Nota:
Publicamos el siguiente
escrito de Lenin, con la finalidad de dejar sentada la posición que tuvo
respecto de las comunidades campesinas. No consideramos este asunto un punto de
debate, debido a que la posición de Lenin al respecto era clara. En reiteradas
oportunidades manifestó el cambio en la composición social de las comunidades
campesinas, motivo por el cual no las consideraba como un elemento de unidad de
los campesinos a tomar en cuenta. Por esto no se puede oponer la posición de V.
I. Lenin a la de José Carlos Mariátegui, puesto que la composición social
dentro de la comunidad campesina en el Perú difería de la composición social de
la comunidad campesina en la Rusia zarista. Así, la diferente posición de cada
líder socialista se debió al análisis de la situación concreta de la realidad
en la que les tocó actuar, y no a una diferencia de los principios del marxismo
a los que adherían, o como algunos señalan, a la originalidad. Para los
marxistas no se trata de ser originales por el solo hecho de serlos, sino de
aplicar los principios del marxismo a cada situación concreta, de lo cual puede
o no derivar la originalidad. Así, esta última no es la piedra de toque para
diferenciar marxistas de no marxistas, ni tampoco para contraponer a los
maestros del proletariado.
01.10.2023.
COMITÉ DE RECONSTITUCIÓN
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (CRJCM)
¡Defender el Pensamiento de
Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad
actual!
Riqueza
y Miseria, Propietarios y Obreros en el Campo*
V.
I. Lenin
AHORA YA SABEMOS lo que
quieren los socialdemócratas. Quieren luchar contra toda la clase rica para
liberar al pueblo de la miseria. Y en el campo ruso la miseria no es menor,
sino tal vez mayor aún que en las ciudades. No vamos a hablar aquí de cuán
grande es la miseria en el campo: todo obrero que haya estado allí y todo
campesino conocen bien la penuria, el hambre, el frío y la desolación que
reinan en el campo.
Pero
el campesino no sabe por qué vive en la miseria, pasa hambre y
se arruina, ni cómo podrá librarse de esta penuria. Para
saberlo hay que comprender ante todo de dónde provienen la penuria y la
miseria, tanto en la ciudad como en el campo. Ya hemos hablado brevemente de
ello y nos hemos cerciorado de que los campesinos pobres y los obreros del
campo deben unirse a los obreros de la ciudad. Pero esto no basta. Hay que
saber, además, quiénes seguirán en el campo a los ricos, a los propietarios, y
quiénes se pondrán de parte de los obreros, de los socialdemócratas. Hay que
saber si son muchos los campesinos que se las arreglan tan bien como los
terratenientes para amasar un capital y vivir del trabajo ajeno. Si no llegamos
al fondo de este asunto, de nada servirán todos los discursos sobre la miseria,
y los pobres del campo no sabrán quiénes son los que tienen que unirse entre sí
y con los obreros de la ciudad, ni qué hay que hacer para que resulte una
alianza sólida y el campesino no sea engañado no sólo por el
terrateniente, sino tampoco por su prójimo, el mujik rico.
Para
esclarecer esto, veamos ahora cuál es la fuerza de los terratenientes en el
campo y cuál la de los campesinos ricos.
Comencemos
por los terratenientes. Su fuerza puede calcularse atendiendo, sobre todo, a la
cantidad de tierra de que son propietarios. El total de tierras de Rusia
Europea, incluyendo tanto la comunal de los campesinos como las de propiedad
privada, ascendía a 240 millones de deciatinas1, aproximadamente2 (aparte
de las tierras del fisco, de las que hablaremos más adelante). De estos 240
millones de deciatinas se hallan en manos de los campesinos, es decir, de más
de diez millones de familias, 131 millones de deciatinas de tierras
comunales; 109 millones de deciatinas están en poder de propietarios privados,
o sea, en poder de menos de medio millón de familias. Esto quiere decir
que, por término medio, a cada familia campesina le corresponde 13 deciatinas, mientras
que a la familia de un solo propietario privado le tocan 1218 deciatinas! Pero
la desigualdad en cuanto a la distribución de la tierra es aún mucho mayor,
como veremos en seguida.
De
los 109 millones de deciatinas de tierra que corresponden a los propietarios
privados, siete millones se hallan en poder de la Corona; es decir,
son propiedad de los miembros de la familia del zar. El zar, con su familia, es
el primer terrateniente, el más grande terrateniente de Rusia. ¡Una sola
familia posee más tierras que medio millón de familias campesinas!
Además, las iglesias y los monasterios son propietarios de cerca de seis
millones de deciatinas. Nuestros popes predican a los campesinos la moderación
y hasta la abstinencia, mientras ellos mismos han acaparado, por las buenas o
por las malas, una cantidad inmensa de tierras.
