domingo, 1 de octubre de 2023

Política

Partido de Cuadros y Partido de Masas 

Eduardo Ibarra

EN LA LITERATURA MARXISTA el término partido de cuadros se ha consagrado como equivalente del término partido de revolucionarios profesionales, utilizado por Lenin en el ¿Qué hacer? Sin embargo, se impone la pregunta: ¿realmente dichos términos son equivalentes? Como ocurre en la mayoría de casos, en el que nos ocupa la sinonimia entre los mencionados términos no es absoluta sino relativa: todo revolucionario profesional es un cuadro, pero no todo cuadro es un revolucionario profesional. Como consecuencia, no todo partido de cuadros es un partido de revolucionarios profesionales. Sin embargo, por cuanto el término cuadro, de origen alemán, significa dirigente, entonces el militante del partido, bajo la forma organizativa en que éste se presente, aparece siempre como dirigente de la clase y las masas. Esta realidad determina la equivalencia entre el concepto de partido de revolucionarios profesionales y el concepto de partido de cuadros. Esta equivalencia se da también entre los conceptos partido de cuadros y partido de masas en el sentido en que habitualmente es utilizado este último concepto. 

Sentado lo anterior, en el presente escrito usaremos los términos partido de revolucionarios profesionales y partido de cuadros como equivalentes. 

Pues bien, Lenin escribió: 


El carácter de la estructura de cualquier institución está determinado, natural e inevitablemente, por el contenido de la actividad de dicha institución. (¿Qué hacer?, Editorial Progreso, Moscú, s.f., pp. 98-99). 

Huelga decir que la actividad del partido bolchevique era la de luchar por el poder, precisamente en las condiciones de la autocracia zarista; estas condiciones exigían lo que Lenin expresó del modo siguiente: 


… la organización de los revolucionarios debe englobar ante todo y sobre todo a gentes cuya profesión sea la actividad revolucionaria (por eso, yo hablo de una organización de revolucionarios, teniendo en cuenta a los revolucionarios socialdemócratas. (…) Esta organización, necesariamente, no debe ser muy extensa, y es preciso que sea lo más clandestina posible. (Ob. cit., p. 111). 

Al mismo tiempo, el jefe de la revolución rusa esclareció la relación entre esa organización revolucionaria –no muy extensa y lo más clandestina posible–1, con la clase y las masas en general: 


… la lucha contra la policía política exige cualidades especiales, exige revolucionarios profesionales. Y nosotros no debemos preocuparnos sólo de que la masa “plantee” reivindicaciones concretas, sino también de que la masa de obreros “destaque”, en número cada vez más grande, estos revolucionarios profesionales. Así, pues, hemos llegado al problema de las relaciones entre la organización de revolucionarios profesionales y el movimiento puramente obrero. (Ob. cit., pp. 108-109). 

Como vemos, Lenin plantea la cuestión de las relaciones entre el partido de revolucionarios profesionales y el movimiento obrero, y señala que el partido debe preocuparse de que dicho movimiento “destaque” más y más los revolucionarios profesionales necesarios para el partido, de que se asimilen a la organización partidaria, de que se conviertan en dirigentes organizados de la clase obrera. Lenin se extendió sobre estas relaciones: 


