimiento común que, en algún momento de la segunda mitad de 1921, Mariátegui se asimiló al marxismo-leninismo; que en 1922 participó en la constitución de la primera célula marxista peruana; y que en 1923 regresó al Perú “con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase”. 

En la carta del 15 de setiembre de 1923 al grupo de Lima dirigido por Mariátegui, César Falcón da cuenta de que aquel le había alcanzado con anterioridad la idea de tener en cuenta las “características peculiares del medio” peruano. Es decir, tempranamente Mariátegui se había propuesto una aplicación vívida del marxismo a nuestra realidad concreta. 

Por eso, en un artículo publicado en Mundial el 17 de julio de 1925, escribió: 


El proyecto en gestación quiere que algunos intelectuales, movidos por un mismo impulso histórico, se asocien en el estudio de las ideas y de los hechos sociales y económicos. Y que apliquen un método científico al examen de los problemas peruanos. (Peruanicemos al Perú, p. 77). 

¿Cuál es el “método científico” al que se refirió Mariátegui? Pues el método marxista, sin ninguna duda. En la carta al Boletín de la Universidad Popular Gonzales Prada, escribió:

 

Hace año y medio propuse la organización de una especie de seminario de estudios económicos y sociológicos, que se proponga en primer término la aplicación del método marxista al conocimiento y definición de los problemas del Perú. Hoy renuevo mi proposición. (Martínez de la Torre, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, p. 272). 

En el “Mensaje al Congreso Obrero” (enero de 1927), Mariátegui ser extendió sobre la universalidad del marxismo y la necesidad de su aplicación a cada realidad concreta: 


El marxismo, del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades. 

En fin, en su célebre afirmación según la cual el socialismo debe ser en América creación heroica, va implícita la idea de que debe serlo en el Perú. 

       Por eso, en la “Advertencia” a sus famosos 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, escribió: 


Toda esta labor no es sino una contribución a la crítica socialista de los problemas y la historia del Perú. No faltan quienes me suponen un europeizante, ajeno a los hechos y a las cuestiones de mi país. Que mi obra se encargue de justificarme, contra esta barata e interesada conjetura. He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales. 

Lo expuesto es la línea teórica sostenida por Mariátegui, sobre cuya base fundó la teoría de la realidad y la revolución peruanas. Hoy, que luchamos por la reconstitución del Partido, es necesario continuar esa misma línea desarrollando la teoría del Socialismo Peruano: hoy, mañana y siempre. 

11.11.2025.



Nota 

El presente artículo es una contribución a la Reconstitución en punto a la nacionalidad de los militantes del Partido y, en general, a sus militantes en cualquier circunstancia histórica. 

O1.11.2025.

Comité de Redacción. 

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual! 

Acerca de un Punto del Internacionalismo Proletario 

Eduardo Ibarra 

I

Por su contenido, el movimiento comunista es un movimiento universal: la clase obrera es una clase universal; universal es su ideología, el marxismo-leninismo; universal es su lucha contra el capital y el régimen burgués; universal es su meta: la realización del reino de la libertad. 

Los obreros no tienen patria, proclamaron Marx y Engels en el Manifiesto comunista. Y precisaron: 


Mas, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués. 

Y precisaron aún más: 


Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado de cada país deba acabar en primer lugar con su propia burguesía. 

II 

En tiempos en que el partido del proletariado no existía bajo una forma orgánica, Marx habló del partido proletario para referirse a los comuneros que habían tomado el cielo por asalto. 

En estas circunstancias, Marx señaló: 


La Comuna concedió a todos los extranjeros el honor de morir por una causa inmortal… La Comuna nombró a un obrero alemán [Leo Frankel] su ministro del Trabajo… La Comuna honró a los heroicos hijos de Polonia [Jaroslaw Dombrawski y Walery Wróblewski], colocándolos a la cabeza de los defensores de París. (Carlos Marx, La guerra civil en Francia, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1978, p. 82-83) 

Este imperecedero ejemplo de internacionalismo dio al proletariado de todos los países el partido de la gloriosa Comuna de París. Después, hubo numerosos casos en que los partidos proletarios acogieron en sus filas a comunistas extranjeros. Karl Rádek, por ejemplo, nacido en Austria-Hungría, militó en el partido bolchevique; Rosa Luxemburgo, polaca de nacimiento, militó en el Partido Comunista de Alemania. En Nuestra América, el caso más conocido es la militancia del argentino Ernesto Che Guevara en el Partido Comunista de Cuba. 

