sábado, 4 de diciembre de 2010

Economía



INTEGRACIÓN Y DESARROLLO IMPERIALISTAS
 
Cesar Risso H.

LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES como el Banco Mundial, liderados por la burguesía imperialista a través de la representación de los Estados Nación, vienen instrumentalizando una serie de propuestas económicas que tienen larga data en sus objetivos, que aparecen como teorías y políticas novedosas, de rigor técnico, pero que son elaboradas sobre la base de las necesidades del imperialismo y de las ideas de los intelectuales burgueses en su labor de apología del capitalismo.
En el Informe sobre el desarrollo mundial del 2009, del Banco Mundial, se lee: “Los países en desarrollo de hoy, como recién llegados, se enfrentan a una elección difícil: mantenerse divididos y perder terreno, o convertirse en ganadores sin fronteras” (Pág. 260).
Como se puede apreciar, en la forma en que se propone en el informe, esto se debe dar a través de la pérdida de soberanía de los países en vías de desarrollo a favor de los países industrializados. O lo que es lo mismo, según la terminología usada en el Informe, siendo “ganadores sin fronteras”.
Nos proponen la disyuntiva de mantenernos divididos (así le llaman a la independencia y soberanía de los países en vías de desarrollo) o ser ganadores sin fronteras (colonias).
Con los términos de densidad, distancia y división, nos conducen hacia la necesidad de la integración, a la necesidad de la pérdida de soberanía.
Esta propuesta podría tener éxito, si es que las relaciones sociales de producción fueran distintas; pero como en la actualidad estas relaciones son capitalistas, estas propuestas incrementarán las ganancias de los capitalistas, agudizando la explotación de los trabajadores. Si las relaciones sociales de producción fueran socialistas, estas propuestas redundarían en beneficio sobre todo de los trabajadores, y de toda la humanidad.
Estas propuestas aunque aparecen como técnicas, contienen implícitamente las relaciones de propiedad capitalistas; sin embargo el problema técnico debe corresponder a determinadas relaciones de producción. Esto es precisamente lo que no dicen estos organismos internacionales, pues el aspecto técnico es la forma de enmascarar sus objetivos mezquinos, capitalistas, en una palabra burgueses.
El Informe señala que la causa de nuestro insuficiente desarrollo está en la lentitud debida a nuestra condición de Estados independientes. Así señala: “Pero en la mayor parte del mundo desarrollado, la concentración y la convergencia han sido lentas, cuando las ha habido, a menudo a causa de persistentes divisiones económicas, políticas y culturales entre los países. Estas divisiones dificultan a los países aprovechar las economías de escala, la movilidad del trabajo y el capital y los menores costos del transporte” (Pág. 258).
Las economías de escala requieren de tecnología, que se desarrolla en los países industrializados. Esto significa reforzar la dependencia tecnológica. Pero, además, esto implica la existencia de grandes empresas, lo cual exige la centralización y concentración de capital. Esto, a su vez, requiere de grandes inversiones, lo que nos conduce a reforzar la inversión extranjera directa. Y, por supuesto, todo esto en el marco de la integración regional, que es la denominación eufemística para justificar el reparto económico del mundo sobre la base de la conformación de supra Estados de carácter continental: América, liderada por los Estados Unidos; Europa, liderada por Alemania; Asia, liderada por Japón o China.
Asimismo, en el Informe se afirma que: “[…] se propone la integración regional como mecanismo para incrementar la capacidad de oferta local y la integración mundial para mejorar el acceso a mercados y proveedores. Integración significa cooperación entre países en comercio, regulaciones y políticas internas, infraestructura regional y otras iniciativas a través de las fronteras, incluidos los bienes públicos. La integración regional emplea cooperación incluso a un nivel internacional aun más amplio” (Pág. 258).
Con respecto al comercio, los acuerdos comerciales que se vienen firmando reducen significativamente los aranceles con miras a su eliminación total. Sin embargo, en la práctica los países en vías de desarrollo terminan aceptando los subsidios a los excedentes agrícolas de los países industrializados. Estos sustituyen los aranceles por medidas como normas técnicas, de etiquetado, de seguridad, así como prohibiciones abiertas, que fortalecen el proteccionismo de sus economías, en tanto logran que sus socios menores abran totalmente las suyas.
Si las regulaciones del comercio internacional son desventajosas para los países en vías de desarrollo, la situación se presenta aun peor por el intercambio desigual, que consiste en el trasvase de valor hacia los países industrializados. Estos entregan mercancías que contienen menos horas de trabajo que las mercancías que los países en vías de desarrollo entregan a cambio. 
Con respecto a los bienes públicos, estos son los bienes comunes, no por la propiedad sino por su uso o impacto. Este término que han acuñado los organismos imperialistas mundiales, tiene por finalidad inducir a pensar en la necesidad de la gestión común, a la que llaman gobernanza. Así, la Amazonía como pulmón del mundo, es un bien público mundial, que requiere una gestión mundial. Como se puede apreciar esta es otra justificación teórica del colonialismo imperialista que nos quieren imponer por la vía de los acuerdos de integración.
Lo que nos proponen como una solución para la industrialización de los países en vías de desarrollo, en realidad es una solución para los países imperialistas. Esta propuesta da cuenta de que la actual organización capitalista del mundo no le basta a la burguesía mundial. La posibilidad actual de sortear la crisis y con ella la reducción de la cuota media de ganancia, pasa necesariamente por la integración regional y mundial, o para decirlo con un lenguaje realista, por un sometimiento mucho más brutal en la explotación a los trabajadores en los países en vías de desarrollo. El capitalismo requiere más capitalismo, requiere extender y agudizar la explotación. Ya no puede permitirse dejar algún rincón del mundo sin someterlo, sin recrearlo a su imagen y semejanza, donde reine la propiedad privada de los medios de producción, para extraer trabajo no remunerado (plusvalía) a todos los trabajadores del planeta. Ya no puede, so pena de perecer, aceptar trabas de ningún tipo.
La burguesía debe mirar con fruición la existencia de 1700 millones de pobres en el mundo (según el índice de pobreza multidimensional del Banco Mundial), pues deben considerarla como una grandiosa oportunidad de explotarlos. Para esto requieren la integración.
Al parecer, según el informe, que es entre otras cosas el ideario actual del imperialismo (o la forma actual del ideario imperialista), el mundo es insuficientemente capitalista. Por ello esta propuesta no es sino la alternativa teórica y práctica para la solución de los problemas actuales del capitalismo. A esta altura podemos compendiar en la siguiente expresión la encrucijada del capitalismo por seguir existiendo: Explotar a más trabajadores y a más países mucho más intensamente a través de la integración, o morir.
Esto nos conduce a deducir que la lucha contra la actual propuesta de integración capitalista deviene en lucha contra la supervivencia de este sistema. Pero a esto hay que agregar que no solo debemos hacer imposible que el capitalismo siga viviendo, oponiéndonos de forma activa a la integración, sino que debemos organizarnos para dar vida de una forma renovada, sobre la base de la rica experiencia económica y política de los regímenes proletarios, al socialismo.
Es una posibilidad que el imperialismo logre su objetivo de llevar a cabo la integración regional y mundial, pero ello no logrará sino resolver temporalmente la crisis actual, provocando crisis más agudas y sin solución aparente en el futuro. De modo que o se le asesta el golpe de gracia de una vez, o se prolonga la explotación y la barbarie imperialista hasta que en la próxima crisis haya una sola salida sin más alternativa que transformar las relaciones de producción en socialistas.

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