domingo, 1 de octubre de 2023

Política

Partido de Cuadros y Partido de Masas 

Eduardo Ibarra

EN LA LITERATURA MARXISTA el término partido de cuadros se ha consagrado como equivalente del término partido de revolucionarios profesionales, utilizado por Lenin en el ¿Qué hacer? Sin embargo, se impone la pregunta: ¿realmente dichos términos son equivalentes? Como ocurre en la mayoría de casos, en el que nos ocupa la sinonimia entre los mencionados términos no es absoluta sino relativa: todo revolucionario profesional es un cuadro, pero no todo cuadro es un revolucionario profesional. Como consecuencia, no todo partido de cuadros es un partido de revolucionarios profesionales. Sin embargo, por cuanto el término cuadro, de origen alemán, significa dirigente, entonces el militante del partido, bajo la forma organizativa en que éste se presente, aparece siempre como dirigente de la clase y las masas. Esta realidad determina la equivalencia entre el concepto de partido de revolucionarios profesionales y el concepto de partido de cuadros. Esta equivalencia se da también entre los conceptos partido de cuadros y partido de masas en el sentido en que habitualmente es utilizado este último concepto. 

Sentado lo anterior, en el presente escrito usaremos los términos partido de revolucionarios profesionales y partido de cuadros como equivalentes. 

Pues bien, Lenin escribió: 


El carácter de la estructura de cualquier institución está determinado, natural e inevitablemente, por el contenido de la actividad de dicha institución. (¿Qué hacer?, Editorial Progreso, Moscú, s.f., pp. 98-99). 

Huelga decir que la actividad del partido bolchevique era la de luchar por el poder, precisamente en las condiciones de la autocracia zarista; estas condiciones exigían lo que Lenin expresó del modo siguiente: 


… la organización de los revolucionarios debe englobar ante todo y sobre todo a gentes cuya profesión sea la actividad revolucionaria (por eso, yo hablo de una organización de revolucionarios, teniendo en cuenta a los revolucionarios socialdemócratas. (…) Esta organización, necesariamente, no debe ser muy extensa, y es preciso que sea lo más clandestina posible. (Ob. cit., p. 111). 

Al mismo tiempo, el jefe de la revolución rusa esclareció la relación entre esa organización revolucionaria –no muy extensa y lo más clandestina posible–1, con la clase y las masas en general: 


… la lucha contra la policía política exige cualidades especiales, exige revolucionarios profesionales. Y nosotros no debemos preocuparnos sólo de que la masa “plantee” reivindicaciones concretas, sino también de que la masa de obreros “destaque”, en número cada vez más grande, estos revolucionarios profesionales. Así, pues, hemos llegado al problema de las relaciones entre la organización de revolucionarios profesionales y el movimiento puramente obrero. (Ob. cit., pp. 108-109). 

Como vemos, Lenin plantea la cuestión de las relaciones entre el partido de revolucionarios profesionales y el movimiento obrero, y señala que el partido debe preocuparse de que dicho movimiento “destaque” más y más los revolucionarios profesionales necesarios para el partido, de que se asimilen a la organización partidaria, de que se conviertan en dirigentes organizados de la clase obrera. Lenin se extendió sobre estas relaciones: 


En realidad, se puede “elevar la actividad de la masa obrera” únicamente a condición de que no nos circunscribamos a la “agitación política sobre el terreno económico”. Y una de las condiciones esenciales para esa extensión indispensable de la agitación política es organizar denuncias políticas que abarquen todos los terrenos. La conciencia política y la actividad revolucionaria de las masas no pueden educarse sino a base de estas denuncias. Por eso, esta actividad constituye una de las funciones más importantes de toda la socialdemocracia internacional, pues incluso la libertad política no elimina en lo más mínimo esas denuncias: lo único que hacen es desplazar un poco la esfera a la que van dirigidas. Por ejemplo, el Partido alemán afianza sus posiciones y extiende su influencia, sobre todo, gracias a la persistente energía de sus campañas de denuncias políticas. La conciencia de la clase obrera no puede ser una verdadera conciencia política, si los obreros no están acostumbrados a hacerse eco de todos los casos de arbitrariedad y opresión, de violencias y abusos de toda especie, cualesquiera que sean las clases afectadas; a hacerse eco, además, desde el punto de vista socialdemócrata, y no desde ningún otro. La conciencia de las masas obreras no puede ser una verdadera conciencia de clase si los obreros no aprenden, a base de hechos y acontecimientos políticos concretos y, además, necesariamente de actualidad, a observar a cada una de las otras clases sociales, en todas las manifestaciones de la vida intelectual, moral y política de esas clases; si no aprenden a aplicar en la práctica el análisis materialista y la apreciación materialista de todos los aspectos de la actividad y de la vida de todas las clases, capas y grupos de la población. Quien oriente la atención, la capacidad de observación y la conciencia de la clase obrera exclusivamente, o aunque sólo sea con preferencia, hacia ella misma, no es un socialdemócrata, pues el conocimiento de sí misma, por parte de la clase obrera, está inseparablemente ligado a la completa nitidez no sólo de los conceptos teóricos… o mejor dicho: no tanto de los conceptos teóricos, como de las ideas elaboradas sobre la base de la experiencia de la vida política, acerca de las relaciones entre todas las clases de la sociedad actual. (…) Estas denuncias políticas que abarcan todos los aspectos de la vida son una condición indispensable y fundamental para educar la actividad revolucionaria de las masas. (Ob. cit., pp. 69-70). 

El lector sabrá comprender la necesidad de esta larga cita, pues ella da cuenta de que “A nosotros, publicitas socialdemócratas, nos incumbe ahondar, extender e intensificar las denuncias políticas y la agitación política” (ob. cit., p. 71), por la sencilla razón de que, como ya vimos, la labor de dotar de conciencia política de clase a las masas trabajadoras solo puede hacerse desde el punto de vista marxista, “y no desde ningún otro”. 

        Así, pues, contra lo que habitualmente se cree, el partido de revolucionarios profesionales, teóricamente fundamentado y prácticamente construido por Lenin, mantuvo una permanente relación ideológica, política y organizativa con la clase y las masas, y, por eso, puede decirse con razón que, por su carácter, fue un partido de masas. Por su carácter quiere decir que se trató de un partido marxista con una profunda ligazón con la clase y las masas. 

Ya Engels había esclarecido que La Liga de los Comunistas, primera organización política de carácter marxista, tuvo sus orígenes 


… en “dos corrientes independientes”: de una parte, “un puro movimiento de los trabajadores”, y, por la otra, “un movimiento teórico, proveniente de la desintegración de la filosofía hegeliana”, asociado predominantemente con Marx2. 

Y agregó que “El Manifiesto comunista de 1848 marca la fusión de ambas corrientes”3. 

Es decir, según hemos visto, Engels y Lenin concibieron el partido proletario como fundido con la clase, y, como es de conocimiento general, el segundo de los nombrados lo consumó en el partido bolchevique. Entonces, ¿cómo no reconocer que este partido fue un partido de masas? 

En un discurso en la Internacional Comunista, el jefe de la revolución rusa sostuvo:  


Yo no excluyo en absoluto que la revolución pueda ser iniciada también por un partido muy pequeño y llevada hasta la victoria. Pero es necesario conocer los métodos para ganarse a las masas. Para ello es necesario preparar a fondo la revolución. Pero vemos que hay camaradas que afirman: Hace falta renunciar inmediatamente a la exigencia de conquistar “grandes” masas. Es necesario luchar contra estos camaradas. En ningún país lograréis la victoria sin una preparación a fondo. Es suficiente un partido muy pequeño para conducir a las masas. En determinados momentos no hay necesidad de grandes organizaciones.

Mas para la victoria es preciso contar con las simpatías de las masas. No siempre es necesaria la mayoría absoluta; mas para la victoria, para mantener el poder, es necesaria no sólo la mayoría de la clase obrera, sino también la mayoría de la población rural explotada... (Discursos pronunciados en los Congresos de la Internacional Comunista, recopilación, editorial Progreso, Moscú, s.f., p. 105: elipsis nuestra). 