En el tomo 2 de su libro La creación Heroica de José Carlos Mariátegui, Guillermo Rouillón expone los pormenores de la militancia de Mariátegui, primero en la fracción comunista del Partido Socialista Italiano y, después del Congreso de Liborno de este partido (enero de 1821), en el Partido Comunista Italiano surgido a partir de dicho Congreso. Por su parte, César Vallejo y César Falcón militaron en el Partido Comunista Español. En la reunión fundacional del Partido Socialista del Perú, participó el marxista rumano Bernardo Regman. Ni qué decir tiene que los casos anotados –así como otros muchos– son expresiones de internacionalismo proletario. 

Hoy, cuando se lucha por la Reconstitución, hay que reivindicar la idea de que cualquier adherente marxista-leninista extranjero que adhiera a la Creación Heroica de Mariátegui y a la línea política general de la revolución peruana, puede ser militante del Partido del proletariado peruano. Así, nuestro Partido afirmaría el internacionalismo proletario contra cierto nacionalismo estrecho de algunos partidos de la clase obrera. 

08.10.2025.


Internacionales

Nota: 

Publicamos a continuación una nota de Telesur que da cuenta de una carta enviada por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, a la OPEP, en la que denuncia la agresión que sufre su país por parte del gran matón global, Estados Unidos. Maduro defiende la soberanía de Venezuela y su derecho a mantener el control sobre sus recursos naturales. El día sábado 29 de noviembre el presidente de Estados Unidos, D. Trump, ordenó el cierre del espacio aéreo venezolano, sin estar facultado para ello por el derecho internacional, razón por la cual la alerta de agresión militar del imperialismo estadounidense contra Venezuela ha subido al máximo. Creación Heroica se manifiesta sin dudas de ninguna índole en defensa de Venezuela, que equivale a la defensa de la patria grande y de la humanidad. 

Comité de redacción.

01.12.2025. 

 

Venezuela Denuncia Ante la OPEP que EE.UU. Pretende Apoderarse de su Petróleo 

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, mediante una misiva denunció que el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe está orientado al objetivo de “apoderarse de las vastas reservas de petróleo de Venezuela, la más grande del planeta, por medio del uso de la fuerza militar letal”. La denuncia sucedió durante la 192ª reunión del Comité Ministerial de la OPEP y la OPEP­+, y está dirigida al Secretario General de la organización petrolera, Haitham Al Ghais. 

La vicepresidenta ejecutiva y ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez, leyó en el foro una carta del mandatario en la que subrayó las “crecientes e ilegales amenazas del gobierno estadounidense contra la República Bolivariana”. Maduro alertó que la campaña de hostigamiento iniciada por el presidente Donald Trump desde mediados de agosto representa un peligro claro para “la paz, seguridad y estabilidad regional e internacional”, especialmente en materia de energía. 

En su misiva, el jefe de Estado detalló que el despliegue incluye “más de 14 buques de guerra y 15 mil efectivos”, sumado a “más de 20 bombardeos contra pequeñas embarcaciones que derivaron en el asesinato extrajudicial de más de 80 personas”. Denunció que las amenazas reiteradas de “uso de la fuerza” violan de forma flagrante la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional”. 

El presidente venezolano hizo un llamado a los países miembros de la OPEP y OPEP­+ a considerar las consecuencias de intervenciones militares similares en otras naciones petroleras, citando los casos de Iraq y Libia. Advirtió que la pretensión estadounidense pone en “grave peligro la estabilidad de la producción petrolera venezolana y el mercado mundial”. 

