jueves, 4 de noviembre de 2010

POLÍTICA




El descubrimiento de las multitudes:
«La Historia de la Crisis Contemporánea»

Jorge Oshiro



"Las masas reclaman la unidad. Las masas
quieren fe. Y por eso, su alma rechaza
la voz corrosiva, disolvente y pesimista
de los que niegan y de los que dudan,
y busca la voz optimista, cordial juvenil
y fecunda de los que afirman y
de los que creen"

José Carlos Mariátegui



Introducción

«La Historia de la crisis mundial»[1] pertenece juntamente con «La Escena Contemporánea» a un mismo período creador de José Carlos Mariátegui (1923-1925). De la misma forma que los poemas y «Las cartas a Ruth» de Juan Croniqueur, son escritos que traslucen una experiencia existencial intensamente vivida por el autor en el primer período de su existencia, los trabajos de esta época reflejan en lo fundamental la experiencia vivida por Mariátegui en el Perú poco antes de su viaje a Europa y sobre todo lo vivido y lo aprendido en el viejo continente.


En este sentido son estos trabajos un balance revolucionario de una fundamental experiencia[2] lo que implicaba para él un proyecto de acción para el futuro. Sin embargo, reiteremos una vez más, la experiencia europea de Mariátegui, por más importante de ésta haya sido, no escinde la vida de nuestro autor en dos partes. La vida y la producción del revolucionario peruano forman una unidad indisoluble, de tal manera que debemos entender este segundo período como un considerable esfuerzo de superar las limitaciones de su pesimismo y decadentismo iniciales cuando él firmaba sus artículos bajo el nombre de Juan Croniqueur.

La llave maestra de esta superación la encuentra Mariátegui en su  descubrimiento del papel central que protagonizan las Multitudes como sujeto de la historia.

Es en las acciones revolucionarias de las masas de las clases laboriosas y subalternas a nivel mundial que Mariátegui percibe la clave de solución a la grave crisis que atraviesa la sociedad burguesa contemporánea. Y es en relación a las acciones de las multitudes y solamente apoyándose en ellas que los intelectuales (y dentro de éstos, el mismo Mariátegui) podrían superar su decadentismo inicial.

En otras palabras: los intelectuales sólo encontrarán su propia salud transformándose en ‹intelectuales orgánicos› (Gramsci), en intelectuales de ‹nuevo tipo› como decía Mariátegui, es decir, integrándose activamente en las luchas de las multitudes laboriosas y subalternas.

Las conferencias dadas por el revolucionario peruano en la «Universidad Popular Manuel González Prada», el primer intento en la historia peruana de formación de ‹un bloque histórico› (Gramsci) entre trabajadores e intelectuales de la nueva generación, son la expresión concreta, junto con su mensaje a la clase obrera del 1 de mayo de 1924[3], de su primera intervención revolucionaria dentro de las luchas de clases en su país después de su retorno de Europa[4]

«La crisis mundial y el proletariado peruano»


La primera conferencia nos muestra de qué manera concebía Mariátegui su intervención dentro de la lucha de las multitudes laboriosas y subalternas, sobre todo la de la clase obrera y el campesinado de su país.
       
Su labor no era fácil ni cómoda. Como convencido socialista y defensor ardiente de la Revolución Rusa debía hablar a un proletariado muy joven y ampliamente influenciado por el anarquismo, la primera expresión organizada de los trabajadores costeños, dentro de los cuales ocupaban los artesanos una gran importancia.

Era inevitable una cierta resistencia en algunos sectores de su auditorio. El espíritu de diálogo de una inteligencia abierta y el tacto político sumados al contenido de un mensaje, que abría a la clase proletaria nuevos horizontes, fueron venciendo paulatinamente las resistencias existentes.

El contenido original de su mensaje se basaba en una forma de concepción política que
desechaba toda forma de hegemonismo, de autoritarismo y de dogmatismo. Su eje se centraba en el principio de la integración de todas las fuerzas populares y progresistas. Su criterio era la praxis solidaria, es decir, descansaba en una concepción ética de base y no la ideología particular de las diversas tiendas política. 

