¡Defender el
Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de
la Realidad Actual!
El Trasfondo de un
Artículo de Carlos Moreno
(Quinta Parte)
Eduardo Ibarra
Veamos, ahora, el practicismo de Lastra en el marco general de la lucha de clases.
Como es de conocimiento común, en el trabajo de masas Mariátegui distinguió entre el frente unido sindical de la clase obrera (CGTP), el frente político proletario (PSP-CGTP) y el frente unido del pueblo peruano.
El frente unido del pueblo peruano es para la lucha por el poder. Este frente no es pues para luchar por algunas reivindicaciones, por objetivos políticos limitados ni nada más para acceder al gobierno.
Mariátegui señaló:
Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla definitiva y verdadera. (Ideología y política, p. 91).
De esta forma esclareció la relación entre la lucha antiimperialista y la lucha por el socialismo, entre las reivindicaciones democrático-burguesas y la revolución socialista proletaria.
También subrayó Mariátegui:
El P.S. reconoce que dentro de las condiciones nacionales, la realidad nos impondrá la celebración de pactos y alianzas generalmente con la pequeña burguesía revolucionaria. El P.S. podrá formar parte de estas alianzas de carácter revolucionario, pero, en todo caso, reivindicará para el proletariado la más amplia libertad de crítica, de acción, de prensa y de organización. (Martínez, Ricardo, Apuntes, p. 488).
En el curso de su acción, el frente unido del pueblo peruano puede, pues, celebrar pactos y alianzas con fuerzas dispuestas a luchar por un objetivo concreto, así como, en la lucha por el poder, con la pequeña burguesía revolucionaria.(53) Pero, en todos los casos, tales pactos y alianzas tienen que garantizar incondicionalmente la independencia del proletariado en el orden de cosas señalado por Mariátegui.
Tanto en la lucha por el frente unido sindical de la clase obrera como en el trabajo campesino, tanto en el trabajo con las capas intermedias como en el trabajo intelectual, Mariátegui desarrolló una consecuente lucha contra todas las posiciones extrañas a la línea de clase del proletariado. El frente unido sindical se concretó en la CGTP, que comprendía “las Federaciones o Ligas campesinas” y “las Federaciones de Comunidades Indígenas”. La revista Amauta fue marxista desde el principio (“Los que damos a ‘Amauta’ tonalidad, fisonomía y orientación, somos los que tenemos una filiación y una fe, no quienes no las tienen…”), pero sus colaboradores tuvieron diversas filiaciones doctrinales porque Mariátegui tuvo en cuenta que el movimiento, que entonces llamaba de “renovación”, estaba en sus inicios históricos y las posiciones no estaban cabalmente demarcadas todavía y, en consecuencia, el socialismo marxista estaba obligado a trabajar en el seno de dicho movimiento. Pero, invariablemente, Mariátegui luchó contra las desviaciones del marxismo y por la afirmación de la posición proletaria tanto entre las masas de abajo como entre las masas de arriba. Además, el fundador del Socialismo Peruano sentó las bases del frente unido antiimperialista y antifeudal del pueblo peruano y trazó los lineamientos programáticos del Partido Socialista; en política internacional, intervino, a través de una delegación, en la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana; por último, acordó la afiliación del PSP a la Tercera Internacional. Es decir, desde un principio Mariátegui aplicó una concepción estratégica de la lucha de clase del proletariado peruano.
