El
título Poemas humanos de César
Vallejo: ¡no se toca!
Julio
Carmona
DEBO ADVERTIR que, después
de publicar mi libro Vallejo para no
iniciados I. Una lectura de Los heraldos negros (2020, aunque debió
editarse el año anterior, como homenaje a los cien años de la primera edición
de dicho poemario), continué con mi proyecto de seguir realizando una lectura
de toda la obra poética vallejiana. Y es así que ya tengo concluida la que
corresponde a Trilce (que espero
poder publicar el próximo año, como homenaje a sus cien años). Ahora bien, el
texto que aquí ofrezco: un aspecto de la «Introducción» a la tercera parte del
proyecto en mención: la lectura de Poemas
humanos (que todavía releo y releo), y que, debo confesarlo, es el que más
trabajo me está dando. He aquí este avance.
«El
título Poemas humanos es exactísimo; son poemas humanos, reflejado de la
humanidad en un hombre, en la humanidad de un hombre, Vallejo, y al leerlos
parece estar viéndose su alma» (Monguió, 1952: 157).
Monguió no es el único que
opina de esta manera —favorable— en relación con el título Poemas humanos que, como se sabe, no fue puesto, específicamente,
por CV (aunque, según testimonio de Georgette, sí figuraba como posible título
plasmado por él en una libreta personal, junto a otros títulos similares: Poemas socialistas, Poemas proletarios, etc.). Pero hay quienes se oponen, con mucha
subjetividad —tanta como la que atribuyen a la decisión de Georgette y Raúl
Porras de titular así al poemario en cuestión—, tal es el caso de Javier Pérez
Bazo, quien escribe: CV «nos legó un abundante caudal de versos póstumos: los
frecuentemente llamados por cierto sector de la crítica Poemas humanos» (2017: 19). Pero a esa insidia hay que responder
que el libro titulado así ya es asumido por todas las generaciones de lectores
que —desde 1939 hasta hoy— se han familiarizado con él, y esta constatación
deja sin piso a lo escrito: que es llamado así solo «por cierto sector de la
crítica». Sin embargo, esta subjetividad va a ser reiterativa en el mismo
libro. En la p. 151 se lee:
«No se
sabe por qué extraño presentimiento [a] César Vallejo durante el último año de
su vida anduvo desasosegado escribiendo y corrigiendo interminablemente [b]
poemas, que, sumados a los anteriormente escritos compusieron el corpus póstumo
de su exilio, algunos de ellos tal vez pendientes aun de pulimento [c].»
a.
Si no
se sabe lo que ocurre en algo real y objetivo, es obvio que menos se ha de
saber si ‘hubo un extraño presentimiento’
en el interior de CV. Ergo: Si no se sabe lo que se comenta mejor es callarse.
b.
Y con
mayor razón si, sobre la base de ese desconocimiento, se pasa al atrevimiento
de sugerir que eso [extraño presentimiento que se ignora] pudo impulsar a CV a
‘escribir y corregir interminablemente’ sus poemas. ¿Por qué mejor no atribuir
ese afán a un interés de verlos publicados? Esto es más objetivo si se tiene en
cuenta la anécdota que refiere Georgette, cuando él le hizo ver su desagrado de
no poder publicar todo lo que iba preparando con esa intención, pero que
permanecía inalterable en el cajón de su mesa. Y ella dice que trató de
consolarlo haciéndole recordar que algo similar ocurría con Valéry que no
publicaba sus poemas. Y CV le retrucó: «Una cosa es no querer y otra no poder».
(Vallejo, 1973-3: 406).
c.
Igualmente
es subjetivo señalar que algunos de esos poemas habían quedado «tal vez
pendientes aun de pulimento». O sea que no solo ignora si ‘tal vez algunos poemas quedaron pendientes de pulimento’, sino que
él está indicando que algunos poemas son «deficientes» o no bien pulidos. Y todas
estas especulaciones solo podrían ser establecidas y absueltas por el mismo
autor. Lo otro es una superchería desechable.