Aquí, como es obvio, Lenin habla de un partido no muy extenso, de un partido pequeño, de un partido de cuadros, y reafirma su concepción de que este partido tiene que “ganarse a las masas”, es decir, fusionarse con las masas. Asimismo, luchando contra quienes sostenían que había que renunciar a la exigencia de conquistar “grandes” masas, Lenin señala que en ningún país podría alcanzarse la victoria “sin una preparación a fondo” y que, si bien es cierto que “En determinados momentos no hay necesidad de grandes organizaciones”, y, por lo tanto, “Es suficiente un partido muy pequeño para conducir a las masas”, sin ganarse a éstas, sin fusionarse con ellas, es imposible conducirlas hasta la victoria. Por eso agrega Lenin que “para la victoria, para mantener el poder, es necesaria no sólo la mayoría de la clase obrera… sino también la mayoría de la población rural explotada y trabajadora. 

        En conclusión, 


Para aportar a los obreros conocimientos políticos, los socialdemócratas deben ir a todas las clases de la población, deben enviar a todas partes destacamentos de su ejército. (Ob. cit., p. 79). 

Sobre esta base el partido puede asimilar a sus filas a los trabajadores que se destaquen como cuadros. Los resultados de este trabajo de masas hacen del partido un partido de masas por su naturaleza. 

        En la penúltima cita de Lenin hemos leído que para la victoria y mantenerse en el poder, es necesario ganarse a la mayoría de la clase obrera y a la mayoría de la población rural explotada. Aquí, por lo tanto, es indispensable contemplar una cuestión complementaria. 

        Lenin  escribió: 


Todo agitador obrero que tenga algún talento, que “prometa”, no debe trabajar once horas en la fábrica. Debemos arreglárnoslas de modo que viva por cuenta del partido, que pueda pasar a la acción en el momento preciso, que cambie de localidad, pues de otro modo no adquirirá gran experiencia, no ampliará su horizonte, no podrá sostenerse siquiera unos cuantos años en la lucha contra los gendarmes. (Ob. cit., p. 131). 

Es decir, bajo el régimen capitalista, el partido de cuadros tiene una militancia sin relación con el aparato de producción: la mayoría de sus militantes tiene por profesión la actividad revolucionaria. En cambio, el partido de masas en el sentido habitual del término, sí mantiene una relación con el aparato productivo: la mayoría de sus militantes trabajan en una u otra cosa. Por razones obvias, bajo el socialismo esta relación con el aparato productivo se hace más vasta. 

Pues bien, el partido de masas en el sentido habitual del término, es un partido de cuadros, un partido de dirigentes. Promover el partido de masas no como un partido de cuadros, es borrar toda diferencia entre la vanguardia y las masas, y esto es oportunismo. 

        En conclusión, el partido de cuadros es un partido de masas con una militancia restringida, mientras el partido de masas es un partido de cuadros con una amplia militancia. 

        Esto significa que sea cualquiera de las dos formas de organización que asuma el partido –partido de cuadros o partido de masas– su carácter está dado por su filiación marxista y su fusión con las masas trabajadoras.

12.08.2022

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(1) La clandestinidad del partido proletario puede presentarse en diversos grados (muy rigurosa o menos rigurosa), determinados por las condiciones de operatividad; del mismo modo, la actividad de su red pública puede presentarse igualmente en diversos grados (muy amplia o menos amplia), determinados asimismo por las condiciones de operatividad.

(2) Citado por Monty Jhonstone, Teoría marxista del partido político, autores varios, Ediciones Pasado y Presente, Córdova, p. 108.

(3) Fíjese el lector que Engels habla de fusión de la teoría marxista con el movimiento de los trabajadores. Esta era su concepción, compartida por Marx, del partido proletario. Es decir, el partido proletario es la fusión de la teoría marxista con el movimiento obrero y de masas.





Relaciones entre Frente y Movimiento*

César Risso

El presente documento fue presentado en el Segundo Conversatorio preparatorio para constituir el Frente Cultural, realizado el día 4 de diciembre del 2002. Debido a que la disputa acerca del primer punto de Temario (Frente o movimiento) no se había concluido, y a que no había claridad sobre las diferencias entre Frente y Movimiento, el autor se propuso esclarecer dicha problemática en un estilo breve pero preciso.

LA PALABRA MOVIMIENTO ha sido usada en política en un doble sentido. Así, se usa para señalar a un sector de la población, y todo el trabajo realizado por éste. Puede usarse esta acepción para indicar, por ejemplo, el movimiento obrero, el movimiento estudiantil, el movimiento campesino, etc. En el segundo sentido, se refiere a una acción concreta, como por ejemplo el movimiento del 4 de mayo en China (promovida por los estudiantes de Pekín contra la firma de los acuerdos de París); o la sublevación indígena de 1885 (prefacio a “El Amauta Atusparia”, en el cual JCM se refiere a este hecho como movimiento); o el movimiento por las ocho horas, etc. Por tanto, en este caso, movimiento es utilizado como sinónimo de acción.

        En la primera acepción, tenemos que el movimiento es producto del proceso histórico, la suma de situaciones y voluntades, en el marco de determinadas condiciones históricas, por lo cual tiene un carácter general. En cambio, en la siguiente acepción, como acción concreta, el movimiento es un proceso vivo, activo, dinámico, que se propone ejercer influencia inmediata en el medio en que se desenvuelve y sobre el cual actúa.

        El Frente, más bien, tiene otro carácter, y se refiere al compromiso o alianza que ejercen agrupaciones que no tienen coincidencia plena, con la finalidad de desarrollar un trabajo específico.

        Una primera diferencia entre estas manifestaciones es el grado o nivel de organización, en el cual entran los objetivos. Así, el “frente” para la lucha por un objetivo puntual, tiene carácter de movimiento. En cambio, el Frente para la lucha permanente por la defensa de los intereses inmediatos de los obreros en una empresa, se llama sindicato. Otra diferencia es que mientras que el Frente es en todos los casos unidad de agrupaciones, individuos, etc., el movimiento puede ser en algunos casos de una sola agrupación.

        De lo dicho podemos concluir que el Frente puede desarrollar un movimiento, o varios movimientos. Que, por lo tanto, la organización del Frente no se contrapone al movimiento.

        Una aplicación actual de lo dicho puede ser la formación de los Frentes Regionales. Estos han desarrollado los movimientos de lucha contra la privatización.

        Es más, el frente cultural se enmarcaría en el movimiento cultural (en el sentido general); y este mismo Frente desarrollaría una serie de movimientos (en el sentido de acciones de lucha). Este Frente sería parte del movimiento popular en general.

        Es necesario señalar que Mao habla de movimiento o trabajo cultural. Y, en todo caso, del trabajo del Frente Único en el campo cultural.

        En el caso concreto del trabajo que venimos desarrollando, hay que reconocer que es un movimiento cultural, pero en el sentido de que lo cultural es consustancial al hombre. Por lo tanto, decir esto es decir poco. En todo caso, afirmar que nos dirigimos a la organización de un Frente Cultural, ya implica un movimiento, en el sentido de acción.

        Por lo tanto, queda claro que estamos desarrollando un trabajo orientado a la constitución de un Frente Cultural.

        Hablar de Frente sin movimiento significa privilegiar la organización, esto es, la unidad programática, negando la lucha, esto es, negando la manifestación concreta de existencia del Frente.

        De otro lado, reclamar el movimiento sin forjar el Frente, es promover la lucha, la acción, negando la necesidad de la organización sobre una base programática.1

        Ambas desviaciones no son otra cosa que la negación, de un lado, de la necesidad de la teoría y, de otro lado, la negación de la necesidad de la organización. Esto, debido a que la organización es la mediación entre la teoría revolucionaria y la práctica revolucionaria.

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(*) El presente artículo fue publicado originalmente en el N° 2 de la revista Alma Matinal de mayo del 2003, bajo el seudónimo de Martín Espinoza T. Para esta publicación se ha agregado el párrafo final y se ha procedido a una ligera modificación en los párrafos penúltimo y antepenúltimo.