No obstante estas lecciones mariateguianas (de las que hay que asimilar su esencia a efecto de aplicarlas en nuestro trabajo político), la actividad de Lastra presenta una enorme confusión con respecto al frente unido: el llamado Movimiento Renovemos, del cual forma parte, no es un organismo que tenga como objetivo la lucha por el poder, y el Frente Amplio, donde también participa, tampoco tiene dicho objetivo. Así, pues, la actividad frenteunionista de Lastra se revela atolondrada, caótica, anarcoide, es decir, sin un contenido revolucionario. Es el activismo por el activismo. O mejor: es la actividad frenteunionista asumida con una línea oportunista; o sea, sin una táctica y una estrategia marxistas, coherentes, justas. Esta falencia se pone de manifiesto en su actividad: condición doctrinariamente heterogénea de los organismos que constituye, de los medios de prensa que edita, de las reuniones que organiza y del blog que dirige. Pongamos algunos ejemplos: la Universidad Socialista José Carlos Mariátegui fue un espacio donde tenían presencia jruschovista-brezhnevianos y liquidadores del grupo de García; la revista Pizarra Socialista fue un medio que incluyó la propaganda de las posiciones de Ravines y Martínez sobre la cuestión nacional, así como la defensa incondicional de gobiernos reformistas como el de Correa en Ecuador y el de Maduro en Venezuela, con notoria exclusión en sus páginas de las posiciones de Mariátegui sobre estas dos cuestiones; y, como ya lo señalamos con otras palabras, el Movimiento Renovemos y el Frente Amplio no pasan de ser frentes reformistas; en el blog Creación Heroica –y como lo hemos subrayamos ya– es visible la participación del liquidador Miguel Aragón, mariateguista de palabra y antimariateguista de hecho. Etcétera.
El pueblo peruano no es doctrinaria ni políticamente homogéneo. Esta realidad no necesita una especial demostración, pues es una verdad de conocimiento común; pero sí requiere algunas puntualizaciones. Todo marxista sabe que un grueso sector de nuestro pueblo está ganado a la ideología y a la política burguesas, y que esto dificulta la lucha por el socialismo. En las elecciones generales como en otras de distinto alcance, los partidos del orden obtienen, en conjunto, una votación superior a la suma de las votaciones que obtienen los existentes frentes de “izquierda”, con el agravante de que sus cúpulas no tienen más horizonte que una política reformista, conciliadora con el capitalismo, y que, inclusive, la inmensa mayoría de sus votantes no van más allá de ese mismo horizonte.
Por consiguiente, los marxistas están obligados a distinguir entre las fuerzas reformistas y las fuerzas revolucionarias en el seno del pueblo y a desarrollar una consecuente lucha contra el reformismo. Cuando no se hace esta distinción y no se lleva adelante esta lucha, se cae en la falacia del frente-amalgama. No es casual que este tipo de frente sea promovido por quienes no tienen más meta que ser gobierno, así como por aquellos que ilusamente creen que la revolución puede darse solo a partir de haber ganado el poder ejecutivo.
Lenin esclareció:
Uno de los sofismas más difundidos del kautskismo es el remitirse a las “masas”, diciendo que no quiere separarse de ellas ni de sus organizaciones. Pero reflexionad sobre la forma en que plantea Engels esta cuestión. Las “organizaciones de masas” de las tradeuniones inglesas estuvieron en el siglo XIX al lado del partido obrero burgués. Y no por eso se conformaron Marx y Engels con este partido, sino que lo desenmascararon. No olvidaban, en primer lugar, que las organizaciones de las tradeuniones abarcan, en forma inmediata, una minoría del proletariado. Bajo el capitalismo no puede pensarse seriamente en la posibilidad de organizar a la mayoría de los proletarios. En segundo lugar –y esto es lo principal– , no se trata tanto del número de miembros de una organización, como el sentido real, objetivo de su política; de si esa política representa a las masas, sirve a las masas, es decir, sirve para libertarlas del capitalismo, o representa los intereses de una minoría, su conciliación con el capitalismo (…) Del “partido obrero burgués” de las viejas tradeuniones, de la minoría privilegiada, distingue Engels la “masa inferior”, la verdadera mayoría, y apela a ella que no está contaminada de “respetabilidad burguesa”. ¡Ese es el quid de la táctica marxista! (…) La única línea marxista en el movimiento obrero mundial consiste en explicar a las masas que la escisión con el oportunismo es inevitable e imprescindible, en educarlas para la revolución en una lucha despiadada contra él, en aprovechar la experiencia de la guerra para desenmascarar todas las infamias de la política obrera liberal-nacionalista, y no para encubrirlas. (Contra el revisionismo, p. 349).
