sábado, 1 de mayo de 2021

Literatura

El título Poemas humanos de César Vallejo: ¡no se toca!

Julio Carmona

 

DEBO ADVERTIR que, después de publicar mi libro Vallejo para no iniciados I. Una lectura de Los heraldos negros (2020, aunque debió editarse el año anterior, como homenaje a los cien años de la primera edición de dicho poemario), continué con mi proyecto de seguir realizando una lectura de toda la obra poética vallejiana. Y es así que ya tengo concluida la que corresponde a Trilce (que espero poder publicar el próximo año, como homenaje a sus cien años). Ahora bien, el texto que aquí ofrezco: un aspecto de la «Introducción» a la tercera parte del proyecto en mención: la lectura de Poemas humanos (que todavía releo y releo), y que, debo confesarlo, es el que más trabajo me está dando. He aquí este avance.

«El título Poemas humanos es exactísimo; son poemas humanos, reflejado de la humanidad en un hombre, en la humanidad de un hombre, Vallejo, y al leerlos parece estar viéndose su alma» (Monguió, 1952: 157).

Monguió no es el único que opina de esta manera —favorable— en relación con el título Poemas humanos que, como se sabe, no fue puesto, específicamente, por CV (aunque, según testimonio de Georgette, sí figuraba como posible título plasmado por él en una libreta personal, junto a otros títulos similares: Poemas socialistas, Poemas proletarios, etc.). Pero hay quienes se oponen, con mucha subjetividad —tanta como la que atribuyen a la decisión de Georgette y Raúl Porras de titular así al poemario en cuestión—, tal es el caso de Javier Pérez Bazo, quien escribe: CV «nos legó un abundante caudal de versos póstumos: los frecuentemente llamados por cierto sector de la crítica Poemas humanos» (2017: 19). Pero a esa insidia hay que responder que el libro titulado así ya es asumido por todas las generaciones de lectores que —desde 1939 hasta hoy— se han familiarizado con él, y esta constatación deja sin piso a lo escrito: que es llamado así solo «por cierto sector de la crítica». Sin embargo, esta subjetividad va a ser reiterativa en el mismo libro. En la p. 151 se lee:

«No se sabe por qué extraño presentimiento [a] César Vallejo durante el último año de su vida anduvo desasosegado escribiendo y corrigiendo interminablemente [b] poemas, que, sumados a los anteriormente escritos compusieron el corpus póstumo de su exilio, algunos de ellos tal vez pendientes aun de pulimento [c].» 

a.   Si no se sabe lo que ocurre en algo real y objetivo, es obvio que menos se ha de saber si ‘hubo un extraño presentimiento’ en el interior de CV. Ergo: Si no se sabe lo que se comenta mejor es callarse.

b.   Y con mayor razón si, sobre la base de ese desconocimiento, se pasa al atrevimiento de sugerir que eso [extraño presentimiento que se ignora] pudo impulsar a CV a ‘escribir y corregir interminablemente’ sus poemas. ¿Por qué mejor no atribuir ese afán a un interés de verlos publicados? Esto es más objetivo si se tiene en cuenta la anécdota que refiere Georgette, cuando él le hizo ver su desagrado de no poder publicar todo lo que iba preparando con esa intención, pero que permanecía inalterable en el cajón de su mesa. Y ella dice que trató de consolarlo haciéndole recordar que algo similar ocurría con Valéry que no publicaba sus poemas. Y CV le retrucó: «Una cosa es no querer y otra no poder». (Vallejo, 1973-3: 406).

c.    Igualmente es subjetivo señalar que algunos de esos poemas habían quedado «tal vez pendientes aun de pulimento». O sea que no solo ignora si ‘tal vez algunos poemas quedaron pendientes de pulimento’, sino que él está indicando que algunos poemas son «deficientes» o no bien pulidos. Y todas estas especulaciones solo podrían ser establecidas y absueltas por el mismo autor. Lo otro es una superchería desechable.