Por
si esto fuera poco, se calcula que unos dos millones de deciatinas pertenecen a
las ciudades y burgos, y otra cantidad aproximadamente igual a diversas
sociedades y compañías comerciales e industriales. 92 millones de deciatinas de
tierra (la cifra exacta es de 91.605.845, pero daremos, para simplificar,
números redondos) pertenecen a menos de medio millón (481.358)
de familias de propietarios privados. La mitad de este número de familias son
propietarios muy pequeños, cada uno de los cuales posee menos de diez
deciatinas, y entre todos ellos menos de un millón. En cambio, dieciséis
mil familias poseen más de mil deciatinas cada una,
con un total de sesenta y cinco millones de deciatinas entre
todas. Cuán inmensas son las extensiones de tierras que concentran en sus manos
los grandes terratenientes lo indica, además, el hecho de que un poco
menos de mil familias (924) ¡poseen más de diez mil deciatinas de
tierra, cada una, sumando entre todas veintisiete millones de
deciatinas! Es decir, que sólo mil familias poseen tanta tierra como dos
millones de familias de campesinos.
Se
comprende, pues, que millones y decenas de millones de hombres del pueblo estén
obligados a pasar hambre y miseria, y condenados a tal suerte para
siempre, mientras unos cuantos miles de ricachos tienen en sus manos tan vastas
extensiones de tierra. Se comprende que mientras eso ocurra, también el propio
poder del Estado, el propio Gobierno (aunque se trate del Gobierno zarista)
bailen al son que les toquen los grandes terratenientes. Se comprende que los
pobres del campo no tengan de quién recibir ni de dónde esperar ayuda, mientras
ellos mismos no se unan, no se fundan en una sola clase para luchar tenaz y
desesperadamente contra la clase terrateniente.
Debe
señalarse aquí que en nuestro país hay muchísima gente (entre ella, incluso,
mucha gente culta) que se ha formado una idea completamente falsa de la fuerza
que representa la clase terrateniente, y que dice que "el Estado"
posee todavía mucha más tierra. "Ya ahora —afirman estos malos consejeros
de los campesinos— pertenece al Estado gran parte del territorio (es decir, de
todas las tierras) de Rusia" (palabras tomadas del periódico Revoliutsionnaya
Rossia, núm. 8, pág. 8). El error de esta gente se debe a lo siguiente. Han
oído que en Rusia Europea pertenecen al fisco 150 millones de deciatinas. Y así
es, en verdad. Pero se olvidan de añadir que estas tierras son en su casi
totalidad tierras estériles y bosques enclavados en los lejanos
confines nórdicos, en las provincias de Arjánguelsk, Vólogda, Olonéts,
Viatka y Perm. En poder del fisco sólo han quedado, en verdad, las tierras que
hasta ahora resultaban totalmente inservibles para el cultivo. Las tierras
cultivables que se hallan en poder del fisco no llegan a cuatro
millones de deciatinas. Estas tierras cultivables pertenecientes al fisco
(por ejemplo, en la provincia de Samara, donde abundan bastante) son tomadas en
arriendo por los ricachos, que pagan por ellas una renta muy baja, casi nada.
Se quedan con miles y decenas de miles de deciatinas de estas tierras y luego
las ceden en arriendo a los campesinos por una renta exorbitante.
Sí,
son muy malos consejeros de los campesinos quienes aseguran que el Estado tiene
muchas tierras. En realidad, quienes disponen de muchas tierras buenas son los
grandes propietarios privados (incluyendo entre ellos, personalmente, al zar),
y estos grandes terratenientes tienen en sus manos al propio Estado. Y mientras
los pobres del campo no sepan unirse y convertirse en una fuerza temible con su
unión, el "Estado" seguirá siendo un sumiso servidor de la clase
terrateniente. No hay que olvidar, además, otra cosa: antes, los terratenientes
eran casi exclusivamente de la nobleza. También ahora se concentra en manos de
los nobles una gran extensión de tierra (en 1877-1878 se calculaba que 115.000
nobles poseían 73 millones de deciatinas). Pero la fuerza principal ha pasado a
ser ahora el dinero, el capital. Los comerciantes y los campesinos acomodados
adquirieron muchísimas tierras. Se calcula que en treinta años (de 1863 a 1892)
los nobles perdieron tierras (es decir, vendieron más de lo que compraron) por
más de 600 millones de rublos. Por su parte, los comerciantes y ciudadanos
distinguidos han adquirido tierras por 250 millones de rublos. Los campesinos,
cosacos y "demás lugareños" (como llama nuestro Gobierno a la gente
sencilla, para no confundirla con la "gente distinguida" y con el
"público selecto") han comprado tierras por 300 millones de rublos.
Esto significa que los campesinos de toda Rusia adquieren, por término medio,
en propiedad privada, tierras por valor de 10 millones de rublos anuales.