Se entiende perfectamente el contenido y el alcance de la cita: frente a la escisión del socialismo (que viene del siglo XIX, que en el siglo XX cobró una dimensión mayor con el surgimiento del socialchovinismo, del browderismo, del titoísmo y el revisionismo contemporáneo, por una parte, y, por otra, con la defensa y reafirmación del marxismo-leninismo como la doctrina del proletariado y el surgimiento del pensamiento de Mao como desarrollo del marxismo de nuestra época), el proletariado no tiene más camino que aplicar la táctica del deslinde con todas las variantes del oportunismo y ganarse a las masas profundas para formar un verdadero movimiento revolucionario de masas, que es lo que requiere su causa. Para los marxistas, esta es la única táctica correcta, la única táctica que hace posible educar a las masas para la conquista del poder, la única táctica que puede viabilizar su organización revolucionaria, la única táctica que puede hacer posible realizar la estrategia del proletariado.
Pero Lastra aplica otra táctica, la táctica oportunista de paz con los representantes de todas las desviaciones del marxismo (a quienes adula calificando de “socialistas” a sus activistas, lo que, por cierto, significa encubrir el “sentido real, objetivo de su política” contraria al partido de clase y a la reconstitución del partido de Mariátegui). Se entiende que, con esta táctica, anula la posibilidad de actuar una estrategia revolucionaria.
Pues bien, puesto ante la necesidad de tener que responder a nuestra observación de que Lastra no ha sabido defender ni desarrollar la Creación Heroica de Mariátegui, Moreno ha intentado encubrir esta realidad con la siguiente retórica:
… el proceso tiene que ser de arduo debate político e ideológico y solo como resultado de este debate al calor de las luchas populares se decantaran (sic) los auténticos cc. de vanguardia que tomarán las banderas de un partido reconstituido solidamente (sic) afirmado en las banderas principistas de la doctrina del ML y armados de una teoría revolucionaria recogiendo y desarrollando el legado del Amauta. La reconstitución del partido de Mariategui (sic) tiene que hacerse, participando en las luchas reivindicativas y políticas del pueblo y de los trabajadores; en la forja de los frentes de masas y de los frentes políticos, única forma de enrumbar hacia un futuro frente unido del pueblo para la toma del poder dirigido por su vanguardia política.
¿En qué consiste, hablando concretamente, el mencionado “arduo debate político e ideológico? No lo dice Moreno y, por eso, su frase se queda en frase; pero, a propósito del trabajo teórico, hay que remarcar que en catorce años el grupo de Lastra no ha sido capaz de elaborar ninguna teoría sobre ningún aspecto de la Reconstitución, al mismo tiempo que sus acciones han abonado siempre la idea de un partido doctrinariamente heterogéneo, que es lo que finalmente intentó plasmar con aquello del “núcleo de dirección”.
Como hemos visto, Moreno dice que “al calor de las luchas populares se decantaran los auténticos cc. de vanguardia que tomarán las banderas de un partido reconstituido”. En esta afirmación no existe ninguna precisión sobre el proceso del cual resulta la reconstitución del partido, pues insinúa que la Reconstitución aparece de pronto, como por arte de magia, totalmente acabada como Minerva de la cabeza de Zeus y, así, los “auténticos cc.” se limitarían a tomar “[sus] banderas” (las banderas del partido ya “reconstituido” no se sabe cómo). En consecuencia, es necesario recordarle a Moreno que la Reconstitución no es un proceso espontáneo, un fenómeno que puede resultar de la actividad espontánea de las masas, sino un proceso consciente y, por lo tanto, un hecho que solo puede resultar de la actividad de la vanguardia. Y ocurre que algunos de esos “auténticos cc. de vanguardia” de los que habla Moreno, se han pasado catorce largos años sin que su actividad “consciente” haya dado como resultado alguna contribución a la tarea fundamental de defender, actualizar y desarrollar la Creación Heroica de Mariátegui, es decir, sin contribuir en lo más mínimo a establecer la base única e insustituible de la Reconstitución. Por eso, es claro que el practicismo del que se ufana el nuevo grupo liquidacionista, le sirve solamente como refugio evasivo, como cubierta de su falencia teórica con respecto a la tarea fundamental de la Reconstitución.
