¡Viva el 97
Aniversario del Partido de José Carlos Mariátegui! 
EL
7 DE OCTUBRE del presente se cumple un aniversario más de la constitución del
Partido Socialista del Perú. Este aniversario nos encuentra en plena lucha por
impulsar la Reconstitución. Una muestra de ello es la constitución, el 6 de
agosto de este año, del COMITÉ DE COORDINACIÓN POR LA RECONSTITUCIÓN DEL
PARTIDO DE MARIÁTEGUI. 
       Este COMITÉ DE COORDINACIÓN tiene como
tarea llevar adelante el trabajo teórico pendiente y el trabajo político y
organizativo necesarios para transformar el mencionado COMITÉ en una
organización partidaria y penetrar en las masas básicas del pueblo peruano, y,
de este modo, marchar hacia la realización del histórico CONGRESO
RECONSTITUYENTE DEL PARTIDO que apruebe el Informe Político, los Estatutos y
seleccione el Comité Central. 
       A esta óptima situación hemos llegado por
haber realizado la tarea básica e insustituible de deslindar con las
desviaciones del marxismo y concretar así la base teórica de la Reconstitución.
Sin esta base, toda retórica sobre la Reconstitución es pura demagogia. La
Reconstitución es la reconstitución del Partido de Mariátegui o no es nada. 
       Estamos en el camino correcto, y solo la
lucha mancomunada de los fundadores del COMITÉ DE COORDINACIÓN y de los que se
sumen a su acción hará posible llevar la Reconstitución hasta el fin. 
¡Viva
el marxismo-leninismo!
¡Viva
el pensamiento de Mariátegui!
¡Viva
el legado de la Reunión de Barranco!
¡Viva
la Reconstitución del Partido!
¡Viva
el COMITÉ DE COORDINACIÓN POR LA RECONSTITUCIÓN DEL PARTIDO DE MARIÁTEGUI! 
Octubre,
2025.
Comité
de Redacción. 
 
Nota 
Publicamos
a continuación el Acta de Constitución del Partido Socialista del Perú, un
extracto de Principios programáticos del Partido Socialista y cuatro textos de
Eduardo Ibarra sobre el tema, los cuales demuestran que el desarrollo del
pensamiento de Mariátegui solo es posible en lucha contra el pensamiento
burgués y pequeño burgués, y en modo alguno, por supuesto, con la asunción del liberalismo
burgués y de posiciones propias de las desviaciones del marxismo, y especialmente
del liquidacionismo de derecha. 
01.10.2025.
Comité
de Redacción. 
 
Acta de Constitución del Partido Socialista
del Perú 
 
1º-Dejar
constituido el grupo organizador del Partido Socialista del Perú.
2º-Se
nombró Secretario General a Mariátegui; Secretario Sindical, Portocarrero;
Secretario de Propaganda, Martínez de la Torre; Tesorero, Bernardo Regman;
Navarro e Hinojosa fueron agregados a la Secretaría Sindical.
3º-Se
aprobó la siguiente moción de orden del día, redactada por Mariátegui:
“Los
suscritos declaran constituido un Comité que se propone trabajar, en las masas
obreras y campesinas, conforme a los siguientes conceptos: 
1º-La
organización de los obreros y campesinos, con carácter netamente clasista,
constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda y la base de la
lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional. 
2º- Para
la defensa de los intereses económicos de los trabajadores de la ciudad y el
campo, el Comité impulsará activamente la constitución de sindicatos de
fábrica, de hacienda, etc., la federación de éstos en sindicatos de industria y
su confederación en una central nacional. 
3º-La
lucha política exige la creación de un partido de clase, en cuya formación y
orientamiento se esforzará tenazmente por hacer prevalecer sus puntos de vista
revolucionarios clasistas. De acuerdo con las condiciones concretas actuales
del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un partido socialista,
basado en las masas obreras y campesinas organizadas. 
4º-Para
precaverse de represiones y persecuciones desmoralizadoras, los sindicatos
obreros y campesinos gestionarán su reconocimiento por la Sección del Trabajo.
En su estatuto, su declaración de principios se limitará a la afirmación de su
carácter clasista y de su deber de contribuir a la fundación y mantenimiento de
una confederación general del trabajo. 
5º-La
organización sindical y el partido socialista, por cuya formación trabajaremos,
aceptarán contingentemente una táctica de frente único o alianza con
organizaciones o grupos de la pequeña burguesía, siempre que éstos representen
efectivamente un movimiento de masas y con objetivos y reivindicaciones
concretamente determinados.
6º-El
comité procederá a la organización de comités en toda la república y de células
en todos los centros de trabajo, con relaciones estrictamente disciplinadas. 
7 de
octubre de 1928. 
 
Principios
Programáticos del Partido Socialista 
(Extracto) 
 
4º- El capitalismo se
encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo de los monopolios, del
capital financiero, de las guerras imperialistas por el acaparamiento de los
mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis del socialismo marxista
en este período es la del marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo es el
método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El
Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha. 
 
¡Defender el
Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de
la Realidad Actual!
 