Es
decir, que no todos los campesinos son iguales: unos sufren hambre y miseria, y
otros se enriquecen. Por consiguiente, son cada vez más los campesinos ricos
que se orientan hacia los terratenientes y que se pondrán al lado de los ricos
contra los obreros. Y los pobres del campo, que desean unirse a los obreros de
la ciudad, deben pensar bien en esto, deben averiguar si son muchos estos campesinos
ricos, cuál es su fuerza y qué clase de alianza necesitamos para luchar contra
ella. Hablábamos hace poco de los malos consejeros de los campesinos. Estos
malos consejeros gustan de decir que los campesinos cuentan ya con una alianza.
Y la alianza es, según ellos, la comunidad rural. La comunidad, aseguran, es
una gran fuerza. La agrupación dentro de la comunidad da una gran cohesión a
los campesinos; la organización (es decir, la unidad, la alianza) de los
campesinos en la comunidad es colosal (es decir, inmensa, enorme).
Esto
es falso. Es un cuento. Un cuento inventado por gente bienintencionada, pero
cuento al fin y al cabo. Y si prestamos oídos a cuentos, sólo conseguiremos
echar a perder nuestra causa, la causa de la alianza de los pobres del campo
con los obreros de la ciudad. Es necesario que todos los que viven en la aldea
miren bien lo que ocurre a su alrededor: ¿es que la agrupación en la comunidad
rural se parece en algo a la alianza de los campesinos pobres para luchar
contra todos los ricos, contra todos los que
viven del trabajo ajeno? No, no se parece en nada, ni puede parecerse. En cada
aldea, en cada comunidad rural, hay muchos braceros, muchos campesinos
arruinados, y hay ricachos que contratan braceros y compran tierras "a
perpetuidad". Estos ricachos forman también parte de la comunidad rural y
dominan en ella, porque son fuertes. Pues bien, ¿acaso la alianza que
necesitamos es una alianza de la que formen parte y en la que dominen los
ricachos? No, ni mucho menos.
Lo
que necesitamos es una alianza para luchar contra ellos. Eso quiere decir que
la agrupación dentro de la comunidad no nos sirve.
Lo
que necesitamos es una alianza voluntaria, de la que formen parte sólo quienes
comprendan que deben aliarse a los obreros de la ciudad. Pero la comunidad
rural no es una alianza voluntaria, sino una agrupación impuesta por el Estado.
De ella no forman parte quienes trabajan para los ricachos y quieren luchar
juntos contra ellos. Está compuesta por todo tipo de personas, no porque
quieran estar en ella, sino porque sus padres vivían ya en las mismas tierras,
trabajaban para el mismo terrateniente, y porque las autoridades los han
registrado como miembros de esa comunidad. Los campesinos pobres no pueden
salir libremente de ella, ni aceptar libremente en la comunidad a una persona
extraña inscrita por la policía en otro subdistrito y que a nosotros, para
nuestra alianza, nos convendría tal vez que estuviera aquí. No, nos hace falta
una alianza completamente distinta de ésta, una alianza voluntaria en la que
sólo entren los trabajadores y los campesinos pobres, para luchar contra
cuantos viven del trabajo ajeno.
Están
ya muy lejos los tiempos en que la comunidad rural era una fuerza. Y esos
tiempos jamás volverán. La comunidad era una fuerza cuando entre los campesinos
apenas había braceros o jornaleros errantes por toda Rusia en busca de un
salario, cuando no había casi ricachos, cuando todos se hallaban igualmente
oprimidos por el terrateniente feudal. Ahora la fuerza principal es el dinero.
Por dinero luchan entre sí como bestias feroces los miembros de una misma
comunidad rural. A veces los mujiks adinerados expolian y saquean a miembros de
su propia comunidad más que cualquier terrateniente. Lo que ahora necesitamos
no es la alianza en la comunidad, sino una alianza contra el poder del dinero,
contra el poder del capital, la alianza de todos los trabajadores del campo y
de los campesinos pobres de las distintas comunidades, la alianza de todos los
pobres del campo con los obreros de la ciudad para luchar por igual contra los
terratenientes y los campesinos ricos.
Ya
hemos visto cuál es la fuerza de los terratenientes. Veamos ahora si los
campesinos ricos son muchos y cuál es su fuerza.
