sábado, 1 de mayo de 2021

Lucha electotal

La Disputa del Gobierno del Poder

César Risso

LA BURGUESÍA, frente a la posibilidad de ser afectada como clase, traslada su temor, de perder su poder económico, hacia los demás. Equipara así la propiedad de los medios de producción con la propiedad de bienes que sirven para el disfrute personal y familiar; es decir, trata de igualar su condición de clase explotadora a la de cualquier trabajador, haciendo creer que vivir del trabajo de los demás es lo mismo que vivir del trabajo de uno mismo. 

Si no hubiese permanente incertidumbre en el capitalismo, si todas las necesidades fuesen satisfechas, si no hubiese la posibilidad de caer en la pobreza, de perder el trabajo, nadie tendría que preocuparse de acumular dinero y bienes, de asegurarse el futuro “incierto”.

La anarquía de la producción, que es la máxima expresión del capitalismo, claro que edulcorada con el concepto económico de “competencia”, y que para tranquilidad de la burguesía se le añade el adjetivo “libre”, es la condición en la cual se da el mayor despilfarro de recursos. Los diversos burgueses particulares tratan por todos los medios de “destruir” a su competidor, buscando tener el poder de dominar el mercado a título individual.

La libertad que promueve la burguesía es la de poder explotar la fuerza de trabajo hasta los límites humanamente posibles, y en algunos casos más allá. En otras palabras, es su “libertad” como clase social de obtener la máxima cantidad de trabajo no remunerado.

En muchas oportunidades la burguesía ha manifestado, a través de intentos legales, hasta dónde llega su ambición. Amparándose en la ley ha tratado de quitarle derechos a los trabajadores, derechos a los que llama “sobrecostos” laborales, e incluso, ensañándose con los jóvenes ha pretendido hacerlos trabajar “voluntariamente”, es decir, sin remuneración. Así, traduce las fuentes de vida de los trabajadores y sus familias, a una relación técnica entre los “factores” de producción (costos) y, para inducir al común de los mortales a unirse a su causa le llama “sobrecostos”, aduciendo implícitamente que son costos que no deberían existir. No le basta pues, a la burguesía, con ganar lo que hasta ahora ha ganado, sino ganar cada vez más, mucho más. El insaciable deseo de apropiarse de la mayor cantidad de dinero, de tener cada vez mayor “riqueza”, de acumular más capital, a pesar de ver los resultados de su actuación, como en la actual pandemia, en la que, por falta de dinero, de camas UCI, de oxígeno, de hospitales y personal de la salud, se condena a muerte a los pacientes con COVID-19.

En esta pandemia podemos apreciar que hay dinero y no hay dinero. Si se sumase todo el dinero que existe en nuestra sociedad, no importando en manos de quién esté, nos sorprenderíamos de los resultados. Es una enorme cantidad de dinero que pasa de mano en mano, pero que se queda en propiedad de la burguesía. Hay pues dinero más que suficiente para acabar con el hambre, con la pobreza, para tratar las enfermedades, para enfrentar la actual pandemia, para que todos tengan vivienda. Pero resulta que toda esta “riqueza” está en su mayor parte en manos de la burguesía. Por eso, cuando quienes, a través de la explotación de la fuerza de trabajo, se adjudican la capacidad de enfrentar la actual pandemia, lo hacen pensando que esta situación es una oportunidad para seguir acumulando dinero, atribuyéndose además la sabiduría para lograrlo, aunque como bien sabemos, el desempleo, la pobreza, y otros males sociales, no son sino obra de este sistema capitalista en el que lidera la burguesía, y que por lo tanto su “riqueza” no es más que la contrapartida de la pobreza.

En las actuales elecciones, la crítica a Pedro castillo, a la izquierda, al socialismo, al comunismo, al marxismo, solo expresan el temor de verse afectados en el derecho que les otorga el sistema capitalista de seguir explotando a los trabajadores bajo el sistema del salario.

A pesar de que la burguesía tiene el poder, dado que el Estado peruano es un estado burgués, se siente desfallecer ante la posibilidad de perder su libertad de explotar a sus anchas a los trabajadores.

En un eventual triunfo electoral de Perú Libre, Pedro Castillo estaría a la cabeza de un gobierno de izquierda dirigiendo un Estado burgués. La máquina burocrático-militar construida por la burguesía pone límites a cualquier fuerza política que pretenda hacer cambios radicales al dominio del capital. En todo caso puede intentar atenuar los efectos del capitalismo, pero no desaparecerlos.