Acerca de
las Reuniones de La Herradura y de Barranco de los Fundadores del Partido
Socialista del Perú 
I
En carta a
César Risso –y no al Comité de Redacción del blog Creación Heroica,(1) como hubiera tenido que ser–, Miguel Aragón
hizo algunas «observaciones» a la publicación, en las páginas de dicho blog, de
tres documentos del Partido Socialista del Perú, fundado el 7 de octubre de
1928. 
Como se sabe, la publicación de los tres
documentos fue precedida de una nota del mencionado Comité de Redacción, en la
cual, entre otras cosas, se dice: 
Tanto los acuerdos de la Reunión de La
Herradura como los acuerdos de la Reunión de Barranco han sido tomados del
libro de Martínez de la Torre Apuntes
para una Interpretación Marxista de Historia Social del Perú, tomo II, pp.
397-398. El documento «Principios programáticos del Partido Socialista», ha
sido tomado del tomo 13 de las Obras
completas de Mariátegui, pp. 159-164. 
Los
editores de las Obras completas de
Mariátegui señalan a propósito de dichos «Principios programáticos»: 
Se reproduce de Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú,
de Ricardo Martínez de la Torre, Tomo II, págs. 398 a 404, Empresa Editora
Peruana S.A., Lima, 1948. (I: 1986: 159). 
Ciertamente
las citas permiten explicarse por qué los «Principios programáticos» aparecieron en Creación Heroica sin los
dos párrafos y las tres consignas con que aparecen en el libro de Martínez de
la Torre.(2) Por lo tanto, es un hecho que la versión utilizada del mencionado
documento no fue cotejada con aquella otra del tomo 2 de los Apuntes para una interpretación marxista de
historia social del Perú (en adelante,
Apuntes). 
En el cotejo realizado posteriormente a la
lectura de la carta de Aragón, hemos observado que los aludidos párrafos no
tienen un sentido programático y que, por eso, están fuera de contexto: ellos
indican únicamente el destino de las Tesis y del Manifiesto que mencionan
(«quedarán definitivamente formuladas en el Primer Congreso del Partido»), y,
así, rompen la unidad del texto, cosa que extrañaría mucho encontrar en la
literatura de Mariátegui (por razones obvias, las consignas quedan fuera de
esta consideración). Tal vez, pues, lo anotado haya sido la razón por la cual
aquellos párrafos no fueron tomados en cuenta en Ideología y política (en este libro, dicho sea de paso, tampoco
aparecen las consignas). 
Sin embargo, Creación Heroica hubiese tenido
que tener en cuenta aquellos párrafos y aquellas consignas, obviamente con la
explicación correspondiente,(3) pues lo señalado sobre los párrafos es una
consideración que no modifica la situación que examinamos. En consecuencia,
rectificaremos el error, que no es, por cierto, como insinúa Aragón, una
tergiversación sino una inadvertencia. 
Por otro lado, en el cotejo ulterior hemos
constatado que, mientras en los Apuntes
el título del documento que comentamos es «Programa del partido», en Ideología y
política es «Principios
programáticos del Partido Socialista» y, además, que, mientras en la versión de este libro aparece el subtítulo
«Reivindicaciones inmediatas», en la versión de aquel otro simplemente no
aparece. Aragón, tan sumergido siempre en los detalles –para bien en algunos
casos, pero la mayoría de las veces para mal, pues los mismos le impiden ver el
bosque– deberá tener en cuenta las anotadas diferencias. 
Pues bien, no obstante ser la nota, comentada
aquí, del Comité de Redacción de Creación Heroica, por un sentido elemental de
consecuencia con la ética marxista, asumimos en primera persona la
responsabilidad por la constatada inadvertencia. 
II 
Por otro
lado, Aragón señala en su carta: 
… los editores del
Blog Creación Heroica (BCH) han cometido un error de ligereza, al
incluir dentro de los textos del PSP los «Acuerdos de la Reunión de la Herradura». Y digo «error de ligereza», porque la
difusión de ese documento ha debido ir acompañada, por lo menos, de un
mínimo comentario explicativo, salvo que los editores de BCH (sic), con su silencio, que los hace
cómplices, estén demostrando su total aceptación de la validez histórica
del mencionado texto. (Negritas en el original). 
Dejando aparte por ahora la gratuita acusación que aparece en la cita,
es menester subrayar que su contenido no pasa de ser una simple conjetura. Como
hemos visto, Aragón pone en tela de juicio la verdad histórica de los acuerdos
de la Reunión de La Herradura (16 de setiembre de 1928). Pero ocurre que, en
1946, es decir en el año en que fueron publicados los Apuntes, con excepción de Avelino Navarro –quien había fallecido
siete años antes–, vivían aún los otros participantes de dicha Reunión: Julio
Portocarrero, César Hinojosa, Fernando Borjas, Bernardo Regman y, obviamente,
Martínez de la Torre; en consecuencia, si este último hubiese desnaturalizado,
tergiversado, torcido los acuerdos de la Reunión, cualquiera de los otros
cuatro hubiese podido desmentirlo, lo que no ocurrió entonces ni después. 
El argumento que
presenta Aragón en su carta para dar piso a su conjetura, es una argucia.(4) El
hecho de que Mariátegui no escribiera nada acerca de la Reunión de la
Herradura, no prueba que sus acuerdos
no hubiesen sido de su conocimiento. ¿Por qué hubiera tenido que escribir
Mariátegui sobre una reunión clandestina y secreta? 
Aragón, pues, pone
en tela de juicio los acuerdos de la Reunión
de la Herradura, y especialmente el referido a la «célula secreta de los siete», nombrada como «célula inicial del
Partido» en el primer acuerdo de la Reunión. 
De tal forma
pretende demostrar la improcedencia del proyecto de Ramón García de un partido
de «dos niveles» orgánicos. Mas, para
tal efecto basta probar –como precisamente hemos procedido nosotros en varios
artículos– que el pretendido partido de «dos niveles» es un reciclaje
de la concepción del Partido Socialista del Perú levantada por Julio
Portocarrero y Hugo Pesce en la Conferencia Comunista de Buenos Aires (junio de
1929), concepción absolutamente contraria a la de Mariátegui, quien, justamente
en los «Principios programáticos del Partido Socialista», dejó escrito que el Partido Socialista del Perú adoptaba el
marxismo-leninismo. Es decir, como resulta evidente, Mariátegui no sostuvo que «la célula secreta de los siete» adoptaba el marxismo-leninismo, sino que el Partido todo –de arriba
abajo y de lado a lado– adhería a este método, a esta doctrina, a esta
ideología. Tan es así, que Martínez anotó: 
A fin de unificar doctrinariamente el pensamiento y la acción de los grupos iniciales del
Partido Socialista, Mariátegui elaboró los siguientes puntos programáticos que
fueron remitidos a las células del país y del extranjero. (I: 1974:
398). 
Esto quiere decir que, desde el principio, el marxismo-leninismo fue la
base de unidad del «grupo organizador
del Partido Socialista del Perú» y, en
general, de toda la militancia. 
En consecuencia, es claro que Mariátegui construyó
el PSP como un partido marxista-leninista, esto es, como un partido de clase. 
Como ya apuntamos,
quienes plantearon el marxismo-leninismo como la base de unidad exclusiva de un
nivel orgánico secreto en el Partido fueron Julio Portocarrero y Hugo Pesce. En
la mencionada Conferencia de Buenos Aires, el primero sostuvo con la complicidad
del segundo: 
El partido socialista se basa en nuestro
Grupo, el cual es enteramente afín con la ideología de la Internacional
Comunista. (Ob. cit.: 422). 
Esta
concepción del PSP es lo que levanta García desde 1967 (ver: I: 1967) hasta hoy
mismo (ver: III: 2008).(5) 
Pues
bien, a lo largo del debate con los liquidadores, ha quedado claro que la
esencia de la cuestión que examinamos es el carácter del partido: si el
marxismo-leninismo es la base de su unidad, entonces es de clase; pero, si
tiene dos niveles orgánicos, y uno de ellos –el secreto–, tiene como base de
unidad un marxismo a secas, es decir, un «marxismo» antileninista, y el otro
–el público– , está formado por activistas de la más variada filiación
doctrinal, como precisamente ocurre en el proyecto de García, entonces no es de clase.(6) 
De esta esencia del problema, Aragón no dice
absolutamente nada, pues, como se sabe, seguidistamente comparte la idea de
García de un partido-amalgama, es decir, de un partido doctrinariamente
heterogéneo. 
Así, pues, mientras García promueve un
partido doctrinariamente heterogéneo con dos niveles orgánicos, Aragón promueve
también un partido doctrinariamente heterogéneo, pero sin dos niveles
orgánicos. Esta es toda la discrepancia entre los dos liquidadores. Es decir,
se trata de una discrepancia de orden puramente organizativo, lo que el propio
Aragón se ha encargado de expresar en los términos siguientes: 
[El]
Sistema organizativo caudillista y «argollero»,
antidemocrático y antisocialista [de García]. 
Por lo tanto, si García le restara a su
proyecto aquello de los «dos niveles», Aragón podría sumarse al mismo
tranquilamente. 
Por otro lado, es menester subrayar un hecho
sumamente expresivo: la Reunión de La Herradura, contando con seis asistentes,
acordó la constitución de la «célula secreta de los siete»; obviamente, el
séptimo era Mariátegui, ausente en la reunión, lo que significa que la misma no
se realizó «a espaldas de Mariátegui», como insidiosamente sostiene Aragón.
Así, pues, la Reunión de La Herradura acordó que el Comité Ejecutivo del
Partido fuera copado por la «célula secreta» y, efectivamente, ello fue
concretado en la Reunión de Barranco. 
Además, la Reunión
de La Herradura acordó «Convocar a
una nueva reunión en la cual se incorporará a otros elementos» y, precisamente, la Reunión de Barranco incorporó a Luciano Castillo y
a Chávez León. 
Otro acuerdo de la
Reunión de La Herradura fue «Ayudar a la
célula de oposición sindical que Julio Portocarrero había organizado para
realizar las tareas y directivas fijadas en el V Congreso de la I.S.R», y, justamente, la Reunión de Barranco constituyó la Secretaría Sindical
y eligió al mencionado militante como responsable de la misma. 
Un acuerdo más de
la Reunión de La Herradura fue darle al partido el nombre de Partido Socialista
del Perú y, consecuentemente, la Reunión de Barranco aprobó este nombre. 
En fin, los hechos
demuestran que la Reunión de la Herradura fue la preparación de la Reunión de
Barranco: en lo ideológico-político,
con el acuerdo según el cual el Partido debía ser un partido afiliado a la
Tercera Internacional, lo que se explicitó en el plano doctrinal apenas tres
semanas después con la adopción del marxismo-leninismo como la base de su
unidad; en lo orgánico, con la constitución del «grupo organizador
del Partido Socialista del Perú» y del Comité
Ejecutivo del Partido y el copamiento de esta última instancia orgánica por la «célula secreta de los siete»; y, en el trabajo masivo, con
la constitución de la Secretaría Sindical. 
Este es el cordón
umbilical entre la Reunión de la Herradura y la Reunión de Barranco. ¿Podría alguien, que no hubiese perdido el juicio, ver en los acuerdos
de la Reunión de La Herradura y de la Reunión de Barranco algo extraño a las
ideas de Mariátegui? ¿Los acuerdos de la Reunión de la Herradura fueron una
maquinación de Martínez de la Torre y, por lo tanto, Mariátegui fue ajeno a la
elección del nombre del Partido, al acuerdo de afiliarlo a la Tercera
Internacional, a la fundación de la Secretaría Sindical, a la constitución de
la «célula secreta de los siete», al copamiento del Comité Ejecutivo del Partido por esta célula, a la
incorporación de «otros elementos»? ¿Los acuerdos de la Reunión de La Herradura fueron, como
irresponsablemente sostiene Aragón, nada más que unos «supuestos “acuerdos”»? 
Es de conocimiento
general que Mariátegui participó en la Reunión de Barranco y que esta Reunión
aprobó la Moción presentada por él. Pues bien, el segundo acuerdo de la Reunión
de Barranco concretizó el tercer acuerdo de la Reunión de la Herradura y, por
otro lado, los numerales 1, 2 y 4 de la aprobada Moción responden en su
espíritu al numeral 2 de la Reunión de la Herradura, así como el numeral 3 de
la misma Moción responde en su espíritu al numeral 1 de esta Reunión. 
He ahí la
concreción que tuvieron los acuerdos de la Reunión de la Herradura en los
acuerdos de la Reunión de Barranco. Por consiguiente, poner en duda los
acuerdos de la Reunión de la Herradura (sea considerándolos apócrifos, sea
reconociéndolos como un hecho, pero negando su trascendencia histórica), es
cuestionar los acuerdos de la Reunión de Barranco. 
En la polémica con Haya, el maestro había
sentado esta observación: 
… no podemos, en virtud del sentido mismo de
nuestra cooperación, entender el Apra como partido, esto es, como una facción
orgánica y doctrinariamente homogénea. (Ob.
cit.: 300). 
Y había
precisado: 
Los elementos de izquierda que en el Perú
concurrimos a su formación [del Apra], constituimos de hecho –y organizaremos
formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación
definidas… (Ob. cit.: 301). 
Ninguna
persona perspicaz puede dejar de entender que, en el contexto de la «carta
colectiva» (de la cual son las dos citas anteriores), la frase «de filiación y
orientación definidas» equivale a la frase «facción orgánica y doctrinariamente
homogénea». Es decir, el partido que Mariátegui estaba por fundar –y que fundó
el 7 de octubre de 1928–, fue un partido orgánica
y doctrinariamente homogéneo, o sea,
un partido con todos sus organismos homogeneizados por la misma doctrina: el
marxismo-leninismo. Por eso es claro que la «célula secreta de los siete» no
tuvo un carácter «permanente», sino temporal y, además, un carácter puramente
orgánico: como ya señalamos, fue concebida para darle estabilidad al proceso de
constitución del Partido y, en consecuencia, con la fundación legal de su red
pública, habría periclitado su utilidad. 
Quienes después
plantearon que dicha célula tenía un carácter permanente, dando lugar así a la
leyenda de un partido de «dos niveles»
orgánicos, fueron Julio Portocarrero y Hugo Pesce en la
Conferencia Comunista de Buenos Aires.(7) Este planteamiento fue asumido luego
por Jorge del Prado y, como está documentadamente probado, en los años sesenta
–y hasta hoy mismo– por Ramón García. 
En conclusión, la
afirmación de Aragón acerca de los acuerdos de la Reunión de la Herradura no
pasa de ser una conjetura sin base. 
En consecuencia, «los editores del Blog Creación Heroica» no hemos cometido ningún «error de
ligereza» con respecto a dichos acuerdos; por el contrario, es precisamente
Aragón quien ha cometido la ligereza de acusarnos de «complicidad» sobre la base de
una espuria conjetura. 
III 
El proyecto de un partido de «dos niveles» orgánicos
doctrinariamente desemejantes exige una puntualización. Este proyecto está
esbozado en el folleto de García La
creación heroica de José Carlos Mariátegui y, como se sabe, el propio
Aragón hizo pública la fundación del nivel secreto del proyectado partido,
incluso mencionando los nombres de quienes forman dicho nivel (en la nota 63