Juzgamos
la fuerza de los terratenientes por la extensión de sus fincas, por la cantidad
de tierras que poseen. Los terratenientes disponen libremente de sus tierras,
son libres para comprarlas y venderlas. Por eso podemos formarnos un juicio muy
exacto acerca de su fuerza si conocemos la cantidad de tierras que poseen. En
cambio, los campesinos no tienen hasta ahora, en nuestro país, derecho a
disponer libremente de su tierra, siguen siendo semisiervos, están atados a su
comunidad. De ahí que no sea posible formarse un juicio acerca de la fuerza de
los campesinos ricos sobre la base de la cantidad de tierras comunales que
tienen. Los campesinos ricos no se enriquecen con sus parcelas comunales, sino
que compran grandes extensiones de tierras, tanto en "propiedad
perpetua" (es decir, en propiedad privada) como "por cierto número de
arios" (o sea, tomándolas en arriendo); las compran a los terratenientes y
a otros campesinos de la misma comunidad, a quienes se ven obligados a
deshacerse de la tierra, vender sus parcelas comunales para cubrir sus
necesidades. De aquí que lo más acertado sea clasificar a los campesinos ricos,
medios y pobres según el número de caballos de que disponen. El campesino que
dispone de muchos caballos es casi siempre un campesino rico; si tiene mucho
ganado de labor, ello significa que tiene también mucha sementera y mucha
tierra, aparte de su parcela comunal, y dinero ahorrado. Además, estamos en
condiciones de calcular cuántos campesinos, dueños de muchos caballos, existen
en toda Rusia (en Rusia Europea, sin contar Siberia y el Cáucaso). Como es
lógico, no debe olvidarse que en lo referente a Rusia en su conjunto, sólo
podemos hablar de promedios, ya que existen muchas diferencias dentro de las
distintas provincias y distritos. Por ejemplo, en las inmediaciones de las
ciudades hay a menudo campesinos ricos que tienen pocos caballos. Algunos de
ellos se dedican a la ventajosa explotación de la horticultura, y otros poseen
pocos caballos, pero muchas vacas, cuya leche venden. Y hay también en toda
Rusia campesinos que no se enriquecen con la tierra, sino con el comercio,
instalando mantequerías, molinos y otras empresas. Todo el que vive en el campo
conoce muy bien a los campesinos ricos de su aldea y de los contornos. Pero
nosotros necesitamos saber cuántos campesinos ricos existen en toda Rusia y cuál
es su fuerza, para que el campesino pobre no ande a tientas, a ciegas, sino que
sepa sin temor a equivocarse cómo son sus amigos y cómo sus enemigos.
Veamos,
pues, cuántos son los campesinos ricos, dueños de muchos caballos, y cuántos
los pobres. Ya hemos dicho que, en total, se calcula que existen en toda Rusia
cerca de diez millones de familias campesinas. El número de
caballos que poseen ascenderá, probablemente, a unos quince millones (hace
catorce años, el número era de diecisiete millones, pero en la actualidad hay
menos). En consecuencia, corresponden quince caballos, como
promedio, por cada diez familias. Pero el asunto es que unos, muy pocos,
disponen de muchos caballos, en tanto otros, la mayoría, cuentan con pocos o
con ninguno. Los campesinos sin caballo suman no menos de tres millones,
y casi tres millones y medio poseen sólo un caballo. Trátase de
campesinos arruinados por completo o de campesinos pobres. Los llamamos los
pobres del campo. Su número es de seis millones y medio sobre
un total de diez, o sea, ¡casi las dos terceras partes! Vienen luego los
campesinos medios, que poseen una yunta de ganado de labor cada uno. Estos
campesinos, suman cerca de dos millones de familias y poseen
en total casi cuatro millones de caballos. Y en seguida van
los campesinos ricos, que disponen de más de una yunta. Son como un
millón y medio de familias, pero disponen, en conjunto, de siete
millones y medio de caballos.3 Por tanto, una sexta parte
de las familias campesinas, aproximadamente, posee la mitad de la cantidad
total de caballos.
Ahora
que sabemos esto, podemos formarnos un juicio bastante exacto acerca de la
fuerza de los campesinos ricos. Su número es muy reducido: en las diversas
comunidades rurales, en los diversos subdistritos, no pasan de una o dos
decenas por cada cien familias. Pero estas pocas familias son las más ricas. De
aquí que posean, en toda Rusia, casi tantos caballos como todos los demás
campesinos juntos. Esto quiere decir que sus sementeras representan también
casi la mitad de la superficie total sembrada por los campesinos. Estos
labradores cosechan mucho más trigo del necesario para el consumo de sus
familias. Venden grandes cantidades de trigo. Destinan su trigo no sólo al
consumo, sino en su mayor parte a la venta, para obtener dinero. Estos
campesinos pueden acumular dinero; lo depositan en las cajas de ahorros y en
los bancos; también adquieren tierras en propiedad. Ya hemos visto cuántas
tierras compran cada año los campesinos en toda Rusia: casi todas las tierras
van a parar a manos de estos pocos campesinos ricos. Los pobres del campo no
pueden pensar en comprar tierras, sino en buscar la manera de no morir de hambre.