(1) En la presente publicación se ha excluido el final, que dice lo siguiente: “Por lo expuesto propongo lo siguiente: Acordar constituir el Frente Cultural Popular”.


Economía

La Fantasía Económica de la Propaganda Electoral de Javier Milei

Cesar Risso

UNA DE LAS MÁS GROTESCAS, y pintorescas, propuestas de política económica es la que viene desarrollando como propaganda electoral, el candidato a la presidencia de Argentina, Javier Milei.

La devolución de la libertad a los argentinos, consigna que repite porfiadamente Milei, consiste, según este curioso personaje, en el libre mercado, pues considera que el mercado es el mejor asignador de recursos.

Qué se entiende por libre mercado. Que la producción y el consumo se enfrentan en el mercado sin ningún tipo de control. O para decirlo con exactitud, que los productores (empresarios), que son los propietarios de los medios de producción, producen y llevan al mercado la cantidad de mercancías que, según su criterio, les permitirá obtener las máximas ganancias; mientras que los consumidores, irán al mercado a adquirir las mercancías que necesitan para satisfacer sus necesidades. En esta confrontación, solo después, en el mercado, se percatan los productores si se ha producido poco o mucho de las mercancías, en base al precio.

Así, el libre mercado, o libre competencia, no es otra cosa que la anarquía de la producción. Cada empresario privado tratará de desplazar a sus competidores, buscando la forma de aumentar su producción y venta, y con ello apropiarse, a través de la venta, de la plusvalía que les ha arrancado a los trabajadores asalariados en el proceso de producción.

En otras palabras, y para decirlo llanamente, el libre mercado puede dar como resultado la hambruna más espantosa, o la quiebra masiva de los productores.

Esto se debe a que detrás del libre mercado se encuentra la ley económica fundamental del capitalismo. La ley de la plusvalía, o de la búsqueda de ganancia, como la conciben los burgueses, que se expresa en la rentabilidad de la inversión de los capitalistas. Cuando la tasa de ganancia disminuye, entonces reducen la producción de la mercancía, y trasladan su capital a la producción de otras mercancías. Si las ganancias por la producción de alimentos disminuyen, entonces reducirán la producción de alimentos, y producirán calzado deportivo, por ejemplo. Como se puede apreciar, no se trata para los capitalistas de satisfacer las necesidades de los trabajadores asalariados, y de las clases populares en su conjunto.

El enunciado con el que justifican el libre mercado consiste en la propuesta de Adam Smith. Este indica que los empresarios, produciendo de forma privada, para su propio beneficio, de forma egoísta, sin proponérselo logran el beneficio de los demás, dado que dicha producción permite que los consumidores adquieran las mercancías que necesitan. Sin embargo, hay que indicar, que la propuesta de Adam Smith iba dirigida contra la monarquía, contra las trabas que imponía a la libre producción de mercancías.

Se trata de que los valores de uso, es decir, las mercancías, son el vehículo de la ganancia. Sin mercancías que tengan valor de uso, estas no podrían venderse y en consecuencia la plusvalía no se realizaría. De modo que los capitalistas producen mercancías que satisfacen las necesidades de los consumidores porque no hay otra forma de obtener ganancias. A los capitalistas no les importa si las clases populares se mueren de hambre. Solo les importa las ganancias.

Cuando hablamos de consumidores es necesario señalar que esta es una categoría que engloba a los trabajadores asalariados, a los desempleados (ejército industrial de reserva), y a las clases populares en general. De modo que la demanda (el consumo), dependerá de los ingresos que obtienen estas diversas categorías de consumidores. En consecuencia, es fácil reconocer, que el mercado es una abstracción que encubre la diversa condición de los consumidores, y por ello oculta el estado de pobreza en que se encuentran.

Si a esto le agregamos que nos encontramos en la época del imperialismo, de dominación de los monopolios, entonces el llamado libre mercado no existe, y lo que se nos propone como libre mercado no es otra cosa que el saqueo abierto de las clases trabajadoras, por medio del sistema de trabajo asalariado, así como de los consumidores pertenecientes a las clases populares, incluyendo los desempleados, a través de las ventas de las mercancías a precios de monopolio.

Cuando Javier Milei habla de devolverle la libertad a los argentinos se refiere a que el Estado va a dejar de ejercer la regulación de los precios, así como de los impuestos, etc. En pocas palabras, la propuesta de Milei es el liberalismo absoluto.

El embrollo mental que tiene Milei respecto al Estado lo conduce a considerar que la intervención del Estado en la economía es socialismo. Pero se olvida de que el Estado que critica es el Estado capitalista. Es el Estado que representa los intereses de las empresas transnacionales y de las grandes empresas nacionales. Y que, en consecuencia, el fracaso del gobierno pequeño burgués argentino, de la socialdemocracia, es el fracaso de una de las versiones del capitalismo.

Milei habla de libre mercado, y enseguida plantea que el problema se presenta por el lado de la inversión, no por el lado del consumo. Vale decir que renuncia al libre mercado, pues abandona el consumo como aspecto del libre mercado. Pero, además, la promoción de la inversión es la intervención del Estado para favorecer a los empresarios. De modo que lo que llama libre mercado, a pesar de los griteríos de Milei, es propaganda para encubrir el apoyo a los capitalistas.

Otra de las propuestas de Milei es la eliminación del Banco Central de Argentina, y en consecuencia el reemplazo de su moneda por el dólar. Esto se debe, siempre según Milei, a que la inflación es un fenómeno monetario, y que, por lo tanto, eliminando la emisión de billetes y monedas, la inflación desaparecerá. Si bien es cierto la inflación puede deberse a un fenómeno monetario, no es la única causa.

Aquí la ilusión consiste en creer que la inflación se puede controlar con el cambio de la moneda nacional por el dólar; que el dólar tiene el atributo de no afectar los precios de las mercancías, a pesar de los procesos inflacionarios que se han presentado en los Estados Unidos.

La inflación, cualquiera que sea la causa inicial, es una de las formas en que se da la competencia entre los capitalistas, pues el incremento de los precios no es igual para todas las mercancías, y por ello al variar los precios relativos afecta de manera distinta a los diversos sectores de capitalistas, beneficiándose unos y perjudicándose otros.

“Javier Milei propone eliminar el Banco Central, dolarizar Argentina, que la educación no sea gratuita ni obligatoria, que se pague por la atención de la salud, la libre portación de armas, la venta legal de órganos, entre otras iniciativas.”1

Milei critica al Estado, al Estado burgués hay que subrayar, diciendo que la intervención del Estado es socialismo, haciendo responsables a los socialistas de las políticas burguesas.

El gran y a la vez burdo engaño de Javier Milei, se basa en la critica al gobierno socialdemócrata argentino. Todas las taras de la burguesía concentradas en el gobierno de Alberto Fernández, han servido para las propuestas absurdas de Milei.

        Dos versiones del capitalismo se encuentran disputando el gobierno del poder en Argentina. Al final de la contienda el poder seguirá en manos del capitalismo, de la burguesía; cualquiera que sea el experimento económico que implementen, seguirá el sistema de trabajo asalariado, con todas las consecuencias ya conocidas.

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(1) https://elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/javier-milei-gana-las-elecciones-paso-2023-en-argentina-cuales-son-las-propuestas-de-javier-milei-quien-es-javier-milei-primarias-la-libertad-avanza-antisistema-anticasta-alberto-fernandez-noticia/

 

Internacionales

Niños Pobres en el País más Rico del Mundo*

Por Hedelberto López Blanch | 29/09/2023 | Economía

Quién podría pensar que en pleno siglo XXI, en Estados Unidos el país más rico del planeta, existan nueve millones de niños en la pobreza, mientras 975 estadounidenses son multimillonarios con un capital conjunto de 4,45 billones de dólares.

En solo un año, de 2021 a 2022, los menores que viven en la pobreza pasaron de cuatro millones a nueve millones, según datos oficiales, un alza debido a la desactivación de programas sociales en un sistema capitalista en extremo neoliberal.

