lunes, 1 de julio de 2024

Política

El Manifiesto Comunista y el Partido de Clase

(6) 

Eduardo Ibarra 

COMO SE SABE en algunos círculos, García ha propuesto titular socialista a su proyectado partido. Esta propuesta, huelga decirlo, es válida únicamente para su grupo, que, como es lógico, puede llamarse como quiera. 

Pero, naturalmente, la cuestión cambia cuando nuestro personaje presenta su propuesta como válida para todos los partidos proletarios. ¿No lo cree el lector? Véanse estas afirmaciones suyas: 


… [el problema de nuestra época: capitalismo o socialismo, es] la base para sostener el nombre de partido socialista.

… si el socialismo es el llamado a reemplazar el capitalismo, se entiende entonces el porqué del nombre de Partido Socialista. (“El socialismo peruano”; cursivas nuestras). 

Así, el nombre científicamente exacto del partido proletario, el nombre de comunista, es expulsado de la teoría marxista. Esta expulsión contiene varias aberraciones que es necesario anotar. 

Primera aberración: la tergiversación del pensamiento de Mariátegui, quien sostuvo a propósito del punto: 


En Europa, la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico, la vieja y grande palabra conserva intacta su grandeza. (Ideología y política, p. 249; cursivas nuestras). 

Segunda aberración: el intento de reemplazar el nombre científicamente exacto del partido proletario por cualquier otro nombre científicamente inexacto. 

Tercera aberración: la pretensión de universalizar el nombre de socialista para el partido.

Esta falsificación del pensamiento de Mariátegui en punto al nombre del partido data de 1988 y, como era lógico, la desenmascaramos tan pronto tuvimos conocimiento de ella.

Pues bien, hablando de la conocida necesidad del programa mínimo y del programa máximo, García escribió en 2009:

Esto sólo se puede lograr con un "partido de masas e ideas" (sic), cualquiera sea su nombre: partido tal, frente tal, movimiento tal, o cualquier otro. (“Los partidos comunistas hoy”). 

Cualquiera sea su nombre, dice, y, es por eso que, en 2010, hiciera, con escandalosa sofistería, la folclórica propuesta de titular “minga” a su proyectado partido, propuesta asimismo desenmascarada por nosotros, retornando entonces García, más o menos prontamente, a su inicial propuesta de titularlo socialista.(8) 

Ahora bien, ¿cuál es el fondo de la posición de García sobre el nombre del partido? 

Con aquello de que, por una razón de táctica (no de doctrina) “el Partido comunista se debate entre la vida y la muerte”, nuestro personaje: 1) escamotea la realidad de que, en la segunda mitad del siglo XIX, la situación ideológica y política del movimiento obrero europeo hacía inconveniente el nombre de partido comunista, y que, ya en el siglo XX, terminó desacreditado por la traición de muchos partidos comunistas a los principios del Manifiesto (cuestión doctrinal, y no específicamente táctica); es decir, García escamotea la identificación del revisionismo como el causante de tal descrédito; 2) en consonancia con lo anterior, nuestro tergiversador de Mariátegui propugna un partido doctrinariamente heterogéneo que comprenda tanto a marxistas como a quienes han renegado de los principios del marxismo. Ni más ni menos. 

La diferencia entre estas fementidas posiciones de García y las correctas posiciones de los autores del Manifiesto, salta a la vista: mientras Marx y Engels aceptaron, en las condiciones de los años de 1860 y 1870, nombres científicamente inexactos para el partido proletario pero sin renunciar jamás a su nombre científicamente exacto, García intenta justificar nombres científicamente inexactos y, así, ha declarado caduco el nombre de comunista hasta el punto de que lo ha echado al basurero de la historia, como ya señalamos. 

Mucho después, en 2009, García escribió:

 

[Mariátegui] Propuso el nombre partiendo de la propia realidad y, posiblemente, de las excepciones que contemplaba la Komintern. (“Los partidos comunistas hoy”). 

¿No es esto un nuevo bandazo de nuestro liquidador? Sí, es un nuevo bandazo, o más exactamente, una nueva maniobra, pues, como hemos citado ya, en 1988 había sostenido que el nombre de socialista se deriva del problema de nuestra época y del hecho de que el socialismo reemplaza al capitalismo, y no de nuestra “propia realidad”. 

        No se trata, desde luego, de una rectificación, pues García no tiene en cuenta que la existencia, en nuestra actual escena nacional, de algunos partidos socialistas definidamente oportunistas, hace improcedente el nombre de socialista para el partido, nombre en el que, sin embargo, García insiste tozudamente. Así niega, una vez más, el método de los maestros del proletariado.(9) 

        En consecuencia, queda probado que quien se ha atascado “en la superficie del fenómeno”, en la epidermis del problema del nombre del partido, es precisamente García, quien, de esta forma, aparece atrapado en sus propias trampas. 

Pero ahondemos en la verdad del tema examinado: el trasfondo de toda la retórica de nuestro liquidador, es su abjuración del marxismo-leninismo. 

La grosera tergiversación del pensamiento de Mariátegui, la descarada sofistería orientada a silenciar el nombre científicamente exacto del partido y justificar nombres científicamente inexactos y los vergonzosos bandazos analizados aquí brevemente, constituyen la sexta “falla geológica” del discurso del “profundo” García.


Notas

[8] El lector puede encontrar una refutación más amplia de la sofistería de García a propósito del nombre del partido, en nuestro libro El partido de Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución.

[9] Engels señaló: “… cuando fue escrito [el Manifiesto Comunista] no pudimos titularle Manifiesto Socialista. En 1947 se llamaban socialistas, por una parte, todos los adeptos de los diferentes sistemas utópicos…; de otra parte, toda suerte de curanderos que prometían suprimir, con sus diferentes emplastos, las lacras sociales sin dañar al capital ni a la ganancia.” (Prefacio a la edición inglesa de 1888 del Manifiesto del Partido Comunista). Lenin sostuvo: “Es necesario que para cada trabajador de filas sea totalmente clara la diferencia entre los partidos comunistas y los viejos partidos oficiales ‘socialdemócratas’ o ‘socialistas’ que han traicionado la bandera de la clase obrera” (Contra el revisionismo, p. 566). Como ya vimos, Mariátegui mantuvo: “En Europa, la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo, ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas”. Es decir, en una situación concreta en la que partidos oportunistas tienen tales y cuales nombres, el partido proletario está obligado a diferenciarse de los mismos, con un nombre suficientemente demarcador, si no quiere crear confusión entre las clases trabajadoras. Entonces ¿por qué García insiste en el nombre de socialista en la situación en que algunos partidos revisionistas se llaman socialistas? Pues, porque considera que esos partidos no son revisionistas, no obstante que, más allá de un discurso maximalista en cierto caso, tales partidos no tienen ni la más mínima intención de dañar “al capital ni a las ganancias”. Y García sueña con fusionar su grupo con esos y otros partidos oportunistas y, esto, pone al descubierto que su propio discurso maximalista es nada más que puro discurso, que le sirve, sin embargo, para encubrir su abjuración del marxismo-leninismo, su negación del principio de integrar lo universal marxista con lo particular peruano, su abandono de la táctica del proletariado, su negación del partido de clase y, por lo tanto, para disimular su socavación de la propia revolución.

 

10.01.2024.


Economía

Las Empresas Estatales y el Interés Privado

Cesar Risso

EL INTENTO DE DESACREDITAR la propiedad colectiva de los recursos naturales, y así dejar sin base la posibilidad del socialismo, es una labor recurrente de la burguesía.

Después de citar una serie de casos en los que las empresas públicas han cometido “errores”, la burguesía1 se pregunta lo siguiente:

“¿A qué se debe que estas empresas públicas hagan tan mal su labor? Esencialmente se debe a dos factores principales. El primero es que al ser “todos” dueños de las empresas públicas, estas, en la práctica no tienen dueño que las cuide. Nadie es personalmente responsable de nada. […]

Otro resultado frecuente de que nadie actúe como dueño es que no importa si la empresa pierde plata. La empresa puede ser saqueada por sus directivos o trabajadores sabiendo que nunca va a quebrar. Simplemente ­ obtienen más recursos del Estado y todo – vuelve a empezar. Como Petroperú.”2

Esto pretende eximir de responsabilidad a los corruptos y delincuentes dentro del Estado. Es decir, que no es responsabilidad del individuo, sino de la colectividad, pues el Estado se le aparece a la burguesía como una suerte de droga, que lo hace robar, y en esa condición sería inimputable. Aunque la verdadera “droga” en el sistema capitalista es el dinero, del cual todos quieren apropiarse, sea por la vía legal o ilegal.