Con frecuencia carecen del dinero necesario para comprar trigo, y no digamos
para adquirir tierras. De ahí que los bancos en general y el Banco Campesino en
particular no ayuden a adquirir tierras a todos los campesinos, ni mucho menos
(como aseguran a veces quienes tratan de engañar al mujik o quienes pecan por
exceso de simpleza), sino sólo a un número insignificante de ellos, a los
campesinos ricos. Y de ahí también que los malos consejeros del mujik a quienes
nos referíamos más arriba no digan la verdad acerca de la compra de tierras
cuando aseguran que éstas pasan del capital al trabajo. La tierra no puede
transferirse en modo alguno al trabajo, es decir, al hombre carente de bienes
que vive de su trabajo, por la sencilla razón de que la tierra se paga con
dinero. Y a la gente pobre nunca le sobra el dinero. La tierra sólo pasa a
manos de los campesinos ricos en dinero, al capital, a aquellos contra quienes
deben luchar los pobres del campo, aliados a los obreros de la ciudad.
Los
campesinos ricos no sólo compran tierras a perpetuidad, sino que, sobre todo,
las toman en arriendo porm cierto número de años. Privan de tierras a los
campesinos pobres, al tomar en arriendo grandes extensiones. Por ejemplo, en un
solo distrito de la provincia de Poltava (el de Konstantinograd) se calculó
cuánta tierra habían tomado en arriendo los campesinos ricos. ¿Y qué resultados
se obtuvieron? Los que arrendaban de 30 deciatinas en adelante por familia eran
muy pocos, dos familias por cada quince. Y sin embargo, estos ricachos
concentraban en sus manos la mitad de toda la tierra
arrendada, y a cada uno de ellos le correspondían, por término medio, ¡75
deciatinas de tierra en arriendo! En la provincia de Táurida se
calculó la cantidad de tierra arrendada al fisco por las comunidades
campesinas, y que era acaparada por los ricachos. Y resultó que éstos, cuyo
número no pasaba de una quinta parte de todas las familias, acaparaban las
tres cuartas partes del total de tierras arrendadas. La tierra se
arrienda en todas partes por dinero, el dinero se halla sólo en manos de unos
cuantos ricachos.
Además,
los propios campesinos ceden hoy en arriendo muchas tierras. Se desprenden de
sus parcelas comunales porque no tienen ganado, ni simiente ni medios ton que
cultivar la hacienda. Sin dinero no se puede hoy hacer nada, aunque se tenga
tierra. Por ejemplo, en el distrito de Novoúzensk, provincia de Samara, de cada
tres familias de campesinos ricos, una y a veces dos toman en arriendo
parcelas en su propia comunidad o en otras. Los que ceden sus parcelas
comunales a otros son campesinos que carecen de caballo o sólo tienen uno. En
la provincia de Táurida, una tercera parte de las familias
campesinas ceden en arriendo a otros sus parcelas comunales. Se traspasa en
arriendo la cuarta parte de todas las parcelas campesinas, un cuarto de millón
de deciatinas: Y de este cuarto de millón, ¡150.000 deciatinas (las tres
quintas partes) van a parar a manos de los campesinos ricos! De nuevo volvemos
a ver aquí si la comunidad es de alguna utilidad para los pobres del campo. En
la comunidad rural, el que tiene el dinero tiene la fuerza. Y lo que nosotros
necesitamos es la alianza de los campesinos pobres de todas las comunidades.
Y lo
mismo que con la compra de tierras, engañan también a los campesinos
diciéndoles que pueden comprar a bajo precio arados, segadoras y toda clase de
aperos perfeccionados. Se organizan almacenes y arteles de los zemstvos, y se
dice: los aperos perfeccionados mejoran la suerte del campesino. No es más que
un embuste. Todos esos aperos agrícolas perfeccionados sólo están al alcance de
los ricachos, y los pobres casi no los ven. ¡Cómo pensar en arados y segadoras,
cuando ni siquiera pueden comer! Toda esa cacareada "ayuda a los
campesinos" es una ayuda que se presta a los ricachos, y nada más. Y a la
masa de campesinos pobres que carecen de tierras, ganado y ahorros no se la
ayuda ofreciéndole aperos mejores y más baratos. Por ejemplo, en un distrito de
la provincia de Samara se hizo un recuento de los aperos perfeccionados de que
disponían los campesinos ricos y los pobres. Se descubrió que sólo una quinta
parte de las familias, es decir, las más acomodadas, concentraban casi las
tres cuartas partes del total de aperos modernos, en tanto que para
los pobres, es decir, para la mitad de las familias
campesinas, sólo quedaba la trigésima parte. En este distrito los
campesinos sin caballo y con un solo caballo suman 10.000 familias sobre un
total de 28.000; estas 10.000 familias sólo poseen siete aperos perfeccionados
de los 5.724 correspondientes a todo el distrito. ¡Siete de los 5.724: he ahí
la proporción en que los pobres de la aldea participan en los
perfeccionamientos de la hacienda rural, en la difusión de estos arados y
segadoras que, según se afirma, ayudan a "todos los campesinos"! ¡Eso
es lo que los pobres del campo pueden esperar de quienes hablan del
"mejoramiento de la economía campesina"!