Maduro reafirmó la postura de su gobierno de defender los recursos naturales energéticos y rechazar “cualquier tipo de chantaje o amenaza”, concluyendo con la frase: “¡Nada nos detendrá! ¡Seguiremos siendo libres y soberanos!”. Asimismo, solicitó que su carta sea distribuida entre los países miembros y convocó a una “unión productiva soberana, sin perturbaciones externas”. 

Fuente: Telesur



Latinoamérica en Llamas: la Guerra Silenciosa por su Conciencia Política 

Nicolas Schamne

LA DISPUTA CENTRAL del siglo XXI en América Latina no es solo económica ni electoral: es espiritual. La región atraviesa una mutación religiosa que reconfigura el poder político y redefine quién decide el rumbo social del continente. 

Durante medio milenio, la identidad latinoamericana se sostuvo sobre la arquitectura del catolicismo. Pero hoy ese edificio cruje. El retroceso de la Iglesia no es un simple declive institucional: es el derrumbe de un horizonte cultural que ya no logra ordenar el sentido colectivo. 

Mientras el Vaticano osciló entre modernizarse y atrincherarse, terminó dejando un vacío que nunca supo administrar. La ofensiva contra la Teología de la Liberación —una doctrina que había devuelto la política a los pobres— abrió la puerta a nuevas corrientes religiosas más alineadas con la agenda conservadora global. 

Los datos son elocuentes: en una región donde casi todos crecieron bajo el rito católico, una porción creciente migra hacia espacios evangélicos que ofrecen menos tradición y más emocionalidad; menos estructura y más pertenencia. El catolicismo se burocratizó, los seminarios se vaciaron y la liturgia institucional perdió impulso frente a grupos que prometen transformación inmediata. 

Ese hueco fue ocupado por iglesias evangélicas de estilo empresarial, con expansión veloz y un discurso perfectamente adaptado al clima neoliberal. Su combustible ideológico es una doctrina que convierte la acumulación material en un sello de bendición divina, un sistema que desplaza la solidaridad por la competencia y que categoriza la pobreza como una falla personal antes que como una injusticia estructural. 

Este marco teológico encaja sin fricción en la maquinaria de las nuevas derechas. No es fe inocua: es arquitectura de poder. Muchos líderes religiosos participan directamente en política, administran recursos considerables y manejan redes de contención emocional en barrios que el Estado abandonó. Desde allí empujan una agenda regresiva en derechos sociales, género, educación y libertad cultural. 

Mientras tanto, el catolicismo —que alguna vez administró hegemonía— apenas logra articularse como un contrapeso ético. Habla desde afuera, mientras los nuevos pastores legislan desde adentro. 

El catolicismo carga una paradoja histórica: predica solidaridad, pero durante décadas avaló proyectos que la negaban. Esa fractura —entre doctrina social y conducta política— es una herida que arrastra desde el siglo XIX. La incapacidad de sus élites para sostener una posición firme ante los autoritarismos, el neoliberalismo radical o la desigualdad estructural debilitó su credibilidad. 

Esa contradicción estalló cuando sectores de derecha comenzaron a atacar no solo las banderas sociales de la Iglesia, sino al propio Papa. Cuando se transformó en blanco de la furia libertaria, el catolicismo volvió —tarde, pero volvió— a abrazar la defensa de los excluidos. Surgieron curas que, lejos de la indiferencia institucional, se plantaron para exigir coherencia moral y denunciar la desigualdad como pecado público. 

Con la llegada de un sucesor que promete retomar el espíritu renovador del Concilio Vaticano II, el mundo católico intenta reconstruirse. Pero enfrenta una batalla doble: reorganizar su propia casa y recuperar a fieles desencantados —muchos de los cuales votan en contra de la justicia social que la Iglesia dice defender. 

Lo que avanza no es un fenómeno religioso, sino un cambio estructural en la arquitectura política de América Latina. Mientras el catolicismo se ve obligado a actuar como un “contrapoder moral”, los movimientos evangélicos condicionan gobiernos, moldean culturas públicas y operan con eficacia electoral. 

La pregunta de fondo es quién captura el corazón político de la región. Porque no se discute solo teología: se discute el modelo de desarrollo, la idea de igualdad, la legitimidad del Estado y la concepción misma de justicia. 

