Un Poema de José Portogalo*
Fue una
tarde, en octubre.
La primavera entonces
lucía entre los árboles
sus primeros fulgores.
Los gorriones, tan
díscolos, llegaban a la fuente,
se mojaban el pico, sacudían las
alas
y luego recortaban el aire con
su vuelo.
El
cielo estaba azul sobre la plaza,
se
paseaba, inocente, en los canteros
y
soñaba después entre las hojas.
Alguien
gritó
¡viva
la libertad!
Junto
a un charco de sangre estaba yo,
Juan
Pérez, asturiano, profesión panadero,
veinte
años de Argentina, con tres hijos,
un
río de esperanza entre mis manos,
el
corazón del mundo en mi garganta
y
una copla en mi pecho.
La
primavera, ciega, se amontonó en mi sangre.
Desde
entonces mi copla perdura entre los pájaros.
*Seudónimo de Giussepe Ananía (1904-1973). Nació en Italia. Emigró con su familia a la Argentina en 1909. De niño fue lustrabotas y luego ejerció diversos oficios. Más tarde fue periodista. Abrazó la doctrina comunista. Algunos de sus libros son: Cancionero de Sangre (1937), Canción para el Día sin Miedo (1939), Destino del Canto (1943), Letras para Juan Tango (1952). (Nota de la Redacción).
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