Por
último, una de las peculiaridades principales del campesino rico es que contrata
a braceros y jornaleros. Los campesinos ricos, a semejanza de los
terratenientes, viven también del trabajo ajeno. Al igual que los
terratenientes, se enriquecen a costa de la ruina y el empobrecimiento de la
masa campesina. Lo mismo que los terratenientes, procuran exprimir a sus
propios braceros la mayor cantidad posible de trabajo y pagarles el menor
salario posible. Si millones de campesinos no se viesen totalmente arruinados y
obligados a trabajar para otros, a buscar un jornal, a vender su fuerza: de
trabajo, los campesinos ricos no podrían existir ni explotar sus fincas. No
podrían quedarse con las parcelas comunales "abandonadas", ni
encontrarían en ninguna parte jornaleros. En toda Rusia el millón y medio de
campesinos ricos contratan, por cierto, a no menos de un millón de
braceros y jornaleros. Es evidente que en la gran lucha entre la clase de los
propietarios y la clase de quienes nada poseen, entre los patronos y los
obreros, entre la burguesía y el proletariado, los campesinos ricos se pondrán
al lado de los propietarios, contra la clase obrera.
Ahora
ya conocemos la situación y la fuerza de los campesinos ricos. Examinemos cómo
viven los campesinos pobres.
Hemos
dicho que entre los pobres del campo se cuenta la inmensa mayoría, casi las dos
terceras partes de las familias campesinas de Rusia. Por empezar, hay no menos
de tres millones de familias sin caballo, y es probable que
hoy sean más, quizá tres millones y medio. Cada año de hambre, de malas
cosechas, arruina a decenas de miles de haciendas. La población crece, crece la
densidad, mientras que las mejores tierras están ya acaparadas por los
terratenientes y los campesinos ricos. Cada año el pueblo se arruina más y más,
emigra del campo a las ciudades y a las fábricas, pasa a engrosar las filas de
los braceros y los peones. Un campesino sin caballo es ya un campesino
completamente arruinado. Es un proletario. No vive ya (si se puede llamar a
esto vivir, pues más exacto sería decir que va tirando) de la tierra, de su hacienda,
sino del trabajo asalariado. Es el hermano del obrero de la ciudad.
Al campesino sin caballo no le sirve de nada la tierra: la mitad de las
familias carentes de caballo renuncian a sus parcelas comunales; a
veces las entregan incluso gratis a la comunidad (¡y algunos hasta pagan la
diferencia entre los impuestos y la cosecha que se espera recoger!),
sencillamente porque no están en condiciones de cultivar su tierra. Los
campesinos sin caballo siembran una deciatina, y a lo sumo dos. Se ven siempre en
la necesidad de comprar trigo (si tienen con qué), pues el cosechado por ellos
no les alcanza para alimentarse. No es mucho mejor la situación de los
campesinos con un solo caballo, que en toda Rusia suman cerca de 3 millones y
medio de familias. Hay, por supuesto, excepciones, y ya hemos dicho que alguno
que otro campesino con un solo caballo vive pasablemente, o incluso Llega a
enriquecerse. Pero no hablamos de las excepciones, ni de lugares aislados, sino
de toda Rusia. No cabe duda de que la gran masa de los campesinos con un solo
caballo vive en la pobreza y en la penuria. Estos campesinos pueden llegar a
sembrar, incluso en las provincias agrícolas, de tres a cuatro deciatinas de
tierra, rara vez cinco; y tampoco les alcanza su propio cereal. Ni siquiera en
los años buenos comen mejor que los campesinos sin caballo; por consiguiente,
andan siempre mal alimentados, siempre hambrientos. Su hacienda está en
completa decadencia, su ganado es malo y mal alimentado, y no tiene fuerza para
trabajar la tierra como es debido. ¡En la provincia de Vorónezh, por ejemplo,
el campesino con un solo caballo no puede invertir en toda su hacienda (aparte
del forraje para el ganado) más de veinte rublos por año! (El mujik
rico gasta diez veces más.) ¡Veinte rublos por año para pagar el
arriendo de la tierra, comprar ganado, reparar su arado y los demás aperos,
pagar al pastor y todo lo demás! ¿Acaso puede llamarse hacienda a eso? Es un
agobio constante, un trabajo forzado, un eterno tormento. Es natural, entonces,
que haya también muchos campesinos con un solo caballo que cedan en
arriendo sus parcelas comunales. Un indigente poco provecho puede sacarle a
la tierra. Sin dinero, de la tierra no se obtiene no ya el dinero, sino ni
siquiera lo necesario para alimentarse. Y para todo hace falta dinero: para
comer, para vestirse, para gastarlo en la hacienda, para pagar impuestos. En la
provincia de Vorónezh, el campesino con un caballo gasta sólo en impuestos, por
lo general, dieciocho rublos anuales, y cuenta en total, para atender
a todos sus gastos, con 75 rublos anuales. Sólo por mofa se
puede hablar, en estas condiciones, de compra de tierras, de aperos
perfeccionados o de bancos agrícolas: estas cosas no' han sido inventadas para
el campesino pobre.