Y en la misma página (151) vuelve a cuestionar, indirectamente, el título de Poemas humanos. Dice: «El conjunto que fue agrupando el propio poeta en aquel cuadernillo lo formaban los luego llamados Poemas humanos». Este es, insisto, un título ya definitivo. Y no va a variar. El hecho de insistir en que no fue puesto por el poeta, sino por su viuda, tiene la subalterna intención de descalificarla a ella. Y es una intención que en repetidas ocasiones aflora en el texto de Pérez, de lo cual pongo aquí un ejemplo que está en la misma página:

«Según testimonio de Georgette el poeta tuvo un arrebato de creación y escribió sus últimos poemas entre setiembre y noviembre de 1937, si bien, nada impide suponer que varios textos fueran concebidos en España, del mismo modo que, aunque no hay certeza de ello, cabe presumir que otros se han perdido; de hecho, conviene ahora recordar que se ha llegado a decir que la viuda del poeta se deshizo de ciertos originales y que desapareció una libreta de apuntes personales de Vallejo que solo ella llegó a ver.»

Más adelante, sobre el mismo tema del título del libro, escribe: «Otro asunto, sin duda entre los más controvertidos, concierne al título Poemas humanos bajo el cual la viuda de Vallejo y el historiador sin demasiados conocimientos filológicos Raúl Porras Barrenechea editaron los textos» (p. 153). En principio, eso de que el asunto del título se encuentra «entre los más controvertidos» es, insisto, una especulación intrascendente, pero lo que ya excede la impertinencia de lo subjetivo es decir de Porras que no tenía «demasiados conocimientos filológicos», cuando —no solo en Perú sino en toda Latinoamérica— la formación humanística de Porras y su idoneidad lingüística y sagacidad de crítico literario eran casi proverbiales. Sus discípulos (Carlos Araníbar, Pablo Macera, y Mario Vargas Llosa, prestigiados intelectuales y también excelentes dominadores de las letras como su maestro) dan testimonio de ello. El primero de los nombrados dice, por ejemplo:

«Fue escritor de rango y alcanzó el dominio de los medios expresivos. En un estudio inédito, José Jiménez Borja lo cuenta entre los más eximios estilistas del Perú republicano. Tuvo Porras, como su maestro a Riva Agüero, elevación de historiador clásico y el regocijo diestro del orfebre, aunque evitó el virtuosismo y la propensión a lo ampuloso que a menudo empañan el estilo rivagüerino. El de Porras, aligerado por la gracia del adjetivo exacto, la frase incisiva y burlona, la anécdota alada, diluye solemnidad en donaire y frescor. La suya recuerda a veces la sana prosa de Salustio y la juguetona mordacidad de Palma. Y alcanza, a ratos, la artesanía del inca comentarista, aliviada por una festiva irreverencia que entronca en los satíricos limeños del XIX. En sus páginas de madurez, que ya han hecho camino a las antologías, conjuga el colorismo, la galanura y la clarté francesa con el empaque y la fuerza agonista españolas, en una arquitectura de líneas sobrias que enriquece una ágil ironía y a la que orea y dulcifica una insinuante melancolía» (Araníbar, 2013: 329).