“El segundo factor principal para el mal funcionamiento de las empresas estatales es que tienden a ser un ­ monopolio (Petroperú o Essalud no lo son, pero son largamente las empresas más grandes de su sector) y esperan seguir siéndolo. Por lo tanto, no tienen que preocuparse de si los clientes están descontentos con su servicio, ­ porque igual lo tienen que usar. A diferencia de una empresa privada, si alguna vez algún organismo regulador las sanciona (como correspondería), les da igual; al final cualquier costo lo cargamos nosotros y siempre pueden pedir más recursos.”3

Remata el autor afirmado que la defensa de las empresas estatales se debe a razones ideológicas.

“A principios de los noventa, las empresas públicas le habían costado tanto al Perú que, con el beneplácito de la mayoría, buena parte fueron privatizadas. Sin embargo, mantuvimos algunas. Es una lástima que estas tengan nuevamente que desperdiciar preciosos ­ recursos y causar estropicios para que los ­peruanos nos demos cuenta de que las empresas estatales son una mala idea, y que esto no se debe a razones ideológicas.”4

De la versión keynesiana, socialdemócrata, de la economía, donde el Estado tiene una gran participación, la burguesía pasa a la propuesta neoliberal; y para reafirmar su “nueva” postura (en el sentido de última, puesto que la propuesta neoliberal se actuó desde inicios de la década del 80 del siglo pasado), esto es, para dejar atrás definitivamente su anterior política, llama ideológica a la defensa de una mayor participación del Estado en la economía.

Por lo visto, algunos intelectuales de la burguesía no se han enterado de los trabajos por los cuales la intelectual burguesa Elinor Ostrom recibió el Premio Nobel de economía el año 2009.

“A partir de estos estudios de caso, llega a la siguiente conclusión: La posesión común autogestionada puede llegar a ser más eficaz que la gestión pública centralizada o privatizada.”

“Dicha conclusión supone un desbancamiento de la teoría enunciada por Hardin en 1968 denominada ‘La tragedia de los comunes’ según la cual, los recursos naturales de uso colectivo inevitablemente derivan en una sobrexplotación y que, a largo plazo, son destruidos o agotados.”5

Como se puede ver, los intelectuales burgueses otorgaron el año 2009 el Premio Nobel de economía a Elinor Ostrom, además de a Oliver E. Williamson, por sus investigaciones de la gestión de los bienes comunes.

Mientras que, por un lado, los apologistas de la burguesía plantean que los bienes comunes llevan al agotamiento de los recursos por la destrucción individual que se hace de los mismos, debido a que al no ser propiedad de una persona o familia sino de una colectividad, entonces cada quien se aprovecha individualmente del recurso; de otro lado, abonan a favor de la propiedad colectiva, pero no del Estado controlando empresas públicas, sino de algunos sectores, como pequeños grupos de pobladores que cuidan sus recursos de forma colectiva.

“Tal como indicó la Fundación Nobel al darle el premio de Economía en 2009, Ostrom ‘demostró que cuando los usuarios utilizan los recursos naturales en forma conjunta, con el tiempo se establecen reglas sobre cómo deben ser cuidados y utilizados de una manera que sea económica y ecológicamente sostenible.’

La estadounidense terminó así con una sabiduría económica popular.”6

Según la “tragedia de los comunes”, es la acción individual, definida por la maximización de la ganancia, la que conduce al agotamiento de los recursos comunes sin que los agentes se lo propongan individual ni colectivamente. Es decir, su acción natural tiende a la destrucción de los bienes comunes.

Como podemos apreciar, no es la propiedad común de los recursos lo que conduce a la destrucción de los recursos sino la acción individual. Es decir, el autor ha integrado en la propiedad colectiva de los recursos la acción privada. En otras palabras, a la propiedad común, colectiva de los bienes o recursos, le impone el comportamiento, la conducta, de la burguesía.

No en vano la ley fundamental de desenvolvimiento del capitalismo es la extracción de plusvalía, o la obtención de la máxima ganancia posible. Esta ley es concebida como la conducta normal de la burguesía, y, en consecuencia, dado que la burguesía ve su mundo decadente como el único posible, les atribuye a los seres humanos en cualquier situación la misma conducta: la maximización de la ganancia. Y, particularmente en el ejemplo que se pone en La Tragedia de los Comunes, no proponen la ganancia como explotación de la fuerza de trabajo, sino como el aprovechamiento individual de un recurso común. Esto, que es un robo, aparece encubierto como una acción que conduce a la ganancia individual perjudicando a los demás propietarios que asumen los costos. Aquí hay un reconocimiento implícito de que la apropiación es un robo; añadiendo de nuestra parte que el robo, legalizado por la burguesía, es el trabajo no pagado, que es de donde obtiene su ganancia.

Se afirma, en “La tragedia de los comunes”, que como todos actúan de la misma forma, tratando de beneficiarse individualmente de un recurso colectivo, entonces la única conclusión es el agotamiento o la destrucción del recurso. Es evidente que después de esto solo les queda a los intelectuales burgueses “reconocer” que la propiedad colectiva es imposible. Esta es una de las bases “teóricas” para sustentar que el Estado debe retirarse de la actividad económica.

El segundo factor al que se hace referencia es el monopolio2. Esto es, al ser las empresas públicas monopolios, entonces esto conduce a su destrucción por el despilfarro de recursos. Es decir, consideran eficiente al monopolio privado, mientras el monopolio público es ineficiente, además de corrupto. Vale decir que, cuando el monopolio es privado y en consecuencia se elevan los precios, saqueando no solo a los trabajadores a los que se sobreexplota, sino también a los mismos trabajadores, pero esta vez en su condición de consumidores, el monopolio funciona de manera natural, y esto es prueba de eficiencia.

Por ejemplo, la privatización de Sedapal la convertiría de monopolio público en monopolio privado, con lo cual se dará la sobre explotación de los trabajadores, y el alza de las tarifas. Esto, claro está, no provoca ni la más mínima incomodidad a los intelectuales burgueses.

A pesar de que algunos intelectuales burgueses se ven obligados a reconocer que los “bienes comunes”, o propiedad colectiva, que no es lo mismo que socialismo, es, por lo menos, más eficiente y sostenible en el tiempo, otros intelectuales de la burguesía se resisten a las evidencias y plantean llanamente que las empresas estatales no deberían existir, puesto que destruirían los recursos comunes. Por lo tanto, de esta forma fuerzan la justificación “teórica” del neoliberalismo.

En el caso de la crítica socialista de la propiedad común, particularmente del ayllu o comunidad campesina en nuestro país, tenemos en José Carlos Mariátegui el siguiente análisis:

“Por esto, en las aldeas indígenas donde se agrupan familias entre las cuales se han extinguido los vínculos del patrimonio y del trabajo comunitarios, subsisten aún, robustos y tenaces, hábitos de cooperación y solidaridad que son la expresión empírica de un espíritu comunista. La “comunidad” corresponde a este espíritu. Es su órgano. Cuando la expropiación y el reparto parecen liquidar la “comunidad”, el socialismo indígena encuentra siempre el medio de rehacerla, mantenerla o subrogarla. El trabajo y la propiedad en común son reemplazados por la cooperación en el trabajo individual. Como escribe Castro Pozo: ‘la costumbre ha quedado reducida a las mingas o reuniones de todo el ayllu para hacer gratuitamente un trabajo en el cerco, acequia o casa de algún comunero, el cual quehacer efectúan al son de arpas y violines, consumiendo algunas arrobas de aguardientes de caña, cajetillas de cigarros y mascadas de coca’.”7

Así, el espíritu colectivista está presente en los comuneros, mientras que el espíritu individualista es el que prevalece en el capitalismo, que llevado a su extremo se presenta en la política neoliberal.