¿De
dónde, entonces, sacar el dinero? No tiene más remedio que buscar un
"ingreso" en otro lado. El campesino con un solo caballo, lo mismo
que el que no posee ninguno, puede ir tirando gracias sólo a un "ingreso
adicional". ¿Y qué significa esto? Significa ponerse a trabajar para otro,
trabajar por un salario. Significa que el campesino con un solo caballo ha
dejado de ser en parte un propietario, para convertirse en asalariado, en
proletario. Por eso se da a estos campesinos el nombre de semiproletarios.
También ellos son hermanos de los obreros de la ciudad, pues lo mismo que a
éstos los despluma a mansalva cualquier patrono. Tampoco para ellos hay otra
salida, otra salvación que unirse a los socialdemócratas para luchar contra
todos los ricachos, contra todos los propietarios. ¿Quién trabaja en la
construcción de los ferrocarriles? ¿A quién saquean los contratistas? ¿Quién
tumba los árboles en los bosques y arrastra los troncos río abajo? ¿Quiénes
trabajan como braceros? ¿Quiénes se ganan la vida como jornaleros? ¿Quiénes
ejecutan las faenas menos calificadas en las ciudades y en los puertos? Son
todos los pobres que afluyen de la aldea. Son los campesinos que tienen un solo
caballo o ninguno. Son los proletarios y semiproletarios del campo. ¡Y cuántos
son en toda Rusia! Se calcula que cada año se extienden en toda Rusia
(exceptuando el Cáucaso y Siberia) ocho y a veces hasta nueve millones de
pasaportes. Son todos obreros migratorios, que salen de la aldea en busca de
trabajo. Campesinos sólo de nombre; en realidad son asalariados, obreros. Todos
ellos deben unirse en una sola alianza con los obreros de la ciudad, y cada
rayo de luz y de saber que penetre en la aldea vendrá a reforzar y consolidar
esta alianza.
Hay,
además, algo que no debe olvidarse, en lo que a los "ingresos adicionales"
se refiere. Todos los funcionarios y quienes piensan en la manera de éstos son aficionados
a emplear la frase de que el campesino, el mujik, "necesita" dos
cosas: tierra (pero no mucha; ¡por otra parte, no habría de dónde sacarla, ya
que la han acaparado los ricachos!) e "ingresos adicionales". De aquí
que, según dicen, para ayudar a la gente del pueblo conviene instalar en la
aldea más industrias artesanales, "proporcionar" a la gente más
"ingresos adicionales". Estos discursos son pura hipocresía.
Para
los pobres, ingreso significa trabajar por un salario. "Proporcionar
ingresos" al campesino significa convertirlo en obrero asalariado. ¡Bonita
ayuda, por cierto! Para los campesinos ricos hay otras maneras de obtener
"ingresos", que requieren un capital; por ejemplo, instalar un molino
o cualquier otra empresa, comprar una trilladora, dedicarse al comercio u otras
cosas por el estilo. Confundir estos ingresos de la gente de dinero con
el trabajo asalariado de los pobres es engañar á éstos. Los
ricachos, como es natural, salen ganando con cualquier engaño; a ellos les
conviene presentar las cosas como si todos los "ingresos" estuviesen
al alcance de todos los campesinos. Pero quien realmente
quiere favorecer a los pobres, les dirá toda la verdad y sólo la
verdad.
Ahora
nos queda por hablar de los campesinos medios. Ya hemos visto que en general,
en el conjunto de Rusia, debe considerarse campesino medio al que cuenta con
una yunta de animales de labor, y sabemos que de diez millones de hogares campesinos,
unos, dos millones corresponden a campesinos medios. El campesino medio ocupa
una posición intermedia entre el rico y el proletario; por eso se le da ese
nombre. Y vive también medianamente: en los años buenos se mantiene a flote
con' lo que saca de su tierra, pero la miseria siempre lo acecha. Tiene muy
pocos ahorros o ninguno. Por eso la situación de su hacienda es muy precaria.
