La Fantasía Económica de la Propaganda Electoral de Javier
Milei
Cesar Risso
UNA DE LAS MÁS GROTESCAS, y pintorescas, propuestas de
política económica es la que viene desarrollando como propaganda electoral, el candidato
a la presidencia de Argentina, Javier Milei.
La devolución de la libertad a los argentinos,
consigna que repite porfiadamente Milei, consiste, según este curioso personaje,
en el libre mercado, pues considera que el mercado es el mejor asignador de
recursos.
Qué se entiende por libre mercado. Que la producción y
el consumo se enfrentan en el mercado sin ningún tipo de control. O para
decirlo con exactitud, que los productores (empresarios), que son los
propietarios de los medios de producción, producen y llevan al mercado la
cantidad de mercancías que, según su criterio, les permitirá obtener las
máximas ganancias; mientras que los consumidores, irán al mercado a adquirir
las mercancías que necesitan para satisfacer sus necesidades. En esta
confrontación, solo después, en el mercado, se percatan los productores si se
ha producido poco o mucho de las mercancías, en base al precio.
Así, el libre mercado, o libre competencia, no es otra
cosa que la anarquía de la producción. Cada empresario privado tratará de
desplazar a sus competidores, buscando la forma de aumentar su producción y
venta, y con ello apropiarse, a través de la venta, de la plusvalía que les ha
arrancado a los trabajadores asalariados en el proceso de producción.
En otras palabras, y para decirlo llanamente, el libre
mercado puede dar como resultado la hambruna más espantosa, o la quiebra masiva
de los productores.
Esto se debe a que detrás del libre mercado se
encuentra la ley económica fundamental del capitalismo. La ley de la plusvalía,
o de la búsqueda de ganancia, como la conciben los burgueses, que se expresa en
la rentabilidad de la inversión de los capitalistas. Cuando la tasa de ganancia
disminuye, entonces reducen la producción de la mercancía, y trasladan su
capital a la producción de otras mercancías. Si las ganancias por la producción
de alimentos disminuyen, entonces reducirán la producción de alimentos, y
producirán calzado deportivo, por ejemplo. Como se puede apreciar, no se trata
para los capitalistas de satisfacer las necesidades de los trabajadores
asalariados, y de las clases populares en su conjunto.
El enunciado con el que justifican el libre mercado
consiste en la propuesta de Adam Smith. Este indica que los empresarios,
produciendo de forma privada, para su propio beneficio, de forma egoísta, sin proponérselo
logran el beneficio de los demás, dado que dicha producción permite que los
consumidores adquieran las mercancías que necesitan. Sin embargo, hay que
indicar, que la propuesta de Adam Smith iba dirigida contra la monarquía,
contra las trabas que imponía a la libre producción de mercancías.
Se trata de que los valores de uso, es decir, las
mercancías, son el vehículo de la ganancia. Sin mercancías que tengan valor de
uso, estas no podrían venderse y en consecuencia la plusvalía no se realizaría.
De modo que los capitalistas producen mercancías que satisfacen las necesidades
de los consumidores porque no hay otra forma de obtener ganancias. A los
capitalistas no les importa si las clases populares se mueren de hambre. Solo
les importa las ganancias.
Cuando hablamos de consumidores es necesario señalar
que esta es una categoría que engloba a los trabajadores asalariados, a los
desempleados (ejército industrial de reserva), y a las clases populares en
general. De modo que la demanda (el consumo), dependerá de los ingresos que
obtienen estas diversas categorías de consumidores. En consecuencia, es fácil
reconocer, que el mercado es una abstracción que encubre la diversa condición
de los consumidores, y por ello oculta el estado de pobreza en que se
encuentran.
Si a esto le agregamos que nos encontramos en la época
del imperialismo, de dominación de los monopolios, entonces el llamado libre
mercado no existe, y lo que se nos propone como libre mercado no es otra cosa
que el saqueo abierto de las clases trabajadoras, por medio del sistema de trabajo
asalariado, así como de los consumidores pertenecientes a las clases populares,
incluyendo los desempleados, a través de las ventas de las mercancías a precios
de monopolio.
Cuando Javier Milei habla de devolverle la libertad a
los argentinos se refiere a que el Estado va a dejar de ejercer la regulación
de los precios, así como de los impuestos, etc. En pocas palabras, la propuesta
de Milei es el liberalismo absoluto.
El embrollo mental que tiene Milei respecto al Estado
lo conduce a considerar que la intervención del Estado en la economía es
socialismo. Pero se olvida de que el Estado que critica es el Estado
capitalista. Es el Estado que representa los intereses de las empresas transnacionales
y de las grandes empresas nacionales. Y que, en consecuencia, el fracaso del
gobierno pequeño burgués argentino, de la socialdemocracia, es el fracaso de
una de las versiones del capitalismo.
Milei habla de libre mercado, y enseguida plantea que
el problema se presenta por el lado de la inversión, no por el lado del
consumo. Vale decir que renuncia al libre mercado, pues abandona el consumo
como aspecto del libre mercado. Pero, además, la promoción de la inversión es
la intervención del Estado para favorecer a los empresarios. De modo que lo que
llama libre mercado, a pesar de los griteríos de Milei, es propaganda para
encubrir el apoyo a los capitalistas.
Otra de las propuestas de Milei es la eliminación del
Banco Central de Argentina, y en consecuencia el reemplazo de su moneda por el
dólar. Esto se debe, siempre según Milei, a que la inflación es un fenómeno
monetario, y que, por lo tanto, eliminando la emisión de billetes y monedas, la
inflación desaparecerá. Si bien es cierto la inflación puede deberse a un
fenómeno monetario, no es la única causa.
Aquí la ilusión consiste en creer que la inflación se
puede controlar con el cambio de la moneda nacional por el dólar; que el dólar
tiene el atributo de no afectar los precios de las mercancías, a pesar de los
procesos inflacionarios que se han presentado en los Estados Unidos.
La inflación, cualquiera que sea la causa inicial, es
una de las formas en que se da la competencia entre los capitalistas, pues el
incremento de los precios no es igual para todas las mercancías, y por ello al
variar los precios relativos afecta de manera distinta a los diversos sectores
de capitalistas, beneficiándose unos y perjudicándose otros.
“Javier Milei propone
eliminar el Banco Central, dolarizar Argentina, que la educación no sea
gratuita ni obligatoria, que se pague por la atención de la salud, la libre
portación de armas, la venta legal de órganos, entre otras iniciativas.”1
Milei critica al Estado, al
Estado burgués hay que subrayar, diciendo que la intervención del Estado es
socialismo, haciendo responsables a los socialistas de las políticas burguesas.
El gran y a la vez burdo engaño de Javier Milei, se
basa en la critica al gobierno socialdemócrata argentino. Todas las taras de la
burguesía concentradas en el gobierno de Alberto Fernández, han servido para
las propuestas absurdas de Milei.
Dos
versiones del capitalismo se encuentran disputando el gobierno del poder en
Argentina. Al final de la contienda el poder seguirá en manos del capitalismo,
de la burguesía; cualquiera que sea el experimento económico que implementen,
seguirá el sistema de trabajo asalariado, con todas las consecuencias ya
conocidas.
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