        “Castro Pozo hace una observación muy justa cuando escribe que ‘la comunidad indígena conserva dos grandes principios económicos sociales que hasta el presente ni la ciencia sociológica ni el empirismo de los grandes industrialistas han podido resolver satisfactoriamente: el contrato múltiple de trabajo y la realización de éste con menor desgaste fisiológico y en un ambiente de agradabilidad, emulación y compañerismo” 8

Ahondando en las características del colectivismo, Mariátegui comenta lo siguiente:

“El autor tiene observaciones muy interesantes sobre los elementos espirituales de la economía comunitaria. ‘La energía, perseverancia e interés -apunta- con que un comunero siega, gavilla el trigo o la cebada, quipicha […] y desfila, a paso ligero, hacia la era alegre, corriéndole una broma al compañero o sufriendo la del que va detrás halándole el extremo de la manta, constituyen una tan honda y decisiva diferencia, comparados con la desidia, frialdad, laxitud del ánimo y, al parecer, cansancio, con que prestan sus servicios los yanacones, en idénticos trabajos u otros de la misma naturaleza; que a primera vista salta el abismo que diversifica el valor de ambos estados psico-físicos, y la primera interrogación que se insinúa al espíritu, es la de ¿qué influencia ejerce en el proceso del trabajo su objetivación y finalidad concreta e inmediata’.”9

No tiene cabida en el espíritu colectivista el individualismo que esgrimen los intelectuales burgueses en su intento de imponerlo en el seno de la propiedad común.

Es necesario aclarar que las empresas públicas corresponden al desarrollo del régimen burgués cuando las crisis económicas exigen la intervención del Estado. El capitalismo monopolista de Estado constituyó una salida generalizada para el capitalismo. Sin embargo, la situación del capitalismo es tan crítica a nivel planetario, que ni su propia receta de capitalismo de Estado es suficiente, promoviendo el saqueo descarado y brutal, al que le llaman con eufemismo “neoliberalismo”.

No se trata de defender al Estado capitalista ni a ninguna de sus dos versiones, tanto la keynesiana como la neoliberal, sino de rescatar la importancia, para el desarrollo de la sociedad, del colectivismo, es decir, del trabajo solidario, de la cooperación y la reciprocidad, aspectos del quehacer humano que permitirán que nos elevemos de la degradación individualista que hoy predomina en el mundo bajo la forma de capitalismo, hacia el socialismo y el comunismo.

Bajo la crítica a las empresas públicas y la intervención del Estado en la economía, los intelectuales burgueses pretenden cuestionar la importancia del colectivismo. Pero como hemos podido ver, justo donde la burguesía cree encontrar argumentos para demostrar su tesis, lo que logra es poner en evidencia que el individualismo no tiene asidero en la sociedad, cualquiera que sea su forma; y que, en consecuencia, si la sociedad ha de persistir, si ha de durar, el único camino es restaurar la producción y el disfrute común de todos los seres humanos, aunque por ahora, por las condiciones históricas, se tenga necesariamente que partir de la expropiación de los medios de producción para que pasen a manos de todo el pueblo, el cual debe realizar esta tarea organizado como clase dominante.

_________

(1) Nos referimos a Miguel Palomino, autor del artículo “Otra vez las empresas públicas”, publicado en https://www.ipe.org.pe/portal/otras-vez-las-empresas-publicas/

(2) Ibidem.

(3) Ibidem.

(4) Ibidem.

(5) https://ecosfron.org/MRE/elinor-ostrom/

(6) https://www.bbc.com/mundo/noticias-49082868#:~:text=Pie%20de%20foto%2C%20La%20%22tragedia,ganado%20y%20dejarlo%20ah%C3%AD%20pastando

(7) Mariátegui, José Carlos. 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, pág. 68. Empresa editora Amauta, décimo tercera edición, 1968.

(8) Ibidem, pág. 71.

(9) Ibidem, pág. 71.

Internacionales

Actualización Sobre Gaza. “Se Trata de Uno de los Momentos Más Bárbaros de la Historia Humana”

La “Pausa Humanitaria”

Revolución 

El domingo 16 de junio, el ejército israelí anunció que había implementado una “pausa táctica” en los ataques a lo largo de una ruta de 7,5 millas (la carretera Salah al-Din desde el cruce fronterizo de Karem Shalom con Israel, al norte hasta el Hospital Europeo en Jan Yunis), a partir del 15 de junio y continuando indefinidamente.

Los medios de comunicación estadounidenses trataron esto con seriedad como una medida “humanitaria” por parte de Israel. NPR informó que el ejército israelí tenía como objetivo “aumentar el flujo de ayuda a otras partes de Gaza, incluidos Jan Yunis, Muwasi y la parte central de Gaza”. The Associated Press escribió que la pausa “podría ayudar a abordar las abrumadoras necesidades de los palestinos que han aumentado en las últimas semanas con la incursión de Israel en Rafah”.

Esto fue y es pura mentira: la llamada “pausa” no es más que un miserable intento de encubrir lo que Israel realmente está haciendo: matar de hambre sistemáticamente al pueblo palestino, destruir infraestructura civil vital y tratar de eliminar a los palestinos en Gaza como pueblo — es decir, genocidio. No es una coincidencia que esta maniobra falsa se anunciara tres días después de que un importante informe de la ONU condenó a Israel por “crímenes de guerra” y “crímenes contra la humanidad”, incluido el uso del hambre como arma de guerra.

He aquí una muestra de cómo es el “humanitarismo” israelí sobre el terreno desde que comenzó la “pausa” del 15 de junio:

  • Uno o dos días después, Israel destruyó lo que había sido el punto de entrada más importante para la ayuda humanitaria, el cruce de Rafah en la frontera entre Egipto y Gaza. Israel tomó el cruce de Rafah el 6 de mayo y ha estado cerrado desde entonces. Ahora, no sólo no llega ninguna ayuda por ese cruce, sino que incluso la posibilidad de reabrirlo es más remota.
  • El 17 de junio, al menos nueve palestinos fueron asesinados por las fuerzas israelíes mientras esperaban camiones de ayuda en la carretera Salah al-Din, ¡la misma carretera que Israel especificó en la “pausa”!
  • El 21 de junio, tanques y artillería israelíes atacaron tiendas de campaña de refugiados en al-Mawasi (a veces escrito “Muwasi”), matando a 25 personas e hiriendo al menos a 50. Al-Mawasi es una zona de playa desolada que Israel había designado como “zona humanitaria” para un millón de personas en la ciudad de Rafah cuando comenzó el ataque a Rafah el 7 de mayo. Ahora es “el hogar” de cerca de cien mil refugiados. También se suponía que al-Mawasi sería una de las zonas que se “beneficiarían” de la pausa.
  • También el 21 de junio, justo al sur de al-Mawasi, ataques aéreos israelíes impactaron cerca de un complejo de la Cruz Roja Internacional, matando al menos a 22 refugiados que estaban acampados allí por seguridad. William Schomburg, alto funcionario de la Cruz Roja, describió tres explosiones que sacudieron el complejo y luego una “inundación de heridos” llegó en busca de ayuda. “Había montones de cadáveres y sangre por todos lados”. Schomburg señaló que “Nuestra oficina aquí en Rafah, como todos nuestros edificios e instalaciones, están marcados con el emblema de la Cruz Roja y son conocidos por todas las partes”.

Las organizaciones humanitarias dicen que la “pausa” ha traído poca o ninguna expansión en las entregas de ayuda que se necesitan con urgencia. El 21 de junio, Richard Peeperkorn, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Palestina, dijo que “no hemos visto ningún impacto en los suministros humanitarios que llegan desde ese... anuncio unilateral de esta pausa técnica”. Y un representante de la ONU dijo que “Esto aún no se ha traducido en que llegue más ayuda a las personas necesitadas”.

El mismo día, Médicos Sin Fronteras (MSF) dijo que no había podido llevar suministros médicos a Gaza desde abril, debido al “cierre del cruce fronterizo de Rafah, tras la ofensiva de Israel en el sur de Gaza a principios de mayo, junto con la interminable burocracia impuesta por las autoridades israelíes, [que] ha congestionado dramáticamente el flujo de ayuda humanitaria”. Como resultado, es posible que tenga que “detener o reducir drásticamente” sus operaciones de ayuda médica en Gaza.


Genocidio: continuo y en aumento

No se trata sólo de que Israel esté bloqueando la ayuda en lugar de facilitar su entrada. Israel también continúa su campaña para quebrar y destruir fundamentalmente a la población palestina de Gaza, incluso mediante la destrucción de infraestructura civil en una escala verdaderamente masiva.