Y en la misma página (151)
vuelve a cuestionar, indirectamente, el título de Poemas humanos. Dice: «El conjunto que fue agrupando el propio
poeta en aquel cuadernillo lo formaban los luego llamados Poemas humanos». Este es, insisto, un título ya definitivo. Y no va
a variar. El hecho de insistir en que no fue puesto por el poeta, sino por su
viuda, tiene la subalterna intención de descalificarla a ella. Y es una
intención que en repetidas ocasiones aflora en el texto de Pérez, de lo cual
pongo aquí un ejemplo que está en la misma página:
«Según
testimonio de Georgette el poeta tuvo un arrebato de creación y escribió sus
últimos poemas entre setiembre y noviembre de 1937, si bien, nada impide
suponer que varios textos fueran concebidos en España, del mismo modo que, aunque
no hay certeza de ello, cabe presumir que otros se han perdido; de hecho,
conviene ahora recordar que se ha llegado a decir que la viuda del poeta se
deshizo de ciertos originales y que desapareció una libreta de apuntes
personales de Vallejo que solo ella llegó a ver.»
Más adelante, sobre el mismo
tema del título del libro, escribe: «Otro asunto, sin duda entre los más
controvertidos, concierne al título Poemas
humanos bajo el cual la viuda de Vallejo y el historiador sin demasiados
conocimientos filológicos Raúl Porras Barrenechea editaron los textos» (p.
153). En principio, eso de que el asunto del título se encuentra «entre los más
controvertidos» es, insisto, una especulación intrascendente, pero lo que ya
excede la impertinencia de lo subjetivo es decir de Porras que no tenía
«demasiados conocimientos filológicos», cuando —no solo en Perú sino en toda
Latinoamérica— la formación humanística de Porras y su idoneidad lingüística y
sagacidad de crítico literario eran casi proverbiales. Sus discípulos (Carlos
Araníbar, Pablo Macera, y Mario Vargas Llosa, prestigiados intelectuales y
también excelentes dominadores de las letras como su maestro) dan testimonio de
ello. El primero de los nombrados dice, por ejemplo:
«Fue
escritor de rango y alcanzó el dominio de los medios expresivos. En un estudio
inédito, José Jiménez Borja lo cuenta entre los más eximios estilistas del Perú
republicano. Tuvo Porras, como su maestro a Riva Agüero, elevación de
historiador clásico y el regocijo diestro del orfebre, aunque evitó el
virtuosismo y la propensión a lo ampuloso que a menudo empañan el estilo
rivagüerino. El de Porras, aligerado por la gracia del adjetivo exacto, la
frase incisiva y burlona, la anécdota alada, diluye solemnidad en donaire y
frescor. La suya recuerda a veces la sana prosa de Salustio y la juguetona
mordacidad de Palma. Y alcanza, a ratos, la artesanía del inca comentarista,
aliviada por una festiva irreverencia que entronca en los satíricos limeños del
XIX. En sus páginas de madurez, que ya han hecho camino a las antologías,
conjuga el colorismo, la galanura y la clarté francesa con el empaque y
la fuerza agonista españolas, en una arquitectura de líneas sobrias que
enriquece una ágil ironía y a la que orea y dulcifica una insinuante melancolía»
(Araníbar, 2013: 329).
Y Mario Vargas Llosa dice:
«Porras había conocido a los grandes de la literatura peruana, y a muchos de la
literatura latinoamericana y española, y yo lo escuchaba, absorto, hablar de
César Vallejo, a quien frecuentó en París poco antes de morir y de quien
publicó póstumamente los Poemas humanos».