Si la Iglesia no logra recuperar su vínculo con los sectores populares y reconstruir una narrativa ética que dialogue con sus propias bases, la ola conservadora seguirá expandiéndose hasta fijar un orden que naturaliza la desigualdad y santifica el ajuste. 

La identidad latinoamericana está en un cruce de caminos. O reconstruye un proyecto de comunidad organizada —donde el Estado proteja a los últimos y no a los primeros— o quedará atrapada en un modelo que convierte al desigual en culpable y al privilegiado en elegido. 

Lo que está en juego es el alma social de la región. Y esa batalla, aunque silenciosa, ya está en marcha.


Stalin

Stalin. Historia y Crítica de una Leyenda Negra

(22)

Domenico Losurdo

Utopía exaltada y prolongación del Estado de excepción

Obviamente, la larga duración del Segundo período de desórdenes no es meramente un dato objetivo. ¿Qué papel desempeñan en su prolongación los estratos intelectuales y políticos, así como la ideología en la que se inspiran? Una corriente de pensamiento que tiene en Arendt su punto de referencia, se dedica sobre todo a la búsqueda del original ideológico que sería propio de aquellas revoluciones cuyo desarrollo fue más tortuoso.  Me parece más fructífero un enfoque diferente, que tome impulso de una sociología comparada de los estratos intelectuales y políticos. En los movimientos que desembocaron en una revolución, tanto en Francia como Rusia, vemos trabajar a los «pordioseros de la pluma» -Gueuxplumées, según la definición de Burke-, o los «Pugacev de la Universidad», según la definición de Maistre. Se trata por tanto de intelectuales   no propietarios, cuyos adversarios despreciaban por "abstractos". No hay duda de que los intelectuales propietarios llegan a la caída del antiguo régimen teniendo ya tras de sí una experiencia política real e incluso de práctica del poder político. En EEUU los propietarios de esclavos, de cuyas filas provienen los intelectuales y estadistas más prominentes (durante treinta y dos de los primeros treinta y seis años de vida de la República norteamericana, quienes ejercen la Presidencia son precisamente propietarios de esclavos), no se limitan a disfrutar de su riqueza como una especie "peculiar" de propiedad privada junto a las otras: sobre sus esclavos ejercen un poder al mismo tiempo ejecutivo, legislativo y judicial. Consideraciones no muy diferentes podrían hacerse respecto a la Inglaterra de la Revolución Gloriosa: la propiedad de tierras (de la que a menudo provienen intelectuales y dirigentes liberales) está muy presente en la Cámara de los Lores y en los Comunes, y junto a la gentry controla directamente a los jueces de paz, detentando así el poder judicial también. La cita con el poder encuentra menos preparados a los intelectuales no propietarios. Su abstracción contribuye a hacer más problemático y atormentado el proceso de estabilización de la revolución. Existe sin embargo otra cara de la moneda: son precisamente esa "abstracción" y distanciamiento de la propiedad los que hacen posible para los «pordioseros de la pluma» apoyar la abolición de la esclavitud en las colonias, y a los «Pugacev de la Universidad» dar su apoyo al proceso de descolonización, que se desarrollará después a nivel planetario.

En la larga duración del Segundo período de desórdenes es indudable también el papel desarrollado por la ideología. Es necesario sin embargo añadir enseguida que no se trata solamente de la ideología de los bolcheviques. Hemos visto las esperanzas mesiánicas que acompañan al derrumbe de la autocracia zarista y sabemos también que el motivo de la revolución traicionada supera los límites de Rusia y del movimiento comunista. Poquísimos meses o semanas después   de octubre de 1917, Kautsky subraya cómo los bolcheviques no mantienen o no son capaces de mantener ninguna de las promesas esgrimidas en el momento de la conquista del poder:

Ahora es cuando el gobierno de los Soviets se ha visto obligado a diferentes compromisos frente al capital [...]. Pero más que frente al capital ruso, la República de los Soviets tuvo que retroceder ante el alemán, y reconocer sus pretensiones. Es todavía incierto cuándo volverá el capital de la Entente a introducirse en Rusia; todo apunta a que la dictadura del proletariado haya aniquilado al capital ruso solamente para ceder el puesto al alemán y americano"?290

Los bolcheviques habían llegado al poder prometiendo «la propagación bajo el impulso de la experiencia rusa, de la revolución en los países capitalistas». ¿Pero qué había sido de ésta perspectiva «grandiosa y fascinante») Había sido socavada por un programa de «paz inmediata a cualquier precio». Estamos en 1918 y paradójicamente la crítica de Kautsky a Brest-Litovsk no es muy diferente a la que hemos visto ya, especialmente en Bujarin.