Por una razón más o menos oscura que golpea en su conciencia, Moreno traslada la tarea de la Reconstitución al futuro: “el proceso tiene que ser”, “los auténticos cc. de vanguardia que tomarán las banderas de un partido reconstituido”, “recogiendo y desarrollando el legado del Amauta”. Es decir, cree que, en algún momento de un futuro indefinido, los “auténticos cc.” desarrollarán “el legado de Mariátegui”. Pero ya hemos visto que los “auténticos cc” (Lastra, Moreno y otros elementos como ellos), han tergiversado la Creación Heroica de Mariátegui y hasta se oponen a ella en cuestiones fundamentales, y esperar que los mismos se conviertan de pronto, como por arte de birlibirloque, en desarrolladores de tal Creación, es como pedirle peras al olmo.
Como hemos visto, Moreno dice que la construcción de los frentes de masas y políticos es la “única forma de enrumbar hacia un futuro frente unido del pueblo para la toma del poder dirigido por su vanguardia política.” Esto es pura palabrería demagógica, pero que revela la táctica de su grupo, que no tiene en cuenta absolutamente el antagonismo entre el oportunismo y el marxismo y entre el reformismo y el revolucionarismo en el seno de las masas trabajadoras. Cuando Lenin, dialéctico profundo, señala con razón absoluta que los liquidadores son agentes de la burguesía que actúan en el seno del proletariado y de las masas, está indicando que el antagonismo se da también en este marco, como una forma específica del antagonismo entre el proletariado y la burguesía. El oportunismo en general representa a la burguesía en el seno de las masas (específicamente el oportunismo de “izquierda” representa a la pequeña burguesía), y las dos formas extremas de representación de la burguesía en el seno del pueblo son el social-chovinismo (que lleva al proletariado al carro del nacionalismo de la propia burguesía y, en consecuencia, contra el proletariado de otros países) y el liquidacionismo (que suprime o intenta suprimir el partido de clase). La táctica del grupo liquidacionista que encabeza Lastra está, pues, en flagrante oposición a la táctica leninista. Es, por lo tanto, una táctica equivocada y equívoca, una táctica oportunista. Esta táctica oportunista es la política “revolucionaria” del nuevo grupo liquidacionista.
Moreno dice en otro pasaje:
El Comité Político Creación Heroica, que no es el del c. Eduardo Ibarra que está fuera del país; está trabajando en los dos ejes; el partidario y el de frente único. Eso no es amalgama, ni oportunismo, mucho menos liquidacionismo.
Esta cita muestra todo el temperamento criollo de nuestro liquidador. El lector tiene que haberse dado cuenta de que, tempranamente en este artículo (así como con anterioridad, en setiembre del año pasado, en el Pronunciamiento del CRJCM), dejamos en negro sobre blanco que el liquidacionismo de Lastra deriva de su concreta intención de fusionar en “un núcleo de dirección” a marxista-leninistas y liquidadores. Pero, silenciando esta verdad y desviando así el debate, Moreno dice que el trabajo de su grupo en “dos ejes” “no es amalgama, ni oportunismo, mucho menos liquidacionismo”. Así, pues, es evidente que el defensor del indefendible Lastra tergiversa nuestra afirmación, insinuando que sostenemos que el aludido liquidacionismo deriva de los “dos ejes” que menciona el tergiversador. En el libro La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin señaló que “atribuir al adversario una evidente necedad y luego refutarla es procedimiento de personas no muy inteligentes”.