(1993: 278). Es decir, alguien con ese currículo (que, obviamente, no lo tiene
su censor) no puede ser llamado «historiador sin demasiados conocimientos
filológicos», solo para dar pábulo a su peregrino desacuerdo con el título de Poemas humanos. No obstante lo aquí
visto, el autor referido sigue pontificando sobre la base de sus
subjetividades. Y dice: «Tras lo hasta aquí expuesto cabe concluir, en primer
lugar, que parece muy dudoso que Vallejo confiara a su mujer el título Poemas humanos, como ella sostiene» (p. 154). Y, a pesar de que ha dicho
que «cabe concluir», de haberlo
refrendado en la siguiente página con la siguiente frase: «al margen de títulos
bastardos», sin embargo, a pie juntillas, insiste en su obcecación: «Los
estudiosos y editores de Vallejo [¿todos?] han ido descartando el título
inicial de la mujer de Vallejo para asentar el de Poemas póstumos (…) Otros prefieren seguir insistiendo en la
incoherencia» (¿) ¡Por favor, «poemas póstumos» lleva a pensar en «poemas escritos
por el muerto»! (se puede usar la palabra «póstumo» para la edición pero no para la creación de poemas), mientras que
«poemas humanos» no solo habla de lo humano del poeta sino de toda la humanidad
viva. Alguien ha dicho que no por incurrir en contradicciones se es dialéctico.
Y lo visto hasta aquí de Pérez lo demuestra. Y con esta otra, última,
contradicción pone la cereza al pastel: en la p. 166, al parágrafo en que se va
a referir al libro —denostado por él— Poemas
humanos, le pone el siguiente subtítulo: «El diseño de los versos humanos».
Otro
autor que también contradice este tema es Julio Ortega. En uno de sus muchos
libros sobre CV, se puede pescar esta aseveración referida al libro Poemas humanos, sobre el cual advierte
que tiene «muchos problemas (…) En primer lugar —dice—, no es un libro» (2014: 57). Y en realidad, si es que se especula
respecto de lo propio o impropio de su publicación, lo más apropiado hubiera
sido decir: ‘no era un libro’ antes
de ser publicado; pero después de publicado como libro ya no se puede decir que
no es un libro. Y es esa propiedad la
que cuestiona JO. Dice:
«Se
publicó en 1938 (sic), a pocos meses de la muerte de Vallejo, como una
compilación apresurada [a] de lo escrito entre 1923, fecha en que llega a
Europa, y el año 1938. De modo que ni el orden del libro ni la suma de lo
inédito son decisión del poeta. El título tampoco es suyo. Él solía hablar, con
ironía, de “mis poemas humanos”, para referirse a su trabajo inédito, según su
viuda [b]. Georgette de Vallejo y el historiador peruano Raúl Porras
Barrenechea, entonces diplomático en París, editores del libro, decidieron este
título» [c] (Ibidem).
a.
Sobre
lo observado arriba de que Poemas humanos
«no es un libro» debe decirse que desde el momento en que así fue ordenado y
publicado ya es un libro, y no se
puede afirmar que la compilación fuera apresurada,
si ya no hay posibilidad de corregir ese «apresuramiento», si el único que
podría hacerlo ya no está, y no se sabe si él dejó ordenado o no ese conjunto
de poemas.
b.
Cualquier
cuestionamiento que pretenda negar este hecho, resulta ser una especulación
subjetiva, y, en todo caso, una hipótesis improbable (pues no está quien podría
ratificarla) y no puede ser una «tesis» como la llama JO, dice: «Mi tesis es
que Vallejo trabajaba sobre esos poemas manuscritos sin poder darlos por
acabados. Por todas las razones citadas, verosímiles y a la vez inciertas…» Es
decir, por ser esas razones solo verosímiles,
pero además inciertas, no se puede
afirmar categóricamente que lo planteado por JO sea una tesis a la que deba
dársele el estatuto de definitiva. Y lo subjetivo se agrava al atribuir
opiniones a alguien [como que CV «solía hablar, con ironía, de “mis poemas
humanos”, para referirse a su trabajo inédito, según su viuda»] sin que sean refrendadas con la referencia
bibliográfica correspondiente que ratifique lo dicho.
c.