El gobierno de Pedro Castillo reorganizará la lucha de los diversos sectores de la burguesía, de tal modo que, al menos en parte, algunos sectores, o tal vez algunos burgueses individuales, pretenderán, como siempre, obtener beneficios aprovechando la “oportunidad”.

Si bien la burguesía en estos momentos actúa como clase, es decir, deja temporalmente de lado las contradicciones que entre diversos sectores y entre burgueses individuales existen, no dejan de ver individualmente la posibilidad de ir acomodándose. Un ejemplo claro de esto es la actuación de Hernando de Soto, quien pretende actuar como intermediario entre la burguesía imperialista, y la nacional, y un eventual gobierno de Pedro Castillo.

La burguesía cree que el bienestar y el progreso de la humanidad depende de su poder económico, de la dirección de la economía por ellos, del sistema de trabajo asalariado que les permite apropiarse de gran parte de los resultados del trabajo directo. Por eso cree que el cambio del sistema económico de capitalista en socialista es el colapso de la humanidad. Sin embargo, la burguesía está llevando a la humanidad a su destrucción. Pero, obviamente, para ellos, este mundo repleto de males provocados por ellos mismos, es el mejor de los mundos.

A todo esto, qué es lo que propone la burguesía. ¿El bienestar? ¿La eliminación del desempleo? ¿La eliminación de la pobreza? Imposible que en el capitalismo se puedan lograr estas cosas. La burguesía actúa en provecho propio. Solo su interés individual puede hacer que produzca, sea lo que sea, así sea lo que mata. Pero resulta que es un gran negocio producir, por ejemplo, gaseosas, que rinde extraordinarias ganancias a las empresas transnacionales, por medio de la destrucción de la salud de quienes consumen este veneno. No importa matar con gaseosas, al final es una “muerte” lenta y dulce. Sin embargo, nos dice la burguesía, el consumir o no gaseosa, es el ejercicio de la libertad de cada individuo de decidir qué consume y qué no consume. Pero no dice nada de las multimillonarias campañas publicitarias que realiza para convencer a las personas de la “necesidad” de consumir gaseosas, aunque debería decir francamente que más bien la gente debe consumir gaseosas para engordar las cuentas de la burguesía. No obstante, este no es el único argumento de la burguesía para defender su modo de vida, que es el modo de aniquilación de los trabajadores, cuya energía y vida queda transformada, por la alquimia de la producción capitalista, en el dinero cuyo destino son las cuentas de la burguesía. Dicen que si el negocio de las gaseosas (para seguir con el ejemplo) se cierra, se dejaría en la calle a miles de trabajadores y con ello en la pobreza a miles de familias. Es decir, nos quieren convencer que el único modo de vida posible es el que nos brinda el capitalismo, o que sin explotación y riqueza de un lado y sin sumisión y pobreza del otro no habría sociedad.

La burguesía se llena la boca, y toneladas de papel, con sus disquisiciones acerca de la democracia. Esta democracia es la democracia burguesa, que permite la realización de sus negocios y de la consecuente explotación de los trabajadores. Pero aún hablando de la democracia en general, se traiciona a sí misma cuando recurriendo a esta, promueve su modo de vida negando el derecho a las amplias mayorías de decidir libremente escogiendo a sus gobernantes. Entonces busca por todos los medios de, en la actual campaña electoral de la segunda vuelta, encontrar algo que le permita “eliminar” al candidato del pueblo. Un solo delito no le ha podido encontrar a la fecha; ni un solo acto inmoral. Lo poco que le pueden atribuir es el ingreso que tiene, la licencia sindical, una empresa que nunca funcionó, etc. En otras palabras, la burguesía no tiene de dónde cogerse para destruir la imagen de Pedro Castillo.

Ya que la vida de Pedro Castillo no es objeto de crítica, entonces recurre la burguesía al expediente de criticar sus intenciones. Pero como esto tiene que ver, en alguna medida, con la reducción del poder económico y político de la burguesía, esta se ve obligada a hacer extensivos sus temores al resto de la población.

El elemento positivo en esta segunda vuelta electoral, consiste en la incorporación masiva del pueblo trabajador a la política, de la búsqueda de su identidad como clases trabajadoras, que se expresa en el apoyo a la candidatura de Pedro Castillo. Este apoyo es el mayor signo de los primeros brotes de una democracia popular. La tarea de la izquierda proletaria es apoyar este brote, y orientarlo hacia el socialismo.

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