Y su fundamento, como ya se ha dicho, era la acción creadora de las multitudes. Era un proyecto a largo plazo que requería una serie de presupuestos. Dentro de este contexto constataba Mariátegui, desde el comienzo, tres vacíos significativos:

1. La ausencia de un órgano de información y de formación que
        sirviera de puente entre la experiencia del movimiento 
        revolucionario en el Perú y la experiencia mundial [5].

2. La ausencia de ‹intelectuales orgánicos› y de ‹grandes
intelectuales› (Gramsci)[6] y por último,

3. la falta de los ‹instrumentos propios de cultura popular›[7].

Estas tres ausencias que Mariátegui encontraba dentro del movimiento laboral peruano expresaban implícitamente dos exigencias que el revolucionario consideraba como necesarias para el desarrollo del movimiento:


La primera es la integración del movimiento obrero peruano dentro del contexto de la totalidad internacional[8].

La segunda es la búsqueda imprescindible de la autonomía de la cultura popular[9]. En ellas se expresan claramente el papel que puede y debe desarrollar los intelectuales peruanos de la nueva generación.
       
El medio propicio que tenía el proletariado peruano en esos momentos para alcanzar este fin era precisamente «La Universidad Popular». Por lo tanto, le tocaba a esta joven institución estudiantil, popular en ciernes, el difícil trabajo de dar el primer impulso hacia esta gran tarea histórica.

En verdad era «La Universidad Popular Manuel González Prada» el primer intento de encuentro entre el joven proletariado peruano y la nueva generación de intelectuales. La clase obrera peruana era tan joven como el propio Mariátegui y la generación de intelectuales a la que él pertenecía era la primera en la historia del Perú que rompía claramente con la subordinación frente a la clase dominante a la que había servido durante cuatro siglos[10].
       
¿Por qué es importante que la clase obrera peruana tenga conciencia de la crisis mundial? Mariátegui dice:

"Se va a resolver en ella la suerte del proletariado mundial. De ella va a surgir, según todas las probabilidades y según todas las previsiones, la civilización proletaria, la civilización socialista, destinada a suceder a la declinante, a la decadente, a la moribunda civilización capitalista, individualista y burguesa." (1959c:16.Subr.JO)[11].
       
La humanidad, para el pensador peruano, ha entrado en una era nueva que se caracteriza por el papel protagónico de los trabajadores. Porque

"en esta gran crisis contemporánea el proletariado no es un
espectador; es un actor" (op.cit.15-16).

En esta crisis, continúa nuestro autor, "se están jugando los destinos de todos los trabajadores del mundo". Es verdad que el teatro principal de esta lucha es Europa, pero las consecuencias trascienden las fronteras, pues lo que está  en crisis son las mismas instituciones básicas de la civilización occidental.

"Y el Perú, como los demás pueblos de América, gira dentro de la órbita de esta civilización..." (op.cit).
       
El carácter 'periférico' de los países de América lo ve Mariátegui tanto en la dependencia colonial como también "porque europea es nuestra cultura, europeo es el tipo de nuestras instituciones". Y luego agrega este importante pasaje:

"Y son, precisamente, estas instituciones democráticas, que nosotros copiamos de Europa, esta cultura, que nosotros copiamos de Europa también, las que en Europa están ahora en un período de crisis definitiva, de crisis total" (op.cit.subr:JO)[12].
       
Durante cuatro siglos los intelectuales de los pueblos de América se habían limitado a 'copiar' y 'calcar' las instituciones y cultura europeos (España). La crítica mariateguiana a los intelectuales tradicionales de esta parte del mundo es aquí manifiesta, abierta y catégorica, pues el autor quiere trazar fronteras nítidas. Contra 'la copia' y 'el calco' opone Mariátegui la 'creación heroica' de una nueva generación. Y para el cumplimiento de esta misión se requiere de una nueva vanguardia.
       
¿Cómo define Mariátegui la vanguardia? ¿De dónde viene ella? 

Primeramente la vanguardia es una parte del proletariado. No se distingue de éste como clase social[13].

Segundo, que ésta no es sólo parte, sino

"... aquella parte del proletariado más combativa y consciente, más luchadora y preparada; ... aquella parte del proletariado encargada de la dirección de las grandes acciones proletarias" (1959c:18.Subr.JO).