Esta
misma atingencia la repite en la p. 116, ahí dice que CV: «Hablaba de sus
“poemas humanos” como de una obra en marcha, pero no era la clase de poeta que
suma poemas y hace un libro, sino de los que conciben el libro como una
constelación. A su muerte, la viuda publicó los inéditos (Poemas humanos, 1939).» A
esta cita se le pueden hacer tres observaciones, primera: ya no dice que CV se
refiriera a ‘sus poemas humanos’ con
ironía, como hemos visto en la cita anterior; segunda: si dice que se
trataba de una ‘obra en marcha a la
que se refería como sus poemas humanos’, no es cuestionable que los editores le
pusieran ese título, y tercera: no hay correspondencia entre las dos citas que
he hecho aquí de JO, en lo que respecta a la fecha de publicación del libro,
pues en la primera dice que fue en 1938, y en esta dice 1939.
Igualmente es una
especulación decir que «… se suscitó la leyenda de que Vallejo los había
escrito [los textos de Poemas humanos]
en tres meses. Se creyó que en una especie de raptus dramático, visitado por esas musas feroces que lo
cautivaban, había escrito estos poemas de un tirón» (p. 58), pues —tal como en
los otros casos— eso de que ‘lo cautivaban musas feroces’ debe ser refrendado
por la referencia bibliográfica. Y lo interesante que se detecta en la práctica
escritural de JO es que él está en contra de lo especulativo; por ejemplo, en
la p. 59, refiriéndose al evidente silencio poético de CV (por no haber
publicado poesía en varios años) dice: «… esta explicación solo es
especulativa», frase esta, pues, que se puede aplicar a varias de sus propias
aseveraciones sobre CV. Máxime si el mismo CV cuestiona ese tipo de
lucubraciones. Veamos cómo lo dice:
«Para una
mentalidad burguesa y, más aún, para un intelectual burgués —erudito y
enciclopédico por excelencia— la elocuencia soviética no pasa de un pueril
ejercicio de retórica primaria. El intelectual burgués busca, en estos
discursos, la idea nueva, la invención, la novedad al menos, y puede que no
halla (sic: haya) ahí sino el tópico de siempre, aunque sentido y expresado con
una pasión y una grandeza moral constantemente nuevas. Felizmente, a la masa
militante, a la masa materialista, a la humanidad de base, cuyo destino
revolucionario contiene una vasta reacción, saludable y creativa contra el
intelectualismo y el vicio de la abstracción por la abstracción, lo que le hace
falta en estas horas de combate y de praxis tangible, es el impulso, el fervor y
el coraje clasistas: valores de sentimiento, consciente o instintivo. La
conciencia revolucionaria vive y se nutre de fuego pasional y racional, mas no
de luciérnagas cerebrales ni de fuegos fatuos literarios» (1965-2: 148).
Yo considero que el libro Poemas humanos, tal como está desde su
primera edición, ya es incuestionable. Cualquier atingencia que sobre él se
haga —como las citadas— no pasan de ser —repito— sino meras especulaciones,
como dice Rodolfo Alonso: «… una gran obra literaria, un verdadero libro,
cuando se logra es un ser soberano y autónomo de lenguaje vivo, orgánico, con
su estructura, aliento, respiración, densidad, tono, timbre, ritmo. Y, por lo
tanto, intocable, inalterable. Sagrado. Como toda vida». Esta es una
observación expuesta en un artículo periodístico titulado «Don Quijote no se
toca», en: Diario Página 12, Buenos
aires, 22-01-2015. Sección «Contratapa».
Referencias
bibliográficas
ARANÍBAR, Carlos (2013). Ensayos.
Historia. Literatura. Música. Lima: Biblioteca Nacional del Perú.
MONGUIÓ, Luis (1952). César Vallejo, vida y obra. Lima: Perú
Nuevo.
ORTEGA, Julio (2014). César Vallejo. La escritura del devenir.
Lima: Taurus.
PÉREZ Bazo, Javier (2017). Las entrañas del yaraví. Poesía y
hermenéutica de César Vallejo. Toulouse:
Presses Universitaires du midi.
VALLEJO, César (1965-2). Rusia ante
el segundo plan quinquenal. Lima: Labor.
“ (1973). Obra poética completa. Lima: Mosca Azul.
VARGAS Llosa, Mario (1993). El pez en
el agua. Barcelona: Seix Barral.
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