miércoles, 1 de septiembre de 2021

Economía

Precios y Política

César Risso

LA ECONOMÍA es una ciencia, y en consecuencia tiene carácter objetivo. Vale decir, que existen leyes económicas que se manifiestan con férrea necesidad. Pero en la medida que la economía corresponde a la actuación de los seres humanos por conseguir los medios de vida que requieren, entonces la voluntad juega un papel importante; sin embargo, la voluntad de los individuos no se da de manera espontánea y libremente, en el sentido de que pueden buscar su conveniencia sin ningún parámetro, sino que su voluntad y decisiones se dan en el marco de determinada estructura social.

Pues bien, la estructura socioeconómica en el capitalismo se caracteriza por relaciones sociales que consisten en la propiedad privada de los medios de producción, de un lado y, de otro, la propiedad de la fuerza de trabajo, la capacidad de trabajar, compuesta por la capacidad física y espiritual, en el sentido de ideas, conocimientos, experiencia, sentimientos y voluntad. Así, los propietarios de los medios de producción adquieren en el mercado de trabajo, la fuerza de trabajo que requieren para la producción. Pero ocurre que la fuerza de trabajo está adherida al trabajador, es un atributo de la persona, y que por lo tanto para mantener la fuerza de trabajo hay que mantener a la persona. Así, la fuerza de trabajo que utiliza el capitalista requiere mantener con vida y buena salud al trabajador.

Hemos utilizado la expresión mercado de trabajo. El mercado en general, en la teoría económica, consiste en la oferta y la demanda del bien o servicio. En ambos casos, bien o servicio, son mercancías, esto es, se producen para ser vendidas y compradas. Resulta que, en el sistema de trabajo asalariado, el trabajador crea mercancías que tienen un valor mayor al que se le remunera. De aquí sale la ganancia que se embolsa el propietario de los medios de producción.

El mercado es entonces un término que designa la voluntad de todos aquellos que producen la mercancía, y también la voluntad de todos quienes desean o necesitan adquirir dicha mercancía.

Como se puede apreciar, la objetividad de las leyes económicas, y las categorías que nos permiten descubrir y expresar estas leyes, están constituidas por la actuación de múltiples voluntades, por las decisiones y actuación de todos los individuos, que buscan la forma de obtener los recursos que requieren para vivir. Pero en el capitalismo los recursos adquieren la forma de mercancías, lo que quiere decir que tienen propietario, quien las pone a disposición de quienes las necesitan siempre que tengan el dinero para pagar el precio correspondiente.

En el capitalismo, para poder vivir, hay que tener el dinero necesario para obtener las mercancías que se necesitan. Pero para obtener el dinero tienen que, o bien trabajar y dejarse explotar dejando que el capitalista se apropie de la ganancia que el mismo trabajador crea, o ser capitalista, y apropiarse de parte del valor creado por los trabajadores. En consecuencia, las decisiones de las personas en el capitalismo pasan por la estructura socioeconómica.

Hay que añadir, que la decisión de ser trabajador o capitalista, depende de las condiciones en las que el individuo se desenvuelve, de la clase social a la que pertenece su familia, etc.

Entonces, el mercado es la forma en la que se manifiesta en la superficie la explotación capitalista. Y el libre mercado no es otra cosa que la libertad de los capitalistas de explotar a los trabajadores. Este es el caso del mercado de trabajo. En el mercado de bienes y servicios (mercancías), la estructura socioeconómica permite que la burguesía tenga lo que los teóricos llaman posición de dominio, aunque esta expresión la utilizan para señalar el caso de los monopolios y los oligopolios, se puede muy bien extender a la situación en que los capitalistas, sin necesidad de reunirse para ponerse de acuerdo, elevan los precios aprovechando la coyuntura de incertidumbre política. Esta voluntad de los capitalistas se funda en la necesidad de obtener ganancias (plusvalía, dicho en términos científicos), pero también de afrontar la competencia, que es la voluntad de los demás capitalistas por apropiarse de una mayor porción del mercado y de plusvalía.

En la teoría económica burguesa, el análisis del libre mercado, o de competencia perfecta, plantea que el control de precios conduce a la aparición del mercado “negro” o paralelo, que consiste en que el precio controlado al ser menor al del mercado, provoca la reducción de la producción y en consecuencia los consumidores ofrecen un precio más alto para conseguir, de las escasas unidades del bien puestas a la venta, la cantidad que necesitan. Termina así el control de precios en una situación contraria a la que se proponía como objetivo.

El tratamiento que hemos dado de las categorías económicas, específicamente el mercado, nos permite ver con más precisión el desenvolvimiento económico. El control de precios en efecto reduce las ganancias que los productores habían obtenido hasta ese momento, y en consecuencia les induce a tratar de recuperarla por algún medio. Una forma puede ser retirando parte de su inversión en la producción del bien del que se trata, para destinarla a otra actividad. Pero el caso es que hay una reacción de los productores. Estos se pueden conformar con el precio controlado, o bien pueden tratar de especular con la escasez artificial, para poder vender a un precio más alto extraoficialmente.