En realidad, se puede “elevar la actividad de la masa obrera” únicamente a condición de que no nos circunscribamos a la “agitación política sobre el terreno económico”. Y una de las condiciones esenciales para esa extensión indispensable de la agitación política es organizar denuncias políticas que abarquen todos los terrenos. La conciencia política y la actividad revolucionaria de las masas no pueden educarse sino a base de estas denuncias. Por eso, esta actividad constituye una de las funciones más importantes de toda la socialdemocracia internacional, pues incluso la libertad política no elimina en lo más mínimo esas denuncias: lo único que hacen es desplazar un poco la esfera a la que van dirigidas. Por ejemplo, el Partido alemán afianza sus posiciones y extiende su influencia, sobre todo, gracias a la persistente energía de sus campañas de denuncias políticas. La conciencia de la clase obrera no puede ser una verdadera conciencia política, si los obreros no están acostumbrados a hacerse eco de todos los casos de arbitrariedad y opresión, de violencias y abusos de toda especie, cualesquiera que sean las clases afectadas; a hacerse eco, además, desde el punto de vista socialdemócrata, y no desde ningún otro. La conciencia de las masas obreras no puede ser una verdadera conciencia de clase si los obreros no aprenden, a base de hechos y acontecimientos políticos concretos y, además, necesariamente de actualidad, a observar a cada una de las otras clases sociales, en todas las manifestaciones de la vida intelectual, moral y política de esas clases; si no aprenden a aplicar en la práctica el análisis materialista y la apreciación materialista de todos los aspectos de la actividad y de la vida de todas las clases, capas y grupos de la población. Quien oriente la atención, la capacidad de observación y la conciencia de la clase obrera exclusivamente, o aunque sólo sea con preferencia, hacia ella misma, no es un socialdemócrata, pues el conocimiento de sí misma, por parte de la clase obrera, está inseparablemente ligado a la completa nitidez no sólo de los conceptos teóricos… o mejor dicho: no tanto de los conceptos teóricos, como de las ideas elaboradas sobre la base de la experiencia de la vida política, acerca de las relaciones entre todas las clases de la sociedad actual. (…) Estas denuncias políticas que abarcan todos los aspectos de la vida son una condición indispensable y fundamental para educar la actividad revolucionaria de las masas. (Ob. cit., pp. 69-70). 

El lector sabrá comprender la necesidad de esta larga cita, pues ella da cuenta de que “A nosotros, publicitas socialdemócratas, nos incumbe ahondar, extender e intensificar las denuncias políticas y la agitación política” (ob. cit., p. 71), por la sencilla razón de que, como ya vimos, la labor de dotar de conciencia política de clase a las masas trabajadoras solo puede hacerse desde el punto de vista marxista, “y no desde ningún otro”. 

        Así, pues, contra lo que habitualmente se cree, el partido de revolucionarios profesionales, teóricamente fundamentado y prácticamente construido por Lenin, mantuvo una permanente relación ideológica, política y organizativa con la clase y las masas, y, por eso, puede decirse con razón que, por su carácter, fue un partido de masas. Por su carácter quiere decir que se trató de un partido marxista con una profunda ligazón con la clase y las masas. 

Ya Engels había esclarecido que La Liga de los Comunistas, primera organización política de carácter marxista, tuvo sus orígenes 


… en “dos corrientes independientes”: de una parte, “un puro movimiento de los trabajadores”, y, por la otra, “un movimiento teórico, proveniente de la desintegración de la filosofía hegeliana”, asociado predominantemente con Marx2. 

Y agregó que “El Manifiesto comunista de 1848 marca la fusión de ambas corrientes”3. 

Es decir, según hemos visto, Engels y Lenin concibieron el partido proletario como fundido con la clase, y, como es de conocimiento general, el segundo de los nombrados lo consumó en el partido bolchevique. Entonces, ¿cómo no reconocer que este partido fue un partido de masas? 

En un discurso en la Internacional Comunista, el jefe de la revolución rusa sostuvo:  


Yo no excluyo en absoluto que la revolución pueda ser iniciada también por un partido muy pequeño y llevada hasta la victoria. Pero es necesario conocer los métodos para ganarse a las masas. Para ello es necesario preparar a fondo la revolución. Pero vemos que hay camaradas que afirman: Hace falta renunciar inmediatamente a la exigencia de conquistar “grandes” masas. Es necesario luchar contra estos camaradas. En ningún país lograréis la victoria sin una preparación a fondo. Es suficiente un partido muy pequeño para conducir a las masas. En determinados momentos no hay necesidad de grandes organizaciones.

Mas para la victoria es preciso contar con las simpatías de las masas. No siempre es necesaria la mayoría absoluta; mas para la victoria, para mantener el poder, es necesaria no sólo la mayoría de la clase obrera, sino también la mayoría de la población rural explotada... (Discursos pronunciados en los Congresos de la Internacional Comunista, recopilación, editorial Progreso, Moscú, s.f., p. 105: elipsis nuestra). 