Tanto Moreno como Lastra pretenden que ellos están inmersos en una actividad organizativa, mientras nosotros no, con lo que creen estar en el camino correcto y nosotros en el camino equivocado. Pero esta pretensión no pasa de ser una treta, pues, como es lógico, no son comparables el practicismo que caracteriza al grupo encabezado por Lastra, con una actividad teórica basada en el marxismo-leninismo, que caracteriza al CRJCM; lo que diferencia y separa al “Comité Creación Heroica” y al CRJCM es el liquidacionismo de aquel Comité y la acción que le corresponde y la adhesión de nuestro Comité de Reconstitución al marxismo-leninismo y a la Creación Heroica de Mariátegui, como fundamento de otro tipo de práctica tanto en el marco general de la lucha de clases como en el marco particular de la Reconstitución. Esta realidad es ocultada por Lastra y Moreno.
Para concluir con la cuestión del practicismo de Lastra y su grupo, debemos subrayar que ella está marcada por ideas liberal- burguesas como aquellas que ya conocemos muy bien: “no es Malo ser…”, compartir con los oportunistas “la misma doctrina” y “un proyecto común”, etcétera. Es un hecho inocultable que toda la actividad propagandística y organizativa del nuevo grupo liquidacionista está marcada no por el marxismo, sino por una concepción burguesa, y nadie que no haya descendido al nivel moral de Lastra puede pretender negar esta realidad con alguna argucia.
Nota
[53]
La alianza con la pequeña burguesía revolucionaria debe significar la
participación de esta clase en el frente unido del pueblo peruano.
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui
de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!
La Lucha Interna del
Partido Proletario
(Segunda Parte)
E. I.
La lucha en dos
frentes y la lucha entre las dos líneas
En su forma elemental, la lucha en dos frentes es la lucha contra el racionalismo, base filosófica del dogmatismo, por un lado, y, por el otro, la lucha contra el empirismo, base filosófica del revisionismo. Esta lucha es permanente.
Ahora bien, si, dada la incidencia de la lucha de clases en el seno del Partido, el racionalismo y el empirismo devienen dogmatismo y revisionismo, respectivamente, entonces la lucha en dos frentes se presenta como la lucha contra estas dos desviaciones.
Sin embargo, como cualquiera puede comprobarlo leyendo su artículo, Aragón silencia completamente la lucha contra el revisionismo.
Lenin habló de la «línea de Demócrito» y la «línea de Platón», como representativas del materialismo y del idealismo, respectivamente, en la historia de la filosofía.
De esta verdad hay que destacar aquí el concepto de línea. En el plano de la teoría, línea es la dirección o tendencia que caracteriza un determinado pensamiento.
Precisamente el marxismo es una línea de pensamiento (de pensamiento y de acción, para ser exactos).
Por eso, los partidos proletarios tienen una línea ideológica, una línea teórica, una línea política y una línea orgánica, que, en conjunto, hacen la línea del Partido.
Así, la lucha contra el dogmatismo y el revisionismo (lucha en dos frentes) aparece, por un lado, como la lucha entre la línea marxista-leninista y la línea dogmática, y, por el otro, como la lucha entre la línea marxista-leninista y la línea revisionista. Cada una de estas luchas es lo que se llama lucha entre las dos líneas.
Por lo tanto, es claro que el concepto de lucha entre las dos líneas está comprendido en el concepto de lucha en dos frentes, y que necesariamente se desprende de este concepto.
Obviamente, el partido proletario tiene una sola línea aprobada por un congreso o algún otro evento, pero, por cuanto la lucha de ideas en el Partido es el reflejo de la lucha de clases, la aparición de una línea dogmática o revisionista significa que la línea marxista-leninista es negada y, en una circunstancia tal, en el Partido se dan de hecho dos líneas y la lucha entre las mismas. Esto es lo que enseña la experiencia nacional e internacional.