Se entiende que el control de precios se refiere a las mercancías de primera necesidad. Esto quiere decir que no todos los capitalistas se verían afectados, sino solamente aquel sector de productores de ciertos bienes de primera necesidad.

Si los precios de los bienes de primera necesidad suben, esto quiere decir que del presupuesto familiar los trabajadores, y los ciudadanos en general, van a destinar una mayor parte de su presupuesto para adquirirlos. En consecuencia, se podrá disponer de una menor cantidad de los ingresos para adquirir otros bienes y servicios, lo que reducirá las ventas y los ingresos de los demás sectores de capitalistas, con la consecuente reducción de la ganancia de estos otros sectores. Por lo tanto, la variación de los precios es, entre otras cosas, un mecanismo no solo para aumentar por parte de un sector de capitalistas sus ganancias, sino también para arrebatarse entre los capitalistas, del total de la masa de ganancia, producida por los trabajadores, una porción cada vez mayor.

Esta situación nos permite apreciar que el gobierno, al controlar el precio de los bienes de primera necesidad, reduce la ganancia de los capitalistas que invierten en la producción de dichos bienes, pero, sin proponérselo, otorga a los demás sectores de capitalistas la posibilidad de aumentar sus ventas y sus ganancias.

Por ejemplo, el control de precios podría reducir las ganancias de los capitalistas que se dedican a la venta de pollos; pero esto dejaría posibilidades de mayores ingresos para los capitalistas que invierten en la producción textil, o los que invierten en los servicios financieros, o los que invierten en la comercialización de electrodomésticos, o los que invierten en los servicios de entretenimiento, etc.

Como hemos señalado, el mercado es el conjunto de voluntades que se desenvuelven en los marcos de una determinada estructura socioeconómica, y que por lo tanto, no es solo la voluntad de los productores (capitalistas), ni solo la voluntad de los compradores la que se impone, sino que, repetimos una vez más, es el conjunto de voluntades. Pues bien, en este conjunto de voluntades interviene también la voluntad organizada y centralizada de determinados sectores populares, que se da a través del gobierno. Y, en la medida que el gobierno es una fuerza organizada, entonces tiene una influencia considerable en el “mercado”, pues se presenta como un “agente” más.

Esta situación que hemos tratado de explicar se resume en que los precios de mercado (cualquiera que sea el mercado, de competencia perfecta, oligopólico o monopólico), no es otra cosa que la lucha de los capitalistas por obtener mayores ganancias no solo explotando directamente a los trabajadores, sino también a través de los precios más altos que puedan obtener; y de otro lado, la lucha de los trabajadores por obtener precios más bajos de las mercancías, sobre todo de las de primera necesidad, así como la lucha a través del gobierno, que en este caso representa los intereses del pueblo.

Esta lucha por los precios en el mercado es permanente en el sistema capitalista. Es una pugna constante. La balanza se inclinará a favor de unos o de otros, dependiendo de la coyuntura económica y política. Esto será así mientras el sistema capitalista sea el modo en que se da la producción.

Las diversas formas de producción que existen en nuestro país le dan un matiz especial a nuestra economía. Dado que nuestra economía no es enteramente capitalista, nos vemos en la necesidad de comentar brevemente esta condición para ver cómo se daría la política de control de precios. Los bienes producidos por las comunidades campesinas, en una cierta cantidad, entran al circuito comercial capitalista, por lo cual permiten que el fenómeno de los precios se reproduzca como lo hemos descrito. Pero aquella otra cantidad que no entra al circuito comercial capitalista, pasa a ser parte de los llamados bienes salario que, con un pequeño margen de utilidad, que solo alcanza para sobrevivir, se vende en el circuito comercial informal. Este sector no tiene la lógica de la producción capitalista, pues busca vender no para acumular, sino para adquirir los bienes que requiere para vivir. Con los precios bajos que en este sector se dan, se termina favoreciendo a la burguesía, pues esta puede pagar salarios bajos, sin que los trabajadores se mueran literalmente de hambre, dado que pueden conseguir bienes salario baratos.

Si el régimen actual decide controlar los precios de algunos de los bienes de primera necesidad, podemos esperar una reacción inmediata de los capitalistas que producen dichas mercancías; pero estamos seguros que esta reacción será temporal, aunque de manera permanente seguirán tratando de embolsarse mayor plusvalía a costa de los trabajadores y a costa de otros capitalistas. Sin embargo, el control de precios será efectivo siempre que el gobierno mantenga con firmeza su posición, y tenga respaldo popular.


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