Como se puede apreciar, el criterio mariateguiano de distinción de la clase social no es económico-cuantitativo, sino dinámico-cualitativo de la conciencia y la lucha expresada en las tareas fundamentales de la organización del conjunto. A esta vanguardia del proletariado "le toca el rol histórico de representar al proletariado peruano en el presente instante social".
       
De no menos importancia para la comprensión del pensamiento revolucionario de Mariátegui es la tesis que sigue a la anterior. La vanguardia del proletariado, por lo menos en sus inicios históricos, como era el caso peruano, no requiere de homogenidad del credo político.

"La variedad de tendencias y la diversidad de matices ideológicos es inevitable en esa inmensa legión humana que se llama proletariado" (1969:109).
       
Lo que nos interesa especialmente aquí, en el contexto de este trabajo, es desarrollar brevemente el telón de fondo filosófico de esta concepción de vanguardia:
       
La vanguardia como conciencia no es un fenómeno exterior a la unidad social orgánica que llamamos clase obrera; ella es la conciencia de este cuerpo social, o si se quiere, ella es el mismo cuerpo como consciencia de sí.[14]

La 'esencia' de la vanguardia, no es un determinado tipo particular de ideología ('credo político' lo llama Mariátegui), concebida a priori y anteriormente a la praxis política y social del proletariado. La verdadera vanguardia se desarrolla en la praxis de la parte más combativa del proletariado y en esta praxis combativa aparece la conciencia de clase y la conciencia revolucionaria del proletariado.

Mariátegui hace una distinción nítida entre esta conciencia resultado de la praxis conjunta y el 'credo político' que traen las diversas agrupaciones que constituyen la vanguardia de la clase obrera. En la dialéctica "teoría-praxis" el factor predominante es para Mariátegui siempre la praxis, que corresponde sustancialmente al predominio del cuerpo en la relación diálectica "cuerpo-conciencia" [15].

Esta doble predominancia del 'cuerpo' (multitud) sobre la 'conciencia' (vanguardia) y de la predominancia de la 'praxis' (de la parte activa del proletariado) sobre la 'teoría' (credo político) en el pensamiento filosófico de Mariátegui la podemos ilustrar en su defensa de la línea política del Frente Unico que se formaba en esos momentos históricos, y del cual él fue uno de sus grandes propulsores.