Y Mario Vargas Llosa dice: «Porras había conocido a los grandes de la literatura peruana, y a muchos de la literatura latinoamericana y española, y yo lo escuchaba, absorto, hablar de César Vallejo, a quien frecuentó en París poco antes de morir y de quien publicó póstumamente los Poemas humanos». (1993: 278). Es decir, alguien con ese currículo (que, obviamente, no lo tiene su censor) no puede ser llamado «historiador sin demasiados conocimientos filológicos», solo para dar pábulo a su peregrino desacuerdo con el título de Poemas humanos. No obstante lo aquí visto, el autor referido sigue pontificando sobre la base de sus subjetividades. Y dice: «Tras lo hasta aquí expuesto cabe concluir, en primer lugar, que parece muy dudoso que Vallejo confiara a su mujer el título Poemas humanos, como ella sostiene» (p. 154). Y, a pesar de que ha dicho que «cabe concluir», de haberlo refrendado en la siguiente página con la siguiente frase: «al margen de títulos bastardos», sin embargo, a pie juntillas, insiste en su obcecación: «Los estudiosos y editores de Vallejo [¿todos?] han ido descartando el título inicial de la mujer de Vallejo para asentar el de Poemas póstumos (…) Otros prefieren seguir insistiendo en la incoherencia» (¿) ¡Por favor, «poemas póstumos» lleva a pensar en «poemas escritos por el muerto»! (se puede usar la palabra «póstumo» para la edición pero no para la creación de poemas), mientras que «poemas humanos» no solo habla de lo humano del poeta sino de toda la humanidad viva. Alguien ha dicho que no por incurrir en contradicciones se es dialéctico. Y lo visto hasta aquí de Pérez lo demuestra. Y con esta otra, última, contradicción pone la cereza al pastel: en la p. 166, al parágrafo en que se va a referir al libro —denostado por él— Poemas humanos, le pone el siguiente subtítulo: «El diseño de los versos humanos».

Otro autor que también contradice este tema es Julio Ortega. En uno de sus muchos libros sobre CV, se puede pescar esta aseveración referida al libro Poemas humanos, sobre el cual advierte que tiene «muchos problemas (…) En primer lugar —dice—, no es un libro» (2014: 57). Y en realidad, si es que se especula respecto de lo propio o impropio de su publicación, lo más apropiado hubiera sido decir: ‘no era un libro’ antes de ser publicado; pero después de publicado como libro ya no se puede decir que no es un libro. Y es esa propiedad la que cuestiona JO. Dice:

«Se publicó en 1938 (sic), a pocos meses de la muerte de Vallejo, como una compilación apresurada [a] de lo escrito entre 1923, fecha en que llega a Europa, y el año 1938. De modo que ni el orden del libro ni la suma de lo inédito son decisión del poeta. El título tampoco es suyo. Él solía hablar, con ironía, de “mis poemas humanos”, para referirse a su trabajo inédito, según su viuda [b]. Georgette de Vallejo y el historiador peruano Raúl Porras Barrenechea, entonces diplomático en París, editores del libro, decidieron este título» [c] (Ibidem).

a.   Sobre lo observado arriba de que Poemas humanos «no es un libro» debe decirse que desde el momento en que así fue ordenado y publicado ya es un libro, y no se puede afirmar que la compilación fuera apresurada, si ya no hay posibilidad de corregir ese «apresuramiento», si el único que podría hacerlo ya no está, y no se sabe si él dejó ordenado o no ese conjunto de poemas.

b.   Cualquier cuestionamiento que pretenda negar este hecho, resulta ser una especulación subjetiva, y, en todo caso, una hipótesis improbable (pues no está quien podría ratificarla) y no puede ser una «tesis» como la llama JO, dice: «Mi tesis es que Vallejo trabajaba sobre esos poemas manuscritos sin poder darlos por acabados. Por todas las razones citadas, verosímiles y a la vez inciertas…» Es decir, por ser esas razones solo verosímiles, pero además inciertas, no se puede afirmar categóricamente que lo planteado por JO sea una tesis a la que deba dársele el estatuto de definitiva. Y lo subjetivo se agrava al atribuir opiniones a alguien [como que CV «solía hablar, con ironía, de “mis poemas humanos”, para referirse a su trabajo inédito, según su viuda»] sin que sean refrendadas con la referencia bibliográfica correspondiente que ratifique lo dicho.

c.    Esta misma atingencia la repite en la p. 116, ahí dice que CV: «Hablaba de sus “poemas humanos” como de una obra en marcha, pero no era la clase de poeta que suma poemas y hace un libro, sino de los que conciben el libro como una constelación. A su muerte, la viuda publicó los inéditos (Poemas humanos, 1939).» A esta cita se le pueden hacer tres observaciones, primera: ya no dice que CV se refiriera a ‘sus poemas humanos’ con ironía, como hemos visto en la cita anterior; segunda: si dice que se trataba de una ‘obra en marcha a la que se refería como sus poemas humanos’, no es cuestionable que los editores le pusieran ese título, y tercera: no hay correspondencia entre las dos citas que he hecho aquí de JO, en lo que respecta a la fecha de publicación del libro, pues en la primera dice que fue en 1938, y en esta dice 1939.

