(Décimo
Segunda Parte)
Emilio
Choy
Micaela Bastidas presentía la catástrofe. Los párrafos
anteriores son precisos; no había fe en la causa que defendían, y era agravada
con los recorridos que hacía Túpac Amaru por Yauri, que parecían
"paseos". Loayza explica que cuando subía a las torres de las
iglesias era para cerciorarse si servían como defensas, y sus paseos solitarios
tenían por objeto el conocer la adhesión popular. Esto quiere decir que antes
de un mes de iniciado el movimiento ya estaba proyectando abandonar la marcha
para la toma del Cusco.
"Yo no siento
perder mi vida, sino la de esta pobre familia que necesita todo auxilio; y así,
si viniesen los de Paruro, como te insinué en mi anterior, estoy pronta a
caminar con la gente, dejando a Fernando en un lugar destinado, pues los indios
no son capaces de moverse en este tiempo de tantas amenazas.
"Bastante
advertencias te di para que inmediatamente fueses al Cuzco, pero has dado todas
a la barata, dándoles tiempo para que se prevengan, como lo han hecho poniendo
cañones en el cerro de Piccho y otras tramoyas tan peligrosas, que ya no eres
sujeto de darles avance; y a Dios te guarde muchos años...
"También
te hago presente como los indios de Quispicanchi, ya se hallan rendidos y
aburridos con tanto tiempo de servir de guardias...
"Sólo
tú gastas mucha cachaza dando tiempo a los enemigos, para que se armen y hagan
destrozos con nosotros.
"Ya
que te has hallado en esos lugares, caminaremos el día citado a entregarnos y
morir sin remedio, por lo que te digo a Dios y que te guarde muchos años…".
Esta carta fue escrita al mes de iniciarse la
insurrección y sus párrafos parecen describir los acontecimientos por venir. Es
que el mismo Inca se encargaba de crear el ánimo para la derrota cuando
escribía a su esposa: "Sé que estás muy afligida, y tu compañía lo mismo,
y así no seas de poco ánimo. Si está de Dios que muramos, se ha de cumplir con
su voluntad; y así, conformarse con ella". Este criterio derrotista
("fatalista", dice Loayza) era consecuencia del problema sin
solución que se planteó Túpac Amaru. El movimiento estaba perdido al no lograr
las alianzas que necesitaba para formar "un solo cuerpo". Sin
alianzas no había cuerpo, no había estructura para marchar hacia la meta. Su
objetivo no era colmar las aspiraciones de las masas indígenas (había suprimido
los repartimientos), pero las aspiraciones de ésta no eran simplemente el
problema de los abusos de los corregidores. Túpaj Katari fue más rotundo en el
problema de la tierra "Dar al César lo que es del César" (21).
Nicolás Catari habló de "hacerse dueño de las haciendas de los
españoles".
Túpac Amaru no pudo hacer una
retirada que hubiese afectado a los realistas que marchaban en su persecución a
las órdenes del mariscal del Valle; tuvo fuerzas militares para hacerlo,
decididos capitanes, que bien dirigidos, hubiesen prolongado la lucha. No
carece de razón Carlos Daniel Valcárcel cuando dice que después de levantar el
cerco del Cusco, su figura "se torna militarmente borrosa". Carecía
de fe en el éxito de la lucha, porque no tenía confianza en las masas que lo
acompañaban, así como éstas no veían en él al hombre que podía conducirlas a la
victoria.
En este aspecto, Juan Santos
Atahualpa reveló poseer mayor capacidad algunas décadas antes; a base de
guerra de guerrillas se mantuvo invicto muchos años frente a los ataques
españoles, a pesar de que se movilizó en su contra a las fuerzas no sólo del
virreinato peruano, sino también de otras posesiones españolas. Prácticamente,
la falta de moral para seguir luchando hizo que el movimiento muriera antes de
terminar. Desde el momento en que aceptaba su próxima derrota y muerte
preparando el ánimo de los suyos con tanta resignación, el caudillo había
iniciado ya su suplicio, que culmina con su descuartizamiento, por conveniencia
del absolutismo español.
El hecho de que Túpac Amaru no
lograra la independencia del Perú no disminuye la grandeza del movimiento
indígena de 1780-81. La intervención de elementos que empujaron la sublevación
desviándola de la senda de sus propios intereses, retrasó la independencia;
sólo con enormes esfuerzos los peruanos pudieron conseguirla más tarde.
Notas
[21] L.A. Eguiguren, ob. cit., t.II.
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