Aquí, como es obvio, Lenin habla de un partido no muy extenso, de un partido pequeño, de un partido de cuadros, y reafirma su concepción de que este partido tiene que “ganarse a las masas”, es decir, fusionarse con las masas. Asimismo, luchando contra quienes sostenían que había que renunciar a la exigencia de conquistar “grandes” masas, Lenin señala que en ningún país podría alcanzarse la victoria “sin una preparación a fondo” y que, si bien es cierto que “En determinados momentos no hay necesidad de grandes organizaciones”, y, por lo tanto, “Es suficiente un partido muy pequeño para conducir a las masas”, sin ganarse a éstas, sin fusionarse con ellas, es imposible conducirlas hasta la victoria. Por eso agrega Lenin que “para la victoria, para mantener el poder, es necesaria no sólo la mayoría de la clase obrera… sino también la mayoría de la población rural explotada y trabajadora. 

        En conclusión, 


Para aportar a los obreros conocimientos políticos, los socialdemócratas deben ir a todas las clases de la población, deben enviar a todas partes destacamentos de su ejército. (Ob. cit., p. 79). 

Sobre esta base el partido puede asimilar a sus filas a los trabajadores que se destaquen como cuadros. Los resultados de este trabajo de masas hacen del partido un partido de masas por su naturaleza. 

        En la penúltima cita de Lenin hemos leído que para la victoria y mantenerse en el poder, es necesario ganarse a la mayoría de la clase obrera y a la mayoría de la población rural explotada. Aquí, por lo tanto, es indispensable contemplar una cuestión complementaria. 

        Lenin  escribió: 


Todo agitador obrero que tenga algún talento, que “prometa”, no debe trabajar once horas en la fábrica. Debemos arreglárnoslas de modo que viva por cuenta del partido, que pueda pasar a la acción en el momento preciso, que cambie de localidad, pues de otro modo no adquirirá gran experiencia, no ampliará su horizonte, no podrá sostenerse siquiera unos cuantos años en la lucha contra los gendarmes. (Ob. cit., p. 131). 

Es decir, bajo el régimen capitalista, el partido de cuadros tiene una militancia sin relación con el aparato de producción: la mayoría de sus militantes tiene por profesión la actividad revolucionaria. En cambio, el partido de masas en el sentido habitual del término, sí mantiene una relación con el aparato productivo: la mayoría de sus militantes trabajan en una u otra cosa. Por razones obvias, bajo el socialismo esta relación con el aparato productivo se hace más vasta. 

Pues bien, el partido de masas en el sentido habitual del término, es un partido de cuadros, un partido de dirigentes. Promover el partido de masas no como un partido de cuadros, es borrar toda diferencia entre la vanguardia y las masas, y esto es oportunismo. 

        En conclusión, el partido de cuadros es un partido de masas con una militancia restringida, mientras el partido de masas es un partido de cuadros con una amplia militancia. 

        Esto significa que sea cualquiera de las dos formas de organización que asuma el partido –partido de cuadros o partido de masas– su carácter está dado por su filiación marxista y su fusión con las masas trabajadoras.

12.08.2022

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(1) La clandestinidad del partido proletario puede presentarse en diversos grados (muy rigurosa o menos rigurosa), determinados por las condiciones de operatividad; del mismo modo, la actividad de su red pública puede presentarse igualmente en diversos grados (muy amplia o menos amplia), determinados asimismo por las condiciones de operatividad.

(2) Citado por Monty Jhonstone, Teoría marxista del partido político, autores varios, Ediciones Pasado y Presente, Córdova, p. 108.

(3) Fíjese el lector que Engels habla de fusión de la teoría marxista con el movimiento de los trabajadores. Esta era su concepción, compartida por Marx, del partido proletario. Es decir, el partido proletario es la fusión de la teoría marxista con el movimiento obrero y de masas.





Relaciones entre Frente y Movimiento*

César Risso

El presente documento fue presentado en el Segundo Conversatorio preparatorio para constituir el Frente Cultural, realizado el día 4 de diciembre del 2002. Debido a que la disputa acerca del primer punto de Temario (Frente o movimiento) no se había concluido, y a que no había claridad sobre las diferencias entre Frente y Movimiento, el autor se propuso esclarecer dicha problemática en un estilo breve pero preciso.