[1] «La Historia de la Crisis Mundial» (1959c) es el título del libro de Mariátegui que reune 17 conferencias que dio nuestro autor en la «Universidad Popular Manuel Gónzalez Prada» para un auditorio compuesto sobre todo por obreros y estudiantes, entre el 15 de junio de 1923, es decir, aproximadamente tres meses después de su retorno de Europa, y el 26 de enero de 1924. Estas conferencias aparecieron en forma de libro, junto con otro trabajo, «25 años de sucesos extranjeros» (redactado en marzo de 1929) por primera vez recién en Lima, en 1959, (el VIII volumen de las obras completas de Mariátegui). El material de estas conferencias que tenemos a nuestra disposición no es homogénea. Mariátegui nos ha dejado algunas conferencias en su versión completa: (1,4,5, 6,7,9,11,13,15) el resto lo forma una sinopsis que trazó el autor para su conferencia y un pequeño resumen que aparecía un día después de la conferencia en el cotidiano limeño «La Crónica».
[2] Acentuamos la idea de 'experiencia' pues no se trató para Mariátegui de un mero aprendizaje más o menos intelectual de determinadas corrientes teóricas. La vitalidad existencial de nuestro autor trascendió siempre lo meramente leído y meditado. El auténtico espíritu de periodista lo llevó siempre de estar en los ‹lugares de los hechos›; así lo veremos asistiendo a mítines de obreros a los alrededores de París, o haciendo entrevistas a autores que le impresionaban en el momento, como fue el caso de Henri Barbusse, de Gorky, del conde Karolyi, o de su viaje por Austria y Alemania y si no llegó hasta la Unión Soviética fue por un impedimento familiar.
[3] «El primero de Mayo y el Frente Unico». en: «Ideología y política». (Bd.13 de las obras completas.1983:107-110).
[4] "Se puede decir, que más allá  del esbozo general de lo que tratarán estas conferencias, Mariátegui diseña en la primera su propio programa de intervención teórica y política". («Mariátegui y la crisis oligárquica»: Osvaldo Fernández Diaz. Cuadernos ESIN. Num. 28.«Ideología y política» Instituto para el nuevo Chile.S/f.ni lugar de impresión).
[5] "En el Perú falta por desgracia una prensa docente que siga con atención, con inteligencia y con filiación ideológica el desarrollo de esta gran crisis mundial" (1959c:15).
[6] "Faltan asimismo maestros universitarios". Mariátegui nombra como ejemplo al intelectual argentino José Ingenieros, capaz de "apasionarse por las ideas de renovación que actualmente transforman el mundo y de liberarse de la influencia y de los prejuicios de una cultura y de una educación conservadoras y burguesas" (op.cit.).(Kursivo JO)
[7] ..."faltan, continúa, "grupos socialistas y sindicalistas. Estos grupos deben ser posesores, dice Mariátegui, "de instrumentos propios de cultura popular, y en aptitud, por tanto de interesar al pueblo por el estudio de la crisis" (op.cit.).(Kurs. JO)
[8] El núcleo filosófico de esta exigencia es importante, pues señala un carácter esencial de su pensamiento: la necesidad de partir de la totalidad para comprender el elemento constitutivo; aquí el núcleo spinoziano: de la sustancia (totalidad) a la parte (modo).
[9] Ver apéndice 2.1
[10] Naturalmente no faltan precusores importantes para este rompimiento. El caso del poeta Manuel González Prada es el más ilustre. La generación de Mariátegui veía en él un precursor, de allí el nombre que dio a la primera Universidad Popular.
[11] Para Mariátegui el proletariado peruano era un momento de una totalidad que lo abarcaba, lo comprendía y en último término le daba sentido. Lo que quiere decir que para él el proletariado no era un concepto puramente cuantitativo, la mera acumulación numérica de trabajadores, sino que esta multitud era una comunidad de hombres, de productores, verdaderos pilares de la sociedad en la que vivían. Si el proletariado peruano integraba esta comunidad internacional de hecho (simplemente por su condición de productores explotados), debería dar un segundo paso: la integración como conciencia y como valor.Es decir los trabajadores peruanos deberían ser conscientes de esta integración. No se trataba entonces sólo de la necesidad de 'informarse' de los hechos mundiales, sino que el proletariado debería sentirse activamente parte de esa totalidad.
[12] "El término 'copia' usado aquí reiteradamente denota una voluntad de acentuación, de insistencia, para darle el peso conceptual que necesita. En esta noción se condensa todo el carácter de la cultura e instituciones latinoamericanas, fundamentalmente impregnada de colonialismo. Mariátegui escribe cinco años más tarde en «Aniversario y Balance» -que cierra el primer período de su revista «Amauta», lo siguiente: "No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, el socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una nueva generación" (Lima Sept.1928)  (subr.JO). (Ver abajo 6.Ensayo. Pag.473.) 
[13] "Y si el proletariado en general, tiene necesidad de enterarse de los grandes aspectos de la crisis mundial, esta necesidad es aún mayor en aquella parte del proletariado, socialista, laborista, sindicalista o libertaria que constituye su vanguardia" (1959c:16.Subr.JO).
[14] Ver abajo apéndice.2.2 de este capítulo.



Introducción a “El Desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su denominación”*

                                                                                                              Eduardo Ibarra


Los cinco artículos que conforman la presente publicación constituyen una contribución al esclarecimiento del problema del desarrollo de la teoría del proletariado y su denominación.

Partiendo, en el artículo Concepción y método en el marxismo, de la tesis de Engels sobre el método marxista y los resultados teóricos alcanzados con su aplicación (“toda la concepción de Marx no es una doctrina, sino un método”; “distinguir entre el método y los resultados alcanzados con él”), pasamos, en los artículos El método de Stalin, El pensamiento de Mao. Planteamiento de la cuestión, Notas sobre el desarrollo del marxismo y El marxismo en su lexicón, a fundamentar las siguientes cinco cuestiones:

1) El modo en que Stalin hizo suya la referida tesis engelsista sobre el desarrollo del marxismo a efecto de dar solución al problema del leninismo: “Lenin no ‘añadió’ ningún ‘principio nuevo’ al marxismo ni suprimió ninguno de los ‘viejos’ principios del marxismo… [Lenin] se apoyó enteramente en los principios del marxismo… [y] desarrolló la doctrina de Marx y Engels, teniendo en cuenta las nuevas condiciones del desarrollo, teniendo en cuenta la nueva fase del capitalismo, teniendo en cuenta el imperialismo”; “Exponer los fundamentos del leninismo no es exponer aún los fundamentos de la concepción del mundo de Lenin. La concepción del mundo de Lenin y los fundamentos del leninismo no son, por su volumen, una y la misma cosa. Lenin es marxista, y la base de su concepción del mundo es, naturalmente, el marxismo. Pero de esto no se desprende, en modo alguno, que la exposición del leninismo debe comenzar por la de los fundamentos del marxismo”.

2) El pensamiento de Mao como un desarrollo del marxismo de nuestra época: “El pensamiento de Mao tuvo su cuna en la vieja China punto de convergencia de todas las contradicciones del imperialismo, y se desarrolló no sólo en función de esta realidad particular, sino también, al mismo tiempo, en función de la realidad de la revolución proletaria mundial. Pero la vieja China no era un país imperialista, como lo era la Rusia zarista de principios de siglo, sino un país semicolonial y semifeudal. En consecuencia, ‘la tarea a resolver’ ahí no era ‘la lucha contra el capitalismo sino contra las supervivencias del medioevo’… Por tanto, si la revolución china es la continuación de la revolución rusa en las condiciones de un país semicolonial y semifeudal, el pensamiento de Mao es un desarrollo directo del leninismo, pues comparte con éste las mismas raíces históricas”.

3) El modo en que puede comprenderse el desarrollo del marxismo: “El principio materialista según el cual la existencia social determina la conciencia social se expresa como la determinación del desarrollo de la teoría de la revolución proletaria, tanto por la aplicación del método marxista a lo concreto particular como a lo concreto universal… En el desarrollo del marxismo, lo concreto particular ha sido siempre un país: Rusia en el caso del leninismo y China en el de Mao; y lo concreto universal ha sido, como es obvio, el mundo como totalidad: Lenin no aplicó el marxismo únicamente a las condiciones particulares de Rusia, sino también a las nuevas condiciones generales del capitalismo (imperialismo) y de la lucha de clase del proletariado (revolución proletaria mundial). Y tanto por lo uno como por lo otro, su pensamiento terminó apareciendo como la expresión teórica del contenido fundamental y de las tendencias fundamentales de nuestra época y, al mismo tiempo, del contenido fundamental y de las tendencias fundamentales de la revolución proletaria y de la dictadura del proletariado. Del mismo modo, Mao no aplicó el marxismo únicamente a las condiciones particulares de China, sino también a las condiciones de la revolución proletaria mundial. Y, tanto por lo uno como por lo otro, su pensamiento terminó apareciendo como un desarrollo directo del leninismo, es decir, del marxismo de nuestra época y, por tanto, como un desarrollo del marxismo en general. Es necesario precisar, sin embargo, que tanto en el caso de Lenin como en el de Mao, el punto de partida y lo decisivo fue la aplicación del marxismo a lo concreto particular de sus respectivos países, pues a partir de esta aplicación sus respectivos pensamientos se universalizaron. En consecuencia, puede concluirse que cada desarrollo del marxismo ha cubierto dos etapas: una primera que va de lo universal a lo particular (aplicación del marxismo) y otra que va de lo particular a lo universal (generalización de la nueva teoría adquirida)”.