Por otro lado, hay que diferenciar la lucha temporal contra una forma específica de dogmatismo o revisionismo, de la lucha permanente contra estas desviaciones en general.
Engels señaló:
Quien se dedique con cierto detalle al estudio del
socialismo moderno, debe también conocer los “puntos de vista superados” del
movimiento.
Y si… esta orientación llega más tarde a tomar una forma más sólida y contornos más precisos, deberá entonces volverse hacia sus predecesores para formular su programa…
Precisamente después de la segunda guerra mundial, el revisionismo tomó una forma más sólida y contornos más precisos, concretándose como revisionismo contemporáneo. El revisionismo contemporáneo y sus epígonos son una realidad innegable y, por lo tanto, más que en los tiempos de Engels, es necesario volver hacia sus predecesores, pues las ideas de los revisionistas de ayer y de hoy constituyen una misma línea en el movimiento obrero. Si los revisionistas contemporáneos, al mismo tiempo que fingían desarrollar el marxismo, repetían viejas tesis de Bernstein, Kautsky y otros elementos por el estilo, sus epígonos, que forman legión, repiten, mostrando su condición, las posiciones del revisionismo contemporáneo: por ejemplo la negación de la realidad del revisionismo, la negación de la restauración del capitalismo en la URSS y otros países, la reivindicación del renegado Tito, la idea de que Yugoeslavia nunca dejó de ser un país socialista, la negación de tesis fundamentales del leninismo, etcétera, etcétera, son –pongo un caso– expresiones de la servidumbre de García con respecto al revisionismo jruschoviano precisamente; pero, además, con aquello de que marxistas y revisionistas coexistan en un mismo partido, en el aludido personaje se constata una descarada servidumbre con respecto a Kautsky, uno de los «héroes» de la Segunda Internacional. Así, pues, la lucha contra el revisionismo en general es una lucha permanente. Lo mismo puede decirse acerca de las ideas de los dogmáticos de ayer y de hoy y de la lucha del marxismo-leninismo contra el dogmatismo. Por lo expuesto, puede entenderse que Mariátegui desarrollara la lucha contra el revisionismo en general y, al mismo tiempo, contra algunas de sus expresiones específicas. Por eso, en el curso de la construcción del PSP, no cayó en la negación del marxismo-leninismo (en lo que cayó el socialista Luciano Castillo), ni en el conciliacionismo con los «oportunistas habituales» (no convocados, naturalmente, a la fundación del PSP), ni en la concepción de un partido con dos niveles orgánicos doctrinariamente desemejantes (en lo que cayeron Julio Portocarrero y Hugo Pesce en la Conferencia Comunista de Buenos Aires de 1929). Así, también, el maestro luchó contra el dogmatismo en general y algunas de sus expresiones específicas (César Falcón, Ravines, algunos dirigentes de la Tercera Internacional). Por todo lo precisado, Mariátegui pudo integrar la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución peruana, orientación cardinal del Socialismo Peruano. En consecuencia, puede decirse que el revisionismo y el dogmatismo son las líneas contra las cuales la línea marxista-leninista debe luchar permanentemente a fin de evitar que el Partido caiga en alguna de aquellas líneas en los planos ideológico, teórico, político y orgánico. Sin embargo, como se ha podido ver, Aragón, mientras por un lado confunde la lucha de Mariátegui contra una expresión específica de dogmatismo con la lucha contra el dogmatismo en general, por el otro, en su argumentación no existe la lucha contra el revisionismo, no obstante la concesión que le hace al término –en la medida en que le era imposible silenciarlo– en su alusión al libro Defensa del marxismo, pero, claro está, tergiversando el alcance anti-revisionista de este libro fundamental de Mariátegui, como veremos más adelante.