del capítulo I de nuestro libro El
partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, hay una referencia documentada de esta cuestión). 
Así, pues, fundado
el nivel secreto del grupo liquidacionista y en plena actividad desde 2009, lo
que le resta a García es fundar el nivel público de su partido; para ello ha
promovido seminarios con el fin de poder pescar algunos incautos. Con el señuelo
de su «socialismo peruano» (negación
del Socialismo Peruano de Mariátegui) y la treta de constituir «un partido de clase» (su
proyecto es de un partido no de
clase), nuestro liquidador ha pretendido sorprender a las diversas
organizaciones de izquierda. 
(Entre
paréntesis: aquella
forma de construcción partidaria mediante seminarios, propuesta por García ya
en la década de 1970, ha
terminado en el siglo XXI en un ruidoso fracaso. Este estilo burocrático,
característico de García, tiene como nota central la consecuencia de hacer
depender la construcción partidaria del calendario revolucionario. Algunas
expresiones de este espíritu de efemérides han sido comentadas por Grajo Camaso
en los términos siguientes: 
Podrán vivir décadas de fracasos políticos,
de estrellarse de cara y de cabeza frente a la realidad, de errar en todos sus
planes y planificaciones, de romper decenas de esquemas inútiles y fallidos;
pero ahí siguen, justificándolo todo con increíbles interpretaciones
racionalistas y dizque coherentes acerca de supuestos procesos históricos
constructivos, afirmativos. (…) Lo grave es que los dogmáticos no solo tienen
una visión errada de la realidad, sino que la distorsionan en sus
interpretaciones subjetivas y personalistas donde tratan de justificar su
propio e inoperante actuar político. (…) No se trata de criticar desde las
alturas o desde la tribuna. Se trata de criticar la actitud dogmática como una
actitud que escamotea la realidad, que no es capaz de identificar y cuestionar
los propios errores de concepción y entendimiento; y –en consecuencia– se
convierte en la base de una actitud idealista y subjetiva que debe ser
denunciada y combatida por políticamente desviacionista y liquidadora. (…)
Lamentablemente, son los falsos seguidores del marxismo quienes lo han vuelto
escolástico y lo han petrificado en dogmas que lo han vuelto un monstruo
irreconocible. Y son lamentablemente estos falsos seguidores del marxismo
quienes se ufanan de ser los doctores del mismo y engatusan, cada cierto
tiempo, a numerosos seguidores sacando propuestas políticas revolucionarias
debajo de la manga como lo hace un mago frente a un público infantil
deslumbrado por sus artilugios. (…) Y el dogmatismo redivivo se halla presente,
por ejemplo, en lo siguiente: *Las propuestas que se presentan como
“colectivas”, pero solo esconden el pensamiento individual de un semi dios o un
dueño de la verdad. *Los programas de cambio social que se presentan rigurosa y
racionalistamente super estructurados –incluso nemotécnicamente– pero que no
reflejan de manera dialéctica y proporcional las contradicciones de la
realidad. *Las propuestas que se difunden por medio de supuestos “voceros
pensantes” pero que en realidad se trata solo de “voceros parlantes” que
reciben instrucciones por correo de todo lo que deben difundir. *Las propuestas
maniqueas que se auto congratulan y auto satisfacen como exitosas cuando saben
que no responden a ninguna necesidad real del movimiento social. *Las
propuestas inspiradas en una sucesión interminable de conmemoraciones de
décadas y centenarios y de generaciones pero que no calzan ni se corresponden
con los procesos reales de las luchas de las masas. (…) Los dogmáticos
prefieren construir programa encerrados individualmente en su gabinete de
estudio, difundirlo a nombre de un “colectivo” real o fantasma que haga eco
para la publicidad a fin de ganar incautos, y auto solazarse con la idea
ficticia que representan a la vanguardia iluminada que conduce inexorablemente
al pueblo hacia la Revolución. (Copia textual). 
No
compartimos la calificación de dogmatismo que hace Grajo Camaso de las
posiciones de García, pues la realidad es que las mismas son revisionismo
liquidacionista, aunque en algunos casos con evidentes rasgos del más chato
dogmatismo. Lo destacable de la crítica que hace nuestro citado articulista,
sin embargo, reside en que da en el blanco con respecto al cretinismo
intelectual que caracteriza a García, pues, para decirlo con una frase marxista
que utiliza Abimael Guzmán para ironizar el subjetivismo desenfrenado, García
padece de la enfermedad del «movimiento fantástico de la cabeza». Es destacable
asimismo la crítica de Camaso al vergonzoso servilismo de los partidarios de
García). 
Pero volvamos al
proyecto de partido del grupo liquidacionista. No es necesario ser demasiado
zahorí para darse cuenta de que el nivel secreto mencionado arriba, en plena
actividad, hay que remarcarlo, es la Dirección del grupo de García y, desde
luego, no puede haber nada más antimarxista y nada más antidemocrático que la
pretensión de amalgamar las diversas organizaciones de izquierda en un solo
partido bajo la dirección de algunos elementos embozados en una instancia ajena y contraria a la potestad decisoria de los militantes. 
El proyecto de un
partido de masas de García se presenta, pues, como un partido donde los
miembros del nivel público serían mangoneados por los miembros del nivel
secreto. En consecuencia, cualquier marxista puede discernir perfectamente que
dicho partido no solo no sería un partido de clase, como ya está esclarecido,
sino tampoco un partido de masas en el sentido marxista del término.(8) 
IV 
En la carta citada al principio del presente capítulo, Aragón dice que «los editores de BCH deberián (sic) fijar una posición definida
sobre el “partido de dos niveles”.» 
Parece, pues, que
nuestro personaje se empeñase en silenciar algo que no puede silenciar por más
que haga: precisamente hemos sido los editores del blog Creación Heroica los
que hemos demostrado que el partido de «dos niveles» no responde en
absoluto a la concepción de partido de Mariátegui, y que, por el contrario, es
un reciclaje de la concepción del PSP que Julio Portocarrero y Hugo Pesce
levantaron en 1929. Nuestros libros El
partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, El partido de Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución
y La creación heroica de Mariátegui y el
socialismo peruano. Planteamiento de la cuestión, entre más de una decena
de artículos, prueban que el intento de Aragón no pasa de ser una burda
calumnia. 
Pues bien, en
años, García ni ninguno de sus repetidores, entre ellos su repetidor al noventa
por ciento, Aragón, ha sido capaz de contestar nuestra crítica con argumentos,
y no reiterando meras frases o recurriendo a simples diversivos. Esto es
revelador. 
Adenda 
Aragón es uno de los liquidadores que más machaconamente habla de un «estilo de debate» virtuoso,
¡pero solo para negarlo incluso en los propios textos donde alardea del mismo! 
Así, por
ejemplo –y como hemos visto– nos acusa de un «silencio, que [nos] hace
cómplices», porque, según dice, aceptamos «la validez histórica» de los
acuerdos de la Reunión de la Herradura. Pero hay que repetirle a nuestro
gratuito acusador: ¿cómplices de qué, si, como ya quedó claro, lo que afirma de
dichos acuerdos es apenas una afirmación sin pruebas? ¿Cómo es posible que se
atreva a hacer una semejante acusación sobre la base de una espuria conjetura?
¿Qué móvil lo ha conducido a proceder tan alegremente? 
Aragón, pues, como
se ve, acusa, a izquierda, sin ninguna base real, en otra expresión de su «estilo de debate»
pretendidamente sin «acusaciones a diestra y siniestra». 
Por otro lado, es un hecho que Aragón conoce perfectamente nuestros libros mencionados arriba, y su
intención de silenciarlos no pasa de ser otra perla de su «estilo de debate». 
De pasada, tenemos
que señalar que Aragón no ha escrito nada sustancial sobre el proyecto de un
partido de «dos niveles», limitándose a
este respecto: 1) a echar sombras sobre los acuerdos de la Reunión de La
Herradura y de la Reunión de Barranco; 2) a revelar la fundación del nivel
secreto del grupo de García y los nombres de los elementos que lo conforman; 3)
a acusar de «delincuente» a uno de ellos. 
¡Oh virtuoso «estilo de debate» el de Aragón! 
Pero este «estilo de debate» es nada
más que una cara de la moneda. En el marco de la membresía de su tendencia,
desde García hasta Perico de los Palotes llegan a enronquecerse proclamando
virtuosismo mientras se desbordan en adjetivos, sofismas, falacias, calumnias,
maniobras y otros métodos criollos. En la carta que comentamos, el propio
Aragón se ha encargado de mostrar una vez más esta moralina, esta doblez, esta
trampa.(9) Pero este engañoso «estilo de
debate» –que incluye lagotería como diversivo y como pantalla–
solo puede confundir a quienes no tienen la capacidad de análisis necesaria y
que, por eso, no pueden orientarse en la maraña de palabras embaucadoras que
tienden sus operadores; en otras palabras, a quienes no son capaces de
encontrar la verdad en el contraste entre lo que los aludidos proclaman en
general y lo que dicen concretamente. 
Por nuestra parte
–y como es de conocimiento común– hemos reivindicado hace tiempo el derecho del
proletariado a llamar a las cosas por sus nombres y a combatir el oportunismo
sin cobardes miramientos. Ahora ratificamos esta reivindicación. 
Termino el presente capítulo señalando que no es
cierto que el frente unido del pueblo peruano sea la «tarea prioritaria del presente», como cree Aragón. La palabra prioritario da cuenta de la precedencia de algo con respecto
de otra cosa que, como es obvio, aparece como posterior. En consecuencia, con su afirmación Aragón intenta demostrar que
el frente es o debe ser anterior al Partido y que este debe proceder del
frente. Pero ello no es cierto. En el presente período, la tarea organizativa
prioritaria del proletariado peruano, es llevar hasta el fin la Reconstitución
del Partido de Mariátegui. Ningún marxista puede tener la menor duda acerca de
esto. Por eso, plantear la prioridad del frente con respecto al Partido,
expresa una concepción frentista, concepción que, en la práctica, ha cobrado
entre algunos activistas la forma grotesca de que «el frente dirige al Partido». 
La construcción
orgánica del Frente Unido del Pueblo Peruano es una tarea de primera
importancia. Acerca de esto no cabe la menor duda. Pero, como es indiscutible, la construcción del Frente es tarea
del Partido, incluso si, como ocurre en
la actualidad, el mismo se encuentre en un estado de dispersión orgánica. 
Notas
[2] Tales párrafos son los siguientes: 1)
«Anexas al programa se publicarán proyectos de tesis sobre la cuestión
indígena, la situación económica, la lucha anti-imperialista, que después del
debate de las secciones y de las enmiendas que en su texto introduzca el Comité
Central, quedarán definitivamente formuladas en el Primer Congreso del
Partido»; 2) «Desde el manifiesto el Partido dirigirá un llamamiento a todos
sus adherentes, a las masas trabajadoras, para trabajar por las siguientes
reivindicaciones inmediatas…»  Las tres
consignas son: «¡Viva la clase obrera y campesina del Perú!», «Viva el
proletariado mundial!» y «¡Viva la revolución social!» (I: 1974: 400 y 402).
[5] Con una diferencia entre ambos textos: mientras en
1967 García sostenía erróneamente que el PSP tenía dos estructuras orgánicas,
pero sin suponer alguna diferencia doctrinal entre ambas, ahora, en su proyecto
de partido, promueve también dos estructuras, pero con una diferencia doctrinal
entre las mismas: el nivel secreto, restringido, debe ser, en su opinión,
doctrinariamente homogéneo («marxista» antileninista), así como el nivel
público, masivo, debe ser doctrinariamente heterogéneo. De este modo ha pasado de una fórmula puramente orgánica a una fórmula
marcadamente doctrinal, con la
cual intenta subastar la independencia ideológica, política y orgánica del proletariado, es decir, liquidar el partido de clase. Así, pues,
de su liquidacionismo de izquierda de la década del setenta, García ha pasado a
su actual liquidacionismo de derecha.
[6] En consecuencia,
el proyecto de García es de un partido de masas no de clase, contrario por principio al PSP que, conforme al
planteamiento de Mariátegui, hubiera tenido que ser un partido de masas marxista-leninista, o sea, un partido de clase.
[7] Pero en el discurso de los mencionados
delegados, «la célula secreta de los siete» no solo apareció como permanente, sino también como un nivel orgánico
doctrinariamente diferenciado del resto de la militancia partidaria, como veremos en el capítulo
siguiente.
[8] Una característica fundamental del
partido marxista de masas es la «… libertad
para hacer efectivo el régimen democrático ideal de organización abierta, con
elección de cargos y con representación en los congresos según el número de
miembros organizados del Partido.» (I: Lenin: s.f.-a: 100). Esta
característica consiste, pues, en la potestad de los militantes de decidir la
línea política del Partido, su programa, su táctica, sus políticas específicas,
su acción concreta, etcétera. En el proyecto de García todo ello no podría
darse realmente, pues, como es obvio, tal potestad sería monopolio del nivel
secreto y restringido de la organización, mientras que, como consecuencia,
cualquier cosa que se le permitiera hacer al respecto al nivel público y masivo
no pasaría de ser una puesta en escena.
[9] Es oportuno
señalar que, otra característica del «estilo de debate» de Aragón es que tiene
dos varas: con una mide a sus adversarios políticos –entre ellos el suscrito, a
quien ha adjetivado y calumniado en más de una oportunidad–, y con la otra mide
a sus amigos. Por eso, cuando Gustavo Pérez cometió la más grosera
tergiversación del numeral 3 de la Moción aprobada por la Reunión de Barranco,
Aragón se quedó callado en siete idiomas (puede decirse que, en este caso, su
«estilo de debate» consistió en no debatir, es decir, en dejar hacer y dejar
pasar, o sea, en dar curso al liberalismo burgués que, como todo el mundo sabe,
es característica del grupo liquidacionista en sus relaciones internas y aun en
sus relaciones externas cuando le conviene). En general, la trampa que tiende
este grupo a los lectores consiste en que, cuanto más se desbordan sus miembros
en métodos criollos, más proclaman un estilo de debate virtuoso; en otras
palabras, mientras más pisotean el estilo de Mariátegui y se asimilan al de Haya,
más utilizan el diversivo de hablar de un estilo de debate virtuoso,
evidenciando así su condición de demagogos. En el Socialismo Peruano es
necesario centralizar las ideas correctas vengan de donde vengan (incluso si
vinieran de un oportunista cualquiera o del «más grande
marxista-leninista-maoísta viviente» o de «Yo el Supremo»), así como, al mismo
tiempo, desechar las ideas incorrectas, igualmente vengan de donde vengan
(incluso si vinieran de un camarada entrañable).
 