Aquí hay algunas cosas que han salido a la luz o se han vuelto más claras en apenas la semana pasada:

Israel está destruyendo la agricultura en Gaza. Aunque Gaza siempre ha dependido de las importaciones de alimentos, la agricultura de Gaza produjo una cantidad significativa del suministro de alimentos. El 19 de junio, la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) informó que los ataques israelíes y otras actividades militares habían dañado el 57 por ciento de las tierras agrícolas en Gaza, así como un tercio de los invernaderos, 537 graneros y 256 almacenes agrícolas, “perturbando gravemente” la cadena de suministro de alimentos de Gaza. Israel también ha atacado panaderías y otras instalaciones de procesamiento y producción de alimentos.

Israel está destruyendo el sistema sanitario de Gaza: el 19 de junio, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente informó que “las cinco plantas de tratamiento de aguas residuales de Gaza han cerrado, y las aguas residuales contaminan las playas, las aguas costeras, el suelo y el agua dulce” y que “cinco de cada seis instalaciones de gestión de residuos sólidos en Gaza están dañadas”. El Director Ejecutivo Adjunto del Programa Mundial de Alimentos describió “conducir a través de ríos de aguas residuales sin tratar” en su gira por Gaza. Amnistía Internacional informa que “entre el 90 y el 95 por ciento del suministro de agua está contaminado y no es apto para el consumo humano. Israel no permite que se transfiera agua desde Cisjordania a Gaza, y el único recurso de agua dulce de Gaza, el acuífero costero, es insuficiente para las necesidades de la población y está cada vez más agotado por la sobreextracción y contaminado por aguas residuales y la infiltración de agua de mar”.

Israel está destruyendo las ciudades de Gaza: en los primeros meses de la guerra, las bombas, los tanques y la artillería israelíes prácticamente arrasaron dos ciudades importantes: la ciudad de Gaza y Jan Yunis. Más de un millón de personas que huían de esta matanza fueron canalizadas por Israel hacia Rafah. El 6 de mayo, Israel lanzó la invasión de Rafah. Como parte del apoyo inquebrantable de Estados Unidos a la matanza masiva, la administración Biden ha afirmado que no se trataba de una operación terrestre importante” y que, en cambio, fue “más selectiva y limitada”.

Estas son sólo más mentiras para encubrir el genocidio.

El 21 de junio, el New York Times informó sobre la “batalla de seis semanas que ha dejado un cruce fronterizo crítico en ruinas y amplias extensiones de la ciudad gravemente dañadas... Las imágenes de la destrucción en todo Rafah recuerdan las escenas en la ciudad de Gaza y Jan Yunis, donde los bombardeos de Israel y los combates callejeros entre las fuerzas israelíes y los militantes de Hamás incrustados en zonas civiles, han dejado tras de sí islas de escombros y cráteres donde antes había edificios y carreteras. “Nos preocupa que la ciudad quede inhabitable”, afirmó Ahmed al-Soufi, alcalde de Rafah.

Eoghan Darbyshire, investigador de alto rango del Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente con sede en el Reino Unido, dijo “[E]s mi opinión que grandes áreas de Gaza no serán recuperadas a un estado seguro dentro de una generación, incluso con financiación y voluntad ilimitadas”. [Énfasis añadido]

¿“Selectivo y estratégico”? Antes de la invasión, la población de Rafah (principalmente refugiados) superaba con creces el millón de personas. OCHA informa que hasta el 17 de mayo, 750 personas permanecían en la ciudad de Rafah, las otras expulsadas por la invasión israelí, huyendo para vivir entre escombros y ruinas sin sistema de agua ni suministro regular de alimentos.

Israel está destruyendo a los niños de Gaza: la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) informó el 15 de junio que más de 50.000 niños necesitan ahora tratamiento médico inmediato por desnutrición. OCHA también informó de una “emaciación visible entre los niños” (“emaciación” es desnutrición aguda), así como de “una falta crítica de leche y fórmula para los bebés”.

El 20 de junio, un psicólogo infantil informó sobre una sensación generalizada de terror entre los niños y dice que cuando llevó a cabo sesiones con niños para ayudarlos a lidiar con el trauma, a veces “tenían que gritar para ser escuchados, para superar el sonido de los drones y las bombas”. Una madre habló de su anhelo de que la guerra terminara para “poder acostarme por la noche con mi hija y prometerle que podrá despertarse”.

El 21 de junio, OCHA (citando al Ministerio de Educación de Gaza) informó que “unos 625.000 estudiantes han estado sin ir a la escuela en Gaza desde octubre de 2023 debido a la escalada de hostilidades y, al 11 de junio, más de 7.000 estudiantes y 378 miembros del personal educativo han sido asesinados en Gaza”.

El portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), James Elder, que se encuentra ahora en Gaza, habló al respecto:

Pues, aquí hay una guerra de palabras constante. Pero sólo tenemos que mirar la evidencia… durante muchos meses hemos llamado a esto una guerra contra los niños. Y como todo aquí, lo hacemos basándonos en evidencia. No lo hacemos buscando un titular. Lo hacemos porque de todos los conflictos en los que opera UNICEF, o en todas las líneas de frente, desde Afganistán hasta Yemen hasta Ucrania hasta Siria, no hemos visto un porcentaje tan alto de los civiles heridos, mutilados y asesinados que son niños como aquí. Es por eso. La evidencia habla de que se trata de una guerra contra los niños”. [Énfasis añadido.]

Entre muchos ejemplos poderosos, Elder informa:

UNICEF estaba tratando a 3.000 niños con la forma más peligrosa de desnutrición aquí en Rafah, y luego tuvimos la ofensiva militar en Rafah, que todos rogamos que no ocurriera pero de alguna manera temíamos que ocurriera. Esa, entre comillas, “ofensiva militar limitada”, ofensiva limitada que provocó el desplazamiento de un millón de personas, también significó que nuestro centro de estabilización allí, que atendía a 3.000 niños, quedó inoperable en un minuto. Los niños que reciben tratamiento de repente desaparecen. Ahora tenemos que intentar regresar a esas comunidades, a estos infiernos de tiendas de campaña, para encontrar a estos niños, para encontrar a esas familias, porque sin ese tratamiento, morirán.

Elder resalta que cuando hay desnutrición a gran escala entre los niños, esto los impacta permanentemente, dañando su salud física y mental general de múltiples maneras y limitando su productividad futura. Así que, además del horror inmediato, dañar a toda una generación de niños debilita profundamente a un pueblo en su conjunto; por ejemplo, la capacidad de los más jóvenes para cuidar de sus mayores a medida que envejecen.

Este es verdaderamente “uno de los momentos más bárbaros de la historia de la humanidad”1. Todo lo que Israel ha hecho lo ha hecho con todo el respaldo (incluida la ayuda militar masiva) del sistema del capitalismo-imperialismo estadounidense y fundamentalmente al servicio a ese sistema, el que depende de Israel como su perro de ataque en el estratégico Medio Oriente, haciéndole un pilar indispensable de la riqueza y poder de Estados Unidos.

“Terminar el trabajo…” ¿Significa qué?

Recientemente, el primer ministro de Israel, Netanyahu (Netan-Nazi), exigió aún más armas, diciendo: “Danos las herramientas y terminaremos el trabajo…”

Piensa en esa promesa: “terminaremos el trabajo”. Teniendo en cuenta todo lo que ha sucedido en los últimos ocho meses, esto es extremadamente siniestro.

¿No hace esto aún más importante hacer todos los esfuerzos posibles para que la oposición a esta guerra sea más amplia, más profunda y más decidida? ¿Y no hace esto aún más importante profundizar en POR QUÉ está sucediendo esto? Y, finalmente, ¿no hace esto aún más importante examinar seriamente cómo se podría poner fin a esto, en Palestina en todo el mundo que ahora sufre tan terriblemente los horrores de este sistema?

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NOTAS:

(1) El médico de urgencias británico James Smith, que recientemente regresó de dos meses de trabajo con Médicos Sin Fronteras en Gaza. Vea también aquí.

Fuente: revcom.us


 

El Anuncio de Biden Para un Alto el Fuego en Gaza 

Mahmoud Elalwani(*) 

El viernes 31 de mayo, el presidente estadounidense Joe Biden, en un discurso pronunciado en la Casa Blanca sobre la situación en Medio Oriente, dijo que Israel había presentado una propuesta para un alto el fuego sostenible en Gaza que constaría de tres etapas y pondría fin al conflicto que lleva más de ocho meses en marcha. 