Al unísono, en un período de 10 años, los multimillonarios aumentaron sus capitales en un 90 % y los que poseen más de un millón de dólares suman 22 millones, o sea 15,4 % de los 340 millones de habitantes.

Y es para asombrarse pues las 20 personas más ricas de Estados Unidos acumulan la increíble cifra de 1,6 billones de dólares.

Algunos de la lista son Elon Musk con 251 000 millones de dólares; Jeff Bezos con 151 000 millones y Bill Gates con 106 000 millones.

En contraposición, la tasa de pobreza general se incrementó de 7,8 % de la población a 12,4, según datos de la Oficina del Censo de gobierno emitidos a finales de agosto. Igualmente se reportó que el ingreso medio (no promedio) real también se desplomó como resultado de alzas de precios.

Para el sociólogo norteamericano Mathew Desmond, estas cifras no son accidentales, sino resultado directo de decisiones políticas deliberadas que dieron mayor prioridad a la reducción de impuestos para las clases medias y los ricos en lugar de programas que habían sido efectivos para  ayudar a los más pobres. “Hoy día los principales beneficiarios de la asistencia federal son las familias prósperas”, enfatizó.

Un claro ejemplo es que Estados Unidos optó por gastar fondos en reducciones de impuestos (1,8 billones de dólares) para otorgarlos a dueños de casas e inversionistas, entre otras políticas que benefician a los ricos, mientras rehúsa dar créditos fiscales para los hogares pobres con niños que, cuando fueron implementados, llevaron a una reducción significativa de la tasa de pobreza para los menores de edad, señala Desmond en su libro Pobreza en América.

El sistema capitalista lleva intrínseco la desigualdad entre las clases y en Estados Unidos se agudizó en la década de 1980 cuando el presidente republicano Ronald Reagan desmanteló el ya imperfecto Estado de bienestar e impuso una serie de medidas de choque orientadas a drenar la riqueza de abajo hacia arriba, un programa que entonces fue bautizado como reaganomics, que hoy se denomina neoliberalismo.

La ecuación planteada fue la drástica reducción de las tasas fiscales cobradas a los ricos, bajo el postulado de que, al cobrar menos impuestos a los capitalistas, éstos tendrían mayores recursos disponibles para invertir en la creación de empresas productivas y la generación de empleos, llevando a un círculo virtuoso de bienestar.

Pero los ricos lo que han hecho en estos años ha sido incrementar por todos los medios sus capitales, comprar enormes edificios, terrenos, aviones, barcos, mientras miran desde arriba a las innumerables personas que deambulan sin hogares por las calles de cualquier ciudad.

La desesperación por la pérdida de empleos, la imposibilidad para muchos de pagar los altos costos de la salud al no contar con seguros médicos y la facilidad para obtener drogas o un arma de fuego, han incrementado los suicidios en el país.

Un reciente análisis de la Universidad Johns Hopkins indicó que los suicidios en 2022 aumentaron casi un 7 % en las personas de 45 a 64 años, y más de un 8 % en las de 65 o más.

Los nuevos datos indican que el suicidio se convirtió en la segunda causa de muerte en adultos de 25 a 44 años en 2022, cuando en 2021 era la cuarta.

Las declaraciones de Sharon Parrott, presidenta del Center on Budget and Policy Priorities, un centro de análisis independiente en Washington, son irrebatibles: “El asombroso incremento en pobreza en Estados Unidos es el resultado directo de decisiones políticas”.

Claro, hay que aclarar que son decisiones políticas de las cúpulas de derecha que controlan todo el sistema capitalista estadounidense y que van en detrimento de la gran masa poblacional. El llamado sueño americano se desvanece para más de 200 millones de personas.

 

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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(*) Tomado de https://rebelion.org/ninos-pobres-en-el-pais-mas-rico-del-mundo/

Lenin y la Comunidad Campesina

Nota:

Publicamos el siguiente escrito de Lenin, con la finalidad de dejar sentada la posición que tuvo respecto de las comunidades campesinas. No consideramos este asunto un punto de debate, debido a que la posición de Lenin al respecto era clara. En reiteradas oportunidades manifestó el cambio en la composición social de las comunidades campesinas, motivo por el cual no las consideraba como un elemento de unidad de los campesinos a tomar en cuenta. Por esto no se puede oponer la posición de V. I. Lenin a la de José Carlos Mariátegui, puesto que la composición social dentro de la comunidad campesina en el Perú difería de la composición social de la comunidad campesina en la Rusia zarista. Así, la diferente posición de cada líder socialista se debió al análisis de la situación concreta de la realidad en la que les tocó actuar, y no a una diferencia de los principios del marxismo a los que adherían, o como algunos señalan, a la originalidad. Para los marxistas no se trata de ser originales por el solo hecho de serlos, sino de aplicar los principios del marxismo a cada situación concreta, de lo cual puede o no derivar la originalidad. Así, esta última no es la piedra de toque para diferenciar marxistas de no marxistas, ni tampoco para contraponer a los maestros del proletariado.

01.10.2023.

 

COMITÉ DE RECONSTITUCIÓN JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (CRJCM)

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!

 

Riqueza y Miseria, Propietarios y Obreros en el Campo*

V. I. Lenin

AHORA YA SABEMOS lo que quieren los socialdemócratas. Quieren luchar contra toda la clase rica para liberar al pueblo de la miseria. Y en el campo ruso la miseria no es menor, sino tal vez mayor aún que en las ciudades. No vamos a hablar aquí de cuán grande es la miseria en el campo: todo obrero que haya estado allí y todo campesino conocen bien la penuria, el hambre, el frío y la desolación que reinan en el campo.

Pero el campesino no sabe por qué vive en la miseria, pasa hambre y se arruina, ni cómo podrá librarse de esta penuria. Para saberlo hay que comprender ante todo de dónde provienen la penuria y la miseria, tanto en la ciudad como en el campo. Ya hemos hablado brevemente de ello y nos hemos cerciorado de que los campesinos pobres y los obreros del campo deben unirse a los obreros de la ciudad. Pero esto no basta. Hay que saber, además, quiénes seguirán en el campo a los ricos, a los propietarios, y quiénes se pondrán de parte de los obreros, de los socialdemócratas. Hay que saber si son muchos los campesinos que se las arreglan tan bien como los terratenientes para amasar un capital y vivir del trabajo ajeno. Si no llegamos al fondo de este asunto, de nada servirán todos los discursos sobre la miseria, y los pobres del campo no sabrán quiénes son los que tienen que unirse entre sí y con los obreros de la ciudad, ni qué hay que hacer para que resulte una alianza sólida y el campesino no sea engañado no sólo por el terrateniente, sino tampoco por su prójimo, el mujik rico.

Para esclarecer esto, veamos ahora cuál es la fuerza de los terratenientes en el campo y cuál la de los campesinos ricos.

Comencemos por los terratenientes. Su fuerza puede calcularse atendiendo, sobre todo, a la cantidad de tierra de que son propietarios. El total de tierras de Rusia Europea, incluyendo tanto la comunal de los campesinos como las de propiedad privada, ascendía a 240 millones de deciatinas1, aproximadamente2 (aparte de las tierras del fisco, de las que hablaremos más adelante). De estos 240 millones de deciatinas se hallan en manos de los campesinos, es decir, de más de diez millones de familias, 131 millones de deciatinas de tierras comunales; 109 millones de deciatinas están en poder de propietarios privados, o sea, en poder de menos de medio millón de familias. Esto quiere decir que, por término medio, a cada familia campesina le corresponde 13 deciatinas, mientras que a la familia de un solo propietario privado le tocan 1218 deciatinas! Pero la desigualdad en cuanto a la distribución de la tierra es aún mucho mayor, como veremos en seguida.

De los 109 millones de deciatinas de tierra que corresponden a los propietarios privados, siete millones se hallan en poder de la Corona; es decir, son propiedad de los miembros de la familia del zar. El zar, con su familia, es el primer terrateniente, el más grande terrateniente de Rusia. ¡Una sola familia posee más tierras que medio millón de familias campesinas! Además, las iglesias y los monasterios son propietarios de cerca de seis millones de deciatinas. Nuestros popes predican a los campesinos la moderación y hasta la abstinencia, mientras ellos mismos han acaparado, por las buenas o por las malas, una cantidad inmensa de tierras.