 
¡Defender el
Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de
la Realidad Actual!
 
Ramón García Ante la
Reunión de Barranco 
El
«ensayo más que artículo» (frase de Ramón García que expresa su permanente
actitud de hacerse el interesante), titulado La reunión de Barranco y el Partido Socialista,(1) data del 7 de
octubre de 1987, o sea, de cuatro años después de publicados los pocos números
de la revista Punto de Vista (en los
que el mencionado comenzó a plantear posiciones revisionistas) y apenas siete
meses antes de negar cuestiones cardinales de la Reunión Fundacional del
Partido Socialista del Perú, así como de negar algunos puntos de los dos
apartados finales de su propio ensayo.(2) 
Como es lógico, empezaremos por referirnos a una cuestión
medular: el marxismo-leninismo. En su aludido texto, García menciona más de una
vez los «Principios Programáticos del Partido Socialista», pero evita señalar
algo que era necesario puntualizar, pues se trata, ni más ni menos, del
principio fundamental del documento: la base de unidad del Partido («El Partido
Socialista del Perú… adopta [el marxismo-leninismo] como su método de lucha»);
y, esta evitación es un verdadero silenciamiento de la cuestión que,
precisamente, determinó que el Partido Socialista fuera un partido de clase,
opuesto al partido-amalgama de Haya, así como al «vanguardismo genérico e
indefinido de los oportunistas habituales» (los socialistas reformistas). 
Este silenciamiento explica que a la fracción de Luciano
Castillo García la calificara por la procedencia geográfica de sus miembros
(«grupo norteño», le llama), y no por sus posiciones ideológicas y políticas,
que eran, como se sabe bien, las del revisionismo,(3) que, de esta forma, quedó
por fuera de su exposición; y explica, además, que al mencionar el libro Defensa del marxismo, se inhibiera
completamente de precisar que esta defensa es, justamente, una defensa del
marxismo contra los ataques del revisionismo. 
Sobre la base de esta negación, García procedió a
tergiversar la verdad ideológica y orgánica del PSP. Como está ya demostrado en
estas líneas, en la Reunión de Barranco Mariátegui acordó el marxismo-leninismo
como la base de unidad del Partido Socialista del Perú, y, ocurre que García ha
suplantado este acuerdo por un marxismo a secas. En la Conferencia Comunista de
1929 Julio Portocarrero y Hugo Pesce suplantaron la concepción de Mariátegui de
la «célula secreta de los siete» por una concepción que consideraba la misma
como permanente e ideológicamente diferenciada de las demás instancias
partidarias, y, sucede que García ha asumido esta patraña.(6) Mariátegui
proyectó un partido de masas marxista-leninista, y, acontece que García ha
suplantado este proyecto con el suyo propio de un partido de masas
doctrinariamente variopinto. De esta manera, pues, puso de manifiesto su
oposición a la línea de la Reunión de Barranco, a la Creación Heroica de
Mariátegui, al Socialismo Peruano. 
Por otra parte, García habla en su texto de la renuncia
de Mariátegui a su cargo de Secretario General del Partido, pero tergiversando
los verdaderos motivos de esta decisión; así, sostiene que la misma fue tomada
por Mariátegui debido a la lucha interna en el Partido: concretamente, afirma
que la «circunstancia» del arribo de Ravines al país en febrero de 1930 «para
organizar el Partido Comunista del Perú» y la «necesidad de enfrentar», «en
condiciones favorables», «la desviación de derecha de Martínez y la desviación
de izquierda de Ravines», fueron las causas por las cuales Mariátegui resolvió
su renuncia (y su viaje).(7) De esta guisa tuerce completamente la verdad
histórica y, sobre esta base, insinúa una analogía, que él cree conveniente a
su intención, entre la renuncia y el decidido viaje de Mariátegui a Buenos
Aires y su propia renuncia a su cargo en el Partido y su instalación en el
extranjero en 1975. 
Analicemos, pues, su sibilina insinuación. Como está
dicho, la renuncia de Mariátegui fue a su cargo en el CC, no al Partido; en cambio, García renunció a su cargo y solicitó una
licencia de un año, cumplido el cual no hizo honor a su palabra, convirtiéndose
así su renuncia en una deserción; de este modo no siguió la huella de
Mariátegui. Pero, además, mientras en 1930 Mariátegui era la cabeza del
marxismo-leninismo en el Partido, en 1975 García era la cabeza del
liquidacionismo de «izquierda»; mientras en 1930 el acoso y el cerco a
Mariátegui dificultaban tremendamente su actividad política, en 1975 nadie
acosaba ni perseguía a García, salvo el fantasma de un «baño de sangre» que
solo existía en su aterrada imaginación; mientras en 1930 Mariátegui continuaba
luchando decididamente contra la fracción de Castillo y en febrero defendió con
ejemplar resolución sus posiciones en una discusión con Ravines, en el IV Pleno
del CC del Partido (octubre de 1974), García capituló ante las posiciones de
Guzmán al votar por ellas y, como resulta obvio, en contra de las suyas
propias. 
Al abandonar el país apenas cuatro meses después del IV
Pleno, García llevaba el fardo de su liquidacionismo y, por eso, no puede
extrañar a nadie que comenzara a plantear, en cartas y documentos, posiciones
que jamás se había atrevido a sostener mientras fue militante del Partido; que
en el bienio 1982-1983, en la revista Punto
de vista mantuviera posiciones que lo emparentaban, ya entonces, con el
revisionismo jruschoviano-brezhneviano,
y que, algo después, se desbordara contra el marxismo-leninismo y la Creación
Heroica de Mariátegui. Este extravío ideológico y político tuvo, finalmente, su
natural corolario en su renuncia a la reconstitución del partido de Mariátegui,
en su propuesta de «una organización de proyección nacional» con todo tipo de
oportunismo y en su desesperado intento de fusionar su grupo con el partido de
Jorge del Prado. 
Cualquier marxista informado y sin temor alguno de mirar
la verdad cara a cara, tiene que reconocer que el aludido extravío, es un
flagrante abandono del pensamiento de Mariátegui. 
García dice también, como hemos visto, que Mariátegui iba
a viajar «para empeñar la lucha» contra Martínez y Ravines «en condiciones
favorables», pero esto es absolutamente falso. Lógicamente, ya en Buenos Aires
Mariátegui hubiera tenido que continuar, entre otras luchas fundamentales, la
lucha contra el oportunismo en las filas partidarias, pero, como está
demostrado, los motivos de su viaje fueron otros. A diferencia de Mariátegui,
García dejó el país de la noche a la mañana y, después de un tiempo, dio inicio
a una torpe oposición al marxismo-leninismo, al principio de integrar la verdad
universal con la práctica concreta de la revolución peruana, a la táctica
revolucionaria, al partido de clase, al Socialismo Peruano. Todo esto con
desembozo en unos casos y, en otros, con oblicuidad. 
Si, como cree García, los asistentes a la Reunión de
Barranco (incluidos, pues, Luciano Castillo y Chávez León) «participaron con
sobrecogedora emoción», es difícil imaginarse que, ahora, activistas que no
hayan perdido toda capacidad de orientarse ideológica y políticamente, puedan
participar «con sobrecogedora emoción» en cualquier reunión que tuviera por
finalidad aprobar la negación de García del marxismo-leninismo, su despropósito
de ser más peruanos que marxistas, su reformismo de intentar reestructurar el
Estado burgués en sus bases municipales, su «desagravio» y «reivindicación» del
socialismo domesticado, su tergiversación de la filiación ideológica de
Mariátegui, su falsificación de la verdad ideológica y orgánica del Partido
Socialista del Perú, su negación del carácter marxista-leninista de la Creación
Heroica de Mariátegui y del Socialismo Peruano, su proyecto de un partido
doctrinariamente heterogéneo, en suma, su revisionismo liquidacionista. 
Sí, «ahora más que nunca está vigente el dilema planteado
por Mariátegui en Aniversario y Balance: Capitalismo o Socialismo», pero,
también ahora más que nunca, está vigente asimismo el dilema marxismo o
revisionismo sustentado por Mariátegui en Defensa
del marxismo. 
Y, todo marxista consecuente, sabe que no se puede luchar
contra el capitalismo, sin luchar al mismo tiempo contra el revisionismo. Esto
lo entendía Mariátegui perfectamente. 
Prosigamos. Como hemos señalado en el artículo «El Manifiesto Comunista y el partido de
clase» (publicado en el blog CREACIÓN HEROICA), García expone sus ideas
mediante un método que deriva en un esquema que presenta una coherencia interna
puramente formal, esquema cerrado que tergiversa algunos hechos y excluye otros
que contravienen su tendenciosa intención previa. Este método es antimarxista.
Ya más arriba hemos visto que García tergiversa los motivos del frustrado viaje
de Mariátegui a Buenos Aires y que sostiene que el mismo era para enfrentar «la
desviación de derecha de Martínez, etcétera». Pero ocurre que, a la altura de
abril de 1930, Martínez no había dado muestras de desviarse hacia la derecha
sino hacia la izquierda. En el artículo «Presentación a “El movimiento obrero
en 1919”», Mariátegui escribió:
 
