Lecturas
y Relecturas: Carlos Marx vs. Martha Hildebrandt
Julio
Carmona
RELEYENDO EL TEXTO de Marx,
«Carta a Pavel Annenkov», al que mucho se recurre por ser una magistral
síntesis de sus ideas en varios tópicos, especialmente el económico —por cierto—
rescaté la siguiente cita, más que nada por su perfección formal, casi casi
prosa poética:
«La
pólvora continúa siendo pólvora, indistintamente de que se la emplee para herir
a un hombre o para restañar sus heridas». (Marx, 1973: 535).
Y me sirve ahora para
cotejarla con otra lectura del libro de la lingüista Martha Hildebrandt (2011),
1000 palabras y frases peruanas1.
Ahí la autora —con esa pedantería proverbial que la personaliza— dice de la
palabra restañar que
«no
puede referirse —ni siquiera en sentido figurado— a una herida: se
restaña la sangre de una herida, no la herida misma» (p. 285. Cursiva mía).
Pero la soberbia congénita
que —ya dije— personaliza a la doctora Hildebrandt, hace que desbarre en más de
una oportunidad al tratar del sentido figurado de algunos de los artículos que
recopila, pues lo característico de este (del sentido figurado) es la
desnaturalización del concepto o la idea en su acepción primigenia, recta,
específica, ceñida a lo etimológico.
Y,
en el caso referido, si el DRAE y la etimología señalan —como lo precisa la
lingüista— que ‘restañar’ es «detener una hemorragia o el derrame de otro
líquido», pues —dice— «viene
del latín restagnare ‘inundar’ o
‘estancar’, referido al agua que se desborda y forma lagunas o estanques»,
entonces, precisamente (agrego yo), el sentido figurado (por ejemplo, la
metonimia) estaría asumiendo al continente (herida) por el contenido (sangre)2;
por lo tanto, sí se puede usar en sentido figurado la frase «restañar sus
heridas», contrariando lo dicho por la lingüista, amén de que ella misma se
contradice, pues es suya la tesis de que es el «mal uso» (si este fuera el
caso, y no lo es) el que se impone en materia lingüística. En tal sentido, si
el uso de ‘restañar’ no es solo del habla vulgar3 sino del «habla
culta del Perú y de otros países de América» (como ella lo afirma al iniciar su
comentario del artículo aludido), ese supuesto mal uso es el que se impone;
ergo, éste le da carta de ciudadanía.
Pero
en el libro citado hay otras muestras de la limitada sagacidad que manifiesta
la autora respecto del uso figurado. Veamos. Al tratar el artículo «bobo», ella
misma dice que viene del latín balbus
‘tartamudo’ (p. 46), y precisa que
«en
el habla popular peruana se ha extendido modernamente un uso sustantivo de bobo
que designa el ‘reloj de pulsera’ y el ‘corazón’4.» Pero, de
inmediato, acota lo siguiente: «La relación entre el tic tac del reloj y los
latidos del corazón es entendible; no así la que pudiera existir entre tonto
y reloj o corazón, documentada en gran parte de Sudamérica».
Y sobre el particular se
debe decir que, si ella misma proporciona la etimología, en su acepción de
«tartamudo», esta connotación es perfectamente transferible a los casos
aludidos (es decir, que tonto, reloj y corazón, sí, se condicen con bobo),
en sentido figurado, considerando que ese sonido tartamudeante, repetitivo,
atosigante, bien puede relacionarse con una acción tonta o boba. Llama, pues,
la atención que la lingüista se sorprenda con ese nexo de sonoridades, negándole
pertinencia (dice que ‘no es entendible’) a pesar de que sí la admite en otro
caso (aunque también le parece sorprendente). Veamos:
«Chanfainita.
Este diminutivo de chanfaina (que en el Perú puede significar
‘desorden’) designa entre nosotros un guiso preparado a base de bofe de vacuno5.
Chanfaina viene del catalán sanfaina, equivalente de nuestra chanfainita.
Y sanfaina viene, a su vez, del latín simphŏnĭa, es decir:
‘sinfonía’. Chanfaina se documenta en castellano desde el siglo XVII
ya con el sentido de ‘guisado de bofes’»6 Pero agrega la
peculiar lingüista: «Sorprendente ejemplo de íntima relación entre un modesto
guiso y la más excelsa expresión de la música culta» (p. 74).
Con lo que ella misma
desautoriza su anterior observación de bobo
atribuido a tonto y corazón. Y en el caso específico de
chanfaina, cabe preguntarse: ¿Por qué se sorprende la célebre lingüista de esa
hibridación de «lo culto» con lo popular?, si bien se sabe que ese comercio es
fluido. Pero, al parecer —para la lingüista Hildebrandt— lo es por el
atrevimiento del pueblo de degenerar al habla culta. El refinado oído de la
lingüista no admite mezclar ciertos sonidos —también refinados— con otros más
pedestres o «de a pie»; en el caso de la chanfainita:
el sonido bastante estridente de la fritanga y la armonía sinfónica.
Sin
embargo, hay otras opiniones de la misma lingüista que explican esa deficiencia
interpretativa; por ejemplo, en el artículo referido a la frase
«De
color de hormiga», dice: «Esta locución adjetiva se usa en el Perú y en otros
países de América para expresar que una situación ha empeorado o se ha hecho
crítica; de color de hormiga se emplea con verbos como ponerse o estar.»
(p. 117).