Más allá de las relaciones internacionales, aún más catastrófico es, siempre para Kautsky, el balance de la Revolución de octubre en el plano interno:

Echando fuera los restos del capitalismo, ésta ha expresado más pura y fuertemente que nunca la fuerza de la propiedad privada de la tierra. Ha hecho del campesino, hasta ahora interesado en la disolución de la gran propiedad privada de la tierra, un enérgico defensor de la propiedad privada creada ahora, y ha consolidado la propiedad privada de los medios de producción y la producción de mercancías291.

De nuevo nos vemos llevados a pensar en aquellos que, también dentro del partido bolchevique, describen la persistente propiedad privada de la tierra y la NEP como un culpable abandono de la vía socialista.

La ulterior colectivización de la agricultura no acaba con la denuncia de traición; ésta, precisamente a mediados de los años treinta, encuentra su expresión orgánica en el libro de Trotsky dedicado a la «revolución traicionada». Es interesante notar cómo las imputaciones fundamentales de esta acusación estén de algún modo ya presentes en el libro de Kautsky de 1918. Veamos de qué manera argumenta el eminente teórico socialdemócrata: si la propiedad privada individual también es sustituida por la propiedad cooperativa, no debe olvidarse que ésta última es solamente «una nueva forma de capitalismo». Por otro lado, la misma «economía estatal no es todavía el socialismo») y no solamente por el hecho de que continúan subsistiendo el mercado y la producción mercantil292. Hay algo más. La liquidación de determinada forma de capitalismo no significa en absoluto la liquidación del capitalismo como tal: el nuevo poder «puede anular muchas formas de propiedad capitalista»).

Ello no significa todavía la «fundación de una producción socialista», realidad, en la Unión Soviética ha surgido o está surgiendo una nueva clase explotadora: «En el lugar de aquellos que hasta ahora eran capitalistas, ahora convertidos en proletarios, entran intelectuales o proletarios, ahora convertidos en capitalistas»293. Si también Trotsky, a diferencia de ciertos seguidores suyos más radicales, prefiere hablar de «burocracia», más que de nueva clase capitalista, quedan claras las analogías entre los dos discursos comparados aquí, sobre todo porque también para el revolucionario ruso la «burocracia soviética» parece aspirar a «alcanzar a la burguesía occidental».294 Desde luego, no faltan diferencias. Para Kautsky es el grupo dirigente bolchevique como tal el que ha abandonado y de algún modo traicionado los nobles ideales del socialismo; por lo demás, más que de una elección y de una abjuración subjetivas y conscientes, tal abandono es expresión de la «impotencia de todos los intentos revolucionarios que no han tenido en cuenta las condiciones   objetivas sociales y económicas»295. En comparación con Trotsky, parece más convincente el discurso de Kautsky, pues no comete la ingenuidad de explicar gigantescos procesos sociales objetivos (que más allá de Rusia han implicado a toda una serie de otros países), ¡clamando contra la traición de un restringido estrato político, o incluso de una única personalidad, que cumple así un papel de deus ex machina). Hay sin embargo un momento en el   que también el dirigente socialdemócrata alemán introduce la categoría de traición subjetiva y consciente. Los bolcheviques la habrían consumado cuando, ignorando voluntariamente la inmadurez de las condiciones objetivas, se abandonan al «culto a la violencia» que sin embargo «el marxismo condena   duramente»296. Es solamente la elección inicial de desencadenar la Revolución de octubre la que es sinónimo de abjuración de los nobles ideales de Marx y el socialismo; en este caso, sin embargo, la acusación de traición implica no menos a Trotsky que a Lenin y Stalin. Queda todavía por ver si la condena que Kautsky pronuncia respecto al «culto a la violencia» de los bolcheviques sea compatible con el reproche de haber querido en Brest-Litovsk «una paz inmediata a cualquier precio».