Los juicios del autor
sobre el confusionismo y desorientación de que fatalmente se resentía la acción
obrera, en esa jornada y sus preliminares, me parecen demasiado sumarios.
Martínez de la Torre no tiene a veces en cuenta el tono incipiente, balbuceante,
instintivo de la acción clasista de 1919. Después de su victoriosa lucha por la
jornada de ocho horas, es esa la primera gran agitación del proletariado de
Lima y el Callao, de carácter clasista. La dirección del movimiento, no puede
presentar la línea severamente sindical, revolucionaria, que Martínez de la
Torre echa de menos en ella. Por su juventud, Martínez de la Torre no aporta un
testimonio personal de la lucha del 19. Juzga los hechos a la distancia, sin
relacionarlos suficientemente con el ambiente histórico dentro del cual se
produjeron. Prefiero hallarlo intransigente, exigente, impetuoso, a hallarlo
criollamente oportunista y equívoco. Pero a condición de no omitir este reclamo
a la objetividad, en mi comentario, obligado a establecer que el mérito de este
trabajo no está en su parte crítica presurosamente esbozada.(8) 
Como
es claro, en esta cita Mariátegui critica a Martínez por su criterio
izquierdista en el enjuiciamiento de la jornada obrera de 1919. En su artículo
«Polémica y acción», publicado en el número 16 de Amauta, Martínez escribió: «… toda polémica de interpretación es
vana, intelectual, burguesa», y García pretende que esta afirmación expresa
derechismo, cuando la verdad es que más bien expresa izquierdismo, pues
absolutiza la acción en clara negación de la necesidad de la teoría, del
debate, del esclarecimiento, del deslinde. Estos hechos prueban pues que García
tergiversa los hechos históricos a efecto de presentar al Martínez de 1930 como
derechista y, así, poder decir que, una vez instalado en Buenos Aires,
Mariátegui se aprestaba a luchar contra el derechismo de Martínez y el
izquierdismo de Ravinez. La verdad histórica, sin embargo, es que el derechismo
de Martínez solo se configuró después del fallecimiento de Mariátegui. 
Pero hay más. García recuerda que a partir del número 17
de Amauta, Martínez comenzó a
publicar en partes su trabajo «El movimiento obrero de 1919», donde,
refiriéndose al «desdichado Partido Socialista del Perú», señala que «sólo
sirve de obstáculo a la labor de los obreros organizados». De esta forma
pretende descalificar las citadas afirmaciones, pero ocurre que las mismas se
refieren al partido socialista de 1919 (y no al fundado en 1928), cuya
actuación Mariátegui juzga en términos coincidentes con los de Martínez:
 