Hasta aquí la explicación
denotativa; pero luego viene la interpretación (en el plano connotativo) de la
Dra. Hildebrandt, que es donde desbarra. Dice:
«La
alusión al color negro del insecto mencionado es clara como símbolo de
peligro o gravedad, pues se basa en la inmemorial asociación del color negro
con la desgracia y en los seculares usos negativos de ese adjetivo.»
Y, en principio, en la frase
misma no hay ninguna alusión al color negro,
porque no todas las hormigas son de ese color. Es como si al emplearse la
siguiente frase: «Del color de África», también se dijera que se está aludiendo
al color negro, cuando bien se sabe
que no todos los africanos lo son. En todo caso, la alusión a la hormiga podría
referirse a su pequeñez que es poco distinguible a simple vista, y no a su
color.
Y la
explicación de sus falencias hermenéuticas —sí aludida— está en su precaria
capacidad interpretativa, al extremo que —cuando se da por vencida— opta por la
evasión o —para usar una frase cara a don Antonio Machado— por «saltársela a la
torera». Veamos un ejemplo:
«Como
la mona. Esta locución adverbial peruana y rioplatense significa ‘muy mal’,
generalmente en respuesta a preguntas sobre la condición de personas o asuntos.
Verbos como estar, resultar, salir o andar,
antecedidos por el interrogativo ¿cómo?, son usuales: –¿Cómo va el
negocio? –Como la mona. —¿Cómo estás de tu alergia? —Como
la mona.» [Y concluye la ilustre lingüista]: «Queda en el aire qué relación
puede tener la hembra del mono con graves situaciones de problemas» (p. 96).
Y una posible interpretación
es la que se desprende de la forma como hace quedar su interpretación la señora
Hildebrandt: «queda en el aire», es decir, quedarse colgado del aire, en
situación difícil en la copa de un árbol para el caso de la mona, es lo que se
podría atribuir a la frase para encontrarle la pertinencia que la afamada
lingüista no es capaz de intuir.
Sobre
estas disquisiciones lingüísticas, para terminar, lo hago como al comenzar,
citando a Marx que —en carta dirigida a Engels— dice:
«¿Qué
diría el viejo Hegel si en el otro mundo se enterase de que general (Allgemeine)
no significa entre los pueblos germanos y escandinavos otra cosa que la tierra
comunal y que lo particular (Sundre, Besondre) no es sino la
propiedad privada (Sondereigen) segregada de esta tierra comunal?
¡Maldición! Resulta que las categorías lógicas, a pesar de todo, se desprenden
directamente de ‘nuestras relaciones’.» (Marx, 1976: 80).
Y, finalmente, el mismo Marx
diría de la señora Hildebrandt lo mismo que dijo de Proudhon:
«En
el trabajo-mercancía, que es de una realidad que espanta, no ve más que una
elipsis gramatical. Luego toda la sociedad actual, fundada sobre el
trabajo-mercancía, se halla en adelante basada en una licencia poética, en una
expresión figurada. La sociedad desea ‘eliminar todos los inconvenientes’ que
le atormentan; ¡pues bien!, que elimine los términos malsonantes, que cambie de
lenguaje, y para esto no tiene más que dirigirse a la Academia para pedirle una
nueva edición de su diccionario.» (Marx: 288-289).
___________
Notas
(1) Aun cuando la autora, en
la «Nota preliminar», hace la siguiente salvedad: «… las locuciones y términos
tratados no deben entenderse como exclusivos del habla peruana», yo creo que el
título es inapropiado, pues, en efecto, al tratar la mayor parte de los
artículos, precisa que ellos tienen su origen en otros países, de lo cual se
sigue que las «palabras y frases» aludidas minimizan la pertenencia de
«peruanas»; en todo caso, ha debido decir: «de uso común en Perú» o algo
parecido.
(2) También se puede asumir
como válida la opción contraria de tomar el contenido por el continente: «vaso
de agua», por ejemplo.
(3) Félix Pasache, gran
compositor de valses, en Perú, en uno de ellos usa la expresión: «Amar / sin
pedir nada a la vida / restañando mil
heridas / así yo te quiero a ti…».
(4) Tengo la leve sospecha
de que ha hecho una construcción equivocada, al decir: «un uso sustantivo de bobo que designa el “reloj de pulsera” y
“el corazón”», pues ha debido decir: “que designa al ‘reloj de pulsera’ y al
‘corazón’”, pues de la otra forma se entiende que son “el corazón” y el “reloj
de pulsera” que designan al bobo.
(5) Para evitar la cacofonía
de la preposición «de», se ha podido decir: ‘un guiso preparado con bofe de vacuno’.
(6) La cursiva de esta frase
es nuestra; con ella ratificamos lo dicho —por partida doble—: primero, que no
es frase propiamente peruana, pues ya en España desde el siglo XVII tenía la
acepción «guisado de bofes» (lo único que se ha hecho acá es usarla en
diminutivo) y, segundo, se pudo evitar la frase: «a base de bofe de vacuno».
Bibliografía
Hildebrandt, Martha (2011). 1000 palabras y frases peruanas. Lima:
Editorial Planeta.
Marx, Carlos (1961). Miseria de la filosofía. México: Editora Nacional.
Marx, C. Y Engels F. (1973).
Obras escogidas: t. 1. Moscú:
Editorial Progreso.
Marx, C. y Engels, F.
(1976). Correspondencia. Barcelona:
Ediciones Grijalbo.
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