Ahora bien, en la lucha en dos frentes existe siempre una contradicción principal que resolver, un peligro principal que vencer. Así, por ejemplo, en el movimiento comunista internacional la lucha contra la camarilla de Jruschov fue una lucha de la línea marxista-leninista contra la línea revisionista, es decir, una lucha entre las dos líneas; esta lucha era la contradicción principal en el movimiento comunista internacional, y la lucha contra el dogmatismo la contradicción no principal.
Ahora bien, por lo general, la lucha contra una desviación oculta otra desviación. Así, por ejemplo, en el movimiento comunista internacional, la lucha contra el revisionismo contemporáneo ocultó el dogmatismo de Enver Hoxha, así como en el PCP la lucha contra el liquidacionismo de derecha de Saturnino Paredes ocultó el liquidacionismo de «izquierda» de Ramón García.
En conclusión, la lucha en dos frentes encierra dos luchas entre las dos líneas y, por lo tanto, no pueden contraponerse estos dos conceptos.
Sin embargo, como hemos visto, Aragón contrapone el concepto de lucha en dos frentes al concepto de lucha entre las dos líneas.
Notas
[6]
Aragón dice: «El empirismo es la base del
reformismo y degenera en desviación de derecha; mientras que el racionalismo es
la base del aventurerismo y degenera en desviación de ‘izquierda’» (negritas
en el original). Como puede ver el
lector, nuestro articulista concibe la aparición de la desviación de derecha y de la desviación de
izquierda, sin que en ello la lucha de clases
ejerza determinación alguna, es decir, concibe tales desviaciones
exclusivamente como productos del
movimiento de la razón, o sea, como simples derivas del extravío mental de
algunos individuos. De esta forma Aragón cae precisamente en racionalismo,
contra el cual cree luchar. Por otro lado, es pertinente preguntar: ¿el
reformismo no es una desviación de derecha?, ¿el aventurerismo no es una
desviación de “izquierda”? Pregunto porque, como hemos visto, en la afirmación
de nuestro liquidador el reformismo aparece como algo distinto a la desviación
de derecha y el aventurerismo como algo distinto a la desviación de izquierda.
[7] Como se ha visto, Aragón habla de «oportunismo de derecha», y con este término no se refiere al revisionismo,
cuya realidad niega, como bien se sabe. En el lenguaje marxista, sin embargo,
el término oportunismo de derecha es otra forma de nombrar al revisionismo; en
cambio, en nuestro articulista el término oportunismo de derecha no aparece en
absoluto como sinónimo del término revisionismo y, por lo tanto, es evidente el
escamoteo que comete de la lucha contra el revisionismo. Este escamoteo es su
entendimiento torcido del concepto de la lucha en dos frentes.
[8] En el discurso «Sobre la desviación derechista en el P.C. (b) de la URSS», a propósito de la oposición de Bujarin, Tomski y
Rykov, Stalin explicó la existencia de dos líneas en el Partido en los términos
siguientes: «… no tenemos una línea, sino dos: una, la línea del
C.C., y otra, la línea del grupo de Bujarin.» «Hay
una línea, la línea del Partido, línea revolucionaria, leninista. Pero,
paralela a ella hay otra línea, la línea del grupo de Bujarin, que lucha contra
la primera… Esta segunda línea es una línea oportunista.» (Cuestiones
del leninismo, ELE, Pekín, 1977, pp. 335 y 336). Como vemos, en estas
afirmaciones del sucesor de Lenin se encuentra prácticamente el concepto de
lucha entre las dos líneas, aunque este término no aparezca con todas sus
letras. De la citada afirmación de Stalin viene pues el término lucha entre las
dos líneas, acuñado por Mao.
[9] Contribución al problema de la vivienda, ELE, Moscú, s.f., prefacio, pp. 7 y 8.
[10] Esta contraposición solo puede explicarse por la
incapacidad de Aragón de comprender la relación entre el concepto de lucha en
dos frentes y el concepto de lucha entre las dos líneas.