La tentativa del
partido socialista fracasa porque a la manifestación del 1º de Mayo de 1919
sigue la gran huelga general del mismo mes. “Véase “El Movimiento Obrero en
1919” por Ricardo Martínez de la Torre) en la que los dirigentes de ese grupo evitan toda acción, abandonando a las masas
y tomando, más bien, una actitud contraria a su acción revolucionaria.
Ausente Luis Ulloa del país y muerto Carlos del Barzo, el comité del partido se
disuelve sin dejar huella alguna de su actividad en la conciencia obrera.(9) 
Así,
la descalificación de García de las frases de Martínez constituye una sibilina
descalificación del juicio de Mariátegui. Pero el trasfondo de esta doble
descalificación muestra, una vez más, el intento de García de «desagraviar» y
«reivindicar» el socialismo reformista, y prueba, también una vez más, que en
su ensayo mantiene una posición contraria a la Reunión de Barranco, a sus
históricos acuerdos y, por lo tanto, a la Creación Heroica de Mariátegui y al
Socialismo Peruano. 
En una nota de nuestro libro La creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano,
escribimos lo siguiente sobre el texto que nos ocupa: 
… García borró con el
codo lo que había escrito con la mano en su ensayo «La reunión de Barranco y el
Partido Socialista» (7 de octubre de 1987), a propósito de los fundadores y
algunos otros militantes, así como sobre el propio Partido Socialista del Perú.
Aquí, como es obvio, no es posible extendernos sobre este particular, pero sí
señalar que, precisamente, algunos artículos de García, escritos poco después,
en mayo de 1988, revelan lo que el mencionado ensayo tiene de mistificación,
incoherencia, manipulación, inexactitud y anticipo de sus actuales posiciones
con respecto a Mariátegui, al PSP y a la primera generación del socialismo
peruano. En efecto, en los artículos «El lexicón octubrino», «El socialismo
peruano», «El movimiento comunista», «El partido de Mariátegui» (todos
publicados en la red), García niega el marxismo-leninismo (base de unidad del
PSP); niega la filiación marxista-leninista de Mariátegui (filiación expresada
en la base de unidad del Partido acordada por el maestro precisamente); niega
las razones de Mariátegui para titular Socialista a su Partido («De acuerdo con
las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la
constitución de un partido socialista, basado en las masas obreras y campesinas
organizadas»); niega el nombre científicamente exacto del partido proletario
(mediante la manipulación de algunas citas de Mariátegui); niega el antagonismo
existente entre el marxismo y el revisionismo (escamoteando así el hecho de
que, dada su adopción del marxismo-leninismo, el PSP fue un partido de clase).
Estos artículos desvelaron pues el trasfondo del ensayo de octubre de 1987 y
evidenciaron que, ya desde entonces –aunque desde antes en realidad– García se
muestra «criollamente oportunista y equívoco». 
Precisamente
en el presente capítulo ha quedado demostrado que García ha mistificado algunos
hechos históricos a efecto de llevar agua a su molino; han quedado demostradas,
asimismo, sus incoherencias: cita los Principios
programáticos del Partido Socialista, pero no se refiere en absoluto a su
contenido fundamental: el marxismo-leninismo, base de unidad del Partido, y,
además, se refiere al libro Defensa del
Marxismo, pero sin precisar que esta defensa es contra los ataques del
revisionismo; han quedado demostrados, igualmente, la manipulación que comete
de algunos hechos históricos; finalmente, han quedado demostrados los anticipos
de sus posiciones abiertamente contrarias a la línea de la Reunión de Barranco,
posiciones sustentadas en sus mencionados artículos de mayo de 1988. Ahora
señalemos un ejemplo de inexactitud: la carta colectiva no fue escrita el 10 de
julio de 1928, como cree García, sino en abril del mismo año.(10) Como es
evidente, estas constataciones se desprenden sobre todo de lo que tiene de
interpretación el ensayo de García, no del examen de lo que el mismo tiene de
información historiográfica, al alcance de cualquier interesado. 
Pues bien, este ensayo, donde, para decirlo ahora
comprimidamente, García ha hecho uso de su método antimarxista, negado la línea
de la Reunión de Barranco y, específicamente, anticipado su suplantación del
marxismo-leninismo por un marxismo a secas y su suplantación del partido de
clase por un partido-amalgama, es el mismo que la servidumbre mental calificó
de «magistral».
 
Notas
[3]
No es casual que Castillo terminara fundando un sedicente partido socialista,
adscrito a la Segunda Internacional.
[4]
En el artículo «El socialismo peruano», García planteó, ya desembozadamente:
«Este concepto [el concepto de época] que [Mariátegui] lo tuvo muy nítido
apenas supo de la Revolución de Octubre, lo subrayaría en el primer periódico
socialista peruano, Nuestra Época”.
[9]
Ob. cit., p. 100; cursivas nuestras.
 
 
¡Defender el
Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de
la Realidad Actual! 
 