La primera fase duraría seis semanas y comenzaría con el cese de hostilidades. Durante esta fase se liberarían mujeres, niños, ancianos y los rehenes heridos, se produciría la retirada de las fuerzas de ocupación israelíes de zonas densamente pobladas de Gaza y el regreso de los gazateís a sus hogares en todas las zonas de Gaza, incluido el norte, también se incrementaría el número de camiones cargados con ayuda humanitaria a 600 por día. 

Durante estas seis semanas, Israel y Hamás negociarán los arreglos necesarios para llegar a la segunda fase en la que se produciría un alto el fuego permanente. Biden reconoció que hay «una serie de detalles» que deben negociarse para pasar de la primera etapa a la segunda porque Israel quiere asegurarse de que sus intereses estén protegidos. 

La segunda fase incluye la liberación de los rehenes restantes, incluidos los soldados varones. En esta fase Israel retirará todas sus fuerzas de Gaza siempre que Hamás cumpla con sus obligaciones y “el alto de fuego temporal se convertirá en un cese permanente de las hostilidades”. 

La tercera fase contempla el plan de reconstrucción de Gaza y la liberación de los últimos rehenes. 

Biden destacó que esta es la oferta que ahora está sobre la mesa. El presidente estadounidense dijo que la continuación de este conflicto agotará las capacidades de Israel y aumentará su aislamiento, destacando que este acuerdo conducirá a la calma en la región, incluida la conclusión de un acuerdo histórico entre Israel y el Reino de Arabia Saudita. Asimismo, señaló que Israel tiene derecho a defenderse, y puntualizó que sabía que algunos miembros del gobierno de Israel no aceptarían esta propuesta porque quieren que la guerra continúe, quieren ocupar Gaza para siempre, pero indicó que la idea de una victoria completa solo mantendrá a Israel atrapado en Gaza, aislándolo del mundo y que los secuestrados no regresarán a sus hogares. Biden concluyó que es hora de que esta guerra termine y comience la siguiente etapa. 

El discurso del presidente estadounidense constituye la presentación de una propuesta israelí, pero plantea interrogantes. Si esta propuesta no la hubiera hecho el gobierno de Israel, el presidente de los Estados Unidos no la habría presentado, sino que habría solicitado que la presentara el secretario de Estado de los Estados Unidos o el presidente de su Consejo de Seguridad Nacional. El hecho de que el propio presidente presente este plan tiene connotaciones inusuales, es indicativo de que esta propuesta ha sido adoptada por el gobierno de Estados Unidos porque le confiere importancia en términos de patrocinio e implementación del plan y, al hacerlo, corta el camino al primer ministro Netanyahu de la guerra en Gaza, para evitar que posponga el estudio de las propuestas de paz con el fin de mantener su guerra en Gaza con armas estadounidenses. Este es un mensaje a Netanyahu de que no debe someterse a las amenazas de sus ministros de Seguridad y de Finanzas, Ben Gvir y Smotrich, los más extremistas del gobierno, que están llenos de odio por la humanidad, que practican matanzas y exterminio sin dudarlo. 

La propuesta del discurso tiene mensajes dirigidos al pueblo estadounidense y a aquellos que se levantan contra el genocidio del pueblo palestino en Gaza de cara a la campaña electoral del próximo noviembre. También contiene mensajes para Europa y para otros países del mundo de que Estados Unidos apoya el cese de la guerra en Gaza para así blanquear la imagen de su administración que ha utilizado el poder de veto en más de una ocasión negándose a condenar la agresión israelí y que ha rechazado una resolución del Consejo de Seguridad que solicitaba el cese de la guerra en Gaza. 

El discurso de Biden no incluye una solución política a un Estado palestino independiente con continuidad geográfica entre Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental; sobre este tema no hay ninguna propuesta en la iniciativa del presidente estadounidense, solo se habla de aceptar el statu quo anterior a la guerra en Gaza, lo que supone una mayor privación de los derechos nacionales del pueblo palestino.

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(*) Mahmoud Elalwani es embajador del Estado de Palestina en Bolivia


El Impacto Positivo del Reconocimiento Europeo al Estado de Palestina 

Mahmoud Elalwani(*) 

La decisión de España, Irlanda, Noruega y Eslovenia de reconocer a Palestina como Estado soberano tiene un impacto positivo y constituye un fuerte apoyo a la posición legal de Palestina en la escena internacional y mejora sus posibilidades de obtener un reconocimiento pleno en las Naciones Unidas. 

Israel continúa por noveno mes consecutivo con el crimen de genocidio contra el pueblo palestino y, aunque no existe ninguna justificación para cometer genocidio en cualquier lugar y contra ningún pueblo, es un hecho que está atacando a toda la población civil, pero especialmente a niños, mujeres y ancianos. No hay duda de que las medidas provisionales emitidas por la Corte Internacional de Justicia que pedían explícitamente el cese inmediato del ataque militar no han sido eficaces para detener este genocidio, Israel insiste en continuar con sus ataques contra los palestinos mostrando un completo desprecio al tribunal y sus órdenes, además de continuar con sus graves violaciones del derecho internacional, incluido el derecho humanitario y de derechos humanos, de todas las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas y de todos los llamamientos globales para detener este ataque. 

Es irónico y una contradicción que el Estado de Israel, que dice ser judío y que fue sometido al Holocausto, pase de ser víctima a convertirse en verdugo de los palestinos y que sean estos quienes paguen el precio por lo que Europa Occidental hizo a los judíos cuando vivían en sus sociedades. Los palestinos fueron desarraigados de su país, asesinados y mutilados, y actualmente somos testigos de una limpieza étnica, del castigo colectivo y del genocidio en un Estado de apartheid. 

Una de las principales razones de la crisis actual es la falta de adopción de una postura firme hacia el Estado de ocupación israelí y la incapacidad de la comunidad internacional para disuadir a dicha entidad. Israel se refugia en los Estados Unidos y ello supone una fuerte barrera a cualquier acción contraria a Israel. Lo más sorprendente es que, tal y como han anunciado algunos medios occidentales, la Cámara de Representantes estadounidense tenía la intención de votar sobre la imposición de sanciones contra los jueces de la Corte Penal Internacional por su actuación ante la emisión de la condena contra varios líderes israelíes, encabezados por Netanyahu. 

El Consejo de Seguridad debe actuar de conformidad con sus deberes y cumplir con sus responsabilidades jurídicas y humanitarias, debe poner fin urgentemente a la guerra genocida en Gaza, que hasta ahora ha provocado la muerte de más de 37 mil ciudadanos palestinos y herido a más de 84 mil palestinos, la mayoría de los cuales son niños y mujeres. 

Este conflicto que dura muchos años no ha sacudido la conciencia de toda la comunidad internacional, se trata como si fuera un conflicto regional, como un conflicto entre dos pueblos, como si estuvieran peleando por la misma tierra. Los palestinos no se disputan la tierra, ¡están en su tierra! Los sionistas son intrusos, han venido a apoderarse de nuestra tierra. No es un conflicto entre dos pueblos por tierras que ambos poseen. Israel es el ocupante que ha invadido nuestras tierras. El proyecto sionista ha sido apoyado por la comunidad internacional y, por lo tanto, la comunidad internacional debe asumir la responsabilidad de sus decisiones y políticas hacia Palestina. 

Poner fin al conflicto y restaurar la calma en la región de Oriente Medio está relacionado principalmente con la cuestión palestina y debe terminar con una solución justa del conflicto. La dificultad del asunto radica en la intransigencia y arrogancia del gobierno de ocupación israelí, que planea poner fin a la causa palestina masacrando y desplazando a los propietarios de las tierras. Acabar con la brutal ocupación israelí y establecer un Estado palestino independiente con Jerusalén Oriental como su capital es un requisito legal, moral y político indispensable para lograr la estabilidad, la seguridad, la prosperidad y la coexistencia pacífica entre los pueblos de la región. Es necesaria una solución política de este conflicto sobre la base de una solución de dos Estados que permita satisfacer las necesidades de seguridad de Israel, por un lado, y las aspiraciones de los palestinos de establecer su Estado, por otro. 

De ahí el creciente reconocimiento del Estado de Palestina que debe traducirse sobre el terreno en medidas prácticas que obliguen a Israel a adherirse a la legitimidad internacional y a las normas del derecho internacional pertinentes. El reconocimiento europeo del Estado de Palestina avergonzará a algunos estados de la comunidad internacional y los empujará a alcanzar el pleno reconocimiento internacional del Estado de Palestina, lo que es un punto de inflexión que también puede conducir al fin de la guerra en la Franja de Gaza. 