Por si esto fuera poco, se calcula que unos dos millones de deciatinas pertenecen a las ciudades y burgos, y otra cantidad aproximadamente igual a diversas sociedades y compañías comerciales e industriales. 92 millones de deciatinas de tierra (la cifra exacta es de 91.605.845, pero daremos, para simplificar, números redondos) pertenecen a menos de medio millón (481.358) de familias de propietarios privados. La mitad de este número de familias son propietarios muy pequeños, cada uno de los cuales posee menos de diez deciatinas, y entre todos ellos menos de un millón. En cambio, dieciséis mil familias poseen más de mil deciatinas cada una, con un total de sesenta y cinco millones de deciatinas entre todas. Cuán inmensas son las extensiones de tierras que concentran en sus manos los grandes terratenientes lo indica, además, el hecho de que un poco menos de mil familias (924) ¡poseen más de diez mil deciatinas de tierra, cada una, sumando entre todas veintisiete millones de deciatinas! Es decir, que sólo mil familias poseen tanta tierra como dos millones de familias de campesinos.

Se comprende, pues, que millones y decenas de millones de hombres del pueblo estén obligados a pasar hambre y miseria, y condenados a tal suerte para siempre, mientras unos cuantos miles de ricachos tienen en sus manos tan vastas extensiones de tierra. Se comprende que mientras eso ocurra, también el propio poder del Estado, el propio Gobierno (aunque se trate del Gobierno zarista) bailen al son que les toquen los grandes terratenientes. Se comprende que los pobres del campo no tengan de quién recibir ni de dónde esperar ayuda, mientras ellos mismos no se unan, no se fundan en una sola clase para luchar tenaz y desesperadamente contra la clase terrateniente.

Debe señalarse aquí que en nuestro país hay muchísima gente (entre ella, incluso, mucha gente culta) que se ha formado una idea completamente falsa de la fuerza que representa la clase terrateniente, y que dice que "el Estado" posee todavía mucha más tierra. "Ya ahora —afirman estos malos consejeros de los campesinos— pertenece al Estado gran parte del territorio (es decir, de todas las tierras) de Rusia" (palabras tomadas del periódico Revoliutsionnaya Rossia, núm. 8, pág. 8). El error de esta gente se debe a lo siguiente. Han oído que en Rusia Europea pertenecen al fisco 150 millones de deciatinas. Y así es, en verdad. Pero se olvidan de añadir que estas tierras son en su casi totalidad tierras estériles y bosques enclavados en los lejanos confines nórdicos, en las provincias de Arjánguelsk, Vólogda, Olonéts, Viatka y Perm. En poder del fisco sólo han quedado, en verdad, las tierras que hasta ahora resultaban totalmente inservibles para el cultivo. Las tierras cultivables que se hallan en poder del fisco no llegan a cuatro millones de deciatinas. Estas tierras cultivables pertenecientes al fisco (por ejemplo, en la provincia de Samara, donde abundan bastante) son tomadas en arriendo por los ricachos, que pagan por ellas una renta muy baja, casi nada. Se quedan con miles y decenas de miles de deciatinas de estas tierras y luego las ceden en arriendo a los campesinos por una renta exorbitante.

Sí, son muy malos consejeros de los campesinos quienes aseguran que el Estado tiene muchas tierras. En realidad, quienes disponen de muchas tierras buenas son los grandes propietarios privados (incluyendo entre ellos, personalmente, al zar), y estos grandes terratenientes tienen en sus manos al propio Estado. Y mientras los pobres del campo no sepan unirse y convertirse en una fuerza temible con su unión, el "Estado" seguirá siendo un sumiso servidor de la clase terrateniente. No hay que olvidar, además, otra cosa: antes, los terratenientes eran casi exclusivamente de la nobleza. También ahora se concentra en manos de los nobles una gran extensión de tierra (en 1877-1878 se calculaba que 115.000 nobles poseían 73 millones de deciatinas). Pero la fuerza principal ha pasado a ser ahora el dinero, el capital. Los comerciantes y los campesinos acomodados adquirieron muchísimas tierras. Se calcula que en treinta años (de 1863 a 1892) los nobles perdieron tierras (es decir, vendieron más de lo que compraron) por más de 600 millones de rublos. Por su parte, los comerciantes y ciudadanos distinguidos han adquirido tierras por 250 millones de rublos. Los campesinos, cosacos y "demás lugareños" (como llama nuestro Gobierno a la gente sencilla, para no confundirla con la "gente distinguida" y con el "público selecto") han comprado tierras por 300 millones de rublos. Esto significa que los campesinos de toda Rusia adquieren, por término medio, en propiedad privada, tierras por valor de 10 millones de rublos anuales.

Es decir, que no todos los campesinos son iguales: unos sufren hambre y miseria, y otros se enriquecen. Por consiguiente, son cada vez más los campesinos ricos que se orientan hacia los terratenientes y que se pondrán al lado de los ricos contra los obreros. Y los pobres del campo, que desean unirse a los obreros de la ciudad, deben pensar bien en esto, deben averiguar si son muchos estos campesinos ricos, cuál es su fuerza y qué clase de alianza necesitamos para luchar contra ella. Hablábamos hace poco de los malos consejeros de los campesinos. Estos malos consejeros gustan de decir que los campesinos cuentan ya con una alianza. Y la alianza es, según ellos, la comunidad rural. La comunidad, aseguran, es una gran fuerza. La agrupación dentro de la comunidad da una gran cohesión a los campesinos; la organización (es decir, la unidad, la alianza) de los campesinos en la comunidad es colosal (es decir, inmensa, enorme).

Esto es falso. Es un cuento. Un cuento inventado por gente bienintencionada, pero cuento al fin y al cabo. Y si prestamos oídos a cuentos, sólo conseguiremos echar a perder nuestra causa, la causa de la alianza de los pobres del campo con los obreros de la ciudad. Es necesario que todos los que viven en la aldea miren bien lo que ocurre a su alrededor: ¿es que la agrupación en la comunidad rural se parece en algo a la alianza de los campesinos pobres para luchar contra todos los ricos, contra todos los que viven del trabajo ajeno? No, no se parece en nada, ni puede parecerse. En cada aldea, en cada comunidad rural, hay muchos braceros, muchos campesinos arruinados, y hay ricachos que contratan braceros y compran tierras "a perpetuidad". Estos ricachos forman también parte de la comunidad rural y dominan en ella, porque son fuertes. Pues bien, ¿acaso la alianza que necesitamos es una alianza de la que formen parte y en la que dominen los ricachos? No, ni mucho menos.

Lo que necesitamos es una alianza para luchar contra ellos. Eso quiere decir que la agrupación dentro de la comunidad no nos sirve.

Lo que necesitamos es una alianza voluntaria, de la que formen parte sólo quienes comprendan que deben aliarse a los obreros de la ciudad. Pero la comunidad rural no es una alianza voluntaria, sino una agrupación impuesta por el Estado. De ella no forman parte quienes trabajan para los ricachos y quieren luchar juntos contra ellos. Está compuesta por todo tipo de personas, no porque quieran estar en ella, sino porque sus padres vivían ya en las mismas tierras, trabajaban para el mismo terrateniente, y porque las autoridades los han registrado como miembros de esa comunidad. Los campesinos pobres no pueden salir libremente de ella, ni aceptar libremente en la comunidad a una persona extraña inscrita por la policía en otro subdistrito y que a nosotros, para nuestra alianza, nos convendría tal vez que estuviera aquí. No, nos hace falta una alianza completamente distinta de ésta, una alianza voluntaria en la que sólo entren los trabajadores y los campesinos pobres, para luchar contra cuantos viven del trabajo ajeno.