Contra el Liquidacionismo Histórico 
 
En una carta a Gustavo Pérez del 4 de noviembre de
2014, publicada en la red, Miguel Aragón sostiene lo que sigue:(1) 
El frente unido en
nuestro país existe desde 1905 hasta el presente. Mientras que el partido del
proletariado peruano hasta el presente nunca ha existido, y no ha existido
porque todavía no era ni es necesario. La constitución del partido del
proletariado peruano es una tarea del futuro cuando su existencia sea realmente
necesaria, cuando la maduración de las condiciones objetivas y subjetivas así
lo reclamen y lo exijan, y no cuando a un caudillo personalista se le ocurra
como uno de sus ocasionales caprichos. 
Esta
afirmación, qué duda cabe, representa la extensión del liquidacionismo al campo
de la historia y, por eso, un intento de borrar de la memoria colectiva del
pueblo peruano la verdad del PSP. 
Desde
la publicación de la citada carta a la fecha, han transcurrido casi dos meses
y, como puede constatarse, en el grupo liquidacionista nadie ha sido capaz de
alzarse críticamente contra semejante negación del PSP, lo cual prueba, una vez
más, que la ideología que realmente rige las relaciones internas de dicho grupo
es el liberalismo burgués. Pero, desde luego, este hecho no tiene que extrañar
a nadie, pues no puede esperarse que, quienes niegan el carácter marxista-leninista del
pensamiento de Mariátegui, defiendan el mismo en su materialización como
Partido Socialista del Perú.      
Puesto que, como se sabe, el que calla otorga, puede
suponerse que en el mencionado grupo se asume semejante negación: el silencio
otorgador de sus miembros no es cuestión reciente, pues viene de hace tiempo:
de noviembre de 2013, cuando Aragón negó la verdad histórica de los acuerdos de
la Reunión de la Herradura, e incluso de antes: desde que Ramón García empezó a
falsificar la verdad doctrinal y orgánica del PSP, a falsear la verdad
ideológica de la Creación Heroica de Mariátegui y a negar cuestiones dirimentes
fundamentales de la misma. 
El pensamiento de Mariátegui es la fusión original de la
verdad universal del marxismo-leninismo («El marxismo-leninismo es el método
revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido
Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha») con la realidad
peruana («aplicación del método marxista al conocimiento y definición de los
problemas del Perú»). 
Así, pues, el pensamiento de Mariátegui es pensamiento
marxista-leninista, pensamiento de clase, pensamiento de partido. Pero Aragón
–y con él todos los liquidadores sin excepción– niegan esta cualidad del
pensamiento de Mariátegui. 
Esta negación, demostradas como tal una y otra vez, no
puede dejar de percibirse por el hecho de que los liquidadores se empeñan en
utilizar a Mariátegui y al PSP como coartada a fin de intentar pasar de
contrabando sus posiciones reñidas con el marxismo universal y con el marxismo
peruano. 
Pero el liquidacionismo histórico de Aragón presenta
además una actitud afrentosa con respecto a Mariátegui. Ciertamente la expresión: «y no cuando a un
caudillo personalista se le ocurra como uno de sus ocasionales caprichos», está
enfilada contra su congénere García, pero, en la medida en que, según su autor,
en los años veinte el partido del proletariado peruano «todavía no era… necesario»,
entonces aquello de «caudillo personalista» y de «ocasionales caprichos», le
cae también a Mariátegui. 
Así,
pues, Aragón ha pasado de la negación de la verdad de los acuerdos de la
Reunión de la Herradura, a la negación sin más de la propia existencia
histórica del PSP. 
Esta negación del PSP y aquella afrenta a Mariátegui –así
como muchas otras posiciones antimariateguianas oportunamente desenmascaradas–
pintan de cuerpo entero al grupo de Aragón. 
Si las clases reaccionarias intentan siempre borrar de la
memoria de los pueblos sus tradiciones revolucionarias, el oportunismo busca
siempre falsearlas y, ahora, concretamente, el grupo liquidacionista busca
borrar de la memoria del pueblo peruano la filiación marxista-leninista de
Mariátegui, del PSP y del Socialismo Peruano. 
De hecho, los liquidadores han ido tan lejos como Ravines
con su «desaumatización», como Del Prado con su revisionismo, como Paredes con
su liquidacionismo. 
Del liquidacionismo de «izquierda» de la década de 1970
al liquidacionismo de derecha de hoy, es el derrotero del grupo que encabeza
Ramón García. ¡Este es su «buen viaje»! 
Como hemos visto aquí, este liquidacionismo ha sido
extendido ahora al campo de la Historia. 
La Creación Heroica de Mariátegui, teórica y práctica, es
la piedra basal vigente del Socialismo Peruano y, por ello, la piedra de toque
que separa a marxistas de oportunistas; por esta razón, ningún esfuerzo del
grupo liquidacionista ni ningún silencio pusilánime de nadie podrán borrar tal
Creación de la conciencia de nuestro pueblo. 
Defendiendo la Creación Heroica de Mariátegui, la
existencia histórica del PSP y la verdad ideológica del Socialismo Peruano,
estas líneas proporcionan la necesaria información a la izquierda peruana
acerca del límite extremo a que han llegado los liquidadores en su campaña
antimariateguiana, en su descomposición ideológica, en su consunción moral.
 
Nota
 
 
¡Defender el
Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de
la Realidad Actual!
 
 
A Propósito de la Negación de la Existencia Histórica del Partido
de Mariátegui 
En octubre de 2019 Miguel Aragón publicó en la red una nota con el
siguiente título: «¿Qué ocurrió el 7 de octubre de 1928?». En esta nota, conforme a su posición
liquidacionista y arrastrado por una obsesión digna de mejor causa, insiste en
negar la existencia histórica del Partido Socialista del Perú fundado el 7 de
octubre de 1928. 
En
los presentes apuntes no argumentaremos in
extenso la verdad del partido de Mariátegui, pero, como es forzoso,
analizaremos el método que lleva a Aragón a cometer semejante negación. Como no
es difícil percibir, dicho método es marcadamente formalista; con este término,
claro está, no nos referimos al formalismo como método de creación artística ni
como elemento de una teoría literaria ni al formalismo en las matemáticas o en
la filosofía, como en la ética kantiana, por ejemplo, sino a los recursos lógicos
formales que utiliza Aragón para negar la existencia del Partido Socialista del
Perú, recursos que implican la negación de la dialéctica que, como lo sabe todo
marxista, exige una concepción multilateral del problema investigado, una
comprensión exacta de las conexiones internas de los elementos que lo componen,
de las relaciones externas que mantiene y, por lo tanto, la revelación del
significado de aquellas conexiones y de estas relaciones.(1)
 
Precisamente debido a su método
formalista, Aragón se muestra incapaz de penetrar en la esencia del proceso
real derivado de la aplicación del proyecto de partido de Mariátegui. Así,
aparece atascado en la letra de los documentos, dando vueltas alrededor de los
datos crudos, haciendo piruetas sobre la superficie de los hechos. Su lógica
formalista puede expresarse así: «la Reunión de Barranco constituyó el Grupo
Organizador del Partido, no el Partido mismo, que debía constituirse en un
Congreso que no se realizó, luego el PSP no existió.»
 