4) Las épocas en el desarrollo del marxismo: Tanto en la naturaleza como en la sociedad y en el pensamiento, el desarrollo se opera como complejización de las relaciones internas del sistema dado, y este proceso cubre determinadas etapas, períodos, estadios, etcétera. Por ejemplo la formación del sistema solar cubrió algunas etapas: condensación de la nebulosa de gas y polvo que dio lugar al nacimiento del sol, condensación de las nubes de gas y polvo que dieron lugar al nacimiento de los planetas y los satélites. Así también, la sociedad ha cubierto y cubre sucesivas etapas, períodos, épocas, eras: por ejemplo la era de la comunidad primitiva, la época del imperialismo y de la revolución proletaria, el período de la Alta Edad Media, la etapa del dominio inglés en América Latina. Lo mismo ha ocurrido y ocurre con el pensamiento: si filogenéticamente cubrió determinadas etapas, ontogenéticamente cubre las etapas del pensamiento sensorial y del pensamiento racional. El proceso de complejización de las relaciones internas de un sistema dado es una ley del desarrollo. Como es claro, el marxismo no podía ni puede ser ajeno a esta ley. Por eso, el marxismo y el leninismo aparecen como dos épocas en el desarrollo de la doctrina, cada una de las cuales es la expresión teórica del contenido fundamental y de las tendencias fundamentales de cada una de las épocas en que se divide la era del capitalismo: la época del capitalismo preimperialista y de la preparación del proletariado para la revolución, y la época del imperialismo y de la revolución proletaria. Ciertamente las dos épocas del marxismo pueden, a su vez, ser divididas en etapas. Así, mientras el marxismo, entendido como el pensamiento de Marx y Engels, cubrió la etapa de su formación y la etapa de su madurez, el leninismo, entendido como el marxismo de nuestra época, cubre, hasta hoy, la etapa del pensamiento de Lenin y Stalin y la etapa del pensamiento de Mao. En el caso del marxismo el proceso de complejización aparece, pues, como enriquecimiento cuantitativo y cualitativo. Esta es una ley del desarrollo del marxismo. En consecuencia, es imposible no tener en cuenta esta realidad al momento de denominar la doctrina”.

5) La denominación de la teoría proletaria: “En el movimiento comunista, tanto nacional como internacional, hay quienes utilizan el término etapa para significar que el pensamiento de Mao constituye una “tercera etapa” en el desarrollo del marxismo. De este modo el leninismo es reducido a una etapa de este desarrollo, y otro tanto resulta haciéndose con el marxismo. Pero el leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria y, por esto, el término tercera etapa aplicado al pensamiento de Mao es incorrecto. El pensamiento de Mao es un desarrollo del marxismo de nuestra época, es decir, una etapa del leninismo y, por tanto, sólo en este sentido puede aplicársele el término etapa”. “Todo el desarrollo alcanzando hasta hoy por la teoría proletaria debe expresarse en su denominación, y esto implica la obligatoriedad para el partido proletario de reconocer explícitamente en dicha denominación tanto el leninismo como el pensamiento de Mao. Sin este explícito reconocimiento, los militantes quedarían en “libertad” de adherir o no a Lenin y a Mao, y esta “libertad” no sería otra cosa que una expresión de oportunismo, o, más exactamente, de revisionismo”. 

La idea fundamental que atraviesa los cinco trabajos que conforman el presente libro, es que la aplicación del método a las cambiantes condiciones históricas ha dado resultados teóricos que comportan un desarrollo de valor universal del marxismo, y que este desarrollo determina la denominación de la doctrina:  si “los principios del marxismo están allí desde Marx y Engels (el marxismo no empezó siendo una concepción incompleta que, por tanto, había que completar), y, por esto, como sostuvo Stalin en la Entrevista con la primera delegación de obreros norteamericanos, no es posible agregarle ningún ‘principio nuevo’, pero sí, en cambio, ‘elementos nuevos’, es decir, elementos teóricos nuevos, entonces es claro que existe un desarrollo de la teoría proletaria y, por tanto, es teóricamente correcto y políticamente necesario que este desarrollo quede expresado en su denominación.

Escritos entre el 12 de noviembre y el 27 de diciembre de 1998, los cinco trabajos tuvieron, entonces y durante un tiempo después, una amplia difusión por internet.


26.04.10. 


*Esta Introducción se publica dada la proximidad de la publicación del libro de Eduardo Ibarra, libro que comprende los capítulos Concepción y método en el marxismo, El método de Stalin, El pensamiento de Mao. Planteamiento de la cuestión, Notas sobre el desarrollo del marxismo, El marxismo en su lexicón. De este modo, pues, queda anunciada la publicación de un libro que define cuestiones fundamentales de la teoría del proletariado.  (El Comité de Redacción). 

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