Palestina no debe ser utilizada como herramienta en un conflicto global. Sí, un conflicto así podría conducir a una guerra regional y podría arrastrar a una guerra mundial.

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(*) Mahmoud Elalwani es embajador del Estado de Palestina en Bolivia.

Stalin

Stalin. Historia y Crítica de Una Leyenda Negra

(5)

Domenico Losurdo

La carencia de «sensatez» y las «deportaciones en masa de pueblos enteros»

Autor en 1913 de un libro que le había consagrado como teórico de la cuestión nacional, y comisario del pueblo para las nacionalidades inmediatamente después de la Revolución de Octubre, por la manera en que había desarrollado su labor, Stalin se había ganado el reconocimiento de personalidades tan diferentes como Arendt y De Gasperi. La reflexión sobre la cuestión nacional había desembocado finalmente en un ensayo sobre lingüística dirigido a demostrar que, lejos de disolverse tras el derrocamiento de una clase social determinada, la lengua de una nación tiene una notable estabilidad, al igual que goza de estabilidad la nación que se sirve de ella. Este ensayo había contribuido también a consolidar la fama de Stalin como teórico de la cuestión nacional. Todavía en 1965, pese a hacerlo desde una posición de dura condena, Louis Althusser atribuirá a Stalin el mérito de haberse opuesto a la «locura» que pretendía «a cualquier precio, hacer de la lengua una super-estructura» ideológica: gracias a estas «simples paginitas» —concluirá el filósofo francés— «vislumbramos que el uso del criterio de clase no era ilimitado»92. La desacralización-liquidación en la que participó Kruschov en 1956 no podía dejar de prestar atención, para ridiculizarlo, al teórico y político que había dedicado una atención especial a la cuestión nacional. Al condenar «las deportaciones en masa de naciones enteras», el Informe secreto sentencia:

No es necesario ser marxistas-leninistas para entenderlo: cualquier persona de buen juicio se pregunta cómo es posible hacer a naciones enteras responsables de actos hostiles, sin hacer excepción con las mujeres, niños, viejos, comunistas y miembros del Komsomol [la juventud comunista] hasta el extremo de emprender contra ellos una represión general, arrojándolos a la miseria y sufrimiento sin otro motivo que la venganza por algún error perpetrado por individuos o grupos aislados93.

Fuera de discusión están el castigo colectivo, la deportación impuesta a poblaciones sospechosas de escasa lealtad patriótica. Desgraciadamente, lejos de remitir a la locura de un único individuo, esta práctica caracteriza en profundidad a la Segunda guerra de los Treinta años, comenzando por la Rusia zarista, que pese a ser aliada del Occidente liberal, durante el primer conflicto mundial conoce «una oleada de deportaciones» de «dimensiones desconocidas en Europa», que afectaron a alrededor de un millón de personas sobre todo de origen judío o alemán94. De dimensiones más reducidas, pero igualmente significativa, es la medida que se toma durante la Segunda guerra mundial con los americanos de origen japonés, deportados y encerrados en campos de concentración (infra, pp. 177- 178).

Aparte de la intención de eliminar una potencial quinta columna, la expulsión y deportación de pueblos enteros puede ser llevada a cabo en función de la reconstrucción o redefinición de la geografía política. En el transcurso de la primera mitad del siglo veinte, esta práctica arrecia a nivel planetario, desde el Medio Oriente, donde los hebreos que habían conseguido escapar a la «solución final» obligan a huir a árabes y palestinos, hasta Asia, donde la división en India y Pakistán de la joya del Imperio británico pasa a través de la «mayor migración forzada, a nivel mundial, del siglo»95. Quedándonos todavía en el continente asiático, merece la pena echar un vistazo a lo que ocurre en una región administrada por una personalidad o nombre de una personalidad el 14° Dalai Lama, destinada posteriormente a conseguir el premio Nobel de la Paz y a convertirse en sinónimo de no-violencia: «En julio de 1949 todos los han residentes [durante varias generaciones] en Lhasa fueron expulsados del Tíbet» con el fin tanto de «hacer frente a la posibilidad de una "quinta columna"», como de hacer más homogénea la composición demográfica.96

Aquí se trata de una práctica no solamente llevada a cabo en las áreas geográficas y político-culturales más variadas, sino en aquellos años respaldada teóricamente por grandes personalidades. En 1938 David Ben Gurion, el futuro padre de la patria de Israel, declara: «Estoy a favor del traslado forzado [de los árabes palestinos]; no le veo nada de inmoral»97. De hecho, a este programa se ceñirá él mismo diez años después. Pero aquí es necesario concentrar la atención sobre todo en Europa centro-oriental, donde se produce una tragedia silenciada, si bien de las más grandes del siglo veinte. En total, alrededor de dieciséis millones y medio de alemanes fueron obligados a abandonar sus casas, y dos millones y medio no sobrevivieron a la gigantesca operación de limpieza, o contra-limpieza, étnica.98 En este caso es posible proceder a una comparación directa entre Stalin por un lado, y los estadistas occidentales y filo— occidentales por el otro. ¿Qué actitud asumieron estos últimos en tales circunstancias? Lo analizaremos siempre a partir de una historiografía que no puede ser sospechosa de indulgencia respecto a la Unión Soviética:

Fue el gobierno británico el que desde 1942 impulsó un traslado de poblaciones desde los territorios alemanes orientales y desde los Sudetes [...]. El subsecretario de Estado Sargent fue más lejos que nadie, al pedir una investigación para determinar «si Gran Bretaña no debería impulsar el traslado a Siberia de los alemanes de Prusia oriental y del Alta Silesia».99 En una intervención en la Cámara de los Comunes, el 15 de diciembre de 1944, sobre el programado «traslado de varios millones» de alemanes, Churchill dejó clara de esta manera su opinión: Por lo que hemos podido comprender, la expulsión es el método más satisfactorio y más duradero. No habrá más mezcla de poblaciones provocando un desorden sin fin, como ha ocurrido en el caso de Alsacia y Lorena. Se realizará un corte limpio. No me alarma la perspectiva de la separación entre las poblaciones, así como no me alarman los traslados a gran escala, que en las condiciones modernas son mucho más factibles de lo que hayan sido nunca en el pasado.100

F. D. Roosevelt se adheriría poco después, en junio de 1943, a los planes de deportación; «Stalin cedió casi al momento a las presiones de Benes para la expulsión de Checoslovaquia de los alemanes de los Sudetes»101. Un historiador estadounidense cree poder ahora concluir que

al final, sobre la cuestión de la expulsión de los alemanes en Checoslovaquia o en la Polonia de postguerra, no hubo ninguna diferencia entre políticos comunistas y no comunistas: respecto a este tema Benes y Gottwald, Mikolajczyk y Bierut, Stalin y Churchill, hablaban todos la misma lengua.102

Esta conclusión ya bastaría por sí sola a refutar la contraposición en blanco y negro implícita en el Informe Kruschov. En realidad, al menos en lo que respecta a los alemanes de Europa oriental, quien tomó la iniciativa respecto a las «deportaciones en masa de pueblos enteros» no fue Stalin; las responsabilidades no se distribuyen de manera equivalente. Acaba por reconocerlo el mismo historiador estadounidense antes citado. En Checoslovaquia, Jan Masaryk expresó la convicción según la cual «el alemán no tiene alma, y las palabras que mejor entiende son las ráfagas de ametralladora». No es una actitud aislada: «También la Iglesia católica checa hace oír su voz. Monseñor Bohumil Stasek, canónigo de Vysehrad, declaró: "Tras mil años ha llegado el momento de ajustar cuentas con los alemanes, gente malvada para los que el mandamiento “Ama a tu prójimo” no se aplica"»103. En estas circunstancias, un testimonio alemán recuerda: «A menudo tuvimos que pedir ayuda a los rusos contra los checos, cosa que hicieron a menudo, siempre que no se tratara de poner las manos encima a una mujer»104. Pero hay más. Demos de nuevo la palabra al historiador estadounidense: «En el antiguo campo nazi de Theresienstadt, los alemanes internados se preguntaban qué les habría ocurrido si el comandante ruso local no les hubiese protegido de los checos». Un informe secreto soviético enviado al Comité central del partido comunista, en Moscú, informaba de las súplicas dirigidas a las tropas soviéticas para que permanecieran: «"Si el Ejército Rojo se va, estamos acabados". Las manifestaciones de odio contra los alemanes son evidentes. [Los checos] no los matan pero los atormentan como si se tratara de bestias salvajes. Los consideran animales.» En efecto —continúa el historiador al que cito— «el horrible trato dado por los checos les llevó a la desesperación. Según estadísticas checas, solamente en 1946 los alemanes que se suicidaron fueron 5.558»105. Algo parecido ocurrió en Polonia. En conclusión:

Los alemanes encontraron al personal militar ruso mucho más humano y responsable que los encargados checos o polacos. En ocasiones, los rusos dieron de comer a niños alemanes hambrientos, allí donde los checos les dejaban morir de inanición. A veces las tropas soviéticas daban a los exhaustos alemanes un paseo en sus vehículos durante las largas marchas para salir del país, mientras los checos se quedaban mirándolos con desprecio o indiferencia106.