Están ya muy lejos los tiempos en que la comunidad rural era una fuerza. Y esos tiempos jamás volverán. La comunidad era una fuerza cuando entre los campesinos apenas había braceros o jornaleros errantes por toda Rusia en busca de un salario, cuando no había casi ricachos, cuando todos se hallaban igualmente oprimidos por el terrateniente feudal. Ahora la fuerza principal es el dinero. Por dinero luchan entre sí como bestias feroces los miembros de una misma comunidad rural. A veces los mujiks adinerados expolian y saquean a miembros de su propia comunidad más que cualquier terrateniente. Lo que ahora necesitamos no es la alianza en la comunidad, sino una alianza contra el poder del dinero, contra el poder del capital, la alianza de todos los trabajadores del campo y de los campesinos pobres de las distintas comunidades, la alianza de todos los pobres del campo con los obreros de la ciudad para luchar por igual contra los terratenientes y los campesinos ricos.

Ya hemos visto cuál es la fuerza de los terratenientes. Veamos ahora si los campesinos ricos son muchos y cuál es su fuerza.

Juzgamos la fuerza de los terratenientes por la extensión de sus fincas, por la cantidad de tierras que poseen. Los terratenientes disponen libremente de sus tierras, son libres para comprarlas y venderlas. Por eso podemos formarnos un juicio muy exacto acerca de su fuerza si conocemos la cantidad de tierras que poseen. En cambio, los campesinos no tienen hasta ahora, en nuestro país, derecho a disponer libremente de su tierra, siguen siendo semisiervos, están atados a su comunidad. De ahí que no sea posible formarse un juicio acerca de la fuerza de los campesinos ricos sobre la base de la cantidad de tierras comunales que tienen. Los campesinos ricos no se enriquecen con sus parcelas comunales, sino que compran grandes extensiones de tierras, tanto en "propiedad perpetua" (es decir, en propiedad privada) como "por cierto número de arios" (o sea, tomándolas en arriendo); las compran a los terratenientes y a otros campesinos de la misma comunidad, a quienes se ven obligados a deshacerse de la tierra, vender sus parcelas comunales para cubrir sus necesidades. De aquí que lo más acertado sea clasificar a los campesinos ricos, medios y pobres según el número de caballos de que disponen. El campesino que dispone de muchos caballos es casi siempre un campesino rico; si tiene mucho ganado de labor, ello significa que tiene también mucha sementera y mucha tierra, aparte de su parcela comunal, y dinero ahorrado. Además, estamos en condiciones de calcular cuántos campesinos, dueños de muchos caballos, existen en toda Rusia (en Rusia Europea, sin contar Siberia y el Cáucaso). Como es lógico, no debe olvidarse que en lo referente a Rusia en su conjunto, sólo podemos hablar de promedios, ya que existen muchas diferencias dentro de las distintas provincias y distritos. Por ejemplo, en las inmediaciones de las ciudades hay a menudo campesinos ricos que tienen pocos caballos. Algunos de ellos se dedican a la ventajosa explotación de la horticultura, y otros poseen pocos caballos, pero muchas vacas, cuya leche venden. Y hay también en toda Rusia campesinos que no se enriquecen con la tierra, sino con el comercio, instalando mantequerías, molinos y otras empresas. Todo el que vive en el campo conoce muy bien a los campesinos ricos de su aldea y de los contornos. Pero nosotros necesitamos saber cuántos campesinos ricos existen en toda Rusia y cuál es su fuerza, para que el campesino pobre no ande a tientas, a ciegas, sino que sepa sin temor a equivocarse cómo son sus amigos y cómo sus enemigos.

Veamos, pues, cuántos son los campesinos ricos, dueños de muchos caballos, y cuántos los pobres. Ya hemos dicho que, en total, se calcula que existen en toda Rusia cerca de diez millones de familias campesinas. El número de caballos que poseen ascenderá, probablemente, a unos quince millones (hace catorce años, el número era de diecisiete millones, pero en la actualidad hay menos). En consecuencia, corresponden quince caballos, como promedio, por cada diez familias. Pero el asunto es que unos, muy pocos, disponen de muchos caballos, en tanto otros, la mayoría, cuentan con pocos o con ninguno. Los campesinos sin caballo suman no menos de tres millones, y casi tres millones y medio poseen sólo un caballo. Trátase de campesinos arruinados por completo o de campesinos pobres. Los llamamos los pobres del campo. Su número es de seis millones y medio sobre un total de diez, o sea, ¡casi las dos terceras partes! Vienen luego los campesinos medios, que poseen una yunta de ganado de labor cada uno. Estos campesinos, suman cerca de dos millones de familias y poseen en total casi cuatro millones de caballos. Y en seguida van los campesinos ricos, que disponen de más de una yunta. Son como un millón y medio de familias, pero disponen, en conjunto, de siete millones y medio de caballos.3 Por tanto, una sexta parte de las familias campesinas, aproximadamente, posee la mitad de la cantidad total de caballos.

Ahora que sabemos esto, podemos formarnos un juicio bastante exacto acerca de la fuerza de los campesinos ricos. Su número es muy reducido: en las diversas comunidades rurales, en los diversos subdistritos, no pasan de una o dos decenas por cada cien familias. Pero estas pocas familias son las más ricas. De aquí que posean, en toda Rusia, casi tantos caballos como todos los demás campesinos juntos. Esto quiere decir que sus sementeras representan también casi la mitad de la superficie total sembrada por los campesinos. Estos labradores cosechan mucho más trigo del necesario para el consumo de sus familias. Venden grandes cantidades de trigo. Destinan su trigo no sólo al consumo, sino en su mayor parte a la venta, para obtener dinero. Estos campesinos pueden acumular dinero; lo depositan en las cajas de ahorros y en los bancos; también adquieren tierras en propiedad. Ya hemos visto cuántas tierras compran cada año los campesinos en toda Rusia: casi todas las tierras van a parar a manos de estos pocos campesinos ricos. Los pobres del campo no pueden pensar en comprar tierras, sino en buscar la manera de no morir de hambre. Con frecuencia carecen del dinero necesario para comprar trigo, y no digamos para adquirir tierras. De ahí que los bancos en general y el Banco Campesino en particular no ayuden a adquirir tierras a todos los campesinos, ni mucho menos (como aseguran a veces quienes tratan de engañar al mujik o quienes pecan por exceso de simpleza), sino sólo a un número insignificante de ellos, a los campesinos ricos. Y de ahí también que los malos consejeros del mujik a quienes nos referíamos más arriba no digan la verdad acerca de la compra de tierras cuando aseguran que éstas pasan del capital al trabajo. La tierra no puede transferirse en modo alguno al trabajo, es decir, al hombre carente de bienes que vive de su trabajo, por la sencilla razón de que la tierra se paga con dinero. Y a la gente pobre nunca le sobra el dinero. La tierra sólo pasa a manos de los campesinos ricos en dinero, al capital, a aquellos contra quienes deben luchar los pobres del campo, aliados a los obreros de la ciudad.

Los campesinos ricos no sólo compran tierras a perpetuidad, sino que, sobre todo, las toman en arriendo porm cierto número de años. Privan de tierras a los campesinos pobres, al tomar en arriendo grandes extensiones. Por ejemplo, en un solo distrito de la provincia de Poltava (el de Konstantinograd) se calculó cuánta tierra habían tomado en arriendo los campesinos ricos. ¿Y qué resultados se obtuvieron? Los que arrendaban de 30 deciatinas en adelante por familia eran muy pocos, dos familias por cada quince. Y sin embargo, estos ricachos concentraban en sus manos la mitad de toda la tierra arrendada, y a cada uno de ellos le correspondían, por término medio, ¡75 deciatinas de tierra en arriendo! En la provincia de Táurida se calculó la cantidad de tierra arrendada al fisco por las comunidades campesinas, y que era acaparada por los ricachos. Y resultó que éstos, cuyo número no pasaba de una quinta parte de todas las familias, acaparaban las tres cuartas partes del total de tierras arrendadas. La tierra se arrienda en todas partes por dinero, el dinero se halla sólo en manos de unos cuantos ricachos.