Pues bien, la nota que comentamos
apareció publicada en la red con un breve comentario de Manuel Velásquez
dirigido directamente a Aragón, donde se puede leer: 
En efecto, como señalas, el 7 de octubre de 1928, se constituyo (sic)
la celula (sic) inicial del partido, con la misión de multiplicarse hasta
llegar al evento nacional de constitucion (sic) del partido. Nunca se dio (sic).(2) 
Como
vemos, sin darse cuenta (¿o dándose cuenta?) Velásquez contraría a Ramón
García, de cuya sofistería se ha amamantado siempre, pero además se contraría a
sí mismo, pues al escribir que «nunca se dio» el «evento nacional de constitución del partido»,
niega lo que dijo en su engañoso y fracasado documento «7
puntos de unidad para el cambio social»
(engañoso y fracasado no por lo que tenía de citas de Mariátegui, sino por la
trampa que Velásquez encubría con las mismas y por el hecho de que dicha trampa
fue oportunamente percibida por las potenciales víctimas), documento en el
cual, como es de conocimiento común, reconoció «la
Constitución del Partido Socialista del Perú, en Barranco, el 7 de octubre de 1928»
(ver: II: García: 2008: 11) Es decir, Velásquez se muestra ahora ganado a la
posición de Aragón, según la cual el PSP no fue constituido en la fecha
indicada. De esta forma lo que ha hecho es revelar el mismo formalismo que
Aragón. 
También dice Velásquez: 
…quizá
esa sea una de las razones para la desaparición organica (sic) de la linea
(sic) de Mariategui. Que (sic) paso en Chosica con el Partido Comunista? Se
puede reconocer a ese y a esos partidos que salieron de esa organizacion? (sic)
Tienen (sic) algo que ver con esa organizacion? 
Lo
que hay que confutar de esta cita es la frase que sostiene «la
desaparición organica de la línea de Mariátegui.»
La verdad histórica al respecto es que no hubo ninguna «desaparición»
de la «línea
de Mariátegui», como ingenua o malintencionadamente sostiene Velásquez, pues
incluso después de que la reunión de Santa Eulalia del 20 de mayo de 1930 (decimos
de Santa Eulalia para mayor exactitud), le cambiara el nombre al Partido por
acuerdo mayoritario de su CC, la tendencia mariateguiana continuó existiendo,
mal que bien, en las bases del partido, como tendencia no hegemónica. En
consecuencia, es claro que el converso no es capaz de reconocer esta realidad,
porque cree que el partido era nada más que su CC, no obstante que, según
información no negada, entonces contaba con 2000 militantes aproximadamente. 
Ciertamente desde los años treinta el Partido Comunista tuvo una
línea oportunista hegemónica coexistente con una línea marxista-leninista
subalterna. Precisamente esta línea forjó el Camino de Mariátegui que, cosa que
no puede negarse, tuvo curso desde los mencionados años. Esta es una verdad
histórica que los liquidadores silencian. 
Escamotear la lucha entre la línea marxista-leninista de
Mariátegui y las diversas líneas oportunistas en la historia del Partido, es
hacer ininteligible el relevante triunfo alcanzado por los continuadores de
Mariátegui con la expulsión del revisionismo en la IV Conferencia Nacional del
PCP (1964). 
Así, pues, con aquello de la «desaparición
organica de la línea de Mariátegui»
y, por lo tanto, con su negación de la lucha entre las dos líneas en la
historia del Partido, Velásquez niega el Camino de Mariátegui. 
Pero, además, ¿cómo es eso de que la reunión de Santa Eulalia le
cambió el nombre al Partido, si, repitiendo a Aragón, el autor de la nota que
comentamos dice que el PSP nunca fue constituido? ¿A qué partido, pues, le
cambió el nombre dicha reunión? 
De hecho, Velásquez le otorga a la reunión de Santa Eulalia un
carácter fundacional, y esto contraviene la verdad histórica: ni el cambio de
nombre del Partido ni el subsiguiente cambio de línea significaron la «desaparición
orgánica de la línea de Mariátegui» y, por lo tanto, la fundación de otro partido sin
ningún lazo con el PSP. La continuación, desde 1930, de la tendencia
mariateguiana en el seno de la militancia constituye el lazo histórico entre el
partido bajo el nombre de PCP y el partido bajo el nombre de PSP. 
Para alcanzar sus fines, los liquidadores recurren a una doble
contabilidad: mientras por un lado sostienen que el Partido Socialista
Unificado de Alemania, partido revisionista hasta la médula (sin un ala
marxista-leninista) y restaurador del capitalismo, era «El
Partido de Marx»,(3) (ver: IV: García: 1988) por otro lado afirman que la reunión de
Santa Eulalia fundó otro partido, no obstante que, como ya quedó claro, en las
filas del PCP continuó existiendo una tendencia marxista-leninista, una
tendencia mariateguiana.(4) En consecuencia, los liquidadores deberían primero
ponerse de acuerdo entre ellos mismos. 
Pero hay más. Desde el año de 1921, año de su fundación, hasta el
año de 1935, año de la Reunión de Tsunyi, el Partido Comunista de China estuvo
hegemonizado sucesivamente por líneas oportunistas de derecha y de izquierda.
Durante esos catorce años, sin embargo, existió y se desarrolló en su seno una
tendencia marxista-leninista que finalmente depuró el partido del oportunismo.
En el Perú, la hegemonía del oportunismo en el Partido Comunista tuvo lugar
entre el año de 1930 hasta el año de 1964, cuando el revisionismo fue expulsado
de sus filas en la IV Conferencia Nacional(5) o, más significativamente, hasta
la V Conferencia Nacional (1965). Pues bien, ¿el PCCh no fue el partido de la
clase obrera china desde 1921 hasta la Reunión de Tsunyi? ¿De qué partido fue
miembro Mao durante este período? En el Perú, ¿el Partido Comunista no fue el
partido de la clase obrera peruana desde 1930 hasta 1965? ¿De qué partido
fueron miembros, durante este período, los miles de comunistas que lucharon por
expulsar al revisionismo, reafirmar el marxismo-leninismo y retomar el
pensamiento de Mariátegui? Obviamente, durante los períodos señalados, los
mencionados partidos fueron vanguardia de sus respectivas clases obreras más
nominalmente que realmente, pero, dado el hecho de que entonces tanto en China
como en el Perú no existía ningún otro partido que fuera vanguardia real de la
clase obrera, lo nominal tuvo importancia en tales períodos; tanto es así, que,
precisamente en el seno del PCCh y del PCP, se impuso finalmente la tendencia
marxista-leninista. Los comunistas chinos y los comunistas peruanos militaron,
pues, en el único partido donde podían militar en sus respectivos países y,
así, hicieron camino hasta expulsar al revisionismo, es decir, hasta hacer
realidad que sus correspondientes partidos fueran efectivamente partidos de la
clase obrera. Puede decirse, entonces, que los inicios del PCCh bajo dominio de
líneas oportunistas y la sucesiva depuración de las mismas es una peculiaridad
suya, así como la negación oficial de la línea del PSP y su posterior retoma es
una peculiaridad del partido del proletariado peruano. 
Finalmente, Velásquez dice: «Destaco
la necesidad de un partido de clase.» 
Como lo sabe todo el mundo, el grupo liquidacionista ha abjurado
del marxismo-leninismo y postula como base de su unidad un «marxismo» a
secas, es decir, un «marxismo» excluyente del leninismo y, por eso, un «marxismo»
antileninista. 
En el contexto peruano y en cualquier otro contexto, ¿un partido
que ha abjurado del marxismo-leninismo, puede ser un partido de clase?
Obviamente, un partido que niega la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin,
Mao, no es ni puede ser un partido de clase, pues, como señaló Engels, el
partido de clase resulta de la fusión de la doctrina comunista con el
movimiento obrero.(6) 
¿En
el contexto peruano, un grupo que, contra la verdad histórica, niega la
filiación marxista-leninista de Mariátegui, tergiversa cuestiones dirimentes
fundamentales de su Creación Heroica, falsifica la verdad doctrinal y orgánica
del PSP, y que, además, en sus filas circula libremente la negación de la
propia existencia histórica del Partido de Mariátegui, ¿puede ser un partido de
clase? ¿El proyecto de un partido de dos niveles orgánicos doctrinariamente
desemejantes puede ser el proyecto de un partido de clase? El intento de fusión
del grupo liquidacionista con el partido de Jorge del Prado, representante
tradicional en nuestro medio del revisionismo jruschoviano-brezhneviano, ¿podía
haber dado como resultado un partido de clase? 
Ciertamente un grupo que, para justificar su abjuración del
marxismo-leninismo, niega la identidad marxista-leninista de Mariátegui y el
PSP, que postula un partido doctrinariamente heterogéneo, que intenta sumar su
revisionismo al revisionismo del partido de Jorge del Prado, no tiene un
carácter de clase ni puede convertirse en un partido de clase. 
Pues bien, todo lo apuntado está claro desde hace mucho, por lo
que la frase «partido de clase» en labios de Velásquez aparece como expresión de la más absoluta
incapacidad de pensar teóricamente o, en su defecto, como un caso de cínica
demagogia. 
Pero, desde luego, puesto que la obcecación les alcanza, Velásquez
y sus iguales pueden seguir utilizando la frase «partido
de clase»; empero, es un hecho que, desde hace ya buen tiempo, han perdido
toda capacidad de engaño. Así, pues, solo se engañan a sí mismos y, como es
claro, eso es patético. 
Para concluir con el tema, una cuestión no sin importancia: el
liquidacionismo histórico tiene dos formas de expresarse: primero, como
negación del carácter de clase, marxista-leninista, del Partido Socialista del
Perú; segundo, como negación pura y simple de su existencia histórica. De lo
primero es autor Ramón García;(7) de lo segundo, Miguel Aragón. 
Como no podía ser de otro modo, ambas expresiones del
liquidacionismo histórico fueron oportunamente objeto de una crítica fundada,(8)
lo que sumió a los liquidadores en un profundo silencio. 
Notas
[1] Acerca de otras consecuencias del método
formalista de Aragón, puede verse I: Ibarra:
2019: 92.
[2] Con la frase «evento
nacional de constitucion del partido», Velásquez se refiere al programado Congreso del
Partido. Pero, ocurre que la literatura partidaria en vida de Mariátegui no
habla de «Congreso Constituyente del Partido» (que es lo que sin duda sugiere
la afirmación de nuestro liquidador), sino de «Primer Congreso del Partido». Es
decir, el Partido no se cortó las alas considerando que solamente con la
realización de su primer congreso quedaría constituido.
[5] La mayor duración de la hegemonía del oportunismo en el partido
peruano que en el partido chino se explica por el desarrollo menos agudo de la
lucha de clases en el Perú del período 1930-1965 en comparación a la lucha de
clases en la China de los años veinte y treinta del siglo pasado.
[8]
Ver, como mínimo, nuestros libros: 2016, 2019, 2021.