El historiador estadounidense habla de «checos» o de «polacos» en general, pero de manera no completamente correcta, como se observa en su mismo relato:

La cuestión de la expulsión de los alemanes puso a los comunistas checos —y de otros países— en serias dificultades. Durante la guerra, la posición de los comunistas, definida por Dimitrov en Moscú, consistía en que los alemanes responsables de la guerra y de sus crímenes, tuvieran que ser procesados y condenados, mientras los obreros y campesinos alemanes debían ser reeducados107.

De hecho «en Checoslovaquia fueron los comunistas, una vez conquistado el poder en febrero de 1948, los que pusieron fin a la persecución de las pocas minorías étnicas que habían sobrevivido»108

Al contrario de lo que insinuaba Kruschov, en comparación con los dirigentes burgueses de Europa occidental y centro-oriental, al menos en este caso son Stalin y el movimiento comunista dirigido por él los que demuestran estar menos desprovistos de «sentido común».

Aquello no fue casual. Si hacia el final de la guerra F. D. Roosevelt afirma estar «más sediento que nunca de sangre alemana» a causa de las atrocidades cometidas por ellos, e incluso llega a acariciar por algún tiempo la idea de la «castración» de un pueblo tan perverso, Stalin actúa de manera muy diferente, y apenas desencadenada la operación Barbarroja afirma que la resistencia soviética puede contar con el apoyo de «todos los mejores hombres de Alemania» e incluso del «pueblo alemán a las órdenes de los oficiales hitlerianos»109. Especialmente solemne es la toma de posición de febrero de 1942:

Sería ridículo identificar a la camarilla hitleriana con el pueblo alemán, con el Estado alemán. La experiencia histórica demuestra que los Hitler vienen y van, pero que el pueblo alemán, el Estado alemán, permanece. La fuerza del Ejército rojo reside en el hecho de que no nutre ni puede nutrir ningún odio racial contra otros pueblos, y por tanto tampoco contra el pueblo alemán; está educado en el espíritu de la igualdad de todos los pueblos y todas las razas, en el espíritu del respeto de los derechos de los otros pueblos.

Incluso un anticomunista inflexible como Ernst Nolte se ve obligado a reconocer que la actitud asumida por la Unión Soviética respecto al pueblo alemán no muestra esos tonos racistas, por lo demás bien presentes en las potencias occidentales110. Para concluir a este respecto: si bien distribuida desigualmente, la carencia de "sentido común" estaba bastante difundida entre los líderes políticos del siglo veinte. Hasta aquí me he ocupado de las deportaciones provocadas por la guerra y por el período de guerra, es decir por la reconstrucción y redistribución de la geografía política. Al menos hasta los años cuarenta, en los Estados Unidos continúan sin embargo arreciando las deportaciones realizadas en los centros urbanos, que quieren ser, como advierten los carteles colocados en su entrada, para whites only. Aparte de los afroamericanos, los perjudicados también son mexicanos, reclasificados como no-blancos en base a un censo de 1930: se ven así deportados a México «miles de trabajadores y sus familias, incluidos muchos americanos de origen mexicano». Las medidas de expulsión y deportación de las ciudades que quieren ser «sólo para blancos» es decir «sólo para caucásicos» no eximen ni siquiera a los judíos.111

El Informe secreto retrata a Stalin como un tirano tan privado del sentido de la realidad que, al tomar medidas colectivas contra determinados grupos étnicos, no duda en castigar a inocentes y a sus mismos compañeros de partido. Viene a la memoria el caso de los exiliados alemanes en su mayoría enemigos declarados de Hitler que, apenas acabada la guerra con Alemania, son recluidos en bloque en los campos de concentración franceses (infra, p. 177). Pero es inútil querer buscar un esfuerzo de análisis comparado en el discurso de Kruschov.

Su intención es dar la vuelta a dos temas hasta aquel momento difundidos no sólo por la propaganda oficial, sino también por la opinión pública y los medios internacionales: el gran líder que había contribuido de manera decisiva a la destrucción del Tercer Reich se transforma así en un torpe diletante que apenas consigue orientarse en un mapamundi; el destacado teórico de la cuestión nacional se revela precisamente como alguien carente de todo «sentido común». Los reconocimientos hasta aquél momento tributados a Stalin son todos atribuidos a un culto de la personalidad que ahora hay que liquidar para siempre.

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(92) Althusser 1967), p. 6.

(93) Kruschov 1958), p. 187.

(94) Graziosi 2007), pp. 70-1

(95) Torri 200099. Torri 2000), p. 617.

(96) Grunfeld 1996), p. 107.

(97) En Pappe 2008), p. 3.

(98) MacDonogh 2007), p. 1.

(99) Hillgruber 1991), p. 439.

(100) Churchill 1974), p. 7069. 101 Hillgruber 1991), p. 439 102 Naimark 2002), p. 134.

(103) Ibid, p. 136.

(104) Ibid, pp. 137-8.

(105) Ibid, p. 139.

(106) Ibid, p. 138.

(107) Ibid, p. 133.

(108) Deák 2002), p. 48.

(109) Stalin 1971-73), vol. 14, pp. 238 y 241.

(110) Cfr. Losurdo 1996), cap. iv, § 2 para Nolte) y cap. iv, § 5 para F. D. Roosevelt y la «castración» de los alemanes).

(111) Loewen 2006), pp. 42 y 125-7.



Millones de Muertos:

de Hitler y Hearst a Cinquest y Solzjenitsyn 

La historia de los supuestos millones de presos y muertos en los campos de trabajo y los muertos por el hambre en la Unión Soviética en los tiempos de Stalin. 

(4)

Mario Sousa 

Las mentiras sobre la URSS: Un breve debate sobre los informes de los investigadores. 

Las investigaciones de los historiadores rusos revelan una realidad totalmente diferente de la que ha sido enseñada en las escuelas y Universidades del mundo capitalista durante los últimos 50 años. Durante esos años de guerra fría fueron varias las generaciones que aprendieron mentiras sobre la Unión Soviética y esto ha dejado huellas profundas en muchas personas. Este hecho constatado también se verifica en los informes de los investigadores franceses y norteamericanos. Estos informes nos entregan cifras y tablas con estadísticas sobre presos y muertos, discutiéndose esas cifras en un trabajo de gran amplitud, pero lo principal y más importante, los crímenes cometidos por los presos ¡nunca es tema de discusión seria! La propaganda política de los capitalistas siempre se ha referido a los presos en la URSS como víctimas y los investigadores utilizan este término sin poner en cuestión su veracidad. Cuando los investigadores pasan de las estadísticas a los comentarios sobre los acontecimientos, salen a relucir las concepciones burguesas y el resultado es a veces macabro. Los condenados en el sistema correccional soviético son asesinos, violadores, etc. Delincuentes de este tipo nunca serían tratados como víctimas en la prensa si los crímenes hubiesen sido cometidos en Europa o en los EEUU, pero como los crímenes fueron cometidos en la URSS todo es posible. 

Llamar víctima a un asesino o violador reincidente en estos delitos es muy sucio. Tomar posición por la justicia soviética en lo que respecta a los delincuentes comunes condenados por crímenes violentos debería ser evidente, si no en el tipo de pena, por lo menos en lo referente a condenar el crimen. 

Los Kulakos y la contrarrevolución. 

En lo que respecta a los contrarrevolucionarios es también importante discutir acerca de los crímenes por los cuales fueron acusados. Tomemos dos ejemplos para mostrar el fondo de la cuestión. 

En primer lugar los Kulakos condenados a comienzos de la década de los años 30 y después los conjurados y contrarrevolucionarios condenados en 1936 a 1938. 