Le resulta difícil conseguir dinero: a duras penas saca de su hacienda lo que
necesita, y cuando lo saca, apenas le alcanza. Ir a buscar un ingreso significa
descuidar su hacienda, con lo que se arruina definitivamente. Sin embargo, son
muchos los campesinos medios que no pueden salir adelante sin ayuda de un
ingreso adicional, que necesitan trabajar por un salario, dejarse sojuzgar por
el terrateniente o hundirse en deudas. Y rara vez logra el campesino medio
desembarazarse de las deudas que contrae, pues sus ingresos no son seguros como
los del campesino rico. Por eso, cuando las contrae es como si se echase una
soga al cuello. Jamás consigue saldarlas y acaba arruinándose por completo. El
campesino medio es el que más cae en las garras del terrateniente, quien para
los trabajos a destajo necesita valerse de mujiks que no estén arruinados, que
dispongan de una yunta de caballos y de los aperos necesarios para el cultivo.
Al campesino medio no le es fácil marcharse a otro lado y cae, por ello, en las
garras del terrateniente por una serie de conceptos: por el trigo, por los
pastizales, por el arriendo de los recortes de tierras y por el dinero prestado
durante el invierno. Y además del terrateniente y el kulak, oprime también al
campesino medio su vecino rico, quien no desperdicia nunca la ocasión de
adelantársele en el arriendo de la tierra y de oprimirlo de una u otra manera.
Esa es la vida del campesino medio: ni chicha ni limonada. No llega a ser un
verdadero propietario, ni es tampoco un auténtico obrero. Todos los campesinos
medios tratan de igualarse a los patronos, quieren ser propietarios, pero son
muy pocos quienes lo logran. Son contados los que emplean a braceros o
jornaleros, que logran enriquecerse con el trabajo ajeno, prosperar cabalgando
sobre las espaldas de otros. La mayoría de los campesinos medios carecen de
dinero para contratar a otros; ellos mismos se ven obligados a trabajar por un
salario.
En
todas partes donde comienza la lucha entre los ricos y los pobres, entre los
propietarios y los obreros, el campesino medio queda entre dos fuegos, y no
sabe hacia dónde ir. Los ricachos lo llaman a su lado y le dicen: también tú
eres un amo, un propietario, y no debes mezclarte con la chusma de los obreros.
Estos, por su parte, le hablan así: también a ti te despojarán y estafarán los
ricachos, y no tienes otra salvación que ayudarnos en la lucha contra los ricos.
Esta disputa en torno del campesino medio se libra por doquier, en todos los
países en que los obreros socialdemócratas luchan por la emancipación del
pueblo trabajador. En Rusia, esta disputa apenas comienza ahora. Por eso
debemos estudiar bien este problema y comprender con claridad a qué engaños
recurren los ricachos para atraerse a los campesinos medios; debemos aprender a
desenmascarar esos engaños y ayudar al campesino medio a conocer a sus
verdaderos amigos. Si los obreros socialdemócratas rusos marchan desde ahora
por el camino correcto, crearemos mucho antes que nuestros camaradas alemanes
una sólida alianza entre los obreros del campo y los obreros de la ciudad, y
alcanzaremos rápidamente la victoria sobre todos los enemigos del pueblo
trabajador.
_________
(*) Tomado de https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/1903marzo.htm. El apartado corresponde al trabajo A los pobres del campo. Los objetivos de los socialdemócratas explicados a los campesinos, publicado em marzo de 1903.
(1) La
deciatina es una medida agraria rusa equivalente a 1,0925 hectáreas. Ed.
(2) Todas estas cifras acerca de la cantidad de tierras y las que daremos después son muy anticuadas. Se refieren a los años 1877-1878.
No poseemos, sin embargo, datos más recientes. El Gobierno ruso sólo puede vivir en las tinieblas, y esto explica por qué en nuestro país se elaboran tan pocas estadísticas completas y veraces sobre la vida del pueblo en todo el Estado.
(3) Repetimos una vez más que estas cifras
son números redondos, datos puramente aproximativos. Es posible que los
campesinos ricos no sumen exactamente un millón y medio de familias, sino un
millón y cuarto, un millón y tres cuartos, o incluso dos millones. La
diferencia no es grande. Lo importante no es calcular cada uno de los millares
o cientos de miles, sino comprender con claridad cuál es la fuerza de los
campesinos ricos y cuál su situación, para saber discernir entre los amigos y
los enemigos, para no dejarse engañar con cuentos o palabras vacías, sino
conocer con exactitud tanto la situación de los campesinos pobres como, en especial,
la de los ricos.
Cada trabajador del campo debe fijarse bien
en lo que pasa en su subdistrito y en los vecinos. Y comprobará entonces que
nuestros cálculos son exactos; que, por término medio, el resultado es el mismo
en todas partes: de cada cien familias hay unas diez o a lo sumo veinte de
campesinos ricos, unas veinte de campesinos medios, y el resto son campesinos
pobres.
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