Además, los propios campesinos ceden hoy en arriendo muchas tierras. Se desprenden de sus parcelas comunales porque no tienen ganado, ni simiente ni medios ton que cultivar la hacienda. Sin dinero no se puede hoy hacer nada, aunque se tenga tierra. Por ejemplo, en el distrito de Novoúzensk, provincia de Samara, de cada tres familias de campesinos ricos, una y a veces dos toman en arriendo parcelas en su propia comunidad o en otras. Los que ceden sus parcelas comunales a otros son campesinos que carecen de caballo o sólo tienen uno. En la provincia de Táurida, una tercera parte de las familias campesinas ceden en arriendo a otros sus parcelas comunales. Se traspasa en arriendo la cuarta parte de todas las parcelas campesinas, un cuarto de millón de deciatinas: Y de este cuarto de millón, ¡150.000 deciatinas (las tres quintas partes) van a parar a manos de los campesinos ricos! De nuevo volvemos a ver aquí si la comunidad es de alguna utilidad para los pobres del campo. En la comunidad rural, el que tiene el dinero tiene la fuerza. Y lo que nosotros necesitamos es la alianza de los campesinos pobres de todas las comunidades.

Y lo mismo que con la compra de tierras, engañan también a los campesinos diciéndoles que pueden comprar a bajo precio arados, segadoras y toda clase de aperos perfeccionados. Se organizan almacenes y arteles de los zemstvos, y se dice: los aperos perfeccionados mejoran la suerte del campesino. No es más que un embuste. Todos esos aperos agrícolas perfeccionados sólo están al alcance de los ricachos, y los pobres casi no los ven. ¡Cómo pensar en arados y segadoras, cuando ni siquiera pueden comer! Toda esa cacareada "ayuda a los campesinos" es una ayuda que se presta a los ricachos, y nada más. Y a la masa de campesinos pobres que carecen de tierras, ganado y ahorros no se la ayuda ofreciéndole aperos mejores y más baratos. Por ejemplo, en un distrito de la provincia de Samara se hizo un recuento de los aperos perfeccionados de que disponían los campesinos ricos y los pobres. Se descubrió que sólo una quinta parte de las familias, es decir, las más acomodadas, concentraban casi las tres cuartas partes del total de aperos modernos, en tanto que para los pobres, es decir, para la mitad de las familias campesinas, sólo quedaba la trigésima parte. En este distrito los campesinos sin caballo y con un solo caballo suman 10.000 familias sobre un total de 28.000; estas 10.000 familias sólo poseen siete aperos perfeccionados de los 5.724 correspondientes a todo el distrito. ¡Siete de los 5.724: he ahí la proporción en que los pobres de la aldea participan en los perfeccionamientos de la hacienda rural, en la difusión de estos arados y segadoras que, según se afirma, ayudan a "todos los campesinos"! ¡Eso es lo que los pobres del campo pueden esperar de quienes hablan del "mejoramiento de la economía campesina"!

Por último, una de las peculiaridades principales del campesino rico es que contrata a braceros y jornaleros. Los campesinos ricos, a semejanza de los terratenientes, viven también del trabajo ajeno. Al igual que los terratenientes, se enriquecen a costa de la ruina y el empobrecimiento de la masa campesina. Lo mismo que los terratenientes, procuran exprimir a sus propios braceros la mayor cantidad posible de trabajo y pagarles el menor salario posible. Si millones de campesinos no se viesen totalmente arruinados y obligados a trabajar para otros, a buscar un jornal, a vender su fuerza: de trabajo, los campesinos ricos no podrían existir ni explotar sus fincas. No podrían quedarse con las parcelas comunales "abandonadas", ni encontrarían en ninguna parte jornaleros. En toda Rusia el millón y medio de campesinos ricos contratan, por cierto, a no menos de un millón de braceros y jornaleros. Es evidente que en la gran lucha entre la clase de los propietarios y la clase de quienes nada poseen, entre los patronos y los obreros, entre la burguesía y el proletariado, los campesinos ricos se pondrán al lado de los propietarios, contra la clase obrera.

Ahora ya conocemos la situación y la fuerza de los campesinos ricos. Examinemos cómo viven los campesinos pobres.

Hemos dicho que entre los pobres del campo se cuenta la inmensa mayoría, casi las dos terceras partes de las familias campesinas de Rusia. Por empezar, hay no menos de tres millones de familias sin caballo, y es probable que hoy sean más, quizá tres millones y medio. Cada año de hambre, de malas cosechas, arruina a decenas de miles de haciendas. La población crece, crece la densidad, mientras que las mejores tierras están ya acaparadas por los terratenientes y los campesinos ricos. Cada año el pueblo se arruina más y más, emigra del campo a las ciudades y a las fábricas, pasa a engrosar las filas de los braceros y los peones. Un campesino sin caballo es ya un campesino completamente arruinado. Es un proletario. No vive ya (si se puede llamar a esto vivir, pues más exacto sería decir que va tirando) de la tierra, de su hacienda, sino del trabajo asalariado. Es el hermano del obrero de la ciudad. Al campesino sin caballo no le sirve de nada la tierra: la mitad de las familias carentes de caballo renuncian a sus parcelas comunales; a veces las entregan incluso gratis a la comunidad (¡y algunos hasta pagan la diferencia entre los impuestos y la cosecha que se espera recoger!), sencillamente porque no están en condiciones de cultivar su tierra. Los campesinos sin caballo siembran una deciatina, y a lo sumo dos. Se ven siempre en la necesidad de comprar trigo (si tienen con qué), pues el cosechado por ellos no les alcanza para alimentarse. No es mucho mejor la situación de los campesinos con un solo caballo, que en toda Rusia suman cerca de 3 millones y medio de familias. Hay, por supuesto, excepciones, y ya hemos dicho que alguno que otro campesino con un solo caballo vive pasablemente, o incluso Llega a enriquecerse. Pero no hablamos de las excepciones, ni de lugares aislados, sino de toda Rusia. No cabe duda de que la gran masa de los campesinos con un solo caballo vive en la pobreza y en la penuria. Estos campesinos pueden llegar a sembrar, incluso en las provincias agrícolas, de tres a cuatro deciatinas de tierra, rara vez cinco; y tampoco les alcanza su propio cereal. Ni siquiera en los años buenos comen mejor que los campesinos sin caballo; por consiguiente, andan siempre mal alimentados, siempre hambrientos. Su hacienda está en completa decadencia, su ganado es malo y mal alimentado, y no tiene fuerza para trabajar la tierra como es debido. ¡En la provincia de Vorónezh, por ejemplo, el campesino con un solo caballo no puede invertir en toda su hacienda (aparte del forraje para el ganado) más de veinte rublos por año! (El mujik rico gasta diez veces más.) ¡Veinte rublos por año para pagar el arriendo de la tierra, comprar ganado, reparar su arado y los demás aperos, pagar al pastor y todo lo demás! ¿Acaso puede llamarse hacienda a eso? Es un agobio constante, un trabajo forzado, un eterno tormento. Es natural, entonces, que haya también muchos campesinos con un solo caballo que cedan en arriendo sus parcelas comunales. Un indigente poco provecho puede sacarle a la tierra. Sin dinero, de la tierra no se obtiene no ya el dinero, sino ni siquiera lo necesario para alimentarse. Y para todo hace falta dinero: para comer, para vestirse, para gastarlo en la hacienda, para pagar impuestos. En la provincia de Vorónezh, el campesino con un caballo gasta sólo en impuestos, por lo general, dieciocho rublos anuales, y cuenta en total, para atender a todos sus gastos, con 75 rublos anuales. Sólo por mofa se puede hablar, en estas condiciones, de compra de tierras, de aperos perfeccionados o de bancos agrícolas: estas cosas no' han sido inventadas para el campesino pobre.

