El Manifiesto Comunista y el Partido de Clase
(6)
Eduardo Ibarra
COMO SE SABE en algunos círculos, García ha propuesto titular socialista a su proyectado partido. Esta propuesta, huelga decirlo, es válida únicamente para su grupo, que, como es lógico, puede llamarse como quiera.
Pero, naturalmente, la cuestión cambia cuando nuestro personaje presenta su propuesta como válida para todos los partidos proletarios. ¿No lo cree el lector? Véanse estas afirmaciones suyas:
… [el problema de nuestra época: capitalismo o socialismo, es] la base para sostener el nombre de partido
socialista.
… si el socialismo es el llamado a reemplazar el capitalismo, se entiende entonces el porqué del nombre de Partido Socialista. (“El socialismo peruano”; cursivas nuestras).
Así, el nombre científicamente exacto del partido proletario, el nombre de comunista, es expulsado de la teoría marxista. Esta expulsión contiene varias aberraciones que es necesario anotar.
Primera aberración: la tergiversación del pensamiento de Mariátegui, quien sostuvo a propósito del punto:
En Europa, la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico, la vieja y grande palabra conserva intacta su grandeza. (Ideología y política, p. 249; cursivas nuestras).
Segunda aberración: el intento de reemplazar el nombre científicamente exacto del partido proletario por cualquier otro nombre científicamente inexacto.
Tercera aberración: la
pretensión de universalizar el nombre de socialista para el partido.
Esta falsificación del pensamiento
de Mariátegui en punto al nombre del partido data de 1988 y, como era lógico, la
desenmascaramos tan pronto tuvimos conocimiento de ella.
Pues bien, hablando de la conocida
necesidad del programa mínimo y del programa máximo, García escribió en 2009:
Esto sólo se puede lograr con un "partido de masas e ideas" (sic), cualquiera sea su nombre: partido tal, frente tal, movimiento tal, o cualquier otro. (“Los partidos comunistas hoy”).
Cualquiera sea su nombre, dice, y, es por eso que, en 2010, hiciera, con escandalosa sofistería, la folclórica propuesta de titular “minga” a su proyectado partido, propuesta asimismo desenmascarada por nosotros, retornando entonces García, más o menos prontamente, a su inicial propuesta de titularlo socialista.(8)
Ahora bien, ¿cuál es el fondo de la posición de García sobre el nombre del partido?
Con aquello de que, por una razón de táctica (no de doctrina) “el Partido comunista se debate entre la vida y la muerte”, nuestro personaje: 1) escamotea la realidad de que, en la segunda mitad del siglo XIX, la situación ideológica y política del movimiento obrero europeo hacía inconveniente el nombre de partido comunista, y que, ya en el siglo XX, terminó desacreditado por la traición de muchos partidos comunistas a los principios del Manifiesto (cuestión doctrinal, y no específicamente táctica); es decir, García escamotea la identificación del revisionismo como el causante de tal descrédito; 2) en consonancia con lo anterior, nuestro tergiversador de Mariátegui propugna un partido doctrinariamente heterogéneo que comprenda tanto a marxistas como a quienes han renegado de los principios del marxismo. Ni más ni menos.
La diferencia entre estas fementidas posiciones de García y las correctas posiciones de los autores del Manifiesto, salta a la vista: mientras Marx y Engels aceptaron, en las condiciones de los años de 1860 y 1870, nombres científicamente inexactos para el partido proletario pero sin renunciar jamás a su nombre científicamente exacto, García intenta justificar nombres científicamente inexactos y, así, ha declarado caduco el nombre de comunista hasta el punto de que lo ha echado al basurero de la historia, como ya señalamos.
Mucho después, en 2009, García
escribió:
[Mariátegui] Propuso el nombre partiendo de la propia realidad y, posiblemente, de las excepciones que contemplaba la Komintern. (“Los partidos comunistas hoy”).
¿No es esto un nuevo bandazo de nuestro liquidador? Sí, es un nuevo bandazo, o más exactamente, una nueva maniobra, pues, como hemos citado ya, en 1988 había sostenido que el nombre de socialista se deriva del problema de nuestra época y del hecho de que el socialismo reemplaza al capitalismo, y no de nuestra “propia realidad”.
No se trata, desde luego, de una rectificación, pues García no tiene en cuenta que la existencia, en nuestra actual escena nacional, de algunos partidos socialistas definidamente oportunistas, hace improcedente el nombre de socialista para el partido, nombre en el que, sin embargo, García insiste tozudamente. Así niega, una vez más, el método de los maestros del proletariado.(9)
En consecuencia, queda probado que quien se ha atascado “en la superficie del fenómeno”, en la epidermis del problema del nombre del partido, es precisamente García, quien, de esta forma, aparece atrapado en sus propias trampas.
Pero ahondemos en la verdad del tema examinado: el trasfondo de toda la retórica de nuestro liquidador, es su abjuración del marxismo-leninismo.
La grosera tergiversación del pensamiento de Mariátegui, la descarada sofistería orientada a silenciar el nombre científicamente exacto del partido y justificar nombres científicamente inexactos y los vergonzosos bandazos analizados aquí brevemente, constituyen la sexta “falla geológica” del discurso del “profundo” García.
Notas
[8] El lector puede encontrar una refutación más
amplia de la sofistería de García a propósito del nombre del partido, en
nuestro libro El partido de Mariátegui
hoy: Constitución, nombre, reconstitución.
[9] Engels señaló: “… cuando fue escrito [el
Manifiesto Comunista] no pudimos titularle Manifiesto
Socialista. En 1947 se llamaban socialistas, por una parte, todos los
adeptos de los diferentes sistemas utópicos…; de otra parte, toda suerte de
curanderos que prometían suprimir, con sus diferentes emplastos, las lacras
sociales sin dañar al capital ni a la ganancia.” (Prefacio a la edición inglesa
de 1888 del Manifiesto del Partido
Comunista). Lenin sostuvo: “Es necesario que para cada trabajador de filas
sea totalmente clara la diferencia entre los partidos comunistas y los viejos
partidos oficiales ‘socialdemócratas’ o ‘socialistas’ que han traicionado la
bandera de la clase obrera” (Contra el
revisionismo, p. 566). Como ya vimos, Mariátegui mantuvo: “En Europa, la
degeneración parlamentaria y reformista del socialismo, ha impuesto, después de
la guerra, designaciones específicas”. Es decir, en una situación concreta en
la que partidos oportunistas tienen tales y cuales nombres, el partido
proletario está obligado a diferenciarse de los mismos, con un nombre
suficientemente demarcador, si no quiere crear confusión entre las clases
trabajadoras. Entonces ¿por qué García insiste en el nombre de socialista en la
situación en que algunos partidos revisionistas se llaman socialistas? Pues,
porque considera que esos partidos no son revisionistas, no obstante que, más
allá de un discurso maximalista en cierto caso, tales partidos no tienen ni la
más mínima intención de dañar “al capital ni a las ganancias”. Y García sueña
con fusionar su grupo con esos y otros partidos oportunistas y, esto, pone al
descubierto que su propio discurso maximalista es nada más que puro discurso,
que le sirve, sin embargo, para encubrir su abjuración del marxismo-leninismo,
su negación del principio de integrar lo universal marxista con lo particular
peruano, su abandono de la táctica del proletariado, su negación del partido de
clase y, por lo tanto, para disimular su socavación de la propia revolución.
10.01.2024.
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