Según los informes publicados sobre los Kulakos (campesinos ricos), fueron 381.000 familias, o sea, cerca de 1,8 millones de personas condenadas al exilio. Una pequeña parte de estas fueron personas condenadas a penas en los campos y colonias de trabajo. Pero ¿cuál fue la causa de las condenas de esos Kulakos? 

El campesino rico sometió a los campesinos pobres durante centenas de años a una opresión sin límites y a una explotación sin consideraciones. De los 120 millones de campesinos en 1927, vivían 10 millones de Kulakos en la abundancia y 110 millones en la pobreza, en la más completa miseria antes de la revolución. La riqueza de los Kulakos venía del trabajo mal pagado a los campesinos pobres. Cuando los campesinos pobres comenzaron a organizarse en colectivos agrícolas desapareció así la principal fuente de riqueza de los Kulakos. Pero los Kulakos no desistieron en sus intentos de retomar la explotación a través del hambre. Grupos de Kulakos armados atacaban los colectivos agrícolas, mataban campesinos pobres y funcionarios del partido, prendían fuego a los sembrados, mataban los animales de trabajo y provocando el hambre entre los campesinos pobres, intentaban asegurar la continuación de la pobreza y de sus posiciones de poder. 

Los acontecimientos que se sucedieron no fueron los que los asesinos habían pensado. Esta vez los campesinos pobres eran apoyados por la revolución y eran más fuertes que los Kulakos que fueron derrotados, presos y condenados al exilio o a penas en los campos de trabajo. De los 10 millones de Kulakos, 1,8 millones fueron condenados. Hubo tal vez injusticias en esta enorme lucha de clases que incluyó a 120 millones de personas en el campo soviético. Pero ¿podemos acusar a los pobres y oprimidos en su lucha por una vida que valga la pena de vivir? ¿Podemos acusarlos de no ser civilizados o no tener clemencia en sus juicios durante su lucha para que sus hijos no fuesen analfabetos con hambre? ¿Acaso se puede acusar de ser no ser civilizados a los que durante centenas de años nunca tuvieron acceso a los avances de la civilización? 

Y digamos ¿cuándo fue la clase explotadora de los Kulakos civilizada o clemente para con los campesinos pobres durante los años de la explotación? 

Las depuraciones de 1937. 

Nuestro segundo ejemplo, sobre los contrarrevolucionarios condenados en los juicios de 1936 al 38 después de las depuraciones en el partido, en el ejército y en el aparato estatal, tiene raíces en la historia del movimiento revolucionario en Rusia. 

Millones de personas participaron en la lucha victoriosa en contra del Zar y la burguesía rusa, ingresando muchos de ellos al partido comunista. Entre todas esas personas estaban desgraciadamente los que habían ingresado al partido por razones que no eran la lucha por el poder proletario y por el socialismo. Pero la lucha de clases era tal que muchas veces no había tiempo ni posibilidades para poner a prueba a los militantes. Hasta los mismos militantes de otros partidos que se decían socialistas y que habían combatido al partido bolchevique fueron aceptados en el partido comunista. 

A una parte de esos nuevos militantes fueron otorgados puestos importantes en el partido bolchevique, en el Estado y en el Ejército, dependiendo todo de sus capacidades individuales para conducir la lucha de clases. Eran tiempos muy difíciles para el joven Estado soviético y la gran falta de cuadros o simplemente de personas que supiesen leer, obligaba al partido a no poner grandes exigencias en lo que respecta a las cualidades de los nuevos militantes y cuadros. 

De todos estos problemas se creó con el tiempo una contradicción que dividió al partido en dos campos. Por un lado los que querían avanzar en la lucha por la sociedad socialista y por otro lado, los que consideraban que aún no había condiciones para realizar el socialismo y que propugnaban una política socialdemócrata. El origen de estas últimas ideas venía de Trotsky que había entrado al partido comunista en julio de 1917. Trotsky fue con el tiempo obteniendo apoyo de algunos de los bolcheviques más conocidos. Esta Oposición Unida en contra de los ideales bolcheviques originales, era una de las oposiciones en las votaciones partidarias sobre la política a seguir por el partido y realizada el 27 de diciembre de 1927. Antes de esta votación se había llevado a cabo durante varios años una gran discusión partidaria y no hay duda sobre el resultado. De los 725.000 votos, la oposición solo consiguió 6.000, o sea, menos del 1% de los militantes del partido apoyaron a la Oposición Unida. A consecuencia de la votación y una vez que la oposición trabajaba por una política diferente en el partido, el Comité Central del partido comunista decidió expulsar del partido a los principales dirigentes de la oposición. La persona principal de esta oposición -Trotsky- fue expulsado de la URSS. 

Pero la historia de la oposición no terminó aquí. Sinoviev, Kamanjev y Edokinov hicieron poco después una autocrítica al igual que varios de los principales trotskistas como por ejemplo: Pjatakov, Radek, Preobrajenski y Smirnof. Todos ellos fueron nuevamente aceptados como militantes del partido y recuperaron sus trabajos en el partido y en el Estado. Con el tiempo se descubrió que la autocrítica de la oposición no era una expresión sincera, estando los principales miembros de la Oposición Unida al lado de la contrarrevolución cada vez que la lucha de clases se agudizaba en la URSS. 

La mayoría de los opositores fueron expulsados y readmitidos más de una vez antes que la decisión final fuera tomada en 1937 y 1938. 

Sabotaje industrial 

El asesinato de Kirov, presidente del partido en Leningrado y una de las personas más importantes del Comité Central (en diciembre de 1934), dio origen al descubrimiento de una organización secreta que preparaba una conspiración para tomar cargos de dirección en el partido y el gobierno del país a través de acciones violentas. La lucha política que habían perdido en 1927 querían ahora ganar por medio de la violencia organizada en contra del Estado. La organización tenía una red de apoyo en el partido, en el ejército y en el aparato estatal en todo el país, siendo las actividades más importantes el sabotaje industrial, el terrorismo y la corrupción. 

Trotsky, el principal inspirador de la oposición dirigía las actividades desde el extranjero. El sabotaje industrial causaba una pérdida terrible para el Estado soviético con un costo económico enorme como por ejemplo, para las máquinas importadas que se estropeaban sin posibilidades de reparación y una enorme baja de la productividad de las minas y las fábricas. 

Una de las personas que en 1939 descubrieron el problema fue el ingeniero norteamericano John Littlepage, uno de los especialistas extranjeros contratados por la URSS. Littlepage trabajó 10 años (1927 a 1937) en la industria minera soviética, principalmente en las minas de oro. En su libro “In search of soviet gold” (En la búsqueda del oro soviético) escribe: “Yo nunca tuve interés por las sutilidades y las maniobras políticas en Rusia en cuanto podía evitarlas, pero yo tuve que estudiar lo que acontecía en la industria soviética para poder hacer un buen trabajo. Yo estoy completamente convencido de que a Stalin y sus colaboradores les llevó mucho tiempo descubrir que comunistas revolucionarios descontentos eran sus enemigos más peligrosos”. Littlepage escribió también que su propia experiencia confirmaba las declaraciones oficiales de que una conspiración conducida desde el exterior usaba el sabotaje industrial a gran escala como parte de un proceso para hacer caer al gobierno. Ya en 1931 Littlepage había sido obligado a constatar eso durante un trabajo en las minas de cobre y plomo en los Urales y en Kazakstán. Las minas eran una parte del gran complejo de Cobre-Plomo cuyo jefe máximo era Pjatakov, el Vice-Comisario del Pueblo para la industria pesada. El estado de las minas era catastrófico en lo que respecta a la producción y el bienestar de los trabajadores. La conclusión de Littlepage fue que había un sabotaje organizado proveniente de la dirección superior del complejo de Cobre-Plomo. El libro de John Littlepage nos da también la llave del conocimiento de dónde la oposición trotskista recibía dinero necesario para pagar la actividad contrarrevolucionaria. Varios miembros de la oposición secreta utilizaban sus puestos en la URSS para aprobar la compra de máquinas de ciertas fábricas en el extranjero. Los productos aprobados eran de baja calidad, pero eran pagados por el gobierno soviético a precios más altos. La diferencia económica que estas transacciones dejaban eran enviadas por las fábricas extranjeras a las organizaciones trotskistas en el extranjero a cambio de que Trotsky y sus acólitos conjurados en la URSS continuaran haciendo más compras en esas mismas fábricas.