Más importante que las diferencias son las analogías que subsisten entre los dos teóricos del marxismo aquí examinados conjuntamente. En ambos discursos la visión mesiánica de la sociedad futura abre un abismo entre la belleza del socialismo y comunismo auténticos, por un lado, y la irremediable mediocridad del presente y lo real, por el otro: se intenta colmar ese abismo recurriendo en el caso de Trotsky a la categoría de traición, y en el caso de Kautsky a la categoría de inmadurez objetiva de Rusia, que acaba inevitablemente provocando la desfiguración y traición de los ideales originarios. Para el dirigente socialdemócrata alemán, dado el «retraso económico» de un país que «no pertenece a los Estados industriales evolucionados», va de suyo el fracaso del proyecto socialista: «En realidad, en Rusia se está realizando la última de las revoluciones burguesas, no la primera de las socialistas. Esto cada vez está más claro. La actual Revolución rusa podrá asumir un carácter socialista solamente cuando coincida con una revolución socialista en Europa   occidental»297. De nuevo nos encontramos con los deseos y pronósticos de Trotsky.

En efecto, surgida ya en la Revolución de febrero, la visión mesiánica de la nueva sociedad todavía por construir acaba siendo defendida, de modos diferentes y contrapuestos entre ellos, por una franja bastante amplia. Es una dialéctica que se manifiesta con especial claridad en ocasión de la introducción de la NEP. Los escandalizados no serán solamente sectores importantes del partido bolchevique, y tampoco es siempre la preocupación por la fidelidad a la ortodoxia marxista la que motiva la indignación. Si el cristiano Pierre Pascal lamenta la llegada de una nueva «aristocracia» y el perfilarse de un proceso «contrarrevolucionario», el gran escritor Joseph Roth menciona   contrariado la «americanización» que vive la Rusia soviética, perdiendo no solamente la vía al socialismo sino su misma alma, para caer así en «el vacío espiritual»298. A los gritos de escándalo por las esperanzas mesiánicas defraudadas y traicionadas, les corresponden en el campo burgués los gritos de triunfo por el hecho de que, con la introducción de la NEP, también Lenin -así se argumenta- se ve obligado a dar la espalda a Marx y al socialismo. He aquí de nuevo la categoría de traición, aunque declinada esta vez con un juicio de valor positivo.

Paradójicamente, empujando de algún modo a los bolcheviques en dirección a una nueva revolución se encontraba un frente más bien amplio y heterogéneo. Los horrores de la guerra habían   llevado a Pascal a profetizar con tonos apocalípticos, ya en agosto de 1917, «una revolución social universal» de una radicalidad sin precedentes299. En el frente opuesto, adversarios y enemigos de la Revolución de octubre estaban listos para celebrar su fracaso cada vez que en Rusia se perfilaba el intento de pasar de la fase de espera mesiánica a la menos enfática pero más realista de construcción de una nueva sociedad, todo esto no podía dejar  de reforzar la tendencia ya bastante presente en el partido bolchevique, por tanto también del clima espiritual suscitado por la guerra, de radicalizar ulteriormente los motivos utópicos del pensamiento de Marx. En este sentido la ideología que contribuye a la prolongación del Segundo período de desórdenes resulta estar enraizada ella misma en una concreta situación objetiva.

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(290) Kautsky (1977), p. 121.

(291) lbid, p. 113.

(292) lbid, pp. 119 y 122.

(293) lbid, pp. 120-1.

(294) Trotsky (1988), p. 848 (= Trotsky, 1968, p. 143).

(295) Kautsky (1977), p. 129.

(296) lbid.

(297) lbid, p. 100.

(298) En Flores (1990), pp. 41 y 53.

(299) En Furet (1995), p.  127.

 


CREACIÓN HEROICA