¿De dónde, entonces, sacar el dinero? No tiene más remedio que buscar un "ingreso" en otro lado. El campesino con un solo caballo, lo mismo que el que no posee ninguno, puede ir tirando gracias sólo a un "ingreso adicional". ¿Y qué significa esto? Significa ponerse a trabajar para otro, trabajar por un salario. Significa que el campesino con un solo caballo ha dejado de ser en parte un propietario, para convertirse en asalariado, en proletario. Por eso se da a estos campesinos el nombre de semiproletarios. También ellos son hermanos de los obreros de la ciudad, pues lo mismo que a éstos los despluma a mansalva cualquier patrono. Tampoco para ellos hay otra salida, otra salvación que unirse a los socialdemócratas para luchar contra todos los ricachos, contra todos los propietarios. ¿Quién trabaja en la construcción de los ferrocarriles? ¿A quién saquean los contratistas? ¿Quién tumba los árboles en los bosques y arrastra los troncos río abajo? ¿Quiénes trabajan como braceros? ¿Quiénes se ganan la vida como jornaleros? ¿Quiénes ejecutan las faenas menos calificadas en las ciudades y en los puertos? Son todos los pobres que afluyen de la aldea. Son los campesinos que tienen un solo caballo o ninguno. Son los proletarios y semiproletarios del campo. ¡Y cuántos son en toda Rusia! Se calcula que cada año se extienden en toda Rusia (exceptuando el Cáucaso y Siberia) ocho y a veces hasta nueve millones de pasaportes. Son todos obreros migratorios, que salen de la aldea en busca de trabajo. Campesinos sólo de nombre; en realidad son asalariados, obreros. Todos ellos deben unirse en una sola alianza con los obreros de la ciudad, y cada rayo de luz y de saber que penetre en la aldea vendrá a reforzar y consolidar esta alianza.

Hay, además, algo que no debe olvidarse, en lo que a los "ingresos adicionales" se refiere. Todos los funcionarios y quienes piensan en la manera de éstos son aficionados a emplear la frase de que el campesino, el mujik, "necesita" dos cosas: tierra (pero no mucha; ¡por otra parte, no habría de dónde sacarla, ya que la han acaparado los ricachos!) e "ingresos adicionales". De aquí que, según dicen, para ayudar a la gente del pueblo conviene instalar en la aldea más industrias artesanales, "proporcionar" a la gente más "ingresos adicionales". Estos discursos son pura hipocresía.

Para los pobres, ingreso significa trabajar por un salario. "Proporcionar ingresos" al campesino significa convertirlo en obrero asalariado. ¡Bonita ayuda, por cierto! Para los campesinos ricos hay otras maneras de obtener "ingresos", que requieren un capital; por ejemplo, instalar un molino o cualquier otra empresa, comprar una trilladora, dedicarse al comercio u otras cosas por el estilo. Confundir estos ingresos de la gente de dinero con el trabajo asalariado de los pobres es engañar á éstos. Los ricachos, como es natural, salen ganando con cualquier engaño; a ellos les conviene presentar las cosas como si todos los "ingresos" estuviesen al alcance de todos los campesinos. Pero quien realmente quiere favorecer a los pobres, les dirá toda la verdad y sólo la verdad.

Ahora nos queda por hablar de los campesinos medios. Ya hemos visto que en general, en el conjunto de Rusia, debe considerarse campesino medio al que cuenta con una yunta de animales de labor, y sabemos que de diez millones de hogares campesinos, unos, dos millones corresponden a campesinos medios. El campesino medio ocupa una posición intermedia entre el rico y el proletario; por eso se le da ese nombre. Y vive también medianamente: en los años buenos se mantiene a flote con' lo que saca de su tierra, pero la miseria siempre lo acecha. Tiene muy pocos ahorros o ninguno. Por eso la situación de su hacienda es muy precaria. Le resulta difícil conseguir dinero: a duras penas saca de su hacienda lo que necesita, y cuando lo saca, apenas le alcanza. Ir a buscar un ingreso significa descuidar su hacienda, con lo que se arruina definitivamente. Sin embargo, son muchos los campesinos medios que no pueden salir adelante sin ayuda de un ingreso adicional, que necesitan trabajar por un salario, dejarse sojuzgar por el terrateniente o hundirse en deudas. Y rara vez logra el campesino medio desembarazarse de las deudas que contrae, pues sus ingresos no son seguros como los del campesino rico. Por eso, cuando las contrae es como si se echase una soga al cuello. Jamás consigue saldarlas y acaba arruinándose por completo. El campesino medio es el que más cae en las garras del terrateniente, quien para los trabajos a destajo necesita valerse de mujiks que no estén arruinados, que dispongan de una yunta de caballos y de los aperos necesarios para el cultivo. Al campesino medio no le es fácil marcharse a otro lado y cae, por ello, en las garras del terrateniente por una serie de conceptos: por el trigo, por los pastizales, por el arriendo de los recortes de tierras y por el dinero prestado durante el invierno. Y además del terrateniente y el kulak, oprime también al campesino medio su vecino rico, quien no desperdicia nunca la ocasión de adelantársele en el arriendo de la tierra y de oprimirlo de una u otra manera. Esa es la vida del campesino medio: ni chicha ni limonada. No llega a ser un verdadero propietario, ni es tampoco un auténtico obrero. Todos los campesinos medios tratan de igualarse a los patronos, quieren ser propietarios, pero son muy pocos quienes lo logran. Son contados los que emplean a braceros o jornaleros, que logran enriquecerse con el trabajo ajeno, prosperar cabalgando sobre las espaldas de otros. La mayoría de los campesinos medios carecen de dinero para contratar a otros; ellos mismos se ven obligados a trabajar por un salario.

En todas partes donde comienza la lucha entre los ricos y los pobres, entre los propietarios y los obreros, el campesino medio queda entre dos fuegos, y no sabe hacia dónde ir. Los ricachos lo llaman a su lado y le dicen: también tú eres un amo, un propietario, y no debes mezclarte con la chusma de los obreros. Estos, por su parte, le hablan así: también a ti te despojarán y estafarán los ricachos, y no tienes otra salvación que ayudarnos en la lucha contra los ricos. Esta disputa en torno del campesino medio se libra por doquier, en todos los países en que los obreros socialdemócratas luchan por la emancipación del pueblo trabajador. En Rusia, esta disputa apenas comienza ahora. Por eso debemos estudiar bien este problema y comprender con claridad a qué engaños recurren los ricachos para atraerse a los campesinos medios; debemos aprender a desenmascarar esos engaños y ayudar al campesino medio a conocer a sus verdaderos amigos. Si los obreros socialdemócratas rusos marchan desde ahora por el camino correcto, crearemos mucho antes que nuestros camaradas alemanes una sólida alianza entre los obreros del campo y los obreros de la ciudad, y alcanzaremos rápidamente la victoria sobre todos los enemigos del pueblo trabajador.

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(*) Tomado de https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/1903marzo.htm. El apartado corresponde al trabajo A los pobres del campo. Los objetivos de los socialdemócratas explicados a los campesinos, publicado em marzo de 1903.

(1) La deciatina es una medida agraria rusa equivalente a 1,0925 hectáreas. Ed.

(2) Todas estas cifras acerca de la cantidad de tierras y las que daremos después son muy anticuadas. Se refieren a los años 1877-1878.

No poseemos, sin embargo, datos más recientes. El Gobierno ruso sólo puede vivir en las tinieblas, y esto explica por qué en nuestro país se elaboran tan pocas estadísticas completas y veraces sobre la vida del pueblo en todo el Estado.

(3) Repetimos una vez más que estas cifras son números redondos, datos puramente aproximativos. Es posible que los campesinos ricos no sumen exactamente un millón y medio de familias, sino un millón y cuarto, un millón y tres cuartos, o incluso dos millones. La diferencia no es grande. Lo importante no es calcular cada uno de los millares o cientos de miles, sino comprender con claridad cuál es la fuerza de los campesinos ricos y cuál su situación, para saber discernir entre los amigos y los enemigos, para no dejarse engañar con cuentos o palabras vacías, sino conocer con exactitud tanto la situación de los campesinos pobres como, en especial, la de los ricos.

Cada trabajador del campo debe fijarse bien en lo que pasa en su subdistrito y en los vecinos. Y comprobará entonces que nuestros cálculos son exactos; que, por término medio, el resultado es el mismo en todas partes: de cada cien familias hay unas diez o a lo sumo veinte de campesinos ricos, unas veinte de campesinos medios, y el resto son campesinos pobres.