LA PALABRA MOVIMIENTO ha sido usada en política en un doble sentido. Así, se usa para señalar a un sector de la población, y todo el trabajo realizado por éste. Puede usarse esta acepción para indicar, por ejemplo, el movimiento obrero, el movimiento estudiantil, el movimiento campesino, etc. En el segundo sentido, se refiere a una acción concreta, como por ejemplo el movimiento del 4 de mayo en China (promovida por los estudiantes de Pekín contra la firma de los acuerdos de París); o la sublevación indígena de 1885 (prefacio a “El Amauta Atusparia”, en el cual JCM se refiere a este hecho como movimiento); o el movimiento por las ocho horas, etc. Por tanto, en este caso, movimiento es utilizado como sinónimo de acción.

        En la primera acepción, tenemos que el movimiento es producto del proceso histórico, la suma de situaciones y voluntades, en el marco de determinadas condiciones históricas, por lo cual tiene un carácter general. En cambio, en la siguiente acepción, como acción concreta, el movimiento es un proceso vivo, activo, dinámico, que se propone ejercer influencia inmediata en el medio en que se desenvuelve y sobre el cual actúa.

        El Frente, más bien, tiene otro carácter, y se refiere al compromiso o alianza que ejercen agrupaciones que no tienen coincidencia plena, con la finalidad de desarrollar un trabajo específico.

        Una primera diferencia entre estas manifestaciones es el grado o nivel de organización, en el cual entran los objetivos. Así, el “frente” para la lucha por un objetivo puntual, tiene carácter de movimiento. En cambio, el Frente para la lucha permanente por la defensa de los intereses inmediatos de los obreros en una empresa, se llama sindicato. Otra diferencia es que mientras que el Frente es en todos los casos unidad de agrupaciones, individuos, etc., el movimiento puede ser en algunos casos de una sola agrupación.

        De lo dicho podemos concluir que el Frente puede desarrollar un movimiento, o varios movimientos. Que, por lo tanto, la organización del Frente no se contrapone al movimiento.

        Una aplicación actual de lo dicho puede ser la formación de los Frentes Regionales. Estos han desarrollado los movimientos de lucha contra la privatización.

        Es más, el frente cultural se enmarcaría en el movimiento cultural (en el sentido general); y este mismo Frente desarrollaría una serie de movimientos (en el sentido de acciones de lucha). Este Frente sería parte del movimiento popular en general.

        Es necesario señalar que Mao habla de movimiento o trabajo cultural. Y, en todo caso, del trabajo del Frente Único en el campo cultural.

        En el caso concreto del trabajo que venimos desarrollando, hay que reconocer que es un movimiento cultural, pero en el sentido de que lo cultural es consustancial al hombre. Por lo tanto, decir esto es decir poco. En todo caso, afirmar que nos dirigimos a la organización de un Frente Cultural, ya implica un movimiento, en el sentido de acción.

        Por lo tanto, queda claro que estamos desarrollando un trabajo orientado a la constitución de un Frente Cultural.

        Hablar de Frente sin movimiento significa privilegiar la organización, esto es, la unidad programática, negando la lucha, esto es, negando la manifestación concreta de existencia del Frente.

        De otro lado, reclamar el movimiento sin forjar el Frente, es promover la lucha, la acción, negando la necesidad de la organización sobre una base programática.1

        Ambas desviaciones no son otra cosa que la negación, de un lado, de la necesidad de la teoría y, de otro lado, la negación de la necesidad de la organización. Esto, debido a que la organización es la mediación entre la teoría revolucionaria y la práctica revolucionaria.

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(*) El presente artículo fue publicado originalmente en el N° 2 de la revista Alma Matinal de mayo del 2003, bajo el seudónimo de Martín Espinoza T. Para esta publicación se ha agregado el párrafo final y se ha procedido a una ligera modificación en los párrafos penúltimo y antepenúltimo.

(1) En la presente publicación se ha excluido el final, que dice lo siguiente: “Por lo expuesto propongo lo siguiente: Acordar constituir el Frente Cultural Popular”.


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