Igualmente es una especulación decir que «… se suscitó la leyenda de que Vallejo los había escrito [los textos de Poemas humanos] en tres meses. Se creyó que en una especie de raptus dramático, visitado por esas musas feroces que lo cautivaban, había escrito estos poemas de un tirón» (p. 58), pues —tal como en los otros casos— eso de que ‘lo cautivaban musas feroces’ debe ser refrendado por la referencia bibliográfica. Y lo interesante que se detecta en la práctica escritural de JO es que él está en contra de lo especulativo; por ejemplo, en la p. 59, refiriéndose al evidente silencio poético de CV (por no haber publicado poesía en varios años) dice: «… esta explicación solo es especulativa», frase esta, pues, que se puede aplicar a varias de sus propias aseveraciones sobre CV. Máxime si el mismo CV cuestiona ese tipo de lucubraciones. Veamos cómo lo dice:

«Para una mentalidad burguesa y, más aún, para un intelectual burgués —erudito y enciclopédico por excelencia— la elocuencia soviética no pasa de un pueril ejercicio de retórica primaria. El intelectual burgués busca, en estos discursos, la idea nueva, la invención, la novedad al menos, y puede que no halla (sic: haya) ahí sino el tópico de siempre, aunque sentido y expresado con una pasión y una grandeza moral constantemente nuevas. Felizmente, a la masa militante, a la masa materialista, a la humanidad de base, cuyo destino revolucionario contiene una vasta reacción, saludable y creativa contra el intelectualismo y el vicio de la abstracción por la abstracción, lo que le hace falta en estas horas de combate y de praxis tangible, es el impulso, el fervor y el coraje clasistas: valores de sentimiento, consciente o instintivo. La conciencia revolucionaria vive y se nutre de fuego pasional y racional, mas no de luciérnagas cerebrales ni de fuegos fatuos literarios» (1965-2: 148).

Yo considero que el libro Poemas humanos, tal como está desde su primera edición, ya es incuestionable. Cualquier atingencia que sobre él se haga —como las citadas— no pasan de ser —repito— sino meras especulaciones, como dice Rodolfo Alonso: «… una gran obra literaria, un verdadero libro, cuando se logra es un ser soberano y autónomo de lenguaje vivo, orgánico, con su estructura, aliento, respiración, densidad, tono, timbre, ritmo. Y, por lo tanto, intocable, inalterable. Sagrado. Como toda vida». Esta es una observación expuesta en un artículo periodístico titulado «Don Quijote no se toca», en: Diario Página 12, Buenos aires, 22-01-2015. Sección «Contratapa».

 

Referencias bibliográficas

ARANÍBAR, Carlos (2013). Ensayos. Historia. Literatura. Música. Lima: Biblioteca Nacional del Perú.

MONGUIÓ, Luis (1952). César Vallejo, vida y obra. Lima: Perú Nuevo.

ORTEGA, Julio (2014). César Vallejo. La escritura del devenir. Lima: Taurus.

PÉREZ Bazo, Javier (2017). Las entrañas del yaraví. Poesía y hermenéutica de César Vallejo. Toulouse: Presses Universitaires du midi.

VALLEJO, César (1965-2). Rusia ante el segundo plan quinquenal. Lima: Labor.

       (1973). Obra poética completa. Lima: Mosca Azul.

VARGAS Llosa, Mario (1993). El pez en el agua. Barcelona: Seix Barral.


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